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Leah Slytherin

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Leah Slytherin ganó por última vez el día 13 Octubre

¡Leah Slytherin tenía el contenido más querido!

Acerca de Leah Slytherin

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    45
  • Rango Social
    Orden del Grial
  • Galeones
    54390
  • Rango dentro del Bando
    Base
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Marca Tenebrosa
  • Libros de Hechizos
    Libro de Merlín (N.40)
  • Familia
    Dayne
  • Trabajo
    Subsecretaria del Ministro
  • Escalafón laboral
    Sin información
  • Raza
    Vampira
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    3260
  • Puntos de Poder en Criaturas
    2010
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    Más de 3000
  • Rango de Criaturas
    1110 a 2000
  • Conocimientos
    Adivinación
    Aritmancia
    Artes oscuras
    Astronomía
    Conocimiento de Maldiciones
    Cuidado de Criaturas Mágicas
    Defensa contra las Artes Oscuras
    Encantamientos
    Herbología
    Historia de la Magia
    Idiomas
    Leyes mágicas
    Meteorología
    Pociones
    Primeros Auxilios
    Runas Antiguas
    Transformaciones
  • Habilidades Mágicas
    Animagia
    Hablante de Parsel
    Legilimancia
    Metamorfomagia
    Nigromancia
    Oclumancia
    Videncia
  • Medallas
    56000
  • Tickets
    0

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Slytherin
  • Location
    España
  • Interests
    "Love all, trust a few, do wrong to none"

    "No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo"

    "Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso"

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Logros de Leah Slytherin

Collaborator

Collaborator (7/17)

  • Dedicated
  • Conversation Starter
  • Reacting Well
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  • Collaborator

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Reputación

  1. Le escuchó venir mucho antes de verlo llegar, como no había nadie más en la oficina, el eco de sus pisadas resonó casi tan fuerte como los argumentos que soltó a continuación. No se molestó en fingir interés, de hecho se puso cómoda en su asiento como si esperara que aquello tomase más tiempo del debido. Aún tenía el café en la mano, caliente y delicioso, así que siguió bebiendo despacio mientras Pik soltaba sus pensamientos en el asiento de enfrente. No lo interrumpió, ni puso expresión de aburrimiento, de hecho, lo miró en todo momento a los ojos. Entendía su opinión, pero no la compartía. —Nosotros también podemos hacer magia sin varita —respondió al fin—, no es algo que me preocupe especialmente. Además, no pueden simplemente enfadarse y ya, su vínculo de esclavitud es más fuerte que sus emociones. Me cuidaría más las espaldas de tu elfina libre que, por cierto, no me sorprende en absoluto que elija su propia ropa. Quiero decir, canta a la vista —hizo una pequeña pausa y sonrió—. No te pongas melodramático, sabes perfectamente que me encantan los animales y las criaturas mágicas, pero tengo mis límites. Los elfos y los Muggles, por ejemplo —dio un sorbo al café—. Hablando de respeto, ¿vas a seguir atacando a mi raza cada vez que puedas o solo respetas a la Minnie mutante? No era la primera vez que tenían debates similares y no sería la última, pero nunca iban más allá de un intercambio de palabras. Mientras uno no molestase al otro, no tenía por qué ser un tema relevante. De hecho, le importó más la segunda parte de la conversación. —Permíteme. Tomó su mano y después de una mirada donde esperó el consentimiento, le hizo un minúsculo corte en el pulgar. Apenas brotó una gota de sangre, pero era suficiente. Se llevó el dedo a los labios y dejó que la sangre los manchara, para después relamerse. A un humano le habría sabido a óxido, a ella le generó un placer especial en las papilas gustativas y le provocó un aumento considerable de la pupila, aunque fue apenas perceptible a través de las gafas de sol. Se sentó otra vez, no sin antes curarle el dedo a Pik. —Es bastante agradable, diría que un pelín especiada —se rio de su propia tontería—. La mordida siente increíble, he de admitir. De hecho, si soy así es precisamente porque me divertí demasiado en el proceso. Es erótico, carnal. Estoy segura de que sería una experiencia alucinante con Zackie —no ocultó que ella, al igual que él, se había imaginado la escena. Cruzó las piernas con inocencia y se terminó al fin el café—. Podrías, sí. ¿Estás pensando en convertirte en uno de nosotros? Me pido estar presente, por favor, prometo no interrumpir. A menos que la invitaran, claro. @ Pik Slytherin
  2. Apenas tenía un par de minutos sentada en su despacho, cuando la elfina más fea que había visto en su vida se apareció delante de ella con un estruendo impropio de su raza. Antes de eso, había estado inclinada sobre el escritorio, sosteniéndose la cabeza con ambas manos mientras intentaba mantenerse despierta y, de pronto, estaba de pie con la larga varita de cerezo entre los dedos. La criatura tenía las manos alzadas en el aire, cerradas alrededor de un café para llevar exageradamente grande y cuando la boca de la mujer se abrió, soltó la amenaza: —¡Dice el señor Pik que no puede hacerme daño! ¡Que si lo hace los vampiros se enterarán que no bebe! ¡Tome su café! Completamente descolocada, la mujer se quedó con la boca a medio abrir y los ojos muy abiertos, mientras la elfina dejaba el café sobre la mesa y desaparecía a toda prisa. Aquello era surrealista, ¡un elfo doméstico le había amenazado como si nada! Murmuró alguna cosa por lo bajo y pensó en ir a enfrentar a su primo otra vez. Pero, ¿iba a montarle un pollo en medio del Ministerio de Magia? Por supuesto que no. Tenían clase, no hacían esas cosas. O sí, las hacían, pero no en la primera semana de trabajo. Volvió a sentarse y se hizo con la primera hoja de pergamino que encontró. Hundió la punta de su pluma en el tintero y empezó a escribir un mensaje, lento, tomándose su tiempo, mientras gesticulaba para sí misma. Durante el proceso, por una mezcla de curiosidad e inercia, cogió el café que le había traído la elfina y le dio un sorbo. Definitivamente era mejor que el de la cafetera de fuera, sí, pero es que además tenía un toque... raro. Especial. Paró un instante, volvió a probarlo y comprendió. Sangre. Empujó los labios hacia afuera, en un gesto de recatada aprobación y escribió el final de su texto. Con un toque de varita, el papiro se dobló perfectamente hasta convertirse en uno de los comunes aviones de papel que se usaban de forma interdepartamental y, con una floritura, salió despedido hacia el despacho de Pik donde, por supuesto, le dio en toda la frente: Sabía quién era Minnie porque, como todo el mundo sabía, Walt Disney había sido un mago de toda la vida. @ Pik Slytherin
  3. Hola Marce!! *le baila porque ya es tradición* Acabo de solicitar el cambio del nombre de mi pj igual que Pik y Zack, para que coincida con nuestra familia, así que vengo a dejarte el formulario para el cambio de nick ❤️ Nick actual: Leah Dayne Nuevo nick: Leah Slytherin Link a la ficha o al post de petición de actualización de personaje en ficha: Yo también quiero que me hables en parsel(? Graciasssssss
  4. Hola buenas! Vengo a solicitar que se cambie el nombre de mi personaje a Leah Slytherin debido a que ahora soy matriarca se esta familia y quisiera que el nombre coincidiera con mi nick. Muchas gracias de antemano. Saludos!
  5. @ Marcellus Allan Sí, roleo que muero por el Anapneo tras agarrar la varita, porque entendí que desarmar también era ganar el duelo y por tanto lo que ella hiciera rolísticamente a posteriori me daba un poco igual. Pero veo que no es el caso. Da igual, asumo el error y doy por ganadora a Arya en este duelo, tras morirme por no hacer Anapneo. Estoy un poco cansada ya de este duelo y no tengo intención de pedirle editar xD Me guardo este aprendizaje para otras situaciones. Como sugerencia estaría guay agregar lo de que desarmar no significa ganar el duelo a las reglas. Gracias, Marce
  6. @ Marcellus Allan Mace!! Pero y eso por qué? Quiero decir, desarmar a tu oponente también es ganar un duelo de siempre en HP. Sino, cómo habría ganadores en el colegio si haces un duelo en Hogwarts? Cómo haría un personaje que no quisiera matar? (Vamos Harry Potter lo único que sabía lanzar era Expelliarmus xD). Hay toda una secuencia en la cámara secreta donde se habla de que la finalidad es únicamente desarmar al oponente. He leído las reglas de duelos de P a Pa y no he visto una que diga de forma explícita que mi contrincante debe morir para ganar el duelo y he dado por hecho que desarmar también es factible. Además de que yo tengo las intercalaciones. El Expelliarmus impacta y luego hago el Accio: le quito la varita antes de morir. Tengo todo un turno para curarme del Anapneo y el turno concluye cuando he lanzado ambos hechizos, gano antes de que Leah muera. Ojo, esto es hablando de un duelo individual. Entendería que en un asalto me digas que sí o sí es una batalla a muerte y que el pj va a luchar con su varita lanzando hechizos sin varita. Pero en un duelo individual vas a obligar al pj a matar? No lo sé, no lo entiendo. Igual que tampoco entiendo que ella pueda rolear que va y me quita la varita ya muerta y entonces gana porque yo no respondo porque me morí(?) No sé, sigo sin verlo la verdad xD Edito para argumentar otra cosa que se me vino a la mente: los hechizos que puede hacer sin varita, a excepción del Fuego Negro, son todos de protección (hasta Nigromante).En el siguiente turno, en el caso que yo no tuviera el Cinaede y tuviera que hacerme el Anapneo, qué haría? Proyección Mágica? Terreus? Las intercalaciones las tengo yo. Podría seguirla intercalando durante tres turnos más, hasta que haya gastado las acciones de esos hechizos (no puede recuperar su varita sin hacerme un Expelliarmus porque no me la podría arrancar de la mano sin magia) y hasta que yo pueda, por fin, matarla. Si me lanzara un FN, yo también podría defenderme. Y yo también estoy sujeta a las reglas de tres veces un hechizo por duelo, así que o se queda ella primero sin hechizos o yo xD En fin, que creo que es alargar una y otra vez un duelo que podría terminarse ya en el momento en el que la dejo sin varita. Entiendo que los duelos no funcionan como en HP y que los hechizos, al menos una parte de ellos, no son iguales; pero creo que en este aspecto es un poco de lógica que si la he desarmado lo único que puede hacer es tratar de atacarme vagamente o defenderse hasta que ya las reglas de duelo le impidan defenderse o yo le intercale alguna cosa que, si las reglas también lo permiten, la mate.
  7. Salió de su despacho con las gafas de sol aún puestas y una expresión de que tenía ganas de matar gente. Podría haber sido una exageración, pero era verdad. Si ahora mismo se le cruzase un Muggle, independientemente de lo que estuviera haciendo o de su procedencia, lo asesinaría. Pero en la oficina solo había magos y brujas con distintos grados de pereza matinal. Algunos la saludaron con la cabeza, otros la observaron con curiosidad, preguntándose quién era. Ya se enterarían, con el tiempo. Sus pasos la llevaron a una mesa donde alguien había dispuesto una cafetera. El aparato era Muggle y ella, por supuesto, no tenía idea de qué era ni de cómo funcionaba, ni tenía intención de aprender. Pero alguien había tenido la cabeza de asumir que habría gente como ella y había hechizado a la bestia, para que hiciera café sola cuando alguien se le acercara. Era un vago intento de entremezclar las dos cultas, un ultraje a sus ojos de las viejas costumbres de los magos, pero no iba montar un espectáculo por un poco de cafeína. Además, no era lo peor que se había encontrado por ahí. Esperó pacientemente hasta que el líquido negro prácticamente rozó el borde de la taza y la apuró, como si no estuviera hirviendo. Necesitaría un par más para afrontar el día, así que la llenó de nuevo y luego una segunda. Regresó por donde había venido, erguida y con la elegante túnica azul marino ondeando a su espalda, cuando vio el perfil de Pik. Decidió que le daría los buenos días y se volvería a su silla, a esperar a que alguien la mandase a hacer algo. —Buenos días —el tono de su voz daba a entender que de buenos no tenían nada—. ¿Te han asignado alguna tarea ya? A mí no. Le tendió la segunda taza que había cogido y se dirigió a la puerta, había algo en el rostro de Pik que le decía que quería estar solo. Y ella también. Lo que había leído era demasiado fuerte, demasiado injusto, necesitaba tiempo para procesarlo. —Si vienes a mi despacho, trae café, me debes una taza —se inclinó hacia él y murmuró, muy por lo bajo—. O una copita de sangre, creo que estoy apunto del desmayo. ¡No le cuentes a Zack! —lo amenazó con un dedo y se marchó. @ Pik Slytherin Macnair
  8. Hola muy buenas, señor Marcellus *le baila en agradecimiento previo(?)* Vengo a solicitar el cierre del duelo con Arya. Ha sido interesante darle la vuelta después del cambio del Maldición(?) Aunque estoy segura de que nadie se esperaba eso jiji Realmente estoy dando esta charla por llenar las líneas, aunque no estoy segura de si es necesario en este contexto xD En fin, que gracias de antemano, ¡saludos!
  9. Bueno, aquello había sido un error de cálculo terrible. O bueno, más bien había sido un ángel salvador que había venido a ayudarla. Pero ella estaba ya cansada y aquél duelo no tenía mucho más tramo para recorrer. Se le ocurrieron ochenta formas diferentes de atacar, de alargar aquél sufrimiento, pero el hastío superaba su aburrimiento y si la pelirroja le había hecho daño, era porque ella lo había permitido. Y ahora no sería diferente, tenía un plan para cada plan fallido y aunque este no había sido un error regular de su parte, tenía herramientas. Una caja entera de ellas. Y si tenía que morir para acabar con el sufrimiento de tener que convivir un minuto más con Arya Macnair, moriría gratamente. —Expelliarmus. No recordaba la última vez que había usado el hechizo desarmador, solía inclinarse más por la sangre y la violencia. Pero era el último turno de la Vara de Cristal y no iba a desperdiciarlo en otro intento vago de Arya por huir hacia delante. El Expelliarmus, un rayo ahora convertido en efecto, fue inmediato. Antes de que Arya llegase si quiera a pronunciar su segundo hechizo, que era una vergüenza siquiera que pensara en usar un hechizo fenixiano teniendo el Seccionatus a la mano, la varita de la bruja salió despedida por los aires. Con poética simultaneidad, el efecto de las arenas del hechicero se pasó y pudo ver en prime time cómo la varita giraba lejos de su dueña. La garganta la estaba matando, literalmente, y podría haberse hecho un Anapneo. Podría haberle permitido a Arya la posibilidad de ir corriendo tras su arma como un Border Collie persiguiendo un palo cualquiera. Pero le daba igual. No había llegado lejos por ser racional, sino por ser práctica. Y, como había concluido antes, si tenía que morir por acabar con aquello... lo haría. —Accio varita de Arya Macnair —su voz ahogada retumbó con suma potencia a pesar de la rigidez de sus músculos, aún bajo los efectos del Cinaede. La varita se detuvo en el aire y automáticamente, salió despedida hacia atrás, hacia ella. La atrapó y la sostuvo delante de su rostro, entre las dos. El duelo había terminado y como siempre, ella había ganado. —El día que logres matarme... será solo porque yo quiera que lo hagas. No lo olvides. Dejó caer la varita de su oponente a sus pies y luego cayó ella al suelo, muerta. Un instante más tarde, uno de sus elfos domésticos recogió su cuerpo y se la llevó, dejando a Arya plantada en el patio de casa, desarmada y humillada una vez más. Vaya forma de ganar, ¿eh? No se podía decir que no tenía estilo, aún muriéndose.
  10. Baleiro Mansión Macnair —Por supuesto que no, estaba en el colegio —respondí, hastiado. ¿Es que acaso no estaba viendo mi uniforme? ¿Es que acaso no reconocía los colores de Beauxbatons? No solía enfadarme, pero Arya lo estaba consiguiendo. ¡Necesitaba rescatar a mi hermana! ¿Para qué quería yo un libro? Empecé a dar vueltas por la habitación a la que habíamos entrado, ajeno a lo que significaba, ajeno a su importancia. Todo me daba igual. En la cabeza solo tenía la imagen de Insomnia, la última vez que le había visto, tan igual a mí que me dolía en el alma. —Asfódelo es un enfermo —dicté, poniéndome delante de ella para que no tuviera más opción que mirarme—. La tiene a ella y a once chicas más, a menos la última vez que se tuvo registro. No tenemos tiempo para esto. Puse mi mano sobre el libro que sostenía, empujándolo hacia abajo. —En el tren escuché a unos Aurores, hablaban de la posibilidad de que estuviese en América del Sur. He intentado comunicarme con ella, pero no soy capaz de sentir nada más que... frío —cerré los ojos, intentándolo otra vez—. Huarascán —dije, por fin—. Creo que eso han dicho en el tren, entre susurros, pero no sé qué es. No tenía idea de nada que estuviera fuera de Europa y me avergonzaba por ello, pero ya me encargaría después de poner más empeño en mis clases. De momento, solo me importaba que Arya saliera de su parsimonia y me ayudase. Insomnia Capturada por Asfódelo Estaba inconsciente cuando una ventisca helada atravesó una estrecha grieta en la pared, provocando que se encogiera contra la piedra en busca de refugio. Tardó un rato en volver en sí y un rato más en entender que si no veía, era porque estaba oscuro, y si no podía moverse, era porque estaba maniatada. La realización la hizo entrar en un bucle de silenciosa desesperación. Intentó zafarse, encontrar un punto de referencia para ubicarse, pero no pudo hacer ni una cosa ni la otra. Estaba sola, tendida en un minúsculo espacio, pudiendo ver apenas gracias a la poca luz que se filtraba por la grieta. Forzó la mente, buscando el último recuerdo, pero apenas podía recordar algo. Había estado en Hogwarts, ¿no? ¿En la Sala Común? No... en Hogsmeade, no recordaba haber vuelto para cenar. Pero no era capaz de pensar en lo que había estado haciendo o con quién, tenía la mente difusa, embotada, como si la hubiesen drogado de alguna forma. El miedo se instauró en la boca de su estómago y una vez más, empezó a pelearse con las ataduras, intentando por todos los medios no hacer más ruido del estrictamente necesario. Tenía la extraña sensación de que no estaba sola, aunque ella no pudiese ver nada. Cada tanto se quedaba quieta, escuchando. Pero no podía oír nada, solo el viento y la nieve arremolinándose en el exterior. No obstante, aquella misión duró poco. Estaba helada, hambrienta y terriblemente cansada. Le dolía el cuerpo y la cabeza, tenía una sed endemoniada y las manos adoloridas, igual que los tobillos. Por el escozor, era probable que se hubiese hecho heridas por la fricción. ¿Quién demonios le había hecho eso? Giró sobre sí misma, intentando ponerse de pie y fue entonces cuando chocó con algo metálico que hizo un estruendo terrible contra la roca fría. Un cuenco. Asustada, se arrastró hasta quedar lo más pegada posible a la pared, y se hizo un ovillo ahí. Pero nadie vino a ve qué pasaba, nadie vino a comprobar que no quisiera escaparse. El instinto de supervivencia la mantenía callada hasta ese momento, pero la falta de respuesta fue la que encendió una bombilla en su cabeza. ¿Estaba sola realmente? Tardó un rato en encontrar el valor, al igual que su voz, que parecía enterrada en lo más profundo de su garganta. Pero al final, logró que un sonido ahogado saliera entre sus labios. —¿H... Hola? —preguntó, muy bajito. El resplandor de un relámpago iluminó apenas un instante, a través de la grieta, la cueva. Pudo ver que, a sus pies, había una portezuela por donde podrían haberla empujado con facilidad. Poco después, el trueno llegó y aprovechó el eco para arrastrarse hasta ahí sin alertar a su captor, si es que estaba por allí. Después de un instante de valorar los pros y los contras y decidiendo que ya estaba encerrada, sin su varita, y que no perdía mucho por intentarlo, se atrevió a gritar. —¿Hola? —su voz resonó en un pasillo, pero no hizo mucho eco—. ¿Hay alguien? @ Arya Macnair @ Jank Dayne @ Ellie Moody
  11. Loup Elfo doméstico Si su ama le hubiese visto, probablemente le habría mandado a plancharse los dedos de los pies como tantas otras veces. Por eso el elfo se mantuvo oculto tras una columna solo hasta que el señorito Pik se la llevó lejos. Había un lazo inquebrantable entre un mago y un elfo doméstico y si bien Leah tenía tres, Loup era sin duda el más entregado a su trabajo, a la bruja. Nunca se le habría pasado por la cabeza decirle que aquél traje era absurdo, ni que se veía como una burla para la Comunidad Mágica. Pero lo pensó y, por tanto, estaba dispuesto a desaparecer la evidencia. El elfo doméstico corrió con sus cortas y delgaduchas piernas, sosteniéndose el tirante de sus ropajes de esclavo para que no saliera volando. Rápidamente, se hizo con todo lo que habían dejado los Slytherin detrás: la mesa, el taburete, el horroroso disfraz de su ama. Lo cogió todo al vuelo, evitando a los magos se que aglomeraban para ir a sus trabajos, usar el ascensor o usar la Red Flu, y luego se volvió a la columna, rezando porque la mujer no le hubiese visto. Pero la esbelta figura de Leah estaba lejos y no le miraba, sino que miraba a la nueva Ministra de Magia. Con el pecho hinchado de orgullo, el elfo desapareció y se llevó consigo aquellas cosas. Una vez en el patio de casa, se fue lo más lejos posible, ahí donde nadie encontraría la marca de su lealtad y apiló todas las cosas. Con un chasquido, prendió fuego a los vestigios de la decadencia de su ama y esperó ahí hasta que no quedaron más que cenizas. —La ama no tendrá que preocuparse por esta sombra nunca más —declaró, asintiendo secamente con rotundidad. El enjuto elfo limpió el desastre igual que lo había generado, chocando sus dedos, y luego desapareció para encargarse del resto de sus labores. En el césped solo quedó una mancha negra que se borraría con la lluvia.
  12. La Secretaría del Ministro estaba patas arriba. Lo arreglaría en un segundo, claro, pero había muchas cosas qué leer, qué revisar, qué estudiar. Y debía ser ya. Llevaba horas ahí, se podía ver en las pequeñas sombras debajo de sus ojos verdes, oscureciendo su mirada. Solo se había dado cuenta del tiempo que había transcurrido cuando la luz se adentró por la ventanilla que tenía en la oficina; era una pantomima, claro, el Ministerio de Magia estaba bajo tierra, pero cumplía la función de anunciar en qué tramo horario estaban. Suspiró, claramente agobiada por la luminosidad, y se puso unas gafas de sol sobre el puente de la nariz. El cristal era claro, aún se podían ver sus ojos, pero le protegían la retina de la luz. Hacía mucho que no le molestaba el sol, debido al amuleto que tanto ella como Zack y Caroline habían heredado de sus padres, antiguos fundadores de la familia Ivashkov. Pero no recordaba la última vez que se había alimentado y eso la tenía débil. No lo había hecho desde que Jank la había sacado de la cripta y antes de eso, ¿cuándo? Zack la mataría si se enterara, pero había cosas primordiales de las qué encargarse. Por ejemplo, entender qué había pasado en los años que había pasado bajo tierra. La primera vez que había leído lo sucedido con Aaron y el levantamiento del secreto, había alucinado en colores. Todo lo demás, la había hecho perder la poca noción de lo que sabía y lo que no. Mientras leía los registros, los errores atroces que se habían cometido desde el Ministerio de Magia, la osadía de los Muggles y las aberraciones que habían cometido contra la Comunidad Mágica, sentía un profundo desprecio hacia la sociedad en donde había crecido. ¿Cómo habían sido tan ilusos? ¿Tan tontos? ¿Cómo habían permitido que los Muggles llegaran tan lejos? Por suerte comprobó que, como siempre, la Marca Tenebrosa era la única facción que había elegido estar del lado bueno de las cosas. ¿Por qué era tan difícil ver cuál era el problema? Los malditos Muggles y su intolerancia. Los inocentes magos adoradores de Muggles que querían mezclarse con ellos, al punto de querer meterlos en la sociedad mágica. Y luego los malos eran ellos. Cada vez que se acordaba de ello, bufaba y esta vez no fue diferente. Bufó, soltando los últimos informes de la Orden del Fénix, dejando que cayeran por el lateral del escritorio. Si estuviera en su mano, los mataría a todos. Pretendía hacerlo, pero de momento tenía que mantener las apariencias, al menos los mínimos para que no la metieran presa o algo peor, como entregarla a una corte Muggle para que la estudiaran como a un lagarto. ¿Llegarían a hacerle algo? Probablemente no. Los arrasaría como a cucarachas, aún si le quitaban la varita, aún si la maniataban y amordazaban con sus habilidades prehistóricas. Bufó otra vez y, satisfecha al menos en lo que correspondía con ponerse al día, chasqueó los dedos. En apenas un instante, la oficina volvió a su ser y ella se levantó, mirando un plano que había de Inglaterra colgado en una de las paredes. —No volverá a suceder —se prometió a sí misma.
  13. Holi! Vengo a notificar que acabo de mandar el MP para participar del concurso /o/ Tampoco sé si se deben llenar las líneas, pero aprovecho para secundar la idea/propuesta de que vuelva el club de las eminencias como premio ;o; la verdad es que era algo típico de las galas y tiene un toque nostálgico que a muchos les haría ilusión, son esas pequeñas y tontas cosas que hacen especial las galas xD ¡Saludos!
  14. Animagia, con @ Alyssa Black Triviani —Y puede alimentar a más —añadió, refiriéndose al ciervo. Lo que quería que Alyssa viese en ese momento era que, si bien sus pensamientos estaban bien hilados con respecto a la presa que había elegido, había cosas más sencillas en las qué fijarse. Por ejemplo, la mención que había hecho de las presas pequeñas tampoco había sido al azar. Durante su conversación a lo largo del día, le había nombrado a varias especies, con la única intención de ver cuál era su reacción. Con ninguna había mostrado particular emoción y ahora había cazado a un animal grande y difícil de llevar solo para poder compartirlo. No eran actitudes de un animal pequeño y solitario, sino uno grande y con ciertas responsabilidades. ¿Qué sería al final? ¿Un puma, quizás? Se quedó un rato en silencio, dejando las preguntas de Alyssa en el aire, como si no las hubiese escuchado. Pero solo estaba divagando, permitiendo que el olor de la cena la trasladara a otro sitio, a los recuerdos de cuando se había transformado por primera vez. Encontró que era difuso, un poco borroso, como si se hubiera perdido ligeramente tras su muerte. Sin embargo, fue capaz de entretejerlos hasta que tuvo clara la respuesta. Cuando habló, pensó que su amiga incluso podría haber pensado que estaba dormida. —Fue extraña —admitió—. Tenía la sensación de que iba a controlarlo más, pero fue más bien instintivo. El lince estaba en el fondo de mi cabeza, no sé si por elección propia o por el entorno, la situación... pero simplemente fue. Me habría decepcionado ser un roedor, eso también te lo digo. Soltó una risita y se sentó, ladeando la cabeza mientras intentaba buscar las palabras para describir la sensación del proceso, como Alyssa lo había llamado. —El proceso es complejo —explicó—. Todo esto que estamos haciendo, más allá de ser decorativo, es una preparación física y mental. El ensayo y error es lo peor. Tienes que obligar a tu cuerpo a transfigurar, pero no de la forma en que estamos acostumbrados con magia. Es lo opuesto a consumir una poción multijugos. No pretendes ser algo más, es algo que eres y que debes extraer de ti, algo que se oculta a plena vista y que sabes cómo hacer que salga pero... simplemente no le da la gana. Ahora mismo, si haces el esfuerzo, estoy segura de que lo sabes ya. Pero no serás capaz de descubrirlo, aún no. Es como tener algo en la punta de la lengua, sumamente frustrante, si te soy sincera. Pero eso hace que el final sea más dulce... ¿Qué tal va eso? —preguntó, viendo la comida. De repente sintió la necesidad de comer, olía francamente bien.
  15. La situación era francamente divertida, aunque no precisamente a costa del hombre que ahora se acercaba a ella. Sus ojos se posaron en los de Lukyan, a quien no conocía formalmente, pero con quien sabía que ahora compartiría oficina. Una leve pasada por su mente fue suficiente para saber qué era lo que pensaba. La intrusión fue fugaz, casi imperceptible, lo justo para que la mujer le dedicara una sonrisa casi recatada al mago en cuanto éste empezó a hablarle. Ella tampoco sabía muy bien qué sentía por el grupo en el cohabitaba y, la verdad, le parecía hermoso. —Señor... ¿Volkov? —preguntó con amabilidad—. Estoy segura de que entenderán su ausencia. Somos un grupo más bien... distraído. Espero que pronto podamos retomar la charla. Observó cómo se marchaba y no lo culpó. Era curiosa la forma que tenían de tratarse. Pero la reflexión duró poco, pues la Ministra de Magia hizo su aparición y comenzó a decir unas palabras. Como una ola, todos los presentes se giraron para escuchar las palabras de la mujer. Ella no había votado por la nueva Ministra, de hecho, la había conocido a través de los periódicos; Jank no la había revivido a tiempo, pero le daba igual. La bruja era claramente digna del puesto y, lo más importante, les había otorgado la confianza de volver a ocupar un lugar a la altura de sus viejas glorias. Y como si lo invocase, empezó las presentaciones de su nuevo gabinete. Alzó la copa hacia Pik, además de formular un "Gracias" con los labios solo para que su primo lo viera. Si no fuese por él, seguramente seguiría con el horrible disfraz en medio del Atrio. Después vino su turno y tuvo que disimular lo mucho que le gustaban esos aplausos. Con falsa modestia, agradeció a los magos que tenía más cerca y al igual que había hecho con su primo, alzó la copa hacia la Ministra de Magia, solo que a esta le dedicó una pequeña reverencia con la cabeza a modo de respeto. La situación no podría haber sido más idílica, la verdad. Aplaudió al resto del gabinete con el dorso de la mano, al igual que a la Vice-Ministra Di Médici y, finalmente, se entregó a la celebración. Lo que Lucrezia había montado era impresionante, sin duda uno de los eventos del año. Se unió a Pik, a Zack y Alyssa en ese momento. —Estoy dispuesta a lo que haga falta, primo —alargó el "primo" con toda la intención del mundo y le guiñó un ojo a Zack—. Muchas gracias. Estoy francamente entusiasmada, ahora sólo queda ver qué tal lo hacemos. Supongo que nos saldrá relativamente natural, no es como que no lo hayamos hecho antes. Era verdad, pero siempre podrían llevarse alguna sorpresa, aunque dudaba que Pik lo permitiese. Era un hombre de muchos recursos y lo demostró llevando al grupo ante la Ministra que, como era de esperarse, estaba rodeada de medio Londres. Pero antes de que pudiera decir nada, la idealización que se había generado a sí misma del evento se vio opacada por un comentario de Pik que no había por dónde cogerlo. ¿De verdad acababa de decirle a la Ministra de Magia que aprobara la poligamia? ¡¿Delante de Alyssa?! Controló su expresión por la mínima, esbozando una sonrisa de inocente formalidad. —Señora Ministra, está usted radiante —el comentario podría haber sido perfectamente adulador, pero quien la conocía sabía que no iba diciendo cosas por el estilo de gratis. Si lo decía, era porque lo pensaba de verdad—. Me alegro de volver a verla, me temo que nuestro último encuentro en el Atrio fue un poco... atropellado. Por no decir que le habían pedido trabajo a la desesperada. —Mi primo y yo estamos muy honrados de formar parte de su gabinete, y estamos deseando empezar a trabajar en sus nuevas políticas —iba a decir que esperaba que aprobara de verdad lo de la poligamia, porque entonces se casaría con los dos. ¿Le gustaría eso a Alyssa? No le importaba mucho, la verdad. @ Pik Slytherin Macnair @ Alyssa Black Triviani @ Zack Ivashkov @ Lukyan A. Volkov @ Ada Camille Dumbledore

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