Jump to content

Hecate Engosvezhof

Magos Expertos
  • Mensajes

    3.201
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    15

Todo lo publicado por Hecate Engosvezhof

  1. - Pues estaría cómo método de seguridad, establecernos en las ruinas, pero no tenemos tienda de campaña ¿o si? - pregunté, mirándolo a los ojos, mientras íbamos bajando la pendiente. La verdad es que aún faltaba para llegar al pueblo. Era mejor no usar la magia por si las dudas... Aún estaba algo lejos, se podían ver que, se iniciaba la actividad a pesar de llegar todavía temprano al lugar. No tardamos mucho en llegar. Las luces se iban apagando mientras el día se aclaraba. Los lugareños se iban levantando mientras otros, cómo el panadero iba repartiendo su carga por las diferentes casas. Todo parecía en calma, o eso daba la sensación. - ¿Qué te parece si tomamos algo? - Inquirí mirando a Matt - es mejor no usar la magia, por si acaso. Sólo en casos extremos - susurré yo. No me gustaba para nada no usar mi varita pero estando en mitad de un pueblo muggle, no era buena idea llamar demasiado la atención porque estaba segura de que se montaría una buena. No estaba por la labor de que el Ministerio de Magia español, nos llamara la atención.
  2. - Pues ya bien ¿podías curarle esa mala leche que se gasta, no Cye? - pregunté yo, intentando mostrarme lo más civilizadamente posible, pero era visto que, esa bruja que tenía por suegra, conseguía sacarme de mis casillas. - Y yo sólo intentaba ser amable... Además, yo también soy enfermera, no de San Mungo por supuesto - elevé los hombros - pero no es una herida que sea difícil de curar - contesté sin poder evitar cierto resentimiento en mi voz. - No te preocupes, esa tienda está bastante alejada, es normal que no la conozcas... - miré con una sonrisa burlona hacia Sagitas. Intentaba que se me pasara el cabreo y no era una buena manera seguir chichando cómo lo estaba haciendo. Habían llamado a la puerta y aunque se había levantado apresuradamente, Cye fue mucho más rápida. En ese momento, me fijé a lo lejos, que estaba Ishaya... Hacía tiempo que no lo veía.. - El que faltaba - murmuré yo por lo bajo, esperando que nadie escuchase lo que acababa de soltar a causa del enojo.
  3. Por supuesto, la bronca no tardó en empezar. En ésta ocasión no la había empezado, lo prometo, bueno vale, no pretendía en ningún momento picar a Sagitas, pero del modo que me respondió me dejó sorprendida. Ni siquiera había empezado a tomar la sopa, había dejado la mano con la cuchara a mitad de camino... - Cuando tengas tanta edad cómo yo, podrás enseñarme lo que quieras - dije yo, con una amplia sonrisa. Cierto que no debía de seguirle el juego y quizá hasta decir algo para calmar los ánimos - pero tampoco pretendía lanzarte un escobazo. Fue sin querer. Puede que no calculara la fuerza del viento y por eso me estrellé en la ventana. Yo, que era una mujer que no daba explicaciones (bueno, más bien era vampira) ahí estaba dándolas. Pero tampoco me apetecía pelear, ni siquiera "por los viejos tiempos". - Si por mayores te refieres a la edad, entonces tú deberías de respetarme a mí - reí por lo bajo - en temas de suegras, yo ahí no me meto - me encogí de hombros y ahí cuando terminé de hablar me llevé la cuchara a la boca, estaba especialmente deliciosa. Recordé lo que había preguntado Reena, de ir de compras. - ¡Genial! - exclamé con alegría - tengo que ir a Twilfitt y Tatting a por una capa nueva y por varias prendas. Es una de las mejores en cuánto a ropa en el Callejón Diagón - informé a los presentes. Aunque seguro que nadie tenía ni idea. - Peor sería casarse con un fantasma en el cuál no lo ves desde hace tiempo - respondí yo, de malos modos al escuchar el último comentario de Sagitas. - Si quieres, puedo curarte esa herida. A ver si así, dejas de gruñir. Pareces más un pe.rro que una bruja de sangre limpia, a pesar, de todo - solté yo. Porque la verdad me recordaba mucho a la familia Weasley, magos de sangre limpia, teniendo cómo compañía a muggles.
  4. - Claro que sí Cye, cuando quieras - le respondí yo, y me paré un momento antes de seguir a mi habitación - no sé qué ha pasado, debió de ser una ráfaga potente de aire, porque generalmente, la manejo bien - me encogí de hombros. No quería de dármelas de gran jugadora ni mucho menos, pero se podía decir que volaba bastante bien. - Venga mujer, no protestes tanto - no pude evitar estallar a carcajadas. Al final, sí que le había dado a tía Sagitas pero había sido sin querer... La voz de Reena me llegó y con una sonrisa: - Claro que sí, prima Reena, en cuánto me cambie, me pongo con vosotros - le dije yo, con cariño. - Venga Sagitas que, cuando quieras, también te puedo dar clases de vuelo - y sin poder evitarlo, subí riéndome hasta mi habitación. En los pisos superiores. En cuánto llegué, mandé a mi elfina que me preparara un baño, fui sacando las ropas y comprobé que apenas tenía cicatriz alguna del cristal que antes se me había clavado, pero aún lo notaba algo adormecido. Suponía que sería por el golpe. Después del baño y algo más calmada, me puse un chandal negro, con unas zapatillas de deporte de color rojo. Tomé mi monedero y coloqué la varita en el bolsillo, até mi pelo en una cola de caballo alta y bajé hasta el comedor, en dónde estaban los demás. No lo había notado, pero el aroma a sopa hizo que mis tripas sonaran... - ¡Qué hambre! - dije yo, y me senté un poco alejada de tía Sagitas, que parecía tener un humor de perros por el accidente. - Lo siento tía, no fue mi intención enviarte la escoba - y sin poder evitarlo seguí riéndome por lo bajo.
  5. Necesitaba libros nuevos de magia oscura y sabía que había un único lugar en dónde los vendían... La última vez, recordaba no haberlo comprado así que, en esa ocasión estaba dispuesta a llevarme varios. Era cierto que, algunos libros especiales también se vendían en el Magic Mall pero los que a mí realmente me gustaban, estaban en la Librería "La Hermana Quisquillosa"... Los rayos del sol, poco a poco se iban ocultando y comprobé en el reloj, posado encima de la mesita de noche, que las tiendas no tardarían en cerrar. Tendría que apurarme si quería llegar a tiempo antes de que colgaran el cartel de "cerrado". Luego de ponerme mi camiseta, unos vaqueros, botas de piel de dragón y también una cazadora de cuero, recogí el monedero de piel de moke, introduciendo en él muchos galeones y también diversos objetos. Me puse la capa negra con capucha que usaba para viajar y tomé la varita de álamo temblón. Me giré sobre mis talones y me desaparecí del castillo Rambaldi, para hacerlo a unos cuatro metros en dirección sur de la Librería... Poco a poco se notaba que la gente apuraba sus compras para llegar pronto a casa, pero yo tenía en mente comprar libros prohibidos y nadie me haría cambiar de opinión, ni siquiera tía Sagitas... Abrí la puerta con cuidado y me dio la impresión de que no había nadie en su interior (?).. - ¿Hola? - pregunté con voz tímida- ¿hay alguien? Venía a comprar - dije yo ahora, alzando la voz. Puse el pie en el interior y me llegó el aroma de que había nuevos libros dispuestos a la venta. Sonreí, no podía evitarlo. El tener una mayor sed de conocimiento hacía que estuviese allí en muchas ocasiones... Si hasta pensaba que las únicas ganancias que tenían eran gracias a mis galeones (? xD).
  6. - bueno, los bombones en sí, aunque no tengan efectos puedes añadirles amortentia - reí por lo bajo- claro que, no sería nada nuevo la verdad. Ya sabes de sobra que las secuelas del brebaje en cualquier comida, se agrandan con el tiempo - me encogí de hombros... - Aunque ¿sabes? puedes patentar muchas cosas... Los gemelos weasley lo hicieron ¿porqué tú no? - dije con una sonrisa. - La verdad, si tu madre quiere tener líos con Jack, sabes de sobra que eso no le hará falta.. Me fijé en cómo buscaba las caretas que yo le había preguntado... - anda... y no tendrás de ¿mortífagos? - pregunté, alzando las cejas - ya sabes, ya que están para asustar y eso... Hay gente que es bastante susceptible - reí por lo bajo- hay gente que no aguanta una vulgar broma - hice girar mis ojos para ponerlos en blanco. - Y no sé si tendréis capas de invisibilidad... Aunque hay pociones que pueden producir ese efecto, ya sabes que cuando se pasa, no es lo mismo - me encogí de hombros- e igualmente se las puede hechizar con encantamientos, pero claro, no es lo mismo...
  7. Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké) Annabelle no podía negar que algo le pasaba con ella. Quizá fuese producto de la desconfianza que le producía el hecho de ser vampira... Había intentado alguna que otra vez el colaborar con ella, pero sólo había sido bastante arisca... Decidió mejor no darle vueltas a la cabeza y prestar atención a toda la persona que llegase al encuentro de nuevas sacerdotisas. No podía negar que le sorprendía. Creía que en el pueblo no había muchas, a contar con su tía Sagitas, su prima Xell y también a la pelirroja... Pero tal y cómo había comprobado, se equivocaba. (Sí, Reena, Annabelle como melliza de su hermana, también es tu prima jejjeje) - Vaya, interesante - alabó la bruja al ver los dones que, poco a poco las hermanas espirituales iban diciendo que tenían... Otra mujer se había aparecido, por supuesto, con el llamado de Reena... y ya que estaban... - Pues mi poder es más simple que todo eso - respondió- mi poder se basa en canalizar las energías, que no en transformarlas - dijo, alzando el dedo índice de su mano derecha- es bastante complejo y el dominarlos requiere muchos años... Cómo todos vuestros dones, por supuesto - asintió con la cabeza- ya sé que para muchos es raro que una vampira sea sacerdotisa, pero así es... Después de una larga vida al final, he comprendido que el camino espiritual es mejor para calmar el alma... - comentó sin darle mayor importancia. - Bienvenida Romina - comentó la castaña al escuchar el nombre de la mujer... - Targaryen, un apellido bastante peculiar - asintió con la cabeza.
  8. - Está bien - asentí con la cabeza, al ver que Fenrir vendría con nosotros de toda formas. Quizá hasta no fuese mala idea que viniese. Después de darme un tierno beso consiguió que me calmase del todo. Esperando a que Matt agarrase a Fenrir aunque sea por el lomo, tomé la mano del pelirrojo y suspirando giré sobre mis talones mientras los rayos del sol empezaban a incidir sobre los escaparates de los negocios del callejón. En cuánto abrí los ojos, un aroma a pino y a eucalipto invadieron mis sentidos. El lugar en dónde estábamos era tal cuál cómo lo había recordado en su momento. Unas grandes rocas de granito, hacían una forma circular y cerca de nosotros, un pequeño altar de piedra, en dónde se notaba que antaño, habían hecho sacrificios... Varias piedras tenían dibujos tallados en las mismas... - ¿Ves? Ya hemos llegado - dije a Matt - esas figuras, se llaman petroglifos - comenté- pero al parecer son más antiguo que la propios celtas - susurré yo... A lo lejos, se podían ver las luces de un pueblo cercano se escuchó además, varios cuervos que graznaron ininterrumpidamente, cómo dándonos la bienvenida a ese lugar, que para los muggles debía de estar maldito. Cerca de nosotros había un sendero de piedra bastante conservado, pero casi lleno por la maleza, después de tantos siglos de no usarse... - Si tienes hambre... Creo que no traje nada para comer... Pero podemos probar en el pueblo, antes de investigar, ver si hay alguna posada para reponer fuerzas - le dije yo- seguramente tardaremos como una hora en llegar, la bajada al menos es fácil - reí yo con una risa cantarina.
  9. Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké) No entendía porqué de ese malestar con la castaña. Seguía dándole vueltas de que algo le pasaba... Quizá hasta era absurdo. Sintió que alguien más llegaba y desde la posición en dónde estaba, pudo divisar a una preciosidad, vestida cómo ella, al estilo griego. No pudo evitar esbozar una sonrisa pícara que, por supuesto la otra mujer, por la distancia, no vería. Se regresó sobre sus pasos hasta volver a dónde estaba Reena. Seguramente fuese recibida por un montón de maldiciones... pero correría el riesgo. Se sentía atraída por esos ojos rojos y la verdad, era más placer volver a verlos que temer que fuese embestida por alguna de sus propias criaturas... En cuánto se acercó al duo se dio cuenta de que la muchacha (@@Lillian Potter Evans) aún era joven, pero estaba de buen ver (xD)... - No interrumpes nada, cariño - le susurró con dulzura detrás de su oreja. Seguro que daba un buen bote por el susto. - Yo también he sido invitada - evitó mirar los orbes de su prima - así que - se encogió de hombros - tendremos que esperar a que vengan más personas -Sonrió y no pudo evitar mostrar sus colmillos. Por mucho que se sumara al sacerdocio, su condición de vampira, dejaba mucho que desear en los círculos más conservadores, ya que la veían cómo a un peligro. La sacerdotisa que había invocado a las dos brujas, aún estaba en silencio, y decidió callarse para no hacer sacar su mal humor y darle motivos para que la expulsara... Pero sí que tenía un genio de cuidado.
  10. No podía evitar sentirme nerviosa. Era un viaje que hacía muchísimo tiempo que no hacía. Había pasado mucho tiempo (siglos, para ser más exactos) pero no podía evitar pensar en que la gente de ese pueblo se acordara de mi familia... No sabía si había leyendas o mitos sobre eso, pero poco me importaba... Matt por fin apareció y traía consigo a Fenrir, el lobo se sentó a mi lado y yo lo miré con cariño. - ¿Crees que era necesario traerlo? - comenté preocupada- no digo que me moleste, no no -aclaré- pero quizá llame un poco la atención - reí por lo bajo. - Pensé que era mejor las escobas pero sinceramente, tardaríamos el doble, así que, usaremos la desaparición. Es más rápida y silenciosa además de discreta - dije yo... - Pero con Fenrir, tendrás que usar una correa para que no sufra una despartición - comenté preocupada. Me dejé abrazar abrazar y eso consiguió que me calmara un poco. Faltaba poco para que amaneciese pero no importaba. Sólo esperaba que la situación en el pueblo fuese lo más tranquila posible. Recordé una zona en dónde podíamos aparecernos sin llamar demasiado la atención. - Me acabo de acordar de una zona en dónde los muggles no la visitan... Porque directamente tienen pánico a acceder. En realidad es un antiguo centro espiritual céltico... Pero ya sabes esa gente es muy supersticiosa - volví a reír por lo bajo. A lo lejos, se escuchó el graznido de un cuervo... Sólo esperaba no tener problemas durante el viaje.
  11. - Pues, cuando se pueda habrá que abordar el tema con él, ¿no te parece? - le dije en un tono cariñoso. - claro, me gustará verlas -le dije, dándole un beso tierno- venga, vamos - le di un azote en el trasero, mirándolo con picardía... No pude evitar reír por lo bajo. Subimos hasta el piso superior, yo teniendo cuidado de no llevarme ningún golpe, porque miraba por todos lados, buscando en dónde estarían esos objetos para la fiesta. - ¡Anda! - exclamé yo, al las cosas que tenían por ahí... - ¿por casualidad, no tendrás, bombones con efectos secundarios, no? - pregunté yo, divertida. Mientras iba observando todo lo que me llamaba la atención. Me acerqué a dónde me indicaba Matt con la mano y ahí estaban las serpentinas... - ¿Tendrás caretas que asustan? Digo... por si un día nos aburrimos y eso - dije chistosa.
  12. Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké) La bruja arqueó las cejas ante las palabras dichas de la sacerdotisa. Por supuesto parecía que aún recordaba lo que había pasado con anterioridad y para qué decirlo, le molestaba mucho. Más aún cuando ella era la que quería hacer las paces y no entendía el motivo por el que la bruja pelirroja sentía tanto desprecio por ella. Suspiró "cansada". Negó con la cabeza... - Discúlpeme hermana - susurró triste. - Me llamo Annabelle Isabella, pero tampoco voy a dar mis apellidos completos, es una tontería - se encogió de hombros- pero me puedes llamar Annabelle, simplemente - se encogió de hombros. - Está bien - afirmó con la cabeza entendiendo que no conseguiría nada de esa bruja que, al parecer estaba intentando hacer algún tipo de magia... La bruja se dio cuenta... Y sobre todo con la última pregunta. - No quería molestarte pero también es mi prioridad que mi hermana sea feliz, aunque a veces me odie por mi condición sexual - sonrió un tanto provocativa a la mujer. Pero seguramente también recibiría alguna que otra mala contestación. << Te dejaré que continúes con tu ritual. Yo, quería charlar un rato contigo. Pero veo que mis energías te distraen... Soy una mujer de paz, no cómo mi hermana, que parece que busca broncas a la primera oportunidad - chasqueó la lengua, divertida- no por eso una varita de cerezo vino a parar a mis manos, por algo sería. Se levantó en dónde estaba sentada. - Hermana espiritual, cualquier cosa que necesite no dude en llamarme. Yo estaré cerca realizando algo de magia, espero que no interrumpa a la suya - comentó un poco triste. Dirigió sus pasos en dirección al lago para respirar un poco y que la paz del lugar viniese a ella, sobre todo porque sentía que estaba algo nerviosa por lo sucedido.
  13. - Pues la verdad es que está muy bien - asentí con la cabeza, mientras observaba cómo el "sol" bañaba con su luz todo el lugar, o seguramente fuese cómo decía él, climatología mágica. Pero daban ganas de meterme en la piscina, pero cómo había escuchado jacuzzi tenía ganas de probarlo. Me guió hasta la zona en dónde estaba ese lugar... (si no te importa lo improviso un poco, no sé si tienes la descripción en la primera página) En cuánto llegamos un muro grande, formado de rocas enormes, la puerta de madera de su interior se escuchaba el burbujeo del agua y por debajo de la rendija de la entrada, salía un pequeño vapor. Claramente ahí estaban esas "aguas". - Sí -le puse morritos- necesito que me vigiles por si necesito mimitos (xD ¡qué ñoña! jaajja) - había juntado los labios para darle un pico de lo más gracioso y me adentré al interior fui a los vestuarios y rápidamente me puse un bikini negro, algo que hacía relucir mi piel más de lo que hacían otras prendas, cuando estuve lista, fui hacia la zona de la "piscina termal". Había mucho vapor y aún así se veía bastante bien las zonas. Bajé por las escaleras ayudada por un pasamanos de metal. En cuánto puse un pie... - ¡Aaaaay! ¡Quema, quema quema! - gritaba yo haciendo aspavientos, cómo un payaso encima de una bola (algo que me recordó a Sagitas y me eché a reír cómo una loca. - ¿Quieres freírme sin casarme antes contigo? - comenté risueña... Pero la verdad es que miraba apresiva el líquido con un gesto fruncido... - ¿Ésto a cuánto está, a cincuenta grados? - Intentaba meter el pie, pero me daba la sensación de que Matt me tiraría de un empujón para que dejara de protestar... Si es que, a veces podía ser una cría xDD
  14. Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké) A Annabelle no se le escapaba en absoluto que no le hacía gracia su presencia allí. Se había quedado helada por decirlo de algún modo por su presencia, a la bruja esa situación de hacía gracia. No pudo evitar lanzarle una sonrisa un tanto provocadora a la sacerdotisa, pero tampoco quería interrumpirla en su ritual de llamado de las demás compañeras. A pesar de todo, algo le decía o quizá era la especie de aura que detectaba que algo no iba bien. No tenía forma de averigüarlo. Si le preguntaba directamente, a lo mejor podía recibir una contestación de las que dejaban a uno con la boca cerrada. Si le preguntaba discretamente... Bien pudiese obtener algo, pero a la española le daba la espina que Reena no soltaría prenda tan fácilmente. Sí, es cierto que había estado ausente en el pueblo pero eso no quería decir que había abandonado a su melliza, no, claro que no. Se había encargado personalmente que, magos de su clan por decirlo de alguna forma, la mantuviesen informada. Algo le habían comentado por carta, que en una de sus visitas Heliké se había marchado apresuradamente... Y sabía que de su hermana no iba a obtener prenda. Era bastante cerrada para que le contara sus cosas a pesar de ser hermanas de sangre y para más vampiras. Tampoco iba a usar sus dones naturales para urgar en su mente. Sabía que a la morena le molestaría de sobremanera y lo último que querría era que se enfadaran. Después de tantos años y luego de recuperarla... - ¿Qué ha pasado con mi hermana? - preguntó de sopetón. A la vampiresa- sacerdotisa esperaba que no se uniese nadie más, quería tener una charla con su 'hermana' sacerdotal antes de que fuesen interrumpidas. Pero había notado de Reena que no conseguiría mucha confianza, había intentado decirle que era una persona de paz y parecían que las cosas no iban a cambiar al menos, no tanto cómo a ella le gustaría. - Reena - llamó con suavidad a la mujer que seguía concentrada en el ritual. No quería molestarla pero era necesario - es mi hermana, necesito saber qué ha pasado. Me han contado algunas cosas y necesito saber que está bien - comentó con preocupación. Con sus manos empezó a jugar con la nieve que había a su alrededor, en dónde estaban sentadas. - Presiento que algo sucedió entre vosotras dos y ella no me lo va a decir ni aunque le eche aceite hirviendo - rió por lo bajo- ya sabes cómo es para sus cosas - se encogió de hombros- si es lo que me parece, necesitará algo de ayuda para comprenderlo - seguro que se preguntaría cómo sabía la bruja todo eso pero no sería el momento de decirlo. Quizás más adelante- yo vengo en son de paz. Y lo que más quiero es que ella sea feliz, con Matt o con quién sea - soltó intentando buscar con la mirada a la mujer que estaba haciendo sus cosas. Pero no dudaba de que la mandaría al cuerno. Había detectado gracias a las energías que proyectaba que era una mujer de fuerte carácter, sólo esperaba que no la hechizara por intentar saber qué era lo que había pasado dentro del Confesionario. Si los magos que había enviado para proteger a su hermana y saber de ella, estaban en lo cierto. Era hora de tener una charla.
  15. Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké) En Escocia: La bruja caminaba descalza por las nieves perpetuas de la montaña en la que estaba. Se había retirado hacía algunos meses para hacerse una limpieza espiritual y contactar con la Orden de Dragón a la que pertenecía. Parecía que, de momento todo estaba en orden. Sabía que no tardaría en llegar el mensaje en que la nombraban Suma Sacerdotisa. Era un alto rango que desde sus inicios cómo novicia, había querido alcanzar. No sólo por dar órdenes sino simplemente en poseer más conocimiento del que el más común de los magos, jamás tendrían. Sonrió de lado, en eso se parecía mucho a su hermana, la sed de saber más y tener más poderes que nadie. Al menos desde que había dejado Ottery sabía que se encontraba perfectamente, no le había llegado ningún mensaje perturbador ni mucho menos. Pero aún así, no sabía porqué se sentía inquieta. Notaba ciertas energías que le incomodaban bastante. A lo mejor era un aviso de Gaia de que, estaba realmente enfadada en cómo los humanos la trataban, o simplemente podía ser una absurda intuición... A lo mejor hasta había mal interpretado las señales. Colocó bien su vestido de estilo griego, anudando parte de la toga en un broche al hombro para darle más facilidad de movimiento. Tomó sus sandalias y las ató al cinturón de cuero que terminaba en un portavaritas, además que llevaba bolsitas diferentes para hacer la magia que a ella le encantaba... Se peinó con las manos y tomó su varita de cerezo, esa que le había acompañado desde que tenía once años... Murmuró varios hechizos y el aire pareció vibrar intensamente. Sacó de sus bolsitas de cuero, varias flores haciendo un círculo alrededor suyo y también un par de velas blancas que encendió sin ninguna dificultad. Extrajo un mantel rojo y en su centro puso una daga de doble filo, para canalizar las fuerzas que le estaban llegando. Un péndulo y un caldero para introducir esencias naturales creadas por ella misma. Deshizo varias hojas en su interior y murmuró unas cuántas palabras, al instante pareció que el aire se hacía más poderoso... Cuando estaba en la máxima concentración, abrió los ojos y estupefacta vio una pequeña llamarada rojiza. Se puso alerta, no sabía si lo había hecho ella o alguien la estaría llamando. A su alrededor no notó nada extraño, lo que hacía Annabelle era usar el poder natural de las cosas para llevarla a dónde la bruja quería, por eso se sorprendió de ver esa pequeña luz... Se fijó más. A su alrededor parecía indemne, no se derretía y eso la cautivó más todavía. ¿Quién tenía ese poder de controlar el fuego? No tenía ni la menor idea. Se tranquilizó pero el pequeño fuego pareció bailar para llamar su atención... -¿Quieres que vaya contigo? - a su respuesta danzó más ferozmente cómo si fuese un gesto afirmativo, giró su cabeza a ambos lados para percibir si la brisa había cambiado. No, para nada, todo seguía casi igual... Pero era tal la curiosidad que sentía que con un potente hechizo 'bauleo' que todas las cosas que había en el suelo, fueron directamente a su morral de cuero que llevaba a la cintura.... Deshizo los encantamientos que había creado y temblando un poco, tocó ese poder natural que tanto la cautivaba... En el Parque de las Lamentaciones: Sintió una especie de succión y todo cambió. Abrió los ojos y en su lugar apareció un bosque en dónde los animales trinaban, aún había nieve sí, pero no tan densa en el lugar en dónde había estado anteriormente. Oteó con sus ojos verdes y se dio cuenta de que estaba en el Parque de las Lamentaciones. No era la primera vez que había estado ahí. En una ocasión confraternizó con su hermana sacerdotal llamada Sagitas y según tenía entendido, también era su tía. Algo chocante, el fuego inocuo aún estaba en el suelo que éste no quemaba ni derretía la nieve. Avanzó unos pasos y éste pareció comprender el mensaje, se deslizó rápidamente y desapareció. Annabelle chasqueada susurró: - Pues vaya, ahora tengo que buscar el origen, según parece - murmuró un poco enfadada. Observó con la mirada hasta dónde había podido ir la "luz". Pero sintió una sensación extraña, familiar... Sí, alguien estaba por el parque y parecía que era una compañera de la luz. No lo dudó más y dejándose guiar por las fuerzas llegó a un lugar y en ese lugar estaba una persona que reconoció de inmediato... - Vaya vaya vaya - sonrió la bruja de oreja a oreja en cuánto la reconoció. Sí, había tenido algún que otro "percance" en un lugar de recogimiento llamado "El Confesionario" y si mal no recordaba cuidando de una persona, ésta a pesar de intentar demostrarle que no era un peligro, se había mostrado arisca. - Asi que hermana, me ha llamado, ¿no? - sonreí ahora, pero era una sonrisa de paz, calma... - No conocía que usted tenía el don del fuego, muy poderoso - alabó la española - de hecho, muy poca gente es capaz de controlarlo como quisiera. << Si no le importa me voy a quedar con usted, Reena - comentó, mirándola a esos ojos rojos que la cautivaban. Aunque no sabía porqué había algo raro en ellos. Cómo si ocultase algo. Quizá eran simples suposiciones - justamente estaba haciendo un ritual. Parece que lo que hizo atrajo su atención y - se encogió de hombros- aquí estamos. Esperaba que la mujer reaccionase a Annabelle le daba la sensación de que estaba en una especie de trance... Quizás su inoportuna llegada haría que se fuese al traste su concentración y todo lo que estaba haciendo. Esperó. Volvió a colocar bien su toga, que parecía darle la lata en esos momentos y para no distraerla en silencio, colocó sus sandalias de cuero. @@Reena Vladimir
  16. ¡Por fin estábamos solos! Vale, agradecía el hecho de estar con gente y todo lo demás, pero también el poder compartir con el pelirrojo, momentos íntimos, que ya hacían falta... Había muchas cosas que preparar antes de la maldita (?) boda, pero estaba segura de que mi elfina personal, Galadriel, se ocuparía de todoos los detalles necesarios. Sabía de mis gustos y también sabía que no tendría problema alguno... No supimos en qué momento del acto (?) había aparecido el árbol. Había sido un detalle bonito que Antoni nos dejara ese presente... Puse bien mis prendas y sentía que estaba algo colorada (?)... (desde luego eso rapidez jajajaja) Terminé de calzarme las botas y guardé todos los objetos personales que poseía en los bolsillos ya que se habían quedado desperdigados. La verdad es que sentía una paz interior después de hacer eso... Pero no podía evitar que el beso de Reena me rondara la cabeza. Intentaría contárselo, pero, tampoco sentía el valor de hacerlo. Quizás se lo comentaría a alguien familiar e íntimo alguien con quién tuviese mucha confianza. Pero al menos tenía claro mis sentimientos por el pelirrojo, quería pasar el resto de "la eternidad" con él y no quería que nadie más inturviara lo que sentía por él. - Es un bonito detalle, ¿verdad? - pregunté mientras sentía que me abrazaba por la cintura. - Pues la verdad es que no tenía ni idea. Es una buena manera de ganar más clientes. Y sí le llevaré el pedido en cuánto vaya al Ladurée. ¿Has visto cómo se puso cuando le nombré el chocolate? Creo que es una especie de fobia, algo extrema... - comenté preocupada- habrá que intentar ayudarle ¿no te parece? - le dije con cariño, robándole un beso.
  17. ¿Aguas termales? ¿Jacuzzi? Había escuchado perfectamente la voz de Matt. Cómo él, ambos nos habíamos sentido mutuamente. Me gustaba tener "ese poder" ese que compartía y que tenía más desarrollado cuando se trataba de mi hermana. Pero al menos, el pelirrojo y yo gracias a la "telepatía" sabía dónde nos encontrábamos... Me fijé en que estaba bastante atractivo, aunque la verdad es que el bañador que llevaba... Arqueé una ceja, divertida. Me acerqué a él y le di un fuerte abrazo además de un beso tierno... - La verdad en cuánto a tu pregunta, me da lo mismo, sabes de sobra que puedo aguantar las bajas temperaturas. Pero ya veo que has acondicionado el lugar con un microclima, eso es excelente - alabé su trabajo- entonces ¿vamos a las aguas termales? Y dime, ¿cómo has conseguido hacerlo? Porque se calientan con el calor profunda de la tierra - comenté curiosa. Había visto ese fenómeno natural en muchos de los viajes que había realizado y aunque no me atrevía a meterme por eso de que estarían demasiado calientes, sabía que ahí podría aguantar perfectamente la temperatura. Además que se estaría muy agusto y para la piel, era delicioso. Me vendría bien un tratamiento de belleza (?).
  18. Aún seguía preocupada por el joven. No podía evitarlo, pero quizá era mejor que no le diese mayor importancia. Quizas eran suposiciones mías. Pero aún así era extraño, demasiado. Antoni se había despedido de nosotros y yo guardé la invitación en el bolsillo para no perderla. Ahora me dirigí a Matt. - Bueno, después de ésta breve interrupción... ¿Vamos entonces al almacén? - pregunté, con un tono bastante lujurioso. Sólo rogaba que no hubiese más interrupciones... Sobre todo, porque quería estar a solas con mi pareja y que nadie nos molestase. Quizá ese lugar no era muy apropiado que digamos, pero tampoco habíamos tenido muchas oportunidades, ni cuando empezamos el noviazgo ni tampoco cuando habíamos anunciado nuestro compromiso de casarnos.
  19. Algo me decía que Antoni no estaba bien del todo, a pesar de que aparentaba una calma que no sentía. Pero aún así estaba algo preocupada por él. Pero al menos pareció reaccionar ante el hecho de ofrecerles infusiones para la fiesta. Eso pareció alegrarlo y me dio la impresión de que quería salir cuánto antes de la tienda. Puso una mano en su bolsillo y extrajo una pequeña invitación. La miré detenidamente. Otra vez estaba ese nombre ahí escrito. Sí, sería una buena oportunidad para investigar ese lugar. - Bien, me pasaré ahora mismo por el Ladurée y avisaré también al cocinero para que se esmere en crear una tarta original - aseguré yo, con unan sonrisa en mi boca. - Puedes irte tranquilo, llevaré todo lo que dije y a buen precio - le guiñé el ojo. Lo que no quería era cobrarles un dineral por todo ello... No, lo mejor es cobrar poco y que los resultados sean excelentes. Así tenía más clientes satisfechos y podrían venir más veces. - Al menos, espero que no intenten atentar en una fiesta infantil - dije más en un susurro para mí que para los demás. Si era cómo sospechaba ese lugar todavía era fenixiano y tenía que comprobarlo.
  20. No comprendí la reacción de Antoni, enseguida se agarró al mostrador y parecía que estaba a punto de darle algo. - ¿Estás bien? - pregunté, poniendo mis manos encima de sus hombros. - ¿Antoni? - llamé preocupada por el estado del joven. - ¿Qué ha pasado, dije algo que te molestara? - inquirí nuevamente al ver el estado en el que estaba. No sabía porqué, pero parecía que había cierta fobia (miedo) a algo de lo que yo había dicho. Pensé rápidamente en lo que le había comentado y no lo entendía, sólo le había dicho que el Ladurée era especialistas en chocolate. Pero era absurdo, ¿era por eso el motivo por el que se había puesto así? No tenía ni la menor idea. - Está bien. Entonces en cuánto terminemos aquí, iré al Ladurée a hacer el encargo - comenté preocupada porque el chico parecía o eso me daba la sensación de que aún estaba en shock. Era lo que pasaba cuando alguien tenía un terror extremo. - Si quieres, también puedo llevar varios tipos de infusiones - ofrecí yo, aunque quizá me estuviese pasando... Pero con tal de probar. Me fijé en que mi primo me daba un pergamino con el nombre anotado del lugar al que había que llegar la tarta. Me lo quedé mirando un segundo y varios sentimientos contradictorios anidaron en mi pecho. Apenas había ido a ese lugar e incluso había sido socia en su momento. Lo recordaba cómo lugar de la Orden del Fénix ¿aún lo sería? Estaría bien averigüarlo y quizás investigar también a las personas que estuviesen por allá. Con tal de aprovecharme de la situación... Haría cualquier cosa. Metí el documento en el bolsillo sólo por si acaso, porque aunque era nefesta para rememorar nombres y lugares, sabía que ese no lo olvidaría tan fácilmente. - Entonces ¿cuándo sería la fiesta? Lo digo para ir avisando al cocinero y que lo tenga listo lo antes posible. A él le gusta sorprender a los clientes con formas originales y lo único que pide es eso, tiempo - le indiqué yo al joven que tenía por primo.
  21. - eeeem, ésto - pensé un poco, la verdad es que no sabía si la librería tenía para ese tipo de eventos que comentaba Antoni. - La verdad es que él - le di un palo cariñoso en el brazo a Matt- te podrá indicar qué cosas tienen, aunque la verdad, no tengo ni la menor idea, yo sólo compré algunas cosas que me hacían falta, y cómo son más baratas y de buena que en otros lugares - me encogí de hombros, y sin poder evitarlo, jugué con el anillo de compromiso que, el pelirrojo, me había dado hacía tiempo. - Si la fiesta es infantil, cómo dices, yo puedo servirte mucho chocolate - comenté risueña. No quería alardear de nada, pero... - Mira el negocio que tengo a medias con Deiwan, mi padre -aclaré- es el Ladurée y está aquí en el callejón. Además de servir pasteles de todo tipo, son especialistas en chocolates. Así que, si buscas una buena tarta, pásate por allá y por un buen precio, tendrás una riquísima - le guiñé el ojo. - Por suerte y después de todo tipo de circunstancias aún sigue abierto. Y la verdad es que va bastante bien. Si quieres, cuando termines aquí, vamos allá y le indicas al cocinero lo que quieres. Bueno, si aún estás interesado por supuesto. Me gustaría saber los detalles de la fiesta por si es necesario ir a ese lugar - comenté y sin poder evitarlo, mordí el labio inferior. Sería una buena publicidad para el local, que aunque era muy elegante últimamente parecía algo decaído.
  22. Estaba agarrada a Matt dándole besitos cariñosos y ni siquiera me había dado cuenta de que, alguien había entrado a la tienda hasta que habló. Frustrada, le di un beso en el cuello a Matt. - Ya seguiremos más tarde - le susurré al oído en un tono sugerente que daba a entender lo que pretendía. - ¡Hola primo Antoni! ¡Cuánto tiempo! - saludé yo, cambiando mi cara, para que no se viera que me había molestado su entrada. No era que fuese él, nada que ver... Pero estaba tan agusto en los brazos de mi pareja que eso me había contrariado un poco. Yo me quedé parada ante su pregunta, pero en ésta ocasión era deber del pelirrojo de que le contestara. Escuché atentamente las palabras del dueño, la verdad es que, no tenía ni idea de la historia de esos globos parlanchines. Me coloqué apoyándome con las manos en la mesa en dónde se hacían los pagos de las compras. - Seguro que aquí encuentras algo Antoni - dije con una sonrisa- no creo que te defraude éste lugar - comenté.
  23. *Espero que para la próxima vez, respetamos el rol que llevamos los demás, ¡gracias!* Pero tal y cómo estaban las cosas la niebla había desaparecido de nuevo. ¿Casualidad? ¿Suerte? ¿Interrupción? No tenía ni la menor idea. Me había quedado con el paño en la mano cuando lo había visto. Todo estaba oscuro, pero al menos se podía ver a unos diez metros a la redonda. - ¿Qué ha pasado? - Negué con la cabeza- no entiendo nada. Pero debía de preocuparme de la herida que tenía Matt en la espalda. Sabía que iba a gruñir. - Cariño - dije con voz irritada- sé que te gusta tanto la acción cómo a mí. No iba a usar ninguna poción de ese tipo - comenté. La verdad es que me había dolido más su desconfianza que otra cosa. Puse el paño en la herida. - Ésto te dolerá - le avisé- pero no te dormirá, tranquilo - solté, un poco mosqueada. Le puse la camisa en el hombro para que se la pusiese y fui recogiendo y vaciando el caldero ya que, de momento, parecía que no nos hacía falta. Había sido tan extraño cómo en la otra ocasión en halloween del otro año. Y seguíamos en las mismas, no sabíamos quién provocaba esa niebla y mucho menos quién quería llevarse al niño, al menos, yo no. - Me tendréis que contar desde cuándo sucede ésto - sugerí con los labios apretados a causa de la rabia.
  24. *puff, hacía tiempo que no me pasaba por aquí ¿seguimos con la historia, Matt? xD* on: - Desde luego, tendrás que hacerlo - le dije, guiñándole un ojo y dándole un tierno beso. No sabía lo que me encontraría por allá. Hacía muchísimos siglos que no visitaba esas tierras y la verdad, no podía negar que me sentía nerviosa y un poco temerosa a la vez. No podía evitarlo. Debía además, saber si todo estaba en orden y eludir cualquier tipo de ataque sorpresa a días antes de la boda. O semanas, según se mirase. Había quedado con Matt unos días más tarde delante de la Agencia con todo preparado. Llevaba una capa negra y una capucha me tapaba parte de la cara, con lo cuál, si íbamos a viajar de noche, nos ocultaría bastante. Debajo de esa túnica de viaje llevaba puesto mis botas de piel de dragón, tejanos, camiseta y la cazadora vaquera. Llevaba además, el monedero de piel de moke, con galeones y dinero muggle, y otros objetos que tenía guardados por si las cosas se torcían. Además, de, una cajita pequeña de pociones con un encantamiento irrompible. Llevaba al hombro una mochila con varias prendas para los días que íbamos a estar fuera de Londres. Sólo esperaba que nada se interpusiese en nuestro camino. Estaba intranquila, llevaba la varita en la mano, apretándola con fuerza, tanto, que los nudillos se me habían puesto blancos. El lugar estaba en calma pero bastante nevado, la tienda todavía aún no había sido abierta y por lo menos, nadie podía descubrir que nos íbamos "a tomar días de descanso". Por si acaso, me puse al lado de la pared, cerca de la entrada... Rogaba que Matt no tardase mucho en llegar. No quería retrasar más el periplo que nos esperaba, sólo pedía que fuese tranquilo. Las luces del alba poco a poco se iban asomando el lugar aún estaba oscuro pero a pesar de la nevada que había caído esa noche, parecía que tenía ganas de hacerlo durante el día.
  25. Hacía una buena mañana a pesar del tiempo que no acompañaba. El invierno había llegado con todo su esplendor. Había carámbanos de hielo colgado por muchas partes de los negocios que estaban afuera. La verdad es que no era tiempo de darse un baño, ni siquiera en los parques acuáticos. Pero ese día sí que me apetecía. Al menos, el ser vampira me daba la ventaja de soportar las bajas temperaturas y necesitaba desentumecer los músculos. Con botas de piel de dragón, tejanos y una camiseta además de la cazadora de cuero, me aparecí en el Parque Acuático, a una distancia de unos tres metros. Llevaba conmigo además del monedero de piel de moke, al hombro, una pequeña mochila con mis efectos personales. La varita asomaba por uno de los bolsillos traseros. Traspasé las puertas y comprobé que mucha gente no había. Era lógico, ya había pasado la temporada de verano y ahora parecía que el lugar era bastante fantasmal... Esperaba encontrarme a Matt por ahí, ya que sabía que era el director del mismo. O si no iba a bañarme, al menos tomar un café en buena compañía.

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.