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Hecate Engosvezhof

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Todo lo publicado por Hecate Engosvezhof

  1. La tarde poco a poco iba cayendo, los rayos del sol se iban filtrando por el gran ventanal, creando varios haces de luz en dónde se podía sentir el polvo y además en dónde se percibía un aroma mezclado a viejo y a nuevo, en dónde todos los tomos estaban ordenados según la temática. Yo estaba en uno de los estantes mientras prestaba atención a la conversación, pero sin poder eludirlo el libro que había cogido, me llamó poderosamente la atención. Tenía lo más nuevo de la astronomía, con grandes descubrimientos, tanto mágicos cómo muggles. Qué además de eso tenía fotografías que se movían para explicar lo que había en cada página. Al parecer era nuevo, porque además de su olor, apenas tenía un mes de editado, cuando le di la vuelta al libro para consultarlo. Metí una mano a uno de mis bolsillos y contando muy por lo alto, tendría unos sesenta galeones y varios sickles perdidos y algún que otro knut. Volví a guardarlos y pensé que no sería mala idea en comprarme otro libro, más actualizado, ya que también contenía mapas estelares y la situación de los planetas. Yo igualmente lo sabía gracias a que todas las noches con el telescopio conseguía localizarlos, pero una ayuda extra, nunca venía mal a nadie.
  2. La última vez que había visitado la tienda PB había conseguido comprar bastantes cosas que le hacían falta, pero cómo siempre, se le tenía que olvidar alguna que otro objeto para la elaboración de pociones, o en ésta ocasión, cartas astronómicas. Imaginaba que las había perdido, que, por mucho que buscase en todos los lugares de la mansión, no las encontraba por ningún lado. Incluso había rebuscado en su viejo baúl pero en vano Aquella tarde, después de atravesar la barrera mágica del Caldero Chorreante, me dirigí a mi destino inicial de ese día. Llevaba una túnica larga, hasta los pies, que tapaba todo lo que llevaba por debajo y que llevaba atado con un broche con el escudo de los Rambaldi, de plata. Debajo de éste, llevaba un traje oscuro, de pantalón chaqueta, con una blusa fina color perla, botines de aguja, y en los bolsillos, un monedero de piel de moke con muchos galeones y la varita. Después de divisar el local, apuré el paso hasta ver las iniciales de la tienda. Abrí la puerta con cuidado y vi que una joven estaba en su interior comprando, atendida por un elfo al que reconocí de inmediato, era Harpo el elfino de Sagitas. Así que mientras esperé mi turno, ojeé con curiosidad todo el local, mientras no llegase la hora de pedir lo que había ido a adquirir al comercio.
  3. Ivanova Selenska Ivanova prestaba ahora atención al dúo que se había formado debajo del árbol. La mujer violeta le contaba algo al niño que éste curioso parecía que le estaba preguntando cosas. A la bruja le parecía de lo más tierno pero que, en su sed de venganza se olvidaba a veces cómo un simple momento de ternura, podía terminar con todo. No lo aguantó más y se apoyó en la pared para evitar que la viesen. Empezó a llorar desconsoladamente, pero sin hacer mucho ruido. Era tal cómo recordaba a su hijo, y eso no hacía más que destrozarla por dentro y que en su varita, aferrada con la mano derecha, soltara chispas. Eso demostraba cómo estaba la vampiresa en esos momentos, con mucha fiereza y ganas de matar cómo nunca. Quería ver cómo moría el niño, con esa cara de susto a través de una maldición imperdonable. Hacía años que se estaba preparando para esos momentos, pero la cruda realidad volvía a ella cómo una losa y que no la dejaba pensar con claridad. Siempre intentaba por métodos mágicos borrar los recuerdos de cuando ella era feliz y que tenía una familia, pero cuando llegaban, la dejaba echa trizas cómo en ese momento. Grandes lágrimas recorrían su rostro mientras decía "no puedo hacerlo, sé que debo, pero no puedo" susurraba cosas así, pero mientras en su mente no dejaba de cavilar una y otra vez. Quizá debería de acercarse a la guardería con otros métodos, buscar información y a pesar de que había conseguido la que quería, en esa ocasión no había sido suficiente. Nuevamente tenía que replantearse la estrategia antes de volver a atacar y ésta vez, sin piedad.
  4. Apagué la varita en cuánto llegamos a las escaleras y la guardé en el bolsillo. Al parecer en la librería de momento parecía tranquilo, en el sentido en que había clientes que compraban cosas y no había señales de peligro por ninguna parte. Un elfo estaba esperando a que lo atendiesen y mientras tanto mi prima se fue a atenderlo, yo me fui a la sección de astronomía. Ya tendríamos tiempo de hablar con Sagitas de ese libro misterioso, si es que no se negaba y nos mandaba a freír espárragos. Pero era curioso, mientras tomaba un tomo cualquiera y lo ojeaba no dejaba de pensar... No lo habíamos abierto, pero ya por el simple hecho de que la cubierta era de oro debía de ser antiguo, mucho, también habíamos visto útiles de escritura; cómo plumas y pergaminos, y por supuesto el botecito de tinta caído en el suelo. Fijé la vista al ejemplar que había tomado, era de cartas celestes, pero también estaba atenta a la conversación. Sólo esperaba el momento oportuno para sacar el tema, mientras ojeaba sin prestar atención.
  5. Ivanova Selenska La bruja debería de estar en movimiento, buscando una entrada al edificio, pero se había parado al escuchar voces infantiles. No dudaba en que las mujeres que llevaban ese lugar seguramente la habrían detectado, pero había sido lo suficientemente rápida para evitar ser vista. Estaba en una situación privilegiada en la parte superior del edificio, y podía ver todo lo que sucedía a su alrededor. Observó que una mujer de pelo violeta se internaba en el interior del edificio, el viento llegó su voz, pero palabras vagas, o eso fue lo que llegó a la vampiresa. Pero otras dos se habían quedado fuera, con diferentes tonalidades, una de pelo rojo y otra de color rubio. Lo que no sabía es cuánto tiempo se iban a quedar ahí, si quería matar a algún crío debería de estar a solas con él, o por lo menos, que ningún adulto estuviese fuera, así que no le quedaba otro remedio que esperar. Momentos más tarde, un aroma familiar, Ivanova volvió a mirar y se fijó en que la bruja de pelo violeta llevaba consigo a un niño, uno de pelo azul, cuando se giró para hablarle a lo que parecía alguien de su familia, recordó que tenía casi la misma cara que su hijo, incluso su voz. A la bruja podía decir que en esos momentos se le resquebrajó algo en su interior, gruesas lágrimas salieron por sus ojos y que recorrían su blanca cara. Pero no, no debía de mostrar compasión por nadie, si fuese posible, ése sería el primero en caer. Sólo debía de hacer tiempo y tener una oportunidad para matarlo y de ser posible de llevarse a unos cuántos más.
  6. Xell me estaba apurando, parecía que tenía miedo de que la pillaran, pero era su negocio, aunque claro sabiendo el genio que se gastaba nuestra tía era más que razonable que no le gustase que estuviésemos cotilleando con sus cosas... Me reí ante su comentario sobre los vampiros, negué con la cabeza: -Tranquila prima, no voy a moderte por eso -y solté una carcajada- además nosotros los vampiros usamos los ojos para cazar, están incluso más desarrollados que los gatos, créeme -le dije guiñándole un ojo. Moví la varita hacia en dirección al candil, con la luz de la varita iluminada para que lo viese: -¿Ves? ahí tienes, pero debe de ser un objeto antiguo, me extraña que lo haya usado, ya que teniendo varita bien puede trabajar fácilmente mediante un "lumus" -susurré. Otra vez una risilla, a veces mi prima era inocente y aunque seguramente a más de uno conseguía sacarle de sus casillas a mí me daba a entender que era más inocente que algunas... jóvenes del pueblo. -Con varios fregotegos eso está arreglado prima -le dije, poniéndole la mano en el hombro para calmarla. Me encogí de hombros al escuchar su pregunta, no tenía ni la menor idea de quién podía ser ese volumen tan antiguo y a la vez quizá tan caro. -Bien, entonces bajemos, según como encontremos a la tía de humor le preguntamos ¿te parece? -y saqué una de las sonrisas más inocentes que había hecho hasta la fecha, aunque para cualquiera diría que era la máscara de que iba a hacer una trastada. -Aunque conociéndola dudo que nos diga algo, pero venga, vamos -abrí la puerta que estaba entreabierta y por un resquicio entraba luz del exterior. Ya en el rellano apagué la varita con un susurro de "nox", dejé que saliese Xell y fui bajando las escaleras.
  7. El elfo doméstico enseguida me trajo las prendas que necesitaba en esos momentos. Me las probé, y me quedé con la que me quedaba bien, me la saqué de nuevo y la puse en los restantes objetos que había adquirido en la tienda. Escuché a la chica decir si bajábamos, asentí con la cabeza. El elfo ofreció sus pequeñas manos y enseguida nos desaparecimos de esa parte del negocio. Para cuando abrí los ojos ya estábamos ahí en el lugar en dónde habíamos empezado, antes de subir a la otra planta. Vi que la chica estaba en la máquina registradora y me dijo la cantidad total de la compra que había efectuado ese día. Tomé del monedero de piel de moke y saqué la cantidad que me pedía la joven: -Aquí tiene -y se los puse encima de la mesa de recepción. -Un placer venir aquí -sonreí contenta, mientras tomaba mis objetos y con ambas manos ocupadas abrí la puerta para salir al exterior. Después, al estar en la calle, me giré sobre mis talones con una sonrisa, ya que por fin había terminado mis compras. Cuando abrí los ojos ya estaba en la mansión Vladimir para disfrutar de lo que había adquirido.
  8. Ivanova Selenska Después de varios días terroríficos de tormenta en dónde la agua parecía que caía cómo si fuese una cascada diaria, al fin brillaba el sol, esplendoroso, poco a poco se acercaba la primavera y apenas había nubes en el cielo. Eso poco beneficiaba a la oscura sombra que recorría el callejón diagón; era siniestra con una capa con capucha que le cubría casi toda la cara, además del restante cuerpo que no dejaba entrever los ropajes que llevaba, pero que la mujer veía con total perfección a los demás viandantes, que escapaban de su lado como si fuese el mismísimo Lord Voldemort o algunos de sus secuaces. Llevaba la varita en la mano izquierda, oculta por la copa de la manga que era bastante ancha. Ésta era de álamo temblón de madera muy fina y casi blanca, con centro mágico de un pelo de thestral, muy poderosa. Sentía que aún sosteniéndola en su mano, la bruja notaba que quería guerra, ganas de matar, principalmente. Buscaría un objetivo fácil y que había investigado anteriormente con mucha precisión, cómo a ella le gustaba, la guardería el "Hipogrifo Asustado". Para el resto de los mortales era insignificante un lugar en dónde dejar a los pequeños en cuánto se iban a trabajar, pero todos aquellos niños significaban una nueva generación de magia, de magos y brujas con seguramente poderes talentosos que harían llevar a toda la comunidad más allá en cuánto fuesen mayores. Pero ella estaba allí por otra causa. Hacía años había ocurrido un asesinato en ese centro, y un hijo suyo había acabado muerto por unos arrogantes magos que se regodeaban ser los seguidores del señor Tenebroso, aún cuando éste ya había caído hacía ya varios años atrás. Ahora buscaba venganza y no le importaría matar a unos cuántos críos para cumplir su sed de revancha. Todo el odio que había acumulado durante tantos años y el rencor, y el sufrimiento, se habían convertido en eso, una bruja temible que había aprendido a usar la magia negra en su propio beneficio. Se iba desplazando lentamente, sin prisa, le gustaba hacer las cosas a su manera, pero en cuánto llegaba a su destino ser rápida y contundente, además de no dejar ninguna prueba de su estancia en el lugar del asesinato. Nunca la habían pillado, ni siquiera había dejado su marca, no valía la pena. Así que mientras iba pensando en cómo actuar rápido, había llegado al negocio… Al parecer había ya gente, debería de tener cuidado, así que rápidamente gracias a que se había convertido al vampirismo tenía muy buenas agilidades, se desplacó rápidamente hacia la parte trasera. Vió que había un par de árboles altos que llegaban hasta la azotea del edificio, así que con la varita en la boca, gateó sobre él y llegó hasta la última rama, ésta llegaba cerca del bordillo del edificio, así que de un pequeño salto estuvo en el piso superior, ahora que lo pensaba no había planeado muy bien el ataque, y empezó a buscar una entrada hacia el interior del edificio… off: tuve que editar, que al final del párrafo roleaba como primera persona, el sueño va fatal para los roles jajajajajaja
  9. No esperé mucho tiempo, enseguida me trajeron lo que le había pedido. La tinta estaba en su cajita especial y la admiré contenta. Ahora por lo menos tenía suficientes reservas para la mitad del invierno y la restante para verano. Aunque para la próxima enviaría a su elfina Galadriel, para hacer las compras necesarias... Vi que la joven daba órdenes a su sirviente. Me informó que no se podía ir a la planta que se requería: -Oh, no pasa nada, espero que no suceda ningún contratiempo para nadie -sólo esperaba finalizar las compras e irme de allí rápidamente, quería un día tranquilo sin nada extraño, seguir trabajando en mis cosas, cómo hacía varias horas antes. Asentí con la cabeza ante la sugerencia de la chica. Y empecé a mirar que lo tenía todo... Afirmé con la cabeza: -Si, veo la tinta, los calderos, la pluma, los pergaminos y las túnicas, creo que de momento no me hace falta nada más -y sonreí a la dependienta. -Cuando terminemos con eso quiero que me hagas la cuenta por favor -dije con una cara alegre.
  10. Mientras esperaba a que me atendiesen, miraba con curiosidad todo el lugar, realmente era precioso. No me imaginaba que un lugar así pudiese dar cabida dentro del callejón Diagón. Seguramente me pasase ahí mucho tiempo, ya que, los otros lugares eran más serios y aquí en este negocio eran todo risas. Una elfina se me acercó a mí, rápidamente, enseguida para atenderme. -Oh, hola, venía por si encontraba a mis familiares por aquí -sonreí a la sirviente (Nuba). Una voz conocida llegaba a mis oídos, ¿era Matt? Sí, era él, además con el pequeño de la familia Ithilion... -¡Primo! -exclamé contenta, y me acerqué hasta su altura- paseaba por aquí y vi esto abierto, me entró curiosidad y entré - sonreí- ¿ésto es tuyo? -Pregunté curiosa, algo me decía que sí, que era suyo, pero vamos hasta que no me lo dijese no podía afirmarlo completamente. -Es precioso -alabé- seguro que tendréis muchos clientes todo el año. Espero que me hagas de guía por aquí, que no lo conozco, y a ver si te pasas por el centro Vulturi, estamos organizando una fiesta, y espero que vengas -le dije guiñándole un ojo, esperando así convencerlo y así depaso le hacía un poco de publicidad al negocio.
  11. Mi prima me preguntó si me había hecho daño, negué con la cabeza, y escuché sus sugerencias: -Pero que sea la dueña, no quiere decir que conozca todos los secretos de este lugar –comenté sonriente. Me desplacé lentamente, a pesar de que Xell me urgía que entrase, abrí la puerta y ésta estaba completamente a oscuras: -Vaya, ¿quién puede trabajar así aquí a oscuras? –Pregunté curiosa, así que con un movimiento de mi varita susurré “lumus” ésta iluminó la punta de mi arma mágica y la dirigí hacia el interior. -¡Mira! –en su interior había una especie de dos cajas, un bote de tinta tirado en el suelo y éste casi vacío. Era evidente que caía a través de la ranura de la madera y nos había dado justamente encima de nuestras caras. Moví la vara de nuevo y éste dio en un hermoso libro: -¡Ohh! –Exclamé sorprendida por su belleza – debe ser muy antiguo, mucho antes de que se levantasen las paredes de esta librería, mira los tonos dorados que tiene, parece de oro –me desplacé despacito y la luz iluminó el resto de la habitación y vi también una especie de candil viejo. -¿Qué hacemos? –Pregunté- ¿Lo dejamos todo aquí y bajamos? –cuestioné de nuevo.
  12. Enseguida la joven tomó los calderos pedidos y vi cómo el sirviente traía los otros pedidos, la verdad pensaba en esos momentos qué más comprar, porque le daba la sensación de que se le olvidaba de algo, chasqué los dedos y exclamé: -¡la tinta! –seguramente pensara que la joven dependienta estaría loca, pero no me importaba en esos instantes. -Esto sí, tinta normal y también que cambie de color –dije sonriente. El elfo me enseñó la pluma de águila real, no pude más que observar maravillada. -¡Vaya! –Exclamé- es preciosa –admiré mientras la veía- seguro que son más duraderas que las otras –y solté una sonrisilla, estaba realmente contenta con todo lo que estaba comprando, además no dudaba de que eran de excelente calidad. -Y también querría los ingredientes típicos para pociones –dudaba que lo hubiese pedido anteriormente, sólo recordaba el a ver pedido los recipientes para fabricarlas. -Y además túnicas, de color negro y negro perla –le informé a la joven- no sé si tenéis de eso –pregunté dudosa, mientras esperaba a que me contestase la chica.
  13. Después de terminar mis labores ministeriales, decidí ir al callejón Diagón a ver si había alguna novedad pero no sin antes, me había pasado por mi bóveda de Gringots a coger unos cuántos galeones para después gastarlos en los lugares mágicos que más me gustaban… Una suave brisa recorría el callejón esa tarde que hacía ondear la túnica que portaba y que alborotaba un poco mi pelo suelto. Un sonido particular de risas captó mi atención. Caminé un poco más rápido y localicé una especie de parque. Altas verjas abiertas de par en par daban paso al cliente… Así que me adentré en su interior para ver si localizaba a alguien conocido ahí dentro. -¡Hola! –Saludé alegremente- ¿hay alguien por aquí? –pregunté, ya que por el momento no veía a nadie en particular.
  14. Subí las escaleras con cuidado mientras las voces resonaban amortiguadas por la madera, al parecer había clientes dentro del negocio, pero yo mientras seguía subiendo poco a poco, la madera crujía un poco al compás lento de nuestras pisadas. Un pequeño aroma vino directamente a mis fosas nasales, me giré y le dije a mi prima en un susurro: -Sagitas estuvo por aquí –le conté- su aroma es inconfundible… Seguí ascendiendo unos pasos más, pero llegamos a un lugar que no había nada. Nada en el sentido de tétrico, raro o extraño. Arqueé una ceja. Apoyé la mano en una pared y por poco me caigo. Me agarré fuertemente al suelo para no llevarme de narices el bordillo de las escaleras. Con cuidado me levanté otra vez y me fijé que había un pequeño cuartito… -¡Hey! –Exclamé- ¿Sabías que tenías esto aquí Xell? –le cuestioné curiosa.
  15. Esperé unos minutos mientras la chica me mostraba en un cartel los precios y el material del que estaban hechos. Si ya era difícil escoger uno, era mucho más con tanta variedad, me fijé en los detalles. Lo que me sorprendió en esos momentos era ver que se hacía de oro, ya que lo común y lo que enseñaban en la Academia, era que las pociones se hacían en calderos de peltre aunque suponía y viendo el precio por ser más barato. Así que siendo drástica le dije a la chica: -Bien, pues quiero los tres últimos, de cobre, plata y oro –y viendo mi monedero de piel de moke comprobé que tenía dinero suficiente para adquirirlos. Escuché la sugerencia de la joven, tenía razón: -Es cierto –le confirmé- y no sólo eso, también depende de los productos y si se realizó con cuidado los efectos serán de una manera u otra –hablaba con profesionalidad y no era para menos, con mi propia experiencia había aprendido de eso, aunque por supuesto había cometido errores con los ingredientes, haciendo que en más de una ocasión se me chamuscasen las cejas. -Ahora si puede ser, quería comprar un set de pergaminos, muchos pergaminos -le dije sonriente - ya he gastado los míos así que no tengo de repuesto -le comenté. -¡Ah! -exclamé - y no te olvides de la pluma de águila real -le dije guiñándole un ojo.
  16. Sentí una ligera presión en el brazo y miré. Era el pequeño sirviente que se agarraba a mí con su ama para hacer la desaparición. En un suspiro llegamos a la cuarta planta. Me fijé en que había un montón de calderos, con diferentes tamaños y materiales. Me llevó hasta allí y me fijé en cada uno de ellos, pero no aparecían los precios, o por lo menos yo no los veía ahí anotados… Me dirigí hacia la chica: -disculpe joven –le llamé con amabilidad– me gustaría saber los precios, y el material en el que están hechos, porque no sé por cuál decidirme y la verdad están muy bien, pero quiero uno que sea de excelente fabricación y que pueda contener todo tipo de pociones. - ¡Ah! –Exclamé- y que sea rápido en la cocción, ¿me recomienda alguno? –le pregunté a la dependienta. Porque miraba y miraba hasta parecía que había uno hecho de oro, y otro de cobre. Pero no quería arriesgarme y que los brebajes fuesen una pena y con un resultado desastroso.
  17. No sabía porqué pero a pesar de estar leyendo el pergamino podía notar cómo la joven estaba nerviosa por algo, no paraba de mirar hacia arriba, ese gesto me estaba poniendo nerviosa y estuve a punto de preguntarle, pero decidí que hoy sólo iría a comprar… Me fijé que tocaba con su mano una especie de medallón pero su comentario en un susurro me hizo sospechar algo, decidí omitirlo y preguntaba sobre el artículo de pociones: -por supuesto, no tengo ninguna prisa –respondí con una sonrisa- así puedo echar un vistazo y escoger bien. Un elfo se presentó ante nosotros y decía que era por precaución. Me olía que la familia ya estaba en problemas, no era habitual en ellos que se usasen elfos para transportar a clientes, pero me recordé a mi misma << sólo a comprar Heliké, no te metas en dónde no te llaman>> pero sabía que de una forma u otra acabaría involucrada, la maldita curiosidad algún día me daría una buena lección. -Sí claro, vamos –y tomé la mano del pequeño sirviente que esperaba a que se la tomase, y nos dirigimos a la planta que me había indicado la chica.
  18. La joven se había ido rápidamente y también había vuelto, no sabía cuánto tiempo había pasado pero no importaba en absoluto, lo que sí me preocupaba era no ver a los demás miembros de mi familia, siempre estaban en problemas, y así lo certificaron varios gritos que había escuchado, me volví a repetir a mí misma que no me metería y que iría directamente a mi casa en cuánto terminase de hacer la compra… -No te preocupes, si tienes cosas que hace por mí no hay problema –respondí a la joven con una sonrisa -pues bien, necesito esto… Y saqué un pergamino en dónde tenía anotado anteriormente a lo que había ido a comprar ahí a esa tienda. -necesito un caldero y un equipo nuevo para pociones, el tamaño mediano y de bronce –comenté mientras leía- un pack de pergaminos nuevos como así de frascos de tinta de varios colores, y también varias plumas de recambio, y quería comprarme un capricho, como por ejemplo, una pluma de águila real si tenéis claro –dije frunciendo la boca, ya que no sabía si tenían ese tipo de objetos, ya que solían ser bastante caros… -Y un par de túnicas negras para fiestas especiales –y solté un “suspiro”, la joven tendría bastante trabajo que hacer, aunque esperaba que con los galeones que tuviese fuesen suficientes para pagar lo que había ido allí a adquirir.
  19. Al parecer el sirviente no me había escuchado porque enseguida se había ido pero al mismo un tiempo un grito conocido me hizo ponerme en guardia al momento. Me había prometido ir sólo a comprar pero es que también me preocupaba la seguridad de los míos. Sagitas era una poderosa sacerdotisa y si tenía a Xell, ambas eran imbatibles habían salvado muchísimas situaciones bastante peligrosas, y aunque con alguna cicatriz que recordaba esos momentos no podía evitar mirar de vez en cuando hacia arriba, a dónde me había dicho el elfo… Enseguida una joven captó mi atención, su cara me era algo familiar pero en esos momentos no la situaba, suponía que quizá pertenecía a una de las mansiones que poseía mi tía en el pueblo. Así que subí la cremallera de la chaqueta y toqué por un momento el lugar en dónde estaba guardada la varita, rezaba que por Merlín no tuviese que usarla. -¡Oh! Hola –sonreía a la chica (a Sunar)- me parece bien, porque tenía pensado comprar bastante y quería llevarlo a casa cuánto antes, para que no sufra desperfectos –dije ésta vez un poco más seria. Aún así me preocupaba la situación dentro del local, seguro que había mucho lío porque lo estaba sintiendo, pero en mi fuero interno me había dicho que no intervendría, cómo siempre metía las narices en dónde no me llamaban.
  20. Un elfo enseguida me atendió dentro del negocio parecía que no había nadie, y eso era lo más raro aún, quizá estarían en otro departamento porque no sentía a ninguno de mis familiares cerca. O quizá los poderes estuviesen fallando, quizá alguna alma en pena los necesitaba, porque notaba otras cosas. Hoy venía a comprar, gastar y luego rapidito para casa, no estaba para nuevas aventuras… Me sorprendió la petición del elfo, así que finalmente estaban en temas de cosas oscuras, negué con la cabeza: -Está bien, conozco a la gente que puede estar ahí arriba, lidiando con espíritus oscuros –dije frunciendo el ceño, seguro que el pobre sirviente se asustaba al escuchar esas palabras, pero era lo que detectaba, no podía evitarlo, siempre conseguía meter las narices en dónde no me llamaban, y todo por el poder de empatía. A veces lo maldecía. Pero recalcaba de nuevo, hoy sólo iría a comprar… -Entonces que un elfo me atienda, porque necesito de varias cosas, y si molesto, puedo venir más tarde, y además, por mi parte no hay problema –dije al elfo lo notaba nervioso, no era el poder, se veía a simple vista, sobre todo en la forma de hablar. Así que esperé pacientemente por si algún humano o criatura me atendiese.
  21. Hola ¿Qué tal? De casualidad (? me paso por aquí a hacer una visitilla y comentar algo del tópic uno de registro de la familia... Tengo una duda dudosilla (? xD y quería comentarla por aquí. El registro de las mascotas, a pesar de que se permiten el uso de éstas estando debidamente registradas, ¿se colocan igualmente en el tópic uno? Yo preguntoo, pero por la lógica imagino que no, porque si hay muchos usuarios supongo que será un poco engorroso... Y ahora la misma pregunta, pero con el tema del negocio, ya veo ahí algunos, ¿y se podría incluir el Centro Vulturi? Por eso de darle publicidad (? xDD Muchos besos y gracias!
  22. Mi prima parecía absorta en sus pensamientos porque apenas me escuchó lo que le había dicho, no me molestaba en absoluto, porque yo la mayoría del tiempo también estaba en las nubes, al parecer el artículo de su cumpleaños la había distraído un poco. Y no me extrañaba nadie se aparecía en el Profeta porque sí. Enseguida nos pusimos a investigar de dónde procedía esa tinta que goteaba el suelo y que ya había una gran mancha en el suelo. Entró más gente o eso me pareció, al escuchar el ruido de la puerta, me giré y vi que una elfina reclamaba la atención de los presentes. Pero mi prima rápidamente me empujó para que fuésemos a investigar el origen de la tinta… -¿No sabía que había habitaciones? –pregunté curiosa- quizá éste negocio tenía más estancias anteriores, y se reformaron, y ahora que lo has cogido tú, seguramente no te dio tiempo a investigar, pero sí vamos –asentí con la cabeza y por si acaso saqué la varita, no quería llevarme sorpresas y fuimos subiendo las escaleras despacio, por supuesto estaba atenta a cualquier ruido extraño.
  23. En la mansión Vladimir, miraba mi equipo de pociones, al parecer faltaban algunos ingredientes esenciales y el caldero que ya había usado varias veces, estaba hecho una pena, había intentado limpiarlo con magia, pero los restos se habían quedado pegados cómo si fuese un fuerte pegamento. Así era imposible, así que decidí ir al callejón a comprar un nuevo equipo y quizá alguna cosilla más para mis propias investigaciones y comprobándolo de nuevo todo, vi que me faltaban bastantes pergaminos, ya que la mayoría estaban gastados o perforados. Chasqueando en señal de disgusto, me dispuse a ir a desplazarme a una de las tiendas que tantas veces había escuchado pero que no había ido nunca. Así que en esa ocasión sería perfecta para echarle un vistazo y comprar materiales de buena calidad. No tenía ninguna de que ahí era de lo mejor. Me levanté de la silla (ya que estaba en el escritorio) y con un movimiento de varita, hice que se abrieran las puertas del armario, con varios menos puse encima de la cama varias prendas para cambiarme. Al terminar, me puse un pantalón vaquero, una camiseta blanca con la insignia de la casa tritona a la que pertenecía, una chupa (cazadora) de cuero, y unas botas planas de piel de dragón negras. Me puse en el cuello el medallón para avisar el peligro, además del monedero de piel de moke con unos cien galeones, y rogaba que fuese suficiente. Después guardé la varita dentro de la chaqueta y girándome sobre mis talones, me aparecí en frente del negocio. Éste tenía una cristalera y los rayos del sol de la tarde me habían recibido, con lo que me metí directamente del local para que no me afectasen, con voz potente pero clara, hablé: -Em, ¿Hola? –Pregunté tímidamente- venía a comprar –esperaba que alguien me atendiese pronto, parecía que en la primera planta no había nadie.
  24. En ese momento de silencio me asustó un poco la alegría inmensa en la que de repente mostró mi prima, la miré confundida y hasta que no empezó a hablar no le entendí el porqué estaba tan contenta. Abrí los ojos como platos. -¡Vaya! Así que por eso vino esa chica antes. ¡Felicidades prima! –una sonrisa de oreja a oreja se mostró en mi rostro. -Claro que me lo creo prima, la fiesta estuvo muy sonada –y sonreí al recordarlo, sobre todo, estando Sagitas montada encima de una acromántula, cada vez que lo pensaba no podía evitar estallarme de risa ante la ocurrencia de mi pariente. Después volvió al tema de libros astronómicos, sonreí pero al verla tan eufórica no quería interrumpirla con un tema tan “serio”. Vi que alguien traía ejemplares de “El Profeta” enseguida se puso a buscar la página en dónde salía y me la mostró poniéndomela casi en la cara (? xD). Por poco casi le arranco la hoja de la mano y me puse a leer enseguida: -La punta del iceberg –y solté una gran carcajada. Apenas habían contado todo lo que había pasado en la fiesta, pero suponía que era para no poner en problemas a nuestra tía. De repente sin ton ni son, mi prima me regañó por un poco de tinta que había caído de no sé dónde y por lo que decía por no hacerla caso: -¿Tirarte yo tinta por no hacerte caso? No sé de lo que me hablas Xell –Pregunté con los ojos como platos- sabes que no haría eso, lo único convertirte en una serpiente –y reí con ganas. -Pues, no veo yo dónde haya caído eso, porque no tengo nada en mis manos, sólo el recorte del periódico –y le mostré las manos, cómo diciendo que no tenía nada en ellas.
  25. Mi prima Xell enseguida me dijo que había subido al piso superior, confusa miré hacia arriba. Pero conociendo a nuestra tía, seguro que se había quedado dormida leyendo algún libro, o investigando si había algo extraño en ese lugar, aunque no me sorprendería, los negocios aunque fuesen nuevos, sus paredes siempre tenían su historia aunque fuesen remodelados por completo y dándoles un aire nuevo. Fuimos interrumpidas por una joven. La escuché atentamente. Al parecer venía de El Profeta para hacerle una entrevista. Yo sonreí de oreja a oreja. Seguro que era por todo lo que había pasado en su cumpleaños. Enseguida nos dejó a solas con lo que mi pariente se la llevó a la biblioteca que tenía el negocio. Yo mientras tanto, me dirigí hacia la zona en dónde estaban los volúmenes de astronomía y les echaba un vistazo, pensando o no si comprarme otro. El que me había llevado era genial y me había gustado mucho, pero quería formar una pequeña biblioteca en mi habitación, sin tener que ir a la Rambaldi a consultar cualquier otra cosa. Vi que despedía a la joven, y me volví a acercar hacia a ella: -Oye prima, ¿tienes más nuevos libros de astronomía? Estuve consultando pero la verdad es que no me decido por ninguno, son todos excelentes –dije, sonrojándome un poco. Aunque luego lo pensé mejor y le comenté: -y si tienes también algún libro de magia avanzada, para practicar y eso, también me lo llevo, es que quiero formar una pequeña biblioteca en mi habitación –aclaré y terminé con una sonrisa, siempre me gustaba experimentar con la magia así que sería una buena ocasión para llevarme siempre unos buenos libros para investigar.

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