Los dolores que aquejaban a su acompañante, no solo eran físicos, sino también emocionales. Ella paso por lo mismo hace años, pero ahora veía a las emociones o sentimientos como un mal innecesario hacia los de su especie y sus compañeros de bando. La molestia no se hizo presente en el hombre, aquello le asombro ya que no se vio amenazada como en los años donde se sacaban el cuero sin el menor reparo. Le importaba el caballero que estaba a pocos metros de ella.
Extrañamente, no podía dar una explicación sensata del porque ese interés en que el estuviera bien en todo momento o aspecto de su vida. El ser apegada a las personas que le rodeaban, no eran un rasgo común en un ser como Macnair que siempre se dejaba llevar por los impulsos y no por el cerebro que muchas veces quedaba en segundo plano.
— Sería muy hipócrita de tu parte disculparte, ¿no lo crees?—soltó asintiendo ante su petición— Aunque no me lo hubieras pedido, no me hubiera ido a ningún lado—agregó sintiendo su varita aún sujeta por su zurda. Ambos eran demasiado obstinados como para admitirlo, ahí radicaba lo interesante y misterioso de la conexión invisible que les unía— ¿Y qué?—la duda de había quedado flotando en el aire. Le invitaba a entrar en su hogar, residencia que en el pasado fue atacada por la Ángel Caído sin ninguna clase de reparo. Imágenes de ese sitio envuelto en llamas se arremolinaron en su cabeza, dando vueltas como lo hacen los huracanes que arrasan con todo lo que está a su paso.
Una figura se hizo presente en los jardines, desconocido completamente para la Vidente, le miraba con cautela. Parecía que el tiempo, no le había ayudando a mantenerse con un aspecto pulcro y presentable— No, no son mis estatuas y si lo fueran, créeme que no tendrías los pantalones para hablarme de ese modo—su voz era como un filo que se deslizaba por la piel de un enemigo. No le agradaba que un desconocido, le tratará de ese modo y al estar en terreno ajeno, prefería ser diplomática y no darle demasiada importancia a ese incidente—Podemos tomar una copa, ponernos al día o lo que te apetezca—ofrecía sin buscar imponer su voluntad. Al menos las cosas iban por buen camino, ya se iría revelando que era eso que les mantenía unido y que no estaba del todo claro ante los ojos del par de mortifagos.
@ Mael Blackfyre @ Thomas E. Gryffindor