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Fengari M.

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Mensajes publicados por Fengari M.

  1. «Nieve, nieve y más nieve» pensaba con las pupilas centradas en el Myrddin. El aire empezaba a calentarse con los rayos del sol —debería ser cerca del medio día—, por lo que cada brisa llevaba consigo el fragante aroma de los pinos, las rugosas cortezas y las hojas salpicadas de copos níveos, conjugando una atmosfera cálida, tan cálida como el suelo que pisaba firmemente, ignorando su porosidad y ciñéndome al calor de su seguridad. No obstante, la escena no pudo ser perfecta, puesto que el grupo de aves que descansaban a mitad de nuestro campo de batalla, habían echado a volar espantadas por los rayos de las varitas que se habían cruzado sobre su cielo, despejando entonces, después del último rayo impactado en el pecho de Vladimir, la espontanea plataforma.

    Suspirando y tratando de ignorar cómo los nervios tiraban de mi manga, me mantuve concentrada en los efectos que mis encantamientos hicieron al mago. El primero de ellos empezó a desfigurar su rostro de una manera fantástica, impidiéndole usar correctamente la visión, o al menos ese había sido mi plan hasta que los hechos se dieron de una forma un tanto distinta. El sectusempra que había realizado después de mi primera acción se había cruzado con otro rayo que no logré ver venir, así que cuando sentí los primeros efectos tuve que reaccionar sin demora, asegurándome de no perder mi báculo mágico de Haya o las ideas que ya tenía en mente como estrategia.

    —estoy bien Vladimir, gracias por preocuparte por mí. —respondí poco antes de sentir el efecto de unas cuerdas atándome «gracias por atarme también» dije mentalmente descubriendo el sentimiento de ironía. Concentrándome en no soltar la varita de mi mano, musité claramente antes de que las cuerdas me inmovilizaran:

    —Evanesco —instantáneamente el hechizo del Myrddin desapareció sin causarme mayores problemas que una leve comezón en las mejillas.

    Después de defenderme contra su incarcerus, esperé a su segunda acción frunciendo el ceño aseverándome de que mi delicado rostro, se veía imparcial y sereno. Estaba segura que el sectusempra le había impactado, porque al fijarme en él, las heridas apenas se estaban sanando con un “episkey”. Inhalando y sacudiendo mi cabellera con la mano izquierda, acomodé un par de mechones ondulados tras mi oreja, mordiendo los bordes de mi boca sin siquiera notar el gesto al hallarme totalmente abstraída en el duelo; observando al mago acabar con su curación —aunque en realidad, pensaba en mi siguiente movimiento— realicé una floritura con mi varita.

    —morphos —vociferé señalando a su bota derecha, transformándose inmediatamente en una avispa marina que se impregnó en la parte baja posterior de su pierna, compartiendo su veneno tan solo con el tacto. Pronto el mago sufriría las consecuencias del envenenamiento, causados por la criatura adherida a su pantorrilla.

    —¿sabes que no me gusta que me fuercen, cierto? —le dije sonriendo mientras chupaba mi labio inferior, susurrando después— odio esas cuerdas .
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  2. Cuando aparecí en el lugar señalado de mi duelo con Vladimir, imaginé una zona calurosa o al menos un ambiente confortante donde podríamos haber estado cómodos para el ejercicio, así que el vestido negro de mangas cortas con un cinto rojo a la cintura, se veía perfecto y en armonía con la diadema oscura que contrastaba con mi larga y rubia cabellera. Sin embargo, me hallé en medio de un lugar ajeno a mis expectativas. Lo primero que noté, fue la brisa fría arañando mi piel «ay no…». Tolerando el nudo que se había formado en mi garganta, me apresuré en caminar sobre la parte menos fría del piso, sobre la grava que aun se mantenía caliente por el sol que iluminaba todo el paisaje blanco. Estaba gustosa con el escenario que había elegido mi compañero, aunque en desacuerdo con la época del año y el ligero aire helado que ululaba en mis oídos.

    —Debí haber usado zapatos— murmuré sosteniendo con firmeza mi varita.

    A penas lo vi, sonreí aumentando mi andar, entre tanto notaba como su mirada me situaba en un peligroso lado del contexto y él me esperaba en su perímetro resguardado «muy inteligente Myrddin» pensé ampliando mi sonrisa durante mi acecho. Analicé todo el alrededor, situando las escasas piedras y apartándome totalmente de los autos —que estaban a unos treinta metros de mi—, a pesar de todo ello, mis descalzos pies pisaban el suelo firme y caliente de la nada a mi alrededor conforme tomaba una posición de defensa con mis manos y mi varita, tan solo nieve detrás mío y tres piedras que no llegaban a pasarme de la rodilla a unos ocho metros. Vladimir me miraba desde su posición, a diez metros de la mía.

    —hola Vladi! ¿Cómo te encuentras hoy compañerito? —le dije saludándole mientras jugaba con mi varita entre los dedos —hoy estoy fría— confesé haciendo una gran inspiración para relajar mis hombros —hagamos un gran duelo.

    En ello, un conjunto de patos se acercaron a nuestro campo de duelo para descansar a mitad de ambos, salpicados en todo el área que teníamos para duelear, observando fascinada a las criaturas que graznaban caminando graciosamente o sentándose a dormitar sobre la calidez de la grava. Entonces, batí mis pestañas fijándome en el mago, especialmente en sus labios para asegurarme de no perder de vista alguno de sus conjuros «los patitos no son lo suficientemente interesantes para distraerme de ti» murmuré mentalmente atisbando el momento en el que el Myrddin vociferó un hechizo que recordé, quizás demasiado tarde.

    Esperé el impacto de su rayo, pero éste se dirigió a mi desnudo pie desvaneciéndose como la aurora boreal en el campo azul del cielo. «¿Acaso pensó que usaba zapatos?» me pregunté frunciendo la frente y torciendo una esquina de mis labios —falsa alarma— susurré apuntando con mi varita al mago. —ahora es mi turno.

    «Embrujo Punzante». pensé haciendo una rápida floritura con mi varita de Haya hacia Vladimir, a quien se le desconfiguró el rostro, como si sufriese de una reacción alérgica; promoviendo unas pústulas que empezaron a propagarse por todo su rostro. Inmediatamente y sin darle un respiro, pensé en mi próximo hechizo y susurré hacia el mago.

    Sectusempra — musité señalando el pecho del mago, al cual impactó el rayo plateado que se originó desde mi varita, produciéndole graves heridas sangrantes, las cuales hicieron jirones la piel sobre su tórax exigiendo que el mago se curase rápidamente.



    OFF:

    Zack me dio permiso para editar :cry: y Vladi también... se me había olvidado un code al momento de editarlo, lo siento mucho, dejo la captura para corroborar que solo fue un cambio estético. http://vvcap.net/db/SBEKS9lAnZi6WKu3E0qT.htp
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  3. Mientras esperaba a que la recepcionista de brillantes cabellos rojizos se desocupara, decidí revisar algunas de las carpetas que se encontraban sobre un pupitre. Asi que sigilosa y sin llamar la atención de nadie, cogí el forder de un escritorio y ojeé su contenido hallando interesantes datos que me dieron una idea general de qué se hacía en el departamento —aunque eso más o menos lo sabía—, devolviendo la información a su sitio, me ubiqué en mi asiento batiendo las pestañas como una buena niña «lo que lograba sin esfuerzo» pensando en las tareas de la Academia que dejé pendiente. No obstante, una voz masculina precisó que dejara mis cavilaciones para después, aguzando mis sentidos hacia el mago que se presentaba delante de mí.

    Escuché cada una de sus palabras, encontrándolas extraordinariamente cordiales «he oído de esto antes…», así que sonriendo y tendiéndole con delicadeza mi diestra, observé su afable ademán.

    —Muchas gracias señor Crouchs —pausé meditando sus vocablos—, es usted muy amable —dije eligiendo muy bien mis palabras, fijándome con atención en el color de sus orbes «muy lilas, casi como los míos cuando bebo sangre humana».

    —espero no distraerlo de sus deberes —añadí después de su característico saludo, observando a un grupo de hechiceras que cruzaban el salón, elevando rápidamente la mirada a la mujer que se había referido a nosotros «la directora en persona ¡genial!», escuché con peculiar atención su petición, sonriendo ampliamente durante sus indicaciones, entretanto cogía un pergamino para anotar el nombre del departamento al que hacía referencia —accidentes mágicos y catástrofes— murmuré asintiendo y poniéndome en pie —será un placer señorita directora.

    Guardando las notas en el interior de mi bolso, me senté nuevamente en el sofá, apoyando mi mentón sobre el puño de mi mano, desviando mis pupilas hacia el joven al que había señalado también y quien se convertiría en mi compañero de trabajo; encontrándolo especialmente atento también con la Granger. Manteniendo una serena sonrisa, vi a la mujer ingresar a su despacho acompañada de otras brujas, desviando mi atención al Black que estaba rígido en su postura «alguien está muy impresionado» pensé esforzándome por contener la risa, puesto que también me encontraba emocionada de conocerla finalmente. Mordiendo mi labio inferior, controlé la carcajada que picaba en mi garganta, apoyando mis nudillos contra mi boca, con la vista baja prorrogando la risa para después.

    Sin embargo, nuevamente la voz masculina del Crouchs me obligó a postergar aun más la risa, limitándome a recopilar las palabras que el mago le decía al Black, acomodé mi rubia cabellera poniéndome en pié. —¿Eso es todo? —Interrumpí acercándome a ambos con una sonrisa misteriosa dibujándose en mi inmaculado rostro— ha sido de mucha ayuda Spectum, ¿nos vamos Aaron? Por cierto, hola soy Fengari —expliqué tendiéndole la mano como si hubiera conocido antes, aunque realmente jamás lo había visto.

    ¿sabes en qué planta se encuentra el Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes?
  4. Oficina para las Relaciones Ministeriales

     

    De espaldas a la puerta de la oficina de mi jefe, suspiré cerrando los ojos segura de que la espera podría ser eterna «¿Será que acaso está en otro lado?» me pregunté apoyando la cabeza contra la lámina de madera. Jugando con los dedos, lancé mi bolso sobre el sillón de un escritorio vacío, encajando mis brazos tras mi cintura, sosteniendo mis codos conforme daba unos pasos alrededor de la mesa. Había un bonito jarrón sobre el pupitre vacío, apartado totalmente de los demás y cerca de la pared, aislado y con su propio espacio, si la cartera en el asiento no evidenciaba mis deseos, definitivamente bastaba marcarlo como mío con la mirada.

     

    Segura de la sonrisa en mis labios, seguí paseando cerca de la puerta agudizando los sentidos y prestando atención al ambiente que precedía a la jefatura de Organizaciones Ministeriales, papeles apilados y personas «¡personas!» realmente había ignorado todo mi alrededor con tal de llegar a tiempo a la puerta del Ryddleturn «oops». Frente a mí a varios pasos, dos jóvenes magos se encontraban conversando, uno de ellos más alto y con los ojos de un excepcional tono lila, él otro más joven y algo tenso, lo escuchaba atentamente mientras su interlocutor me devolvía la mirada —aunque en realidad me parecía que me observaba desde mucho antes— y a la vez murmuraba alguna oración con cierto mohín bromista.

     

    —uhmm curioso curioso— canturreé mirando hacia otro lado.

     

    Enarcando la ceja, para mirarlos nuevamente, me detuve perfilando mi postura «¿debería saludarlos?». Sonriendo apenas, intenté saludrles, dándoles un último vistazo a ambos magos para detener mi vista en un movimiento en la recepción, descubriendo la presencia de una pelirroja recepcionando ahí, a quien estaba segura de no haber visto minutos antes. Acercándome a ésta con intenciones de preguntarle sobre el paradero de Enrick W. Ryddleturn, un incierto sonido llamó su atención desapareciendo debajo del mostrador y volviendo a mi campo visual con varias carpetas que seguramente debía revisar. Exhalando abatida, me giré hacia un sillón marchando lentamente como si la decepción empezara a gobernarme.

     

    Afirmándome sobre el sillón mientras profundizaba mis deseos de empezar a laborar en el departamento, acomodé una pierna sobre la otra, dejando caer suavemente ambas manos sobre mi muslo, mordiendo pausadamente los bordes de mi boca por la inquietud y la extensa espera a la que me sometía mi aún desconocido jefe; fijando mis verdes pupilas hacia la placa del nombre del mago y reflexionando sobre ir o no al despacho de la directora. —esto no es divertido.— susurré.


  5. Oficina para las Relaciones Ministeriales


    «Voy a llegar tarde, voy a llegar tarde» repetía mentalmente mientras intentaba adelantar el paso a un montón de magos que se dirigían al Ministerio de Magia. Ladeando la amplia cartera azabache que colgaba del interior de mi codo, trotaba sobre la vereda impulsándome a cruzar las calles sin tomar reparo en atropellar a las personas que caminaban rumbo al ministerio, o golpear con el bolso a un grupo de ancianos; todo bajo el fundamento de que debía llegar a tiempo —o medianamente a la hora— a mi primer día de trabajo. Ojeando mi reloj de pulsera, me detuve unos segundos frente al imponente edificio, acomodando uno de mis zapatos de tacón «¿Quién dijo que era sencillo correr con estos?», observando con admiración los hermosos ejemplares Louboutin para finalmente ingresar al edificio mágico.

    Intentado ordenar una postura seria, acomodé rápidamente un mechón de cabello rubio tras mi oreja, obligándome a dejar de contemplar al gentío que aglomeraba el salón «wow… aquí hay mucha gente» y buscar el ascensor. Divisando el elevador, me apresuré a llegar antes que una bruja de aspecto severo, ingresando en la cavidad al instante que las puertas se abrieron «¡qenial!». Me dirigía a la planta numero dos del Departamento Organizativo del Cuartel General de Aurores, donde había pedido una plaza para ejercer como aprendiz en la Oficina para las Relaciones Ministeriales; una oficina que según la descripción, se encargaba de regularizar todas las coordinaciones con el Wizengamot y las demás oficinas ministeriales, además de velar por todos los aspectos relacionados a prisioneros y presuntos seguidores de la Marca Tenebrosa. O esas eran mis expectativas.

    La vocecilla no tardó en anunciar mi piso, por lo que me esforcé por salir ilesa de la batalla contra el abarrotamiento en el ascensor. Impulsándome con gracia, bajé del elevador alisando la costosa tela de la falda emtubada que usaba, para caminar hacia las jefaturas del cuartel de Aurores. —okey… ¿alguien en casa?

    Deteniéndome frente a un espejo, me sentí en shock al notar mi cabello alborotado «¡ay no!», sin perder tiempo, traté de acomodar los rulos sobre mi hombro derecho, agrupándolos a modo de coleta y dejándolos caer sobre el chaleco gris de dos botones que vestía sobre una delicada blusa blanca de mangas cortas. Conforme con mi apariencia, sonreí a la híbrida de ojos verdes y cabellos rubios-claros, guiñándole un ojo a mi reflejo mientras me giraba para buscar la oficina de mi jefe. Pasando la recepción encontré las puertas de las tres oficinas del departamento, fijándome únicamente en la que me importaba, la de Enrick W. Ryddleturn. Golpeando la puerta con los nudillos, esperé su respuesta, entre tanto presté atención a los detalles que decoraban la sala previa.
  6. Wow esta clase será genial *-* no hay rol y puedo preguntar todo lo que desee… que conste que puedo preguntar bastante ^_^

     

     

    Fengari Snow Black Veill

     

    Cree a Fengari en base a la apariencia de Daenerys (uno de mis personajes favoritos de Juego de Tronos), le di esa apariencia delicada e inocente porque me gusta que las personas sorprendan, ya que interiormente es una mujer de carácter fuerte y con gran pasión por la vida humana. Se ve frágil, pero no lo es. Ahora ella es una adolescente de un año de edad, pues es hibrida (padre vampiro y madre humana), así que su curiosidad por conocerlo todo es grandísimo. El vampirismo predomina en ella, pero se niega a beber sangre humana, no tiene problemas con ensuciar sus vestidos trepando un árbol o herirse en un duelo, pues es lo que más le gusta; demostrar su fortaleza. Ama la lectura porque ésta es la fuente de todo el conocimiento que puede tener, ya que su corta edad la ha limitado a experimentar por su propia cuenta.

     

    Es algo inocente pero no tonta, se distrae mucho (igual que yo :cry: ) y es muy leal a sus ideales y a todo aquello que se compromete. Valora mucho la amistad que le ofrecen y que descubre en las personas, puesto que siente un vacio afectuoso en su interior debido a la ausencia de su padre y a su madre casi siempre ocupada. Por cierto, es hija de Zeth Black Lestrange y de Mía Black Lestrange. Actualmente ha sido aceptada para laborar en el Cuartel Gral. de Aurores como aprendiz en la oficina de relaciones ministeriales. Adora a los animales, tanto que mataría por una mariposa, si, es capaz de asesinar.

     

    Así como Vladi, debo decir que también tuve mis conflictos para decidir a qué bando ir, recuerdo que desee ir a la Orden del Fénix, pero por esas cosas del destino, tome la decisión de ir a la Marca Tenebrosa.

     

     

    Joyce Cuadros Casas

     

    Ahora yo… Hola me llamo Joyce (yois) me hicieron en Perú y tengo 21 años. Estudio Arquitortura (actualmente es mi dolor de cabeza) me encantan los juegos de combate (tanto que en verano suelo practicar Tiro deportivo) y el cine y la literatura de género post-apocalípticos; zombies, guerras nucleares, androides, ovnis y todo eso que de niña no me dejaba dormir. Leo muchas novelas basura relacionadas a la ciencia-ficción, la fantasía y el romance :love: sip, soy una chica romántica…. soy adicta al PS y al KOF, en realidad soy incondicional de casi casi todos los videojuegos, y la razón principal por la que trato de evitar el FB, es para no ver las notificaciones de mis jueguitos. Vengo de jugar durante años un juego de Rol y estrategia de “El Señor de los Anillos, guerreros de la edad media”(extraño a mi ejercito… mis arqueros, y hasta a los trasgo) estaba tan conectada en el juego en mi alianza de elfos, que paso eso que pasa cuando la realidad y la distancia lo malogra todo u.u y así llegue aquí!

     

    Canto para desestresarme, lloro cuando tengo frio y empiezo a delirar a media noche por el sueño… así que si algún día quieren llamarme por el skype, piénsenlo dos veces(?

     

    =)

     

    me daran puntitos extras por hacer un testamento?? :rolleyes: vale no me digan u.u

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  7. «Nueva york, una de las capitales de la moda» pensé mientras terminaba de leer la invitación que había recibido para participar de una peculiar fiesta en la isla de Manhattan «¡esto será genial!». Sonriendo ampliamente y mordiendo mi labio inferior, dejé la misiva sobre el tocador a la vez que me ponía en pie para caminar maravillada hacia el walk in closet. Aquella mañana había sido particularmente tranquila, por lo que había disfrutada de bañar a mi mascota y atender a las demás criaturitas de la mansión Black Lestrange —incluyendo la boa de mi abuelita— así que después de tomar un relajante baño y cepillar los sedosos rulos de mi cabellera, recibí una misteriosa invitación desde la Academia de Magia y Hechicería.

     

    —Rasputín— nombré hacia el zorrito albino —hoy iré a U S A.

     

    Deslizando la bata de mis hombros, acaricié con las manos las prendas que había escogido para usar; una falda con capas de encaje, una blusa transparente de algodón, una cazadora de cuero negra y un par de botines neutros. Mientras me vestía aprovechaba el instante para recitar las letras de una nueva melodía que había aprendido, y a la par, sentía la satisfacción de haber concluido con las mejores calificaciones el período de Básicos en la academia. Acabando de subir el cierre de la cazadora, sacudí mi larga cabellera rubia, acomodando una fracción de cabello suelto sobre mi hombro derecho, dejando las ondas naturales moverse a sus anchas por la espalda.

     

    —Vámonos— dije minutos después invocando a Chelsea, mi elfina. Quien después de hacer una reverencia, extendió su manita envolviéndome con su magia y transportándome hacia otro escenario.

     

    Cuando el vértigo aminoró, me vi a mitad del central park, iluminada ligeramente con las luces del cielo y algunos fuegos artificiales que iluminaban el cielo nocturno esa noche de julio «uh… muggles» me dije sonriendo al notar la celebración que acontecía horas atrás. Guardando mi varita en el bolsillo, despedí cariñosamente a mi elfa personal, agradeciéndole el gesto de volver por mí apenas me sienta aburrida o perdida. Observando los detalles del lugar, caminé por el parque extendiendo la palma de mi mano para asegurarme de que no lloviera, deteniéndome frente a un árbol de peculiares ramas «¿Qué clase de árbol…?»

     

    Durante mi observación, el tacto frio de un objeto sobre mi mano me distrajo, girándome para encarar a quien me había dejado el misterioso artefacto, sin embargo… nadie estaba ahí. —¿y esto?

  8. El camino hacia el grupo se me hizo más extenso de lo que esperaba, quizás porque había aminorado la velocidad en los suaves pasos que daba a lo largo de un sendero marcado por flores. Los pétalos rosados, amarillos y celestes danzaban junto a la brisa del viento, perfumando una atmósfera delicada llena de sensaciones y aromas dulces. Acomodando los rubios rulos detrás de mi oreja, amplié la línea de mis labios en una cómoda sonrisa, contagiándome de la conmoción azucarada del momento; apreciando los cálidos luceros asentarse sobre mis altos pómulos perforando afectuosamente aun más los hoyuelos de mis mejillas.

    Cuando la última ráfaga de viento batió contra mi cabellera, limité mi mirada hacia el conjunto de estudiantes alrededor de las profesoras. Mi sonrisa mantenía la misma intensidad desde el momento que bajé de la escoba; me había refugiado en la calma del lugar, apoyándome contra la rugosa corteza de un sauce, conservando ambos ojos en secreto debajo de las largas pestañas que se extendían ondulantemente sobre el borde de mis párpados, embelleciendo la beldad natural de ésta híbrida bajo la sombra del hermoso paisaje. Lentamente mi cuerpo se volvió una hoja más sobre la tierra, perdiéndome entre la belleza de las flores y obviando que me hallaba a mitad de una clase importante.

    Obligándome a levantarme del espontáneo asiento, mordí mi labio inferior tratando de tolerar la sensación en mi pecho de un incontrolable anhelo hacia el lugar, tragando junto con este deseo la percepción de libertad al volar «una valiosa emoción». —no sufras Fengari… ya volveremos otro día.

    Hablando a solas conmigo misma, me detuve a unos pasos de mis compañeros, cruzando los brazos a la altura de mi pecho. Las brisas veraniegas parecían escasear conforme las estaciones cambiaban, por lo que las delicadas ráfagas se convertían en una exquisitez soberbia ante el calor del sol «a todo esto… ¿Dónde dejé mi abrigo?». En aquel instante, en tanto me disponía a averiguar el paradero del saco con la vista, la habitación sufrió una nueva transformación, desvelando los fríos ambientes de unas lúgubres mazmorras «¿y aquí como encontrare mi saco?». Pensando sobre la pregunta rebusqué con la mirada la abrigadora prenda rosa, deteniéndome súbitamente con un respingo al oír sorpresivamente una voz familiar «¡dioses!». Leha se encontraba a mi costado, observando tal vez mi mueca de desconcierto oscilando entre la alegría y el susto al notarme tan “entretenida”. —¡hey!

    —Hola Leha, que bien que hayas sido tú… «Imagina a una de las profesoras encontrándote distraída Fengari» —cavilé un instante, negando con la cabeza y parpadeando varias veces para recobrar el mohín amical de antes y continuar— y no otra persona… bueno ¡olvídalo! ¡Qué bueno que estés aquí! —dije pasando mi brazo por debajo de su codo, para atender a la explicación de las brujas.

    En el centro del calabozo, un misterioso objeto similar a un mueble se centraba a mitad del lugar; alrededor de éste, la Black Lestrange dejó caer un hilo plateado hacia el interior del «pensadero» transmutándonos dentro de sus memorias a su primer día de trabajo. Lo sabía porque poco antes de ver a una Mía adolescente, todo nuestro alrededor había cambiado. —¡Genial! —murmuré conteniendo el entusiasmo por la experiencia a vivir.

    Después, fue el turno de la Weasley, realizando el mismo procedimiento que la anterior bruja, pero ésta vez mostrándonos otra cara del primer día de empleo. Conteniendo todas las indicaciones anteriores, esperé mi turno para compartir la memoria indicada «¿y ahora que recuerdo será preciso?» , y con una mueca de abatimiento y frustración, junté mis nerviosas manos frotando mis dedos durante mi auto-reflexión. Observando el asentimiento por parte de una de las institutoras, me acerqué al pensadero rescatando mi varita del cinturón de mi vestido, con las pupilas fijas en la lámina abstracta de una bandeja, llevé lentamente la punta de mi varita sobre un costado de la frente, con los ojos perdidos en los recuerdos, dejé que el bác*** de Haya absorbiera la visión hasta dejarla caer sobre la mágica fuente.



    «º» Flash back «º»


    Cuatro meses atrás.

    Un vampiro altivo se encontraba apoyado contra el marco de una ventana, misterioso y “solitario” ensimismado en la inobservable visión detrás del cristal. El amplio salón de porte colonial, semejante a la habitación de una fortaleza monárquica, se mantenía en silencio a excepción del suave canto de una pequeña niña rubia —de unos once años de edad aparentemente— con los cabellos rubios sueltos cayendo tras su espalda y un relicario abierto con la fotografía de una mujer rubia. Mientras la nívea damita continuaba su armoniosa canción, sus pequeñas manos sostenían varios pergaminos con sellos del Ministerio de Magia, además de cartas personales de su madre —una mujer influyente en el Ministerio de Magia— dónde le relataba sus casi interminables ascensos laborales.

    —¿y te gustaba trabajar en el Ministerio de Magia más que en Diagón? —preguntó la rubia al mago.

    El hombre, de tés pálida como la porcelana, fijó sus ojos de color hielo hacia la pequeña, y sosteniendo la inocencia del celeste de sus orbes, pareció sonreírle volviéndose nuevamente contra el cristal del ventanal. El rostro de la hermosa niña transformó la curiosidad en asombro, y posteriormente en pesar al no obtener respuesta inmediata. A su lado y sobre la alfombra, había muchos frascos llenos de líquido rojizo, brebajes de origen animal que la joven Fengari se negaba a beber después de apenas haber sorbido un poco.

    —Mamá es muy buena en su departamento— comentó nuevamente la niña, aferrándose a una muñeca recién enviada por la elfina de la mansión Black Lestrange —y tú también fuiste director—. Comentó fijando sus hermosos ojos contra la postura del vampiro, quien tenía la espalda descubierta y tatuada con una serpiente ensortijada en un cráneo sobre uno de sus omoplatos —yo también seré como tú y mamá ¿cierto?

    El Black Lestrange rápidamente intuyó la razón de su última oración, poniéndose rígido durante el preludio sigiloso que dominaba el salón del palacio.

    —El Ministerio de Magia es como el ajedrez, tienes que saber moverte si quieres crecer como funcionario y como mago —respondió asegurándose de que la niña entendiera el sentido de su respuesta.— lo harás muy bien cuando sea tu turno. Pero en Diagón tienes la libertad de hacer lo que te plazca, puedes convertir tu patio de juegos en un exitoso local o puedes convertir un exitoso lugar en tu refugio. —agregó el hechicero dedicándole una sonrisa cómplice a su hija.

    —¡súper! Entonces yo quiero trabajar en Diagón —convino Fengari levantándose de la alfombra lila donde estaba sentada, dejando caer los pergaminos de su falda y apoyando la muñeca contra las botellas de sangre, aproximándose después hacia su padre, para contemplar lo que éste veía; una feria a los pies del castillo Grimaldi—. Tus locales en Diagón son míos ¿cierto? —Preguntó la híbrida dibujando con la yema de sus dedos, su nombre sobre la empañada ventana—. Y cuando haga frío beberé ese café y leeré esos libros de los que tanto hablas —suspiró sonriendo ampliamente a su progenitor— ¿verdad que seré la mejor empresaria?

    —pero también quiero trabajar en el Ministerio, y aprender a jugar mejor que los demás, cómo tú y cómo mamá —agregó sonriéndole ésta vez al tatuaje tenebroso de su papá. A pesar de su corta edad, Fengari había asimilado conocimientos exorbitantes en tiempo record, por lo que ya fijaba los próximos quehaceres que haría a su retorno a Ottery.

    «º» Fin de Flash Back «º»




    http://i.imgur.com/vEVUbvO.jpg




    Datos Personales:


    Nombre del Personaje: Fengari Neraida Ieiael Hayleen Snow Black Lestrange

    Sexo: Femenino.

    Edad: Adolescente, 14 años aparentemente — 1 año de edad biológicamente.

    Nacionalidad: Luxemburguesa

    Familia(s):

    • Black Lestrange



    Padre(s) Sanguíneo: Zeth Black Lestrange & Mía Black Lestrange

    Padre(s) Adoptivos:

    Trabajo: --

    Poderes Mágicos:


    Rango Social: Aprendiz

    Bando: Neutral

    Rango dentro del Bando: ——

    Nivel de Poder Mágico:

    Puntos de poder en objetos
    :
    20


    Hechizos adicionales: ——


    Puntos de poder en criaturas
    :
    0


    Criaturas controlables en asaltos y duelos: ——


    Habilidades Mágicas: ——


    Conocimientos Especiales: ——



    Perfil del Personaje:


    Raza: Vampiro.

    Aspecto Físico:


    Fengari es una híbrido con tendencias físicas vampíricas con rasgos peculiares; nacida de madre humana y padre vampiro. De 170 centímetros de postura soberbia y mirada soñadora. Heredó la piel extremadamente pálida de sus antecesores Black Lestrange, pronunciándose más por el lazo directo con su padre, Zeth. Sus grandes ojos, son delineados por espesas cortinas rizadas de pestañas oscuras, afinando su singularidad un grupo pequeño de hebras pigmentadas de color plateado por naturaleza, casi a cada extremo de la línea del párpado. Tiene los orbes de un tono celeste, que a veces parece ser de color lila o verde, acentuándose los diferentes pigmentos debido a las sustancias ingeridas (comida ordinaria mantiene el color celeste, sangre animal da como resultado el color verde y sangre humana entinta sus orbes de lila). Su cabellera es larga y platinada, de mechones desiguales que caen sobre sus hombros y espalda como cascada, rubia al igual que su madre Mía; sus mejillas son acuareladas con un suave rosa, coloreando también sus gruesos labios con delicadeza. Su vestimenta es espontanea y cómoda pero con tendencia en los vestidos vintage; cintas de colores brillantes, vestidos de capas y románticos, telas de colores suaves y pasteles.


    Cualidades Psicológicas:

    Fengari es una niña especial, cuyos conocimientos se rigen en base a experiencias ajenas de historiadores y libros, aparentemente madura y emocionalmente estable; sin embargo, lleva consigo siempre una sensación de ansias y sed de conocimientos. Es sociable pero a su modo, puesto que le aterra los grupos grandes de personas, además es desconfiada por naturaleza, así que tiene un juicio premeditado con las personas que apenas conoce. La mayoría del tiempo es tierna y alegre, serena y con momentos de efusión explosiva por detalles insignificantes, como por ejemplo; el nacimiento de una nueva criatura, un sabor diferente en el helado, el color exuberante de las alas de las mariposas.

    Es sumamente amiguera y leal, adora la naturaleza, los animales y cree fervientemente en la importancia del respeto de cada forma de vida. No obstante, en sus venas corre la sangre mortífaga Black Lestrange, linaje puro del que ella está consciente, por lo que no le aterra herir a las personas —según los libros que ha leído, las guerras han existido desde la creación del mundo, todas con una causa verdadera y una razón de ser—, anhelando convertirse en la mejor duelista y acabar con la imagen delicada que su belleza nativa proyecta. Sus cambios de humor son frecuentes, debido a la rapidez con la que tuvo que desarrollarse su psiquis y personalidad, así que es normal que en cualquier momento sonría o se entristezca como reacción.

    Su enojo se da cuando siente que atentan contra sus ideales o seres queridos, lo cual desata una ira contenida hacia la maldad del mundo que ella no intenta bloquear, motivo por el cual siempre tiene sus dudas sobre el juego de bandos en Ministerio de Magia. Y a pesar de sentir que está en el lado equivocado, ella le será tan leal como sus padres, porque la herencia ideática y los lazos sanguíneos tienen más valor que los ideales individuales. Tiene una relación especial con su padre, al ser su última hija sanguínea; el lazo paternal es alimentado por el respeto y los profundos conocimientos de ambos, compartiendo pocos viajes juntos, pero acrecentando su relación con los más pequeños detalles. Con su madre, la relación es más amical, cual hermanas. Convirtiéndose Mía, en su mejor confidente y maestra, la mujer que ella desea ser.


    Historia:

    Fengari nació una noche de luna llena, desconoce los detalles del alumbramiento de su madre, pero reconoce claramente a sus padres como una pareja con un lazo irrompible de comprensión, lealtad y amor. Nació de la unión de su padre vampiro y su madre humana, ambos medios hermanos, regalándole a Fengari la particular mezcla de ambas razas. Como un ser hibrido, se desarrolla física y sicológicamente rápido, ampliando sus sentidos con una mayor visibilidad y una audición poco mas evolucionada de lo normal.

    Con solo días de nacida es llamada por su madre como Hayleen Black Lestrange; no obstante, después del embarazo, la rubia se encuentra en un entorno confuso debido a la concepción de la niña, por lo que se la entrega a su hermano Zeth para que éste se haga cargo de ella y la eduque como su único padre, renunciando aparentemente la Black Lestrange como madre de Fengari. Él acepta complacido con la idea, comprendiendo la situación perfectamente —pues éste se encontraba teniendo otra relación con otra bruja— y adoptándola legítimamente como su hija, llamándola Fengari Snow. Al pasar los meses, deja a la niña en un monasterio muggle, donde unas religiosas cuidan de la pequeña hibrida que crece extraordinariamente, maravillando a las mujeres que ven en ella un milagro. Apiadándose de la encantadora creatura y ocultándola tras el nombre de Fengari Snow Black Veill.

    Tiempo después, su madre se une formalmente con su madre Mía; en una maravillosa ceremonia nupcial donde la pequeña asiste en brazos de su media hermana Kassandra, además de al cuidado y respaldo de los elfos insignias de la familia Black Lestrange. Después del casamiento y la luna de miel. Zeth decide llevarse a la pequeña Fengari a un viaje casi interminable, con la intención de ocultar a la infante de aparentemente unos 7 años de edad del mundo mágico y permitirse educarla lejos del ajetreo de un Ministerio de Magia titubeante ante la guerra silenciosa de los bandos. Entre libros y amigos que conoció durante la larga travesía, la pequeña Fengari creció rápidamente alimentando su mente de las experiencias vividas por otros, adentrándose al mundo de los libros y viviendo junto a sus héroes de papel la sensación y la libertad de una vida libre. Meses después, el mago decide regresar a la niña a los brazos de su madre, acompañándola a su retorno y despidiéndose de ella para que éste se impulsara en un nuevo éxodo, ésta vez a solas.

    A su vuelta a Ottery, se encuentra con su progenitora quien la recibe en su hogar y la tiene a su cuidado y protección en la mansión donde ésta es matriarca. De esta manera, Fengari adopta el nombre de Fengari Neraida Hayleen Snow Black Lestrange, registrada oficialmente como Fengari Snow Black Lestrange en el Ministerio de Magia. Con la ausencia de su misterioso padre y la ilusión de conocer a su madre —una notable hechicera ilustre del Ministerio de Magia—, intenta seguir los pasos de ella, encontrando en su corto camino, sus propias cualidades y deseos. Además, viviendo una nueva aventura: conocer a sus nueve hermanos. Actualmente cursa la Academia de Magia y Hechicería, y espera los resultados de la postulación de su primer empleo como Aprendiz en la Oficina para las Relaciones Ministeriales, en el Departamento del cuartel general de Aurores, conjuntamente anhela que su padre vuelva para heredarle todos sus locales en Diagón.


    Pertenencias:


    Objeto Mágico Legendario: ——

    Objetos Mágicos:

    • Objeto 1: Varita Mágica.
      Clasificación: AA
      Puntos de poder: 20



    Total puntos de poder en objetos y pociones: 20 puntos.

    Mascotas y Criaturas:

    • Criatura 1: ——
      Clasificación: ——
      Puntos de poder: ——



    Total puntos de poder en criaturas: 0 puntos.

    Criaturas en la Reserva: ——

    Elfos:

    • Chelsea




    Licencias, Tasas, Registros:


    Licencia de Aparición: No

    Licencia de Vuelo de Escoba: No

    Registros de Raza: Vampira

    Registro de Elfos Domésticos: Chelsea



    Otros Datos:


    Curiosidades:

    • Nació una noche de luna llena, el día que más nevó.
    • Heredó el cambio de color de orbes de su padre, y el cabello casi platinado de su madre.
    • Su nombre significa Luna.
    • Su patronus es un aethonan blanco.
    • Su boggart es un ataúd encerrándola bajo tierra.
    • Su varita es de madera de haya con ornamentos de plata, flexible con núcleo de pelo de unicornio.



    Cronología:

    • Julio — Cursa la Academia de Magia y Hechicería.
    • Agosto — Es aspirante a la Marca Tenebrosa.



    Premios y reconocimientos: ——



    Links de Interés Referentes al Personaje:


    Link al Perfil de Comprador MM: ——
    Link a Bóveda Personal: Bóveda personal
    Link a Bóveda Trastera: ——
    Link a Bóveda de Negocio: ——
    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda familiar
    Link a Bóveda Familiar 2: ——


  9. Mientras aguardábamos a que nos atendieran, observé todo el orden que imperaba en el departamento, a comparación del anterior, aquí las oficinas se encontraban separadas y apartadas en diferentes habitaciones, o eso pensé a primera vista. Por lo que la recepción colisionaba cuando nos empezábamos a agrupar a pedir información. De esta manera, esperamos algunos minutos, distrayéndonos en ver la decoración del salón, o contando las luces de la lámpara en forma de araña que iluminaba el espacio.

     

    Así mismo, me tomé algunos segundos para acomodar mi cabello, armando las suaves ondas con mis dedos y dejándolos caer en mi espalda como una cascada de pálido oro líquido. Acomodé las mangas de mi abrigo y revisé el interior de mis bolsillos, incluso admiré los ornamentos de mi varita después de alabarla y mimarla, como si el bác*** mágico de Haya me escuchase, hasta que los pasos de un mago o pareció acercarse a nosotras con cierta voz familiar, demasiado familiar. Ladeando mi rostro y sintiendo como los hoyuelos de mis mejillas se profundizaban, sentí la presencia de mi madre aproximándose a nosotras mucho antes de cuando se posicionó delante de nosotros.

     

    —hola… —respondí a la Black Lestrange, esforzándome por no decirle “mamá”.

     

    Y recibiendo mi formulario, cogí una pluma del mostrador, apresurándome en resolver con cuidado y agilidad, los datos que nos pedían. Cundo llegué a los datos que no podía contestar, llamé a recién adquirido elfo para que me ayudase, quien se materializó sin demora.

     

    —¡Chelsea! —exclamé con una gran sonrisa, feliz de tener a alguien para que me acompañase. Agachándome para poner mi rostro al alcance de sus oídos, le dije: —Chelsea, por favor ve donde mamá y dile que firme donde aquí— le expliqué señalando el renglón en blanco y haciendo un gesto para que la elfina viera a la Black Lestrange. —y trae el formulario de inmediato para poder regresarlo al encargado.

     

    Formulario del examen de vuelo:

     

    Ficha de Identificación Personal:

     

    • Nombre del examinado: Fengari Snow Black Veill
    • Enlace a su ficha personal: Ficha personal
    • Persona a la que se avisará en caso de terminar en el Hospital San Mungo: Mía Black Lestrange

     

    Consentimiento informado:

    La escoba es el único objeto legal como medio de transporte que no necesita ser registrado. Es una de las formas de transporte mágico más utilizada y aceptada en Gran Bretaña, aunque es algo cultural. En el pasado, los magos eligieron la escoba como medio para volar por ser discreta, barata y fácil de llevar.

     

    Los alumnos de RB de la Academia de Magia y Hechicería que hayan sido mandados al Departamento, deberán recurrir al Consejo Regulador de Escobas para realizar el examen. Con esto se sabrá si el mago o bruja está capacitado para manejar el medio de Transportes.

     

    Yo, Mía Black Lestrange, madre de Fengari, he leído y comprendido el presente informativo, asumo los riesgos que menor hija corre al realizar el examen de vuelo y libro de toda responsabilidad al Departamento de Transportes Mágicos.

     

    http://i.imgur.com/mjeZn1u.png

    Firma del responsable

    Mía Black Lestrange

     

     

    Ya con el formulario resuelto, se lo entregué a Dylan, para que lo revisara y me confirmara que todo estuviese en orden, preguntándole: —¿está bien?

  10. El cielo azul era el único testigo de nuestro encuentro, junto a las estrellas que trataban de competir contras las luces resplandecientes de los juegos mecánicos… realmente tenía muchas ganas de jugar en los carritos chocones, o subir a la montaña rusa «quiero un algodón de azucar». Anhelante y encantada por el duelo, observé el impacto de mi hechizo en el vestido de la Haughton, transformándose en una babosa avispa marina, la cual la envenenó de inmediato con tan solo rozarla. Suspirando extendidamente, sonreí ante el cosquilleo de las flechas aún perforando la piel de parte de mi torso izquierdo, el dolor había cedido minutos antes y aunque aún me sentía incómoda, era una incomodidad que podía sobrellevar, mas que nada porque me había vengado con creces el atrevimiento.

     

    Jazmín había sido mi primera amiga en Ottery, a quien había invitado en mi casa y a la que le había entregado mi amistad, pero el tiempo hizo que nos alejáramos y sin respuesta alguna había abandonado nuestros lazos de amistad. Cerrando los ojos, hice un mohín al llevar mi mano izquierda tras mi nuca, para batir los ondulados mechones de mi cabello hacia atrás «osh! malditas flechas» pensé. Exhalando lentamente, pestañeé manteniendo a la bruja centrada en mi campo visual intentando curarse el sectusempra con un hechizo «no tendré piedad de ti Jazmín», y realizando una floritura para mi siguiente encantamiento, musité nuevamente:

     

    —Sectusempra —y de mi varita un rayo nació de color plateado, impactando sin clemencia nuevamente en el estómago de la Haughton, mucho más debajo de donde la avispa marina aun se encontraba pegada, dejando los estragos del veneno recorriendo los torrentes sanguíneos de la hechicera.

     

    —Creo que deberías quitarte el veneno —sugerí sinceramente, observando los efectos sangrantes del sectusempra adicionarse a su delicada condición.

     

    «Concéntrate Fengari, no te distraigas» me decía ignorando las oraciones de mi oponente, sabía que estaban cargadas del mismo veneno que la avispa, y por más que intentara que me rebajara a su paralelismo, no lo lograría «yo no soy como tú. No me perderé haciendo las pataletas de una niña». Después de mi hechizo la escuché gritar un “silencius”, encantamiento que recibí gustosa puesto que no alteraba mis planes. Mordiendo los bordes de mi boca y chupándome el labio inferior, mantenía mi mente clara y disfrutaba unos segundos de los efectos del encantamiento, moviendo mis labios diciéndole inaudiblemente: «no se si perderás, pero yo me esforzaré por no dejarte ganar».

     

    La brisa empezaba a refrescarme las heridas, helándome la piel y ladeando los bordes de mi rojizo vestido, una hermosa creación con bordados de hilos negros y azules que había escogido exclusivamente para la ocasión «no me imagino yendo así a clase» medité sin quitar la vista de mi contrincante. Y enderezando mi postura, me quité rápidamente las flechas de su primer ataque, sacándolas sin temor ni dolor, respirando de forma coordinada hasta sacar la última flecha de mi muslo. Elevando mis pestañas onduladas, giré mi varita para curarme las heridas «episkey» cerrando todos los pequeños cortes y restaurando la suavidad de mi nívea piel, regresando mi báculo rosado a mi blanco principal “Jazmín”.

    —Jazmín, tu turno. Después, podríamos dar un paseo en la montaña rusa ¿no crees? ¿O serias capaz de lanzarme del vagón? —pregunté manteniendo una cándida sonrisa inocente.

  11. Quietecita y observando como mi primer encantamiento impactaba en las manos de la Haughton, sonreí cariñosamente ante la pequeña e inocente broma «eso solo fue una bienvenida afectiva» pensé, dejando a la lado los otros encantamientos que me tentaban hacer. Suspirando, seguí cada milímetro del crecimiento de uñas, deformando sus manos de manera espeluznante «quizás se me pasó la mano(? Un poquito» y al cabo de un indeterminado tiempo, logró finalizar el efecto dedicándome un mal gesto «definitivamente, no es feliz».

    —siento lo de tus manos «mentira, no lo siento». Por alguna razón, cuando tenía a alguien delante de mí dispuesto a atacarme, todas mis buenas intenciones se desvanecían.

    Su primera acción había sido utilizada para contrarrestar mi encantamiento; alzando la ceja ante la intención, troné los nudillos de mi mano izquierda observando en sus ojos la determinación de que iniciaríamos un duelo interesante. Sonreí ligeramente, concentrándome en los siguientes pasos que daría y en una estrategia que pudiera darme la victoria del encuentro. Acariciando con las yemas de mis dedos la varita de Haya, fijé mis verdes orbes en mi próximo blanco; extendiendo mi pierna izquierda delante, sintiendo la asperidad del suelo y girando mi brazo izquierdo como un escudo, cambié el agarre del báculo rosado sin dejar de apuntar en ningún momento a la hechicera.

    —no quiero que me lo dejes fácil. Quiero un buen duelo— le respondí sin inmutarme por su gesto. Y sintiendo la brisa acariciar suavemente mi rostro, ignoré su advertencia e inmediatamente exclamé:

    —sectusempra —de la punta de mi varita un rayo plateado viajó hasta el bajo pecho de la bruja, colisionando con crudeza sobre la delgada tela de su vestido hasta hacer jirones su piel; profiriéndole un golpe que le ocasionaría graves heridas en la zona alta de su abdomen.

    Observando las manchas de sangre en su pecho, fijé mi atención en una docena de pequeñas flechas que salieron despedidas desde su varita e impactaron sobre mi pierna y brazo izquierdo, además de cayendo un par sobre mis costillas. Cerrando los ojos e inhalando del aire viciado del parque de juegos mecánicos, me obligué a concentrarme «no te descontroles, no te descontroles, no te descontroles» en mi siguiente acción. Separé mis onduladas pestañas atisbando con tirria a la péquela hechicera, con la varita lista en mi blanco y mis ojos quietos sobre la bruja, susurré:

    —morphos —mi varita señalaba el vestido coral de la Haughton, haciendo que éste se convirtiera súbitamente en una avispa marina que se impregnó en su pecho, envenenándola con el tacto y profiriéndole una amenazante agonía.
  12. Me encontraba a la mitad de un gran escenario, un estacionamiento abierto amplio de piso compacto de graba, lo sabía porque estaba descalza sintiendo la textura del suelo. Tenía una túnica de estilo chino muy ceñida al cuerpo, con el cuello característico atado con delgados hilos, y la vasta por sobre las rodillas, con significativas aberturas a los lados. Mientras me ubicaba en mita de la nada, observaba mí alrededor, donde un par de coches se encontraban aparcados a más de treinta metros. Y en el fondo de éstos, podía observar las luces de una rueda de la fortuna, la montaña rusa y muchos otros juegos mecánicos con incandescentes colores.

    —wow… que buen lugar —musité descendiendo la vista, al parecer el parque encantado, se encontraba vacío, por lo que era idóneo para la actividad que tendríamos allí.

    Llevando mi mano hacia el moño formado de mi cabellera rubia, quité la varita de Haya dejando caer mi cabellera contra mi espalda, y sosteniendo con firmeza el delgado báculo rosado, aguarde a la llegada de mi oponente. La aceché asegurándome de cuidar mi perímetro, a mitad del aparcamiento donde nada estaba más cerca de mí que solo mis zapatos de tacón apartados a tres metros de mí. Y cuando apareció en mi campo visual la saludé sonriendo ampliamente, siguiendo todos sus movimientos y manteniendo mi postura de ataque.

    —Crece uñas— dije mentalmente hacia Jazmín, observando los efectos del encantamiento. Las uñas de la bruja rápidamente crecieron, haciendo que la varita se le resbalase entre las garritas, todo con la finalidad de que no pudiera usar correctamente su varita. —sorry con la manicure.

  13. Me había mantenido quieta a lo largo de varios minutos, sintiendo como mi pecho se inflamaba con cada inhalación a la par de mi acelerado pulso. Siempre inmóvil, observando como la puerta de madera parecía deformarse una y otra vez en mi mente, proyectando una extraña sensación de inestabilidad; cómo si los brazos fantasmales nuevamente me llevaran hacia la oscuridad de su interior, atándome invisiblemente y obligándome a morir encerrada en una caja de madera, donde el olor a caoba se penetraba en mis pulmones, tan profundo como las astillas y el frio hincándome en la piel.

    Cuando empezaba a perderme en mis profundos miedos, escuché la voz de la profesora Westrong llamando nuestra atención. Resistiéndome, y como si me encontrara bajo los efectos de un encantamiento, giré mi cuerpo lentamente arrastrando la conexión visual que tenía con el armario «realmente eres…» me negué a terminar la oración. No me sentía ansiosa, tampoco guardaba temor dentro de mí, aunque sabía que la “valentía” era un arma de doble filo. —tal vez debería pedir permiso para retirarme— dije hacia una columna de carácter colonial —¿crees que me dejen salir?— mis pupilas se fijaban contra el ornamento gastado alrededor de la poste —también tu me ignoras.

    Sintiéndome aislada al observar a todos mis compañeros alrededor de las brujas, me obligué a sentarme sobre mis talones en el suelo, ignorando el cambio en el mismo y atendiendo indulgentemente a las voces que sobresalían del murmullo de los aprendices «ash no puedo oír con sus susurros». Mascullando insípidamente lo que Aime comentaba, maldije por lo bajo al hallarla tan complacida por el ejercicio. Inhalando y exhalando como si estuviera en una clase de yoga, seguí con la mirada ha Mía, quien terminó la idea de la profesora Weasley sobre los miedos y la importancia de vencerlos. Torciendo las cejas, como exclamación a la idea anterior, di una honda inhalación poniéndome en pie, acercándome hacia una de mis compañeras.

    —Leha— dije en voz baja hacia la joven peli-negra, pero al parecer ésta no pudo llegar a escucharme, caminando hasta su lado, me detuve sin quitar la vista de las profesoras, quienes nos observaban por momentos, e insistiendo nuevamente pregunté —Leha… ¿sabes de qué están hablando?

    De pronto, nuevamente la sala empezó a deformarse, arrastrando las formas y convirtiéndolas en nuevas vistas «adoro ésta sala» pensé al notar los rayos de sol cayendo sobre mi rostro. Un amplio bosque se dibujaba delante de nosotros, con arboles grandes pero separados por libres jardineras de extensos campos de flores. Sonriendo, me animé a quitarme el cálido abrigo, dejándolo sobre el mullido pasto, donde algunas mariposas se habían posado resaltando sus iridiscentes colores sobre el fondo rosado, el canto de los pájaros se escuchaban con claridad además de la suave fragancia de la naturaleza. —esto está mejor, mucho mejor.

    Extendiendo los dedos de mi mano derecha, observé con delicadeza cómo una amarilla mariposa descansaba sobre mi índice, batiendo con elegancia sus delgadas alas. Durante unos segundos pudimos disfrutar del notable cambio de escenario hasta que la Malfoy se refirió a nosotros con recientes premisas. Apenándome por tener que abandonar a mi nueva amiguita, suspiré impulsándola a volar, dedicándole un amable gesto en tanto corría hacia las dos filas que se habían formado delante de Mía. Ubicándome en la de la derecha, acomodé la trenza de mi cabello sobre mi hombro derecho, atando con fuerza la cinta al final del trenzado.

    Girando mi atención hacia mi lado derecho, observé a una quieta escoba en posición horizontal a mi lado, que me acompañó durante la espera de mi turno. Al llegar mi turno, me dirigí a la escoba diciéndole: —bien es mi turno, así que por favor pórtate bien— susurré, para agregar con voz más determinante —ven aquí.

    Repentinamente la escoba vibró de forma extraña y se elevó golpeándome suavemente la palma derecha que tenia extendida «ufff eso estuvo cerca». Mordiendo mi labio inferior, me acomodé montándola mientras me duraba el perfil de seguridad «no dudes» y aferrando mis manos al mango del escobajo me incliné hacia delante, sintiendo una leve sensación de frenesí poco antes de que el objeto me llevara volando hasta el final de un sendero. A través del camino, observé las hojas de las ramas altas intentar alcanzarme, mientras más rápido avanzaba, más sentía el aire rozar mi rostro y arrastrar los largos mechones de cabello junto con la brisa fresca.

    La velocidad aumentaba conforme volaba en línea recta, pero cuando me tocó la primera curva, me obligué a ladear la escoba para disminuir la vivacidad de mi planeo, girando con gracia y una gran sonrisa sobre mis labios al realizarlo correctamente. Durante varios minutos, surqué grupos de arboles, atravesando ramas bajas y girando en el aire para cambiar de dirección, aunque aún no había intentado volar al revés, me sentía complacida de haber podido desarrollar la actividad decentemente. Cuando me indicaron que debía volver, levité lentamente hasta las filas, descendiendo de la escoba con los hoyos de mis mejillas marcados por la risa.

    —¡eso fue genial!


    OFF
    Dpto de Trasnportes Mágicos: Examén de Vuelo
    Dpto de Criaturas Mágicas: Registro de raza - entrada / Registro de raza - formulario / Registro de raza - aprobación
  14. Dentro del elevador, todo parecía más pequeño, aunque las personas me parecían más grandes. El departamento al que nos dirigíamos, se encarga de regularizar todos los medios de transportes mágicos del Ministerio; como por ejemplo, las red Flú o el vuelo en escoba «después de esto pediré una Nimbus 2014» pensé torciendo mis labios. Suspirando, me presioné contra la pared, observando los avioncitos de papel que se habían introducido junto a nosotras en el ascensor, levitando y planeando tensamente sus alas sobre los sombreros de punto de algunos magos. Sonriendo, bajé la vista observando a Leha a mi costado, a quien le había tomado del brazo, para evitar separarnos nuevamente en la pugna por salir primero del elevador.

     

    Cuando la vocecilla indicó que nos encontrábamos en la sexta planta, aguardamos a que salieron primero las personas que se encontraban cerca de la puerta, siguiéndolas después rápidamente, para no quedarnos atracadas en otro piso desconocido.— ¡Leah!— exclamé cuando ella salió antes que yo —espera no me dejes.

     

    Sosteniéndome fuerte de su brazo, logré surcar los cuerpos rígidos de las brujas, bajando a tiempo del cubículo. Tomando aire, alisé mi abrigo formulando una sonrisa hacia mi compañera. —siento que ya quiero hacer mi examen de aparición. Pero ésta vez nos pidieron el de vuelo— confesé con cierta tristeza, así que suspirando extensamente, me agarré del codo de la Myrddin, mientras caminábamos apenas un par de pasos hasta la recepción, donde una mujer se mostraba amable a atendernos. —¿Crees que demoren en atendernos?— susurré a la vampiresa —¿así como esperamos en el otro departamento?

     

    —buenas tardes. Venimos de la Academia de Magia y queremos registrarnos en la oficina de Centro Examinador de Aparición y el Consejo Regulador de Escobas, para nuestro examen de vuelo— musité a la recepcionista.

  15. Mientras aguardábamos a que el empleado revisara nuestros pergaminos, dejé con cuidado la pluma que nos había prestado antes para graficar sobre el formulario. Observándola con cuidado, la noté habitual «uhhh pensé que tal vez su plumita fuera de fénix o algo alocado como eso… que decepción», así que tratando de causar más alboroto de los que ya habían en el salón, la dejé sobre el porta lapiceros de una esquina del escritorio. Momento después, un joven de cabellos rubios, se aproximó hacia nosotros concediéndole un descanso al hombre que nos atendía. Presentándose como el encargado de la oficina, se dispuso a revisar nuestras fichas.

     

    Sonriendo, esperé nerviosa a que acabara de revisar las respuestas que había dado, entre tanto entrelacé los dedos de mis manos a la altura de mi pecho, batiendo mis pestañas periódicamente mientras me fijaba en cada renglón que el mago releía. Algo nerviosa, empecé a tronar los huesos de mis nudillos, no obstante, poco después de unos minutos, el mago aprobó mi ficha, devolviendo la de Leha para que la rehaga. Acotando además, que podíamos registrar también a nuestros elfos. Acompañando a la vampira hacia el rincón donde habíamos resuelto los formularios, esperé a su lado hasta que acabase, acompañándola nuevamente hasta donde se hallaba Franco.

     

    —¡genial! Ahora podremos registrar a nuestros elfos— respondí a Leha ante la confirmación del mago, cogiendo un pergamino para mi y otro para Leha, además de una pluma, me acomodé en el mostrador para resolverlo rápidamente, entregándoselo al Myrddin.

     

     

    Ficha para el Registro de elfos

    Nombre del elfo: Chelsea

    Indicar si sirve a un mago/bruja, familia o negocio: bruja

    En caso de servir a un mago/bruja

    • Nombre del mago/bruja: Fengari Neraida Ieiael Hayleen Veill Snow Black Lestrange
    • Tiempo en el que lleva sirviendo al anterior: una semana
    • Nombre de quien lo registra: Fengari Snow Black Veill

    En caso de servir a una familia o negocio

    • Apellido de la familia/nombre del negocio:——
    • Tiempo que lleva sirviendo a la misma: ——
    • Nombre de quien lo registra:——

    Link de la ficha de personaje, registro de negocio o registro de la familia para la que sirve el elfo: Ficha de Fengari

     


  16. Mientras aguardaba a la espera del encargado, me volví para observar mejor el lugar donde nos encontrábamos; distinguiendo además de las personas presentes, muchos papeles empilados sobre columnas «realmente son bastantes formularios» pensé observando anonadada a la cantidad de pergaminos que sobresalían de los bordes de los escritorios. Suspirando aliviada por meditar mejor el lugar donde quería trabajar como aprendiz en el Ministerio, me atreví a dar un paso hacia los cubículos donde atendían un par de hechiceras.

    Sin embargo, antes de dar un segundo paso lejos de la recepción y más cerca del bullicio y el desorden de los otros escritorios, la intervención de un hombre llamó mi atención, sobresaltándome para ser sincera. Respondiendo tan solo con un: —hola…

    El atento empleado, nos explicó amablemente lo que debíamos hacer y dónde hacerlo. Tomándose unos segundos para expedirnos unos pergaminos y un par de plumas con las que podríamos rellenar los formularios. Asintiendo a todo lo que nos decía, miré de reojo a Leha quien estaba buscando con la mirada un espacio idóneo para resolver nuestros formularios, y señalando un lugar apartado donde podíamos acomodarnos para escribir; haciéndole caso, la seguí hacia un escritorio casi vacío «casi vacío… me pregunto si… ¿estos documentos son oficiales?» pensé levantando unos oficios que después dejé en un extremo.

    —Creo que éste sería un excelente momento— dije respondiéndole a Leha —porque aquí siempre están ocupados…— agregué dando un suspiro.

    Acabando mi formulario, lo revisé nuevamente para ver que no haya cometido errores, después lo entregué junto con el de Leha. —Aquí tiene— ofrecí el pergamino, haciendo después una mirada cómplice hacia mi amiga —disculpe, ¿aquí también se pueden registrar elfos?


    Ficha para el Registro de Vampiros

    • Link a la Ficha Personal: Ficha de Fengari Snow
    • Nombre Completo: Fengari Neraida Ieiael Hayleen Veill Snow Black Lestrange
    • Residencia: Mansión Black Lestrange
    • Vampiro desde: nacimiento
    • Mordido por: nadie
    • Dieta: comida ordinaria y sangre animal. Solo en ocasiones excepcionales sangre humana.
    • Cualidades Especiales: Percepción del aura (lee los estados de un individuo mediante el color de su aura). Encanto de la sirena(exclusivo de vampiresas, habilidad que hace que el canto de la vampiresa enloquezca a un determinado ser vivo, sólo si está demasiado tiempo oyendo su canto)
    • Situación que causa el enojo/descontrol: inhibición de sangre humana.
    • Aspecto Físico Caracterizador: piel nívea, y ojos de color cambiante de acuerdo al “comestible” ingerido: «verdes: comida ordinaria / celestes: sangre animal / lilas: sangre humana»


  17. Observé como el mago parecía bloquear mis ataques, y aparentemente los ataques de los demás mortífagos con una especie de barrera de agua, la cual; no debería ser eterna, y al cabo de su turno, la pantalla de agua se desvaneció instantáneamente dejándolo libre como una avecilla a quien disparar una flecha «eso fue tierno» pensé observándolo girarse para atacar a otras mortífagos. Asi que me giré para caminar a través del pasillo y encontrar a una bruja de espaldas.

     

    Por la luz que resplandecía delante de ella, supuse que no era de los míos, por lo que sin perder tiempo, cuidé que no hubiera nada cerca en mi perímetro, y me ubiqué a diez metros de ella, segura que desde allí nada ni nadie bloquearía mis ataques, realicé un par de florituras con mi varita de Haya, asegurándome de tener en mente el encantamiento que usaría.

     

    —Sectusempra—. exclamé señalando con la punta de mi varita de Haya hacia el odefo. El rayo platinado impactó sobre el pecho de Adr. Causándole ésta vez, varias heridas graves heridas sangrantes, y si no usaba alguna de sus artimañas, le urgiría curarse.

     

    —Sectusempra—. inquirí nuevamente mientras elevaba mi varita de haya contra mi oponente, originando un plateado rayo que viajó rápidamente hasta impactar en el estómago de Adr. Ocasionándole heridas sangrantes de gravedad, y por la ubicación del hechizo, dificultándole la respiración.

  18. Aguardaba de pie a unos diez metros del misterioso mago, Lestat; atenta a cualquiera de los movimientos que éste hiciera. Así que, observando mi alrededor, busqué con la mirada algún objeto que me sirviese, sin embargo, no tenía nada cerca, todo estaba a mas de quince metros de mi perímetro «realmente estoy en un lugar desolado… como siempre, aislándome del mundo. Debería aprender a socializar más…. Y eso me recuerda que debería estar en el Ministerio realizando los trámites que me pidieron en clase de Rol Básico» negando con la cabeza, esperaba que mis pensamientos se desvanecieran, y observando nuevamente a mi objetivo, aceché al mago manteniéndome quieta.

     

    —Bueno, tenemos que aprovechar el tiempo— susurré haciendo una floritura con mi varita ya alzada.

     

    —Avis— dije una vez más, invocando nuevamente a una docena de pájaros que se adicionaron a los otros grupos que tenía, su función era evitar ataques, bloqueándolos o simplemente hacer lo que yo les pediera.

     

    Aun asi, me sentía segura con los necrohand que me seguían, el encantamiento que Near había realizado para protegerme. Y si, necesitaba protección con los escases de encantamientos que podía usar por mi condición de aprendiz.

  19. Conforme iban llegando más magos a la peculiar reunión, me abalance hacia un extremo del pasillo donde me encontraba con la intención de poder salir a tiempo de ahí. Caminaba a través de los pasillos deshabitados, cuidando que nadie se me acercase a más de diez metros, aunque ello no era necesario, puesto que realmente estaba sola. «Bueno... esta es la parte en la que, como dice mi amiga: y la serpiente cayó del tercer piso» pensé sonriendo bajo la máscara.

     

    Dando saltitos sobre el extenso pasillo empedrado, sentía la presencia de las necrohand de Near protegiendome, además de los avis. De pronto, encontré a uno de los odefos que seguramente tenían la labor de resguardar a la imperiosa fortaleza de los seguidores de la Orden del Fénix. Un mago que se me hacia conocido pero a quien esperaba visualizar. La misma postura y seguramente la misma determinación con los hechizos, Lestat.

     

    —Sectusempra—. dije claramente al apuntar a mi oponente. El rayo plateado impactó sobre el pecho de Lestat causándole graves heridas sangrantes, echando la piel a jirones y necesitando con urgente un encantamiento para curarse.

     

    —Sectusempra—. inquirí nuevamente mientras elevaba mi varita de haya contra mi oponente, originando un rayo plateado que impactó en el estómago de Lestat causándole heridas sangrantes de gravedad, y por la ubicación del hechizo, dificultándole la respiración.

  20. Con la indicación hecha, me apresuré a ingresar a la intimidante fortaleza, recorriendo los pasillos y cada acceso que tenía en frente hasta llegar a la galería de celdas, donde seguramente se encontraban los mortífagos que habían caído presos por motivos que en ese instante reconocía, o eso creía «mente frágil» susurré mentalmente, sonriendo detrás del antifaz blanco. En realidad lo había olvidado. Suspirando, ascendí por unos escalones hasta llegar a otro espacio donde se encontraban más calabozos. En éste ala, encontré la celda de Spectum, a quien reviví y liberé de sus ataduras.

     

    —hola! — dije dándole la varita en su mano derecha. —nos vamos— dije mientras me concentraba en realizar varias florituras con mi báculo de Haya.

     

    —Avis— vociferé invocando a una docena de pájaros que se colocaron delante de mí, evitando hacer sonidos y volando a mi altura para poder defenderme de los ataques.

     

    Y esperando realizar nuevamente el encantamiento, formulé de nuevo una floritura con varita para aparecer a la bandada de aves que se posicionaron a mi derecha. —avis.

     

    «Esperemos que no venga nadie… no es que no quiera acción, pero tengo muchas cositas que hacer, asi que mientras más rápido acabamos esto, mejor para todos» pensé caminando ágilmente por el pasillo desierto. Parecía que no había personas, al menos nadie a diez metros a mí alrededor. Con la varita lista en posición de ataque, aguardé con paciencia.

  21. Lentamente, se acercaba el momento en el que debía partir con un rumbo incierto. En la fortaleza mortífaga, esperaba nerviosa a que vinieran por mí. Mientras aguardaba, me coloqué una amplia túnica negra sobre mi ropa informal, entre el overol de jean y las zapatillas planas, lograba un gran contraste «bueno, la túnica me cubre todo ¿no?» me dije asegurándome de sujetar la túnica a mi cintura. Después, bebí una poción de color incipiente, que hizo que mi apariencia cambiara; desde mi cabello rubio a un azabache, hasta la forma de mis ojos, haciéndolos más rasgados, como orientales.

     

    Después de algunos minutos, una mano tocó mi hombro, extendiendo una llamarada negra para envolvernos y desaparecer. Segundos, abrazaba mi cintura con mis manos, esforzándome por controlar la sensación de vértigo que se arremolinaba en mí estomago. Cuando me encontré repuesta, incliné mi rostro para observar al mortífago que me acompañaba, Near; un alto mago que me ayudó con mis problemas de técnicos de aparición. Dándole su espacio, reconocí mi alrededor. Aparentemente en una localidad diferente.

     

    «¿Esto es Wiltshire?» me pregunté reconociendo ciertos rasgos de la vegetación, de una de las revistas muggle que tanto leía, entre sus casas coloniales y demás arquitectura. A pesar de la oscuridad y la lluvia, podía reconocer los pequeños detalles de Amesbury, a unos trece kilómetros y medio al norte de Salisbury. A pesar de que estaba segura de los efectos de la poción multijugos, me aseguré de llevar aún el antifaz blanco similar a los demás mortífagos, a quienes observé sigilosos bajo la noche, atisbando hacia una monumental construcción.

     

    Aguardando a que las defensas sean derribadas, me mantuve cautelosa y en guardia a que me indicaran a ingresar.

  22. Quinta Planta: Heridos y Resurrección de Neutrales

     

    Después de dejar el recado, y saborear todo el contenido del frasco flotante, sentí como las fuerzas empezaban a animar mis sentidos, acabando con el picazón en la garganta que, a pesar de no extinguirse por completo, podía ser sobrellevado. Acaricié los mechones rubios de mi cabello, ensortijándolos alrededor de mis dedos mientras me ponía en pie. Dediqué una mirada tierna aun a la vuela-pluma, y dejé el pergamino sobre la camilla, ya después el sanador podría recibir mi agradecimiento por sus servicios.

     

    Suspirando, cogí con firmeza mi varita de haya, apoyándola contra mi pecho para después poder convertir algunos objetos de la habitación, en un par de zapatos bajos para usar. Así mismo, me los coloqué y me obligué a salir del ambiente. Ya en el pasillo, busqué una puerta auxiliar que me llevara hacia la salida del hospital. Antes, el elfo de la familia, Sunev, apareció tomándome de la mano y desapareciéndome de aquel sitio. Tan solo me llevé el recuerdo de las paredes blancas y el olor a alcohol, la presencia cálida y el sabor de la poción.

  23. El sonido de una vocecilla anunciando cada piso, me desconcertó provocándome un sobresalto. Analizando todas las esquinas del pequeño elevador, trataba de distraerme con el posible origen de la tintineante voz; mis orbes verdes analizando cada rincón y mi mano presionada contra la de Leha, parecían no ser suficientes para contrarrestar la sensación de aislamiento que sentía, a pesar de la gente, la claustrofobia no cedía a mis intentos de relajación. En el reflejo del techo, me veía pálida, con el cabello sujetado con una cinta negra sobre mi hombro derecho, extendiéndose los mechones ondulados encima del abrigo palo-rosa «vaya… demasiadas personas aquí».

     

    En aquel momento, cuando la respiración empezaba a acelerarse bajo mis pequeñas inhalaciones, la cuarta planta fue anunciada «ay santos bebes alienígenas, gracias». Sin embargo, mientras trataba de tomar todo el aire que podía, contaba mentalmente los segundos que tardaba la puerta en abrirse, para después abrir los ojos y encontrarme casi sola en el ascensor. Había ignorado el momento en el que Leha había desaparecido de mi lado. —¿Leha? —pregunté tratando de abrirme paso entre la gente para salir hacia el piso.

     

    Cuando alcancé a oír su voz, dirigí mi vista hacia la joven, batiendo las manos mientras trataba de tirar de la vasta de mi abrigo —que estaba prensado entre los cuerpos de dos magos— jalándome más fuerte para poder salir por completo del elevador y alcanzar a la Myrddin. —Definitivamente hoy hay mucha gente— dije acomodándome el gabán rosado, sonriendo después de correr a su lado—estoy bien, gracias Leha—.

     

    El departamento que buscábamos, se extendía en toda la planta, por lo que fue fácil hallar la recepción. Después de consultar, nos dirigimos hacia una oficina, donde nos ayudarían a poder realizar el primer trámite del día «falta tanto para acabar» suspiré oyendo a mi compañera. — sí, vamos. Y empujando la puerta, ingresamos a un nuevo ambiente, donde un par de oficinas parecían perfectas para preguntar.

     

    Acercándonos a la primera, inquirí a la encargada —Hola. Somos Leha y Fengari, y queremos saber cómo realizar el trámite para registrarnos— dirigiendo mi rostro hacia mi amiga, expliqué: — Leha y yo, somos vampiras

  24. Quinta Planta: Heridos y Resurrección de Neutrales

     

    Observaba con atención cada tarea que realizaba, pues sin ser totalmente consciente de mis sentidos, mi cuerpo había alzado todas las defensas como precaución hacia el desconocido. Mi respiración controlándose bajo la blusa delicada del vestido, mis dedos extendidos con dirección hacia donde se encontraba mi varita, y el iridiscente color verde agua de mis pupilas fijas en cada uno de sus movimientos. Un ligero ardor en mi estómago me recordaba que no había comido en días, y no había bebido sangre en semanas, quizás meses.

     

    Suspirando lentamente, lleve una de mis manos hacia mi rostro, separando mis pestañas suavemente como si acabase de despertar. Inhalando, descendí mi tacto hasta la garganta sintiendo la picazón, conteniendo la sed y concentrándome en un mechón de cabello del mago «Héctor» pensé oyéndolo. Sosteniendo la copa que éste me entregaba, la observé meciendo dócilmente el contenido «¿será seguro beberlo?». Dubitativa, presioné las yemas de mis dedos contra el vaso, observando como un pergamino se materializaba en las manos del sanador.

     

    — ¿mi alta? Entonces… ya puedo irme ¿cierto?— pregunté sintiendo un atisbo de alivio. En casi una semana me había ausentado de casa, y aunque probablemente nadie notaría mi ausencia, más que solo los elfos, extrañaba el mundo seguro que había construido en mi habitación «aunque aquí también es… bueno aquí es… cálido». Suspirando dirigí mis verdes orbes a la punta del vuela-pluma, que esperaba impaciente a que le dictara mi nombre, de acuerdo a las instrucciones del Weasley; al mismo tiempo, otro frasco levitaba entre nosotros, esperando también ser bebido.

     

    —¿tengo que beber todo esto? —pregunté mordiéndome los labios observando el color del liquido «Poción herbovitalizante». Aun no había libado de la copa, por lo que observé tímidamente al mago, quien parecía esperar a que lo hiciese, sin embargo, se retiró después de unos segundos. Al parecer la planta tenía una concurrencia interesante. Y fijándome de nuevo en la pluma encantada, empujé su punta con mi dedo torciendo los labios. —¿También tú, tienes que irte ya?— le pregunté, viendo como la pluma escribía el comentario en un renglón del papiro, tachándolo inmediatamente cómo si notara el error.

     

    —Fengari. Fengari Snow Black Lestrange —le indiqué— ese es mi nombre—. La pluma, señaló otro campo además, al que respondí: —once meses. Edad once meses.

     

    Bebiendo lentamente el líquido de la copa que ya tenía antes, la dejé sobre la mesita de noche, sintiéndome mareada aún, al parecer, le urgía a mi organismo saborear los efectos de la otra opción, la que todavía flotaba en el aire. Mirándola, me tomé unos minutos para paladear la sensación de nostalgia y necesidad «yo…» no estaba segura si añoraba sentirme con mas vitalidad, o extrañaría el trato amable que había recibido; rodeada de mortífagos y paredes frías, la sensación de Atención, me sabia confortable. Y volviendo a suspirar, cogí la botellita de la poción, además del pergamino donde el vuela pluma se encontraba escribiendo, ordenándole escribir al reverso: “gracias por el cuidado”.

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  25. Después de entregar mis apuntes, reconocí a Jazmin saludándola con una sonrisa mientras me giraba para tomar distancia del grupo que se estaba formando. Pronto, todos habían acabado con el análisis del trabajo encomendado por ambos profesores, así que busqué un lugar seco y lejos de la lluvia, divisando una especie de banca de concreto debajo de una amplia viga que bloqueaba las gotas de la furiosa llovizna. Suspirando, me senté sobre el banco, subiendo el cierre de mi casaca de cuero hasta el último diente de bronce del cierre.

    Sacudiendo mi cabello húmedo, lo solté para que la brisa marina lo secara, manteniendo mi varita de Haya en la mano derecha, atenta a alguna nueva indicación. Sin embargo, pronto los rayos del sol empezaron a luchar entre los nubarrones cargados de agua, abriéndose paso e iluminando la plataforma de cemento en la que estábamos reunidos «¡genial encuentro un lugar donde cubrirme de la lluvia, y sale el sol» exhalando un resoplido dirigí nuevamente mis dedos helados hacia el cierre de la cazadora, descendiéndolo para quitarme la prenda. Bajo el abrigo negro, tenía una blusa blanca de algodón, con un delicado bordado en forma de babero bajo un carismático cuello bebé y, mangas ceñidas y abotonadas en mis muñecas.

    —Bueno, al menos no moriré de un resfriado— bromeé suspirando, remangando los puños de las mangas hasta el antebrazo.

    Agitando nuevamente los mechones rubios, escuché con atención las recientes premisas del profesor Lúcien, memorizando cada uno de los detalles que explicaban «”hechizos de ataque y de defensa” debería tomar nota de esto» pensé y tan preciso como la elucidación, un pergamino apareció en mis manos, con dos relaciones de encantamientos, cada una con una concisa explicación de su concepto. Posteriormente, Derek desarrolló el primer ejemplo, llamando uno a uno por nuestro turno. Cuando mi tanda fue anunciada, elevé mi varita en posición de defensa, aguardando su ataque.

    «Finite Incantatem» pensé rápidamente cuando sentí los primeros efectos de las ataduras, e instantáneamente éstas desaparecieron antes de que la última cuerda lograra hacerse caer de bruces.

    Sin dejar los segundos a su favor, y ya con la posibilidad de hablar, pronuncié acelerada pero legiblemente el siguiente hechizo: —protego—

    El encantamiento de protección, debía absorber el rayo que se originaba desde la varita del Lúcien. Permitiéndome de ésta manera un escudo virtual que me protegía de cualquiera que fuesen los efectos de la chispa rojiza conjurada. Cuando creí encontrarme a buen recaudo, recordé las palabras del mago, y su clara jaculatoria donde vociferaba “dos actividades, una seguida de otra”, abatida me obligué a caminar hasta el lugar que había tomado antes de que el sol iluminara todo: la banca de concreto que se había convertido en un santuario para mí y que ahora me cubría de la inclemencia solar.

    Pasados varios minutos, comenzó el segundo ejercicio, encabezado por el profesor Gryffindor. Escuchando con atención sus palabras, volvía a observar el pergamino que había reservado a un lado del banco, mas en sus grafías no se encontraba nada de lo que el mago explicaba; sin embargo, recordaba algunas reglas que parecía que habían mencionado, que seguramente, en medio de mis distracciones y riachuelos mentales, no había tomado atención «¿cómo concentrarme después de matar a un gatito? Ok… concentración, concentración» atendiendo a la exposición, me puse en pie para esperar mi turno.

    Cuando me llamaron, me puse delante del mago concentrada en su primer hechizo. La instrucción empezaba a confundirme, sin embargo me obligué a relajarme y aspirar lentamente entendiendo la posición en la que me encontraba. Si estaba en lo correcto, el Avis de hechicero impactaba con el Embrujo Punzante que se había originado desde mi varita, por lo que ya había usado su primera acción en el turno «piensa rápido, seguramente ahora convocara otro encantamiento».

    Cuando sus labios empezaron a articular las primeras palabras de su hechizo, exclamé rápidamente:

    —Sectusempra —el rayo viajó desde mi varita hasta el pecho del Gryffindor. El encantamiento que el mago intentaba realizar, impactó delante de mí, levantando el polvo del piso destrozado. El rayo debería provocarle varias heridas de gravedad, que necesitarían de un Episkey para poder ser curado.

    «Qué bueno que no era un hechizo de ataque, de lo contrario tendría que haber cambiado mi estrategia ¿debería hacer otra acción adicional?» no tenía intenciones de esperar a que la cortina de humo se desvaneciera, sin embargo, para mi favor, el polvo ya se había acentado en el suelo por lo que mi campo visual estaba despejado.

    —Sectusempra —musité nuevamente. Las heridas ya debían ser notable importancia y le debía de urgir curarse. Y esperando haber concluido decentemente con el ejercicio, me aparté unos metros manteniendo aún mi varita en alto, esta vez, en posición de ataque «por si acaso».

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