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Eobard A. Black Lestrange

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Todo lo publicado por Eobard A. Black Lestrange

  1. ¡Hola! Ya es justo y necesario hacer algunas modificaciones, así que vamos a ello. Dice así: Debe ser: Edad: Adulto joven Dice así: Debe ser: Familias Familia Black Lestrange Familia Triviani Dice así: Debe ser: Aspecto físico Tiene una estatura de 1.80 m, alta para Norteamérica. Su figura es más bien atlética, de extremidades tonificadas gracias a la práctica de la natación durante su tiempo de ocio. Puede notarse una ligera tendencia esquelética en su pecho, pues sus clavículas se marcan de manera perfecta en su piel, la cual es de una tonalidad casi nívea. Le gusta utilizar el cabello, castaño oscuro con algunas canas, quebradizo, hasta la mitad del cuello, en ocasiones optando por recogerlo en una única coleta. Sus ojos, rodeados por unas ojeras ligeramente marcadas, son de un color grisáceo, como el mercurio, confiriéndole una sensación de falta de vida. Posee una tenue cicatriz en la mejilla derecha. De manera esporádica, su rostro se ve cubierto por una fina barba, del mismo tono que su cabello. Tiene tres tatuajes en total. La Marca Tenebrosa en su antebrazo izquierdo, oculta a personas ajenas al bando mediante un encantamiento, a menos que él desee que sea visto. Una Rosa de los Vientos, con sus puntos cardinales, en el omoplato derecho. Finalmente, en el pecho, situado a la altura del corazón, el símbolo de la Solntsevskaya Bratva. Cualidades psicológicas Hace gala de una paciencia flexible a la situación, siendo poco tolerante ante el lento proceder de las cosas, o más cauto si se trata de algo delicado. Tiende a ironizar y mostrar una actitud burlona, con el objetivo de romper el hielo; en el fondo, se preocupa por su círculo interno de personas de confianza, estando dispuesto a auxiliarles hasta dónde alcance su habilidad. Fuera de ello, cuando se trata de crear discordia o provocar un ligero desorden, jamás deja pasar la oportunidad. Dice así: Debe ser así: Historia Nació a principios del año 1990, en el seno de la acaudalada familia Thawne, quién durante siglos había brindado magos y brujas excepcionales a la comunidad mágica norteamericana. Su concepción resulta de un romance entre una hechicera inglesa, Mía Black Lestrange, y su padre biológico, Hivolt Thawne. Debido a la naturaleza del encuentro, su madre decidió dejarlo bajo la tutela de la familia del Thawne, quien era un congresista del MACUSA con tendencias anti no-maj. Con su madre en camino a Inglaterra, y la aparente estabilidad en el mundo tras la caída del Señor Tenebroso, Hivolt optó por enviarlo a estudiar a Ilvermorny, la escuela de Magia y Hechicería de Estados Unidos, cuando tuvo la edad suficiente. La noche de su ingreso, fue seleccionado para pertenecer a la casa Wampus. Ahí, desde sus primeros años, demostró habilidad en el dominio de la magia, no sólo la elementales, como los encantamientos, sino también un particular entendimiento de las artes oscuras. Esta característica peculiar le generó una no solicitada reputación, no sólo entre alumnos, sino también entre algunos de los docentes. Conociendo a Anna Loring A lo largo de los años en Ilvermorny, fue haciéndose tanto de amigos, como de algunos enemigos. La mayoría se olvidaría de él con el pasar del tiempo. No obstante, hubo una persona con quien se relacionó en particular. Anna Loring*, única heredera familiar, y orgullosa alumna de la casa Thunderbird. Ella y el castaño se habían conocido durante su tercer año, cuando tuvieron la oportunidad de cursar Transfomaciones para el ciclo 2003-2004. A la muchacha se le facilitaba la disciplina, mientras que Eobard siempre terminaba por transfigurar el objeto en cuestión en distintas cosas, excepto lo solicitado. Tales diferencias fueron la principal razón que los llevaron a relacionarse, iniciando como una pareja de estudio. No fue hasta el quinto curso, durante las vacaciones de invierno, que el Thawne se atrevió a confesarle los sentimientos que había desarrollado por ella. Para tal fin, habían acordado verse en la ciudad muggle de Köln, en Alemania. Aldrich fue el último en llegar, maldiciendo por lo bajo mientras se acercaba al lugar de reunión con su interés sentimental: El punto medio del puente Hohenzollern. Eran las siete de la tarde, pero aún se podía observar a uno que otro muggle en el paso peatonal. Llegas tarde. saludó la chica con una sonrisa, despegándose del barandal para recibir al recién llegado. Llevaba el cabello castaño recogido en una coleta, la cual reposaba sobre su hombro derecho. Lucía, además, un vestido de noche azul marino, a juego con sus ojos. Remataba, con unos tacones, que daban la apariencia de estar hechos de hielo, puesto que a la vista parecían de un material cristalino. Sabes que el tiempo y yo nunca hemos sido los mejores amigos. Eobard intentó relajar el ambiente, dejando escapar uno de sus comentarios más habituales en Ilvermorny. Vestía un traje gris Oxford, bajo el cual portaba una camisa azul cielo, y unos mocasines azabaches. Anna se tapó la boca con una mano, dejando escapar una risa nerviosa. Thawne, cuyos nervios lo traicionaban, decidió ser el primer en romper el hielo. Del bolsillo lateral del saco, sustrajó lo que parecían ser espigas de trigo. Te traje un obsequio. comentó, deslizando los dedos de su mano izquierda sobre las espigas. De a poco, comenzaron a ensancharse, como si algo estuviese creciendo en su núcleo. Adquirieron una tonalidad verdosa, y del tallo comenzaron a emanar pequeños botones de flor, de un tono marrón. Agh, demonios. Sabes que nunca se me dio bien la transmutación de seres vivos. Confiaba en que se convirtieran en claveles. Le entregó el fallido intento de flores a la Loring, haciendo una mueca de incomodidad en el proceso. La castaña tomó el ramo, profiriendo un suspiro como de ternura al hacerlo. Entonces, deslizó uno de sus dedos sobre la mejilla del muchacho. Él sintió un leve escalofrío, al notar que los dedos de Anna estaban helados. Aquel detalle siempre le había agradado de la muchacha. De hecho, me preocupa un poco. Pero, confío en que al final de este ciclo sepas, al menos, realizar transformaciones orientadas a objetos. Ambos sonrieron al pasar por el inesperado silencio. Después de año y medio siendo compañeros, y amigos, se habían acostumbrado a los enormes lapsos de estudio en la biblioteca, donde reinaba una incansable falta de sonidos. Se giraron hacia el río, apoyándose en el barandal. La vista del Rin era impresionante. Ahí fue donde Eobard aprovechó para sostener la mano de la joven. Siempre quise venir a Alemania en esta época del año. El clima... es mucho mejor que el de Norteamérica. Aunque, tampoco me molesta el calor de tu mano. el castaño agradeció que la penumbra ocultara el rubor de su nariz al escuchar a Loring. Y, acabo de recordar. Mañana es tu cumpleaños. Gracias por recordarme que envejeceré un año más. Pero, no, al punto. Te imaginarás que no te privé de la comodidad de tu hogar esta noche sólo para demostrar mis dotes en Transformaciones. continuó, contemplando la sonrisa de Anna. ¿Sabes? Siempre he creído, somos como fuego y hielo. La referencia hacia el gusto de la joven por las bajas temperaturas no pasó desapercibido. Aunque sabía que no era como tal una mención hacia ello, sino que ambos, de cierta forma, se neutralizaban. La paciencia de una, la imprudencia del otro; el pésimo sentido del humor con la seriedad en momentos cruciales. Estaban conectados, a su manera. Y, ¿cuál de los dos sería yo? inquirió, acercándose a Thawne, quien dirigió su atención a los orbes que le devolvían la mirada. Podemos averiguarlo. Expulsión de Ilvermorny Entrados en términos de una relación sentimental que parecía tener tintes de prevalecer hasta el final de los tiempos, Eobard A. Thawne y Anna Loring se convirtieron en la noticia al arribar, semanas más tarde, al segundo trimestre de su quinto curso, ya como pareja. La suerte parecía favorecer a ambos, sobre todo al hijo de Hivolt. Todo cambió cuando llegó el sexto año. La perspectiva de ver durante menos tiempo a Anna, y además, de no poder compartir todas las clases con ella, supuso un golpe bajo para Aldrich. Con todo, mantuvo su relación con la Loring, encontrándose con la joven durante los intermedios entre clases. Había mejorado en Transformaciones, en parte, gracias a la paciencia de su novia durante las vacaciones de verano. Al menos, lo suficiente para acreditar el curso. Ahora, su gran problema yacía en Defensa Contra las Artes Oscuras. Era habitual que tuviera discusiones acaloradas con el profesor, el señor Frage*. Mientras que el pupilo proponía darle uso a las artes oscuras, verlas sólo como un punto distinto al de la magia convencional, el otro insistía en desecharlas, tachándolo incluso de seguidor de la oscuridad. La tensión aumentó, al confrontar a una persona que no era de su total agrado. Bartholomew Garrick*, un joven mestizo, cuya familia era famosa en el noreste de Estados Unidos por la producción en masa de artículos de Quidditch profesional. Debido a que compartía la opinión del profesor Frage, a menudo se encontraba en desacuerdo con el Thawne, llegando incluso al punto de batirse en duelo con él a escondidas de los profesores. Uno de estos enfrentamientos, derivó en el uso de magia oscura por parte del castaño, quien ya rondaba los diecisiete años. Al verse en un aprieto, Eobard había tenido que recurrir a este tipo de estrategia, disparando lo que parecían ser flechas elaboradas con magia oscura misma. Cuatro de ellas terminaron en la túnica del Garrick, sujetándolo a la pared, pero una quinta, se incrustó en su pierna derecha, ocasionándole un gran dolor. Tras una investigación, se determinó que dicho encantamiento estaba diseñado para causar sufrimiento al blanco, razón por la cual la molestia del rival de Aldrich no había cedido. El joven fue encontrado culpable sin lugar a dudas, recibiendo la expulsión de la institución como pena máxima. Se le había advertido que, de volver a emplear tal rama de la magia, le correspondería al MACUSA llevar su caso. Nueva Orleans y el encuentro con William Clayton Tras la inminente expulsión del Ilvermorny, el castaño entró en un periodo de aprendizaje por otros medios. Estaba consciente de que, al haber sido exiliado de la más prestigiada escuela de Norteamérica, sería muy difícil que otra institución lo aceptara como estudiante para finalizar sus estudios. Pasó los últimos cuatro años, en los que habría terminado sus estudios, viajando alrededor del globo, financiado por su padre, cuya salud comenzaba a mermarse. Contrario a los deseos de la esposa de Hivolt, abandonó la agradable ciudad de Boston, para dirigirse hacia Nueva Orleans, aquella población costera en el sur que prometía un encuentro con su compañera, quien había finalizado al el colegio. Llegó con bastantes horas de antelación, hospedándose en un hotel turístico que le ofrecía vista al lago Pontchartrain. Se deleitó con las luces citadinas, llegando a tener que admitir que los muggles no tenían mal gusto en algunas cosas. Una vez llegada la noche, decidió vestir un atuendo acorde a la ocasión: Mardi Gras. Debido a que no era un experto en pasar desapercibido, su vestimenta consistió en una camisa de flores hawaianas, además de unos pantalones cortos caqui que le llegaban a media pierna. Sumado a esto, un par de tenis deportivos que emulaban la vestimenta playera de los habitantes. En serio te ves increíble. La chica había hecho un gran esfuerzo por pasar desapercibida con la ropa muggle. Enfundada en una blusa roja con diseños florales, y falda marrón, ofrecía un aspecto más natural que Eobard. Habían acordado reunirse en el bar del hotel. Ahí, compartían un whisky mucho menos fuerte que el elaborado por la comunidad mágica. Usted no se queda atrás, señorito. comentó Anna Loring, esbozando una sonrisa burlona que pronto fue difuminada por un corto beso. Te verías menos raro en Hawaii, desde luego. Tenía todo lo que deseaba en ese momento. Una vida relativamente normal, y un posible futuro con la chica. El momento era perfecto. Exceptuando por una persona, cuya ausencia habría causado que la suerte de Eobard tomara un rumbo distinto. De cabello crespo y castaño, fornido, vestimenta del clásico cowboy, el vampiro William Clayton* disfrutaba de una bebida sanguinolenta en el mismo sitio en el que la pareja se encontraba. Vio en la joven, una oportunidad de saciar al fin su sed de sangre, pues pretendía realizar un ritual que consistía en convertir a una humana de la forma más sanguinaria posible para acabar con su agonía. Vaya, vaya...No es usual ver gente de su tipo en esta época del año. se acercó a la mesa del Thawne, haciendo que la pareja se sobresaltara. Descuiden, soy amigo. Mi nombre es Maxwell. Mentía, y el joven se dio cuenta de ello. ¿Qué diablos quería? Imaginaba un sinfín de cosas, pero su intervención sólo podía implicar problemas. Tomó la mano de su novia instintivamente, dirigiendo una mirada inquisitiva al vampiro. Definitivamente, había algo en él que no le agradaba. Perdone, no sabemos de qué habla. Ahora, si nos disculpa. En parte, su salida estaba planeada. Tanto su acompañante como él, se levantaron y rápidamente abandonaron el lugar de esparcimiento. Iban tarde para la celebración de aquel día, y por ninguna razón querían perdérsela. William se limitó a levantar su copa en torno a la salida, con una media sonrisa impresa en sus labios. Qué sujeto tan extraño, ¿no crees? inquirió Anna, horas más tarde, mientras disfrutaban de un espectáculo de luces. El muelle se encontraba medio vacío, así que tenían privacidad suficiente para realizar muestras de afecto. Opino que le falta un tornillo. El chico emitió una risa con desdén, negando con la cabeza. Aquel sujeto, le había puesto los pelos de punta. Nada de lo que había visto hasta ese momento, ni sus incursiones en el uso de la magia oscura, lo habían consternado tanto como esa presencia. Miró a su acompañante, dándole un beso en la frente. ¿No es obvio? Le gustaste. Quería impresionarte. Loring, consciente de la molestia de su novio, apretó su mano, situándose frente a él. A espaldas de la chica, bastantes fuegos artificiales hacían que el cielo fuera de tonalidades de azul, hasta algunas más exóticas como el rojo o el amarillo. Tiró de él, hasta que ella quedó recargada en el barandal. Pero, tu eres mi pareja. Hay que intentar olvidarlo, disfrutar de estas vacaciones. Nos las merecemos. y, al ver que Eobard planeaba replicar, colocó el dedo índice izquierdo sobre los labios del joven. Te las mereces, créeme. Sé que algún día volverás a la escuela. Y, así fue. Se dedicaron a olvidarse de todo aquello que les afligía, y disfrutaron de las celebraciones nocturnas. Entrados en ambiente, se marcharon a una de las orillas del Pontchartrain, sin saber que el vampiro les había seguido de cerca, decidido a un banquete final. Habían encendido una pequeña fogata a un par de metros de las olas, cuando notaron su presencia. ¿Acampando a la luz de la luna? Ambos se levantaron, con varitas en mano. El fuego iluminó las rudas facciones del vampiro, que parecía deleitarse con la reacción de ambos. Extendió los brazos, como invitando a los dos presentes frente a él a atacarle con su mejor hechizo. A la brevedad, se encogió de hombros, decidiendo atacar a Eobard primero. * * * ¿Qué...Qué diablos? agitó los brazos, balbuceando, mientras recuperaba la visión. Oh, no... Se levantó con algo de dificultad, sujetándose el costado derecho. El golpe le seguía resonando por todo el cuerpo, como si cada que se moviera, recibiera una descarga eléctrica. La fogata estaba apagada, y el cielo estrellado comenzaba a menguar. Definitivamente, aquel movimiento había sido preciso y letal. Muy listo, pero veremos quién ríe al último. Siguiendo las instrucciones en el pequeño pedazo de papel que había entre la arena, llegó al centro de operaciones del vampiro: un club nocturno llamado El Caballero Negro. Era una trampa, eso no iba a negarlo. Pero, en ese momento, sólo le importaba poner a salvo a su novia. Había una dupla masculina custodiando la entrada, pero lo dejaron pasar apenas detectaron su presencia. Intermitentes luces neón lo deslumbraron apenas las puertas se cerraron. Había bailarines por todas partes, y a juzgar por los pasos, se trataba de no-maj. Ahí, en el centro, donde parecía provenir toda la música, estaba aquel sujeto que le estaba causando dolores de cabeza a un nivel cósmico. Esto es una sorpresa, debo admitirlo, pero una buena. William se levantó del asiento que ocupaba, acomodándose el abrigo de piel marrón. A su lado, aparentemente dormida, estaba la prometida del Thawne. Quise hacerlo por las buenas, créeme. Pudieron haber cooperado. Claro, cooperar con un desconocido que presenta un particular interés por mi chica, ¿cómo no se me había ocurrido? Molesto, Aldrich se cruzó de brazos, esperando una buena explicación para todo eso. Algunos de los clientes los miraban extraño, debido a que habían alcanzado tonos de voz perfectamente audibles. El vampiro rió, metiendo una mano en su bolsillo mientras se aproximaba al visitante. Podemos hablar esto. Nadie tiene que salir herido. Colocó una mano sobre el hombro del joven, como haciéndole saber que no se detendría para responder a su ataque, si decidía iniciar las hostilidades. Uno de los empleados se acercó, cargando a la durmiente para llevarla al espacio personal de William. Muy bien, habla. Y más vale que tengas una buena razón para molestarnos. Eobard se volvió, dando la espalda al hall, aún atestado para ser casi las seis de la mañana. La oficina tenía un gran ventanal, desde el cual se podía ver prácticamente cada rincón de negocio. El vampiro, quien se encontraba sentado, con los pies sobre el escritorio, profirió una ligera risa. Buen hombre de negocios, tenía que encontrar una forma de llegar a un acuerdo que le beneficiara ampliamente. Le echó un vistazo a Anna, que levitaba, aún bajo los efectos de cualquiera que fuera lo que la mantenía dormida. Bien, comenzaremos por presentarnos, porque sí, soy hombre de palabra. Mi nombre es William Clayton, y soy lo que llamarías un vampiro. Aquello tomó por sorpresa al joven norteamericano, quien esperaba que la confrontación comenzara en ese preciso instante. Desorientado, decidió ganar algo de tiempo; si iban a presentarse, al menos procuraría obtener toda la información para poder rastrear a Clayton apenas salieran de ahí. Ah, eres uno de ellos, ¿eh? Bueno, mi nombre es Eobard Thawne. asintió a manera de saludo. Un simple turista que ha venido a pasar las vacaciones con su novia. Directo a los negocios, ¡eso me agrada! Mira, lo pondré sencillo: Escuché de un ritual que permitirá mantener una dieta poco sanguinaria, pero requiere de una humana sana y joven, la cual convenientemente se encuentra aquí. Se deleitó con la expresión de asco del Thawne, quien había metido la mano en los pantalones cortos para buscar su varita. En un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba al lado del castaño, observando la pista de baile desde su mirador personal. Eobard decidió dar un par de pasos hacia atrás. Ella no se lo merece. De todas las personas que pudiste haber elegido... William negó con la cabeza, torciendo sus labios hasta formar una tétrica sonrisa. Aquella situación era tan fácil para él; la dieta animal ya no lo satisfacía ni un poco, pero su consumo humano se basaba en la belleza de la persona en cuestión. Extendió ambos brazos, como intentando procesar algo muy complejo. Tienes razón, pude haber elegido a alguien más. Sucede que, me parece una chica muy atractiva. Fue la gota que colmó su vaso de paciencia. Si había algo que difícilmente toleraba, eran esas miradas sugestivas. Enarbolaba su varita, por lo que fue fácil concentrar ese creciente desagrado por la persona que tenía frente a él. Un rayo de tonalidad oscura fue emitido de la punta de su objeto mágico, impactando directamente en el pecho del vampiro. Recibió una especie de descarga de adrenalina, en la cual alcanzó a ver como su acción, que sin duda había sido obra de magia oscura, causó que William quebrara el cristal, precipitándose hacia su asiento personal. Estaba decidido a acabar con aquello en ese momento, por lo que no dudó en saltar desde ese segundo piso, para poder confrontarlo. Eres un tonto, Eobard Thawne. Pero, algún día, cobraré la deuda que acabas de contraer conmigo. Apenas pudiendo levantarse, debido a la caída, el mago encaró a Clayton, quien apenas y lucía un débil hilo de sangre deslizándose de su labio. Los gritos y el desplazamiento de masas no se hicieron esperar, generando un total descontrol en todo el lugar. Apuntó su varita nuevamente al vampiro, esperando poder atacarlo con la misma magia. La molesta iluminación le impidió reaccionar al golpe en su mandíbula que le había propinado el dueño. Como dije, soy un hombre de negocios. se inclinó para palparle la mejilla a su contrincante, quien se había desplomado debido al dolor. Se escucharon varios crac en simultáneo a las afueras del club nocturno. Por las ventanas, ya entraban los primeros rayos de sol. Era la señal de que el vampiro debía huir. Dedicó una mirada triste al hueco que había dejado en su mirador antes de retirarse por la puerta trasera. Su aparente ritual tendría que esperar. Por otra parte, Eobard intentó arrastrarse hacia los restos del asiento del sobrenatural, esperando poder desfallecerse ahí, pareciendo ridícula la idea de ser encontrado en una posición extraña. Las puertas se abrieron de par en par, y se escucharon pasos rápidos, que cada vez iban resonando con mayor intensidad en sus oídos. No alcanzó a distinguir mucho de aquellas figuras, pero sí captó una sola palabra, que sin duda significaba peligro. MACUSA. ¿Black Lestrange? Eobard Aldrich Thawne, se le encuentra culpable de violar el Estatuto Internacional del Secreto. Al ser una falta grave a los acuerdos internacionales, deberá someterse al exilio de la comunidad mágica. Sí sabes que te van a perseguir ahí a donde vayas, ¿cierto? Hivolt se tapó la mano para toser. Acto seguido, le dedicó una sonrisa triste a su hijo, quien se encontraba al pie de su cama. En su hombro derecho, sostenía el asa de lo que parecía ser una pequeña mochila de supervivencia. Tras el juicio, en el que había condenado las acciones de su propia sangre, había caído en una terrible enfermedad aún no diagnosticada. Cuento con ello, y lo sabes. Pero no podía irme sin despedirme de ti. respondió Eobard, tendiendo su mano derecha para estrechar la de su padre. El apretón fue más emotivo de lo usual. No habían sido tan cercanos desde la expulsión del castaño, pero irónicamente, la afección hacía del congresista una persona más sensible con su único hijo. Notó que no era todo lo que tenía que decir, pues aún estaba reteniendo su mano. Black Lestrange. Reino Unido. Es ahí donde debes ir. Estás delirando. ¿Por qué habría de ir a ese territorio? No hay nada para mí... Su padre levantó el dedo índice para pedirle silencio. Aldrich se sintió ruborizado, pues aquel ademán, no lo había visto desde hacía varios años, cuando más pequeño solía interrumpir al Thawne cuando anunciaba algo durante las cenas familiares. Sacó un pequeño rollo de papel, atado con un listón azulado, el cual le ofreció al muchacho. Lo aceptó, con cara de poco entendimiento de la situación. Hay cosas de las que nunca te conté, como tu verdadera familia. Búscala. Busca a Mía, ella te contará el resto. Aquellas, fueron sus últimas palabras. Con la vista clavada en el techo, poco a poco fue cerrando los ojos, hasta adoptar una posición que hacía parecer que se encontraba durmiendo. La tensión de su mano en la de su hijo cesó, por lo que el último Thawne sabía que no había vuelta atrás. Salió de la habitación, guardando la información recibida en uno de los bolsillos de la mochila, y sin atreverse a observar el cuerpo. Sé que pretendes irte, pero voy a tener que detenerte, aunque eso me cueste mi matrimonio. A mitad de las escaleras de caracol que daban a la estancia, y a la entrada principal, se encontró con quien durante muchos años había pensado que era su madre. La pelirroja, considerablemente más joven que Hivolt, le impidió bajar otro escalón más. Se le veía sumamente molesta. No vas a detenerme. Sabes a dónde tengo que ir. Mi padre se habría sentido defraudado de saber que impediste que su hijo tuviera la vida que merecía. Parecía que había dicho las palabras justas, pues inmediatamente, la mirada de la mujer se había horrorizado. Se mordió un labio, como debatiéndose entre lo que debía hacer. Aquel día, una escolta de aurores del MACUSA irían a escoltarlo para su exilio, previo acuerdo establecido en su juicio. Date prisa. Estarán aquí en cualquier momento. No vuelvas, bajo ninguna circunstancia. Se hizo a un lado para que pasara. A Eobard le pareció un poco rudo irse de esa manera, por lo que se detuvo a los pocos pasos de la puerta. Escuchó los sollozos de la viuda, sabiendo que aquella era una decisión muy difícil para ella. No obstante, la vida como un Thawne ya no le correspondía a él. Abrió la puerta, deslizándose con una rapidez impresionante por el montículo donde se erigía la mansión. La noticia de su escape no sorprendió al gobierno mágico norteamericano, quien giró una orden de aprehensión, y una recompensa a quien pudiera dar información de su paradero. Tuvo que colarse en el Boston muggle, donde adquirió algunas de sus costumbres básicas; al menos las suficiente para pasar como tal. Consiguió un pasaporte creíble, y finalmente se dirigió a la terminal aérea, el Logan International, cuyos transportes le parecían bastante toscos a comparación de las escobas o los trasladores. Bastó un poco de persuasión, seguido de una gran cantidad de dinero nomaj bastante convincente, para poder comprar un boleto de avión en el último vuelo de aquella tarde. Los últimos días de Enero parecían plagados de tránsito entre los distintos países. Incluso ahí a donde planeaba comenzar la búsqueda de sus orígenes. Echó una última mirada a la ciudad antes de abordar aquel monstruo metálico con destino a Reino Unido. Época actual Se había dedicado a trabajar para el mejor postor durante el 2011. ¿Personas molestas, seguridad privada? Mientras pudieran pagarle, aceptaba las encomiendas. Un último trabajo surgió, el cual lo convocaba en Irlanda. Resultó ser una trampa para capturar al infame cazador, valiéndose de un contacto falso que tenía información sobre el paradero actual de sus verdaderas raíces. Eobard sobrevivió al encuentro, pero pagó un precio alto: Debido al creciente interés en su persona por parte de otros mercenarios, decidió quedarse en el extranjero durante seis años, particularmente, en Alemania, en recuerdo de Anna. Finalmente, retornó a Reino Unido, a mediados de 2017, decidido a encontrar a su familia. Entonces, ingresó al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, bajo la promesa de completar al fin su educación, como Hivolt lo hubiese querido. El Sombrero Seleccionador, desde luego, se sintió ligeramente ofendido al asignar a un alumno mucho mayor que el resto de los habitantes del castillo. Finalmente, fue asignado a Slytherin. Grande fue su sorpresa al descubrir que la profesora de su séptimo curso era, nadie más y nadie menos que, su propia madre. La profesora Mía Black Lestrange, quien ya era una hechicera talentosa. Tras las pruebas a las que expuso al castaño, y a algunos de sus familiares, fue que se dio este interesante encuentro, en el que por fin madre e hijo volvieron a coincidir. Concluida la misión iniciada hacía casi diez años, el joven decidió cambiar su apellido de crianza, Thawne, por aquel que le correspondía por derecho de nacimiento. Sumado a esto, su residencia se trasladó a la casona de la familia, a las afueras de Ottery St. Catchpole. Naturalmente, influenciado por la familia, que al igual que los Thawne, había aportado notables miembros a la comunidad mágica, decidió ingresar a las filas de la Marca Tenebrosa. Siendo un aspirante prometedor, se enfrentó a una serie de pruebas, demostrando su capacidad y lealtad a la causa. Tras meses de arduo trabajo y dedicación al bando mortífago, fue incluido en la nueva generación, recibiendo el tan ansiado tatuaje en su antebrazo izquierdo. Habiendo pasado tiempo cultivando experiencia, y realizando algunas misiones de gran importancia para su bando, recibió el honor de ser ascendido a Tempestad. Su primer empleo ministerial, fue en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, donde desempeñó una ardua labor durante algunos meses. No obstante, uno de los casos, relacionado con la visita a una mansión infestada de plagas, cambió su idea de utilidad a la dependencia. Finalmente, solicitó un cambio a Cooperación Mágica Internacional, donde pasó sin pena ni gloria. Decidido a distanciarse un poco de la entidad ministerial, ingresó como empleado del Magic Mall, la institución a cargo de proveer objetos y criaturas mágicas a la comunidad londinense. Atraído por la idea de conocer el manejo de Gringotts, aplicó para el empleo en el banco mágico, donde fue aceptado tras semanas de incertidumbre. Consciente de que tendría que mantener las apariencias, tal y como hacía con su afiliación a los Mortífagos, decidió asumir la imagen pública de un empresario exitoso. Posee dos locales, el Casino Royale, su más grande orgullo, y Quick Labs, el cual administra en conjunto con la matriarca de los Triviani. Dice así: Debe ser así: Otros datos La descripción de su varita es: Nogal negro, núcleo de pelo de unicornio. Treinta y ocho centímetros, inflexible. Encuentra las actividades deportivas muggle un tanto exageradas, pero ha desarrollado un gusto por la natación. Es un ávido fan del quidditch británico, teniendo como equipo predilecto al Puddlemere United. En el ámbito no mágico, sus equipos de soccer favoritos son el Real Madrid y el Tottenham Hotspur. La práctica de la Aparición Conjunta le genera náuseas. Usualmente lleva un anillo, en forma de rayo, en el dedo índice de la mano derecha. Cronología de cargos: Ministerio de Magia 07 de Septiembre 2017 - 07 de Enero 2018: Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, Empleado. 07 de Enero - 07 de Marzo: Departamento de Cooperación Mágica Internacional, Empleado. 07 de Marzo - 07 de Abril: Magic Mall, Empleado. 07 de Abril - Actualidad : Gringotts, Duende. Marca Tenebrosa 28 de Julio 2017 - 28 de Septiembre 2017: Aspirante 28 de Septiembre 2017 - 06 de Mayo 2018: Base 06 de Mayo - Actualidad: Tempestad Premios y Reconocimientos Caballero de Walpurgis Destacado, Agosto 2017: Caballero de Walpurgis Rolero, Agosto 2017: Revelación Mortífaga, Premios Seamus 2017: Promesa de la Marca, Premios Seamus 2017: Posteador Compulsivo, Premios Seamus 2017: El más activo en el Rol Ministerial, Premios Seamus 2017: Gracias de antemano al mode que modifique Me disculpo por todo lo que tenga que leer y corroborar (?) Pero, en fin, creo que ya era necesario esto, sobre todo por la cronología de cargos. Si hay algún error u detalle, no duden en hacerme saber. ¡Saludos!
  2. Rió por lo bajo, cubriéndose con el dorso de la mano para no verse tan cínico. Algo imposible, siendo él. El juego de naipes parecida haberse movido a un segundo plan, por lo que se deslizó bajo la barra para poder abandonar el extremo donde se servían las bebidas. -Fíjate que lo había pensado. -concedió, desplazándose para llegar a una de las mesas aún en su contenedor. -No lo de Matthew, desde luego. Él es un plus. No, me refiero a la ruleta humana; veré si la incluyo en los shows durante los intermedios de las partidas privadas. Con varita en mano, se las arregló para sacar el contenido de la caja. Pero lo que les importaba en ese momento, era la ruleta. Hizo levitar la superficie circular en medio del pasillo que separaba las hileras de mesas, para que ahí tuvieron buena vista del juego. En lugar de la clásica combinación rojo-negro, la ruleta presentaba tonalidad verde-plateada, cual Slytherin. Una serpiente erguida, a manera de palanca, decoraba el centro. -Siempre llegas a tiempo, Matthew. De hecho, como fuiste el segundo en llegar, te ganaste el premio de protagonizar la primera ruleta humana. Si eres tan amable de acompañar al señor White. El calvo, que había llegado sin que nadie se diera cuenta, se posó a un costado de Matthew, extendiendo su brazo para invitarlo a seguirle. Posiblemente, el joven Triviani no iría ran fácil, por lo que estaba preparado para una trifulca, que esperaba no diezmara su negocio en tan poco tiempo. Se aproximó a Candela, que aún parecía buscar algo en la amplia sala. -En dado caso que muera, habrá promoción dos por uno en cadáveres. -le susurró, cruzándose de brazos para observar la escena con el irlandés. @@Matthew B. Triviani @@Candela Triviani
  3. Eobard se deleitó con la expresión de alarma de su socia. Admitía que todo el número de fingir escándalo y repulsión hacia la presencia de un cadáver en las inmediaciones del casino, podía burlar hasta al más tonto (?). Negó con la cabeza, esbozando su clásica sonrisa burlona. Tosió un poco, para recuperar la compostura. Mira, podría servir hasta de práctica de tiro. Y si alguien pregunta, es un ancestro de los Black Lestrange que sacamos del cementerio bajo autorización. No le cabía duda de que Candela estaba interesada. De otra forma, quizá le habría dado poca importancia al comentario. Estaba preparado para cualquier posible explosión que proviniera de los naipes, pero, para su suerte y la de la gitana, no sucedió. La mantícora, retratada dos veces, apareció en el centro y una de las esquinas del set. ¿Tan obvio soy? terció, dándole la vuelta a una de las cartas que se situaba a la mitad de la fila inferior. Era un occamy. Me interesa el bien común. Como no le des problemas a Sobel, tenemos un trato; quizá haga que Jack te reserve una habitación en la planta de arriba. Todo lo que puedas beber. Claro, también era una estratagema para que, si ella decidía perder la cordura, no matara a un pobre incauto que se encontraba invirtiendo su fortuna. No, no, quería mantener las apariencias tanto como fuera posible. Estaba a punto de darle un toque con la varita al naipe que creía era el par de la criatura, cuando fueron interrumpidos. Matthew había llegado, para su gran sorpresa, seguido de Isabella, quien sostenía una bandeja de plata con algunas bebidas. ¿Cómo es que las había obtenido? Maldición, han encontrado mi suministro privado del mostrador. Dedicó una mirada analítica al castaño mientras éste se acercaba a la barra donde estaban jugando. Eres bienvenido de tomar parte de este destripadero. ¿Jugar ruleta? Desde luego que sí. ¿Gastar nuestra fortuna? Eso ya lo veremos, muchacho. Un sonido como de tamborileo de dedos se escuchó sobre la superficie. La baraja comenzaba a vibrar, lista para explotar. Su distracción le había costado caro. O casi. Con un latigazo proveniente de su varita, lanzó un encantamiento hacia la carta situada del lado derecho de la mantícora central. La suerte le sonrió al encontrar la pareja del occamy. Pero eso no evitó que saliera una que otra voluta de humo del resto de los naipes. Isabella, me da gusto que hayas podido llegar. saludó a la recepcionista, levantando una mano. Cualquier incidente, sea alguien pidiendo informes, o problemas con el Vigilante en la puerta, no dudes en venir. Tras aceptar su asignación con una ligera inclinación de cabeza, la pelirroja se retiró con rapidez, y habilidad, a juzgar por el tipo de calzado que portaba. @@Matthew B. Triviani @@Candela Triviani
  4. Bueno, en vista de que Jessie no se ha pasado, vamos a darle el beneficio de la duda. @@Matthew B. Triviani, te acepto como hijo, bienvenido a la lista de sujetos de pruebas. Tú personaje tendrá que pelear por el favoritismo de Eobard con Rachel y Rhaella Aunque no hemos afinado la relación que todos comparten (?) En fin, bienvenido a la familia @@Mia Black Lestrange Sí dejó sus datos, queda confirmado en la familia (?)
  5. -¿No? Por alguna razón, no me sorprendería. -concedió, haciendo una mueca de fingida tristeza. La Triviani pareció tomarse lo de la mano momificada con la seriedad que había esperado. Al igual que con el lote en el que se erigía Quick Labs, se las había arreglado para conseguir el espacio del terreno a su manera. No era como que estuviera muy orgulloso, pero al menos con ella podía hablar sin tantos tapujos. -Era un vertedero olvidado hasta por el mismísimo Ministro, he hecho lo posible por devolverlo a su antigua gloria. Y no digo que esté ni cerca, pero en fin. ¿Quieres el resto del cuerpo? Está arriba, en una tina con hielos. Había mencionado la ubicación de la persona a la que había pertenecido el lugar, con tanta tranquilidad, que uno hubiese pensado que más que una broma, comenzaba a volverse un tanto sádico. Hizo lo propio para tomarse su bebida de Ginebra, que no le dejó la garganta en ascuas cual vodka. -¡De eso estoy hablando! -dio un leve golpe con la palma sobre la madera de la barra al observar la baraja de naipes explosivos. -Técnicamente, te estoy ofreciendo bebida gratis, considéralo como una cortesía de la casa. Mientras no mates a nadie, y su sangre manche las mesas de apuestas (?), pensó, sirviendo la bebida de nueva cuenta en los dos vasitos de cristal. Con varita en mano, dio un leve latigazo para que los naipes quedarán todos boca abajo, listos para iniciar una partida nueva. Resopló, esbozando una sonrisa irónica al escuchar la apreciación que tenía Candela acerca de su jefe de seguridad. -Creo que serviría más de personal de cocina, pues le encanta digerir toda la comida que encuentra a su paso. No preguntes de dónde saco a estos fantoches, siemore busco almas dispuestas a venderle su alma a un empresario desinteresado. Se apoyó sobre sus codos, a la espera del primer movimiento de su rival. Afuera, al pie de las escaleras, un crack resonó en la elegante escalinata. Los tacones de aguja de la pelirroja hacían un ruido seco mientras ascendía para incorporarse a su lugar de trabajo. Isabella Sutherland, con una sonrisa en los labios carmesí, jugaba con la carta de pica negra. Le dedicó una inclinación de cabeza a Sobel antes de entrar. @@Candela Triviani
  6. @@Mia Black Lestrange Me temo que nos ha dejado porque le dimos miedito (?) Nah, tampoco la he visto online. Así que, como no dejó especificado si quería que fuera familia sanguínea, ni dejó sus datos de bóveda o ficha, creo que no pasa nada si no la consideramos en la actualización del árbol; sigo teniendo a Rachel y Rhaella como hijas adoptivas. Quizá se sume Matthew estos días, pero habrá que ver. Tienes mi confirmación de que Azul no es parte de los BL
  7. Después de la reunión familiar (?) Sacó la cabeza del pensadero, sosteniéndola con ambas manos. Había pasado más tiempo de la cuenta analizando sus recuerdos, particularmente, aquellos que lo remitían a Nueva Orleans, en 2009. Aquellas fatídicas vacaciones eran la principal razón por la que evitaba visitar suelo americano desde hacía años. Vampiros, magia oscura, y playeras con diseños hawaianos. Debo estar volviéndome loco. Apoyó los codos sobre el lavabo de su baño personal. El rostro que le devolvía la mirada, estaba un poco más cuidado que la última ocasión. Aún con la cabellera que alcanzaba sus hombros, y la barba de varios días, seguía pareciendo un joven mago. El continuo uso de las Artes Oscuras ya no le estaba pasando factura como al inicio. Parpadeó un par de veces, analizando su atuendo; al menos no llevaba pijama como la última vez. Echó un vistazo a través de la ventana de su habitación. Los jardines parecían pacíficos, inclusive durante la tarde, cuando al sol aún le faltaban horas para ocultarse. Se colocó los lentes para apreciar mejor la vista de los terrenos familiares; el grifo, Grand Marnier, se encontraba descansando sobre sus cuatro patas a un par de metros del cementerio. No había tenido la oportunidad de convivir con la criatura desde su llegada a la casona, por lo que vio la oportunidad perfecta para hacerlo. Consiguió abrir la ventana, y tomó asiento sobre el marco de ésta. Las alturas no le causaban vértigo, aún estando en el tercer piso. Empuñando su varita, se acercó un pedazo de pergamino y una pluma de faisán. Apoyando el papel en sus piernas, comenzó a escribir. Hechizó la misiva para que se convirtiera en un avioncito de papel, que salió disparado a su destino. Como era clásico del castaño, el memorándum picaría a la persona a la que estaba dirigida hasta que decidiera abrir el mensaje. Guardó la varita en el bolsillo de los jeans azules que traía, y extrajo un peculiar objeto del mismo. Tiempo de averiguar si esta cosa en verdad es útil para caídas de más de un metro. Apoyándose del marco de la ventana, se dejó caer al césped. Como llevaba el amuleto volador en la mano, no fue un impacto directo, sino que, más bien, descendió con gran lentitud. Algo irónico, considerando que su calzado le permitía alcanzar altas velocidades. Depositó su mano izquierda sobre el césped, como apreciando el contacto con el crecimiento arbóreo. Mientras esperaba una respuesta a su invitación, se encaminó hacia dónde estaba el grifo. @@Matthew B. Triviani
  8. El Vigilante puso una cara de sorpresa al escuchar las nuevas órdenes de su empleador, como si él hubiese esperado que la próxima ocasión que la Triviani apareciera, tuviera libertad de pedirle que abandonara el local por cualquier medio posible. Sin embargo, se limitó a asentir con la cabeza, sin emitir gran cosa. Dio la espalda a la puerta, colocándose unos lentes color naranja que desentonaban con su vestimenta oscura. Debes disculparlo, a veces estos sujetos se lo toman muy en serio. comentó al alcanzar a la Triviani, quien ya había avanzado gran tramo del vestíbulo. Ese es el secreto del póker: Debes hacer trampa para ganar. Bastante cerca estuvo de abrir la botella del tinto, cuando escuchó a la gitana sugerir otro tipo de bebida. Quizá estaba ahí para beberse toda la cava (?), pero por ser ella, haría una excepción de abrir alguno de los recipientes. La condujo a lo largo de la sala, sorteando los estandartes que reposaban sobre el suelo, y se movieron con suavidad al pasar el castaño utilizando sus botas de siete leguas. Lumos. Con un ligero movimiento de su varita, iluminó la amplia hilera de lámparas de araña que recorrían la sala de partidas públicas. Todo estaba prácticamente intacto, por lo que algunas de las mesas aún tenían una cubierta de plástico, o bien, se encontraban dentro de contenedores de madera. Las barras de aperitivos, a ambos lados, por otra parte, ya estaban en total funcionamiento. Ah, estás de suerte, ya han terminado de organizar este espacio. echó a correr para deslizarse bajo la barra del ala oeste ¿Qué te parece el lugarcillo? No es la octava maravilla, pero es razonable, considerando que me costó una mano momificada, y un ojo. Dedicó una mirada a la Triviani mientras lo alcanzaba, con ambos ojos, porque sí, los conservaba (?). Colocó dos caballitos sobre la superficie de roble. Le encontró un lugar a la botella de vino añeja mientras hurgaba entre las otras bebidas, las cuales se apilaban sobre una cava con bandejas. Sustrajo la botella de contenido transparente, casi como el vodka y, valiéndose de sus dedos para abrir con mayor rapidez el envase, sirvió la misma cantidad, tres cuartos del vaso, para cada uno. Ahora que lo mencionas, tal vez debería comprar un par de naipes explosivos, así los jugadores apostarán su propia vida. @@Candela Triviani
  9. Vigilante Señorita, por favor. se cruzó de brazos, palpando la varita que llevaba prensada al pecho. Ya le he dicho que no puede acceder. Si quiere comer, tendrá que jugar. Y si quiere jugar, necesitará de algunos galeones. Vincent Sobel analizó a la recién llegada con recelo. Su vestimenta quizá no era la que esperaba, pero había algo que no le daba buena espina. De por sí, tampoco era como que su jefe inmediato fuera la persona más normal de la comunidad mágica. Tenía sus manías. Extendiendo la mano para pedirle a la gitana que continuara, dirigió una mirada hacia el lobby, confiando en que el dueño lograra ver a través del cristal. ¿En serio, sigue aquí? Usted sí que es persistente. Bien, la dejaré en manos del experimentado encargado del lugar. De mala gana, se hizo a un lado al escuchar los apresurados pasos del castaño. No estaba en sus planes el empezar su labor de jefe de seguridad con el pie izquierdo. Eobard A. Black Lestrange (?) Por fin encontró lo que necesitaba. Una polvorienta botella de vino tinto entre los cajones del mostrador. Databa de 1995. Sería un niño en ese entonces. Hizo lo que pudo para situar un par de copas. Quizá organizaría un breve brindis con el resto de sus colaboradores. Los gritos al pie de las escaleras lo obligaron a mirar hacia la puerta. ¿Pero qué demo...? Echó a correr, aún sujetando la botella en la mano izquierda. Se derrapó para lograr sortear con facilidad la puerta giratoria. Lo primero que vio, fue a Candela Triviani encarando a un malhumorado Vince, quien parecía resuelto a no permitirle el paso. ¿Había llegado ahí por casualidad, por mera socialización, o buscaba algo? Candela. saludó con una inclinación de cabeza a su socia en Quick Labs. Qué sorpresa. ¿Gustas un poco de vino? Planeaba abrirlo después, pero ya que estamos aquí. Sobel carraspeó, para hacerse notar en la conversación. Eobard giró su mirada hacia él, como intentando comprender lo que había sucedido. No le fue tan difícil, conocía a Vince casi del mismo lugar del que había sacado a Garrick. Puso la mano libre sobre el hombro del rubio, aquella ocasión lo dejaría pasar. Mantén tu posición. Si no te fías de la persona, llamas a Isabella o a mí. La señorita Triviani...Bueno, es un caso especial. (?) @@Candela Triviani
  10. Influenciado por sus habituales visitas a Nueva Orleans, y sus travesías por el continente europeo, el joven Black Lestrange decidió adentrarse en el mundo de las apuestas y el azar. Para tal fin, adquirió un lote extenso para poder edificar ahí su próximo proyecto. Bastante distinto de Quick Labs, el local de mensajería que se encontraba bien escondido en el Londres no mágico. El Casino Royale era una empresa bastante arriesgada, sobre todo porque había optado por encargarse de las finanzas y el mantenimiento del mismo por su cuenta. Pero, el ver el lugar tomar forma, poco a poco, con las mesas de apuestas, los adornos del jardín trasero y, sobre todo, el abastecimiento de bebidas y aperitivos para mantener a sus clientes enganchados a los juegos, fue su principal motivación para continuar con el proyecto. Una majestuosa estructura de dos pisos de alto, lo suficientemente amplia que bien podría haber pasado fácilmente como un hotel muy ostentoso. La arquitectura, de estilo gótico, con pronunciadas cúpulas y esculturas de ángeles empuñando espadas en las cornisas. De igual forma, varios balcones dispuestos a lo largo de los ventanales para esparcimiento de los clientes. Las escaleras de mármol, adornadas a ambos lados por esculturas de leones a juego, le permiten a uno el alcanzar la puerta giratoria de cristal y madera de roble. Sobre ésta, se lee el nombre, grabado en una placa metálica. La primer planta del lugar sería la más concurrida, de eso estaba seguro, pues ahí se situaban la mayoría de las atracciones del negocio. Justo detrás de la elegante recepción, y el muro sobre el cual se erigía el escudo de armas que había elegido para adornar, se extendían miles de mesas hasta donde alcanzaba la vista. En ellas, los clientes podrían jugar desde una simple mano de solitario, hasta partidas más interesantes, sin límite de apuesta. No se había preocupado en demasía por el segundo nivel, que ofrecía a los visitantes un breve descanso de los juegos, o inclusive, hospedaje, en caso de que desearan quedarse más tiempo. Cada habitación contaba con los servicios elementales, y aquellas reservadas para los clientes VIP, desde luego, tenían más comodidades. Mismo caso con la zona subterránea, a la cual sólo tenían acceso ciertas personas: Aquellas que deseaban privacidad, o cuyo monto de apuesta superaba los estándares habituales. Como última parada, el amplio jardín, cuya intención era brindar a los clientes de un momento de claridad, o de reflexión para aquellos que le habían apostado todo a su escalera real, y de milagro no habían perdido la varita. Si les quedaba un galeón, podían lanzarlo a la fuente y desear la estabilidad de su economía. Se trata de un amplio espacio donde la gente puede reposar en los asientos metálicos, o bien, pasear a sus criaturas a lo largo de todo el terreno. Empleados Jack White: Mago irlandés, robusto y parcialmente calvo. Se encarga de la mayoría de los juegos y similares en las mesas de póker. De buen sentido del humor, y propenso a hacer bromas durante los descansos de las partidas. Isabella Sutherland: Recepcionista americana, encargada de la orientación de los visitantes. Comprometida con su trabajo al mil por ciento. Vincent Sobel: Jefe de vigilancia del establecimiento. Usualmente tiende a ser un poco abstraído con la gente, pero dispuesto a ayudar ante cualquier situación. Temperamento frágil. * * * * * Entonces, ¿está todo listo? Desmontó la Saeta de Fuego, sosteniendo el mango sobre el hombro izquierdo, como si planease llevarla a cuestas. El irlandés lo esperaba al pie de las escaleras, luciendo un chaleco de satín, azabache y con un par de rombos rojos a ambos lados. Una vez que su jefe inmediato se encontró a suficiente distancia, comenzó a darle un pequeño resumen. Casi todo. Nos hace falta la clientela. comentó, dejando ir una risa nerviosa mientras cruzaban la puerta giratoria. Y, creo que te encantaría revisar el lugar. Isabella dijo que se retrasaría, y Vince está acabando con nuestros suministros de sushi. Ante el comentario relativo a la voracidad del vigilante, Black Lestrange emitió un chillido de desesperación. Como se acabara la comida antes de que los clientes llegaran a degustarla, estarían en serios problemas. La tranquilidad del local, en sus momentos de apertura, era tal, que sus pasos originaban fuertes ecos en la amplia estancia. Bien, ¿podrías ir a preparar mi oficina? Por favor. Lo más seguro, es que tengamos que estar al día con nuestras finanzas, a menos que queramos que Gringotts nos quite todo. Depositó la escoba sobre uno de los cómodos sillones del hall, tomando asiento al lado de la misma. Sacar el negocio a flote con ayuda podía ser fácil, pero por su cuenta, era totalmente distinto. De inicio, las cosas se pondrían chungas, pero con el tiempo encontraría estabilidad. White, consciente de las órdenes dadas, se retiró a cumplirlas, pues no quería poner de malas al líder del proyecto. Aldrich sacudió la cabeza, intentando mantener sus pensamientos casi tan helados como las bebidas que esperaba brindaran suficientes ganancias. Llegó la hora. Jugando con una diminuta ficha roja, se dirigió al mostrador, donde atendería a algún cliente que decidiera visitar el casino durante el día. Si debía suplir a su propia recepcionista para asegurar el éxito del negocio, lo haría.
  11. Se aprovecharon de que me fui a ver mis series ;o; Aplaudo sus métodos para llevar a la gente ante ella. De verdad, si no les rompe el cuello antes, al menos les da tiempo para suplicar por su vida. Medio contuvo un bufido de ironía. Se encontraba cruzado de brazos, metido en un embrollo que ni siquiera él, siendo un imán para los problemas, había solicitado. ¿Acaso era tan fácil que un anillo de ese tipo se perdiera así sin más? De antemano, sabía que era inútil que el ladrón hurtara ese tipo de magia, dada la naturaleza de la habilidad de la que se trataba. No lo inmutó aquel arranque de violencia contra el recién llegado que había saludado en la puerta, o la presencia del torrencial aguacero que sólo afectaba a las mujeres presentes. Ya no digamos, el estruendo causado en los jardines del lugar. Parecía que había elegido el peor día para presentarse en el castillo de los Triviani. ¿Ishaya? ladeó la cabeza, mirando a quien había ingresado. Su voz, amplificada por magia, era inconfundible. Al parecer, medio mundo estaba ahí. Entonces es un motín, ¿eh? Me apunto, desde luego. Necesito desempolvar viejas técnicas. Todos estaban quietos, como si en ese instante, el tiempo se hubiese detenido. El castaño, sin pensarlo, deslizó su varita hasta que ésta reposó sobre sus dedos. Pensó en un conjuro que había utilizado ya una ocasión para defenderse sin depender tanto del fragmento de nogal negro. De a poco, una sustancia vaporosa, de tonalidad azabache, comenzó a salir por la punta de la varita; era similar al efecto de intangibilidad, pero para él, era más bien una forma de atacar. Intentó apresar el humo, el cual adoptó la forma de un mangual, como los utilizados por los no mágicos en un periodo temporal que él ignoraba. La corte entra en sesión. Ya se esperaba el primer golpe pero, ¿de quién vendría? Una pena. Sobre todo, por la exquisita decoración del hall, que probablemente quedaría reducida a añicos. @InsaniK @That is not my name @@Candela Triviani @ @ @@Susan V. Goldstein @Zoella
  12. Bueno, como aún nadie se ha pasado, vengo a hacer acto de presencia (?) @@Azul~ Desde luego que te acepto como hija *o* Sólo debes indicar si ésta será tu familia sanguínea o adoptiva xD Sobre tus datos de la ficha de personaje y la bóveda de Gringotts, no te preocupes, que en cuanto los tengas puedes pasar por acá a dejarlos para que @@Mia Black Lestrange actualice (?) Sin más, bienvenida a la familia /o/ Creo que ya puedes pasarte al castillo de la familia (?)
  13. -Tal vez algún día, y sólo tal vez, valoren la utilidad de esas plantas. Emitió un bostezo casi de cansancio; el uso desmedido de la magia oscura lo había mermado un poco, pero aún podía mantenerse en pie. Tenía bastante tiempo sin necesidad de emplear tal tipo de poderes. Siguió al Askar, ordenando a las Necrohands que le llevaran el baúl de siete cerrojos, ya cerrado, con él. -No ha sido nada, me da gusto que el paseo haya sido educativo. -río con ironía, devolviéndole la reverencia al rubio. -Hasta entonces. Su compañero se desapareció casi al instante. Con la seguridad de que del otro lado de la reja, ya no tendría problemas para esfumarse, concluyó la invocación de las Necrohands, causando que el pesado contenedor impactase sobre el camino que llevaba al castillo. Hizo lo propio para reducirlo y volver a guardarlo en el bolsillo a manera de llavero. -Bien, creo que la próxima ocasión tendré que echare el guante a esa mesa de billar. Claro, mientras ésta no intente matarme. Dedicó una mirada lúgubre a la edificación, que comenzaba a verse deplorable. La niebla conjurada en sus puntos de interés parecía ir ganando terreno, por lo que pronto el acceso sería restringido. O simplemente no recomendado, a saber. Giró sobre sus talones un par de veces, desapareciéndose de aquel lugar sin más que agregar.
  14. -¡Y qué elegante caída! -elogió al rubio mientras levantaba ambos brazos. -Por desgracia, ser humano tiene sus desventajas en cuanto a la resistencia física. El invernadero, recordaba un poco de los que se utilizaban para impartir Herbologia en Hogwarts; de maderos blancos y amplios ventanales, mostrando el contenido que yacía dentro de estos a los espectadores. Para la gran sorpresa de ambos, el acceder al reducido espacio sólo requirió de empujar la puerta. Seguramente los patriarcas habían pensado que nadie más llegaría hasta aquel punto. -Vamos, que estoy ansioso por concluir esto. Posiblemente caiga dormido al regresar. Dio más órdenes a las Necrohands, que obedientemente trasladaron los ejemplares restantes del Libro de la Sangre a distintos confines del espacio. Había poca variedad de plantas mágicas; el Black Lestrange no era una eminencia en la materia, pero alcanzó a distinguir algunas macetas con mandrágoras, un ejemplar de tentácula venenosa y, casi al fondo, lo que en mejores tiempos pudo haber sido Lazo del diablo. -Es una pena, en verdad. Muchas de estas plantas tienen utilidades muy interesantes en la elaboración de Pociones. Resopló, pasándose la varita de una mano a la otra. Una vez que Jeremy le indicó que se encontraba listo, comenzó a repetir un proceso similar al hecho en el vestíbulo del castillo. A diferencia de ese lugar, ahí se enfocó a las plantas que tenían frente a ellos. La tentácula inmediatamente comenzó a ennegrecerse, como si estuviera marchita. Mismo caso para las mandrágoras, cuyas hojitas pasaron de verde a marrón, y posteriormente a gris. -Sí, quizá algún día me atraiga la herbología. -opinó, pasando la mano sobre la parte baja de la máscara, como si se rascara la barbilla. -Nuestra labor aquí está llegando a su fin. A menos que quieras explorar algún otro rincón de este lugar. Aunque era el mortífago a cargo en tal misión, también quería tomar en cuenta la opinión de su compañero. Después de todo, en aquello se basaba la efectividad del bando: el compañerismo y la confianza que había entre sus miembros.
  15. ¿Era en serio, lo habían tomado con la guardia baja? No era la primera ocasión, pero sí había pasado tiempo desde la última vez que alguien se había anticipado a sus movimientos. Notó que la fuerza física de Romina era superior a la suya, habiendo sido capaz de arrastrar a un sujeto fornido como lo era el castaño. Buenos días a todos. Se sostuvo la cabeza con ambas manos, intentando reprimir la jaqueca que tenía. Cualquier pensamiento de solicitarle a su elfo personal que le trajera alguna poción o bebida para lidiar con ello, se vio eclipsado por el saludo de su madre. No quedaba duda de que su vestimenta había dado mucho de qué hablar; y lo gracioso de todo el asunto, es que ni Ashura, Lady o Alegna le habían visto tan desaliñado. Ya no digamos, la matriarca. No esperaba una reunión familiar. Llevo un par de días sin dormir, así que quizá se deba a eso, madre. cerró los ojos por un momento, intentando mantener la compostura. Horace, necesito las botas de siete leguas. El elfo doméstico personal no se hizo esperar ante el llamado. Depositó el pedido a un costado de su amo, quien tomaba asiento en uno de los cómodos sillones de la terraza. La criatura se retiró con las pantuflas que le había entregado a cambio. Extraño. Mía no había reaccionado de mala manera ante el comentario hecho por Romina referente a la artes oscuras. Le dedicó una falsa mirada de reprobación a su hermana mientras se calzaba las botas, que alcanzaban sus rodillas. No soy tan buen profesor como lo sería Candela, por ejemplo, pero creo que una cosa o dos le puedo enseñar. Además, tengo una curiosa necesidad de arriesgar mi integridad física cada que puedo. Lady o Ashura lo podrán asegurar de mi tiempo en Criaturas. Aprovechó el breve lapso de silencio por parte de los presentes para pedirle a la elfina que le trajera jugo de uva, con la esperanza de que el azúcar lo despertara. Mía había preguntado qué habían hecho de su vida en tiempos recientes, y aquello le pareció un tanto problemático de responder. No por lo que había estado haciendo, sino por lo que había sucedido en Reino Unido desde su ausencia obligada. Me fui a Aruba un par de meses. Necesitaba ¿tranquilidad? trazó una sonrisa al recordar cierto enfrentamiento que había acontecido en tal ubicación. A mi regreso descubrí, no sólo que ahora laboro en el Magic Mall, sino que, además, estuve dos meses en Cooperación Mágica. Para cualquiera escuchándolo, eso no tendría pies ni cabeza, pero él sabía exactamente lo que hablaba. Una situación a la que esperaba no tener que enfrentarse nunca. Tomó la copa que le ofrecía la criatura, quien había regresado sigilosamente con los pedidos. Su madre parecía enfrascada en la lectura de un fragmento de papel, pero al ver que la desechaba, intuyó que podía continuar. Espero que todo se encuentre bien. Me preguntaba, ¿será buen momento para anunciar que mi "gemelo malvado", Joseph, estuvo aquí, durante mis vacaciones, haciéndose pasar por mí? @@Romina Black Lestrange @@Mia Black Lestrange
  16. Jeremy decidió adelantarse para esparcir la magia oscura en otro lugar, hecho que no molestó al castaño. De esa manera, optimizaban el tiempo empleado, pensando en que quizá el resto de sus compañeros les agradecería por ello. Una vez que terminó de imbuirle magia oscura al ejemplar del Libro de la Sangre, el brillo morado terminó por formar una niebla peculiar, del mismo tono. Aquello parecía más bien una versión retorcida de alguno de los poderes que el volumen contenía en su interior. Haciendo levitar el baúl de siete cerrojos, se desplazó escaleras arriba; no quería quedar en el rango de efecto del libro, cualesquiera que fuera. -Vaya, vaya...Una Sala de juegos. -anunció el castaño, tras cruzar el marco de la única puerta abierta en un pasillo repleto de éstas. -Quizá me habría llevado el billar para mí, pero creo que tendrá que ser para otra ocasión. Fingió un tono de tristeza en su voz. Con un susurro, invocó a la Necrohand, de la cual aparecieron un par cuidando sus espaldas. Notó que ahí mismo también comenzaba a formarse la neblina púrpura, por lo que debían pensar en moverse de ahí antes de quedar malditos para siempre. Dio la espalda a la única ventana del lugar, que al parecer daba al patio trasero del castillo. -Lo hiciste muy bien. No a todos les gusta utilizar esa disciplina, pero tú no demostraste duda en ningún momento. Sé de alguien que estaría orgulloso. Por cuestiones de seguridad, no mencionaría a Candela, pero esperaba que el rubio captara la referencia, pues según entendía, la gitana impartía dicha asignatura en la Universidad. Regresó al plano actual sacudiendo la cabeza; un último lugar notable en tan precaria morada sería difícil de encontrar. -Vamos al invernadero, con eso tendrán más que suficiente para justificar un reporte. -indicó a las necrohands que se llevarán el baúl a tal ubicación. -Y, tal parece, que tendremos que usar un atajo para llegar. Se dirigió hacia la ventana, o los restos de, por dónde habían salido sus apoyos, y trepó con razonable facilidad. Llevaba el amuleto volador a manera de colgante, por lo que no le preocupó la caída. En lugar de ser brusca y dolorosa, terminó planeando hacia la pequeña estructura cristalina donde se veían plantas. Una vez en el suelo, espero a que su compañero le siguiera el paso.
  17. Aplaudió la rápida reacción de su compañero. Lo que parecía destinado a tonarse un obstáculo en su camino, acabó siendo la menor de sus preocupaciones. La figurilla del león se desplomó, víctima del encantamiento aturdidor de Jeremy. Como el castaño era más fanático de dejar el caos tras de sí, optó por algo menos prudente. ¡Confringo! bramó, causando que un rayo se originara de la punta de la varita de serbal. El impacto le dio de lleno a la estatua, ocasionando que volara en distintos fragmentos. Conjuró un Protego de manera no verbal para cubrir a ambos de los proyectiles. Si eso no despertaba a los que moraban el castillo, entonces nada lo haría. Le indicó a su compañero que avanzaran a través de una cabezada. Caminó con cautela, pateando alguno de los restos del lobo que se atravesaban en su camino. Bien, bien. Me da gusto saber que no soy el único que siente interés por ese tipo de Artes. Pondremos a prueba nuestro conocimiento, todo depende de eso. Todo. Repitió el mismo proceso hecho en la reja para obtener acceso a la mansión. ¿Qué acaso no tenían alarmas anti intrusos? Aquello le seguía pintando mal, pero la mejor opción era serenarse. No podía demostrar flaqueza ante un aspirante. Ya en el vestíbulo, lo suficientemente amplio para que entrara un dragón adulto, se giró para quedar de frente al Askar. Lo que haremos no nos tomará mucho, espero. opinó, buscando el llavero que había guardado previo a salir de casa. Como dices que no tienes problema con las Artes Oscuras, ¿qué te parece si hechizamos unos cuántos de éstos? Soltó el aro de metal, al cual estaba sujeto el baúl de siete cerrojos, y realizó un ágil movimiento con su varita para regresarlo a su tamaño usual. Consciente de que el rubio se preguntaría de qué diablos iría todo eso, se tomó su tiempo para abrir el último compartimento: la bóveda, permitiendo que observara su contenido. Ahí, intactos, yacían un par de ejemplares del Libro de la Sangre, hurtados directamente del Magic Mall. Antes de que preguntes, sí, no pudimos resistirnos a llevarnos unos cuantos. Dejó ir una risa, que quedó eclipsada por la máscara. Sacó uno de los ejemplares mediante el uso de un encantamiento levitador. No podía arriesgarse a sostenerlo con las manos, y que sus huellas quedarán impresas en la pasta. Ya no digamos, experimentar las consecuencias de establecer contacto con un libro superior a su nivel actual. Desconozco todo el potencial de este Libro de Hechizos, pero sé que, como cualquier otro objeto, si es corrompido, los resultados pueden variar. Y, de hecho, me serviría a una pequeña investigación que estoy llevando. Como lo que planeaban hacer requeriría de un esfuerzo razonable, invitó a su acompañante a que tomara parte en la jugada que estaba a punto de realizar. Dirigió la punta de la varita hacia el libro, que levitaba plácidamente en el centro del vestíbulo. Comenzó a recitar algunos hechizos oscuros que conocía, y no dudaba que Jeremy también. Una espesa voluta oscura emanó de su objeto mágico, comenzando a rodear el volumen. El rojo matiz del Libro, que iluminaba la sala, que de por sí tenía una iluminación muy tenue, comenzó a ser eclipsado por una tonalidad morada.
  18. Bostezó. La noche anterior no había logrado pegar el ojo, por lo que se sentía un poco hecho pedazos. Sería su primera misión a campo abierto, sin un alto rango que los guiara; o al menos, Orión no dudaba de la capacidad de ambos para cumplir con la encomienda. Vamos a ver, ¿dónde estás? hurgó entre los objetos que había sobre el escritorio de su habitación. Encontró el diminuto rectángulo, sujeto a un par de llaves. Ah, debería considerar reducirlo a un tamaño menos problemático. Una vez que consiguió meter el reducido Baúl de siete cerrojos en el bolsillo de sus pantalones cortos oscuros, se echó la gabardina beige sobre la playera polo de manga larga que portaba aquel día. Deslizó su mano izquierda sobre el rostro, conjurando la máscara de plata que emulaba a un mimo triste. Todo estaba listo; con varita en mano, abandonó los terrenos de los Black Lestrange a través de la Aparición. Justo a tiempo, creí que llegaba tarde. Las pesadas botas de siete leguas emitieron un golpe sordo al impactar con la grava. Eobard agitó su mano a manera de saludo ante su compañero. Acto seguido, se aproximó hacia las verjas de entrada, adornadas por una aldaba en forma de león. ¿Ése era el famoso castillo Gryffindor? Dio un bufido, expectante. Desde luego. Ésa ha sido la principal razón de mi demora. se giró, respondiendo al Triviani. Hay que avanzar, pero no bajemos la guardia. Valiéndose de su habilidad con los encantamientos, logró abrir la reja para permitirles el acceso. Sabía que aquella edificación, de estilo clásico, había recibido una visita por parte de sus compañeros hacía semanas, por lo que las defensas estarían mermadas. O eso parecía. Lo siento en el aire, y me preocupa. Demasiada calma para mi gusto. Se adelantó, cruzando el adoquinado sendero hasta la escalinata que llevaba a la entrada del castillo. No le llevó mucho tiempo, gracias a su calzado. En el patio trasero, parecía haber un invernadero. Hasta los jardines parecían vacíos. Y aun así, tenía esa sensación de que estaban siendo observados por algo. Le sorprendió la facilidad con la que el rubio le siguió el paso, dada la naturaleza de su calzado. ¿Qué tan bien se te da la magia poco común? Imagino que nada mal. inquirió, haciendo una mueca, invisible para Jeremy, al escuchar su voz transformada por la máscara. Vamos a necesitar un poco de eso aquí. Naturalmente, se refería a las artes oscuras. Mientras más rastros dejaran, mejor. Las estatuas del lobo y el león, a ambos lados de la entrada, estaban empeñadas en impedirles el paso. El Black Lestrange levantó sus brazos, como estirándose, y se dispuso a apuntar al pariente lejano del perro. No era la primera vez que se enfrentaba a vigilantes de ese tipo. Espejo de Niebla. Experimentó el aumento temporal de sus capacidades mágicas, pero no atacó a la figura. Le concedería el primer movimiento a su compañero; después de todo, le serviría de práctica para encomiendas futuras.
  19. Considerable cantidad de arena fue esparcida al momento de aparecerse frente a las verjas de metal. Nunca antes había visitado aquella residencia, por lo que se tomó un momento para maravillarse con la elegante arquitectura del lugar, contemplando los alrededores por encima de sus lentes oscuros. Dejó caer el baúl de siete cerrojos que llevaba cargando a la espalda. Antes moriría que permitir que su gabardina beige se arrugara cargando aquel artefacto. Como aquel contenedor no tenía gran cosa dentro, salvo quizá un quintaped (?), decidió hacer uso de los servicios que disfrutaba al ser parte de la familia. De forma adoptiva, al menos. -Necesito un par de Chucks, maldita sea. -se quejó, hurgando entre los bolsillos de los jeans ajustados para buscar un cigarrillo. -Ah, ahí están. Media docena de elfos domésticos, todos de apariencia similar, se acercaron a recibirlo. Con un cabezada, les indicó su tarea. Sólo los había escuchado mencionar por parte de Candela, pero no creía que fueran reales. ¿Acaso los había clonado? Era posible, considerando el giro en el que se dedicaban en Quick Labs. Hay que admitirlo, tiene buen gusto. Valiéndose de las botas de siete leguas, se desplazó más ágil que las criaturas, las cuales a duras penas lograban mantener el equilibrio para que el artilugio no se les viniera encima. Notó un bosquecillo, ideal para ocultar cuerpos. Probablemente lo visitaría más tarde. Primero tenía que instalarse, o de menos, dejar un par de cosas en la primera habitación que encontrara. -Hay que ser muy valiente. O muy tonto. Saludó con una inclinación de cabeza al muchacho que parecía esperar a que alguien le abriera la puerta. Él, sin más, giró la perilla, y se adentró en el amplio hall. Ahí, notó a varias personas conocidas. Irónico, pues se trataba de gente con la que últimamente convivía, sobre todo en materia del bando. Candela tenía una expresión de los mil diablos, mientras que Jeremy parecía estar observando todo desde un sitio seguro. Una chica que había visto en compañía de éste en el Caldero, también había hecho presencia. -Bueno, aquí estoy. -anunció, extendiendo ambos brazos, asegurándose de exhibir su más irónica sonrisa. -¿De qué me perdí? Observó al resto. ¿Qué hacían Susan y Rhaella ahí? Estaba claro que el mundo era un lugar pequeño, y las probabilidades de que terminaran emparentados de alguna forma, eran viables.
  20. *entra corriendo entre las dos filas de aficionados, cual John Cena en el meme* (??) Veo que me solicitaron por aquí e.e @ Al final, decidiste sufrir menos maltrato, esa es la verdad, porque Candela no habría dado tregua ni aquí, ni en la Triviani (?) Pero, como soy un dios generoso xDD, claro que estás aceptada Ahora sólo quedaría enlazar ambas historias, aunque a este paso, tendrán que ser tres, porque no nos podemos olvidar de Rachel xDD Y nada, creo que eso sería todo. Hasta aquí mi reporte (?)
  21. @@Mia Black Lestrange Claro, todos estamos celebrando esta nueva adición a la familia Esperemos que Rachel se acople con facilidad a los dramas de la BL (?) Ahora, no vengo por social (ya que está en contra de mi naturaleza xDD), sino porque precisamente revisé el árbol o.o No sé que proceda en estos casos, pero imagino que lo que aparecen ahí son los nicks, no el nombre del pj. Con todo el dolor de mi corazón, quizá sea hora de modificar el mío, porque sigo apareciendo como Eobard Y no vaya a ser que a la hora de depositar dineros alguna aclaración, digan que ese no soy yo xDD Claro, sólo si eso causa problemas. Si no, me quedo como Eobard
  22. ¡Hola! ¿Qué tal? Tenía planeado hacer estas modificaciones hace un tiempo, pero ya todos conocen la historia. Mi proyecto de usar a otro personaje no funcionó, así que volvemos a las raíces. Voy a requerir las siguientes actualizaciones: Modificar el nombre del topic a Ficha de Aldrich Black Lestrange Por ende, el nombre del personaje, será: Eobard Aldrich Black Lestrange En el rubro de Padres sanguíneos, modificar "Hivolt Palmer", por Hivolt Thawne* Veo que al actualizar mi apartado de historia, no se copió bien, o eliminaron formato, no sé Pero, no me aparecen los guiones que normalmente indicarían diálogo, así que les dejó el campo completo de "Historia" para que no haya pierde. Nació a principios del año 1990, en el seno de la acaudalada familia Thawne, quién durante siglos había brindado magos y brujas excepcionales a la comunidad mágica norteamericana. Su concepción resulta de un romance entre una hechicera inglesa, Mía Black Lestrange, y su padre biológico, Hivolt Thawne. Debido a la naturaleza del encuentro, su madre decidió dejarlo bajo la tutela de la familia del Thawne, quien era un congresista del MACUSA con tendencias anti no-maj. Con su madre en camino a Inglaterra, y la aparente estabilidad en el mundo tras la caída del Señor Tenebroso, Hivolt optó por enviarlo a estudiar a Ilvermorny, la escuela de Magia y Hechicería de Estados Unidos, cuando tuvo la edad suficiente. La noche de su ingreso, fue seleccionado para pertenecer a la casa Wampus. Ahí, desde sus primeros años, demostró habilidad en el dominio de la magia, no sólo la elementales, como los encantamientos, sino también un particular entendimiento de las artes oscuras. Esta característica peculiar le generó una no solicitada reputación, no sólo entre alumnos, sino también entre algunos de los docentes. Conociendo a Anna Loring A lo largo de los años en Ilvermorny, fue haciéndose tanto de amigos, como de algunos enemigos. La mayoría se olvidaría de él con el pasar del tiempo. No obstante, hubo una persona con quien se relacionó en particular. Anna Loring*, única heredera familiar, y orgullosa alumna de la casa Thunderbird. Ella y el castaño se habían conocido durante su tercer año, cuando tuvieron la oportunidad de cursar Transfomaciones para el ciclo 2003-2004. A la muchacha se le facilitaba la disciplina, mientras que Eobard siempre terminaba por transfigurar el objeto en cuestión en distintas cosas, excepto lo solicitado. Tales diferencias fueron la principal razón que los llevaron a relacionarse, iniciando como una pareja de estudio. No fue hasta el quinto curso, durante las vacaciones de invierno, que el Thawne se atrevió a confesarle los sentimientos que había desarrollado por ella. Para tal fin, habían acordado verse en la ciudad muggle de Köln, en Alemania. Aldrich fue el último en llegar, maldiciendo por lo bajo mientras se acercaba al lugar de reunión con su interés sentimental: El punto medio del puente Hohenzollern. Eran las siete de la tarde, pero aún se podía observar a uno que otro muggle en el paso peatonal. Llegas tarde. saludó la chica con una sonrisa, despegándose del barandal para recibir al recién llegado. Llevaba el cabello castaño recogido en una coleta, la cual reposaba sobre su hombro derecho. Lucía, además, un vestido de noche azul marino, a juego con sus ojos. Remataba, con unos tacones, que daban la apariencia de estar hechos de hielo, puesto que a la vista parecían de un material cristalino. Sabes que el tiempo y yo nunca hemos sido los mejores amigos. Eobard intentó relajar el ambiente, dejando escapar uno de sus comentarios más habituales en Ilvermorny. Vestía un traje gris Oxford, bajo el cual portaba una camisa azul cielo, y unos mocasines azabaches. Anna se tapó la boca con una mano, dejando escapar una risa nerviosa. Thawne, cuyos nervios lo traicionaban, decidió ser el primer en romper el hielo. Del bolsillo lateral del saco, sustrajó lo que parecían ser espigas de trigo. Te traje un obsequio. comentó, deslizando los dedos de su mano izquierda sobre las espigas. De a poco, comenzaron a ensancharse, como si algo estuviese creciendo en su núcleo. Adquirieron una tonalidad verdosa, y del tallo comenzaron a emanar pequeños botones de flor, de un tono marrón. Agh, demonios. Sabes que nunca se me dio bien la transmutación de seres vivos. Confiaba en que se convirtieran en claveles. Le entregó el fallido intento de flores a la Loring, haciendo una mueca de incomodidad en el proceso. La castaña tomó el ramo, profiriendo un suspiro como de ternura al hacerlo. Entonces, deslizó uno de sus dedos sobre la mejilla del muchacho. Él sintió un leve escalofrío, al notar que los dedos de Anna estaban helados. Aquel detalle siempre le había agradado de la muchacha. De hecho, me preocupa un poco. Pero, confío en que al final de este ciclo sepas, al menos, realizar transformaciones orientadas a objetos. Ambos sonrieron al pasar por el inesperado silencio. Después de año y medio siendo compañeros, y amigos, se habían acostumbrado a los enormes lapsos de estudio en la biblioteca, donde reinaba una incansable falta de sonidos. Se giraron hacia el río, apoyándose en el barandal. La vista del Rin era impresionante. Ahí fue donde Eobard aprovechó para sostener la mano de la joven. Siempre quise venir a Alemania en esta época del año. El clima... es mucho mejor que el de Norteamérica. Aunque, tampoco me molesta el calor de tu mano. el castaño agradeció que la penumbra ocultara el rubor de su nariz al escuchar a Loring. Y, acabo de recordar. Mañana es tu cumpleaños. Gracias por recordarme que envejeceré un año más. Pero, no, al punto. Te imaginarás que no te privé de la comodidad de tu hogar esta noche sólo para demostrar mis dotes en Transformaciones. continuó, contemplando la sonrisa de Anna. ¿Sabes? Siempre he creído, somos como fuego y hielo. La referencia hacia el gusto de la joven por las bajas temperaturas no pasó desapercibido. Aunque sabía que no era como tal una mención hacia ello, sino que ambos, de cierta forma, se neutralizaban. La paciencia de una, la imprudencia del otro; el pésimo sentido del humor con la seriedad en momentos cruciales. Estaban conectados, a su manera. Y, ¿cuál de los dos sería yo? inquirió, acercándose a Thawne, quien dirigió su atención a los orbes que le devolvían la mirada. Podemos averiguarlo. Expulsión de Ilvermorny Entrados en términos de una relación sentimental que parecía tener tintes de prevalecer hasta el final de los tiempos, Eobard A. Thawne y Anna Loring se convirtieron en la noticia al arribar, semanas más tarde, al segundo trimestre de su quinto curso, ya como pareja. La suerte parecía favorecer a ambos, sobre todo al hijo de Hivolt. Todo cambió cuando llegó el sexto año. La perspectiva de ver durante menos tiempo a Anna, y además, de no poder compartir todas las clases con ella, supuso un golpe bajo para Aldrich. Con todo, mantuvo su relación con la Loring, encontrándose con la joven durante los intermedios entre clases. Había mejorado en Transformaciones, en parte, gracias a la paciencia de su novia durante las vacaciones de verano. Al menos, lo suficiente para acreditar el curso. Ahora, su gran problema yacía en Defensa Contra las Artes Oscuras. Era habitual que tuviera discusiones acaloradas con el profesor, el señor Frage*. Mientras que el pupilo proponía darle uso a las artes oscuras, verlas sólo como un punto distinto al de la magia convencional, el otro insistía en desecharlas, tachándolo incluso de seguidor de la oscuridad. La tensión aumentó, al confrontar a una persona que no era de su total agrado. Bartholomew Garrick*, un joven mestizo, cuya familia era famosa en el noreste de Estados Unidos por la producción en masa de artículos de Quidditch profesional. Debido a que compartía la opinión del profesor Frage, a menudo se encontraba en desacuerdo con el Thawne, llegando incluso al punto de batirse en duelo con él a escondidas de los profesores. Uno de estos enfrentamientos, derivó en el uso de magia oscura por parte del castaño, quien ya rondaba los diecisiete años. Al verse en un aprieto, Eobard había tenido que recurrir a este tipo de estrategia, disparando lo que parecían ser flechas elaboradas con magia oscura misma. Cuatro de ellas terminaron en la túnica del Garrick, sujetándolo a la pared, pero una quinta, se incrustó en su pierna derecha, ocasionándole un gran dolor. Tras una investigación, se determinó que dicho encantamiento estaba diseñado para causar sufrimiento al blanco, razón por la cual la molestia del rival de Aldrich no había cedido. El joven fue encontrado culpable sin lugar a dudas, recibiendo la expulsión de la institución como pena máxima. Se le había advertido que, de volver a emplear tal rama de la magia, le correspondería al MACUSA llevar su caso. Nueva Orleans y el encuentro con William Clayton Tras la inminente expulsión del Ilvermorny, el castaño entró en un periodo de aprendizaje por otros medios. Estaba consciente de que, al haber sido exiliado de la más prestigiada escuela de Norteamérica, sería muy difícil que otra institución lo aceptara como estudiante para finalizar sus estudios. Pasó los últimos dos años, en los que habría terminado sus estudios, viajando alrededor del globo, financiado por su padre, cuya salud comenzaba a mermarse. Contrario a los deseos de la esposa de Hivolt, abandonó la agradable ciudad de Boston, para dirigirse hacia Nueva Orleans, aquella población costera en el sur que prometía un encuentro con su compañera, quien había finalizado al el colegio. Llegó con bastantes horas de antelación, hospedándose en un hotel turístico que le ofrecía vista al lago Pontchartrain. Se deleitó con las luces citadinas, llegando a tener que admitir que los muggles no tenían mal gusto en algunas cosas. Una vez llegada la noche, decidió vestir un atuendo acorde a la ocasión: Mardi Gras. Debido a que no era un experto en pasar desapercibido, su vestimenta consistió en una camisa de flores hawaianas, además de unos pantalones cortos caqui que le llegaban a media pierna. Sumado a esto, un par de tenis deportivos que emulaban la vestimenta playera de los habitantes. En serio te ves increíble. La chica había hecho un gran esfuerzo por pasar desapercibida con la ropa muggle. Enfundada en una blusa roja con diseños florales, y falda marrón, ofrecía un aspecto más natural que Eobard. Habían acordado reunirse en el bar del hotel. Ahí, compartían un whisky mucho menos fuerte que el elaborado por la comunidad mágica. Usted no se queda atrás, señorito. comentó Anna Loring, esbozando una sonrisa burlona que pronto fue difuminada por un corto beso. Te verías menos raro en Hawaii, desde luego. Tenía todo lo que deseaba en ese momento. Una vida relativamente normal, y un posible futuro con la chica. El momento era perfecto. Exceptuando por una persona, cuya ausencia habría causado que la suerte de Eobard tomara un rumbo distinto. De cabello crespo y castaño, fornido, vestimenta del clásico cowboy, el vampiro William Clayton* disfrutaba de una bebida sanguinolenta en el mismo sitio en el que la pareja se encontraba. Vio en la joven, una oportunidad de saciar al fin su sed de sangre, pues pretendía realizar un ritual que consistía en convertir a una humana de la forma más sanguinaria posible para acabar con su agonía. Vaya, vaya...No es usual ver gente de su tipo en esta época del año. se acercó a la mesa del Thawne, haciendo que la pareja se sobresaltara. Descuiden, soy amigo. Mi nombre es Maxwell. Mentía, y el joven se dio cuenta de ello. ¿Qué diablos quería? Imaginaba un sinfín de cosas, pero su intervención sólo podía implicar problemas. Tomó la mano de su novia instintivamente, dirigiendo una mirada inquisitiva al vampiro. Definitivamente, había algo en él que no le agradaba. Perdone, no sabemos de qué habla. Ahora, si nos disculpa. En parte, su salida estaba planeada. Tanto su acompañante como él, se levantaron y rápidamente abandonaron el lugar de esparcimiento. Iban tarde para la celebración de aquel día, y por ninguna razón querían perdérsela. William se limitó a levantar su copa en torno a la salida, con una media sonrisa impresa en sus labios. Qué sujeto tan extraño, ¿no crees? inquirió Anna, horas más tarde, mientras disfrutaban de un espectáculo de luces. El muelle se encontraba medio vacío, así que tenían privacidad suficiente para realizar muestras de afecto. Opino que le falta un tornillo. El chico emitió una risa con desdén, negando con la cabeza. Aquel sujeto, le había puesto los pelos de punta. Nada de lo que había visto hasta ese momento, ni sus incursiones en el uso de la magia oscura, lo habían consternado tanto como esa presencia. Miró a su acompañante, dándole un beso en la frente. ¿No es obvio? Le gustaste. Quería impresionarte. Loring, consciente de la molestia de su novio, apretó su mano, situándose frente a él. A espaldas de la chica, bastantes fuegos artificiales hacían que el cielo fuera de tonalidades de azul, hasta algunas más exóticas como el rojo o el amarillo. Tiró de él, hasta que ella quedó recargada en el barandal. Pero, tu eres mi pareja. Hay que intentar olvidarlo, disfrutar de estas vacaciones. Nos las merecemos. y, al ver que Eobard planeaba replicar, colocó el dedo índice izquierdo sobre los labios del joven. Te las mereces, créeme. Sé que algún día volverás a la escuela. Y, así fue. Se dedicaron a olvidarse de todo aquello que les afligía, y disfrutaron de las celebraciones nocturnas. Entrados en ambiente, se marcharon a una de las orillas del Pontchartrain, sin saber que el vampiro les había seguido de cerca, decidido a un banquete final. Habían encendido una pequeña fogata a un par de metros de las olas, cuando notaron su presencia. ¿Acampando a la luz de la luna? Ambos se levantaron, con varitas en mano. El fuego iluminó las rudas facciones del vampiro, que parecía deleitarse con la reacción de ambos. Extendió los brazos, como invitando a los dos presentes frente a él a atacarle con su mejor hechizo. A la brevedad, se encogió de hombros, decidiendo atacar a Eobard primero. * * * ¿Qué...Qué diablos? agitó los brazos, balbuceando, mientras recuperaba la visión. Oh, no... Se levantó con algo de dificultad, sujetándose el costado derecho. El golpe le seguía resonando por todo el cuerpo, como si cada que se moviera, recibiera una descarga eléctrica. La fogata estaba apagada, y el cielo estrellado comenzaba a menguar. Definitivamente, aquel movimiento había sido preciso y letal. Muy listo, pero veremos quién ríe al último. Siguiendo las instrucciones en el pequeño pedazo de papel que había entre la arena, llegó al centro de operaciones del vampiro: un club nocturno llamado El Caballero Negro. Era una trampa, eso no iba a negarlo. Pero, en ese momento, sólo le importaba poner a salvo a su novia. Había una dupla masculina custodiando la entrada, pero lo dejaron pasar apenas detectaron su presencia. Intermitentes luces neón lo deslumbraron apenas las puertas se cerraron. Había bailarines por todas partes, y a juzgar por los pasos, se trataba de no-maj. Ahí, en el centro, donde parecía provenir toda la música, estaba aquel sujeto que le estaba causando dolores de cabeza a un nivel cósmico. Esto es una sorpresa, debo admitirlo, pero una buena. William se levantó del asiento que ocupaba, acomodándose el abrigo de piel marrón. A su lado, aparentemente dormida, estaba la prometida del Thawne. Quise hacerlo por las buenas, créeme. Pudieron haber cooperado. Claro, cooperar con un desconocido que presenta un particular interés por mi chica, ¿cómo no se me había ocurrido? Molesto, Aldrich se cruzó de brazos, esperando una buena explicación para todo eso. Algunos de los clientes los miraban extraño, debido a que habían alcanzado tonos de voz perfectamente audibles. El vampiro rió, metiendo una mano en su bolsillo mientras se aproximaba al visitante. Podemos hablar esto. Nadie tiene que salir herido. Colocó una mano sobre el hombro del joven, como haciéndole saber que no se detendría para responder a su ataque, si decidía iniciar las hostilidades. Uno de los empleados se acercó, cargando a la durmiente para llevarla al espacio personal de William. Muy bien, habla. Y más vale que tengas una buena razón para molestarnos. Eobard se volvió, dando la espalda al hall, aún atestado para ser casi las seis de la mañana. La oficina tenía un gran ventanal, desde el cual se podía ver prácticamente cada rincón de negocio. El vampiro, quien se encontraba sentado, con los pies sobre el escritorio, profirió una ligera risa. Buen hombre de negocios, tenía que encontrar una forma de llegar a un acuerdo que le beneficiara ampliamente. Le echó un vistazo a Anna, que levitaba, aún bajo los efectos de cualquiera que fuera lo que la mantenía dormida. Bien, comenzaremos por presentarnos, porque sí, soy hombre de palabra. Mi nombre es William Clayton, y soy lo que llamarías un vampiro. Aquello tomó por sorpresa al joven norteamericano, quien esperaba que la confrontación comenzara en ese preciso instante. Desorientado, decidió ganar algo de tiempo; si iban a presentarse, al menos procuraría obtener toda la información para poder rastrear a Clayton apenas salieran de ahí. Ah, eres uno de ellos, ¿eh? Bueno, mi nombre es Eobard Thawne. asintió a manera de saludo. Un simple turista que ha venido a pasar las vacaciones con su novia. Directo a los negocios, ¡eso me agrada! Mira, lo pondré sencillo: Escuché de un ritual que permitirá mantener una dieta poco sanguinaria, pero requiere de una humana sana y joven, la cual convenientemente se encuentra aquí. Se deleitó con la expresión de asco del Thawne, quien había metido la mano en los pantalones cortos para buscar su varita. En un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba al lado del castaño, observando la pista de baile desde su mirador personal. Eobard decidió dar un par de pasos hacia atrás. Ella no se lo merece. De todas las personas que pudiste haber elegido... William negó con la cabeza, torciendo sus labios hasta formar una tétrica sonrisa. Aquella situación era tan fácil para él; la dieta animal ya no lo satisfacía ni un poco, pero su consumo humano se basaba en la belleza de la persona en cuestión. Extendió ambos brazos, como intentando procesar algo muy complejo. Tienes razón, pude haber elegido a alguien más. Sucede que, me parece una chica muy atractiva. Fue la gota que colmó su vaso de paciencia. Si había algo que difícilmente toleraba, eran esas miradas sugestivas. Enarbolaba su varita, por lo que fue fácil concentrar ese creciente desagrado por la persona que tenía frente a él. Un rayo de tonalidad oscura fue emitido de la punta de su objeto mágico, impactando directamente en el pecho del vampiro. Recibió una especie de descarga de adrenalina, en la cual alcanzó a ver como su acción, que sin duda había sido obra de magia oscura, causó que William quebrara el cristal, precipitándose hacia su asiento personal. Estaba decidido a acabar con aquello en ese momento, por lo que no dudó en saltar desde ese segundo piso, para poder confrontarlo. Eres un tonto, Eobard Thawne. Pero, algún día, cobraré la deuda que acabas de contraer conmigo. Apenas pudiendo levantarse, debido a la caída, el mago encaró a Clayton, quien apenas y lucía un débil hilo de sangre deslizándose de su labio. Los gritos y el desplazamiento de masas no se hicieron esperar, generando un total descontrol en todo el lugar. Apuntó su varita nuevamente al vampiro, esperando poder atacarlo con la misma magia. La molesta iluminación le impidió reaccionar al golpe en su mandíbula que le había propinado el dueño. Como dije, soy un hombre de negocios. se inclinó para palparle la mejilla a su contrincante, quien se había desplomado debido al dolor. Se escucharon varios crac en simultáneo a las afueras del club nocturno. Por las ventanas, ya entraban los primeros rayos de sol. Era la señal de que el vampiro debía huir. Dedicó una mirada triste al hueco que había dejado en su mirador antes de retirarse por la puerta trasera. Su aparente ritual tendría que esperar. Por otra parte, Eobard intentó arrastrarse hacia los restos del asiento del sobrenatural, esperando poder desfallecerse ahí, pareciendo ridícula la idea de ser encontrado en una posición extraña. Las puertas se abrieron de par en par, y se escucharon pasos rápidos, que cada vez iban resonando con mayor intensidad en sus oídos. No alcanzó a distinguir mucho de aquellas figuras, pero sí captó una sola palabra, que sin duda significaba peligro. MACUSA. ¿Black Lestrange? Eobard Aldrich Thawne, se le encuentra culpable de violar el Estatuto Internacional del Secreto. Al ser una falta grave a los acuerdos internacionales, deberá someterse al exilio de la comunidad mágica. Sí sabes que te van a perseguir ahí a donde vayas, ¿cierto? Hivolt se tapó la mano para toser. Acto seguido, le dedicó una sonrisa triste a su hijo, quien se encontraba al pie de su cama. En su hombro derecho, sostenía el asa de lo que parecía ser una pequeña mochila de supervivencia. Tras el juicio, en el que había condenado las acciones de su propia sangre, había caído en una terrible enfermedad aún no diagnosticada. Cuento con ello, y lo sabes. Pero no podía irme sin despedirme de ti. respondió Eobard, tendiendo su mano derecha para estrechar la de su padre. El apretón fue más emotivo de lo usual. No habían sido tan cercanos desde la expulsión del castaño, pero irónicamente, la afección hacía del congresista una persona más sensible con su único hijo. Notó que no era todo lo que tenía que decir, pues aún estaba reteniendo su mano. Black Lestrange. Reino Unido. Es ahí donde debes ir. Estás delirando. ¿Por qué habría de ir a ese territorio? No hay nada para mí... Su padre levantó el dedo índice para pedirle silencio. Aldrich se sintió ruborizado, pues aquel ademán, no lo había visto desde hacía varios años, cuando más pequeño solía interrumpir al Thawne cuando anunciaba algo durante las cenas familiares. Sacó un pequeño rollo de papel, atado con un listón azulado, el cual le ofreció al muchacho. Lo aceptó, con cara de poco entendimiento de la situación. Hay cosas de las que nunca te conté, como tu verdadera familia. Búscala. Busca a Mía, ella te contará el resto. Aquellas, fueron sus últimas palabras. Con la vista clavada en el techo, poco a poco fue cerrando los ojos, hasta adoptar una posición que hacía parecer que se encontraba durmiendo. La tensión de su mano en la de su hijo cesó, por lo que el último Thawne sabía que no había vuelta atrás. Salió de la habitación, guardando la información recibida en uno de los bolsillos de la mochila, y sin atreverse a observar el cuerpo. Sé que pretendes irte, pero voy a tener que detenerte, aunque eso me cueste mi matrimonio. A mitad de las escaleras de caracol que daban a la estancia, y a la entrada principal, se encontró con quien durante muchos años había pensado que era su madre. La pelirroja, considerablemente más joven que Hivolt, le impidió bajar otro escalón más. Se le veía sumamente molesta. No vas a detenerme. Sabes a dónde tengo que ir. Mi padre se habría sentido defraudado de saber que impediste que su hijo tuviera la vida que merecía. Parecía que había dicho las palabras justas, pues inmediatamente, la mirada de la mujer se había horrorizado. Se mordió un labio, como debatiéndose entre lo que debía hacer. Aquel día, una escolta de aurores del MACUSA irían a escoltarlo para su exilio, previo acuerdo establecido en su juicio. Date prisa. Estarán aquí en cualquier momento. No vuelvas, bajo ninguna circunstancia. Se hizo a un lado para que pasara. A Eobard le pareció un poco rudo irse de esa manera, por lo que se detuvo a los pocos pasos de la puerta. Escuchó los sollozos de la viuda, sabiendo que aquella era una decisión muy difícil para ella. No obstante, la vida como un Thawne ya no le correspondía a él. Abrió la puerta, deslizándose con una rapidez impresionante por el montículo donde se erigía la mansión. La noticia de su escape no sorprendió al gobierno mágico norteamericano, quien giró una orden de aprehensión, y una recompensa a quien pudiera dar información de su paradero. Tuvo que colarse en el Boston muggle, donde adquirió algunas de sus costumbres básicas; al menos las suficiente para pasar como tal. Consiguió un pasaporte creíble, y finalmente se dirigió a la terminal aérea, el Logan International, cuyos transportes le parecían bastante toscos a comparación de las escobas o los trasladores. Bastó un poco de persuasión, seguido de una gran cantidad de dinero nomaj bastante convincente, para poder comprar un boleto de avión en el último vuelo de aquella tarde. Los últimos días de Enero parecían plagados de tránsito entre los distintos países. Incluso ahí a donde planeaba comenzar la búsqueda de sus orígenes. Echó una última mirada a la ciudad antes de abordar aquel monstruo metálico con destino a Reino Unido. Época actual Se había dedicado a trabajar para el mejor postor durante el 2011. ¿Personas molestas, seguridad privada? Mientras pudieran pagarle, aceptaba las encomiendas. Un último trabajo surgió, el cual lo convocaba en Irlanda. Resultó ser una trampa para capturar al infame cazador, valiéndose de un contacto falso que tenía información sobre el paradero actual de sus verdaderas raíces. Eobard sobrevivió al encuentro, pero pagó un precio alto: Debido al creciente interés en su persona por parte de otros mercenarios, decidió quedarse en el extranjero durante seis años, particularmente, en Alemania, en recuerdo de Anna. Finalmente, retornó a Reino Unido, a mediados de 2017, decidido a encontrar a su familia. Entonces, ingresó al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, bajo la promesa de completar al fin su educación, como Hivolt lo hubiese querido. El Sombrero Seleccionador, desde luego, se sintió ligeramente ofendido al asignar a un alumno mucho mayor que el resto de los habitantes del castillo. Finalmente, fue asignado a Slytherin. Grande fue su sorpresa al descubrir que la profesora de su séptimo curso era, nadie más y nadie menos que, su propia madre. La profesora Mía Black Lestrange, quien ya era una hechicera talentosa. Tras las pruebas a las que expuso al castaño, y a algunos de sus familiares, fue que se dio este interesante encuentro, en el que por fin madre e hijo volvieron a coincidir. Concluida la misión iniciada hacía casi diez años, el joven decidió cambiar su apellido de crianza, Thawne, por aquel que le correspondía por derecho de nacimiento. Sumado a esto, su residencia se trasladó a la casona de la familia, a las afueras de Ottery St. Catchpole. Naturalmente, influenciado por la familia, que al igual que los Thawne, había aportado notables miembros a la comunidad mágica, decidió ingresar a las filas de la Marca Tenebrosa. Siendo un aspirante prometedor, se enfrentó a una serie de pruebas, demostrando su capacidad y lealtad a la causa. Tras meses de arduo trabajo y dedicación al bando mortífago, fue incluido en la nueva generación, recibiendo el tan ansiado tatuaje en su antebrazo izquierdo. Actualmente, le presta sus servicios de cazarrecompensas a quien lo requiere. Su primer empleo ministerial, fue en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, donde desempeñó una ardua labor durante algunos meses. No obstante, uno de los casos, relacionado con la visita a una mansión infestada de plagas, cambió su idea de utilidad a la dependencia. Finalmente, solicitó un cambio a Cooperación Mágica Internacional, donde labora actualmente. Y, bueno, creo que sería todo por el momento. ¡Gracias a quien realice modificaciones! Edito: También, suprimir la familia Triviani Por el momento, me quedaré sólo con la BL.
  23. *Percibe el olor de los míticos chocos de Rachel y decide pasarse* Bueno, como soy hombre de palabra la mayoría de las veces (?), vengo a hacer presencia por aquí, ya que leí el nombre de un tal señor Eobard, el cual me resulta conocido. Así que, @@Rachel Ravenclaw, obvio que te acepto como hija Supongo que quedamos como lazo adoptivo, pero no importa Ya sólo quedaría el que analicemos los detalles de cómo conectar las historias de ambos personajes, pero lo podemos hacer sobre la marcha. ¡Bienvenida a la familia! Sean buenos con ella, tiene una carrera prometedora
  24. Naturalmente, el hecho de que su hermana fuera bastantes años mayor que él no fue lo único que le llamó la atención. Su historia en sí, encerraba bastantes incógnitas. Romina le había contado de la existencia de un demonio dentro de su ser. No conocía a alguien con dicha condición, al menos no que se lo hubiesen confesado directamente. -Considerable tiempo. Más aún, lo desconcertante que pudo ser enfrentarse a esa clase de cambios. En esos momentos, la sensación que experimentó fue por demás extraña. La batalla que ella había librado, y que aún hacia, contra aquel ente, no sonaba a un paseo por el parque. Quizá su vida hubiese sido muy distinta de haber modificado una sola cosa en su pasado; a él, el concepto del tiempo le parecía vago. Su vida hasta ese momento le parecía tan insignificante comparado a lo que la Black Lestrange había presenciado. Y aún así, se mantenía de pie, seguía la lucha. Sintió una gran admiración por su valor. -No imagino todo por lo que tuviste que pasar. -depositó la taza, ya vacía, junto a los frascos. -Pero, no tienes que hacerlo sola. Digo, si voy a ser el hermano mayor, por lo menos puedo servir de tiro al blanco. Le correspondió a la sonrisa, negando ligeramente con la cabeza. Era lo menos que podía hacer para compensar su voto de confianza. No obstante, como ambos ya habían revelado sus orígenes, estaban más que a mano. Estaba a punto de echarle el guante a otro kiwi, cuando la elfina hizo su aparición, anunciando la llegada de su madre. -Teóricamente, fue un mero aviso. No tenemos que ir si no quieres. Claro que, le va a dar un infarto si me ve en pijama, pero dudo que pase de eso. Por su mente cruzó cierta bebida rojiza en el cabello de la matriarca. No era la mejor de las ideas poner a ambas en la misma habitación de nuevo. Estaba jugando con fuego, pero tenía mucho que no veía a Mía, por lo que decidió apelar a su inesperado regreso. -¿Por qué no vamos? Al menos un rato. -se levantó, pasando la mano sobre su cabello para disimular el almohadazo. -Después, puedo mostrarte algo de magia oscura. La hará enfurecer más, no lo dudo. Le guiñó un ojo a Romina, en referencia a la idea de ir en contra de la ideología de su madre; en teoría, debía dar el buen ejemplo del hermano mayor, pero no se le daba muy bien. Quería ayudarla con su pequeño dilema, y la solución probable consideraba la posibilidad de emplear la llamada magia oscura. Recargó su mano sobre la puerta, girándose para conocer la decisión de su hermana. Consideró el pasar a su habitación para cambiarse, pero eso les tomaría aún más tiempo en llegar al encuentro. @@Romina Black Lestrange @@Mia Black Lestrange
  25. Consumibles en Batallas Nombre: Link a la certificación: enlace Nota: No se permiten más de 5 consumibles en inventario. Consumibles Especiales: Nombre: Link a la certificación: enlace

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