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Hecate Engosvezhof

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Todo lo publicado por Hecate Engosvezhof

  1. Parece mentira que, un móvil de gama media (menos de 100€) ande tan bien como uno de más de 500, eso sí, dentro de un mes ya veremos como va pero sin cargarlo de app's va como la seda aunque al menos no me calentaré porque no me lleguen los whatsapps 😂😂💃💃

    1. Mostrar comentarios anteriores  10 más
    2. Matt Blackner

      Matt Blackner

      hey!

       

      JAJAJ y que lo digas @Darla Potter Black!! Yo el que tengo desde hace 3 años es el Redmi Note 5A Prime (si, largo de narices el nombre) y contentísimo, hasta que ya no pueda más seguiré con el....es lo que dices, la gama Redmi de Xiaomi es la megia, luego están los Mi que son mejores, y los Pocophone de Xiaomi, qeu son los más caros...pero fijate, al menos entre la gente que conozco, gusta más Redmi que Mi.

       

      jajaj Heli, eres más de los coreanos Samsung?? mi hermano tiene el Samsung A20 desde hace un año y poco y le va bastante bien....a mi son los otros móviles que no me desagradan, los samsung....pero igualmente, se flipan mucho con el precio para lo que ofrecen

       

      Eso si, Huawei ni acercarse. Ahora los están regalando casi, por toda la liada que tuvieron con Google, mejor ni comprarlos, por baratos que sean. Y LG, olvidaos, hace un par de semanas sacaron su nuevo teléfono, qeu se doblaba la pantalla....y al día siguiente dijeron qeu dejaban la industria móvil xD

    3. Darla G Dumbledore

      Darla G Dumbledore

      @Matt Blackner suena bonito y cool tu modelo, sigo sin que me convenzan los Samsung salvo que tengas el dinero para una línea S que ni ahí. Acá el euro está caro y el dólar también, encima nos cobran 30% más para la percepción solidaria para la pandemia y 35% de percepción de impuesto a las Ganancias que nos podemos tomar luego pero a fin de año ¬¬ o sea, donar en el foro o comprar cualquier cosa en moneda extranjera, me sale la cotización + un 65% más

      Por cierto Matt, aprovecho a informarte que ando con ganas de engancharte en el rol de Luna 😝

      *salgo corriendo antes que me tire con algo*

    4. Matt Blackner

      Matt Blackner

      Ya te digo, el de mi hermano es gama media de Samsung, y yo se lo saqué más barato porque lo compré usando los puntos que había acumulado en mi compañía de teléfono después de años ....a él  le gusta, y se lo pillé porque prefería eso a un Huawei o LG xD

       

      joe, que mal....si que está complicado qeu podáis comprar algo de fuera, no?

       

      JAJAJAJA acabo de leer, uy uy, voy a tener qeu entrar😆

  2. Por las espinas de cristo, que bueno ésto! me saltó la chispa de, ¿y si hay foro? y san google me devolvió la respuesta, el segundo clic, fue con el inicio sesión xD menos mal que no metí las patas jajaja era con el nick actual 🤦‍♀️ me mola eso de los emoticonos!! 🤤😍😍 (gracias por el currazo equipo!!)

    1. Matt Blackner

      Matt Blackner

      JAJA heliiiiii! mira fb o wasap!

    2. Hecate Engosvezhof

      Hecate Engosvezhof

      voy a tirar el móvil!!! De hecho con el cambio de compañía, en teoría me mandarán uno... así que, al menos me llegarán los mensajes... desde luego, lo de gratis... argggg no es que tuviese muchos móviles, pero nunca me salieron tan malos como éste... pésimo 🤬🤬 (me encantan los emoticonos éstos jajaja)

  3. Tengo que decirlo, porque me nace así al leer el post... ¡POR LOS CLAVOS DE CRISTO! No conozco ese vídeo, pero es cierto que es ser valiente en denunciar cosas que han ocurrido hace años y que por desgracia repercuten de manera grave en la vida adulta... Yo sí te creo... es cierto que no he vivido una situación como la tuya y menos mal, pero años más tarde cuando se lo comenté a mi madre ella me dijo '¿y porqué no lo has dicho?' Y yo le dije, ¿a quién creerían, a la profesora o a la alumna? y de aquellas los tutores de los colegios eran más respetados que ahora... Que te zarandeen algo fuerte por no hacer una cosa bien... Y era una cría!! Y que yo recuerde no hizo nada más. Creo que mi adversión a las matemáticas y al ser retraída y no tan sociable quizás venga de ahí. Pero al menos no me ha juzgado y se lo agradezco (referido a mi madre). No es fácil contar una cosa como esa y tengas el temor de que no te crean. Ahora por suerte (si se puede decir de alguna manera) hay aspectos que si se prestan atención en un niño, se puede "saber que pasa algo". Yo cómo le dije a mi madre, lo que tenía que hacer era estamparle un lápiz en la carótida, pero claro, ahora muy gallita (?) lo digo así xDD (no me lo tomes a mal, que es para sacar una sonrisa) pero de aquellas no era tan fáci y cómo tú, nunca me han puesto la mano encima ni tuve castigos fuertes ni nada. Bueno, tb es cierto que mi carácter es más "pacífico" y no soy ni era de meterme en problemas con nadie... No soy una santa ni lo pretendo. Así que, ánimo compañero, yo estoy contigo. A mí los abusos de cualquier forma que sea, me ponen enferma. En mi caso particular creo que sólo lo sabe mi madre y ahora, todos vosotros. Yo pienso que es bueno denunciar, no sé, buscar ayuda, si no te cree tu familia pues... acudir a dónde se pueda, pero claro, otra cosa es que te hagan caso, ese es el problema... Reitero lo de antes, un beso grande y ánimo compañero! Un saludo desde España
  4. Gracias por tanto currazo (trabajo) Julio!! Yo ya tenía el script instalado pero, por si acaso lo he actualizado siguiendo esas instrucciones... creo que lo hice bien xDD y más que nada, porque el post tuyo es reciente y por si acaso jejeje Eres un artista de la programación (web)!!
  5. no sé si existe, pero me lo invento, Heli es fan de las bebidas alcohólicas, ya lo sabéis xDDD On: La niña lloró con el cosiguiente trueno. La verdad es que hacía un temporal que daba realmente miedo. Menos mal que la mansión Potter Black tenía fuertes paredes y robustas y aún podía soportar un fuerte temporal. O eso esperaba. Susurré palabras dulces para calmarla y al menos pareció tranquilizarse un poco. La coloqué con cuidado en el moisés para que siguiera descansando. Más tarde la colocaría en su cunita. La tapé con cuidado y me sorprendió algo que no me había dado cuenta. Tenía el símbolo Rambaldi <o> ese del que ya hacía tiempo que no veía. - vaya... -susurré. Quizás fuese la magia ancestral o la propia sangre mágica quién lo había colocado ahí. Elentari balbuceaba lo que parecía en sueños y yo aproveché para ir hasta una pequeña mesita en dónde reposaba una botella llena de whisky, cubitera con hielos y un vaso. Me serví un poco de alcohol y parecía que no había sido tocada en meses. La verdad es que en la familia salvo yo, casi nadie bebía de ese tipo de licores... Di un trago para calmar la pesadez que sentía y para ver si entraba un poco en calor. Me giré y me pareció notar que a Matt le pasaba algo. Parecía que nuestra conexión se había diluído a causa de mi marcha y eso me fastidiaba un poco... - Matt, cariño... -fui caminando hasta a él con el vaso e intentaba no romperlo por la fuerza que teníamos los vampíriscos. Pero aún así empezaba a estar nerviosa. - Hey -susurré y él pareció volver al cuarto. ¿Qué demonios estaba pasando? No comprendía nada. Aunque era cierto que, en mi familia algunas mujeres eran videntse, pero la verdad, no tod@s habíamoso desarrollado el don. Por mi parte, tenía la herencia familiar de la animagia y hasta incluso de la nigromancia. El 80% de las habilidades las había estudiado... - ¿Qué has visto? -pregunté en un susurro. Tenía miedo de saber lo que en su mente había asomado. Mi marido y yo, sólo teníamos conexió telepática, pero poco más y eso era raro, siendo de dos razas completamente diferentes. Di otro trago para calmar el amargor que empezaba a sentir. - Hasta me da la impresión de que mi vuelta sólo causa problemas - comenté apesadumbrada - no sé si será de mucha ayuda que permanezca por aquí. Pero sobre todo, por la seguridad de Elentari. ¿Has visto a Lázarus? -pregunté ahora, con miedo. No podía evitarlo. Despreciaba a ese ser con más fuerza que nunca. No sabía nada de él desde lo de la boda pero sabía que algo tramaba... - Tengo entendido que ha llegado a Ottery. Tengo informadores de que lo han visto por el pueblo y mucho me temo que se reúna con madame Lucrezia para hacernos más zancadilla. Lo último que necesitamos es una guerra entre clanes. Pero dime... - parecía más callado de lo habitual y eso sí que era de lo más raro... Y para no demorarlo más,silencié el lugar con el hechizo muffliato además de poner las consabidas protecciones antiescucha. - Lo hice porque, necesitas saber algo... he ingresado nuevamente en la Marca. Tengo un poder bastante alto dentro del bando así que, nos puede ayudar a detener esas cosas. ¿Son sombras, demonios, qué? -bufé ahora, y di otro sorbo más a la bebida... - Definitivamente no sé si combatir magia oscura con otra será buena idea, pero si podemos repelerlos, me alegro haber entrado en la Marca Tenebrosa estará protegida por el bando, por el linaje que tiene de sangre pura... para ti ésto es absurdo cariño, pero, necesitaremos mucha protección -murmuré nuevamente. @@Matt Blackner
  6. No pretendía ser brusca con mi marido, pero no pude evitarlo, no sabía decir si era parte de mi temperamento o de mi condición vampírica. - Tampoco te iba a dar explicaciones... por ahora... y recién llegada de Italia, tampoco te creas que tengo ganas de discutir. Si tuvieras un poder como lo tengo yo, que tengo que decidir cada cosa nimia... tú también estarías agotado y enfadado - suspiré y me senté en el sillón, aparté la mirada de él, sentía que, si veía más allá podría descubrir oscuros secretos y el horror de la guerra. No necesitaba los detalles. Me sentía agotada y a pesar de ello, Elentari me daba fuerzas- lo lamento Matt, de verdad... Intentaba calmar el mal genio. Pero al menos la pequeña me estaba dando más calma de lo que realmente pensaba en un principio. Las palabras del pelirrojo hicieron que desviara la vista de nuestra pequeña. Mi estómago al escucharlo, parecía que se había encogido y bailaba arriba y abajo. Suerte que estaba sentada, porque seguro que caería redonda a causa de las pocas fuerzas que tenía cuando había llegado a casa... sentí que se me había ido el poco color que debía tener en las mejillas en esos instantes... - estás... ¿seguro? -pregunté temerosa y en un susurro- ¿acaso no tenemos ya bastante? -pregunté alicaída... - tengo que comentarte algo pero es sólo que tú sabrás, de momento más que nada porque eres mi marido, el padre de nuestra pequeña y el patriarca... Sé que no te gustará pero ahora, con la información que me has dado, pues, es un motivo más para defender la sangre mágica de nuestra pequeña, el futuro de ésta casa -sonreí ahora mientras veía dormitar a nuestra hija... - así que, por lo que veo nuestra niña va despertando poderes... no me gustaría saber los que posee puede ser un desastre para la casa -reí ahora por lo bajo, aliviando un poco, la tensión en el ambiente. @@Matt Blackner
  7. La tormenta era demasiado fuerte lo que me extrañaba a mí es que la pequeña no se inmutaba para nada. No podía evitar sentir un relamazo de orgullo por esa pequeña que, muy a mi pesar, había tenido que dejar en la Potter Black. Aún esperaba cierto permiso, porque la verdad me sentía culpable por dejarla tanto tiempo a solas. Necesitaba de mí y aunque su abuela y su padre eran los mejores... no era lo mismo pero, en cierta manera estaría más protegida. No entendía nada de lo que estaba pasando así que, di otro trago más a la copa de mi vaso. Debía serenarme un poco. Levanté la vista y me levanté pero, no supe porqué pero algo en el gesto de Sagitas me indicaba que pasaba algo con la niña. - ¿Qué le pasa a Elentari? -pregunté en un susurro, con temor - ¿está enferma? -miraba a los dos, a madre e hijo, para ver si alguien me respondía. - lo de la seguridad está bien -asentí nuevamente. Pero algo se me escapaba. Parecía que entre mis dos familiares había habido algún especie de contacto. Pero parecía que nadie quería darme explicaciones. - ¿Acaso nuestra pequeña ya está desarrollando poderes? -inquirí otra vez, preocupada. Sí, no podía evitarlo mi instinto maternal, que se había acentuado tras el parto ahora parecía regresar con más fuerza que nunca, después de mi ausentismo en Italia. - ¿quéreis explicarme qué c*** está pasando con Elentari? -protesté por lo bajo, rechinando los dientes a causa de la rabia. Odiaba cuando me ocultaban cosas y más aún si era del pequeño ser indefenso que aún estaba en los brazos de Sagitas (¿es así?, creo que sí, espero haber entendido el rol de Sagis xD) - venga, dame a la cría, quiero disfrutar de ésta pequeña - y sin miramientos pero, con mucho cuidado y tras dejar el vaso en la mesa, tomé a la pequeña para no despertarla. Sentí cierta calidez en mis brazos y que recorrió todo mi cuerpo. Aún dormidita hacía algunos gestos guturales con sus labios y que me parecía adorable dormidita... - Habrá que hacer una ceremonia de protección, para que pueda hacer magia -dije en voz baja - de hecho, creo que es necesario - asentí con la cabeza- no sabemos que poderes tiene así que... mejor prevenir que lamentar.
  8. Sonreí con dulzura al escuchar su entusiasmo. - Claro que puedes mujer - dije con cariño- es más, es para todos los de la casa... Ya me habían informado de que las cosas por aquí, no es que estuviese muy bien y... quería colaborar con ésto... - agotador - comenté apesadumbrada, no quería comentar mucho de lo que había pasado - si me mantuve en silencio fue por seguridad. Quería hablaros, deciros algo pero... no quería que la niña sufriera ningún riesgo - susurré con cierta culpabilidad marcada en mi rostro. La había echado tanto en falta, que no podía evitar ponerme a emocionarme a sentirla en mis brazos. - ¿Puedo? -pregunté titubeante, al ver que mi hija estaba en brazos de Sagitas, pero tampoco quería importunar el sueño de la pequeña- estaría bien que hubiese aquí una pequeña cuna en el salón. Puedo hacer que traigan una de calidad de Italia. - ¿Vidente, yo? - pregunté asombrada, mirando a mi prima- es cierto que tengo el anillo de la habilidad pero... quizá la niña haya heredado algunos dones. De mi familia tengo la animagia, y algunas cositas más - dije con una sonrisa pícara- pero vidente - me encogí de hombros y di un trago -si realmente tuviese el poder activo, sabría lo que vendría, podría evitar, ciertas cosas ... - tragué saliva, no quería hablar mucho de ese tema. - Sí primis Xell, te traje eso, está en el baúl, puedo hacer que Galadriel te lo traiga, espero que lo disfrutes - le dije con cariño a mi prima. - ¿Acaso pasó algo en el pueblo que no me haya enterado? Sé que con el tema de la guerra y la tregua de navidad, las cosas han estado demasiado tensas... ¿tenéis noticias de todo ésto?
  9. - no me cabe la menor duda - esbocé una triste sonrisa - por lo menos aquí parece que está segura, ¿habéis reforzado las medidas de seguridad? -pregunté a los presentes. - descuida, sólo saldré a fumar el jardín, ¿te parece bien? - lo último que necesitaba en esos momentos era una bronca de nadie -claro, que lo lleven a la cocina, para eso lo traje. Sabía que estábais faltos de cosas y me he molestado en traer todo lo que pude... Pero mi cabeza no dejaba de dar vueltas a lo que había visto. Los informes de la guerra eran... había visto masacres de magos en algunas aldeas, familias enteras arrasadas. Sangre perdida y niños que no crecerían por un maldito político que había declarado la guerra a Inglaterra, o eso era lo que había oído. Había ordenado al clan mantenerse neutral, proteger a nuestro pequeño pueblo. Pero a pesar de todo, habíamos tenido muchas bajas. - ¿ah sí? -miré desconcertada a Matt y a Sagitas - quizás la niña esté desarrollando sus poderes... tiene unos genes muy buenos -sonreí ahora. El relámpago brilló dentro de la casa, luego se escuchó un trueno y enseguida se puso a llover fuertemente. - Bueno, al menos parece que llegué justo a tiempo antes de ponerme como una gallina mojada - Galadriel bajaba por las escaleras, al verme hizo aparecer una botella de whisky de fuego y un vaso con hielo. Me conocía lo suficiente para saber que necesitaba un buen trago - gracias - hasta ella se sorprendió que tuviese tanta amabilidad. - La oscuridad bien puede ser porque oscurece, nada de qué preocuparse -pero veía a mi marido preocupado y cuando lo estaba, era quizás para ponerse en lo peor. - Me gustaría hablar contigo en tu cuarto, si aún soy bienvenida en él - sonreí con cierta culpabilidad en mi rostro. Sin poder evitarlo me rasqué en la zona en dónde tenía la marca oculta mediante un encantamiento y que, por suerte aún funcionaba. Me sentía nerviosa, inquieta. Parecía que de momento, la mansión estaba a salvo, pero, ¿cuánto tiempo? - Hola prima Xell -le saludé con una sonrisa - tengo algo para ti, está guardado en el baúl... te traje unas zapatillas de bailarina y una cajita de música, espero que te guste... @@Matt Blackner @@Sagitas Potter Blue @@Xell Vladimir Potter Black
  10. jajaja ¡gracias chic@s! On: Caminé despacio. Parecía que realmente quién hacía ruído eran los animales del bosque. Alrededor era todo silencio. A lo lejos, podía divisarse pequeño Hangleton con sus luces brillantes. Volví mi cabeza hacia la puerta destrozada. Noté cierta picazón en la marca tenebrosa, no pude evitarlo y me rasqué para aliviar el dolor. Crucé la entrada principal teniendo cuidado de partirme ningún hueso. Parecía realmente que el lugar había sido olvidado por la magia. Sentí un chasquido y ciertos movimietos. Una pared que parecía en equilibrio y otro chasquido más y parecía que me habían quemado la piel como la primera vez en la Orden Oscura. Sentí cierto nerviosismo y un ligero cosquilleo en la nuca, cuando se abrió una especie de trampilla, la levanté con cuidado y tomando la varita, susurré un lumus. La varita se encendió y vi que había escaleras para bajar. Cosa que así hice. No sé cómo, pero trastabillé y caí de plano a lo que parecía la entrada de algo. - ¡aaaaayyy! -me quejé - menuda hostia me he dado - volví a maldecir nuevamente. Un movimiento ligero con mi cabeza para sacarme ese embotamiento producido por el golpe. Ahora sabía dónde venía esa sensación. En el suelo había una alfombra, antorchas y alrededor puertas... Silbé asombrada. ¿Cómo demonios el bando, había conseguido algo así? Desde luego las protecciones tendrían que ser máximas, y hasta diría que estuviese en el piso superior por la suavidad del aire fresco que reinaba en el exterior. Susurré 'nox' y apagué la varita. No me hacía falta, había suficiente iluminación para ir caminando sin tropezarme con nada, menuda entrada triunfal, por segunda vez, que tendría... - ¿Hola? - dije en voz alta, no sabía si en esos momentos había gente. Siendo un cuartel de la Marca Tenebrosa, quizá que sí, pero... nunca se sabía, aunque bien podía investigar un poco antes de seguir avanzando. Por seguridad, no había guardado la varita, mientras me frotaba la frente.
  11. ¿Puedo unirme? No esperéis un gran rol On: La oscuridad me envolvía, la noche media cubierta por las nubes hacía que fuese casi invisible. Me deslizaba con suavidad por el bosque de Ottery, cazando algún que otro cervatillo. La sangre animal no es que fuera la mejor, pero me mantenía y eso era más que suficiente. Ya había causado suficientes estragos en el pasado para levantar las sospechas del Ministerio. El cervatillo poco a poco iba sucumbiendo a mi mordida en el cuello, absorviendo el líquido rojo y manchándome un poco la boca y la barbilla, empapando ligeramente el suelo. En Italia había conseguido mantenerme más o menos bien pero, la carga de trabajo era demasiado grande. Y aún así, había vuelto por otras razones mucho más importantes que la propia guerra... "maldita guerra" pensé para mí, mientras me limpiaba con un paño blanco que había traído para la ocasión. Lo hice desaparecer con la varita. Había pedido el ingreso al bando y mientras, meditaba al escuchar los sonidos del bosque nocturno. A unos les daba pavor a mí me producían bienestar. Dejé el cadáver para que otras bestias nocturnas se aprovecharan de él. Enfilé mis pasos con más suavidad que antes, escalando con agilidad los árboles, hasta que llegué al límite del bosque y ahí estaba. La mansión Riddle completamente destrozada. Sentí lástima. Una construcción tan antigüa como grandiosa al final, había sucumbido a las bombas lanzadas por los búlgaros. Bufé de rabia. Aunque en cierta manera la guerra me había beneficiado gracias a otros negocios, sabía que el precio era demasiado alto, a pesar de la tregua navideña. Eso sí que había sido una ironía. Bajé con cuidado del árbol en dónde estaba posada. La luna estaba oculta por densas nubes y apenas había o parecía haber movimientos por la zona. Apenas había estrellas en el cielo con lo que, a las ruínas de la mansión Riddle le daba un aire más siniestro si cabía. Enfundada con una cazadora de cuero, camiseta, tejanos y botas de piel de dragón negros, me puse la capa por encima y la capucha. Al menos, que, a lo lejos, vieran una sombra oscura y sobre todo, que no se distinguiera nada de mí. Caminé por la gravilla deshecha principal de la mansión, estaba todo hecho una pena. Me deslicé con cuidado sin apenas hacer ruído. Sentí cierta quemazón en dónde tenía la marca Tenebrosa y que, por desgracia much@s por bocazas sabían de mi existencia en Halloween. "Malditos búlgaros" volví a renegar por lo bajo. Estaba todo destrozado, sólo quedaba la parte principal de la mansión, custodiada por dos serpientes. Sentí el aroma de dos personas conocidas, entre ellas mi primo, cosa que me sorpredió. Los aromas parecían bastante recientes así que, seguramente estuviesen cerca, pero, ¿alguien se habría molestado en levantar la mansión? ¿O seguramente fuese un encantamiento desilusionador? Ya lo averigüría pronto.
  12. Viniendo de Sagitas en rol, no me sorprende para nada! jajaja No si, además le has cogido gustito sí jajajaj On: -No lo pretendía - dije en un lastimero susurro - sé que aquí está perfectamente cuidada... Avancé hasta el interior de la mansión. Ni me atrevía a mirar a Matt a la cara. Y por el aroma de cierta rubia, me pareció notar que Xell estaba en casa también. El baúl se quedó quieto en la entrada y con un movimiento de mi varita hice que éste se apareciera en el cuarto que compartía con Matt. Necesitaba un trago fuerte. Pero un té tampoco me vendría mal... ¿Estaría mi elfina en casa? Tampoco quería tomarme demasiadas libertades a pesar de estar casada con el patriarca. Me sentía cansada, y seguro que si me miraba al espejo estaría más demacrada de lo habitual. Me sentía pálida y a pesar de que los vampiros no dormíamos con bastantes ojeras... - No me fastidies anda... necesito un reconstituyente... ¿cómo está Elentari? -pregunté nuevamente en un susurro- os traje algo, no es que sea gran cosa pero... Sentía debilidad en las piernas así que, con un movimiento de mi varita hice levitar un sillón mullido. En cuánto lo acerqué apoyé mi mentón en una mano - Quédate tranquila, los vampiros no cogemos cosas raras - le dije con una leve sonrisa a Sagitas- ésta guerra...nos ha descompuesto a todos - negué ligeramente con la cabeza. Saqué el morral de cuero que llevaba en la cazadora vaquera y fui sacado diversos productos. Unos eran de higiene básica, café, alcohol, tabaco, diferentes legumbres, un pequeño saco de patatas, verduras- ésto es lo que he podido sacar con el contrabando, me ha costado más de lo que me parecía en un principio pero, el proveedor es de los mejores que he podido encontrar. - Sé que no tengo disculpa, hasta incluso he pensado en renunciar a mis derechos sobre el clan. Pero entonces, no le dejaría nada a mi pequeña, por cierto, ¿dónde está? -pregunté en otro susurro. Un trueno sonó más cerca... o eso me pareció sentir gracias a mi oído agudizado. Me daba malos presagios, no podía evitarlo. Momentos después, empezó a llover raudalmente y es que, cuando me aparecí por las calles de Ottery, hacía un sol espléndido.
  13. ¿aún sigues con lo de Artagracia, Sagis? jajajaja vuestros roles son adorables *-* ¡Regreso a casa! bueno, os pido mil perdones a tod@s pero, iré roleando poquito a poco, ¿sí? On: Desasosiego, ira, enfado, tristeza, desolación... muchos sentimientos encontrados. La maldita guerra había hecho que me tuviese que desplazar a Italia. Bien podía desentenderme de todo y estar al pie del cañón con mi familia. Había conseguido mediante contrabando pasarle cosas para que al menos la pequeña estuviese bien alimentada. Pero al mismo tiempo, había tomado una decisión. Sabía que no le iba a gustar a nadie de la familia. ¿Matt lo entendería? Seguro que sí, pero Sagitas echaría el grito en el cielo y Xell... bueno, esa niña adorable me miraría como si fuese un ser extraño... Pero no me importaba. Bien podía dejar el clan en manos de uno de mis lugartenientes pero no confiaba en nadie, no en medio de aquella locura de guerra. Sabía que, por medio de chivatazos que habían llegado a mis oídos que quizás hubiese tregua o paz. Pero tampoco es que confiara mucho en los búlgaros. Me había llegado rumores, además, de que la mansión Riddle había acabado destrozada por bombas. Todo eso me había obligado a volver. Pero los asuntos de estado... y siendo Elentari mi heredera, me dejaban en una mala posición. Eso, y los otros negocios que tenía. Había dado órdenes claras y esperaba realmente que no me llamaran. Básicamente, no tendría piedad de nadie si lo hicieran. Cargada con un gran baúl me aparecí en los terrenos de la mansión Potter Black. Parecía amenazar lluvia. Llevaba una capa en los hombros y capucha, por debajo un pantalón vaquero, botas de piel de dragón, una camiseta y una cazadora de cuero. La varita en la mano derecha. Se escuchó un trueno a lo lejos... - He vuelto pero, ¿cómo estarán las cosas? - tenía sentimientos encontrados, lo de Lázarus había sido un golpe demasiado duro. Secuestrando a Sagitas mediante chantaje para acabar con los huesos de su marido fantasma, liberación y huída de ese vampiro de los demonios y, para más Inri, tenía informes de que estaba por Ottery, eso más que nada, me había obligado a volver cómo una razón de peso. ¿Por dónde atacaría otra vez? Ya tenía bastante. Por mi cabeza, no dejaban de pasar recuerdos de antaño, a veces olvidados pero que en ocasiones como aquellas resurgían dolorosamente en mi cabeza. Chasquidos de huesos rotos, llantos de niños, olor a muerte en el caldero. Experimentos mágicos con la sangre. Descuartizamientos en un viejo sótano rumano. Cerré los ojos durante un momento, sentía que lo que llevaba en el estómago estaba a punto de salir por la boca, como bailaba arriba y abajo. Intentaba controlar las náuseas. No es que tuviese muchas en el embarazo pero, esas eran naturales. Lo otro, eran de amargos recuerdos que, inevitablemente me habían hecho como era hoy día. ¿Seguro que un ser cruel y despiadada? Bueno, en apariencia. Era un muro de protección y a veces ayudaba... Caminé unos pasos. Mis botas sonaron en la gravilla en cuánto avancé mientras el baúl se movía ligeramente, mediante la magia. Todo parecía demasiado en calma en el pueblo, aunque quizás sólo fuese pasajera. Necesitaba reponerme y estar al lado de mi familia me ayudaba. Al menos podría visitar la mansión Riddle sin levantar muchas sospechas o eso esperaba... Iría de noche como si fuese de caza.
  14. - pero, pero... - miré un poco enfadada con todo lo que había pasado. Al final una de las últimas clientas era hija de la dueña... De lo único que me había enterado pero, tal arrastre que se llevó a la muchacha o eso pareció... - Pues, si no queda más remedio -bufé aún con mal genio pues, tendría que conformarme con Sagitas. Pero seguro que ni era capaz de entender el encargo. - Yo quería hablar con la fabricante - dije con cierto recelo a ser atendida por mi suegra - es un encargo importante para mí, y es capaz de hacerme enviar avestruces en vez de varitas... con tal de fastidiarme, pero vale. Esperaré aquí pacientemente mientras baja. Terminé de fumarme el cigarrillo con una última calada y con un toque de mi varita hice desaparecer la colilla. Lo último que necesitaba era ganarme una buena bronca por una de las dueñas y además que tenía algo de prisa. off. Lo siento, un rol corto, para la próxima haré uno más largo ^-^
  15. Captado el flashback, Sagitas jajajaja intentaré no ser muy... desagradable a la lectura Rivendell, en el Bosque Sagrado, al encuentro con Jack, Ithilion, Fenrir y Sagitas Mi túnica ondeaba al viento con una tranquilidad pasmosa. De color verde clarito con suaves filigranas de hilo de plata parecía más elegante que de costumbre. Había puesto la capucha que tenía porque, me daba la sensación de que hacía más frío que de lo que acostumbra Londres por esa época del año. Y es que había sido un verano más caluroso de lo normal. La ciudad no estaba adaptada a las alturas temperaturas, como podía estarlo las del resto de Europa y eso, se notaba. Llevaba el calzado elfo y aún así, sentía las pequeñas hojas del suelo sagrado cada vez que daba un paso... Sonreía contenta al verlos, pero me daba la sensación de que, en el ambiente, había tristeza. - Lo sé - no sabía cómo podía saberlo, pero lo sabía. Conocía perfectamente las artimañas de Lázarus, lo que jamás pensé es que llegase a tanto. Pero no debía extrañarme. Antes de conocer esa parte que odiaba, había sido mi mentor y me había estado dando clases, si así podía llamarse. Yo lo recordaba bien. Y al mismo tiempo, sentía asco pero me callaba, sentía odio por cómo actuaba y sentía una furia contenida cada vez que actuaba... "Es parte de tu enseñanza Heliké, eres un vampiro y como tal tienes que comportarte" esas eran las palabras que me había dicho en su momento, pero las aborrecía. Mi cabeza en esos momentos brotaban imágenes de las crueldades que, tenía ya tiempo olvidadas. Emanaban como un manantial de agua pura, que, primero era un arroyo y después se convertía en un río... dolían, eran imágenes que, actualmente dolían y yo había obedecido sin rechistar... "son parte de tu enseñanza" esas palabras no dejaban de repiquetear en mi cerebro mientras, una y otra vez, estaban en mi cabeza. Vi a Sagitas caer al suelo. No pude evitarlo, lancé un grito, preocupada. Con cierta pesadez la levanté con cuidado, aferrándola con mis manos y las suyas llenas de tierra... - Sé lo que te obligó a hacer... destrozar los huesos de tu marido con una maza. Destruir lo que más querías para protegernos al resto... Yo, tengo que pedirte perdón. Debí decirte algo más de él. No callármelo. A mí en mi momento también me obligó a hacer cosas que... -suspiré- que ni siendo mortífaga haría, o sí, no lo sé... Llevo siglos cargando con el dolor de lo que he provocado. Si soy como soy es por su culpa... pretendía hacerme un mejor vampiro, según sus propias palabras. Pero ahora ya tengo una ligera idea... lo que quería era volverme como él. Un ser desamaldo vil y cruel, sin importarle las consecuencias de mis actos, sin remordimientos. No puedo contarlo con palabras porque es demasiado doloroso, pero sí mostrártelo... ¿quieres? -le pregunté, mirándola a los ojos - así sabrás porqué soy como soy. No he tenido muchas opciones, apenas Matt ha visto algo de mí y el resto lo he ocultado. Hasta me planteé en su momento, volverme sacerdotisa para que, algún dios bondadoso, perdonase mis propios pecados... que son demasiado graves hasta para confesarlo, puedo eliminar mi propia oclumancia para que lo veas, pero sólo en ésta ocasión... - Lázarus ahora mismo estará furioso... no sé ni cómo demonios te ha dejado escapar. Pensaría que eras una bruja inútil y que no servirías ni para rehén y habrá bajado sus propias defensas... no lo creo - negué con una sonrisa - eres una bruja muy poderosa y sobre todo, con gran corazón... (drama, drama xDD) eres mejor persona que yo, aunque ahora me veas como futura madre de familia y ocupándome solo de mis propios negocios. Vuelvo a decirlo, sé como es y lo que te ha obligado a hacer... en mi propia experiencia si necesitas llorar, hazlo. Eso es mejor que cualquier bálsamo o poción para adormecer los sentimientos. Te sentirás liberada una vez termines - comenté con una triste sonrisa. off en el próximo relato, si te parece bien y con tu permiso, roleo como Lázarus y muevo tu personaje, ¿vale? pero si hay algo incorrecto o no sé... si no te parece bien algo, aprovechas nuestro propio pm y me avisas *-*
  16. Esperé pacientemente a que alguien saliera de la parte de atrás. Mientras tanto saqué una pitillera de plata y saqué un cigarro, lo encendí con la varita, con la esperanza de que, al oler el humo del tabaco saliera alguien... Seguro que me iban a reñir o algo pero en esos momentos no me importaba nada. Le di una calada suave y el humo se esparció por el techo creando una pequeña nube. Alguien más entró adentro del local y por poco casi me da un susto al ver como una mujer, había hecho un encantamiento sonorus... - ¡Quieres callarte! - le bufé, mirándola a los ojos, estando un poco apartada de la pareja que acababa de entrar (Zoella) - un poco más y me dejas sorda - le protesté... - Es más deberías tener un poco más de delicadeza, ésto no es una plaza de pueblo para que vayas gritando por ahí - dije, achinando los ojos y negando con la cabeza... - Si queréis comprar tendréis que esperar un poco, vengo a hacer un pedido y, espero que las dueñas no tarden mucho en salir... desde luego, hacer esperar a los clientes de ésta manera - negué con la cabeza, mientras le daba otra calada al cigarrillo.
  17. En Rivendell... Tras darme un baño relajante que me preparé después de levantarme y a pesar de uno de los ofrecimientos de una de las mujeres elfas, sentía que estaba como nueva. El agua caliente y el baño de espuma había sido lo mejor que había podido hacer, desde que desperté en ese lugar. Aún recordaba todos los acontecimientos que pasaron durante la mansión. ¿Cómo estaría la casa? ¿Lázarus al final había conseguido en realidad obtener los huesos de Jack? No tenía ni idea, pero a decir verdad, me daba miedo saber la verdad... Lo que me extrañaba era que Sagitas estuviese con nosotros, había visto como se había marchado con el vamiro. Tendría que preguntarle como demonios se había escapado de él. Porque era raro que alguien tan astuto como ese ser nocturno dejase escapar una presa tan valiosa como lo sería mi suegra. Me levanté de la bañera y me puse una túnica de seda de color verde, que me habían dejado. Para la temperatura que hacía, era bastante fresca y lo agradecía mientras pensaba en todo lo que había sucedido. Algo más pasó en ese tiempo. Pensaba en Matt y en el miedo que tenía de que estuviese todavía allá... Según Matt Rivendell era uno de los lugares más seguros que conocía. Nadie nos iría a buscar allá sin saber cómo entrar. Hasta una vez me había hablado de ello, bajo las aguas termales (o eso pensaba) del parque... Pero quizá si el cazador lo sabía, los demás también. No tenía ni idea en dónde estábamos pero lo que sí era que, los elfos eran muy elegantes de lo poco que había conseguido ver. Sabía que mi marido no debía marcharse sin curarse sus heridas primero, pero seguramente, había tenido la primera asistencia en cuánto habíamos llegado allá... Salí de la habitación y me encontré con uno de los sirvientes de Elrond si se podía decir así, el elegante elfo asintió con la cabeza y esperó. - Señor, disculpe, ¿sabe dónde está mi suegra Sagitas? -le aclaré. - Jardines, allá al fondo - me indicó con la cabeza pero aún así, me llevó con él por largos pasillos de una larga escalera. El lugar era muy hermoso y reconfortante, a lo lejos se podía escuchar una cascada y el movimiento de los árboles gracias a la brisa del viento. Me dejó cerca de dónde estaba el matrimonio y esperé a que notaran mi presencia. A decir verdad, podía decir que los envidiaba. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se había marchado Matt, pero ya lo echaba de menos... - Hola... -dije en un susurro bajo, para no molestar la espiritualidad de ese lugar sagrado.
  18. - ¡Señora! Alcé la vista de los papeles mientras veía a Cesarión entrar por la puerta. Parecía alarmado y asustado, era algo impropio de él. Mi segundo me miraba desencajado y debía ser algo grave porque, interrumpir así en un despacho y en el Dragón Verde... Mal asunto. Lo miré detenidamente. Él agitó un pergamino y mientras yo apartaba los papeles que tenía encima de la mesa y lo revisé, noté que se me subían los colores de la cara, pero a causa de la rabia. - ¡Indignante! - grité vociferando, no era para menos - ¿Cómo nos pueden pedir 15000 galeones por éste encargo? ¿Se creen que cago oro o que soy dueña de Gringotts? - protesté y ahora sí me levanté del cómodo sillón. - ¿Sabe de algún lugar en dónde no nos pidan tanto? -preguntó algo temeroso al ver mi reacción- porque si quiere una guardia decente para Tortuga, necesitará a los mejores fabricantes. Imagino que Gregorovitch está más que descartado, no vamos a comprar armas al enemigo, ¿verdad? - Verdad -asentí yo- me parece muy fuerte que éstos tíos pretendan cobrarnos semejante cantidad. Iría a Ollivanders, es lo mejorcito que tenemos por aquí pero... no confío en nadie aunque conozco a alguien que, aunque no nos haga rebajas al menos cobrará al precio de mercado. Espero que, tengan existencias de varitas. Habrá que llamar a la guardia para que las puedan ir a probar uno a uno - bufé cansada- ésto de la guerra está causando estragos, lo úlitmo que necesito es contrabando para rearmar a nuestros hombres... - ¿Quiere que haga algo? -preguntó Cesarión esperando órdenes. - Pues - me quedé un momento pensativa - sigue vigilando al enlace que tenemos para medio Oriente, no me fío de ese tío... Dile a tu hermano que comience con la vigilancia del primer ministro. Puede que tenga los ideales de Grindewald, pero no debemos fiarnos... El lugarteniente vestido completamente de negro y trajeado asintió con la cabeza y se marchó del despacho, recogiendo el pergamino y quemándolo con la punta de la varita. Visiblemente nervioso salió del lugar, como presintiendo que, quizás las cosas no serían tan fáciles como pensaba su jefa. - Ésto es ya demasiado -protesté por lo bajo- no tendré más remedio que ir... Me miré en el espejo que tenía escondido y comprobé que estuviese en orden. El traje; pantalón chaqueta, la camisa de seda, las botas de aguja de piel de dragón estaban impolutos, tomé mis guantes y los puse, tomé la varita y el morral de cuero, que lo guardé en el bolsillo. Me desaparecí del Dragón Verde y fui directa hasta a uno de los locales que llevaba mi suegra junto a otras dos socias. Era la segunda vez que iba y esperaba que, al menos consiguieran tener mi encargo a tiempo. Había conseguido visualizarlo tras la aparición y subí calle arriba. La fachada de ladrillo rojo además de la entrada, estaba como siempre, pero parecía que había gente en el interior... bufé, lo último que me hacía gracia era tener que esperar. - ¡Hola! Cuando podáis... - dije con una sonrisa... Miré pero, parecía que en el mostrador no había nadie aunque se escuchaban voces en la parte de atrás... ¿Qué dirían las dueñas si iba a pedir mil quinientas varitas? Seguro que alucinarían.
  19. Rivendell. En una de las habitaciones... Todo había sido un maldito caos. Parecía que no se me iba de la cabeza. Y aún así habían conseguido darme algo para descansar durante varios días. Desperté de golpe. Miré a ambos lados y asustada, comprendí en dónde estábamos... - Uff, menos mal... -alguien había entrado a la habitación y me sonrió, era una mujer elfa... - todo bien, estar tranquila - me dijo con cierto cariño... - ¿Y mi marido? -pregunté, porque al girar la cabeza sentí cierta pesadez que nada tenía que ver con lo del embarazo... - Ido - ¿Cómo que ido? -respondí asustada, ella me tranquilizó poniéndome una mano en el hombro. - Calma, a su casa, ido a su casa - intentó responderme con mi mismo idioma, algo de lo que agradecí. No comprendía el idoma de los elfos y ese era bien enrevesado. Pero al menos ahí en Rivendell me sentía tranquila. Sabía que ese sitio por según palabras de Matt estaba muy bien protegido y que casi nadie, o nadie, sabía de ese lugar además, que las fronteras estaban bien protegidas. - Gracias - respondí con calma y puse la cabeza de nuevo en la almohada. Acaricié la tripa con cuidado y susurré - cariño, ya estamos a salvo - miré por la ventana de la habitación, era de día (o eso me pareció) y al menos, el piar de los pájaros y cuando se mecían los árboles a causa de la brisa, conseguían relajarme del todo... la señora elfa iba colocando prendas encima de una silla y momentos después, trajo algo de comida, volví a susurrar - gracias... -pero me acordé de alguien más... - ¿Y mi suegra? - Ella estar bien -sonrió - su marido estar por aquí -abrí los ojos, sorprendida, ¿Jack se había materializado? El poder de ese lugar debía ser bien grande para que un fantasma tuviese forma corpórea - bien vale, me levantaré en un momento - la mujer asintió y se fue de la habitación dejándome a solas. Ya echaba de menos a Matt.
  20. - ¡oye! que lo de las protestas soy yo - le dije entre risas. Era cierto que había cogido una camiseta suya. Pero es que la ropa que tenía ya casi ni me servía. Las pasaba negras por las mañanas a la hora de escoger la ropa. Y al final, había optado por ir con un pantalón corto y una camiseta de tirantes vieja que tenía por ahí... - Es más, ésta camiseta hace siglos que no la pones... así que, deja de remolonear - le dije con una sonrisa y para acallarlo le di un beso - aunque... a mí eso de ir a nadar... qué quieres que te diga, no me parece muy buena idea. Parezco una ballena, un tonel... y, prefiero que me den masajes en las piernas... que no... -protesté otra vez- no me convencerás de meterme ahí dentro - negaba con la cabeza, divertida - es más, prefiero un bol de chocolate con nata y fresas -me relamí del gusto, tan sólo de pensarlo - es mucho más apetecible eso, que meterme en esa agua... - Parece que, de momento no hay nadie, ¿no? -le pregunté al pelirrojo viendo el lugar que estaba semi-vacío. Además que sólo estaban los elfos haciendo las tareas diarias del parque y del hotel- bien podríamos tostarnos un poco al sol antes de meternos en una piscina... aunque, si tuvieses alguna termal, no te diría yo que no -le dije, guiñándole un ojo...
  21. Sentía las piernas débiles ante todo lo que estaba pasando, o ¿sería sólo por las emociones encontradas que tenía en esos momentos? No tenía ni idea. Aún portaba la varita en mi mano. El encantamiento había acabado y sentía que podía abrir la boca. Me sorprendió muchísimo ver cómo Sagitas cedía con eso. Abrí los ojos, alucinada. Para más, sumisa tiró su varita al suelo. Lázarus sonreía burlonamente divertido con la situación. Era de lo más lógico viniendo de un desgraciado como era ese vampiro... "pero si tú eres igual" dijo una vocecita en mi interior. "¡De eso nada!!" Protesté dentro de mí. Jamás actuaría de esa manera... Ni siendo mortífaga... Susurré un hechizo de llamada... la varita de Sagitas había venido hacia a mí. - ¿Piensas atacarme con dos varitas? - sonrió burlón - aún necesitas mucho más práctica, niña... y además, que, con ese bombo tampoco te podrás mover mucho -sonrió nuevamente y dándole una calada al cigarro. Era cierto que me había descubierto, pero, en esos instantes me importaba un bledo... Me atreví a dirigirme a él. - ¿Tú sabes que conozco todas las maldiciones imperdonables? -intentaba distraerlo, sabía que él me miraba con el rabillo del ojo - sí, puedo hacer que tu mente sea un colador, tras varias horas de lanzarte varias maldiciones dolorosas... no quieras probarlo - le amenacé pero, nuevamente una sonrisa ancha y ésta vez, lanzó una sonora carcajada. Era desconcertante con la seguridad con la que actuaba- ¿realmente no sabes quién soy? Por desgracia cierta magia que desconocemos ha borrado todo lo que conocía hasta ahora... pero nunca dejaré de ser mortífaga - solté ahora en voz alta - mira tú, que bien podrías ser uno de los nuestros, pero eres tan despreciable como tu misma existencia - otra carcajada sonora. Seguí avanzando. No prentendía hacerme la héroe pero agarré fuertemente mi varita. Aunque eso sí, estaba preocupada por Matt. Llevaba o llevaría el cuerpo hecho un asco. Las heridas de la espalda, el tórax y ese hechizo que le había lanzado nuevamente... No podía evitar estar preocupada. Pero la rabia que sentía dentro de mí, me daba la fuerza que necesitaba para encararme con él ¿y él había sido mi mentor? Sólo de pensarlo, me daban ganas de echarme a llorar... ¿Llegaría a convertirme como él? Sólo esperaba que no. Mi familia, como Sagitas, era el pilar que sostenía mi cabeza en la tierra y no dejaba llevarme por mis impulsos primarios. - Tú me das asco, jamás me revolvería con alguien como tú... casarte con un licántropo - bufó cabreado - juras proteger la sangre limpia y no haces más que amancebarte como una cerda con él - hizo un gesto con su cabeza, en dirección a Matt- no querida... no, las cosas no son así como dices... Me adelanté un par de pasos y levanté la manga izquierda, desbloqueé la Marca que llevaba invisble y que sólo el pelirrojo y mi suegra,sabía que existía aunque nadie por el momento, la había visto... - tú no tienes ni idea de lo que sería llevar ésto... te reto a un duelo... duelo entre magos. Creo que es justo... - por favor... basta de tanta cháchara - alzó la voz y de algo que no preveía y me arrebató las dos varitas de las manos, cayendo un par de metros más allá - déjate de gilipolleces... Además, es divertido ver como alguien se vuelve tan sumiso por algo de lo que quiere y se aferra... Deberías dejar que los muertos siguiesen su camino querida Sagitas, además, estás muy apetecible, en todos los sentidos -alzó una ceja y mirándolo no pude evitar sentir que se me revolvía el estómago. La miraba con un gesto lascivo... ¿No había tenido suficiente con Adrián? Era algo que desconocía de él. O quizás sólo me había mostrado la cara que a él le había convenido... - ¡Ah! Y otra cosa - se rascó la barbilla, divertido - cuando nazca la niña volverás a tu estado natural... Sólo te hice débil porque quería darte una lección. Ni los sanadores saben que componentes que había puesto en esa poción que te dio la elfina en la boda sin que tú te dieras cuenta... ¡menuda i******! -y saltó ahora una carcajada - era una poción de tiempo, pero va, ésto ya está demás - chascó los dedos y se apareció una especie de portal negro, parecido al fulgura nox. Un movimiento de su varita y me dejó bloqueada nuevamente - y ésto, es para que recuerdes... No te atrevas a cruzarlo... -lo amenazó otra vez a mi marido, paralizándolo y yo lancé un grito al ver como en su cara, salía una especie de herida sangrante que le cruzaba la mejilla -te estaré vigilando. Vamos Sagitas - susurró con una voz dulce y cálida, muy diferente a todo lo que había dicho hasta ese momento.
  22. No sabía lo que demonios había pasado. Eso me desconcertó por completo. Por un momento, estaba sujeta por un hombre con una varita en el cuello y por otra como una daga bastante afilada, apuntaba hacia a mi barriga. Miraba al que fuera mi mentor con desprecio, temor, ira... Si aún tuviese la posibilidad alguna de usar la varita que... ¿dónde estaba? la vi varios metros allá. Pero no podía rodar y lanzar un conjuro. Haría daño a la pequeña que tenía dentro de mí. Pero antes de todo eso, la pelea con Lázarus. Intenté detener a mi marido pero, ¿cómo se detenía a un hombre que era amenazado con acabar con la familia? Si estuviese en condiciones, yo también lo hubiera hecho, sin dudar. Pero más me sorprendió que, la sujección que tenía por el cuello cedió. No entendí nada. Caminé unos pasos más y recogí mi arma del suelo. Olí un aroma familiar y Sagitas era la que me había liberado de ese ser nauseabundo. Después vi un destello verde, miré en dirección a Matt, sorprendida por lo que había hecho. ¿Él, usando maldiciones imperdonables? No pude evitarlo, estallé en carcajadas. Lázarus me miró como que no entendía ese ataque repentino... - ¡Por fin demuestras los pantalones que llevas cariño! Pensé que me había casado con un enclenque, pero ya veo que no - sonreí dichosa. Aunque la situación no era para nada divertida. Yo apunté en dirección a la criatura muerta que descansaba en el suelo y susurré 'incendio' las llamaradas fueron directamente al pecho en dónde esa elfina llevaba puesto el símbolo de su condena. Enseguida empezó a arder. El aroma de la tela quemada impregnaba el ambiente. No tardaría en llegar al resto del cuerpo - lástima - dije con desprecio - podía encadenarla en las mazmorras, pero así, no nos tocará más las narices. Espero que, simplemente, no haya quejas de ésto... - miré a mi suegra y a mi marido con una ceja levantada- descuida Sagitas, luego lo limpio - le dije con una sonrisilla traviesa en cuánto quedaran sólo las cenizas- aunque bien podría usarlo en alguna que otra poción. Pero, no podía evitarlo, me sentía más cansada de lo habitual. El que fuera mentor hacía siglos parecía estar evaluando toda la situación. Sonrió de manera cínica, le brillaban los ojos y aún así no apartaba su varita de olmo. Yo quería intervenir, pero sentía tanto odio en mi interior que no sabía como calibrar mi siguiente movimiento. Una voz profunda salió de los ojos de ese cerdo al que despreciaba. - Bien veamos, es cierto, me sorprendió muchísimo como una bruja de gran talento casi se haya deshecho de mis hombres. Sé que tú también has tenido algo que ver - sonrió nuevamente con una mueca burlona, mirando hacia a mí- pero si pensáis que me haréis daño, estais muy equivocados... - con parsimonia y qué decir que, con algo de chulería, sacó una pitillera de un bolsillo interior de su chaqueta, sacó un puro pequeño y lo encendió con la varita- Adrián tendrá un recuerdo imborrable de mí -sonrisa ancha acompañado de una mueca grotesca - tú, si no quieres que nadie más de ésta familia muera, vendrás conmigo - sonrió ahora más abiertamente, mirando a Sagitas- y morir, digo, literalmente... - Creo saber que conocéis todos los terrenos de vuestra mansión -otra sonrisa petulante - y es más, que hayan muerto éstos hombres, me trae sin cuidado - yo lo miraba tensa, sin saber a lo que se refería, ¿qué planes tendría ese malnacido? - puedo contratar más, por una buena bolsa de galeones puedo tener hasta un ejército - lanzó ahora, una carcajada- bueno, a lo que vamos... señor, damas, presten atención - apuntó a la cristalera que tenía por detrás. Con un viraje de su varita, a lo lejos, pareció salir un humo negro intenso... con la rotura del cristal, parecía que olía a quemado, igual que la elfina que estaba ardiendo en el suelo... Sentí que palidecía... ¿Qué demonios escondía Sagitas en ese lugar? Miré asustada a mi suegra, seguro que eso no se lo esperaba. - Si no quieres que esos huesos de tu amado fantasma, desaparezcan para siempre, te vendás conmigo - dijo ahora, con voz más seria, ronca y profunda- si no quieres que alguien más de tu familia, muera bajo mis manos, te vendrás conmigo - siguió repitiendo con la misma voz oscura que antes. En su mirada, no tenía un ápice de bondad o cariño. - ¡Eres un cerdo asqueroso, malnacido! - él me miró y negó con la cabeza - ¡cómo te atreves! - escupí yo, por la rabia que sentía - ¡Sagitas, no cedas! Sea lo que sea que tengas ahí, no lo hagas! - le grité yo ahora. Me amordazó con un movimiento de su varita. Parecía que tenía los labios sellados con pegamento. - ¡Silencio! Aquí el que habla soy yo - replicó con voz fuerte - si no quieres que, madamme Everdeen venga hasta aquí y acabe con la poca familia que te queda, vendrás... tengo una casa cómoda, agradable y caliente y si no quieres pasarlo mal como de la última vez - sonrió ahora, pero no era amable, era fría como el acero y dura como el diamante- obedecerás todas mis indicaciones... creo que tu pobre maridito debe estar consumiéndose ahora mismo. Y tú - se dirigió ahora al pelirrojo que lo estaba mirando con rabia - cómo vea algún movimiento de rescate, ella pagará las consecuencias. Os preguntaréis cómo he deshecho el encantamiento de protección... Muy fácil, eres una mujer muy predecible, querida Sagitas... - Si no quieres que se termine de consumir lo que ves allá atrás... ya sabes lo que tienes que hacer. Conmigo no valen las amenazas ni el chantaje, yo voy directo. Un movimiento mío y tu querido fantasma, morirá para siempre...
  23. Lázarus No pudo evitarlo, lanzó una tremenda carcajada al escuchar al patriarca. Casi se le saltan las lágrimas de la pura risa. La verdad, es que la situación le estaba divirtiendo y eso que, pensaba que sería puro aburrimiento. Era cierto que, muchos de sus acólitos habían caído, pero estaba seguro de que, alguno había estado en la retaguardia, para hacer un último ataque. Sonrió burlonamente y negando con la cabeza al Blackner. Pero no lo había previsto. Debía tener bien claro que ese hombre protegería a su familia con los puños si hiciera falta. Pero aún así, no lo vio venir, para nada. Sintió un golpe y un poco de sangre más oscura de lo habitual, salió por la comisura del labio. Escupió. Pero a pesar del golpe inicial, vinieron otros. Intentó moverse pero ese animal era tan bestia como el lobo que había en su interior y cada golpe que recibía lo odiaba cada vez más. Pero se hartó. Con un movimiento cansado movió su varita de olmo y lo empujó de nuevo al suelo... - Aquí mando yo - escupió de nuevo un poco de sangre. Sacó un pañuelo blanco de seda de su bolsillo y se limpió con parsimonia la parte derecha del labio partido. Escuchó unos pasos que provenían de la parte delantera o eso le pareció. Sonrió de nuevo- y, no sé cómo te atreves a atacarme cuando... Chasqueó los dedos. Su aprendiz por fin estaba liberada del encantamiento que la estaba bloqueando pero, como Heliké iba a lanzar un conjuro, pudo ver como un secuaz suyo la apuntaba con la varita y con una daga bastante afilada, la tenía por debajo del cuello... - Ni te muevas...ni te muevas o te haré tal desgarro en la barriga que morirás en cuestión de segundos, desangrada - le dijo con voz alta y clara... - Y bien, ¿qué harás ahora? - sonrió ahora y lanzó una tremenda carcajada, fría, siniestra sin vida mirando al patriarca- me has dado buenos golpes sin duda. Pero eso no es nada, el dolor que puedas sufrir viendo morir a tu mujer sin hacer nada, es mejor que, romperme las costillas -sabía que, Heliké en esos momentos lo miraba con rabia con desprecio y sobre todo, lo que más le gustaba, con miedo. Aunque cambiara desde hacía siglos sabía que, su familia era lo más importante para ella... - Y entonces, vamos a negociar, ¿no te parece? Creo que es buena idea que me invites a un buen vino - rió ahora nuevamente- pero, creo que es necesario que venga la invitada de honor -soltó nuevamente un poco de sangre de su boca - si creo que sé cómo es... hará lo que yo diga y quizás, podamos divertirnos un rato...
  24. Lázarus Había visto toda la batalla desde la parte atrás de los jardines, sabía que sus mercenarios eran muy buenos pero aún así, no debía confiarse del todo. Había escuchado el grito de Sagitas y sonrió abiertamente, lanzando una carcajada. Había visto un pequeño tornado que había lanzado a sus hombres varios metros desde su posición inicial y la verdad, no pudo evitarlo, le sorprendió bastante. Sabía que Heliké era una bruja que, había adquirido gran poder con el paso del tiempo, pero tampoco estaba preparado para eso. Había ido caminando poco a poco a través de los árboles sabiendo que, la mujer del patriarca lo sentiría. Sonreía con suficiencia hasta que, a lo lejos vio como uno de sus secuaces, moría con una estocada de una daga. Era la segunda vez en un día que lo dejaban perplejo. Sí, debía reconocer que dominaba la magia mucho mejor de lo que hacía bastantes siglos atrás. Y ahora más, con el embarazo la había subestimado. Debía reconocerle que, el hecho de haberla convertido en medio humana, las cosas se descontrolarían pero ahora ya, no había vuelta atrás. Ya le tocaría el momento de volver a ser vampira, a no ser claro que, su organismo revertiera la magia que él mismo le había inoculado mediante una poción de su propia invención. Sin apenas ser visto había ido hasta detrás de la mansión. Era lo bueno que tenía de ser vampiro, podía pasar desapercibido y, si había enviado a sus hombres ahí a la casa era precisamente, para encontrarse con la matriarca y con su sobrina. Aún les debía mucho, sobre todo a ese pelirrojo. Le había arrebatado dos dedos y se había proclamado en su interior que se vengaría. Aunque era cierto que, había disfrutado en el ataque de la boda, con Everdeen aún quedaban muchas cosas pendientes entre ese mago y él. Había sacado su varita de olmo la apretaba con cierta fuerza mientras llevaba las manos detrás de la espalda, caminando despacio. Había visto a la pareja y no pudo evitar el pinchazo de los celos. Sí, sentía celos cuando alguien le hablaba de esa pareja particular. Un vampiro y un licántropo, ¿dónde se había visto tal desfachatez? y lo que no entendía era que, como esos Vulturis habían aceptado el matrimonio. Sentía cierto tipo de amor por decirlo de alguna forma, a su pequeña aprendiz, y al mismo tiempo, odio profundo a esa raza que despreciaba. Pero a pesar de ello, había meses que no dejaba de rondarle en la cabeza la matriarca de la mansión; además de madre y suegra de la Rambaldi. Había planeado muchas cosas y, aunque estaba seguro de que, Everdeen no lo aprobaría, sería una estocada final para tantos siglos de enfrentamiento entre esa endiablada muchacha y el hombre lobo. Se sentía despreciado, él que le había enseñado tantas cosas, él que era como un padre para esa mujer, le había dado en dónde más que, sabía que le dolía, su inmortalidad. Pero también era cierto que, de jugar bien sus cartas, podía deshacerse de ese pelirrojo y quedarse con ella. Pero, por el momento, jugaría otras y, los haría sufrir un poco. A pesar de su huída de Rumanía y, de dejar allá al prisionero, había conseguido llegar a Londres a tiempo justo para hacer el ataque después de un breve descanso en aquella casa que había adquirido hacía poco tiempo, como un segundo seguro. La ira le embargaba pero al mismo tiempo, sentía que, la frialdad con la que se desplazaba hacía que estuviese entre alerta y, dispuesto para la batalla. Sonrió nuevamente, mientras iba caminando con sus zapatos bien lustrados y su traje de armani. Ajustó bien sus gemelos y encontró a la pareja detrás de la mansión, tras unas breves palabras, bajó la varita que tenía escondida detrás de la espalda, mientras era apuntado por el patriarca. - No creo que vayas a hacerlo - le susurró con voz grave y mirándolo divertido a los ojos. Veía como la otra mujer intentaba escapar pero, con un movimiento de su varita de olmo, la había dejado paralizada- lo siento querida, pero ésto también va contigo. No vas a irte a ningún lado, ¿quién crees que impidió vuestra desaparición en ésta casa? -seguía sonriendo -lástima que no me sirváis un poco de vino de sauco, estoy un poco seco y, deberíamos hablar unas cuántas cuestiones... Observaba de reojo a la mujer, que, llevaba en la cara el gesto de la ira. La conocía lo suficiente y por eso la había inmobilizado. Además, podía sentir que, la matriarca estaba cerca. Sentía cierta excitación al pensar en esa mujer tan poderosa. No entendía como demonios Everdeen quería deshacerse de ella. Pero él, tenía otros planes y no iba a consultarle. Gracias a una elfina que había sobornado con mimo y cariño, en cierta forma, descubrió que, había unos huesos del padre del patriarca, podía sobornarles con ellos y, conseguir lo que ansiaba durante tantos meses. Se dirigió ahora al patriarca. - ¿Qué tal tu padre, bien? - sonrió con suficiencia- aish, los muertos - chasqueó la lengua - a pesar de seguir siendo un fantasma actúa como un vivo... hay que dejarlos marchar. No es bueno que estén aquí tanto tiempo. - Expelliarmus - sin previo aviso, desarmó al hombre lobo, su varita desapareció unos cuántos metros de dónde estaban - y ahora, me vas a escuchar... o, ¿prefieres esperar a tu madre? -sonrió ahora - tenemos varias cuentas pendientes, así que, mejor estaros calladitos para escuchar mis condiciones -sonrió ahora con petulancia, mirándolos a ambos- Heliké está bien, tardará un poco en reaccionar...
  25. - ¿Qué pasa ahora? -pregunté asustada. Miré a mi marido y él me respondió con que, no podíamos desaparecernos. Sentía que palidecía, estábamos en un buen apuro pero seguro que, si salíamos a las calles de Ottery, podríamos hacerlo. ¡Debíamos huír de ahí! No es que quisiera fugarme en medio de una batalla pero no estaba sola en esos momentos, ya no. A pesar de lanzar un absorvere a uno de los mercenarios todavía no veía a Lázarus. Estaba segura de que, esos podían ser sus hombres. ¿Estaría esperando la oportunidad de atacar? Me pregunté en esos instantes. Vi que lanzaba una maldición. Sonreí de medio lado, sabía que no le gustaban, pero no quedaba más remedio si queríamos salir de allí, al menos, indemnes. Teníamos que intentarlo. Pero, no supe cómo ni en qué momento Matt se puso delante de mí para parar un conjuro, no pude evitarlo y lancé un grito de rabia. - Matt, Matt - susurré y aún teniendo una fuerza vampírica, pasé un brazo por encima de mis hombros para ayudarlo - por favor... aguanta... - ¡Immobulus! -grité ahora a tres atacantes que estaban cerca nuestra. Se quedaron paralizados. Quizá debía usar un petrificus pero éste encantamiento tenía un rango de potencia mucho más grande. Aproveché la ocasión y rebuscando en mi monedero de piel de moke, saqué una daga. Se la tiré con fuerza a uno de ellos matándolo en el acto. Le había dado de pleno en el corazón. Pero podía ver los ojos de los otros dos viendo horrorizados toda la escena y, sentí un escalofrío... No supe a qué se debía... pero una fugaz imagen se me pasó por la cabeza. Vi el rostro de Lázarus... sabía que estaba cerca... - vamos, vamos, mientras están ahora inmobilizados podremos irnos de aquí... - urgí a mi marido y lo ayudé a moverse, estuve a punto de caernos pero, con cierta agilidad fuimos hasta detrás de la casa. ¿Dónde demonios estaba la calle de Ottery? Sentía cierta confusión en mi cabeza. Quizás deberíamos de rodear la casa, pero eso, pasaba por ir hasta la puerta principal. Las detonaciones se escuchaban y al menos los elfos aún seguían defendiendo la mansión... Esperaba que, Galadriel usara los animales que tenía en propia defensa... ojalá no entraran... ¿Dónde estarían Sagitas y Xell? Debíamos irnos de allá.... - ¡Escobas! -medio susurré a Matt. Pero aún así sentía el aroma fresco de la sangre demasiado fresco. Sentía que la rabia crecía dentro de mí y eso con la adrenalina hacía que apretara la varita más de lo normal lo último que necesitaba era que se me rompiera, al menos, tenía tres juegos más. Bien podía invocarlas pero, sentí una caricia del pelirrojo en mi cintura y me parecía que tenía cierta debilidad. - no me da la gana de ir a casa -protesté por lo bajo - de eso nada, me quedo contigo... - Qué conmovedor - una carcajada siniestra salió por no sé dónde pero que sabía de quién era el dueño... Aunque por supuesto, mi marido lo vio antes que yo. No pude evitar sentir temblar; por todo, tenía un embrollo de sentimientos en mi interior que no sabía cómo canalizarlos en esos momentos, pero lo que más sentía era la ira. Me giré despacio y lo vi ahí, plantado. Llevaba un traje de corte, lo reconocía enseguida, Armani, sus gemelos eran de plata, con esmeraldas, el cabello bien peinado y con una sonrisa que no era acompañada por sus ojos. Nos miramos un instante los dos... Me daba asco verlo, y por supuesto, unos zapatos de charol bien lustrados... - Me atrevo... me atrevo... -sonrió con burla y vi que sacaba una varita - tenemos varias opciones... pero hay que discutirlas, por supuesto - seguía con su sonrisa cínica. Sabía que algo tramaba, lo conocía lo suficiente como para ello.

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