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Baela Macnair

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Acerca de Baela Macnair

  • Cumpleaños 18 Julio

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    0
  • Rango Social
    Unicornios de Bronce
  • Galeones
    100
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Familia
    Macnair
  • Trabajo
    Estudiante de sexto curso en Hogwarts. Prefecta de Ravenclaw.
  • Escalafón laboral
    Sin información
  • Raza
    Humana
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Tickets
    0

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Ravenclaw
  • Género
    Femenino
  • Location
    Wiltshire, Inglaterra
  • Interests
    The blood on my teeth begins to taste like a poem, like religion, like the way you look at me.

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Logros de Baela Macnair

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12

Reputación

  1. Observó cómo el chico desconocido — Sebastian, como había dicho — luchaba por mantener una postura confiada, aunque la nostalgia y el nerviosismo en su voz eran inconfundibles. Al escucharlo mencionar a su madre, @ Idylla Macnair T. , un nombre que resonaba en su memoria como uno más entre los múltiples vínculos familiares, Baela se relajó solo un poco, aunque no del todo. Eran demasiadas cosas por procesar. ⸺ @ Sebastian Macnair …⸺repitió el nombre con suavidad, y cuando estaba a punto de responder oyó los tropezones, empujones, gritos y se atrevería a decir, que hasta arañazos: pequeños gatitos traviesos, pensó ella divertida.⸺ Buenas noches… Respondió al saludo del hombre, no lo conocía personalmente, pero lo reconocía de las fotografías que su prima Ámbar le había mostrado durante aquellas noches de pijamadas en Hogwarts. Sin embargo, su presencia era mucho más imponente de lo que había imaginado, así que, para disimular su nerviosismo, se colocó un mechón de cabello oscuro detrás de la oreja derecha, mientras escondía la otra mano en su espalda, jugueteando con los tirantes de su vestido negro. Y entonces oyó la voz de @ Astara Macnair . Un suspiro de alivio se le escapó mientras apoyaba una mano en su pecho. Nunca se había sentido cómoda siendo la anfitriona, y menos cuando debía ser el centro de atención, incluso el mero hecho de pensarlo la ponía nerviosa. Apenas lograba sobrellevar su rol como prefecta este año, y eso que solo habían pasado unos pocos días desde el inicio en Hogwarts. Se sentía completamente torpe, especialmente en comparación con su madre, quien parecía moverse con tanta gracia y confianza en cualquier lugar al que fuera. ⸺ ¿Qué te parece si los guías a sus habitaciones? Creo que dejé un par de pergaminos sin acab… ⸺entonces enmudeció por completo al ver la figura pelirroja de aquella mujer que siempre vio en fotografías, pestañeó varias veces, incapaz de reaccionar como una persona normal ante la belleza majestuosa y casi irreal de la bruja Macnair.⸺ ¿Arya? Murmuró para sí misma. @ Arya Macnair , la mujer de las historias que sólo Dróvik reveló para ella en momentos de angustia. La hermana de Juliette, su madre. Una conexión como ninguna otra, totalmente fuera de este mundo. Eran la mitad de la otra, o al menos así se contaban las viejas canciones. Pero… ¿por qué la miraba así? ⸺ ¿Tía Arya? ⸺dijo con suavidad mientras sentía el cálido abrazo de la bruja, un toque reconfortante y lleno de amor, algo que pocas veces experimentó en su vida pues su madre parecía estar siempre envuelta en sombras, fantasmas y oscuridad. Sintió un pequeño nudo en la garganta, pero se contuvo. No estaba sola para dejar que las emociones afloraran, y además debía ser fuerte, no mostrar debilidad. Aún así, se permitió como pocas veces, corresponder a tal gesto cerrando los ojos mientras aspiraba el dulce perfume de las hebras rojizas de su cabello. Y entonces… …estoy buscando a Juliette… Con delicadeza, la joven Macnair se apartó de los brazos de su tía y se asomó tímidamente por encima de su hombro, estirando tanto el cuello que tuvo que ponerse de puntillas para alcanzar a ver la extraña figura que entraba en la Mansión con la ayuda de @ Sean -Ojo Loco- Linmer . Frunció el ceño, desconcertada. De repente, su corazón comenzó a latir con fuerza, una mezcla de nervios y escalofríos la recorrió. Era una sensación extraña, una mezcla de familiaridad y miedo al mismo tiempo, o quizás era simplemente el estar rodeada de tantas personas lo que la hacía sentir sofocada. ⸺ ¿Mi madre está aquí? ⸺murmuró para sí misma, y es que, aunque sabía que la visita de ella era inminente, aún la imaginaba trabajando para el MACUSA en Estados Unidos. Pero claro, Juliette era Juliette, y con ella nunca se podía estar seguro de nada.⸺ ¿Y tú quién eres? ¿Cómo es que conoces a mi madre? Se atrevió a preguntarle cuando se plantó frente a @ Leopold Macnair . Pd. hice mi mejor esfuerzo por incluirlos a todos lalala.
  2. Muchas gracias, @ Adrian Wild *claramente ella es la favorita* (?) ¡Y no, no! Va en 6to, tiene 16 años. Lo que pasa es que tengo que editar la ficha para actualizar algunos detalles que se fueron tejiendo post subida de la ficha, ups., sólo que no sé si puedo meter mis manitos aún, por las reglas y esas cosas que una tiene que seguir
  3. Uy, por qué nunca me dejan hacer travesuras en paz (?) @ Adrian Wild bueno, acepto ser prefecta pero quiero un premio luego 👼
  4. Nick con Link a la Ficha de Personaje: Baela Macnair Bóveda del personaje: Bóveda N° 119677 Empleo: Estudiante de 6to año en Hogwarts. Información adicional:  —  Saludos al admin 👼
  5. Levantó la vista de su diario al notar la presencia de @ Thoth cerca de la estatua de Rowena⸺aunque no lo conocía bien, lo había visto en clases y sabía que, al igual que ella, se mantenía algo distante del bullicio de los demás estudiantes de Ravenclaw. Observó cómo él tomaba un libro y comenzaba a leer en silencio, en otra situación, quizás Baela habría ignorado su entorno, como solía hacer, pero algo en la quietud de la sala común y la propia soledad que ella sentía en ese momento la impulsó a romper su burbuja por un breve instante. No era su estilo iniciar conversaciones. Tampoco era del tipo de personas que buscaban compañía para llenar el vacío que siempre la acompañaba. Sin embargo, en ese instante, sentía un deseo sutil, casi imperceptible, de no estar completamente sola. No con palabras, no con grandes gestos, sino con una presencia compartida, una comprensión silenciosa. Se levantó de su lugar, acercándose al mago con pasos suaves, como si no quisiera perturbar la calma de la habitación⸺no lo interrumpió de inmediato. En lugar de eso, dejó un libro suyo sobre la mesa, uno que había leído ya varias veces y que siempre le había traído cierta tranquilidad en momentos difíciles: “Los Misterios de la Magia Ancestral”. Sin decir nada, lo miró por un segundo, lo suficiente para que él la notara. Luego, con una ligera inclinación de cabeza, señaló el libro, dejándolo ahí para él. Era su forma de extender una mano, de invitarlo a compartir ese espacio en silencio, sin expectativas ni demandas. Sin esperar una respuesta inmediata, volvió a su asiento junto a la ventana con la mirada fija en las estrellas más allá del cristal⸺pronto se iría a la cama a intentar conciliar el sueño.
  6. La pequeña Macnair se encontraba cómoda entre las risas y el calor de sus primas, pero una sombra de melancolía se cernía sobre ella nuevamente, escondida tras sus sonrisas cautas y su mirada siempre vivaz. A pesar del ambiente animado, siempre había algo que faltaba, algo así como un vacío en su interior que no podía llenar ni con la compañía más querida en el mundo. Cuando Ámbar acarició su rostro, Baela no pudo evitar pensar en lo diferente que podría haber sido su vida si su hermano gemelo hubiera vivido. La idea de haber perdido a alguien tan cercano, incluso antes de conocerlo, le provocaba una frustración muda que rara vez dejaba salir. Era una sensación extraña, como si una parte de ella siempre hubiera estado ausente, incompleta⸺incluso muerta. De todas formas sonrió, aunque sus ojos grises reflejaban un pensamiento distante, casi inalcanzable. Mientras se ponían de pie y Ámbar mencionaba su pasantía, Baela asintió, aunque su mente seguía lejos⸺procuró que la falda estuviese bien estirada, la camisa ordenada y las medias a perfecta altura en sus delgadas piernas. Maldiciones, pensó, el tipo de magia que le fascinaba y aterrorizaba al mismo tiempo. Astara bromeaba sobre su posible partida, y aunque sabía que su prima estaba exagerando, no pudo evitar notar la presencia del prefecto @ Coleen Black , que acababa de entrar. Sabía que no debía estar allí⸺las reglas habían sido claras la última vez, pero había algo en la atmósfera esa noche que no la dejaba irse tan fácilmente. Quizás era la presencia de Ámbar, o quizás era la sensación de familiaridad, una que pocas veces experimentaba pues su familia presente económicamente era bastante disfuncional en el ámbito emocional. Se cruzó de brazos evitando morderse el cuerito de los labios. ⸺ Uf. . . nos vemos mañana, Astara. ⸺le dio un abrazo con delicadeza, y volvió a susurrar contra su oreja más cercana.⸺ Por favor, cuida de Ámbar, yo… también debo estudiar algo en la biblioteca. Dijo con una sonrisa forzada antes de darle un último apretón a su prima, y lentamente se fue desplazando por ahí, en dirección a la salida, pero no sin antes fijar sus ojos en la figura silenciosa de @ Sebastian Macnair , su primo. Siempre lo había visto de lejos, inmerso en sus propios pensamientos, y aunque sus interacciones eran mínimas, sentía una cierta conexión con él, una especie de comprensión mutua, aun cuando nunca habían hablado en profundidad. Sabía lo que era sentirse invisible, y aunque ella se desenvolvía con mayor facilidad entre la gente, no podía negar que la soledad la acompañaba de igual manera. Algo en Sebastián le recordaba ese vacío que llevaba dentro, el mismo que nunca había podido llenar por completo. Era hora de romper esa barrera, aunque fuera de una manera sutil. Mientras caminaba hacia la salida, se detuvo un momento junto a una mesa cercana. Con movimientos rápidos y discretos, arrancó una pequeña hoja de pergamino de su libreta y, con su pulcra caligrafía, escribió unas pocas palabras: Sebastián, te espero mañana en el Gran Comedor, después de las clases.  — Baela — No era mucho, pero no quería abrumarlo. Sabía que Sebastián era reservado, y ella no era del tipo de persona que imponía su presencia⸺sin embargo, había algo en ella que la impulsaba a conectar con él, a explorar ese lazo familiar que ambos compartían, aunque fuera de manera casi imperceptible. Dejó el papel doblado sobre uno de los libros que él había dejado a un lado y se retiró sin hacer ruido, con la esperanza de que él lo encontraría más tarde. Mientras avanzaba por los pasillos, una ligera sonrisa cruzó su rostro. Quizás, después de todo, no estaban tan solos como ambos pensaban. @ Arya Macnair @ Astara Macnair 🤍
  7. Hoooolis 🤍 Siguiendo con las indicaciones y siendo graduada oficialmente, vengo a solicitar mis dos conocimientos: Cuidado de Criaturas Mágicas Encantamientos ¡Muchas gracias, y saludos al admin!
  8. *le deja chocoescarabajos al mejor papá (adoptivo) del mundo*

  9. Se hallaba recostada en uno de los sillones más pequeños de la biblioteca, envuelta en uno de esos raros momentos de tranquilidad que tanto valoraba porque pocas veces su cabeza le entregaba. El silencio de la Mansión era casi reconfortante, como si el eco de los años y de los recuerdos flotara en cada rincón, pero el sonido de la puerta abriéndose lentamente la sacó de su ensimismamiento. Frunció el ceño, incorporándose con agilidad: ¿Quién se atrevería a llegar sin aviso? Entonces, una voz desconocida resonó en el vestíbulo. Baela se levantó de inmediato, sintiendo cómo su curiosidad iba en aumento. Las pocas veces que pisó los terrenos Macnair en Inglaterra siempre solían estar desérticos, como si hasta las almas en pena le huyeran a los rincones del hogar, y por lo tanto, recibir visitas no anunciadas era poco común, y menos aún alguien que pareciera tan… casual. Caminó con paso firme hacia la entrada mientras sus pasos eran amortiguados por las alfombras que cubrían el suelo antiguo, y al asomarse, se encontró con un joven que, a primera vista, parecía estar totalmente fuera de lugar⸺unos jeans, una playera negra con un estampado que apenas distinguía, y unos tenis... como dije, muy fuera de lo común en un entorno como ese. El pobre chico sostenía su varita de una manera que delataba cierta inseguridad, aunque había algo en sus ojos que le llamó la atención: era un destello peculiar, una chispa que generó en la bruja el pequeño impulso de enfrentarse a lo desconocido en lugar de huir en la dirección opuesta como usualmente ocurría. Así que con los brazos cruzados y la cabeza ligeramente ladeada, Baela lo observó por varios segundos antes de abrir la boca, dejando que el silencio hiciera el trabajo de incomodarlo un poco más⸺o quizás, de hacerle agarrar valor para darle la bienvenida al imponente hogar. ⸺ ¿Y tú quién eres? ⸺dijo finalmente. @ Sebastian Macnair 🤍
  10. La luz de la chimenea lanzaba sombras danzantes sobre las paredes de piedra, mientras que el resto de los estudiantes se habían retirado a sus dormitorios. La habitación, normalmente llena de murmullos de conversación y risas suaves, ahora parecía un vasto océano de calma que sólo acentuaba la soledad de la pequeña Macnair. Baela estaba sentada en un rincón solitario cerca de la ventana, con la vista perdida en la noche estrellada. A su alrededor, libros abiertos y pergaminos desordenados hablaban de un intento de concentración que no lograba despejar el torbellino en su mente. Sus ojos, grises como el cielo en un día nublado, reflejaban la tristeza que se había asentado en su corazón. Era uno de esos días en los que el vacío se sentía más palpable, como un peso invisible que la empujaba hacia abajo. La ausencia de su hermano gemelo, a quien nunca llegó a conocer pero con quien siempre había sentido una conexión extraña e incompleta, parecía más intensa. El hecho de que su llegada al mundo hubiera sido truncada, de que nunca hubiera tenido la oportunidad de compartir su vida, la llenaba de una frustración profunda. A lo largo de los años, Baela había tratado de mantenerse en pie, de construir una vida llena de logros y conexiones significativas. Sin embargo, en la quietud de la Sala Común, no podía evitar sentir que todo eso había sido una fachada para cubrir un vacío que nunca parecía llenarse. Aunque estaba rodeada de amigos y compañeros, y aunque había encontrado su lugar en Ravenclaw, había una sensación persistente de insignificancia, de no ser suficiente. La conexión que sentía con su hermano era como una herida abierta que nunca cicatrizaba del todo. En ocasiones, sentía que el dolor de su pérdida no era simplemente por no haberlo tenido a su lado, sino por la sensación de que su vida siempre había estado marcada por una sombra que ella no podía superar. La frustración de no haber podido compartir su infancia, de no haber tenido ese vínculo, la hacía cuestionar su propio valor. Se levantó lentamente y se acercó a la ventana, dejando que la fría brisa nocturna le acariciara la piel. Miró las estrellas parpadeantes en el cielo, tratando de encontrar alguna forma de consuelo. En su mente, se preguntaba si alguna vez encontraría una forma de llenar ese vacío, de sentirse completa y significativa en su propio derecho. Y entonces tomó un profundo respiro, volviendo a la comodidad del sofá más cercano al fuego. Sus lágrimas, que hasta ese momento habían estado reprimidas, comenzaron a deslizarse por sus mejillas mientras escribía en su diario personal. A través de la escritura, intentaba encontrar sentido y significado, o una forma de reconectar con la parte de ella que sentía perdida desde el momento en que dio su primer respiro.
  11. 1 de Septiembre de 2024. Primer año en Hogwarts. Las altas y oscuras torres del castillo de Hogwarts se erguían imponentes mientras el lago reflejaba las luces de la imponente luna que parecía feliz de darles a todos una bienvenida. Baela Macnair, con solo once años, se encontraba entre la multitud de estudiantes de primer año que se apretujaban nerviosamente en el Gran Comedor, con la mirada fija en el cielo encantado que se extendía sobre ellos. Su cabello oscuro, recogido en una trenza perfecta, contrastaba con la piel pálida que heredó de su madre, y mientras tanto, sus ojos grises recorrían el lugar con una calma que no reflejaba el torbellino de emociones que sentía en su interior. Las cuatro largas mesas de las Casas estaban llenas de estudiantes mayores, todos mirando expectantes a los nuevos. Frente a ella, en el centro del escenario, estaba el Sombrero Seleccionador, viejo y raído, pero lleno de una magia ancestral. Baela sabía lo que significaba este momento. Ser seleccionada en una casa no era solo un paso en su educación, sino también un indicio de su destino. ¿La colocarían en Slytherin como a la mayoría de su familia, o en una casa distinta que reflejara su propia naturaleza serena? El subdirector comenzó a leer los nombres en voz alta, y uno por uno, los estudiantes se sentaron en el taburete para ser seleccionados. Finalmente, llegó el momento que Baela había anticipado con un nudo en el estómago. ⸺ ¡Baela Macnair! ⸺anunció el mago con su voz firme. Con paso elegante, casi etéreo, la pequeña bruja se adelantó entre la multitud de estudiantes, cada movimiento medido y lleno de una gracia que no podía evitar, pese a su juventud. El Gran Comedor pareció detenerse por un momento, y los susurros recorrieron las mesas. Sabían quién era. Una Macnair. Muchos de los estudiantes mayores reconocían el apellido, y a las grandes figuras que portaron el mismo. Pero para ella, aún cuando fuese parte de su identidad, le seguía pareciendo desconocido. Sin embargo, mientras se sentaba en el taburete ignorando a todo el mundo y el Sombrero Seleccionador se posaba sobre su cabeza, Baela intentaba calmar la incertidumbre que crecía en su pecho. ⸺ Oh… interesante…⸺dijo el Sombrero mientras iba susurrando en su mente.⸺ Veo un intelecto agudo… una gran curiosidad… pero también una profunda lealtad a tu familia. ¿Te preocupa no cumplir con sus expectativas? La bruja no respondió, ni tampoco dio indicios de preocupación, pero el sombrero no necesitaba palabras. Podía sentir cómo sus pensamientos más profundos se desplegaban ante él. — Ravenclaw te daría el espacio para crecer intelectualmente, desarrollar esa curiosidad que te consume…⸺murmuró el Sombrero.⸺ Pero también veo esa firmeza… esa determinación. Un deseo de forjar tu propio camino, lejos de las sombras de tu linaje. Muy interesante… Por un instante, Baela sintió que su destino pendía de un hilo. Slytherin, la casa de su familia, representaba poder, ambición, y una conexión con sus raíces. Pero su corazón latía por un deseo diferente, por el reconocimiento propio y el misterio que le ofrecía pertenecer a otra casa. ⸺ Tienes lo que se necesita para destacar en ambos caminos, pero sé a dónde perteneces…⸺susurró el Sombrero, finalmente.⸺ ¡RAVENCLAW! El eco de la palabra resonó en el Gran Comedor, y la mesa de Ravenclaw estalló en aplausos. Baela dejó escapar el aliento que no se había dado cuenta que retenía. Se levantó con calma, bajando del taburete, y dirigió su mirada hacia la mesa de Slytherin, donde algunos rostros conocidos la observaban con una mezcla de sorpresa y desaprobación contenida. Pero ella, con su caminar sereno, se dirigió hacia la mesa de su nueva casa, Ravenclaw, sabiendo que en aquel momento, estaba comenzando a forjar su propio camino. Mientras se sentaba entre sus nuevos compañeros, el murmullo en su mente comenzó a disiparse. La incertidumbre se desvaneció, y por primera vez, sintió que Hogwarts no solo sería un lugar de aprendizaje, sino un refugio donde podría explorar los misterios de su propio destino. El castillo tenía secretos que aún no conocía, y Baela, con su mente brillante y espíritu determinado, estaba más que dispuesta a desvelarlos.
  12. @ Marcellus Allan holis, ya solucione lo que me pediste, ahora sí corresponde al de la ficha 🤍
  13. Estaba a punto de responderle cuando escuchó unos pasos suaves pero firmes tras ellas. Su cuerpo se tensó de inmediato, reconociendo el aura de familiaridad que envolvía la sala⸺se giró lentamente mientras sus ojos grisáceos captaron la figura de Ámbar Delacour, cuya presencia irradiaba un aire de autoridad y nostalgia al mismo tiempo. Un ligero escalofrío recorrió su piel al ver la viva imagen de alguien que parecía pertenecer tanto al presente como al pasado. Observó cómo Astara, sin poder contenerse, se abalanzaba sobre Ámbar con la efusividad que le caracterizaba. Mientras ella, se mantenía en su posición, mirando curiosa la escena con esa característica serenidad que apenas ocultaba la profundidad de sus pensamientos. Siempre había sido la más contenida entre las tres, entre todos, pero eso no significaba que no disfrutara esos momentos de cercanía, sobre todo cuando Ámbar volvía al panorama, trayendo consigo recuerdos de tiempos pasados. Se permitió una sonrisa pequeña, un reflejo de la intensidad que sentía por dentro al ver parte de su familia reunida. Su familia. Entonces todo se vino abajo, su querida prima, con su usual energía, tiró de ella, y la pequeña Black se dejó arrastrar al suelo con las dos, pero manteniendo esa típica elegancia que tanto le había caracterizado desde que era tan sólo una niña. Mientras sus piernas se doblaban con suavidad y se acomodaba junto a ellas, se apoyó ligeramente contra el brazo de Ámbar, compartiendo el momento sin perder del todo esa distancia emocional que siempre marcaba su comportamiento. ⸺ Oye. . . no he hecho ninguna novatada aún.⸺ respondió con una voz suave y controlada, pero sus labios se curvaron en una ligera sonrisa que dejaba entrever más de lo que sus palabras confesaban.⸺ Pero si hacerlas me asegura que estarás aquí por más tiempo, creo que podría permitirme una que otra idea para mantenerte ocupada. . . y así evitar que te vayas. Sus ojos grises se movieron con un brillo particular entre Ámbar y Astara, no era su estilo hablar abiertamente de sus emociones, no a menos que estuviese con su hermano, pero había algo en ese instante que la hacía querer soltarse un poco más de lo habitual, al menos en su propia y discreta forma. El reencuentro con Ámbar, esa figura casi mítica de su pasado, evocaba una nostalgia que no podía ignorar. La conexión entre las tres era algo que no necesitaba palabras para ser comprendido, y aunque Baela no solía expresar sus emociones con el mismo fervor que su prima, sentía el calor reconfortante de la reunión llenando los espacios vacíos en su interior⸺miró a su prima por unos momentos más, como si buscara en su rostro algún rastro del pasado, algo que le recordara a esos días más simples, cuando aún estudiaba en Hogwarts. ⸺ Es bueno verte aquí. . . te eché de menos, A. ⸺añadió finalmente, en un tono bajo, casi como un susurro pero cargado de sinceridad. Sabía que las cosas en Hogwarts no serían fáciles con los cambios recientes, pero si alguien podía adaptarse con elegancia y fuerza, esa era Ámbar. Y, por alguna razón, saber que la tendría cerca le traía una sensación de calma que no solía sentir con facilidad. Baela apoyó la cabeza brevemente en el hombro de Ámbar mientras también estiraba una mano para agarrar los dedos de Astara, un gesto de cariño discreto que no requería explicaciones⸺estaba contenta de que el destino las hubiera reunido nuevamente, y aunque no lo diría en voz alta, no podía evitar sentir que, juntas, podrían enfrentarse a cualquier cosa que el futuro les deparara. @ Astara Macnair @ Arya Macnair
  14. Estaba sentada en una de las butacas más apartadas de la sala común de Slytherin, cerca de una ventana por donde apenas entraba la luz de la luna⸺sus dedos pasaban página tras página de un libro de runas antiguas, mientras de vez en cuando levantaba la vista para observar el ambiente que la rodeaba. La sala estaba animada, grupos de estudiantes conversaban en susurros o compartían risas contenidas, pero ella mantenía su atención en el texto, encontrando un extraño confort en la calma que le brindaba el estudio. A pesar de ser de Ravenclaw, Baela siempre se sentía bienvenida en Slytherin, especialmente gracias a la cercanía con su prima y la historia compartida con su hermano. Había aprendido a encontrar su lugar en los rincones más tranquilos de ese espacio, donde las conversaciones no la alcanzaban del todo y podía sumergirse en sus propios pensamientos. De vez en cuando, algún estudiante pasaba cerca y la observaba con curiosidad, pero la joven apenas notaba la atención. Estaba tan absorta en las líneas del libro que leía, que no advirtió la figura que se acercaba lentamente hacia ella, hasta que una voz familiar rompió el murmullo de fondo. Astara estaba justo frente a ella, con esa sonrisa traviesa que siempre la delataba. Baela levantó la mirada lentamente, permitiéndose una pequeña sonrisa mientras cerraba su libro con delicadeza. Sus ojos verdes, brillantes bajo la luz mágica de la sala, se encontraron con los de su prima. ⸺ ¿Novatadas? ⸺repitió con un tono suave pero intrigante, mientras arqueaba una ceja, y se inclinaba ligeramente hacia adelante. Su mirada esmeralda vagó por la sala, observando a los estudiantes más jóvenes que charlaban entre ellos⸺aunque no era parte activa de los trucos o bromas que solían planear en Slytherin, Baela disfrutaba observando, con esa mezcla de curiosidad y serenidad que siempre la acompañaba. Tras unos segundos, su atención volvió a centrarse en su prima. ⸺ Oh, no es algo que realmente disfrute. . . ⸺admitió con suavidad, hablando de forma melodiosa.⸺ Pero los de primer año siempre esperan algo especial, ¿no? Mientras hablaba, una pequeña sombra emergió entre sus dedos, tomando la forma de un dragón en miniatura que se retorció juguetonamente antes de desaparecer en el aire. Baela sonrió apenas, dejando entrever su lado más travieso, aunque siempre de una manera sutil y reservada. ⸺ Digamos que sólo estoy encargándome de que estén. . . un poco más atentos este año.⸺dijo con un tono bajo, como si compartiera un secreto que solo su prima podría entender. Finalmente, retrocedió con gracia hacia su posición, volviendo a adoptar su postura tranquila y distante, como la figura etérea que siempre parecía ser. Sabía que, aunque no participara directamente en las bromas, su influencia y su mirada atenta desde las sombras siempre dejaban una huella muy difícil de borrar. @ Astara Macnair @ Arya Macnair @ Aaron Black Yaxley @ Idylla Macnair T.

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