Kyle Blackthorn

Aquel escozor era más intenso de lo normal, pero no era la marca tenebrosa la que le quemaba la piel. Sino la marca de Caín que le legará Juv y solía descansar plácidamente sobre su costilla flotante izquierda, incomodándolo con esa sensación que le causaba una descarga eléctrica que detonaba en su nuca. Ahí el punto limite de todo aquello, cargar con cada uno de los encargos de la Nigromante, aceptando del mismo modo en que ella lo hizo al apoyarle el todo momento. Meraxes sobrevolaba la mansión Riddle, escuchaba con claridad el bullicio desatado por sus compañeros de bando. Lastimosamente no le acababan de dar el visto bueno del todo y como hacerlo, si ocupaba el sitio de una de las leyendas que dejará una honda huella dentro de las filas tenebrosas. El tiempo que le dedicó a ese bando, no podía contabilizarse con certeza, pero la cantidad era lo de menos ante los ojos del Senescal de Caronte— Calidad Kreston calidad, no cantidad—le hablaba al Vipertooth peruano, aquel que le diera una bienvenida por demás complaciente al Holandés. Tenia bajo su mando a nueve dragones, suficiente armamento para desatar una guerra dentro de la sociedad mágica. Debía meditar con calma las acciones que tomaría, al ser el Ministro de Holanda, no era necesario ejercer más fuerza de la necesaria a decir verdad. El titulo le pegaba de lo mejor y la presencia que poseía acompañada con la máscara que portaba en esos momentos, si que le daba un plus que no podía desaprovechar por nada del mundo. Frotándose las manos ya comenzaba a fraguar su primer golpe, comenzando con la persona que menos se imaginaria verse atacada por el caballero. Saltando por la ventana de lo que era su habitación, dispondría parte de su tiempo para echarle una mano al jardín. Vaya que necesitaba que le dieran un zarpazo de tigre, porque los años no le habían tratado de lo mejor a esa zona de la residencia. Tras la batalla que le arrastró a quedar en ruinas, pero entre esos cimientos mancillados por el tiempo, continuaban intactos los ideales de los mortifagos. No solo era una persecución por hacer que la pureza de la sangre prevaleciera, sino que iba mucho más allá de solo ver la sangre más pura corriera por las venas de las nuevas generaciones. Al menos el buscaba darle un castigo ejemplar a los muggles que consiguieron reducir a los magos a seres que ya no les causaban el mayor temor. Atreviéndose a compararse con ellos, alardeando de que eran capaces de dominar las mismas artes y crear objetos que superarían el dominio mágico que se mantuvo intacto durante demasiado tiempo, dándoles la potestad de mancillar física y mentalmente a los muggles.

Irremediablemente la situación se les había ido de las manos a ambos, jamás se imagino tenerla tan lejos de él. Deseaba tocarla como cuando la tuvo la primera vez, perderse en la candencia de sus caderas y la calidez de esos labios que eran su ensoñado cobijo por las noches. No volvería a perderla, no cuando se llevaría con ella al hijo que era de los dos, lucharía por tener a ese pequeño en sus brazos costará lo que costará. No eran humanos como los que suelen cometer errores, ellos pertenecían a un mundo donde darse esa clase de lujos era una aberración mal vista por sus familias. — No pienso permitir que te vayas con mi hijo, no esta vez querida Selene—su mirada se clavaba en los ojos de la mujer que amaba. Por mucho que la ira le gritará que la odiará con todas las fuerzas de su ser, no podía hacerlo, no a ella. Acercándose poco a poco a la Dumbledore, deslizaba su zurda por la mejilla de la mujer que le robará el corazón en el pasado. Matarla era lo que menos deseaba, pero ella debía ponerse en los zapatos del Holandés y entender sus razones para actuar de ese modo. Sintiendo la calidez que le brindaba su piel, no pudo contenerse y dejar un delicado beso en sus labios. — Mi perdón lo tienes y creo que lo sabes. Deseo conocer a nuestro hijo, quiero que tenga todo lo que no he podido darle. No me refiero a cosas materiales o parte de mi fortuna, sino el amor que a mi me fue negado al arrancarme de los brazos de mis verdaderos padres—soltaba sin esperar que entendiera su accionar. Ahora era el mismo hombre que le enamoró en Holanda, cubriéndole de sueños y anhelos que por culpa de su familia jamás pudieron cristalizarse en una feliz realidad. — Selene te amo y eso no cambia, no pido que comprendas mi forma de actuar o proceder. Solo quiero que sepas que eres y serás el amor que nunca quise perder y por el que hubiera dado todo lo que poseo—revelaba con sinceridad mirándole fijamente a los ojos— Me cegué ante la presión de mi familia, perdí el horizonte y no defendí lo que teníamos. Pero estoy aquí para ti y tu para mi, porque me amas como yo a ti y lo sabes bien—abrazándola por la cintura la sentía cercana de nueva cuenta. Era innegable la atracción que existía entre ambos, aquella complicidad que los llevará a cometer una y mil locuras en su estadía dentro de la nación que era regida por el Senescal de Caronte. — Deseo quedarme con ustedes, no planeó irme. No al menos de momento, ya que cuento con el apoyo de una colega, que puede manejar con mano de hierro todo lo que en un futuro será de nuestro hijo—aquella sonrisa que se dibujará en sus labios pudo iluminar de una forma especial sus ojos azules. Esperaba que confiará en su palabra y no buscará escapar nuevamente de ese sentimiento que les uniría por el resto de sus vidas. Esperando impaciente como actuaría la mujer que poco a poco, volvía a colarse en cada uno de sus pensamientos, apoderándose de cada uno de ellos sin que el pudiera evitarlo. @ Ada Camille Dumbledore

Se mantenía estoico ante las confesiones de Selene, jamás pensó que le viera como una amenaza latente para el hijo que era de ambos. ¿Qué clase de ser despiadado se imaginaba que era el Holandés?. Nunca en la vida le paso por la mente dañar a ninguna persona que amará o apreciará realmente, parecía que no lo conocía y todo lo vivido entre ambos no le demostró lo que era capaz de hacer por ella con solo pedírselo. Delante de él estaba una completa extraña, no daba con la mujer que le robará más de un suspiro la noche que le conoció dentro de esa velada tan especial e inolvidable para ambos. — Estas diciendo una completa aberración, nunca seria capaz de lastimar a ninguno de mis hijos. Aunque de momento solo tenga uno, viviría para darle lo mejor y si es posible mucho más de lo que puedes imaginar—la mirada del Holandés era una pesada lápida que caía sin clemencia sobre el corazón de la Dumbledore. Estaban cada vez más alejados uno del otro, solo les mantenía unido ese pequeño de nombre André. La sola mención de este, acallaba un poco la voz que le gritaba que acabará con ella de una buena vez. — Me negaste verle nacer y te pones en pose de “victima”. Vaya descaro que tienes, notable tu modo de cambiar las cosas a tu favor y dejar al resto del planeta como el malo de la trama tan intrincada que te has montado—ladeaba la cabeza sin soltarle presionando un poco la muñeca de la fémina— Tal y como lo predije todo lo que ha salido de tu boca son excusas sin fundamento o razón de ser. Mi hijo nació sin saber que era amado y deseado, porque te lo dije una vez. Deseaba una familia y no precisamente con una extraña o alguien que me fuera impuesto por mi familia—soltaba todo aquello cerrando sus ojos por un breve instante. La familia que lo crio no llevaba la misma sangre en las venas que el Senescal de Caronte, no supo como fue a parar a Holanda y menos que perdió a sus padres adoptivos en extrañas circunstancias. El experimento en carne propia la ausencia de su verdadera estirpe y lo mismo le estaba sucediendo a su pequeño— No voy a matarte, pero haré que pagues por lo que me hiciste cada día de tu existencia, no sabes lo que desencadenaste al perpetrar ese acto en contra de un inocente, como lo es ese niño que dices amar como a nada en el mundo—tomándole por el cuello le exigía ver al pequeño con ese cruce de miradas. — He tenido en placer de conocer a tu querida hija Ada, planeó grandes cosas entre nuestras naciones. Puede que me agrade hacerle una visita un poco más personal y darle a conocer ese secreto que has guardado tan celosamente—sonreía con suficiencia— No creo que le agrade saber que el Ministro de Holanda, pudo ser su padrastro o quizás lo sea solo para fastidiarte a ti—la amenaza estaba en aire y no se pensaría dos veces el concretarla con éxito. @ Ada Camille Dumbledore

— No vine detrás de ti, porque en la carta que dejaste para mi. Tuviste la cortesía de exigirme que no volviera a buscarte jamás—respondió sin soltarla de su agarre. El temor era palpable en los ojos de la Dumbledore, tras verse despojada del hijo de ambos— ¿Razonablemente?, sigues con tus bromas de mal gusto—sus ojos eran un par de dagas listos para clavarse en la tersa piel de la fémina. — ¿De cuantos meses de embarazo estabas cuando huiste de mi lado?—deseaba tener todos los datos desde que ese pequeño fue concebido. La ilusión de estar en su nacimiento se había desvanecido como lo hace una llamarada de fuego envuelta por una intempestiva tormenta— Di todo lo que tengas para decirme, no te quedes con nada—sentándose frente a ella, le tomaba por la muñeca con fuerza. — ¿Qué sentiste cuando supiste que estabas esperando un hijo mío?. Acaso fue miedo o simplemente te dejaste llevar por la absurda decisión que tomaste sin consultarme—el tono de su voz era moderado, pero detrás de esa elegancia estaba una fiera sedienta de venganza. — ¿Cuál fue la verdadera razón para que decidieras acabar con lo que teníamos?, quiero la verdad. No intentes engañarme, porque te aseguro que eso puede empeorar las cosas para ti—tomándola por el cuello susurraba esas palabras cerca de los labios de la madre de su hijo. — Matarte sería un juego de niños para mi, no representas amenaza alguna para el poder que poseo actualmente, querida Selene—le advertía con una lóbrega sonrisa en sus labios— Ya no soy el mismo que conociste hace un año, ya no tienes el poder de engatuzarme con tus dones de semiveela o dañarme con nada de lo que digas o hagas—aseguraba arrogante— Fuiste mi mundo, ahora eres solo cenizas de lo que vivimos—esperaba una respuesta para cada una de sus interrogantes. — Elige bien tus palabras, no sea que sean las últimas que pronuncies—volvía a perderse en esa maraña de enojo, frustración y decepción que era el cabeza en esos instantes. @ Ada Camille Dumbledore

—¿Qué clase de broma es esta, Selene? —le miraba fijamente parpadeando un par de veces. No daba crédito a lo que escuchaba—Intentas burlarte de mi, ¿no es así?—no asimilaba lo dicho por la Dumbledore. Tener un hijo con ella cambiaba toda la perspectiva de su vida, jamás se imagino tener un heredero a quien legarle todo lo que poseia. — No te creo, no creo que hayas sido capaz de huir de mi, no llevándote un hijo mío contigo—se pasaba la surda por el cabello, intentando no matarle. Su enojo iba en aumento, solo de imaginarse que se llevó con ella algo tan preciado como lo era ese pequeño, el solo hecho de fraguarlo en su cabeza, le asqueaba. — ¿Por qué demonios hiciste esa estupidez? —tomándola por la muñeca derecha, la enfrentaba con una mirada feroz en sus ojos azules— ¡¡¡ Respóndeme, maldita sea !!! —todo el amor que podía sentir por ella, estaba enfrascado en una lucha encarnizada contra la furia y la decepción que estaba experimentado. — Pondrás de excusa mi estatus político o peor aún dirás que es porque mi familia jamás te dio en visto bueno. Excusas baratas y sin ninguna clase de validez, aquella noche que decidiste desparecer, iba a pedirte que te casaras conmigo—se sentó sobre un par de cojines dándole la espalda. — Te amaba como a nada en el mundo y en cambio decidiste arruinarlo todo porque eres una cobarde y traicionera. Diría que te odio, pero eso es lo menos que te mereces, solo me provocas un profundo desprecio—girando un poco su espalda clavaba esas dagas que tenia por ojos. Presionando sus brazos sobre los hombros de la fémina, no le permitía moverse — Imagina siquiera como seria matarte, no te irás de aquí sin que pagues por lo que me hiciste—amenazandola sin pensar en las consecuencias— Nunca volverás a ver a nuestro hijo, puedes dar eso por hecho—enseñaba sus colmillos esbozando una lóbrega sonrisa en sus labios. La sentencia de muerte había sido dictada, el sería el juez, jurado y verdugo. Selene pagaría con creces el haberse creído la única con el poder de mandar sobre la vida del hijo de ambos. @ Ada Camille Dumbledore

— Dudo que cada palabra que sale de tus labios, lamento no poder confiar en ti—le miraba fijamente tras separar por un breve instante sus labios de la Dumbledore. Aquel roce de antaño, le quemaba la piel debajo de la tela del saco. Ella sabía dónde tocar, poniendo el dedo en el gatillo que era el deseo contenido del Holandés por la mujer que amaba. Un año basto para echar todo por la borda, aunque la tenía delante de él. No pudo evitar la barrera que los separaba, aquel secreto que le daba vueltas como suele hacerlo un roedor dentro de su rueda de ejercicio. La comparación se le hizo adecuada, el jamás le mintió respecto a sus sentimientos, ella en cambio huyo de todo aquello dejandole con un palmo de narices. — La omisión es traición—susurro sobre los labios de la fémina. Tomando su mano la apretaba sin lastimarle, deseaba que sintiera como ella provocaba un choque eléctrico en cada una de sus terminaciones nerviosas, expulsando por los poros de su piel, parte del enojo que mantuvo tanto tiempo contenido. Apresando con su surda la cintura de Selene, ya no existía distancia alguna entre ellos— El presentimiento que tengo me dice que lo que vas a contarme es grave y no lo tomare nada bien—dejando pequeños besos en sus labios subía su mano traviesa por el costado de la Dumbledore. Conocía cada curva a la perfección, memorizo cada sensación que le provocaba con solo mirarla. Recostandola sobre los cojines, no dejaba de disfrutar sus labios, aquel manjar que nunca se cansaría de probar una y mil veces— Te deseo igual o más que esa primera vez—confesaba recostando su pecho sobre el de ella. Acariciando con suavidad su mejilla, fundiendo sus labios en un beso cargado de pasión y deseo. @ Ada Camille Dumbledore

@ Adrian Wild Mi cotilla consentido :<3, tu sabes que no importa que llegue tarde la felicitación. Haré una excepción siempre que se trate de ti, porque te tengo un cariño muy especial. Agradezco que me dediques esas palabras, creo que todo lo que me ha dado el foro se lo he retribuido con mi trabajo y dedicación por el mismo. Estáis en lo correcto estuve en los momentos más difíciles, pero creo que eso es lo que me incentiva para seguir adelante, porque este sitio me ha dado muchas cosas geniales y alegrías que no puedo comparar con nada. Eres un encanto, espero que pronto nos toque coincidir en un rol. Porque vos también tenes un rol que me encanta y te confieso que siempre que te leo me transportas al sitio donde se desarrolla el mismo. Te quiero, Adrian ❤️