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Hecate Engosvezhof

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Todo lo publicado por Hecate Engosvezhof

  1. Ceo - elfo doméstico multiusos El elfo asintió varias veces con la cabeza. Pero no le gustó para nada el regaño que le había lanzado. Decidió mejor obviar eso y continuar con la información que le había dado a la Directora. Tal y cómo era de esperar parecía muy curiosa y a la vez preocupada. Era lógico esa intrusa pudo ir ahí para hacer daño. Ceo fue guiado hasta una puerta grisácea y llegaron hasta lo que parecía unas cocinas, Ceo no se fijó en eso y siguió con lo que había dicho al principio. - Sí señora, por eso he corrido. He llegado hace diez minutos para ver si usted necesitaba alguna cosa, cuando vi a alguien que saltaba desde el tejado. Fui corriendo hasta llegar a los arbustos y vi que desaparecía tras dar un salto a la pequeña verja que rodea la guardería y me fijé en que era una mujer. Terminó su pequeño relato, ahora seguro que se alborotaría o incluso haría montar guardia, era lógico, esa institución cuidaba a los futuros magos y brujas.
  2. Ceo - elfo doméstico multiusos (xD) El elfo cruzó a toda velocidad el jardín de la guardería, la había visto sí. Pero, parecía más un murciélago que otra cosa. No entendía ¿Y nadie se había percatado de ella? Se quedó un momento, mirando y observando con sus ojos color miel como esa mujer que parecía un vampiro, desapareció a unos cuántos metros delante de él... Con un chasquido de sus dedos, se apareció delante de la ama Sagitas. Aún se sentía fatigado. Al parecer la bruja estaba haciendo algo con un bolígrafo o algo parecido y el señorito Matt estaba con ella, la conversación parecía una riña, lo parecía... - Mis disculpas por la intrusión - agachó la cabeza en señal de respeto- lamento tener que decirle, que tuvimos a una intrusa en la guardería. Esperó a ver qué reacción provocaba esa información en los brujos que tenía delante. Seguro que de sorpresa e indignación.
  3. Ivanova Selenska Al final el día no había sido tan productivo como otras veces. Entrar, divisar y asesinar. No, la verdad es que para la bruja había sido todo un fiasco y no era algo que le gustase. Era ese dichoso niño, el que le había despistado por completo, haciendo que su digamos "humanidad y corazón" reviviese. Tanto tiempo entrenada para no sentir y le había hecho revivir todo lo oculto, quizá no estaba tan protegida como creía ella en un principio... Era mejor largarse de allí sin ser vista ni sentida. Sabía que si la pillaban podría acabar no en la hoguera pero quizá asesinada. Se desplazó por la azotea de la guardería y divisó que toda la pared no tenía ni un hueco por dónde apoyar las manos para deslizarse, ni siquiera un árbol para detener su caída. Quizá era mejor ir por el otro lado y así lo hizo... No fue por la zona en dónde estaba el árbol, pero casi, había arbustos grandes y dio un gran salto, le molestó que hacer ruído pero lo más importante era largarase de allí cuánto antes... Saltó la valla pequeña y después de unos cuántos metros de distancia, para evitar los hechizos anti-aparición giró sobre sus talones y se desapareció de ese lugar maldito.
  4. Estaba distraída pensando en mis cosas, que no noté la presencia de Sagitas en la zona baja, en dónde estaban los libros especializados según las áreas mágicas. Tenía el libro de astronomía cerrado y éste aún seguía lanzando improperios... Agarré el libro y con fuerza lo tiré al suelo: - ¡¡CÁLLATE!! - pero el libro seguía murmurando, llegando a perforar mi cabeza. Parecía que era una letanía con una mezcla de una maldición como los que cantaban los monjes gregorianos de la Edad Media en sus centros de recogimiento. No entendía porqué pasaba eso ¡era un libro de astronomía, maldita sea! En teoría no debería de tener ningún hechizo ya que, seguramente se encargaban de vigilar que los fabricantes no pusiesen nada encima de ellos, sobre todo, para evitar percances a los estudiantes y a las personas en general. Puse mis dos manos en mi cabeza y le di una patada al libro y éste avanzó unos cuántos metros. - ¡BASTA! - protesté. Quién me viese, diría que estaba empezando a perder los cabales, pero sabía que ese murmullo salía de ese dichoso volumen... Sentí la voz de Sagitas cerca de la mía, tambaleándome y a punto de llorar llegué hasta a ella. Me puse en el extremo de la estantería de leyes mágicas y me limpié las lágrimas con la manga. - Hola - murmuré en voz baja. - ¿Qué necesitas tía? - Quería hacer algo, olvidar ese intenso murmullo que me penetraba en la cabeza como si fuese un taladro, a ver si así, al menos me distraía la verdad, es que no había escuchado su "pulla" . - Si quieres puedo ayudarte a buscar lo que necesites - dije con amabilidad. No dudaba que mi tía seguro se sorprendía con eso, pero me daba lo mismo, con tal de hacer algo y olvidarme de ese dichoso tomo que estaba tirado en el suelo a unos tres metros de mí.
  5. Me sequé la frente con la manga de mi túnica al terminar de colocar todos los libros. Le di un beso en la mejilla a Matt mientras le decía: - Cariño, voy hasta abajo a ver si me necesitan - volví a desentumecer los hombros. Últimamente con el mal tiempo, tenía los músculos de esa zona bastante agarrotados, algo realmente raro, siendo vampira, o casi. Coloqué bien la capa y bajé de nuevo hasta el lugar en dónde suponía que aún seguía Sagitas y Xell. Y sí, ahí estaban, mi tía colocando un papel de regalo en algo que había comprado. - ¿Necesitáis ayuda? - Pregunté con una sonrisa. Al menos esperaba no ser recibida con una bronca por parte de mi tía. Aguardé durante un momento, mientras esperaba una respuesta.
  6. La noche parecía de lo más tranquila y calmada después de todo lo sucedido. El pequeño seguía durmiendo pero unas voces me alertaron ¿qué estaría pasando? Matt tardaban en llegar y me estaba desesperando. Un elfo se apareció en medio de la habitación. - Señora - agachó la cabeza en señal de respeteto. Yo elevé mi mentón mostrando así que, mi ego, estaba por encima de él (?). - ¿ Sí, qué desea? - Pregunté con la educación posible... Me estaba hartando tanto misterio... - La bruja de su suegra -carraspeó un poco y arqueé una ceja. Intenté no empezar a estallarme a carcajadas delante del elfo, debía de mantener la postura, pero al parecer, ya conocían las delicias del genio de Sagitas. - Ha amenazado con ir a cada habitación para encontrar a Ithilion - Giré la cabeza hacia el pequeño y éste dormía como un benido. Cierto, no había salido a su madre y eso era un alivio (xD) - Así que, con cuidado, será mejor que se encargue de bajarlo para que no arme más escándalos de los que ya de por sí, está haciendo - ahora mi rostro mostraba desconcierto, sorpresa y una mirada inquisitiva. El elfo negó con la cabeza y no me dio más explicaciones. Me puse la capa en los hombros teniendo cuidado de que el resto de ropas que llevaba además del monedero de piel de moke no se me saliesen del sitio... Agarré a Ithilión con un brazo con cuidado y lo puse en mi hombro derecho además le puse la manta por encima, para que no cogiese frío. Le di un beso en su pequeña cabeza. El doméstico entendió lo que quería hacer y me abrió la puerta hasta que llegamos a los ascensores. Suspiré, pulsé el número cero y éste enseguida nos llevó a recepción. En cuánto las puertas se abrieron entendí que algo no muy bueno había pasado. El recepcionista parecía que tenía un rictus de locura, Sagitas no estaba, pero el chico detrás de su mesa de trabajo, me indicó que estaba en el bar y allí me dirigí. Mi tía tenía una copa en las manos y arqueé las cejas en un murmullo, le dije: - Ya estamos aquí - comenté en un susurro - está durmiendo plácidamente. Le puse la manta para que no cogiese frío durante el camino - entrecerré los ojos con algo de rabia, ya era bastante que encima, nos acusase de hacer barbaridades delante del niño siendo mentira.
  7. Podía dejar el libro, subir y cantarle las cuarenta a tía Sagitas pero, ¿valdría la pena? Sólamente nos ganaríamos otra buena bronca. Así que, deseché esa idea, sólo esperaba tener con ella una charlita. Pero una charla que nos fuese bien a ambas. Ella no quería verme como nuera y eso me fastidiaba un montón, básicamente porque también fastidiaba a Matt. Él quería a su madre, algo lógico pero ¿qué podría demostrarle a ella? No tenía ni idea, pero suponía que alguna cosa podría hacer para convencerla. Seguía ojeando el tomo que había escogido sobre astronomía, pero seguía dándole vueltas a la cabeza, tanto que empezaba a dolerme. Cerré el libro con fuerza y éste produjo un quejido.. - ¡cállate! -gruñí. Volví a dejarlo en su sitio para ver si podía escoger otro... Los minutos pasaban lentamente y desde la situación en dónde estaba, podía ver la puerta y en ella me fijé que afuera estaba empezando a nevar.
  8. Colocaba los libros como podía, intentando aguantarme la rabia que sentía en esos momenos. Sabía que esos tomos no tenían la culpa de mi enfado así que, los iba colocando con cuidado en las estanterías correspondientes... - La verdad, ya estoy cansada -murmuré más para mí que para Matt. Sí, era cierto, parecía que ella me buscaba la manera de cabrearme y que el día fuese un maldito infierno. La verdad, preferiría luchar contra fenixianos que contra Sagitas. Al menos, yo los consideraba mis "enemigos" y el eliminarlos con un hechizo me era mucho más fácil que enfrentarme a "mi suegra". Los libros de Artes Oscuras ya estaban colocados perfectamente. Me gustaban los aromas a libros nuevos, pero debía seguir, ya que quedaba otra caja más. - Cariño, ¿has comprado también otros? -pregunté - lo digo, para ir colocándolos en las estanterías -comenté. Moví los hombros para desentumecer esas zonas. Eso me pasaba cuando estaba en tensión.
  9. El pequeño Ithilion estaba descansando tranquilamente y yo lo observaba sentada en una silla. Me gustaba observarlo, dormía con una paz y eso me daba mucha envidia. Sí, podía tranquilamente echarme una poción que pudiese dormir todo un día pero no era lo mismo. A veces añoraba el ser un humano. Disfrutando de los pequeños placeres de la vida. Y eso contando que en mi viejo y largo pasado, pertenecía a una poderosa familia nobiliaria. Ahora eso se había perdido ya hacía siglos. Aunque recuperase el apellido paterno, no era lo mismo, sabía que el linaje dependía de mí y mi hermana, pero no podía confiarme. Quizás podría nombrar heredero a Ithilion pero, a lo mejor cabreaba más a Sagitas por el simple hecho de que, quizá pensaba que se lo estaba arrebatando, como a Matt. Y para nada era mi intención. Podría además, adoptar a un bebé necesitado y criarlo con Matt o incluso, podría mediante la magia, quedarme embarazada. El caso, es que el linaje perdurase por si yo, en algún momento faltaba, aunque siguiese Annabelle. Un elfo se apareció delante de mí, para avisarme de que Sagitas venía y parecía que de la forma más cabreada. Menos mal que yo estaba vestida normalmente sin ninguna señal clara. Es que, ni siquiera nos había dado tiempo a hacer nada y era lo mejor. Me levanté de la silla y tapé más al pequeño para que no se resfriase. Acaricié su pelo y éste parecía que gruñía en sueños: - Duerme, pequeñín -le dije con con cariño, esperando que así fuese. No tendría problema ninguno en pasar todas las horas que fuesen para velar su sueño, con un ademán le dije al elfo que se retirase y así lo hizo, ahora sólo esperaba ganarme una buena bronca.
  10. No sabía porqué pero al entrar en ese área de descanso de la librería, noté la situación tensa sobre todo, viniendo de Sagitas. Fruncí el ceño. Es más, no estaba dispuesta a seguir ganándome broncas así que, me serví un poco de zumo de naranja... Di un sorbo largo, estaba bueno. - No he venido a que me heches la bronca por nada, Sagitas -al decir su nombre, la aludida ya debía de saber que iba en son de paz, pero me habia dado la impresión de que estaba interrumpiendo algo familiar y cercano, agaché la cabeza terminé de beber de un gran sorbo el zumo que me había servido y: - Me voy, os veo abajo -la situación era más que tirante. No hacía falta decir malas palabras con las miradas era más que suficiente, pero el pobre de Matt siempre estaba en medio. Bajé por las escaleras y me apoyé un momento en la pared, para lanzar un largo suspiro. Iba a ser difícil, muy difícil. Y yo pensando que era un mito lo de las peleas entre nueras y suegras... En éste caso era verdad. Así que, continué bajando hasta llegar a la zona de la librería que a mí me gustaba. Para aparentar tranquilidad tomé un tomo cualquiera y lo puse a ojear, o hacía que ojeaba... Simplemente, estaba sumida en mis propios pensamientos.
  11. *estoy media sobada escribiendo, así que, a ver lo que sale xDD* Fruncí el ceño. No quería discutir también con Matt, ya que, al fin al cabo era su madre y la conocía mucho mejor que yo. Aunque, en el tiempo que llevaba en Ottery ya iba sabiendo como tratarla. La consideraba una de las mejores en su terreno y le tenía mucha estima, pero tampoco le iba a permitir que me atacase cada oportunidad que tuviera... - No es cierto Matt -en mi interior decía que sí a veces por contrariarla, la fastidiaba un poco. Sólo un poco. Pero tampoco lo iba a admitir delante de él para darle la razón. Una también tiene su orgullo. Al final con la varita en alto llevando la caja y él con la suya en brazos llegamos hasta el lugar en dónde reposarían los libros recién llegados. La puse en el suelo y abriéndola con fuerza, tanto que rompí por la rabia las tapas... - Hum, sí claro - y le pasé unos cuatro tomos de adivinación- de verdad, es que a veces no sé. No sé qué tanto tiene que desconfiar. No me interesa nada de lo que tenga, ¡ni de sus galeones! -estallé furiosa, con lo cuál se me cayeron algunos libros al suelo. Los tomé de nuevo y se los fui poniendo en la mano.
  12. Ivanova Selenska Después de gritar y patalear, a la bruja Ivanova le sorprendió como esa chiquilla se alteraba por nada... Se fijó en que entró al interior y momentos después salió al los jardines con una mujer rubia, muy bonita, por cierto. Podía atacarla ahora, dejarla K.O y luego entrar a matar a todo cuánto crío se encontraba en su interior... Pero algo sabía que el interior estaba revuelto de alguna forma... Lo que no entendía era que, como no la habían detectado ya. Suspiró al ver que al joven pelirrojo le había dicho a la cuasi peli negra que eran imaginaciones suyas lo de detectar la maldad o en su caso auras extrañas. Sonrió, sí, aún esa chiquilla debía de aprender un poco más en ese arte. No muchos vampiros lo tenían y lo que lo tenían tardaban muchos años en dominarlo. Seguiría esperando, observando sin ser vista en lo alto del Hipogrifo Asustado.
  13. Podía decir que, con el crío dormido en la cama éste no me daría quebraderos de cabeza. Saqué del pantalón un cigarro y salí a la terraza cerrándolo con cuidado y observando todo lo que pasaba allá abajo. Alguien parecía que había llegado. Encendí el pitillo con la varita y dejé que pasase hasta mis pulmones. Al menos así, conseguía relajarme después de lo sucedido esa noche y yo que pensaba que iba a ser tranquila. Parecía que poco a poco las cosas volvían a su cauce. Terminé de fumarme el cigarrillo y volví al interior. Aunque a veces maldecía la suerte de ser vampira en ocasiones lo agradecía, básicamente porque podía vigilar el sueño de los demás, aunque fuese de esa forma. Me senté en el sillón y esperé a que llegase Matt.
  14. Me cansé de leer, al final me aburrí como una ostra y entonces decidí que era mejor tomarme algo en la parte superior. Esperaba que hubiese algo calentito, porque parecía que el tiempo acompañaba para eso... Chasqueé la lengua fastidiada. Dejé el libro en su estantería y antes de subir por las escaleras escuché la voz de una persona, era una mujer, me di cuenta enseguida que debía ser de la familia porque Xell la saludó muy contenta. Algo me decía o me daba la sensación que debía de ser del otro lado, me daba muy mala espina. Suspiré, no debía de dejarme llevar por meras suposiciones y casi saco la varita. Negué con la cabeza y me dije << mejor en otro momento>> porque no era muy buena idea lanzar hechizos en la librería y menos aún cuando acaba recién de limpiarse, aparte, que me ganaría una buena bronca, eso seguro. Después de que el perrito fuese sacado por alguien del negocio retomé la opción de subir al piso superior. Subí las escaleras con cuidado y escuché algunas voces, las reconocí como las de Matt y Sagitas. Fruncí el ceño. Esperaba que al menos hoy no hubiese broncas. - Bueeeenas -saludé con alegría. Me senté en un taburete esperando a que me sirvieran. - ¿ Y qué, alguna novedad? -Pregunté a nadie en especial, tan sólo para iniciar una conversación.
  15. Pero ¿qué? No entendí lo que pasó en el parque en esos instantes, pero sí sabía lo que me ardía la marca tatuada e invisible en mi brazo izquierdo. Maldita sea, a veces odiaba ser mortífaga por eso mismo. Tenía que aparentar algo que no era pero hice lo que mi primo me pedía. Mientras él se había ido a mirar como había quedado todo, yo me quedé en la habitación vigilando el sueño de su hermano. Apliqué el encantamiento muffliato a la terraza mientras todo volvía de nuevo a la calma. Me dejé caer en el suelo, con un sonido sordo. El niño con su cara dulce seguía dormido. El día de piscina le había dejado agotado, como a todos. Tal y cómo habían venido se hubieron marchado. Durante la batalla había murmurado maldiciones a diestro y siniestro pero rabiando por no poder participar... Salí a la terraza en ésta ocasión y algunos desperfectos sí que había... habían destrozado algo, pero con un movimiento de mi varita susurré un reparo y enseguida volvió a su estado original. Volví de nuevo al interior y cerré las puertas para que no entras el fresco y que así Sagitas no nos gruñese porque Ithilion pillase un buen resfriado. No le iba a dar motivos, no más, al menos hasta que por lo menos confiase en mí. Esperaba.
  16. ¿Dónde estaba yo? Bueno, me había disraído cosa rara viendo nuevos tomos de Astronomía. Una de mis asignaturas favoritas en dónde podía trabajar al menos sin desfallecer... Una de las ventajas de ser vampiro. Después el asunto del cachorro de Jessie ni idea en dónde había acabado así que, estando un poco escondida del mal humor de tía Sagitas me había sentado en un sillón mullido que había cerca de las estanterías. Y sin darme cuenta habían entrado clientes, o eso parecía. Colocó la capa con cuidado y apoyó el tomo que había cogido y lo puso mejor entre sus piernas para leer mejor. Estaba de lo más interesante, le preguntaría a Xell cuanto costaba y si no fuese muy caro, me lo llevaría... Me fijé en que mis botas de piel de dragón estaban sucias de barro ¿cómo fue? Negué con la cabeza, saqué la varita e hice un fregotego, al instante ya estaban limpias después de esa breve distracción seguí leyendo lo que más me gustaba.
  17. Enseguida llegamos al exterior y mi prima Xell me riñó por ir rápido. La verdad es que desconocía por completo la norma de no correr pero era más que lógico porque el lugar era una guardería y como chocase con un niño... Mejor ni pensarlo. Una simple pregunta un poco difícil de responder. ¿Cómo decirle que un crío se portó mal, cuando ni siquiera sabía controlar su propia magia? Carraspeé y giré la cabeza a ambos lados para que nadie nos esccuchara. - Pues verás. Hace un rato estaba con Matt cuidando de un pequeño, creo que era Argentus... Volví a dudar, parecía boba. - No creo que fuese nada malo es más reaccionó como lo hizo un niño, protegerse ante una amenaza por así decirlo -ladeé la cabeza, no quería hacer que el niño fuese el culpable, pero es que lo estaba arreglando de pena. - Creo que se llama Argentus. No conseguí que confiase en mí y acabó congelándome las manos. Me vi negra para deshacer esa magia. Pero es que, ¡me congeló las manos! -volví a decir, desesperada- tendremos serios problemas si no hacemos que controlen su poder ante los demás -y casi me echo a llorar, cualquiera que me viese me llamaría de todo, menos bonita, por comportarme de esa manera. Pero es que me había superado al verme de ese modo aunque Matt se encargase de la educación del crío en cuánto a sus poderes debía de decirle además que no era bueno usarlos sin aprender a controlarlos bien previamente.
  18. Siempre con nuestras broncas ¡pero es que me provocaba! A veces debía de lanzar unos cuántos suspiros y contar hasta diez, pero es que mi paciencia tenía un límite y la verdad el límite se acercaba muchas veces cuando mi tía Sagitas estaba de por medio. Le tenía cariño era cierto, había sido una de las primeras personas en acogerme en Ottery, pero al parecer antes del regreso de Hayame no tenía con quién pelear, por decirlo de algún modo y buscaba algún encontronazo para liberar tensiones... Y para más yo estaba con su hijo, algo de lo que no le hacía gracia. Pues iba fina si iba a renunciar a él tan fácilmente. En cierto modo podía mandarla al cuerno y ocuparme con los libros nuevos que habían llegado a la tienda pero mi naturaleza casi que podía decir, me lo impedía... - No me parece justo que por una insesatez como romper un castillo deje a los demás alumnos sin un lugar para estudiar. Los estudiantes tienen derecho a tener un lugar en el que aprender y practicar la magia sin que alguien como tú -enfaticé la última palabra -venga a destruirlo. Por mucho que luego se repare de nuevo... ¿Acaso te has olvidado lo que ha hecho Voldemort en él? -Pregunté ahora, mirándola fijamente- Costó mucho tiempo restaurarlo de nuevo. Por mucha magia que se haya empleado en él... Reparar algo tan grande lleva su tiempo. - Pues para lo que demuestras... Mucho hablas, mucho hablas pero no tienes ni idea de nada -ahora sabía que con eso la cabrearía más aún. Sonreí de lado. - Cuando quieras que te muestre magia oscura, tan sólo dímelo -asentí con la cabeza. Y ahora sí, fui con mi primo Matt, con un movimiento de mi varita hice que varias cajas un par de ellas fuesen movidas mágicamente. Odiaba el tener que cargar con ellas, ya que consideraba eso peor que un muggle... Teniendo varita, no sé porqué no la usaba. La pobre de Xell estaba pidiendo algún objeto pero no la escuché. - Tíaaaaaaaa ¿puedes atender a Xell por mí? Yo tengo que subir éstas cajas... Y subiendo las escaleras con mi chico al lado le respondí: - Cariño, yo no estoy siempre igual. Tu madre siempre busca la oportunidad para sacarme de mis casillas. A lo mejor debía de pasar olímpicamente de ella, pero es que no puedo, no puedo -negué con la cabeza. Ciertamente, como suegra, me iba a dar más de un dolor de cabeza.
  19. No me di cuenta de que además de Hayame también estaba Xell y eso era raro, se suponía que tenía el don de la empatía, pero no entendía qué había pasado con él, otras veces daba tan fuerte y otras veces, como ahora, estaba como "apagado". Quizá los poderes de un vampiro como yo, se reflejaban con las emociones, pero aún así... Debería de descontrolarse y en ese caso no lo había hecho. Negué con la cabeza, confusa... Volví en mi ensoñación cuando mi prima rubia me habló: - Oh, prima Xell, no te he sentido -hice una sonrisa de medio lado, pero salió una mueca grotesca. No lo pretendía pero tenía el día raro. No sabía si comentarle lo que había hecho Argentus (creo que fue xD) porque si había padres por ahí cerca, quizá no quería que sus niños estuviesen con uno que congelaba a otros porque sí. - ¿Tienes un momento? - Le comenté dudosa, no me atrevía... Y mira que a pesar de ser una bocazas sabelotodo, tenía temor de contarle algo que seguramente a ella le provocara risas, por el simple hecho de no poder controlar a un crío. - Te estaré esperando fuera, en los jardines -me despedí de Matt dándole un suave beso. Sentía otra vez el pecho oprimido, como si hubiese algo malvado por ahí rondando, quizá al aire fresco me encontraría mucho mejor y así explicarle a Xell lo que había pasado.
  20. Aún seguía algo molesta pero no enfadada, poco a poco se me iba pasando el cabreo. Pero no entendía el porqué de esa manera el niño me había atacado de ese modo. Pero aún así, noté como Matt me cogía de las manos, sentí como el corazón me daba un vuelco y ciertas mariposas en el estómago (qué vomitivo xDD) lo miré a los ojos, risueña... Ahora sí que podía decir que se me había pasado el enojo completamente. - Claro que tengo fe en ti -y aún con las manos agarradas le di un suave beso... Después de ese instante, me separé de él y asentí con la cabeza a sus palabras... - Si, será mejor que vayamos. - ¿Capturaron a Fenrir? -Pregunté asustada y después me reí- diablo de niños -negué con la cabeza mientras sonreía... - Bueno, aunque no es que piense tener pequeños... -me rasqué la cabeza como si tuviese un tick -espero que al menos los que tengan salgan tranquilos -y solté una pequeña carcajada. Fuimos hasta la guardería y mi primo llamó a Hayame.. - Hola tía Hayame -le saludé con una gran sonrisa. Casi se me había olvidado lo de que hacía unos minutos, había tenido las manos en el hielo. off: @@Matt Blackner, avísame chico xD, que tu posteo se pierde entre muchos.. menos mal que se me dio por venir a mirar a éste hoy xDDDD
  21. Me metí en el baño de la habitación y me di un buen duchazo, sobre todo para sacarme el cloro de la piscina y que el pelo no se me estropease. Con la varita en mano, sequé todo mi cuerpo y enseguida puse mis prendas... Al menos en el tiempo que había estado el monedero de piel de moke en los vestuarios mi elfina aprovechó la ocasión, para cambiarme la ropa. Sonreí. Había sido un acierto más que notable al hacerla trabajar para mí. Saqué un pantalón vaquero, zapatillas de deporte, una camiseta blanca... Obviamente me las coloqué después de poner mis prendas interiores. Después de colocarme un jersey fino, coloqué mi varita detrás del bolsillo del pantalón. Até mi pelo en una cola de caballo y salí a la habitación principal de la suit. Me fijé en que Ithilion dormía cómo un bendito, el día de piscina lo había dejado agotado. - Oye -le dije con cariño al oído- ¿te parece bien, pedir comida china? No sé si tenéis por aquí y la verdad es que me apetece -comenté con una sonrisa. - Y luego, no sé, incluso podemos beber un poco de cava, me apetece -asentí contenta.. Iba a ser una velada interesante.
  22. Provocación eso era lo que eran las palabras dichas por Sagitas. Negué con la cabeza y entrecerré los ojos. No iba a permitir que me enfadase, no señor. Pero su gesto altanero había conseguido que casi me echase a llorar de la rabia y su comentario, había dolido. Lo ignoré y mostré la cara más neutra que podía tener en esos momentos de rabia. - ¿No crees que exageras un poco Hayame? -comenté divertida al oírla... - Tranquila, yo no haré nada de esas cosas, seré todo lo buena profesora que pueda. Mientras cumplas con tus obligaciones de alumna, no tendrás problemas en aprobar, ya verás -le guiñé el ojo y le mostré mi mejor sonrisa. Iba a ser interesante darle clase, tanto, que hasta no dudaba en que yo podía aprender de ella. - ¿Estallar el castillo? -negué con la cabeza- no, mejor no. Básicamente medio equipo de la tercera planta tendría que ir a reparar allá y no sería buena idea -comenté con una risilla. Pero como no podía seguir ignorando a Sagitas, le respondí únicamente a lo último que había dicho: - Puedo enseñarle muchas más cosas de lo que tú en tu pequeña cabecita -le dije señalándole la frente- jamás se podría imaginar -y entrecerré los ojos, molesta.
  23. Sentí la voz de Hayame cerca, después de darle ese beso a Matt que lo tendría colorado durante un buen rato. Suponía, aunque últimamente no se ponía de ese modo, siempre me hacía gracia al ver como dos manchas rojas, se le ponían en los coloretes. -Ehhh -era lo único que había podido articular, mi tía pelirroja me había pillado infraganti y noté cómo se me subía un poco la sangre a la cara. Ahora era yo la que me ponía roja... - Estábamos en privado hasta hace unos momentos, tía Hayame -le dije en esa ocasión después de tragar varias vece saliva durante unos minutos para poder hablar y que se me entendiese. Me había quedado sin habla al escucharla. Pero no sabía porqué, ella parecía que nos entendía, es decir, comprendía que quería ser la chica de mi primo Matt, y eso me daba más confianza en hablar con ella que con Sagitas, a pesar de que a veces nos la "jugaba" para que nos cabreáramos más profundamente. - Espero que en ésta ocasión, no se te ocurra hacer ninguna travesura -le advertí- luego quien tiene que aguantar la mala leche de tu hermana, soy yo (xD) -comenté cansinamente, porque la verdad ya me estaba empezando a hartar de tanta pelea.
  24. - Hum, bueno. Está bien -cedí ante el comentario de mi primo. Si el no lo veía que actuasen de esa forma intentaría "relajarme" un poco, pero no confiaba. No del todo, porque aunque conocía del poco tiempo a Hayame, sabía que buscaría alguna forma de "liársela" a su hermana. No me cabía duda. Al final, la perrita desconocida para mí, resultaba ser que era de Jessie. Lo que no tenía ni la menor idea era cómo había ido a parar allá. Suponía que había olido el aroma de su ama por otras ocasiones que había visitado la tienda... Matt se acercó y acarició a Estrella y aprovechó ese instante para hacer como que me tiraba. Lo miré con picardía y sin evitarlo, le planté un largo beso agarrándolo de la cara y atrayéndolo hacia a mí... Seguro que eso no se lo esperaba y se pondría todo colorado. Después de terminar, le pregunté divertida: - ¿Decías algo cariño? - entrecerré los ojos pero mostraban alegría.
  25. - Me pareció oler su aroma -le comenté a Matt intentando otear el lugar, pero no sabía dónde podía meterse esa condenada mujer, pero si lo pensaba mejor era así. Tener un día tranquilo con Matt e Ithilion, ya habíamos tenido suficientes broncas para escribir un diario (?). - Pero no sé tanta gente que hay por aquí, quizá se fue hace tiempo, ni idea -me encogí de hombros. - Oh, qué galante -le lancé una sonrisa radiante. La tomé y me la puse por encima, sí, grande me quedaba bastante, que me llegaba hasta la cintura y un poco más, pero no importaba. - La verdad es que yo también, un día tan fantástico como hoy y se aprovechó bastante -pensaba en esos instantes en dónde me había cogido por sorpresa y dado un beso, Ithilion y haciendo de las suyas tirándose por el tobogán y luego que si éramos novios. No pude evitarlo y solté una risilla esperando que Matt no se diese cuenta y pensase que me estaba riendo de él. - Venga vamos -tomé el monedero de piel de moke, la varita y la toalla y me la coloqué al hombro. - Tengo mis cosas en el vestuario, pero si me esperas, vengo enseguida -y para allá fui corriendo. Tomé las prendas que me pertenecían y en un periquete ya estuve a su lado. - Eso sí, en cuánto lleguemos a dentro te la pones. Que empieza a refrescar, aunque no pueda sentir las bajas temperaturas (extremas), tú si las notas y no es bueno que pesques un resfriado, luego tu madre me echarará la bronca -negué con la cabeza y la agaché. Si cuando quería la suma sacerdotisa de Ávalon podía ser una bruja de armas tomar ante un simple catarro. - Pero con una poción pimentónica y ya está ya verás -le dije guiñándole un ojo. Nos encaminamos hasta el hotel llegamos hasta la última planta y en cuánto la abrió me quedé sorprendida: - pero, ¿y ésto? ¡Qué maravilla! -alabé por semejante lugar en dónde nos encontrábamos. Menos mal que no llevaba a Ithilion en brazos, que seguro que se me caía por la sorpresa... - La terraza seguro que me gusta... En la Rambaldi, cuando quiero evitar a gente, salto de la terraza de mi habitación y aterrizo en el suelo y me voy por ahí - y sin poder evitarlo, lancé una carcajada... Si mi padre Deiwan se enterase de semejante situación seguro que me reñiría pero ahora ya no estaba. El rostro se me esombreció un poco pero cambié el ánimo por los chicos: - Bueno cariño, ¿pedimos algo de cenar? Pide lo que quieras, seguro que me gustará¿Te imaginas la cara de Sagitas si piensa que estamos haciendo cosas que no deberíamos? - Y En ésta ocasión no pude evitar estallar a carcajadas. - Mientras voy a cambiarme, no es plan comer en bikini -y casi sin contenerlo lo miré con cara provocativa llendo hasta el baño que me había indicado para cambiarme de ropa.

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