Cassiopeia Thawne

Daba pequeños trotes para ocultar su nerviosismo por el primer día. Aunque no era su primer empleo en sí, se trataba del primero en el que su nombre sí figuraba en algún registro; durante su tiempo como pasante en la Asociación Geomágica Internacional, al ser un negocio administrado por la familia, no sentía tanta presión sobre sí. Pero Gringotts era diferente. Se detuvo lo justo para leer la inscripción en la entrada, aquella que advertía a los ladrones de los peligros de intentar robarle a los duendes. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo entero, ocasionando que sacudiera la coleta que mantenía su cabello lo suficientemente estático para hacer sus labores. Aunque no era su intención hacerse con los tesoros de otras personas, hasta a los colaboradores del banco más experimentados, aquella advertencia les erizaba el cabello de la nuca. «Tranquila, son sólo los nervios del primer día. Y que, posiblemente, tengas que conducir a tres personas hacia lo desconocido de esos túneles», pensó, rascando su mejilla con suavidad, como hacía cuando sufría de un pequeño ataque de estrés, mientras saltaba los últimos escalones para poder ingresar al vestíbulo del Banco. La recibió Ulf, el duende que la entrevistó cuando aplicó para el puesto de Rompemaldiciones. Había conseguido hacerse con un artefacto del antiguo Egipto que aquellas criaturas consideraban valioso: un tablilla de oro macizo que en su momento fungió como una especie de registro de gobernantes. Pero la protegía una molesta maldición Flagrante, así que Cassie se ofreció para llevarla personalmente a la una de las cámaras dedicadas a almacenar ese tipo de tesoros. Saludó con una inclinación de cabeza a los dos guardias que recibían a toda persona que ingresaba o salía de la institución, y acudió al encuentro con la criatura. «Ah, señorita Thawne, sea bienvenida al Banco Gringotts. Otra vez, me parece. Tengo entendido que hoy transportará un artefacto hacia los niveles subterráneos, ¿no es así?». —Correcto, Ulf, la tablilla que le mencioné. Pero puedo encargarme de esto; tal vez vengan unas personas para supervisar el almacenamiento, protocolo y esas cosas. Sólo necesitaré de un duende que nos lleve abajo. Ulf entrecerró los ojos, intentando leer alguna mentira en las palabras de la joven, pero hablaba con honestidad. Desde cierto punto de vista; sí almacenaría la tablilla, pero si llegaban las personas que esperaba, también harían una serie de inspecciones para asegurarse de que la bóveda era impenetrable. Nada podía salirse de control, aparentemente. Ella no era guardia de seguridad, así que en teoría no tendría la forma de sacarlos en caso de que algo saliera mal. «Y espero, por Odín, que no salga mal», se dijo a sí misma. «Haré los preparativos, le pediré a uno de los nuestros que los lleve. Mucho cuidado con quién mete a Gringotts, señorita Thawne, hay quien jamás vuelve a ver la luz del sol», sentenció el duende, colocando las manos detrás de la espalda y retirándose hacia el final del vestíbulo, para dar las órdenes a su similar, un operador de los carritos que llevaban a las bóvedas. Cassie intentó forzar una sonrisa a manera de entendimiento, pero lo único que logró fue una mueca de cierta incomodidad. Pasaría un buen tiempo antes de que se acostumbrara a trabajar con los duendes. Rebuscó su varita mágica entre los bolsillos de la cazadora en tonos oliva que llevaba ese día. Sintió un alivio al tacto de sus dedos con la madera de álamo temblón, y continuó avanzando entre las grandes mesas en las que tenían lugar diversos trámites. A paso tranquilo, con sus botas de casquillo que resonaban con suavidad contra el piso de mármol, ya se encontraba a mitad de la estancia, bajo la lámpara de araña que iluminaba gran parte de ese sitio.

A medida que iba caminando, intentaba meter el rebelde cabello dentro de la práctica liga que siempre traía consigo, para acomodarlo en una relajada coleta que le facilitara sus actividades. Cuando estudiante, la mayor parte del tiempo lo había llevado suelto, pero en la práctica profesional, y ahora que era rompemaldiciones en Gringotts, consideraba que tener la vista despejada era la diferencia entre la vida y la muerte. Y hablando de la muerte. Era el aura que ofrecía el negocio al que visitaba aquel día. Mucho había escuchado del Casino Royale y de sus tiempos de gloria, si los hubo, pero la fachada destrozada era impactante, sobre todo considerando que era la primera vez que estaba ahí. ⎯Si no fuera por los claros signos de devastación, diría que se trató de una maldición reductora mal realizada. Conociéndolo, era capaz de haber sido él mismo quien estallara su propio local. Aunque trataba de ocultarlo, era un poco desastroso con las maldiciones, a pesar de tener un maestría con los encantamientos, entre otros dotes, que ella admiraba bastante. Quedaba averiguar si aún se encontraba allí, posiblemente reparando lo que fuera que sucediera, o Cassie ese día había llegado en vano. Nada más atravesar los restos de la puerta de cristal, alcanzó a ver el mango de una escoba y un par de cubetas, llenas de escombro, levitando hacia un rincón en el que parecía apilarse todo lo que no tenía remedio. Aunque claro, también cabía la posibilidad de que lo reutilizara para reforzar, nuevamente, la estructura. Parecían asuntos triviales, pues la joven había encontrado lo que venía a buscar. Lo encontró, escaleras arriba, enfrascado en lo que parecía ser la develación de uno de los secretos del universo. ⎯Supuse que te encontraría aquí, Horace me dijo que vives más aquí que en la casa de tu familia ⎯ saltó los peldaños de dos en dos para poder alcanzarlo hasta el final de la escalinata. Al estar Eobard de espaldas, bastó con que le tocará el hombro dos veces, con el dedo índice, como hacía cuando pequeña ⎯. La próxima vez que quieras hacer volar tu propio negocio, por favor, avísame, pa'. Aquel diminutivo con el que se refería a su padre, esperaba, suavizaría el impacto del encuentro. Después de todo, habían pasado varios años comunicándose sólo a través de cartas vía lechuza, y ocasionalmente algún vociferador. La interacción cara a cara posiblemente sería un poco más seca, pues no lo veía desde la ceremonia de graduación. Parecía mentira que, un año atrás se graduara de Hogwarts; ahora, con su experiencia durante el tiempo que estuvo en la AGI, se sentía lista para afrontar su primer reto como profesional como parte de los rompemaldiciones. Dio un par de pasos abajo, porque conocía de antemano que su papá podía tener reacciones muy abruptas cuando, de la nada, alguien aparecía hablándole o estableciendo contacto físico. Pero, ¿quién no las tendría? De hecho, ella tampoco era muy asidua a ese tipo de cosas, salvo contadas excepciones, como el hombre que tenía al frente. ⎯Lamento no haberte avisado que vendría. Todo ha sido muy rápido, recién me avisaron que fui aceptada en Gringotts...esto, ¿sorpresa? Con una sonrisa nerviosa, estrechó sus manos tras la espalda, sin saber qué reacción tendría el castaño con quien compartía el tono de cabello. Era ganancia que no le hubiera lanzado algún encantamiento, pero eso sugería que de cierta forma sabía que vendría, o la habría notado llegar desde antes.

1° de Septiembre, 2022 El día, por fin había llegado. Ni con toda la preparación mental y motivación por parte de su familia, podía decir que estaba lista; era un manojo de nervios, aún no estaba segura de por qué. Desde que se despidiera de su padre, su abuelo y su tía, en la estación de King's Cross, hasta la primera vista del castillo desde los botes, había experimentado una sensación de emoción por el futuro que, al esperar el llamado al Gran Comedor. Ahora, no podía dejar de pensar en que los siguientes minutos eran cruciales, no sólo para su vida académica inmediata, sino posiblemente para el resto de su existencia. Se balanceó suavemente sobre sus talones, mientras hacía sus ejercicios de respiración para combatir la ansiedad. Las enseñanzas de Samantha por fin rendían frutos, pues su respiración recuperaba poco a poco su ritmo habitual, lo cual resultó oportuno a la luz del regreso del subdirector para anunciarles que la Ceremonia daría comienzo en ese instante. «No importa quién fuiste, o lo que hiciste. En el momento en que cruces esa puerta, serás una estudiante de Hogwarts, una nueva etapa». Por un momento, se obligó a dejar sus incesantes discusiones mentales de lado, mientras se maravillaba con las vistas. Eobard le había contado lo armonioso que era aquel sitio, pero su padre lo había vivido como un alumno que concluía sus estudios; ella era, oficialmente, la primera de la familia Thawne en asistir al famoso Colegio de Magia y Hechicería. Un cielo nuboso y con chubascos recibió a los estudiantes de primer año, mientras la procesión se aproximaba hacia el fondo de la habitación. Ver de primera mano lo que tantas veces le contaron a través de anécdotas, era como cerrar un círculo. Intentó no quedarse atrás, a pesar de que desviaba la mirada hacia elementos que llamaban su atención, como las mesas de las cuatro casas o la de los profesores, el amplio ventanal que invitaba a una cálida noche de verano, así como el taburete sobre el que se erigía orgulloso el Sombrero Seleccionador. Los nervios comenzaron a surtir efecto, forzando que se frenara en seco al darse cuenta de lo rápido que habían llegado a la tarima que separaba las mesas entre sí. Tomó aire, mientras escuchaba los nombres del resto de sus compañeros, con su veredicto a los pocos minutos. Fueron pocos los que se sentaron más allá de cinco minutos, ¿sería que el Sombrero había aprendido nuevas formas de sortear a las generaciones entrantes? Detestaba no tener mucho conocimiento al respecto, porque eso le generaba una sensación de inseguridad ante lo desconocido. De algo podía estar segura, y su padre lo había confirmado: Era una experiencia sin duda necesaria en la formación académica de todo mago y bruja. ¡Cassiopeia Thawne!, se escuchó decir al subdirector, entre los vítores de la mesa de Hufflepuff que recibía a un nuevo estudiante. Cassie resopló al dar sus primeros pasos, camino al asiento donde le esperaba tan peculiar objeto. Intentó no mirar hacia el grupo de estudiantes restantes, de los cuales apenas quedaba un puñado, en su lugar concentrándose en la formas de las nubes que se arremolinaban en la parte superior de la estancia. «Otra Thawne, ¿eh?» dijo el Sombrero, con un ronroneo casi de satisfacción. Ella abrió los ojos como platos ante la mención de su apellido. Era natural que lo recordara, después de todo, hasta había sido profesor en algún momento. «Algo me dice que no te gustaría continuar con la tradición familiar pero, de todas formas me permitiré sugerirte Slytherin. Tienes visión y un gran deseo de probarte a ti misma, cualidades que explorarás al máximo estando allí». La pequeña de once años se aferró al banquito con ambas manos, agradeciendo que la voz sólo fuera escuchada en su mente. Así que dirigió sus pensamientos hacia la cuestión que le planteaba el artilugio sobre su ondulado cabello. «Continuar la tradición sería la salida fácil, y lo cierto es que me gustaría un reto. Algo que, cuando mire atrás y me pregunté qué fue lo que cambió, me resulte satisfactorio decirlo». «Decidida, innovadora y firme en sus convicciones, por lo que veo. Cualidades que en ocasiones parecemos subestimar. Eso me complica las cosas, sin embargo, también le da cierta diversión, ¿en dónde te pondré?». No le contestó. En su lugar, dejó ir todos sus pensamientos para virar hacia la relativa nada. Incluso cerró los ojos, para poder concentrarse y aislar todo el ruido de la habitación, que a pesar de que mantenían cierto volumen en sus conversaciones, bajaban la voz para escuchar la Casa de los de nuevo ingreso. Después de lo que pareció ser una eternidad, pero resultaron ser dos minutos más en los que Cassie estuvo en esa especie de meditación, el cantor sombrero se hizo escuchar. ⎯¡Ravenclaw! Casi se va de espaldas cuando recibió la noticia. La mesa de su nueva casa estalló en júbilo, convirtiéndose en un mar azul y platinado más ruidoso que el de los demás estudiantes. Le dio paz saber que su conversación con el Sombrero Seleccionador fuera un asunto entre ambos y, aún procesando lo que acababa de suceder, fue caminando con cuidado hacia dónde estaban sus nuevos compañeros. Esa noche no logró pegar el ojo, atribuyéndolo a una combinación entre expectación sobre las clases en Hogwarts, y el hecho de que el cielo despejado ofrecía una hermosa vista desde la Torre de Ravenclaw. No quedaba duda, se sentía como el hogar, y seguro así lo experimentaría años después, cuando contara cómo había sido su ceremonia de selección.

Nick con Link a la Ficha de Personaje: Cassiopeia Thawne Bóveda del personaje: Bóveda N° 119938 Empleo: Rompemaldiciones - Gringotts Información adicional: Especialista en maldiciones atmosféricas

No dejar para mañana lo que se puede hacer ahora (?) ¡Hola! Sólo para avisar que creé el topic de nueva bóveda. Les dejo el link, para su revisión. Gracias a quien realice.

Link al tópic de su ficha de personaje: Ficha de Cassiopeia Thawne Bóveda núm: 119938 Bóveda Trastero núm:

¡Hola! Aprovechando el aviso de multicuentas, y que ya me aparece el estatus de graduada en el perfil, me gustaría solicitar los dos conocimientos gratuitos. Me gustaría tener: Meteorología Conocimiento de Maldiciones ¡Gracias a quien realice los cambios!

Hechizos utilizables en batallas y duelos:

¡Hola! Dejo el link a la ficha nueva para su revisión: Ficha de Cassiopeia Thawne Gracias a quien la revise. Saludos.

Datos personales Nombre del Personaje: Cassiopeia Cassie Thawne Sexo: Femenino Edad: Joven Estado Civil: Soltera Nacionalidad: Estadounidense Familia(s): Thawne Padre(s) Sanguíneo: Eobard Aldrich Black Lestrange y Eleanor Wells* Padre(s) Adoptivos: -- Trabajo: Rompemaldiciones de Gringotts. Especialista en maldiciones atmosféricas Poderes Mágicos Habilidades Mágicas: Conocimientos Mágicos: Meteorología Conocimiento en Maldiciones Medallas: Perfil del Personaje Raza: Humano Condición: Bruja Aspecto Físico: Su apariencia, en palabras suyas, no es algo excepcional: En estatura, apenas alcanza el metro con sesenta y siete centímetros, a juego con una complexión delgada que la hace pasar desapercibida, y también le ha permitido colarse en espacios muy estrechos. La forma de su rostro es predominantemente ovalada, con su mentón partido casi imperceptible, que análogamente sirve como parteaguas en sus facciones, entre las que destacan sus pómulos ligeramente hundidos. Su piel es de un tono apiñonado que genera un contraste primaveral con sus ojos, cuyo iris es de una tonalidad verde claro, rasgo que la mayoría de los Thawne nacidos en Boston posee. La nariz corta, por otro lado, es más propia de la rama de la familia que se estableció en Orlando. Posiblemente el rasgo físico que más comparte con su padre biológico, y que guarda con mucho cariño, es su cabello. Consiste en un mar castaño oscuro, menos quebrado que el de Eobard, y con vivos rubios en las puntas, que alcanzan sus huesudos hombros. Por lo general, suele llevarlo suelto, pero siempre trae consigo una liga para poder atarlo en una coleta si así lo desea. Cualidades Psicológicas: Tiende a ser muy reservada, aún con las personas en quienes confía o son parte de su familia. Su personalidad es más bien introvertida, y prefiere dedicar su tiempo a leer libros e investigar campos inexplorados de la magia, que invertirlo en banalidades; las relaciones personales no son su fuerte, por lo que su círculo interno de confianza se resume a tres personas de su propia familia. La sutileza es quizá una de sus cualidades más reconocibles, exceptuando cuando se trata de ocultar su desagrado, ya que inconscientemente lo expresa arrugando su nariz o resoplando. Su predisposición a las actividades enriquecedoras de su creatividad e ingenio le valieron que el Sombrero Seleccionador aceptara su sugerencia de enviarla a Ravenclaw en vez de sortearla en Slytherin. Ha desarrollado un espíritu de aventura, en parte gracias a sus experiencias en las famosas expediciones geomágicas que realizó en compañía de su padre y de Nash Wells. También ha desarrollado una afinidad hacia los números, por lo que cualquier patrón que implique el uso de las ramas matemáticas, tanto mágicas como no mágicas, captan su atención al punto de disociarse y comenzar a susurrar para sí. Historia: Se sabe poco de su infancia, salvo que es la primogénita, y única hija, de la breve pero intensa unión formada entre Eleanor Wells y Eobard Aldrich Black Lestrange, quien en ese tiempo aún portaba el apellido Thawne. Creció en un entorno familiar compartido, con temporadas en la Mansión Wells y otras muchas en el Castillo de los Thawne. A pesar de que su padre en un punto de su vida fue exiliado tanto del país, como de la familia, ella mantuvo su status quo, incluso teniendo la libertad de elegir dónde iniciar su educación mágica. Durante este tipo, forjó una cordial relación con su tía, Samantha Thawne*, quien junto a Eleanor estuvo presente en gran parte de su infancia. Decidió asistir a Hogwarts, a la que tenia acceso en parte gracias a las ramas de los Wells escoceses, antepasados de su madre, que habían decidido establecerse en Norteamérica. En el Colegio de Magia y Hechicería más famoso de la región, encontró su verdadera vocación: La Astronomía. Y no era para menos, considerando que su nombre lo debía a una famosa constelación. Lamentó no haber coincidido con su padre durante la época en la que éste era parte del cuerpo docente, pero tuvo una formación académica que transcurrió con bastante normalidad, a pesar de que la situación política-social del mundo mágico no había sido precisamente la mejor. Sin embargo, sí que coincidió con su prima, Andromeda, con quién compartió casa durante los tres últimos años de su educación mágica. En cuanto terminó sus estudios, decidió volver a Norteamérica, sólo para descubrir que tenía un medio hermano, Daeron, y que además su padre se había casado, cosa que nunca había sucedido con su madre biológica, debido al incidente en Nueva Orleans, en el cual ambos habían decidido no reforzar ese vínculo que les unía. Como recomendación de Eobard, sabiendo que aquello sería un plus en su vida profesional, se apuntó como aprendiz exploradora de Nash Wells, el mentor de su padre, y quién por si fuera poco también era su abuelo. Como parte de la Asociación Geomágica Internacional (AGI), colaboró con él en diversas expediciones que tenían por objeto encontrar rastros de magia antigua en diversos sitios históricos de la humanidad. Siendo joven aún, su participación era más bien del tipo documental, pues se encargaba de llevar las bitácoras de dichos viajes, además de ser la cabeza de las actividades de reconocimiento. Recientemente, se estableció en los suburbios londinenses, buscando ampliar sus horizontes en el ámbito profesional, además de tener la intención de establecerse como la primera Thawne con residencia permanente en el Reino Unido desde los días oscuros, como lo hiciera su padre varios años antes. Pertenencias Objeto Mágico Legendario: - Objetos Mágicos: Clasificación A: Objeto: Varita mágica. Clasificación: AA Puntos: 20 Clasificación AA: Clasificación AAA: Clasificación AAAA: Clasificación AAAAA: Pociones Mágicas: Clasificación A: Clasificación AA: Clasificación AAA: Clasificación AAAA: Clasificación AAAAA: Criaturas Mágicas: Clasificación X: Clasificación XX: Clasificación XXX: Clasificación XXXX: Clasificación XXXXX: Criaturas en la Reserva: Elfos: Cygnus: Fue asignado a su servicio desde su nacimiento, con la expresa indicación de nunca dejarla sola. Por lo general, se le ve acompañándola, aunque si ella lo solicita, la cuida desde una distancia más prudente. Luce un suéter de lana con motivos astronómicos, por lo que durante la noche se confunde con el firmamento. Licencias, Tasas y Registros Personajes Secundarios: Otros Datos: Su varita originalmente perteneció a su abuelo paterno, Hivolt Thawne*, y responde a la siguiente descripción: Álamo temblón, con núcleo de corazón de dragón. Trece pulgadas, razonablemente flexible. Detesta volar en escoba, pues lo considera demasiado frenético para su gusto. Lleva un colgante en forma de rayo que al abrirse revela una foto de sus padres en Nueva Orleans, antes de que naciera. Su licencia de Aparición y de Vuelo con Escoba fueron emitidas por el MACUSA. Cronología de cargos: Premios y reconocimientos: Links de Interés Referentes al Personaje Link al Perfil de Comprador MM: 432 Link a Bóveda Personal: Bóveda n°119938 Link a Bóveda Trastero: Bóveda nº XXXXX Listado de negocios abiertos: