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Hecate Engosvezhof

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Todo lo publicado por Hecate Engosvezhof

  1. La verdad y sinceramente no me esperaba que estuvise abierto ya que el cartel ponía "cerrado" y no estaba segura de si realmente Sagitas, tenía pensado abrir ese día. No la sentí y mucho menos escuché, saqué rápidamente la varita de detrás del pantalón vaquero y estuve a punto de lanzarle el hechizo hasta que vi un color violeta... - ¡c***! ¡Qué susto! ¡Casi te mando una maldición! ¿No puedes tener más cuidado, maldita sea? - medio pregunté exclamé enfadada. Claro que, sabía que no era su intención, quizás esperaba a alguien. Y otra chica se apareció, bueno más bien, llegó caminando la miré de arriba a abajo, no me sonaba de nada, o eso creía. - Y tú, ¿quién c*** eres? - pregunté molesta por la interrupción (?) No pretendía ser maleducada o borde con las personas nuevas que llegaban al pueblo pero es que sin conocerla de nada (al menos, mi personaje jeje) y que me hablase con tanta familiaridad, hacía que la mirase de reojo... Y llegó mi primo Antoni: - ¡Hola guapo! -saludé al peliverde, haciendo mover su pelo con un gesto gracioso. - Gracias a ti por tus buenas intenciones - le di un beso en la mejilla- muy galante por tu parte - asentí con la cabeza... - Bueno qué, ¿esperamos aquí, o entramos? - dije ahora, mirando a Sagitas con una sonrisa burlona. Sabía bien que la iba a cabrear con ese comentario refunfuñándome a causa de las prisas que le había dado.
  2. El viaje finalmente había terminado, habíamos pasado al menos dos días allá en la casa y estaba decente para pasar unas vacaciones de verano. Envaría allá al menos un par de elfos para que fuesen una vez al mes o dos, a mirar que todo estuviese en orden. Cuando recogimos las cosas, el jardín estaba impecable, de la fuente salía agua a borbotones, toda la parte de la fachada estaba tan limpia como antaño y en los interiores, limpia cómo los chorros del oro. Al final, a pesar de que mis elfos limpiasen todo concienzudamente, conseguimos dejar todo como estaba, aunque había por supuesto que poner nuevas ropas para la cama y llevar nuevos enseres para la cocina... El sol se había ocultado en el horizonte cuando, con nuestras mochilas al hombro, agarré la mano de Matt Blackner y nos desaparecimos del lugar suspiré contenta, al menos tendría protecciones mágicas y nadie que no fuese mago podría entrar allá y así aguantar bastante más, el peso de los años... Ya había pasado tiempo de ésto, lo rememoraba en el castillo Rambaldi...y pensé que con el año nuevo, iría a ver cómo seguía la casa y comprobar si las protecciones mágicas aún había aguantado... Me cambié de ropa y me puse mi camiseta, cazadora, tejanos y botas de piel de dragón. Tomé el morral de cuero y la varita mágica, me desaparecí del castillo para hacerlo cuatro metros calle abajo del local de la agencia. Pero también, por supuesto, para ver si tenía algún paquete para ir a Italia, esperaba que los Médici en ésta ocasión, no me encontrasen... Era año nuevo y me dirigí allá, suponiendo que todavía estaba cerrado... Esperé en la puerta.
  3. http://i.imgur.com/yc6FRQ3.png Reparaciones Parque de las Lamentaciones: - ¿Acaso no lo eres? -dije burlona y eso que a pesar de que se ofendía por decírselo en la cara, sus gestos la delataban... - ¿No he empezado? Tampoco me has dicho dónde se inició el problema. Así que aquí estoy yo, esperando a que me digas de una maldita vez, dónde ha sucedido - le dije, frunciendo el ceño. Ya me había calmado de mi anterior ataque de risa, bueno, más bien fueron dos... - Desde que he llegado no has dejado hacer mi trabajo - enfaticé las dos últimas palabras- así que, en vez de tanto protestar llévame allá para ver que se puede hacer - le dije. - Bien, bien pues harás lo que te dé la gana, como siempre -solté, negando con la cabeza. - mejor no te digo de lo que me reía porque entonces me envias un avada - solté una risilla intentando que no me diese otro ataque de risa.
  4. http://i.imgur.com/yc6FRQ3.png Reparaciones Parque de las Lamentaciones: Bueno, bueeeno, miré alucinada a mi tía en cuánto paré de reírme. Sí, definitivamente estaba de mala leche... De muy mala leche... Me limpié las lágrimas del ataque de risa... Si es que, ésta mujer luego me decía que yo era la gruñona, la borde y la mala leche... - No me estaba riendo de tus desgracias tía, si yo tuviese algo así, créeme que también estaría enfadada. Sólo me reía del pésimo gusto a la hora de regalar semejante cosa muggle, desafinante... Pimpinela - murmuré, negando con la cabeza y sin poder evitarlo, otra carcajada limpia. Limpié las lágrimas de la risa, no podía evitarlo, pero al cabo de cinco minutos, me calmé... - Ciertamente tienes fama de tacaña, desde luego - asentí con la cabeza- ¿Qué más te da, un par de entradas gratis? Sería el regalo por hacerte el trabajo de reparación y eso que no cobramos por hacer ésto - me encogí de hombros- anda, sería un regalo de reyes - le puse morritos, asintiendo con la cabeza, ¿sería capaz de reírse ante ese gesto? Aunque el suyo el de ponerse colorada al hablar de Jack, me hizo dar otro ataque de risa... - Vaya, vaya... Descuidando tu negocio, no, no, no puede ser - y otro ataque de risa más, seguro que mi tía me lanzaba una maldición cruciatus de tener su varita a mano, con tal de hacerme callar.
  5. http://i.imgur.com/yc6FRQ3.png Reparaciones Parque de las Lamentaciones: Escuchaba atentamente las palabras de Sagitas, me mantuve en silencio mientras escuchaba como soltaba palabras a cada paso más enfadada... Bueno habían atacado a su negocio era lógico que estuviese cabreada, yo también lo estaría si lo hicieran en los míos, sinceramente... Hasta que... - ¿Cassette de Pimpinela? -Había escuchado ese nombre en algún lado, quizá cuando viajaba del mundo muggle al mágico y alguna que otra canción horrible que salía de esa música de tan bien cómo definía mi tía Sagitas, de mal gusto, estallé a carcajada limpia... - Peor sería si te regalaran un disco de Celestina Warbeck yo no aguanto sus gritos, sinceramente - lloraba de la risa, hasta que al final mi tía se centró en lo que le preguntaba... - ¿Palomitas? Bueno, me conformo con que sea un par de entradas gratis al circo - dije con una sonrisa - si nos llevas hasta allá, podemos mirar los daños... ¿Qué tipo de ataque fue? - pregunté, intentando aparentar profesionalidad (?).
  6. Con @@Matt Blackner en España - Desde luego, el pillaje siempre estará de moda en toda las épocas y en esa, no iba a ser menos. Pero la verdad, agradezco que no tuviésemos que reparar tanto cómo parecía al principio de llegar aquí - me encogí de hombros y bebí un sorbo de whisky de fuego. La chimenea estaba encendida y además de darnos luz, emanaba un calorcillo que se estaba muy agusto, cómo en familia. - Sí, por supuesto - asentí con la cabeza- historias de fantasmas y demás, y ahora al ver el humo procedente de ésta chimenea, se pensarán que está encantada - no pude evitar soltar una carcajada. << en parte, tienen razón ¿sabes? - le guiñé el ojo- le mandé a mis elfos que pusieran protecciones mágicas, para que nadie más entrara aquí... Al menos, que sean magos y puedan ver la casa. Ya bastante tengo en Ottery - bufé, cansada. Estiré las piernas. Había sido un día bastante duro, sobre todo en lo que se refería al trabajo. - Al menos, me alegra ver que aquí las cosas están como siempre, sin peligro. Aunque te juro que, si alguien intenta fastidiarnos la boda, se acordará del día que ha nacido, te lo prometo - sentía que mis ojos se volvían rojos a causa de la rabia, apreté el vaso y los nudillos se me pusieron más blancos de lo que ya estaban. Lo último que querría era destrozar el vaso. Suspiré, intentando calmarme.
  7. Off: roleamos salida, ha pasado mucho tiempo .-. http://i.imgur.com/yc6FRQ3.png On: Después de descubrir que ese agujero sólo conducía a las cañerías y canalizaciones de Ottery, era hora de salir de alli, reparar el agujero y tomarme un buen whisky de fuego. Sabía que Sagitas me miraría con mala cara diciendo "siempre agüándonos la fiesta". Pero, ¿qué demonios se esperaban encontrar allá? Ni idea. Cansada y luego de tantos gritos y amenazas (?), conseguí sacarlos a todos de ese maldito aguero. Luego de reparar todo lo que se había roto, era necesario notificárselo a la dueña. Aunque con tantos cambios tras las reformas, no tenía ni la menor idea de quién era dueñ@ del Hipogrifo. Lo que más odiaba era tener que hacer el papeleo burocrático, pero eso era lo de menos. Teniendo una vuelapluma personal podía hacerlo tranquilamente. - Bien, os invito a unas cervezas en el Dragón Verde chicos - dije con alegría al grupo.
  8. Castillo Rambaldi: Tenía pensado algunas ideas para la fiesta de Halloween (? xD) de éste año, además de preparar cierta boda (¬¬ xD) que ya me estaba produciendo dolor de cabeza. Los preparativos eran fáciles lo más complicado era transportar a todas las personas al lugar indicado. Había salido del baño con una toalla en la cabeza y otra en el cuerpo. La suave brisa ondeaba las cortinas abiertas que daban a la terraza de mi habitación, cuando lo vi. Un lobo de color azulado brillante que hablaba con la voz de Matt. Pedía ayuda urgente. Rápidamente recogí la varita que tenía encima de la mesa y fui sacando prendas del armario, al final, me había decidido por lo de siempre: camiseta, tejanos, botas de piel de dragón y por supuesto la cazadora de cuero. Até el pelo en una cola de caballo alta. Recogí el monedero de piel de moke y lo puse al cuello con todas mis pertenencias, para cuando estaba lista, me desaparecí del castillo y lo hice en el Parque de las Lamentaciones. http://i.imgur.com/yc6FRQ3.png Reparaciones Parque de las Lamentaciones: Rebusqué dentro de mi morral de cuero y enseguida encontré lo que necesitaba. Era una acreditación que usaba siempre cuando salía del Ministerio. La coloqué en la parte visible de mi chaqueta y con la varita en la mano derecha, susurré un alohomora a la puerta de hierro en forma de dragón y ésta con un chirrido se abrió casi de golpe. Además de los olores a humo quemado, también pude notar el de Matt, que ya sabía que estaba ahí. Otro, sumamente familiar, uno que hacía siglos (sin exagerar) no notaba. Me pareció súper extraño, pero cómo mi deber era atender a las llamadas urgentes, seguí el aroma de Matt hasta que llegué a Sagitas. La cosa no tenía buena pinta. La pelivioleta estaba con algo en la mano, y parecía que enfadada con el enano mientras mi pareja también parecía un tanto ¿enfadado? - Em, ésto, hola - carraspeé y dije en voz alta- ¿Qué ha pasado? - pregunté mirando a ambos. Una cosa que no iba a admitir, es que, cuando Sagitas se enfadaba de verdad, daba miedo, así que, esperé a tantear el terreno, por si acaso, viendo las actitudes de ambos antes de empezar con nada.
  9. Eyra Weasley ~ En el Parque de las Lamentaciones - No, no, descuide – le dijo con una sonrisa a la mujer de pelo violeta. Le parecía graciosa a la hora de disculparse. Parecía una mujer buena. - No se preocupe por el vestido – sacó su varita de serbal y con un movimiento suave, limpió el polvo de la tierra que se le había quedado impregnado la ropa que llevaba encima. - ¿Ve? No hay problema con eso… - No, no nos conocemos, pero yo a usted sí. Bueno de oídas claro. Es muy famosa en el pueblo – le dijo Eyra con una sonrisa en el rostro. Si ella supiera… - ¿Señorita? – rió por lo bajo- más bien señora, como usted. Ya estuve casada en su momento. Pero mi esposo falleció hace muchos años… La señora Weasley rió un poco al ver cómo la mujer intentaba relacionarlas. Decidió darle una mano. - Heliké y Annabelle, son mis nietas – seguía manteniendo la misma postura, tanta que hasta seguro que la sacerdotisa se asombraría. La suave brisa que hacía en el lugar, movía los árboles con gracia. La señora Potter tomó la mano de la anciana y justo en esos momentos, se apareció un elfo, al parecer, la necesitaban para un asunto ministerial. Llamó a gritos a alguien. Arqueó una ceja, pero, si estaban ahí solas, Eyra no podía comprenderlo. Hasta que una mujer fantasma se apareció ante las dos damas. Transparente como los viejos fantasmas de Hogwarts. - Seguro que sí – asintió con la cabeza ante las palabras de la mujer- pero la verdad, soy una bruja, no tiene por qué preocuparse por mí – le dijo con una sonrisa, mientras veía cómo desaparecía para atender a ese funcionario ministerial.
  10. Eyra Weasley Tan ensimismada que estaba la señora Weasley, que ni cuenta se había dado de que alguien, había entrado corriendo al parque. Sintió un golpe fuerte en el hombro. Ni tiempo tuvo de agarrarse a su bastón largo para caerse de bruces al suelo. Cuando se levantó usó de nuevo su varita, para limpiarse la tierra que se le había impregnado el vestido blanco de terciopelo que llevaba encima. Con algo más de agilidad se agarró más fuertemente. Aún sentía el hombro dolorido, pero suponía que tendría un pequeño moratón. Fijó su vista a la mujer que le había hablado. Con una sonrisa de oreja a oreja asintió con la cabeza. - Perfectamente, señora Potter. No ha sido un golpe fuerte. He tenido otros peores, créame - le dijo, guiñándole un ojo. Lo que no sabía era si Sagitas sabría reconocer en el rostro de la señora Weasley, los gestos de sus nietas. Algo de lo que siempre le hacía gracia. - Eyra Weasley - se presentó sin cambiar sus facciones, extendió su vieja mano para que fuese aceptada por la bruja de pelo violeta que tenía delante.
  11. Eyra Weasley Cuando encontró un lugar de recogimiento proporcionado por esa muchacha tan agradable, decidió ir dar un paseo por el lugar. Usó la aparición, no tenía las piernas como cuando joven así que prefiría usar ese encantamiento que tan útil le parecía. Llegó a un lugar desconocido para ella. Veía con sus ojos grises una verjan en forma de dragón. Algo bastante curioso. No dudaba de que su nieta Annabelle le encantaría el lugar, de eso, estaba segura. Parecía que había gente por el parque, pero a la señora Weasley le gustaba más la calma y paz que podía encontrar por ahí... Con un movimiento de su varita de serbal abrió la puerta y se escuchó un crujido. Pasó lo más rápido que pudo, y volvió a cerrarla. La brisa de la tarde corría por el lugar, moviendo los árboles con delicadeza. Pudo escuchar cómo unas olas suaves chocaban contra la orilla y supuso que debía de haber un lago cerca... Afinó su oído y se encaminó por ahí para ver si podía tranquilizarse un poco.
  12. Miré a ambas mujeres y no sé cómo, pero noté como mi prima Reena había puesto una ¿sonrisa maliciosa? Era más o menos parecida a la mía (?) y más cuándo sabía que las cosas que iba a hacer no estaban bien vistas por la comunidad... - ¿Qué se te ocurre prima? - le pregunté con una sonrisa picarona... - Que sepas que a veces me das miedo - le dije, guiñándole un ojo... - Yo estoy aprendiendo los libros y muchos de ellos contienen hechizos poderosos, créeme que no se atreverá a aparecerse ahora que sabemos que nos defenderemos ante lo que sea que haga... Es un vampiro normal y corriente, nada de lo que preocuparse - dije yo, haciendo un ademán con mi mano, para restarle importancia. Aunque no podía negar en absoluto, que estaba algo nerviosa por la situación. Aclaré la garganta: - Pero yo creo que, entre las más poderosas de las 3, Sagitas sabe un montón de conjuros... - Pero hasta los mas sencillos suelen ser eficaces, con el tema de la boda, podemos hacer que el lugar sea invisible, o incluso la ceremonia de la pedida - dije yo, encogiéndome de hombros.
  13. - ¿Acaso, no lo sabías? - le respondí yo, con otra pregunta. - Más que desaparecer, digamos que se ha marchado. Yo supongo que fue hasta el Consejo Vulturi - dije con tristeza- supongo que sería importante para ellos, sino, no nos dejaría así cómo así... Por eso yo fui a buscarlo a Italia y por eso, Matt y Sagitas fueron a buscarme cuando fui raptada por la familia Médici - le dije, y aprentando el vaso, casi lo hice trizas, pero aguanté mi fuerza y los nudillos se me pusieron blancos. Y por supuesto una voz gritó a pleno pulmón que me indicaba que se trataba de Sagitas. - Maldita sea, siempre interrumpiendo - protesté yo por lo bajo, esperando que no me escuchara. Reena le hizo un encantamiento silenciador a Ithilion y éste parecía que ponía mala cara, me reí un poco por la situación. - Dudo mucho que ande rondando por aquí -le avisé con genio a Reena - ya está más que avisado de que no puede pasarse por éste lugar sin recibir un escarmiento - bebí un poco de mi bebida para calmarme un poco a causa de la mala leche que me había producido.
  14. Al final estaba decidido. Llamé a todos mis sirvientes personales, porque claro, el castillo Rambaldi no podía quedar sin sirvientes... Éstos se presentaron y miraron con curiosidad todo alrededor... - Ya veis, necesito que nos ayudéis a colocar ésto como es debido... Quizá haya que usar doxycida. Básicamente nadie se ha pasado a limpiar por aquí hace siglos así que puede haber de todo - suspiré- pasad por todas las habitaciones. Galadriel se está encargando de la cocina, así que, quiero que la ayudéis si lo necesita. Los elfos asintieron con la cabeza y se pusieron manos a la obra. Sonreí orgullosa, ésto de pertenecer al mundo mágico me encantaba... Habían pasado un par de horas.... - Señora, ya están casi todas las habitaciones habitables, hay que pasar por los baños, pero eso lo arreglamos en un periquete... - Excelente, asentí, ¡ah! y no os olvidéis de reforzar la mansión con magia, además de arreglar el jardín, que está hecho una pena. Cuidado con la fuente, que tiene muchos siglos y es valiosa -les advertí y yo me senté en uno de los sillones. La chimenea refulgió, me había reconocido como dueña del lugar y no pude evitar sonreír orgullosa. El calorcillo de las llamas al crepitar en la madera podrida que me estaba dando era una gozada
  15. Aún faltaban bastantes meses para nuestro cumpleaños en común pero esperaba encontrar algo en el negocio de mi pareja... Sabía lo que le gustaba a Annabelle, pero querría que fuese una sorpresa... Además de eso, aprovecharía a comprar otra balanza, como siempre, conseguía "romperlas" con el tema de las pociones. Esperaba que no me riñera por eso. Me di un baño relajante y cuándo terminé, me puse mis prendas interiores, además de los tejanos, botas de piel de dragón, camiseta y cazadora de cuero. Me até el pelo en una cola de caballo alta y me puse el monedero de piel de moke, con mis objetos más preciados. Cuando estuve lista me desaparecí del castillo Rambaldi, para aparecerme a unos tres metros de distancia de la puerta del negocio. Caminé lentamente, absorviendo todos los aromas procedentes de los locales adyacentes. Eso es lo que más me gustaba del centro comercial mágico. Rebosante de magia y de los objetos más extraños que uno pudiese encontrar. Aún era temprano, o eso pensaba, así que, abrí la puerta y entré, viendo que una chica ya estaba siendo atendida por Matt... - Hola cariño... Cuando termines, necesito que me vendas algo - le dije con una sonrisa.
  16. @@Matt Blackner Para la próxima arrobéame porque no me acuerdo de pasarme por aquí! JAJAJJAJ On: - Picarón - le dije yo, en cuánto me colocó en el borde de la piscina... Terminé de darle el beso mientras lo escuchaba hablar sobre los Altos Elfos... - Interesante toda la información que me cuentas, si - asentí con la cabeza... - y, ¿todavía no has recibido ninguna contestación? Sí que es raro, aunque bueno, siendo un lugar tan lejano, o distante en temas de magia, supongo que las comunicaciones en ambos mundos, tardarán en llegar - dije, encogiéndome de hombros. - Pues espero que los invitados no los cabreen y nos anulen la boda si llevan armas - bufé un poco- supongo que nos registrarán al llegar... algo que entiendo. Bueno, mientras nos permitan usar magia blanca para defendernos no tengo problema... Espero que los hechizos de los libros estén permitidos usarlos. Para eso los guerreros Uzza nos lo están enseñando ¿no te parece? - le dije, alzando una ceja. - Mira, mientras nos dejen llevar varita, la verdad es que me siento desprotegida sin mi arma mágica la verdad. Espero que mis enemigos no sepan la localización de la boda y haya problema con ellos... Espero además, que los yelmos de los Altos Elfos sean tan buenos como para parar la magia de ataque... - ¿Me llevarás a conocerlos? -le dije con cara de buena, seguramente no colase, me conocía bastante bien - ya sabes lo mucho que disfruto conociendo nuevos lugares, más si se trata de magia y de la buena... No me importaría empaparme de sus libros para conocerlos un poco más - dije con una sonrisa. - Pues esperemos además, que nadie sea lo suficientemente tonto como para usar la magia oscura en una boda, ¡porque me lo cargo yo misma! - dije con una sonrisa siniestra. p.d.: tenemos que hacer un rol de esos, describiendo todo el lugar jajaja ¿qué tal si lo hacemos en la agencia de viajes? Cuando terminemos con el rol que llevamos allá, si te parece bien jejejej.
  17. @@Matt Blackner @ espero no equivocarme en la situación de vuestros personajes, según lo que he leído estáis en el jardín xDD On: Necesitaba algo con urgencia... Uno de los ingredientes que usaba para pocionese se me había acabado. Encima de la ropa, tenía puesto un mandilón que estaba lleno de manchas por los brebajes que había estado haciendo desde hacía varias horas. A pesar de no dar la clase de pociones, me gustaba trabajar en casa en esos temas.... Siempre y cuando no volase media habitación como siempre pasaba... - ¿Dónde puedo encontrar el cuerno de Erumpent? - pensaba en voz alta y la voz de la elfina resonó en la habitación... - En Mega Ayudas, siempre dice que allá encuentra de todo - me di una palmada en la frente... - Cuánta razón tienes Galadriel... Venga, recoge todo ésto, mientras me cambio de ropa -le pedi yo a la elfa mientras me daba una ducha rápida y me cambiaba de ropa. Me puse unos tejanos, botas de piel dragón, camiseta y cazadora de cuero. Me llevé al cuello el morral de cuero con las cosas más importantes. Había sido una buena compra en su momento. Y ahora que recordaba también necesitaba ingredientes para la poción multijugos. La que tenía se estaba acabando y estaba haciendo otra que llevaba un mes cocinándose. A veces me sacaba de mis casillas, era una de las que menos me gustaba hacer por el tiempo que se tardaba en prepararse. Con la varita en la mano, me desaparecí y cuando abrí los ojos ya estaba a bastantes metros del negocio Mega Ayudas. Vi a gente en el jardín. Distinguí una cabellera roja y otra violeta. Eran inconfundibles incluso estando lejos... Caminé con un paso rápido pero no lento mientras guardaba la varita en el bolsillo trasero del pantalón. Que esperaba que no me hiciera agujero como las otras veces. En alguna que otra ocasión, cuando tomaba la varita de álamo, solía hacer su propia magia y a veces me sacaba de mis casillas. - ¡Hooola! - saludé con una voz cantarina a los presentes - ¿alguien puede atenderme? Necesito unos cuántos ingredientes para pociones - dije sonriendo.
  18. - Por decirlo de alguna manera, la verdad... Me ayudó a sobrevivir y me enseñó todo lo que sé, hasta pociones - me encogí de hombros y pedí a la elfina que me trajera más whisky de fuego, parecía que iba a ser una noche bastante larga. - Pues la verdad es que no me importaría - le dije mientras sonreía en ese instante... - si llego a ser tú, devoro toda la olla de sopa del hambre - y solté otra carcajada. - ¡No! - exclamé yo ahora, estaba asustada- no, no quiero, además, no sé dónde está mi padre para contactarlo... Cuando fui de viaje en su busca me apresaron los enemigos de mi familia... No quiero volver a intentarlo. Si no llega a ser por los del Consejo, y por Matt y Sagitas que vinieron a buscarme... Me sacrificarían como a un cerdo en una pira - bufé molesta y enfadada... sí, la verdad es que llegaron justo a tiempo. Y no sabía aún a éstas alturas cómo habían conseguido dar conmigo. Sólo sabía que notaba una ligereza en el cuerpo, como hacía mucho que no sentía. - ¿Porqué crees que estudio los libros de los Uzza? - le dije, alzando una ceja- para prepararme para lo que pueda venir... Que sí, que consigo mucho poder y muchos hechizos con ellos... Pero, también son por otras cuestiones -me encogí de hombros y bebí otro sorbo más de la copa. - Lázarus - reí por su equivocación con el nombre- como el apóstol que resucitó un tal tipo llamado ¿Jesús? No sé nada de los mitos de otras religiones - suspiré... - De ahí que se bautizara con ese nombre. Bastante tétrico en realidad... Es uno de los vampiros más viejos del continente. Que yo conozca conjutamente con el Consejo Vulturi... - Lo del plan de contingencias me parece interesante, sí - asentí con la cabeza- quizá montar trampas, poner lazos del diablo... No sé, ¿tienes algo de eso en casa? - pregunté, mirando ahora a Reena - quizá si le pedimos ayuda a Sagitas, podemos pedirle que monte un pequeño ejército de inferis - reí siniestramente- aunque también lo puedo hacer yo, sin falta de nigromancia ni magias extrañas...
  19. - No sé, hasta lo dudo - bufé cansada- él me agota física y mentalmente... No creo que absorviera tus energías... Annabelle sabría como contrarrestarlas... - ¿Eh? - quedé un poco alelada mientras la veía comer, deborando lo que le había traído la elfina, definitivamente estaba hambrienta- ¿sabes?, a veces hecho de menos ser humana - no pude evitar decir, no sin cierta tristeza. Negué con la cabeza ante su respuesta... - A él lo encontré en uno de mis múltiples viajes. Después del ataque a mi vieja mansión en España. Lázarus me enseñó a sobrevivir en éste mundo tan cambiante. Espadas, hechizos oscuros, de todo tipo. Hasta las pociones, les cogí cariño, la verdad. Es un arte difícili de dominar, ni siquiera yo, en trescientos años, pude hacerlo... Lo consideraba como un padre. Hasta cuando llegué al pueblo, no sabía que Deiwan era mi padre biológico. - adelante, no te cortes - le dije con una sonrisa. Por mi parte, tomé la bebida que la elfina me había traído. Le di un sorbo y sentí que me tranquilizaba - bendito whisky de fuego - dije con una sonrisa. Las llamas del fuego seguían alargando las sombras mientras iban pasando los minutos, un tic tac de un reloj cercano, hacía del lugar bastante tétrico, pero estaba tranquila, sabía que esa noche estaríamos en calma después de esa visita, no deseada. - Puf, hasta prefiriría que asaltaran la mansión, al menos podría descargar toda la adrenalina que siento en éstos momentos. No sé cómo demonios pudo saber tanta información. Tendré que avisarle a Matt aunque tampoco quiero que vaya en su busca - puse una mano debajo de mi mentón, mirando preocupada a Reena. @@Reena Vladimir
  20. - ¿Hablar? - hipé ahora, limpiando las lágrimas con el dorso de la túnica. Digamos que casi me llevaba a rastras... - El enlace no es eterno, acabará dentro de un rato - le indiqué mientras hipaba. Saqué no sabía de dónde, un pañuelo y me limpié la nariz. No pude evitar sonreír ante éste gesto. ¿No se suponía que yo, era vampira? A veces ante las situaciones límite como esa... Por el rabillo del ojo intentaba observar, pero estaban acuosos. Era demasiaso lo que ese vampiro nos hacía o me hacía a mí y por ende, tener que proteger a la familia. Al menos, pensaba y creía que era toda de sangre pura, eso me daba fuerzas para enfentarme, si hacía falta, al mismísimo demonio... Ella nos dirigió hasta dentro de la mansión. Iba caminando como si fuese un inferi sin alma, había quedado tan débil emocionalmente que en esos instantes me daba igual, volar la mansión o matar a alguien a puñetazos. En cuánto llegamos al salón, la chimenea se encendió automáticamente y parecía que ardía durante horas... - ¿Quieres saber el principio? Necesitaremos algo fuerte para que te cuente mi historia con éste personaje - no pude evitar mostrar en cada palabra el desprecio que sentía por esa ¿persona? Me senté en uno de los sillones grandes y esperaba que Reena se sentara a mi lado, en ese momento sólo estaba encendido el fuego que, hacía que las sombras de los objetos más cercanos, se alargaran y parecieran más tenebrosos de lo que realmente eran. - Es larga, demasiado, no sé si sabría hacerte un resúmen - bufé y ahora sí, terminé de llorar.... Miraba al fuego, cómo queriendo ver más allá de él... Pero no, tan sólo traía recuerdos a mi cabeza, cuando suponía que mi memoria últimamente, parecía un colador.
  21. Podía sentir como Lázarus se estaba inquietando. Lo conocía lo suficiente como para darme cuenta de eso. También debía de entender que desde ese apuñalamiento, no es que confiara mucho en él. Rogaba que todavía los habitantes de la mansión, todavía descansaran. Porque si asomaban sus narices por la ventana en la parte trasera, verían a tres personas y que, precisamente, no estaban tomando té. - Ya la has oído - le dije, haciendo referencia a la sacerdotisa. - No, es en serio. Tus enemigos, los Médici están preparando algo. Al parecer no le ha llegado lo suficiente cuando te rescataron de Italia y los atacásteis... Si quedaba algún rastro de humanidad en mí podía sentir como mi cara palidecía. ¿Cómo c*** tenía tanta información? Suponía que tendría chivatos que le contarían mis andandas. Otra cuestión de la que preocuparme antes de la boda y que por supuesto, no diría nada a Matt. Temía más por él que por mí misma. Lo conocía de sobras para saber a qué atenerme con él... En esos momentos por precaución... <<Daga del sacrificio>> pensé para mí he invoqué un cuchillo. Por suerte había conseguido el tan ansiado enlace al libro que me permitía proteger a mi prima Reena. Ese objeto tenía la empuñadura de color negro y el filo de doble hoja era de plata. - No voy a atacarte - me dijo, mirándome a los ojos. Negué con la cabeza- no te creo - le contesté yo... - Immolo ad protegendum - dije en un tono suave, la cuestión era proteger a mi familiar más cercano. Sabía que ese vampiro tenía mucho temperamento. Tantos siglos con él... Hacía inevitable que no intentase hacer una protección más adecuada. - No insistas... - me volvió a decir - me da igual - respondí yo- Todo lo que le suceda a ella recaerá sobre mí. No voy a permitir que nadie más sufra por tu culpa... ¿Acaso no has tenido bastante? - Inquirí mirándolo fieramente a los ojos. Pues sí que le daba igual todo, porque empezó con un discurso... un tanto interesante.. - ¿Acaso, no te has dado cuenta de que apenas recibes ataques? Es por esa misma sencilla razón. Esperan que celebres la boda para hacerlo a lo grande - podía escuchar cómo le rechinaban los dientes a causa de la rabia- puedo darte toda la información que quieras. Si quieres por carta, excelente, no tengo problema. Pero que sepas que te están vigilando... - ¿Oyes eso, Reena? Me vigilan... - me burlé de él, no podía evitarlo - ¿acaso, qué piensas, maldito descerebrado, que los mortífagos o los fenixianos no me vigilan? - sabía que estaba intentando mantener el autocontrol. Yo intentaba hacer lo mismo, pero me costaba resistirme. - Piensa lo que quieras... - ¡Ya estoy harta! - chillé yo, ahora sí, saltando hacia adelante y empujando a Reena, que no me di cuenta si se caía al suelo- ¡Fuego Maldito! - solté en esos instantes. Con mi varita invoqué una potente llamarada que tenía la forma de mi patronus. Un murciélago vampiro que estaba dispuesto al ataque... - ¡Lárgate! - he hice que, con un movimiento de Maat (mi arma mágica) el conjuro invocado fuese directamente hacia su pecho. Se dio cuenta del movimiento justo a tiempo. Se desapareció de los terrenos. Seguramente sufriría una despartición y con otro movimiento más hice desaparecer ese hechizo. Ahora sí, caí al suelo de rodillas, llevándome las manos a la cara y soltando a Maat, que cayó al lado de la daga del sacrificio y sin poder evitarlo empecé a llorar como una niña pequeña. - Estoy harta, más que harta...
  22. - jejejee - reí por lo bajo al ver que ambas coincidíamos con lo mismo. - Bueno, en éstos tiempos tan convulsos es mejor prevenir que curar, ¿no te parece? - me encogí de hombros -la verdad es que tuve una sensación extraña al principio pero después no fue nada. ¿No estarías tú antes en la mansión, verdad? - le pregunté yo, mirándola a los ojos. Ahora al ver que tenía la varita en la mano no pude evitar soltar una carcajada... - Definitivamente, estamos paranoicas - en mi caso, guardé mi varita en la capa para no preocuparla. - O quizá fuese Mohitié que estuviese haciendo ruido y por eso me extrañó bastante. Decidí hacer una ronda. Por precaución. En el castillo Rambaldi también lo hago bastante amenudo. Tengo más probabilidades de que mis enemigos me ataquen por allá pero nunca se sabe. Si tienen acceso a los registros del Ministerio, saben dónde localizarme - fruncí el ceño molesta, aunque a pesar de la luz de la luna, no sabía si mi prima podía verlo. >> Vaya vaya vaya, menuda reunión más interesante. Una reunión familiar tal parece - me quedé congelada (por decirlo de alguna forma). La voz de Lázarus asomó por entre la oscuridad... - Mi querida y hábil aprendiz, no pensaba encontrarte por aquí - volvió a decir. Giré la cabeza y no pude ver dónde procedía. - Reena detrás de mí, por favor. Será cerdo - murmuré ahora por lo bajo y ahora en mi cara se mostraba un rictus de genio. Puse una mano libre he hice que mi prima se pusiera a mis espaldas, para protegerla. - ¡Cómo te atreves a aparecer de nuevo! - exclamé yo en lo alto. No podía estarme quieta. Volví a recoger de nuevo mi arma mágica, esperando cualquier hechizo. - No te atrevas a aparecerte o serás lo último que hagas. No te atrevas a hacer daño a ésta familia. Tienes suerte de que Matt no esté por aquí - le dije en voz alta. No pude evitarlo y rechiné los dientes con rabia. - No me preocupa, quiero hablar contigo - una sombra apareció en medio de los terrenos. Tan oscuro que estaba vestido que ni siquiera lo había visto. Definitivamente era mucho más hábil que yo, para ocultarse. Podía atacarme si quería pero al final no lo había hecho. - Y yo no quiero hacerlo. ¿Te recuerdo que me acuchillaste en medio del callejón? - pregunté, alzando la voz. Ahora asomaba un vampiro con una tez tan blanca y un cabello oscuro que parecía venido de otro mundo. A pesar de sus cicatrices tenía ese aire atractivo que atraía a las féminas para alimentarse de ellas. Sus ojos verdes brillaban a la luz de la luna. Vestía elegantemente como antaño. Además de una capa que le arrastraba por el suelo. Varios gemelos resplandecieron cerca de las muñequeras como así un pasador de plata. De indumentaria la verdad es que no cambiaba en absoluto, podía pasar por un invitado a una boda, estaba vestido espléndidamente. Además de por supuesto, unos zapatos negros relucientes. >> Va, nimiedades... Es en serio. Alguien quiere atacarte en la boda y vine a prevenirte - esa información me dejó muda pero reaccioné al instante - ya, y da la casualidad de que tú lo sabes, ¿cómo sé yo que no vas a traicionarme de nuevo? - dije, sin poder evitar mostrar furia en mi cara, el resto de mi cuerpo, temblaba. off: un poco de drama ijijiji @@Reena Vladimir
  23. No tenía ni idea de que hora sería, quizá pudiese ser de madrugada o bastante temprano. La verdad es que en el pueblo tampoco existía un campanario en dónde indicase las horas. La luna estaba en lo alto y la verdad es que apenas hacía brisa a pesar de ser principios de septiembre. había agudizado el oído y pude escuchar cómo había rugido algo, parecía de hierro y parecía además que procedía de la entrada principal a los terrenos. No debía de mostrarme primero. Identificar al intruso y atacar. Si por mi fuera, usaría la varita mágica hasta espantarlo, pero podía ser cualquiera de mis familiares y lo último que querría era espantarlos o ganarme una buena bronca. Seguí caminando lentamente con la varita apuntando hacia el suelo y con la capucha puesta, mientras iba fumando. Poco a poco, pude notar, aunque ligeramente los pasos de esa persona. Alcé la vista y dejé caer la capucha negra. - ¿Reena? - La luz de la luna daba de lleno en la hierba húmeda y pude reconocer y por suerte a la persona que había entrado. Su cabellera flambeante se conocía bastante bien. - Por todos los diablos del infierno. Créeme que si no llego a ser precavida, te había lanzado una maldición. Estaba haciendo una ronda por los terrenos. Espero que eso no te moleste - no pude evitar que en mi rostro se mostrase algo de culpa. Vi que llevaba sus ropas de sacerdotisa, ¿acaso había hecho algún tipo de ceremonia? Si fuera así, esperaba que mi hermana Annabelle no estuviese en medio, últimamente, tenía las hormonas revolucionadas (xD). - Matriarca, si quieres puedo acompañarte al interior mientras reviso que está todo correcto - le dije con una sonrisa mientras terminaba el cigarrillo y lo hacía desaparecer con la varita. - Me gusta hacer éste tipo de rondas... Espero no incomodar a nadie. Además que, Mohitié ya me conoce - dije con una sonrisilla. - Venga vamos, perdón, tú primero - solté otra risilla y le indiqué con la cabeza que iniciara ella el camino. @@Reena Vladimir
  24. Recordaba perfectamente todo y cómo había pasado. La huella que había dejado el encantamiento protector de Reena me lo evocaba en mi mente cada vez que lo miraba. Había sido una batalla campal, intentando defender la mansión de los intrusos en éste caso, vampiros enemigos de Akira. Suspiré y acaricié con suavidad la columna de mármol que sostenía el techo del templo. El lugar parecia tranquilo, quizá debía de recorrer los terrenos para comprobar que todo estuviese en orden antes de volver a mi habitación. No entraría por la puerta principal. Mi capa seguía en mis hombros. A pesar de ser una noche estrellada podía notar como el rocío mojaba las hojas, debía de ser una noche helada. Podía aguantar perfectamente esa temperatura, pero el llevar ese manto sobre mis hombros me disimulaba ante los demás. Saqué la varita y susurré: Homenum Revelio. El efecto deseado no se produjo. Todo estaba en calma. Saqué un cigarrillo de mi pitillera y del interior del monedero de piel de moke y lo encendí con la varita. Los primeros humos se disolvían en el cielo. A lo lejos, teniendo una buena vista, sólo se podía ver algo oscuro y el color del fuego a causa del cigarro. Aún con mi arma mágica en la mano, seguí inspeccionando y decidí entrar al interior. Todo estaba silencioso. Pero aún así, sentía un cosquilleo especial en la nuca, como si me estuvieran vigilando. Decidí poner el oído por si escuchaba el crujido de ramas rotas o de pisadas. Iba a ser una larga noche.
  25. - Sí bueno, Evan Black era muy suyo - dije con una sonrisa. Fue lo último que le dije antes de revisar las habitaciones mientras la elfina estaba en la cocina limpiando y haciendo algo de comida... Seguramente tuviese que hacer varios viajes al castillo, pero tampoco importaba mucho en esos instantes. - ¡c***! ¡Qué susto! - di un bote al escuchar a Matt, estaba tan distraída viendo los destrozos que ni siquiera me había dado cuenta de que había entrado al cuarto en dónde estaba... Cómo en el salón las habitaciones también tenían una pinta asquerosa en la que estaba, que pertenecía a mis padres, la cama con dosel, tenía las cortinas todas rotas y la gran cristalera en dónde se filtraba todo el sol, estaba completamente rota, además de un buen hueco en la pared... Las mesitas de noche estaban casi partidas a la mitad. Los baños... bueno, ahí no tenían mejor aspecto tampoco... - Ya ves, está todo manga por hombro, luego del ataque, nadie se molestó en arreglar todo esto y bueno -me encogí de hombros, no pude evitar mostrarme triste al recordarlo. - ¿Vienes conmigo a revisar el resto de las habitaciones? Supongo que ya habrías terminado con la sala, ¿no? - dije con una sonrisa. - Mejor puedes guardar la tienda de campaña, si conseguimos tener un cuarto al menos decente... podemos dormir sobre sábanas de seda y mantas de algodón - dije con una sonrisa y dándole un beso- eso, si mi elfina Galadriel termina antes con la cocina, me da la impresión de que tendré que llamar al resto de mis elfos para que nos ayuden, es demasiado trabajo incluso para nosotros - suspiré- incluso usando la magia...

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