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Hecate Engosvezhof

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Todo lo publicado por Hecate Engosvezhof

  1. *nueva entrada, buah, un mes sin pasarme por aquí, ¡qué vergüenza! espero no perdonarme tanto* Habían pasado ya varios días desde la última vez que había estado en la librería. Al final, no sabía lo que habían hecho con el libro maldito de Astronomía, pero la verdad es que me importaba tres pepinos. Sólo esperaba que no volviese a suceder. En ésta ocasión había decidido que buscaría algo sobre Artes Oscuras, mi especialidad, pero para eso, debía de tener un permiso especial para acceder a la Sección Prohibida, bueno, eso suponía yo. Me había vestido cómodamente: un chandal de color negro y unas zapatillas de deporte de color blanco. Me había atado el pelo con una cola de caballo alta, y llevaba en mis bolsillos la varita y el monedero de piel de moke con suficientes galeones y otras pertenencias. Llegué a la librería mediante la aparición y lo hice a unos tres metros de distancia. Caminé sin premura hasta la entrada, abrí la puerta y saludé con alegría a los que estaban dentro: - ¡Holaaa! ¿Qué taal? - saludé con afecto incluso a tía Sagitas, que había visto su cabellera desde la calle- venía a ver si podíais echarme una mano, cuando terminéis con la clientela, claro - dije sonriente.
  2. Parecía que Sagitas estaba procesando la información que le había dado sobre mis propias enseñanzas en la antigua Academia. La verdad, no entendía el hecho de mostrar tanto interés en dónde la mayoría de magos y brujas, despreciaban ese arte por considerarlo malvado. Bueno, a decir verdad, las maldiciones imperdonables eran eso, imperdonables y castigadas con severidad por el Ministerio. Así que, era una parte de la magia que sólo daba muy por encima. Yo sí sabía realizarlas, pero lo había hecho en contadas ocasiones. En esos momentos, nuestro silencio había sido interrumpido por un joven que había entrado a la tienda. Levanté la vista y me fijé que era Antoni, que había venido y al parecer a comprar. - ¡Hola Antoni! - saludé con efusividad. Guardé los pergaminos en la capa y comprobé que el suelo ya apenas, tenía libros tirados. Tomé un par de ellos y los devolví a sus estantes originales.
  3. En el Parque de las Lamentaciones en dirección al circo. La verdad es que el lugar era bastante tranquilo y eso me gustaba tanto. Pero la verdad ya necesitaba de una compañía. Era raro porque al principio de mi conversión al vampirismo no quería contactar con nadie en especial. Preferiría la soledad pero ahora se me antojaba hablar con alguien. No conocía a la fantasma del parque, pero siendo de día dudaba que se apareciese tan fácilmente. Notaba las pequeñas piedrecitas debajo del cuero de mi calzado. El camino que había escogido estaba bastante bien arreglado y sin apenas darme cuenta, llegué a los terrenos en dónde se situaba el Circo de mi tía Sagitas. Ajusté el cinto de cuero y comprobé que aún tenía la varita en su sitio. Después de una breve caminata, la verdad es que tenía algo de hambre. Llegué cerca de los rediles en dónde estaban los animales. Al menos, esperaba encontrarme a Sagitas para charlar un rato y no discutir.
  4. Vaya, al parecer me había pasado con el comentario. Pero a mí favor tenía que decir que Sagitas casi siempre empezaba las broncas, vale que yo también pero ésta vez me dejé llevar por la ira. - y entonces ¿porqué apenas lo veo? - pregunté a Matt en cuánto salió en defensa de su padre. La verdad, es que no lo entendía. - No comprendo qué es lo que puede haber en el otro lado más interesante que cuidar de su propia familia... Vaya y ahora Sagitas empezó a llorar. La verdad es que me dio pena. En esos momentos, en parte, comprendía cómo a veces se podía sentir sóla por el simple hecho de que arremetía contra todos cuando se trataba de sus hijos. Era lo que los muggles llamaba el "nido del síndrome vacío". - Tranquilo Matt, no pienso tocar ese libro. No me interesa - me encogí de hombros... - Tranquila Sagitas - susurré- yo no quería... pero - no sabía cómo decir las palabras, sobre todo para que no llorara más. - Lo siento - murmuré... Ahora sí que claudiqué. Me crucé de brazos y no volví a decir más nada.
  5. En el Parque de las Lamentaciones. Caminé tranquilamente, escuchando el piar de los pájaros. Sí, la verdad es que el Parque de las Lamentaciones era un lugar que me fascinaba bastante. A pesar de llevar ese nombre tan lúgubre, habíamos vivido aventuras en ese lugar. Bueno, casi en la mayoría de negocios de Sagitas. Aunque legalmente no eran suyos sí seguíamos frecuentándolos. La paz que se respiraba en el ambiente era bastante tranquilizador y era lo que necesitaba en esos momentos. Sólo esperaba que nadie me interrumpiese el paseo por el lugar. De momento estaba todo en calma y lo último que querría era una nueva aventura.
  6. Lechuza Apolo El ave sobrevolaba el cielo inglés con gran prisa. Necesitaba urgentemente enviar la carta que su ama le había encomendado. El lugar de destino era "El Hipogrifo Asustado". Encontró una corriente ascendente y se dejó llevar por ella con las alas extendidas. La lechuza (macho) era de color blanca cómo la nieve con motas amarillas y los ojos color ámbar. Pronto encontró el destino. Bajó de nuevo y se fijó en que había varias brujas en la entrada. Todas ellas con tonos diferentes en los pelos, amarillo, violeta y un rojo llameante. Lo que no sabía era a quién de ellas debería de entregar la carta. En tal caso, la dejaría en el suelo y luego ya se preocuparían ellas. El problema es que tendría que esperar a que respondieran para enviarla de nuevo ante su dueña Ianthe. En la carta su contenido era el siguiente: Apolo dejó el pergamino en el suelo y esperó a que respondiesen... Esperaba que no tardaran ya que, tenía hambre por el largo viaje. Esperó en las verjas de madera de la guardería.
  7. Matt por fin me había conseguido una balanza de plata. La verdad es que era bastante bonita. Tenía muchos dibujos y era bastante elegante. - Me la quedo - le dije con una sonrisa... Me fijé en el precio, un poco cara. - ¿Veinte galeones? - fruncí el ceño- bueno, bien vale, porque porque parece trabajada a mano - comenté. - Yo ya tengo los sacos de ingredientes para pociones - le enseñé las bolsillas- y cuando puedas, hadme la cuenta... - No, no tengo prisa - aclaré - pero supongo que tendrás que atender también a los clientes - le dije con una sonrisa.
  8. Una de las brujas parecía que había llamado mi atención. Tomé un sorbo de la copa de refresco que había pedido y lo dejé de nuevo encima de la barra, me dirigí hacia las personas que estaban allá. - ¿Qué ha pasado? - Pregunté. - Es cierto que hubo un pequeño altercado pero la verdad, no le dí la mayor importancia - susurré. - No estoy en contra de manifestar los temas de sangre, pero creo que hay lugares mejores para hablar que un parque acuático, en dónde todo el mundo viene a disfrutar con la familia... Y más que hablar discutir. Eso mejor hacerlo acompañado con una buena jarra de cerveza - reí por lo bajo. Me callé y miré a los presentes. Me fijé que también estaba Antoni y una de las brujas... La reconocí enseguida, si mal no recordaba (ya que, generalmente tenía mala memoria, algo irónico trabajando en el departamento de accidentes en el antiguo departamento de desmemorizadores) había sido su alumna en una de las clases de pociones... - Creo que todos nos conocemos ¿no? - me rasqué la cabeza.
  9. - Ni pienses que te tengo miedo Sagitas - entrecerré mis ojos ante sus últimos comentarios. - Me he enfrentado a la muerte muchas más veces de las que tú ni siquiera podrías imaginar. Así que, comprenderás que no te tema -sonreí burlonamente... - Es más puedes meterte el libro por dónde te quepa. A mí los entresijos de tu marido ni me importan. Es más, si aparece alguna vez, ya le pediré permiso. Pero por lo que parece, tiene pinta de que te ha abandonado - venga. Seguía metiendo más leña al fuego y con eso había sido bastante cruel. Había que reconocer que me había pasado y seguramente ella atacaría con más dureza. Iba a seguir abriendo la boca hasta que Xell habló. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba en el cuarto con nosotros. Ya que yo estaba chichando a la pelivioleta. - Yo he venido en son de paz prima. Fue ella la que empezó primero con la bronca -protesté. Por una vez que era yo, la que no la iniciaba. - Yo no separo nada. Son esas paranoias de tu tía que piensa que voy además de robarme a tu hijo, todo el oro que tiene conjuntamente con las mansiones. N-o m-e in-te-re-sa - enfaticé las últimas palabras recalcándolas bien, a ver si de una vez la suma sacerdotis se daba por aludida.
  10. Había escuchado la voz de Sagitas a través de la puerta pero ya había entrado antes de que terminase de decir nada. Parecía que estaba de mal humor y no sabía porqué. Quizá era sólo mi mera presencia o por ser su "nuerísima" (?) y que hacía que se enfadase... Cuando había intentado captar algo de las hojas del libro que tenía mi tía sobre el regazo, ésta lo cerró de golpe y yo me la quedé mirando. - Pues ten cuidado que no te lo queme cuando tenga la oportunidad - refunfuñé yo por lo bajo, pero que sólo lo escuchase mi tía. La miré mal encarada. - ¿Temes que pueda usar información privada de tu marido para chantajearte? - pregunté yo ahora, alzando las cejas. - Quédate tranquila. Por mi parte no lo haría, pero no dudo que por la tuya sí, con tal de desprestigiarme - dije ahora, chichándola.
  11. - Si mahoma no va a la montaña, la montaña irá a mahoma - reí por lo bajo por lo absurdo del chiste. Me encogí de hombros y "viendo" que nadie se dignaba a recibirme decidí mejor entrar al lugar. En cuánto estuve en su interior, por detrás del mostrador. Me llegó la dulce (?) voz de Sagitas. Parecía enfadada. Últimamente parecía que nos tirábamos de los pelos, al menos, normalmente. Pasé del mostrador y suspiré. Toqué la puerta tres veces y accedí la manilla para entrar. - ¡Hola! - saludé con afectuosidad a todos. Aunque sabía que mi tía pelivioleta no tardaría en lanzar picadas verbales. Ahí vi que estaban Matt y Xell. Me fijé en que ambos parecían revisar algo. - ¿Qué leéis? - Pregunté con curiosidad.
  12. En el Parque de las Lamentaciones. Necesitaba descanso. Un lugar sereno dónde guarecerme y pensar con claridad en lo que estaba pasando a mi alrededor. A veces sentía las emociones como una montaña rusa. Momentos bien, momentos de enojo. Peleas con Sagitas (aunque a decir verdad, no negaba que disfrutaba mucho de ellas) y sobre todo, la llegada de Lázarus. Ese maldito vampiro que a pesar de considerarlo como a un padre a veces me sacaba de quicio. Me daban ganas de abofetearlo y por muchas otras cosas, no lo hacía. Me había aparecido a unos cuatro metros de la entrada principal del parque. La verja estaba como siempre. Con la forma del dragón y en dónde al parecer y según tenía entendido Sagitas había comprado los otros terrenos que lo circundaban para agrandarlo más con el Circo... Puse una ropa cómoda, algo fuera de lo común a lo que estaba siempre acostumbrada. Necesitaba sentir la naturaleza y aunque yo la usaba para alimentarme ésta vez sentía que necesitaba calmar los sentidos. El vaivén de los árboles el piar de los pájaros, el sonido relajante de las pequeñas olas que daban en la orilla que conformaba el gran lago... Mi vestido de lana al estilo griego, en la cintura portaba mi varita y mi piel de moke. Mis pies que estaban vestidos con sandalias de cuero... El día parecía que estaba tranquilo apenas había nubes en el cielo y accedí al interior con el chirrido de los goznes de la puerta. Sonreí. Debían de darle grasa sino, seguro que se caería por su propio peso. Respiré profundo todos los aromas que me llegaban y sentí que me invadía una paz de la que hacía mucho tiempo no notaba. La verdad, es que tenía que reconocer que mi tía Sagitas había hecho una buena inversión el hacer un "negocio" de ese estilo.
  13. Había escuchado una pequeña pelea a lo lejos... La verdad es que odiaba a veces eso de ser vampiro, en dónde los sentidos estaban tan agudizados que se podía escuchar el zumbido de una mosca, a una distancia de medio kilómetro y eso pasando con los años, va mejorando. Percibí algo de sangre sucia pero no lo había entendido todo porque estaba esperando a Matt. Hasta que algo resonó en mi cabeza. Sonreí bobalico.na. Aunque no pude negar que me molestó un poco, pero pensándolo mejor. El ser el dueño de un centro de ese estilo, tenía que resolver muchos asuntos que los elfos no se podían encargar y lo entendía. Me dirigí hacia a dónde me había indicado y pedí un resfresco. Un granizado de limón que calmaba la sed que sentía en esos momentos. Puse la bolsa en el suelo y pagué dos galeones al camarero que me había servido la bebida.
  14. Asentí con la cabeza y con una sonrisa ante lo dicho por mi tía... - ¡Claro! ¿Porqué no iba a volver? - pregunté curiosa. Mientras seguíamos recogiendo, pero ya faltaba poco para terminar. - Me gustaría tomar algo, pero me temo que la sala de descanso estará ocupada durante un buen rato - gruñí por lo bajo. A mí, que me apetecía algo fresquito. - Pues... Me quedé pensando ante la pregunta que me estaba haciendo. Aunque la última y me la quedé mirando. - ¿En serio quieres aprender magia oscura? - Pregunté curiosa. Si no fuese que no me gustaban las mujeres podría darle un beso. Pero claro enseñar a alguien más ese conocimiento sin prejuicios de por medio, para mí era motivo de orgullo. - Verás -tomé unos libros y los coloqué en sus respectivos estantes- en la Academia enseñaba los magos tenebrosos que hemos tenido en la historia de la magia oscura, además de hechizos, y sobre todo la magia de los horrocruxes. No cómo se realizan, sino el poder que contenían. Además tratábamos la magia de la maldiciones imperdonables - me encogí de hombros- era un tema bastante variado a decir verdad - dije con una sonrisa. - En la magia oscura hay un montón de variedad, no sé lo que querrás saber en exactitud. Pasa lo mismo con los hechizos. Te podría enseñar, sí... Pero tendrás que aprender todos los riesgos que conlleva el realizar magia oscura -comenté con severidad. - Los hay muy útiles, sobre todo para averiguar maldiciones en objetos. Eso sí podría serte útil y añadirlo a tus conocimientos de sacerdotisa. Sería más bien, complementario -le sonreí ahora. Seguro que ahora se lo pensaría mejor a la hora de aprender.
  15. En la Mansión Rambaldi: Me había aparecido en medio de la habitación. La elfina ya acostumbrada a mis apariciones en vez de usar la puerta principal, ni se había inmutado, había estado recogiendo el cuarto y como siempre lo había dejado impoluto. Abrí el armario a pesar de que había conseguido un buen fondo parecía que siempre ponía la misma ropa... Puse los viejos tejanos que usaba, un jersey fino negro y la capa que se anudaba con unos cordones de plata. Mis botas de piel de dragón y puse la varita en el bolsillo trasero del pantalón. Empecé a rebuscar mis viejos pergaminos de cuando daba clases de Artes Oscuras. - Si lo que desea es buscar información la encontrará en la biblioteca - fruncí el ceño. Tenía razón a pesar de todo. A veces Galadriel (la única de mis elfos que tenía permiso para estar ahí) se comportaba como una madre, aunque fuese para los demás una vulgar sirviente. - Lo sé, pero ésto es importante - Tomé los pergaminos y los metí en el monedero de piel de moke que me había puesto al cuello en cuánto me puse el jersey. - ¿Le preparo la cena para cuando venga? - preguntó. La verdad es que no lo sabía, quizá el asunto del dichoso libro, podía demorarse horas hasta descubrir la maldición que estaba segura poseía. - Mejor no - negué con la cabeza- si eso cuando venga, ya preparo un tentempié. - Debería comer, no sólo sangre ama - me dijo la elfina. La miré enfurecida, pero no se acobardó ante la mirada que le había echado. - Ya lo sé. Creo que voy a tardar así que, puedes ir a descansar. Si necesito cualquier cosa, ya llamaré a los elfos de la familia - ahora ella parecía enfadada. Pero agachó su cabeza entendiendo las órdenes y con un chasquido de sus dedos se desapareció del lugar. Yo hice lo mío propio. Me giré sobre mis talones y me aparecí a unos tres metros de la librería, propiedad de Xell. En la librería: Ingresé en el local y vi que mi tía estaba recogiendo los libros... - Te ayudo tía - le dije con un mohín de disgusto en mi cara. No sabía porqué me había puesto así. Pero quizá las palabras de mi doméstica me habían hecho mella. Tenía razón, debía de alimentarme... - He recogido varios pergaminos de mi antigüa clase de Artes Oscuras, espero que nos sirvan. También tengo de cuando fui profesora - comenté - espero que al menos, nos ayuden a averiguar lo que pasa - me encogí de hombros y me fijé en que había ya, pocos libros que recoger. Tomé unos cuántos tomos y fijándome en los títulos de los mismos los fui colocando en sus respectivos estantes.
  16. Sonreí bobalicona a las palabras de Matt. Sí, por eso había ido a su tienda. Era la que más confianza me daba, sobre todo porque éramos familia y también mi pareja. Sabía que podía confiar en él. - Pues cariño - dije con una media sonrisa- mezclar ingredientes que - tosí y continué con la charla- digamos que si no se tienen el cuidado suficiente pueden derretir hasta el propio suelo - negué con la cabeza- y yo hice lo mío propio al intentar pesar un líquido y acabó destrozándola - comenté. Suponía que Xell también estaba con nosotros, aunque silenciosa. Ya tenía en mi mano un par de saquitos pequeños de ingredientes básicos para pociones. Algo sencillo pero al menos esperaba que me durase mucho más que las otras veces. - Pues la verdad es que no - dije con una sonrisa- siendo vampiro como soy, no necesito de cartas celestes. Me los sé de memoria y sobre todo a la hora de orientarme por el cielo... Y no necesito de un certificado de la Universidad para saber dónde se encuentra Marte - reí con una carcajada. - Además de que ya hice mis propias investigaciones. Es lo que tiene el no dormir - reí por lo bajo.
  17. - Me temo que no - dije yo, empezando a agobiarme un poco. Respondiendo a la pregunta de Sagitas que había vuelto a la librería y al parecer de terminar de hacer sus asuntos personales. Los libros aún estaban por el suelo. Empecé a recogerlos y tener un buen montón en ellos para colocarlos en los estantes. Mi tía pelivioleta bromeó algo con respecto a la colocación de los libros a la hora de buscar. Suponía que en referencia a Ishaya que había venido al local. La puerta se había abierto y alguien más había entrado. Fruncí el ceño, reconocí enseguida el aroma antes de levantar la vista. Mi supuesta hermana había entrado al negocio y al parecer en busca de Xell. Las ignoré y decidí que lo mejor era colocar los libros por si venían más clientes. Por uno de los huecos me fijé en que se dirigían al piso superior... - Bueno ésto parece que está mejor - ahora había pocos libros en el suelo así que, no tardaríamos mucho tiempo en terminar de recogerlo. - Creo que iré a casa a cambiarme de ropa y a revisar mis pergaminos para ver contra qué estamos luchando. Me da igual si arriba está la jefa de seguridad. Ésto no tiene nada que ver con ella y es problema mío - comenté con un tono que los más cercanos a mí, me entendiesen. - En cuánto termine de recoger vengo...
  18. La verdad es que no estaba acostumbrada a 'besar' a nadie tal y cómo lo hacía Ishaya. Generalmente era de decir "hola" y me quedaba tan ancha, pero ese saludo tan muggle me dejó un poco fría. Después de desentumecer los hombros intenté reaccionar... - Jeje - reí por lo bajo. No podía evitarlo. A pesar de que yo había sido la que había montado el estropicio, me causaba gracia. Así éramos la mayoría de la familia. - Yo sólo espero que no te encuentres con doxys - y sin poder evitarlo estallé en carcajadas. - En cuánto terminemos de colocar todo ésto, si quieres te ayudo en lo que hayas venido a buscar tío Ishaya - le dije con una sonrisa. - No sé qué libro quieres comprar - comenté encogiéndome de hombros... - ¿Guía? - Pregunté ahora confundida ante lo que había dicho. La verdad, no comprendía - no sé a lo que te refieres.
  19. off: paso de mirar el otro tópic a saber dónde quedó mi personaje, así que, hago otra entrada. Espero que no os parezca mal jaajjaja on: Muchos negocios de tía Sagitas habían cambiado dueño, pero igualmente pertenecían a los familiares más cercanos a ella. Al menos, no los tendría ningún desconocido y podríamos mantener nuestras aventuras sin recibir regaños de nadie... Me había ido del negocio para resolver unos asuntos que tenía en otros lados. Igualmente me había cambiado de ropa para estar más cómoda. Un poco de informalidad siempre estaba bien. En ésta ocasión, me había puesto un chandal con unas zapatillas de deporte. Era algo raro que usase ese tipo de prendas pero sí, estaba más gustosa con ellas. Me aparecí delante del local a una distancia de unos tres metros. Cómo no sabía si había alguien en su interior, saqué la varita del bolsillo y realicé el encantamiento patronus. Éste avisaría al actual dueñ@ de mi presencia en el negocio. Tenía curiosidad de quién se encargaba de 'Mega Ayudas'. Ahora sólo tocaba esperar a ver quién me recibiría.
  20. Necesitaba esparcimiento y el único o el lugar que conocía del callejón Diagón que ofrecían esos servicios era en dónde mi novio, Matt era el dueño. Organicé las cosas en una pequeña bolsa. Me había puesto un bikini de color negro debajo de un pantalón vaquero corto y una camiseta de tiras, llevaba las sandalias puestas y la varita me sobresalía del bolsillo trasero. Ya dispuesta, me había desaparecido de la mansión Rambaldi para hacerlo en el parque Acuático a unos tres metros de la entrada principal. Aún era temprano pero parecía que ya había gente dentro. Lo que no sabía era si estaba Matt en su negocio. Cogí la varita y susurré un 'patronus' un murciélago vampiro plateado había salido de la punta de mi varita mentalmente le ordené << dile a matt que estoy en la entrada>> por el aroma me indicaba que había entrado no hacía mucho tiempo. Eso me alegró. Esperaba al menos, tener un día de baño tranquilo. Llegué hasta la puerta principal, esperando a ver si mi novio al menos, me encontrase.
  21. La verdad, quería pasarle el libro a Reena pero era mucho mejor que lo hiciese Matt con sus guantes protectores ya que yo, no los llevaba y no quería que me afectase más de lo que ya hacía. - Lo más curioso es que es un libro de astronomía - comenté un poco agobiada. En esos momentos, entró Ishaya, yo nunca me había dado cuenta pero al parecer, era tío mío, hermano de Sagitas... Así que, suponía que también era familiar mío. - Así que no sé, supongo que alguien que sabe que me gusta observar las estrellas pensó que era gracioso encantar un libro para volverme loca - y sin poder evitarlo rechiné los dientes. - Hola Ishaya - saludé con el mismo entusiasmo que el mago que había entrado por la puerta. - Si quieres te puedo echar una mano Matt, pero no usaré la varita, por si acaso - le advertí con una sonrisa- y me refiero a recoger los libros - aclaré por si había algún mal pensado.
  22. - Bueno, ésto es una tienda, ¿no? - pregunté risueña cada vez que veía a Matt. Al menos, no veía a la bruja de mi suegra (??? xD) - En mi caso es sencillo, un saquito pequeño de ingredientes comunes para pociones y una balanza de plata - fruncí el ceño - la otra se me rompió cuando estaba... "manejando ciertas pociones" - hice el entrecomillado con los dedos. - Pero al menos, no hice volar media habitación - y reí por lo bajo, aunque bien es cierto que estando ahí y recordándolo me hacía gracia, en el momento no. Podía incluso perder varios dedos por la manipulación de ingredientes, un tanto dudosos por su legalidad. ¿Hay que probar de todo, no? - Al menos que me quitaron astronomía, puedo seguir practicando con el caldero que compré aquí hace tiempo y que va muy bien - sonreí a Matt con cariño.
  23. Asentí con la cabeza al escuchar la petición de mi pareja. No es que me gustase especialmente tocar ese coso. Pero tenía que darle la razón en que, era mejor que lo tocase con los guantes de piel de dragón. - Vale, está bien - le dije, frunciendo el ceño pero mirando al lugar en dónde se suponía que debía de estar ese libro. Alguien más entró y me fijé en que era Ishaya el reportero de El Profesta. ¿Tan rápido había volado la noticia del libro maldito? No, para nada, y eso que de momento estábamos ahí los tres y no habíamos salido de la librería. Quizá tan sólo, había venido a comprar y eso parecía. - Por favor, tened cuidado al tratarlo. No me fío de esa magia - avisé a los demás- Reena, no es por parecer grandiosa ni mucho menos, sólo que sabes que ciertos objetos reaccionan en mayor o menor medida según la magia que contengan los magos y brujas. No quiero que nadie salga perjudicado por tocarlo - comenté encogiéndome de hombros.
  24. Hacía días que no me pasaba por la tienda así que, ya era hora de hacerlo. En ésta ocasión venía como cliente. Cierto que ahora era profesora de pociones y la verdad necesitaba algunos ingredientes. Preferiría mejor hacerlo allí que en otros locales del callejón. Al menos, estaba con la familia y no con desconocidos, que me podían pedir galeones demás. Había salido de la mansión Rambaldi vestida como la bruja que era. Me había puesto una tunica larga de color negra, un sombrero con ala ancha y con el monedero de piel de moke cogado al cuello además de por supuesto, mis botas de piel de dragón. Llevaba en mis bolsillos la varita y una pitillera de plata, lo de valor en el monedero. Habrí la puerta y vi que Antoni y mi primo estaban allí y por el aroma me indicaba que Xell también había estado recientemente dentro de la tienda. - ¡Hola Matt y Antoni! - Saludé con efusividad a ambos... - Cuando puedas cariño, necesito comprar algunas cosas, para la clase de pociones -Y esperé pacientemente a que me atendieran.
  25. Consumibles en Batallas Nombre: Poción curativa Link a la certificación: enlace Nombre: Poción de lágrimas de fénix Link a la certificación: enlace Nombre: Mano de la Gloria (2) Link a la certificación: enlace Nota: No se permiten más de 5 consumibles en inventario. Consumibles especiales: Nombre: Llave Gryffindor Link a la certificación: enlace Nombre: Llave Slytherin Link a la certificación: enlace

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