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Sherlyn Stark

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Mensajes publicados por Sherlyn Stark

  1. Miró a los globitos, está vez con preocupación, ya que ninguno respondía a su pregunta. Estaba preocupada, pero esperaba que nadie hubiese tenido el atrevimiento de asustar a esas criaturas. No confiaba en los clones de Hayame, pero sabía que la joven era inocente de cualquier acto. Tal vez estaba bajo manipulación de una persona, este o no, no le perdonaría jamás a aquel clon. Ya le había quedado claro y no hacía falta preguntarle otra cosa a sus preciosos globos parlantes.


    Su preocupación aumentó más al ver que las criaturas no querían salir al Hall. Se preguntaba si las criaturas ya sabían lo de Krumito, ¿y sí habían visto semejante escena? Existía la posibilidad que el asesino los hubiese amenazado. Frunció el ceño al pensar eso. Deseaba que aquello no fuese cierto. Sentía mucha impotencia por no haber llegado antes y conocer lo que realmente había pasado.


    Ya no se percibía ningún alboroto desde donde estaba ella. Esperaba que lo de Krumito sólo fuese una mala broma y, el asunto ya estuviese solucionado por sus compañeros que se encontraban en el Hall en ese instante. Miró con cariño a cada una de las preciosas criaturas que tenía en frente. Ella se quedaría con ellos hasta que el temor que tenían, cesara. Al menos habían recuperado la conciencia y no veía ningún daño físico en ellos. Los revisaría por las dudas.


    ¿Les duele algo, pequeños? —preguntó con intriga. Deseaba que todos pronto recuperaran su estado normal, y estuviesen felices como los había visto la última vez. — Iré a ver lo que necesitan después. Ahora para mí, ustedes son más importantes —les comentó la castaña, tratando que los pequeños entendiesen su preocupación.


    ¿Quieren que los lleve a la oficina con Fenrir? —.
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  2. Le llamaba mucho la atención la tienda de dulces, así que se acercó a esta y, así, observar los dulces con más precisión. Comprendía que era una decisión complicada la elección, pero grageas serían una excelente opción para que fuese el primer pedido que realizaba. Hacía tiempo que no probaba una gragea que tuviera buen sabor, últimamente venían todas con un sabor que a ella no le gustaba. Pudo determinar a Ania a unos metros de ella, hacia tanto que no sabía sobre la chica que había sido su compañera y, que al poco tiempo, la etiqueto como persona confiable.


    Más tarde hablaría con ella, en ese instante suponía que estaba ocupada comprando chocolates mágicos. Por su parte, se acercó a una de las señoritas que se encargaban de atender la tienda. Cada una de ellas tenían un aspecto muy agradable y, claro, se mostraban encantadoras con cada persona que se acercaban a comprar. Estaría muy agradecida por que una de ella le atendiese, ya que de tal manera, estaría cooperando con lo que vendría a ser el grandioso evento del que estaba siendo parte.


    Buenos días, señorita —saludó la castaña. No podía evitar sentirse feliz ante el carisma que rodeaba el ambiente, provocado por las sonrisas que tenían las jóvenes que atendían. Le agradaban las personas con el aura limpia, tal vez por eso solía ser fácil de engañar. — Quisiera comprar cinco grageas. Se lo agradecería muchísimo —comentó decidida en lo que pedía. Existían otras golosinas que le llamaban la atención, pero el chocolate no era lo suyo, al no saber cómo se elaboraba.


    ¿Cuánto cuestan? —preguntó con interés. Tenía intenciones de comprar otra golosina, pero antes que nada se encargaría de ver cuántos galeones tenía y si le alcanzaba para otro objeto. Más tarde vería si era un sitio donde podía llevar a sus respectivas mascotas, a Terry, su micropuff le encantaría pasear por primera vez. Su gusamoco no era bien visto ante la sociedad mágica, pero por eso no descartaba la idea de que la acompañase también.

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  3. Antes de escuchar la respuesta de Cye, se distrajo con los gritos de la elfina de Helen. Le preocupaba que la pequeña estuviese tan alterada, deseaba que mantuviera la calma sea cual fuese el asunto. Antes que nada, debía permanecer ella también tranquila. Se dio vuelta para encontrarse con la criatura, dándose cuenta que alguien ya lo estaba haciendo, estaría atenta por lo que la pequeña contara.


    ¿Qué sucede? —sólo consiguió susurrar, con preocupación ante las exclamaciones de Irri. Ella fue directa al contestarle a Seba que su ama había desaparecido. Era muy imposible, ya que Helen entró al local, no hacia una hora que la había visto. Se acercó un poco más hacia donde estaban conversando. Irri afirmaba haberla visto en el local, pero de la nada desapareció.


    Por favor, Irri., ¿estabas presente cuando ella desapareció? —preguntó la castaña, siguiéndola hacia el mostrador. Seba también estaba haciéndole diversas preguntas acerca del tema. Miró con atención la campanilla que les mostraba. Y cómo no llamarle la atención los objetos con magia oscura, si de eso trabajaba. En ese momento, no estaba en horas de trabajo, pero presentía que había algo maligno en el artícu.lo. No recordaba haber visto nunca, tal vez Helen la acababa de comprar.


    No recuerdo haber visto antes la campanilla —respondió la pregunta que le habían hecho a Irri. Tal vez la pequeña podría sacarles la duda sobre si su ama acababa de comprar la campanilla o ya estaba desde antes. — Permíteme tocarla —pidió, no era peligroso ya que tenía los guantes de piel de dragón puestos, y gracias a ellos bloqueaba la magia oscura.
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  4. Hacía tiempo que no era parte de un evento de esas características, es más, tampoco recordaba cuando fue la última vez que recorrió las calles de Ottery St. Catchpole. Estaba en busca de “La Calabaza Dorada”. Desconocía el aspecto del establecimiento, por lo que pensaba que sería una tarea muy difícil encontrarlo, pero no imposible. Existían rumores que decían que el lugar se trasladaba de una ubicación a otra, por lo que esperaba que en aquella ocasión estuviese en un punto definido. A pesar que era una bonita tarde para salir a caminar y así, disfrutar de los paisajes que el mundo mágico brindaba.


    Semanas atrás, había podido rescatar una invitación repartida en uno de los locales del Callejón Diagón. Le llamaba la atención la idea de una Feria Mágica, quizás habían ventas de artícul.os interesantes, como osos de peluches o algún reloj mágico. Pronto se enteraría. Estaba muy ansiosa de conocer qué tipos de sorpresas podría haber dentro del evento. No le preocupaba gastar galeones para comprar algún objeto, pero creía que sería estupendo que hubiera concursos o juegos. Deseaba tener suerte ese día, así al menos podía llevarse algo a su casa.


    Llegó a su destino después de caminar unos minutos, pudiendo apreciar el exterior. Su estructura era maravillosa, al igual que el terreno que estaba a su alrededor. No podía negarse a disfrutar unos minutos estando allí fuera, con el césped fresco en los costados. Estaba tranquila, ya que suponía que nada podía arruinar ese instante. Siguió el sendero que dirigía a la entrada del establecimiento, hasta darse cuenta que el sitio prometía mucho más de lo que ella había creído. Su decoración era muy colorida, como las ferias que solían mostrar en los folletos, aunque esa era mucho mejor. Pensaba que la organización también seria genial.


    Entre todas las personas que habían asistido, no podía distinguir algún rostro que fuera conocido. Tal vez fue porque estuvo más ocupada observando los adornos y escuchando la música del ambiente, la cual entre algunos murmullos podía oírse, que no le restó importancia a las personas que estaban a su alrededor. Quería ver a sus amigos, pero primero intentaría recorrer para conocer más sobre la Feria Mágica. Se percató de las diversas tiendas que se exhibían, como la de dulces.
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  5. ¡Hola! o/ ¿Qué tal? Prometí pasarme por acá u.u Así que, me encantaría inscribirme en esta brigada *-* Lo sé, tengo un poco olvidado el tema de duelos, pero voy a leer una clase entera de DB y DA para ponerme al día, también pretendo abrir duelo en algún lugar para el que quiera. Y nada, de a poco uno se acuerda y aprende más sobre el tema. xD No sé qué más decir, voy a pasar a inscribirme por las divisiones en cuanto me acepten por acá.

    ¡Besitos! ^^

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  6. Ella creía que los Globitos seguían con miedo, ya que no le respondían a su pregunta. No los presionaría, claro que no. Merecían respeto de su parte. Dejó el trapo con agua a un lado, y agarró con sus dos manos las cuerdas de las criaturas, de aquella forma ellos estarían más protegidos después del hecho “desconocido”. Ahora ya no le importaba lo que había sucedido anteriormente, lo más importante era ver el estado en cómo estaban ellos. Además, pronto se sabría la verdad.


    De pronto, se escuchó una voz pidiendo a gritos la ayuda de alguien. Eran las exclamaciones de la directora. Creía que podría estar desde los ascensores, ya que se escuchaba lejano. Había personas en el Hall, estaba Amya y Babila, ya que Kirara desconocía que Matt había llegado al departamento y que Heliké era nueva jefa. Estaba siendo completamente ajena a lo que trascendía en el Hall, esperaba que todo estuviese en orden. Ahora que Sagitas había llegado pensaba en contarle que una de las mascotas se había ido al cielo de los grindylow, donde no sufriría.


    Veremos lo que sucede Globitos en el Hall. Vamos —animó la castaña.


    Antes de caminar debía tener la afirmación de ellos para salir de los lavados. Había perdido la vista a Fenrir, esperaba que el pequeño estuviese bien y que no lo hayan maltratado. Era un cachorro muy sensible, para ella. Necesitaba ir a ver cómo estaba el panorama dentro del Hall. Ya no quería invadir a los globitos con preguntas, también estaba dudando en llevarlos al exterior, ya que se enteraría del supuesto “asesinato”.
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  7. ¡Hola! o/ ¿Qué tal? *-* Ains, no creí poder escribir esto, pero algunas veces hay que hacer algunas reformas en la vida foril. Voy a ser directa: pido baja en la familia. Tampoco creo que se sienta mucho mi ausencia, ya que casi no entraba :c ¿Puedo quedar como amiga de la familia? Sería genial para mí serlo, así puedo visitarlos con más frecuencia. Pido disculpas a Paú :c Yo la quiero mucho, y para Kirara siempre será su madre de corazón *-* No pido que sea la madrina, sólo que podamos seguir con el trama hasta "aclarar" que Kirara no es hija tuya. T.T Suena tan cruel escribirlo.

    Sólo eso, les tengo mucho aprecio a todos, aunque no hayamos roleado mucho. u.u Me voy a seguir pasando para "recompensarles" por haberle dado hogar a mi Kirara. xD

    ¡Saludos! ^^

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  8. El pergamino donde escribía su tarea, estaba siendo revisado por su profesora en ese instante. Sin dudas, no se arrepentía de tomar esa clase, y más si había tenido la oportunidad que Atkins fuese quien la conduzca. Al parecer tenían la comodidad de estar en un aula donde las cosas se reorganizaban con mucha facilidad, ¿o era porque su profesora tenía mucha experiencia dictando clases en la academia? No podía saber. Aun así, lo más importante era prestar atención a los últimos dos temas antes que la clase finalizara.

    Se trataba de la clasificación de tipos de Transformaciones. Su primera impresión le daba a entender que era un tema complejo y difícil de memorizarse, pero aprenderlo no era imposible. Su mirada cambió de dirección cuando indicó el tipo de transformación que utilizó para hechizar la tiza, protagonista en la explicación. Suponía que ese tipo de magia también lo usaban para los vuelapluma, lo cual era de gran utilidad para cualquier habitante del mundo mágico que tenga una vida laboral ocupada.

    En cuanto a los conceptos, ya no tendría ninguna otra duda, y hasta ahora podía comprender bien a qué iba la asignatura. Creía que la información obtenida en esa clase le hizo de muy buena ayuda, aunque no descartaba tener que memorizarse algunos hechizos para algunos casos de urgencia. Un buen receptor no debe perderse ni una palabra, ni menos si estaba dentro de una academia. Su nerviosismo seguía vigente al darse cuenta que era la última tarea que dictarían. Al menos, pronto podría regresar a su hogar, con la satisfacción de haber aprendido algo nuevo e interesante.

    Estaba expectante por la próxima tarea que les mandaría a realizar, por lo que pudo percatarse la tiza mágica estaba escribiendo las consignas sobre la pizarra. «Conjuro y petrificación» en un momento de su vida le había tocado aprender las definiciones de aquellas dos palabras, y dos puntos de más no le venía nada mal. Quizás había querido que sus estudiantes tuvieran un poco más de participación al ser la recta de la clase. Por más que temblaran sus manos al hablar en público lo intentaría.

    Esperaría que terminara la explicación, así no se escapaba de sus oídos la información. Muchas veces había escuchado sobre las pociones multijugos, estaba muy agradecida porque le explicaran qué tipo de transformación estaban utilizando cuando la tomaban. Leyó las dos consignas escritas en la pizarra, para luego observar los dragones de piedra que se encontraban fuera del aula. Su misión era utilizar draconifors en ellos y locomotor en otro objeto. Comenzaba a preocuparle el tiempo, pero lograría completar todo lo pedido, al menos eso intentaría.

    Algo le decía que los objetos afectados obtenían, aunque sea, una mínima pizca de similitud del que la creo. Aquella duda, después de la explicación, ya había quedado en el pasado. Desearía haber tenido un poco más de tiempo para responder las consignas que le indicaban, pero intentaría hacer lo mejor posible. Luego de escuchar las diferencias entre los animagos, hombres lobos y metamorfomago, como si no fuera poco tenían otra tarea que completar. Veinte minutos era suficiente, así que, suponía que con el permiso de Atkins podría ponerse de pie para estar más cerca de los dragones.

    Apuntó su varita sobre un dragón de piedra, anunciando fuerte y claro: — Draconifors —la estatua de a poco iba tomando la forma de un dragón real. Había tenido mucha suerte por convertirse en una criatura tan maravillosa como lo eran los dragones. Siempre había querido probar ese hechizo, y estaba feliz que al fin pudiese hacer realidad aquel deseo. Intentaba que los minutos no fuera un obstácu.lo para poder realizar todas las tareas dadas.

    Miró a su alrededor en busca de algún objeto que pudiese utilizar para lanzarle el hechizo locomotor. No se atrevía a hechizar un libro, ya que le dolería que este sufriera daños. La pluma era perfecta para ese tipo de demostraciones. Estiró su varita a dirección de esta, y nombró con mucha claridad: — Locomotor pluma —la pluma comenzó a realizar movimientos en zigzag , para luego girar a su alrededor y volver a su frente donde se detuvo bajando para depositarse levemente sobre el escritorio. Ahora sí, debía completar el pergamino:

    1.- Separar en un pergamino, por categorías (orgánica, inorgánica, celular, etc.) las transformaciones dadas en la pizarra:
    - Orgánicas:
    Avifors
    Draconifors

    - Inorgánica
    Melofors
    Aguja en un botón

    Transustancial:
    Locomotor

    Celular:
    Animagia
    Metamorfomagia
    Licantropía


    2.- Nombrar dos conjuros y dos contra hechizos conocidos.
    Hechizo: Levicorpus: Deja levitando de cabeza a la víctima.
    Contra-Hechizo: Liberacorpus contrarresta a Levicorpus.

    Hechizo: Lumus: Es un conjuro donde desde la varita se produce luz.
    Contra-Hechizo: Nox: Contra de Lumos, ya que apaga la luz de la varita.

     


    Aún quedaba tiempo, por lo tanto se dispuso a completar el otro pergamino:

    1.- Describir los cambios que tendría su cuerpo al ser un Animago y las características físicas que mantendría el animal a la hora de la transformación.

    -Obtenida la habilidad de ser animago, yo me transformaría en un gato adulto. Una transformación celular, que me permitiría modificar mi cuerpo al de un felino. Mis pensamientos no serían los mismos, pero aun así comprendería algunas situaciones de las que fuera testigo. Como todo gato, no podría hablar y andaría en cuatro patas. Aun siendo gato mis relaciones sociales serían las mismas, y querría a las personas que me dieran cariño y espantaría a las que no me caen bien. Mi pelaje sería negro canela y ojos grandes castaños. Sería más observadora y curiosa como suelen ser los gatos.

    2.- Investigar sobre tres Animagos famosos y las características humanas que conservaban al transformarse.
    - Rita Skeeter – Escarabajo.
    - Aun, al estar en el cuerpo de un escarabajo mantiene su personalidad “chismosa”, y sigue buscando información para los reportajes del periódico.

    - Sirius Black - Perro Negro.
    - Sirius Black mantiene su color de pelo color negro. Tampoco deja de tomar conciencia de la persona que está haciendo daño a su ser querido, como cuando Remus Lupin se trasforma en hombre lobo y lo primero que hace Sirius es defender a su ahijado.

    - Minerva McGonagall – Gato atigrado.
    - Minerva mantiene algunos rasgos de personalidad que son características de ella, como la severidad y rigidez.

     


    Al terminar, se dedicó a ordenar sus ideas sobre “Conjuro y Petrificación”. Aun alcanzaba el tiempo para poder explicar, y estaba más aliviada al haber completado la tarea.

    Sí me permite explicar, un conjuro es un grupo de palabras con un orden especifico que al pronunciarlo con potencia y poder, conlleva a un resultado mágico. Es necesario un solo hechizo y, sobre todo, concentración, para que se dé el resultado que el mago desee —terminó de explicar la castaña.

    La petrificación es muy diferente al efecto del hechizo Petrificus Totallus que inmoviliza al cuerpo, pero muchas veces suele confundirse. La petrificación es mucho peor, porque su recuperación no es simple. Una persona con la mirada de alguna criatura, como un basilisco. El petrificado no está ubicada en tiempo y espacio, ya que se convierte en piedra —finalizó, esperando haber utilizado las palabras correctas.

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  9. No comparaba con nada al ambiente matutino en verano. Era una situación que no tenía precio alguno, más por la tranquilidad que se podía sentir, por no percatarse de la presencia de alguna persona alrededor. Mientras su varita estuviera en su poder, podría decirse que se encontraba protegida. Aquello le preocuparía más si su elfina, Blondie, estuviese cerca de ella.


    Ese día libre lo utilizaría con el propósito de puntualizar algunos negocios del Callejón Diagón, y así otro día podría pasear en paz junto a su Micropuff, luego de lo sucedido con su gusamoco y el local de su amiga, había decidido conocer el negocio antes de llevarlos. Se le dificultaba la decisión de escoger los negocios, porque para ella todos merecían la visita de clientes. Se detuvo al ver un negocio que le llamó la atención. Podía verse muy destacado con sus tres pisos, a comparación con los que estaban a su lado.


    Por lo que decía el anuncio, el local se trababa de un teatro, y prometía otras actividades del ámbito artístico. Su aspecto era agradable, lo cual sumó puntos en el momento en que eligió adentrarse a su interior. Tenía un hermoso Hall. Su decoración era magnifica e indiscutible al estar bajo la propiedad, como pudo leer, de Cye. Ya había visto otros trabajos de ella, como la adornación de la mansión Lockhart, o de otros negocios que le pertenecían. Era un sitio como pocos, ya que en él podía sentir el aire mágico que corría a su alrededor.


    Se encaminó a la recepción en busca de más información de las actividades que brindaban. Los teatros le daban un bonito recuerdo, ya que sobre aquello se trataba el primer negocio que visitó en el Callejón Diagón. Podía pensar que también era una escuela, pero en ella podían admirarse funciones. Desconocía si en "Ars & Vita" daban funciones. Era algo que preguntaría al llegar al mostrador, donde quizás algunos elfos que eran parte del personal, contestarían sus dudas. Viendo el cartel de información, tenía la oportunidad de tomar alguna clase con algún instrumento. Desde siempre le habían gustado los instrumentos, pero pocas veces fue al foco del tema.


    Buenos días —saludó la castaña al personal que creía que estaría detrás del mostrador. Reconocía que era falta de educación hablar sin mirar al receptor, pero el juicio era diferente si en ese instante, ella se entretuvo leyendo el cartel sobre la necesidad de personal.

  10. Sostenía el trapo de limpieza con su mano derecho, mientras con la izquierda sostenía la cuerda de su Violetita. No había ninguna duda que el globito quedaría bello, ya lo era pero más luminoso no le vendría mal. Amaba lavarlos, porque así sentía que podía hacer algo para ayudar a las indefensas criaturas. Recordando su apreció por las mascotas del departamento, se le vino a la cabeza Krumito. « ¿Lo habrían matado de verdad?»


    Se notaba muy preocupada por los globitos, no sabía qué podían haberlo hecho antes de que ella ingresara ese día, al departamento. Confiaba que las criaturas le contaran todo lo sucedido, mientras que alguien no las hubiera amenazado. De cualquier manera, se quejaría del supuesto asesino. También podría serlo Hayame, algún clon de ella. Quién sabía por qué esa actitud tan despiadada.


    Miró al Violetita cuando este comenzó a hablar. Se alegró mucho que fueran palabras consientes y no delirar como lo había hecho el Azulito segundos atrás, el cual hablaba sobre la vida en el mar. Era una lástima que no dejaran que se los llevara, pero en el departamento estaban bien, más si Babila estaba a cargo de la recepción. El gritó del Violetita hizo que los demás abrieran sus ojitos y se despertaran de su trance. Estaba feliz por escucharlos con tanta euforia. Era lo que esperaba, ella siempre estaría para protegerlos.


    Por favor, calma, pequeños —intentó tranquilizar la castaña a sus mascotitas.


    Dejó soltar la cuerda del globito Violeta para que tuvieran más libertad. Se los veía muy relucientes, como los dejó semanas atrás, no era necesario un nuevo baño porque tampoco sabía las consecuencias que podría causar. — Globitos, lo siento, pero no me animo a lavarlos de nuevo porque puede dañar su hermoso material del que están hecho. Me odiaría si les pasara algo por mi culpa —explicó.


    ¿Están bien? ¿Alguien les ha hecho algo malo? Sí es así, no duden en contarme —preguntó. No se atrevía a contarles lo que le habían hecho a Krumito, porque consideraba que podría lastimar su sensibilidad. Todos querían mucho al pulpo. A ella le dolía mucho pensar que no lo volvería a ver jamás más a causa de gente sin sensibilidad. — ¿Puedo saber qué sucedió en mi ausencia? —volvió a preguntar con intriga y preocupación por más de una asunto.
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  11. Se impresionó al darse cuenta que los quince minutos habían cesado. El pergamino donde instantes atrás escribía su tarea había volado hacia el escritorio de la profesora. Estaba casi segura que la calificación parcial la obtendrían de aquella tarea, y de las dos transformaciones de la bola de cristal y el botón. Le fue simple superarla. Suponía que era mejor cuando un mago ya tenía un concepto básico de lo que se basaba las Transformaciones. Era muy interesante, porque partiendo de allí podría experimentar otras utilidades de esa interesante asignatura.
    Lo esencial en ese momento era prestar atención al próximo discurso que la profesora Atkins daría, y así no se perdía ningún detalle de la clase. A continuación se dispuso a escuchar lo que se dictaba sobre los principios de la materia. Había presentido que las Transformaciones era una rama amplia de la magia, lo que le hacía aún más interesante de aprender. Prestar atención, sólo eso era lo que necesitaba, y a medida que los minutos trascendían lo iba consiguiendo; además era imposible no hacerlo, ya que las paredes envolvían el sonido de las palabras.
    Se había olvidado por completo de las miradas de los retratos, y era lo mejor, ya que así no se incomodaba. Aun tenía en su mente los sonidos que producían los animalitos presentes, y eso le animaba a seguir escuchando la clase. Siguió con su vista los pasos que daba la profesora, sin dejar de lado la información que le brindaba a ella y a su compañero. El retrato que estaba pegado en la pared, vendría a ser nada más y nada menos que Gamp, una figura muy conocida en el ámbito de las Transformaciones.
    Dedicó una mirada a las consignas dadas sobre la pizarra. Conocía las leyes Gamp, elementales para las Transformaciones. Haría lo que fuese para superar aquella tarea, porque sentía ganas de retirarse e irse a su casa, y es que no le gustaba estar aprendiendo aquel conocimiento, sino que no terminaba de estar cómoda. Los nervios volvieron a apoderarse de ella en el instante que las correcciones se consumieron en llamas azules y aparecerían en cuanto acabaran una nueva prueba.
    Se puso de pie, y se dispuso a caminar hacia la parte de atrás del aula, donde se escuchaban diversos sonidos de animales. Antes de poder llegar, presenció cómo su profesora abría la puerta de una amplia jaula de aves. Eran hermosos los halcones que próximamente se posarían sobre el hombro de la Atkins. Los admiraba, al igual que a los conejos que sacó para que pudieran apreciarlos. Era una lástima que minutos después tendrían que transformarlos en un objeto.
    A pesar que amaba ese tipo de criaturas, debía controlarse para no llevarse a ninguno a su casa. Estaba segura que eran de su profesora, y ella que los quería muchísimo. Brindó mucha atención a los pasos que se daban para transformar al halcón en una copa de agua. «Melofors» era el segundo hechizo que transformaba la cabeza de un individuo en calabaza. Sonaba simple. De inmediato trató de memorizar cuantos golpecitos se necesitaba para cada conjuro.
    Sacó su varita y se acercó al halcón del lado izquierdo. Lo miró detenidamente apuntando su varita hacia él. — Uno, dos, tres, —pronunció, contando los golpes en el aire. — ¡Vera Verto! —exclamó, pudiendo ver como la ave iba dando forma de una copa de vidrio, similar a la que su profesora realizó momento atrás. Era recién el comentó, y creía que la próxima vez podría crear una copa de agua más bonita.
    Finite —indagó para que la copa de agua volviera a su estado original. Sin embargo, eran transformaciones que merecían mucho cuidado y dedicación antes de conjurarlas. El primero había funcionado, pero esperaba que el segundo, con el conejito, tuviera el mismo resultado.
    Se acercó a uno de los conejos que saltaban cerca de ella. Apuntó su varita sobre el pequeño, dando cuatro golpes en el aire y conjuró: — Melofors —la cabecita del animalito se transformó en una calabaza de un tono muy anaranjado. Definitivamente, verlos así no le hacía nada bien a ella, pensaba que podrían sentirse incómodos y le dolía jugar con los sentimientos de ellos. — Finite —se apresuró a decir la castaña. El efecto puesto sobre el conejito se había acabado, y ahora podía admirar los ojitos del animal que seguía saltando a su alrededor.
    Dio su última mirada a los animalitos, y se encaminó hacia su asiento para completar con las consignas escritas en la pizarra. Agarró su pluma y comenzó a escribir:

    Realizar un resumen de los principios y la evolución de las Transformaciones (Mínimo 6 líneas)
    No se conoce exactamente el momento en que dio inicio la transformación en la vida. Sin embargo, grandes magos destacados en la magia, concuerdan que es una de las ramas más antiguas y que hasta el día de hoy se estudian. Cada mago lleva dentro la dominación de esta, sin antes aprender a descubrirla. En la actualidad, las transformaciones se utilizan para problemas de la vida cotidiana, en plan de supervivencia ya fuera con la invocación de algún alimento, forma de entretenimiento, algún "atajo" cuando se encuentra en apuro, de aprendizaje, sea explicativo para que se entiendan mejor un concepto. Puede ser, defensivo, cuando se trata de un ataque sea o no imprevisto, en defensa propia.
    Redactar las cinco leyes de Gamp sobre las Transformaciones elementales y explicar el porqué de las mismas.
    Amor: es posible crear una ilusión mediante a pociones sobre la persona afectada, lo cual es muy distinto al sentimiento. El sentimiento vendría a ser ajeno a la magia, por lo tanto es imposible que crearlo mediante ese método.
    Comida: la comida puede ser invocada mientras que uno sepa donde está, pero nunca aparecerla de la nada. También se puede aumentar la variedad si se conoce la cantidad de lo original.
    Dinero: es imposible aparecer dinero de la nada. Sí bien, puede modificarse una moneda por otra, pero uno debería tenerla en sus manos antes.
    Conocimiento:resulta imposible conocer información sin antes haberlas estudiado o conocerla. Se puede modificar o aumentarse, pero siempre y cuando uno tenga la fuente de donde sacarla.
    Vida:no se puede volver a la vida a alguien que ya vivió. Tampoco, crear vida en donde no hay. Lo que sí es posible, es invocar la vida; pero no resulta lo mismo.

     

     

  12. Estaba demasiado preocupada para escuchar las preguntas realizadas por la jefa de revenciones, no tenía intenciones de ignorar, sólo que en ese instante, le era más importante cuidar a los Globitos asustados. Sentía mucha tristeza, ya que ellos no respondían a ninguna de sus preguntas, así que tampoco se percató de la entrada de su jefe, ni el alboroto que generaban los demás, pero sí lo que argumentaba Sagitas.


    Sí, como bien decía, lavarlos sería una excelente idea, así ellos podrían decirles lo sucedido en el departamento en su ausencia. Deseaba que los pequeños estuviesen bien, y que el asesino de globos no hubiese hecho nada para agredirlos. No lo creía, ya que Babila estaba allí y suponía que era capaz de mantener el orden en el departamento. Al escuchar que la directora salió, sin antes dar órdenes a los presentes, Kirara se encaminó a los lavados de la oficina de Indebidos, ya que en el baño del Hall se escuchaban voces “extrañas”.


    Lo más raro fue ver a Fenrir junto a una pelotita de colores, al parecer habría llegado después de que Amya llamara a Matt que suponía que era para algo de jefes. Los Globitos seguían sin hablar, y eso era demasiado preocupante para la castaña porque amaba a esas criaturas. Apuró su caminata al llegar a la oficina y de allí se adentró a los lavados. Hacía tiempo que no los lavaba, pero ellos estarían muy felices también por su presencia.


    ¿Primero quién quiere lavarse, Globitos? —preguntó mirándolos a cada uno de ellos, resignándose porque no le iban a responder. Aunque los lavados estuviesen alejados, y del Hall sólo se escuchasen murmullos, más aun con la puerta cerrada. No había sido un obstácu.lo para escuchar a alguien decir que Krumito estaba sin vida. Pensaba que la situación podría haberla causado una persona despiadada. Y, quién más podría ser ese sujeto, alguien que había estado fuera planeando el “asesinato”, y lo peor, que trabajaba en el departamento.


    Quizás, lo mejor podía hacer ella era acusar al supuesto asesino con su jefe, para que él le dijera a Sagitas, y así lo encerraran hasta que se le pase lo “loco”. De ninguna manera pensaba ir al Hall, porque no iba a contener las ganas de “asesinar” a alguien, y no era una buena imagen para el departamento. En esas alturas no podía hacer nada. Los Globitos también eran clave y podrían decirle todo lo que ¿ocultaban?


    Ven, Violetita —susurró estirando el cordón para acercar al pequeño hacia ella. Recordaba que a ese globito jamás había lavado porque la última vez no había querido, y después terminó sintiéndose mal. — ¡Vas a quedar brillante! —exclamó la castaña, más que nada para animarlo, aunque por dentro moría de intriga por conocer más sobre la escena que sucedía en el Hall.

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  13. Los nervios que sentía en ese instante eran indescriptibles. Aun así, se alegraba no haberse trabado ante ninguna de las preguntas dadas por la profesora. Al instante se dio cuenta que su respuesta no convencía, y fue por no haber sabido con antelación que el objeto o individuo transformado cambiaba también su personalidad. Al menos ya lo sabía, lo que tenía mucho valor para seguir con el rumbo de la clase.
    Se percató de la presencia de una persona junto de ella. Jamás en su vida recordaba haberse topado con él; aun así le dirigió una sonrisa. Se imaginaba que él estaría tan nervioso como lo estaba ella. De a poco se iba sintiendo más cómoda, más que nada fue a causa de los ruidos naturales de las mascotas que estaban a su alrededor lo que la motivaban.
    Intentaba centrarse lo más posible en lo que dictaba la profesora, ya que cualquier palabra que se perdía, podría llegar a ser un problema para entender cualquier concepto en un futuro. Era una oportunidad que debía aprovechar lo más posible. En ese instante aprenderían la importancia que tenían los hechizos cuando se trataba de transformar. Kirara imaginaba que esa era la parte principal de cualquier transformación, ya que era una introducción de lo que verían a continuación.
    Posó su mirada encima de la silla que la Atkins señalaba, pudiendo observar como se transformaba en un hermoso labrador pequeño. Comprendía muy bien que todo debía ser de la misma masa y peso que lo que intentara transformar. Le recordó en los meses en lo que había estado metida en las batallas de bandos, en donde su único propósito era descubrir las mas personas escondidas dentro de la sociedad mágica. Ahora no importaba, porque había cambiado de opinión. Lo importante era ocuparse de sí misma.
    Sacudió su cabeza al darse cuenta que su concentración se iba hacia otra dirección. Miró como el cachorro volvía a su aspecto natural que era una simple silla. Hace tiempo superó aquello, y en ese instante sabía que no tenía que sentirse mal por ningún animal de esas características. Le ponía triste saber que no volvería a ver a la criatura, pero así debía ser.
    No tardó mucho tiempo en asignarles tareas, y así poner en practica lo aprendido hasta ese momento.
    Ella sentía que podía superar la tarea de forma satisfactoria, pero debía tener el más mínimo cuidado porque era un asunto delicado el que estaba tratando. Fijó con atención la bola de cristal que tenía en frente. Durante unos instantes se imaginó en muchos objetos que pudiese servirle. Sacó su varita, e intentó pensar en una pava y la bola de cristal. La masa y el peso eran adecuados, lo que le facilitaba para poder utilizar el hechizo que tenía en mente.
    Morphos ―susurró la castaña. La bola de cristal que tenía enfrente suyo, fue convertida en una pava de más de treinta centímetros. Había cambiado su forma de buena manera extraordinaria, además que el material ya no era de vidrio, sino que de metal. Estaba feliz por su creación. Ahora sólo faltaba el botón, por lo que intentaría prestar suma atención.
    Con su varita, tocó cinco veces la parte superior del botón, pero no sucedió nada. No estaba concentrada, más bien ansiosa. No podía contener la expectativa porque el objeto se convirtiese en una aguja. Cerró sus ojos y suspiró. Debía poner mayor atención en lo que estaba por realizar. Al abrirlos, prosiguió con los intentos. No pasó más tiempo hasta que al fin pudo obtener lo que necesitaba. Era un proceso enorme, y ahora lo único que faltaba era rellenar el pergamino que tenía en frente. Suponía que la tarea escrita era muy compleja, y merecía lo mejor de sí. Sacó una pluma y comenzó a responder las consignas.

    - Realizar una lista de hechizos conocidos que sean considerados como Transformaciones (Mínimo 5).
    - Fera Verto - Sirve para transformar un animal en una copa. Hechizo.
    - Melofors - Se utiliza para transformar la cabeza de una persona en calabaza. Hechizo.
    - Braquiam Emendo - Repara huesos. Encantamiento.
    - Avifors - Transforma un objeto en ave. Hechizo.
    - Glisseo - se utiliza para hacer que los objetos sean resbaladizos Encantamiento.
    - Explicar la importancia del uso de las Transformaciones (Mínimo seis líneas)
    Las transformaciones son fundamentales para la vida de cualquier mago o bruja que conviva en una sociedad mágica. Con ella se puede librar de una situación de riesgo, ya sea una batalla o un ataque imprevisto. En todo caso, ayuda a que alguien pueda salvar su vida mediante diferentes tipos de hechizos que existen. Se debe pensar dos veces antes de elegir el tipo de hechizo o encantamiento, ya que varia dependiendo del tiempo en que dura cierto efecto sobre el afectado. Lo que es necesario es aprenderse lo más posible sobre la materia, ya que todos los datos son esenciales en la vida. La Transformación puede dividirse en cuatro ramas según en que se especializa: - Transformación. - Desvanecimiento - Conjuración -Des transformación. Muchos brujos también lo utilizan como método de diversión, venganza, defensa, o si bien cuando necesitan algún entretenimiento.
    - Definir con palabras propias, tres de los cinco hechizos que se señalarán en el pergamino entregado
    Avis - Encantamiento que permite que de la varita del mago salgan doce aves del tamaño de una paloma. El mago o bruja que lo haya invocado, lo utiliza como método de defensa propia.
    Aguamenti - Provoca que salga agua cristalina de nuestra varita.
    Morphos - Dependiendo del peso y la masa del objetivo, puede ser transformado en cualquier objeto o animal que tenga en mente.

     

     

  14. Siempre era interminable el camino hacia la tercera planta, pero al fin de cuentas terminaba llegando. Cuantas más ansias le culminaban, más lento pasaban los minutos. No era necesario decir que extrañaba mucho a los globitos, en especial al Rosita que se imaginaba que la necesitaba. Quizás estaría exagerando al decir que sus almas estaban conectadas, pero en momentos en donde estaba nerviosa, solía pensar cosas con poca explicación.

    Detuvo su vista en los números que estaban sobre la pared. De a poco el ascensor iba bajando, en ese instante estaban en la segunda planta. Se tentó mucho para no bajar en ella, ya que solía ser visitada por muchas mascotas de distintos ciudadanos del mundo mágico. Pero no, porque dentro de Accidentes la esperaban los globitos, Fenrir y tal vez Zanka, aunque aún no había hablado con la última.

    El ascensor se detuvo, informando que esa planta estaba fuera de servicio. Era normal ese anuncio, pero debía tener paciencia para llegar a esa planta. Le intrigaba saber qué panorama se encontraría, ya que casi todos sus compañeros habían estado en la mansión Rambaldi, y sólo Babila se quedó allí, cuidando el departamento, incluyendo a las mascotas del mismo.

    El ascensor parecía que le hacia esperar tanto a propósito, tal vez tenía la capacidad de leer sus pensamientos y hacia que eso sucediera. No creía que tuviera tanta maldad encima. Esperó unos segundos más, el tiempo se hacía interminable, hasta que la puerta se abrió dejando ver la entrada dorada que le daba la bienvenida al departamento de la tercera planta. Se adelantó, antes de que el elevador cambiara de opinión.

    Era una imagen normal la que tenía en frente. Lo primero que había podido escuchar fueron las exclamaciones de Sagitas; imaginó que ponía orden a una situación, que en ese momento era desconocida para ella. Por otra parte, lo que visualizó fueron a los Globitos y a Fenrir, porque eran los que ella extrañaba. Le pareció muy raro que Fenrir no asistiera a la misión en la Rambaldi, pero tal vez Matt no se lo permitió. Su jefe aun no había llegado al departamento.

    - Buenos días -saludó, adentrándose más. Muy cerca de la directora estaba Babila, y a unos metros más Hayame que se disculpaba de haber dejado que unos jarrones se salieran de control. No entendía bien lo que pasaba, pero pronto tendría alguna respuesta. Amya le había ganado y llegó al departamento más rápido que ella. Siempre se había preguntado si los jefes tenían otro método para transportarse, pero lo dudaba. En el lugar también estaba Wild, pero aunque fuera de mala educación prefirió no mirarlo.

    Se acercó a los globitos y los separó de Fenrir. - ¿Qué sucede, Globitos? Por favor, sí algo anda mal,avísenme y lo hablaremos con Sagitas -comentó la castaña mientras tiraba del cordón que los sujetaba. - Lo mismo si un sujeto los amenaza, o si ven que alguien tiene aspecto sospechoso. No me gustaría que les hicieran daño -añadió. A veces creía que el despiadado asesino de globos parlantes era Adrian, pero prefería pensar que no.

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  15. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/00_DAMyC%20v%200%204/00_PLANILLA/2013Ago/ICON_08-KiraraS_zps5fa176be.gif

    Hacía tanto que no veía la entrada del Ministerio de la magia, y hacia que lo anhelara. Se preguntaba cómo estarían los globitos, porque desde que había salido hacia la mansión Rambaldi los había visto. Necesitaba de su presencia, ya que quería contarles sobre lo de Nela y Sean, además de los objetos malignos dentro del sótano y sobre todo, que sabía ella sobre lo sucedido.
    La guardia de varitas siempre era muy amable con casi todos, o al menos con aquellas personas que eran pacientes mientras hacían la fila. Recordaba que había pedido un deseo en la fuente del Atrio, y se imaginaba que todavía la suerte seguía con ella, así que aún no era preciso volver a pedirlo. Estaba ansiosa por volver a ver también a Fenrir, era un lobo encantador que lo cuidaría demasiado si Matt se lo regalaba.
    Cuando la fila avanzó, no dudo en encaminarse hacia uno de los elevadores que la dirigirían a la tercera planta. No había muchas personas merodeando por sus alrededores, sólo era un día normal. Estaba preocupada al no saber qué era lo que había sucedido en el subsuelo cuando ella estaba ausente. ¿Y si la cámara de fotos de Hayame se convirtió en malévola y comenzó a sacarle el alma a todos los presentes? Lo dudaba, ya que Sagitas estaba también, y siempre tenía todo bajo control.
    Se adentró al ascensor. No había ninguna otra persona que tomaba ese mismo elevador, por lo tanto, se dirigiría más rápido de lo que creía, a no ser que este hiciera lo mismo de siempre y anunciara que la tercera planta no existía. Era una mala broma, no podía pensar su vida sin los globitos, porque los quería demasiado. Esperaba que el Rosita no la extrañara tanto, ya que Kirara sabía que el pequeño no podía vivir sin la presencia de ella.
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  16. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/00_DAMyC%20v%200%204/00_PLANILLA/2013Ago/ICON_08-KiraraS_zps5fa176be.gif

    La misión en la mansión Rambaldi, había sido bastante cansina, pero fue una linda experiencia, ya que pudo ayudar a las personas que lo necesitaban. En ese instante, lo importante era regresar al departamento, donde podría conocer cómo les había ido a Matt, Hayame y Aysha en el sótano. Creía que todo estaría bien, o al menos eso era lo que esperaba. Hubiera sido mejor un descanso antes de partir, pero cumplir con sus obligaciones era lo más apropiado.
    La estación estaba tal cual la encontró hace un par de meses, rodeada de muggles. Por suerte, en ese momento no llevaba puesto la túnica, ya que el calor veraniego era insoportable. Se arrepentía de no haber llevado el cabello recogido, pronto encontraría algún broche que le ayudara a que este se modelara, y así estar más cómoda de lo que ya estaba.
    Era bonito ver como las personas paseaban de un lado a otro, siempre y cuando estas estarían tranquilas. En su alrededor también encontró un puesto donde vendían donuts, las que a sus compañeros de departamento tanto le gustaban. No las compraría, ya que desconocía por completo cómo las hacían. Aunque no era quién para juzgar esas cuestiones, porque eran personales.
    A partir de ese instante, se dedicaría a dirigirse hacia el Atrio, para después llegar al departamento. Desde que había salido de la mansión Rambaldi se preguntaba si los demás habrían llegado.
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  17. La confirmación de su inscripción a la clase de Transformaciones llegó el día anterior. El tema le provocó una fuerte sensación de alegría en su interior. Sus expectativas eran enormes, ya que esperanzaba con mucho entusiasmo adquirir ese conocimiento que podría serle útil en un futuro. «Transformaciones» Creía que con aquella palabra renombrada aumentaría su capacidad para resolver lo que el destino le depararía. Probablemente, lo cierto era que todos los conocimientos eran de gran ayuda para un mago.

    Toda persona tenía sueños, ya fueran pequeños o grandes. Adquirir todos los conocimientos que fueran posibles era de verdad, un gran reto; aunque no imposible. Kirara mantenía sus pensamientos optimistas ante cualquier suceso que pudiera trascender en su vida. Siempre procuraba verle el lado bueno a las situaciones, y eso lo utilizaba como una en defensa propia. Las cosas dolían menos si se las profundizaban y la veían en diversos ángulos.

    La escena matutina le resultaba agradable porque el roció matutino aún seguía presente sobre el césped, lo que producía un ambiente refrescante. El aire que llegaba a respirar era indudablemente una de sus preferencias, más en la estación de verano. Esos meses eran deliciosos, debido a que podía estrenar vestidos de distintos modelos y tonos. Utilizar esa clase de prendas era su costumbre, le gustaba como se veía. Había escogido uno desapercibido para asistir a la clase, ya que no deseaba llamar la atención.

    Un año, no era mucho tiempo. Aun recordaba perfectamente su primera clase dentro de la academia. Sí tuviera el poder de volver el tiempo atrás cambiaría muchas cosas. Ese establecimiento era esencial para un mago, ya que emprendía la dirección de su destino. Recordaba ese espacio tal cual sus ojos lo proyectaban en ese momento. Era normal volver a sentir nerviosismo justo antes de llegar al pasillo de la última planta, donde se ubicaba el aula de Transformaciones.

    La entrada de madera sostenía encima una placa de metal, la que informaba al alumno: la clase y el profesor que la dictaba. En este caso, ella estaba en lo correcto, ya que el nombre de Leah Atkins habria sido la profesora que firmó la carta que le hizo llegar. Su reloj no pasaba de las doce, una hora justa. Comprendía que un profesor no toleraba la impuntualidad y la ausencia del alumno, ya que las clases llevaban tiempo organizarlas.

    Abrió con cuidado la puerta para que no se hiciese ruido. A simple vista podía observar un aula hexagonal y distinguida, con criaturas que permanecían atentas a las órdenes de la profesora Atkins. Solía descifrar con facilidad las superficies materiales de algunos objetos, y aquel lugar la mayor parte de las estructuras eran de mármol. Le transmitía una sensación de formalidad. Intentaría mantener la seriedad, aquella que solia perder debido al nerviosismo.

    Escuchaba el sonido de sus pasos. Aun sin ver el piso, suponía que este era de madera. Por más que le colmara la curiosidad, debía mantener la vista al frente por respeto a la autoridad que tenía adelante. Cuando al fin terminó de acomodarse en uno de los primeros pupitres, se dedicó a esperar que comenzara la clase. Se mantuvo recta sobre su silla. Por dentro continuaba el temor de realizar algo ridículo en una situación tan importante.

    Divisaba una oscura pizarra mágica flotando cerca del amplio escritorio de madera. No existían palabras para describir las emociones que Kirara tenía en ese momento, estaba realmente nerviosa y pronto comenzaron las interrogaciones internas de cómo sería la clase. Se le formaron distintas ideas en la mente al ver los pergaminos apilados al lado del tintero y la pluma pertenecientes a la profesora. Quizás con esos objetos pondría la calificación final dependiendo del desempeño puesto durante la jornada.

    Mantuvo su concentración la tiza que escribía sobre la pizarra y a lo que la profesora Atkins anunciaba. Comenzaba a admirar la manera en que ella conducía la clase. Como en todo curso, lo principal era la presentación de los integrantes que participarían, además de conocer el por qué deseaban adquirir el conocimiento de Transformaciones. Las miradas de los retratos le intimidaban un poco, en cambio el ruido natural de algunas criaturas, para ella era música en sus oídos.

    Mi nombre es Kirara Ruak, —se animó a presentarse la bruja. Su voz sonó suave, pero sin dejar de ser firme ante lo que le pedían. — Decidí tomar esta clase para aprender con precisión las distintos tipos de transformaciones que existen en el mundo mágico. Es muy interesante para mí aprenderlos porque puede ayudarme a actuar en diversas situaciones —añadió, respondiendo la primera consigna. Tenía su idea muy en claro, y por eso no le dificultó responder a la pregunta; también porque era personal. — Para mí las transformaciones realizadas por medio de hechizos, pueden alterar las moléculas de un animal o objeto sólido, y así obtener la forma deseada —explicó la castaña según lo que sabía de dicha palabra.

    Paso seguido, se mantuvo callada y mirando hacia el frente, en espera a lo que la profesora Atkins comentaría próximamente. Cuando daba su presentación, había estado tan ocupada, que no se le ocurrió mirar antes el panorama del aula. Fue allí cuando prestó atención a las cajas sobre los taburetes. Le daba curiosidad saber qué harían con aquellas herramientas, o lo que pudiese contener. Estaba dispuesta a aprender lo que abarcaba en Transformaciones.


    Off:

    ¡Hola! ¿Que tal? Gracias por la bienvenida.

    Mi nombre es Camila, me dicen Cami, y prefiero que así me llamen. Tengo dieciséis años. Soy de Buenos Aires - Argentina. Al contrario, jamás pise el territorio de otro país, aunque no descarto que sería una agradable experiencia conocer las diferentes culturas que tienen los países y ciudades. Soy estudiante de secundaria, este es mi penúltimo año. Tengo planeado seguir la carrera de Bibliotecología y Ciencias de la Información cuando termine el secundario, más que nada porque me aficiona la literatura, y también la historia. Practico periodismo, pero es sólo un nuevo emprendimiento.

    En cuanto a mi personaje, Kirara. Ella es una persona, sin duda alguna, sensible e introvertida. Suele sentir sentimientos intensos,aunque varía dependiendo las situaciones. Me gusta llevar un personaje de estas características porque se me hace, ¿tierno? Al menos es lo que me transmite al interpretarla. Ella se mantiene neutral ante algunas circunstancias, pero tiene sus prioridades. Suele tener un gran amor por las criaturas mágicas y muggles, e intenta protegerlas como fuese.


    ¡Saludos!

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  18. Thomas Olker – Sujeto extraño.

    Al escuchar como la voz del chico que le ofrecía agua, Thomas se detuvo sobre el elevador. Lo cierto era que ya no tenía sed, pero sus prioridades comenzaban a ser otras. Los empleados de ese departamento vestían de una forma en la cual le hizo creer que cobraban bien su pago mensual, o mucho mejor, eran multimillonarios, a los que podía estafar, y cubrir así su fracaso. Ya encontraría una idea para robarles.
    En ese momento, comenzó a observar con determinación a los bichos que él creía que criaban en la tercera planta. Era muy cierto, parecían inofensivos. En ningún momento esos animales le habían asustados, es más, era la primera vez que los observaba. Definitivamente, salvo el lobo, no creía que los demás pudieran hacer daño. Había un estanque frente a la entrada, lo que era muy raro.
    No, no me apetece su agua, señor —dijo con firmeza. No tenía ni la mínima conciencia de lo que estaba respondiendo en ese momento. Arruinó todo el futuro plan que aún no había confirmado. Frunció el ceño, sin siquiera tener una razón para molestarse. De repente, comenzaron a caerle bien esas personas, porque parecían agradables. Sonrió a la nada.
    Adiós —se despidió al adentrarse más al ascensor para que esté se elevara. En unos instantes ya no estaría en ese lugar.
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  19. Se sentía feliz porque al lobo Safir le gustara la sala de lavados. Era una criatura que perecía muy bonita, y a la vez peligrosa. En el fondo sabía que al estar criado por Perenela, el animalito tendría un corazón muy enorme, el cual contenía mucho cariño por dar. Las garras eran un lugar muy difícil de lavar, pero el ambiente estaba hechizada para que el animalito se tranquilizara.

    Quédate aquí un momento, Nela. Yo iré a ver si algún cliente necesita ayuda —comentó la castaña saliendo de aquella sala a dirección a la parte principal. Esperaba que todo estuviese bajo control, hacia uno minutos que no escuchaba nada, ya que estaba lejos de la zona. Los veterinarios se engarrarían de todo.

    Al llegar, observó omo la chica de la serpiente seguía por allí, al igual que Heliké con su perrita. Ya estaban atendidos, por lo tanto no debía intervenir. La elfina de Helen estaba junto a una muhacha pelirroja que se le hacia muy conocida. Estaba segura que la habia visto antes.

    Al momento también llegaba una nueva cliente, Cye. A ella si había reconocido fácilmente. Era una mujer encantadora, y por eso se apresuraría a atenderla para conocer que era lo que necesitaba. Su compañera de oficina parecía estar buscándola, y cómo no sí fue ella quién la invitó a la veterinaria. — ¡Bienvenidas!

    Siento mucho haberte hecho esperar, Hayame —se disculpo la castaña, para luego girar hacia la Lockhart. — ¿En qué le puedo ayudar, Cye? —preguntó Kirara con un tono amable. Le guardaba mucho aprecio a la recién llegada, ya que en un principio le enseñó mucho sobre el mundo mágico. Hayame también le comenzaba a agradar, ya que parecía una joven de mucha confianza.

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  20. Thomas Olker – Sujeto extraño.


    Ejercer el trabajo de control dental dentro del Ministerio de la Magia era terrible, más si muchos que decían cuidar sus dientes utilizaban una poción mágica barata. Eso era lo que creía Thomas mientras tomaba el ascensor para dirigirse a uno de los departamentos de aquel amplio establecimiento. Sería una excelente idea que todos alguna vez tomaran un poco de conciencia y fueran a visitarlo. Sí no ponía carteles de anuncios nadie haría nada.


    Su vestimenta era tormentosa. Llevaba unos pantalones gastados y una camisa también, en las mismas condiciones. Muchos pensarían que él estaba loco, con tan solo verlo. Tenía una barba, ya que hace días que no se afeitaba la cara. Los niños correrían al verlo así, también él sería mal juzgado. La verdad que él era una mala persona, pero no de esas que mataban, sino que las que pensaban mal para beneficiarse.


    El elevador le decía una y otra vez que la tercera planta no existía, o estaba fuera de servicio. Jamás escuchó hablar sobre los departamentos, aunque había rumores de que existían globos parlantes y un lobo feroz capaz de asesinar. Estaba bastante debilitado, necesitaba agua urgentemente. Al escuchar como las puertas doradas se abrían, lo único que pudo decir fue: — ¡Necesito agua! —apenas salió al exterior, sin poder distinguir a las personas que estaban en el departamento, regresó al elevador. Una vez más cambió de opinión repentinamente, ahora lo apropiado sería salir de ese sitio.
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  21. http://i.imgur.com/gVL1Gmh.gif

    Colgó su insignia ministerial encima de su blusa, porque si lo colgaba en su túnica no se vería. Algunos mechones de su cabello tapaban la imagen, y por más que lo corría, este regresaba siempre al mismo lugar. No era nada importante, pero intentaba desviar su atención para dejar de pesar en los globitos. Matt le decía que ellos estarían bien, ya que Fenrir se había quedado cuidando el departamento.
    El lobo era una criatura preciosa, siempre dispuesto a todo lo que su dueño decía. Todos querían mucho a la mascota, o al menos eso pensaba Kirara. Cuando llegaron al Atrio no había rastros de Heliké, había desaparecido completamente dejándolos a ellos atrás. Temía que se hubiera enojado en serio con ella, a decir verdad a Kirara se le pasó la molestia que sabía, más porque la muchacha tenía una explicación.
    De pronto, la Rambaldi hizo su aparición, y no estaba enfadada, es más, hasta pidió disculpas por su olvido. No se había dado cuenta antes, pero su forma de ser era distinta, como si estuviera nerviosa por algo o alguien. ¿Había sucedido algo muy malo? No lo creía, porque si no estaría muy enojada para ir a buscarles. Al ver como su rostro se ¿ruborizaba? Prefirió no seguir mirando a Heliké para no ponerla más nerviosa.
    Lo mejor era retirarse hacia la mansión Rambaldi. No recordaba haber estado antes allí, ni tampoco el encuentro con Hayame antes de haberse retirado ese mismo día. El conjuro le dejó secuelas y, por eso cuando intentaba recordar algo su cabeza le dolía un poco. Agarró la mano de Nela y luego tocó el brazo de Matt. Cerró sus ojos. No tardarían nada en llegar a los jardines de la mansión.
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  22. Los grititos de los globitos le habían hecho poner algo nerviosa, pero debía continuar con la misión ministerial. Tomó el brazo de Nela con suavidad y la llevó con ella para tomar juntas el ascensor donde estaba Matt esperándolas. Le dolió mucho el comentario que hizo Heliké, más que nada el tono de voz con el que hablaba. Ella estaba alterada, era verdad, aunque no era excusa para hablarle así.


    La Rambaldi tomó otro ascensor, Kirara estaba un poco molesta con ella ante su actitud, pero al no ser algo muy grave, se le pasaría rápido. Introdujo su mano en el bolsillo de su túnica e intentó buscar la insignia ministerial. Estaba segura que la desmemorizadora no tardaría en hacer lo mismo.


    Acuérdate de la insignia, Nela —le recordó la castaña. Lo único que le faltaba era que ella también estuviera nerviosa y comenzara a hablarle mal, pero conociendo a la chica era incapaz de actuar así. Por más que intentara cambiar de tema sus pensamientos, era imposible. Los globitos eran criaturas muy importantes para ella y suponía que para todas las personas que los conocían. Eran encantadores.


    No quería que su jefe la regañara, por lo tanto decidió quedarse callada en el camino hacia el Atrio. Tomaron un ascensor diferente al que llegaba Amya, en unas plantas más abajo pudo escuchar la voz de la jefe de Revensiones. Al parecer acababa de llegar a Accidentes y tal vez le informarían lo sucedido en la Rambaldi. Pronto la verían en la mansión, o al menos eso creía ella.


    Salida.

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  23. Se quedaba tranquila al saber que el sistema del que hablaba Hayame no se trataba exactamente de robar. De pronto, se percató de la voz de su jefe, quien se giró hacia Kirara para preguntarle acerca de los guantes de piel de dragón y, ella aseguró tenerlos encima. Para poder realizar el trabajo, los guantes eran fundamentales . Pudo ver como Babila arreglaba el elevador para que pudiesen salir Sagitas junto a una muchacha pelirroja.


    Mientras ellas todavía estaban en el elevador, pudo escuchar cómo Sagitas mencionaba que la pelirroja trabajaría en el departamento, o así lo interpretó. Sería lindo tener una nueva compañera, así como Aysha, que pudo descubrir que podría ser muy encantadora. Xell también estaba dentro del departamento, no la había visto antes y suponía que había estado escondida o por el alboroto no se dio cuenta de su presencia.


    Era turno de ellos, entrar en el elevador y dirigirse al Atrio, porque después de todo fue una orden de la directora que el único jefe presente fuera junto a ella. Esperaba que mientras estuviesen dentro del elevador no se quedaran estancados. Llevaban un poco de prisa y, pensaba que a nadie le haría bien una demora. No entendía qué podía estar pasando en la mansión. Sería bueno preguntar más tarde para que le dieran más información.


    Escuchó cómo Perenela le contaba a su madre sobre que le haría feliz que a “no sabía quién” lo dejaran malherido. Era terrible. Debía haber ocurrido algo muy grave para que ella dijera semejante argumento, pero esos asuntos no eran de su incumbencia, aunque si se trataba de Nela, le preocupaba un poco. Luego se lo preguntaría. Los globos había chillado tras el llamado de Sagitas.


    ¿Los globos estarán bien? —preguntó girando su cabeza hacia ellos sin ni siquiera responderle a Matt. Le preocupaba mucho las criaturas parlantes, porque los quería mucho y la idea de que le pasara algo grave era muy trágica para Kirara. — ¿Qué pudo haber sucedido que gritan de esa manera? Pobrecillos… —comentó. Sagitas estaba dentro del departamento y al estar ella hay tenía por seguro que los globitos estarían bien.


    Luego de que Sagitas respondiera la pregunta de su hija, diciendo que ella llevaría dos pares de guantes por si uno se olvidaba. — Vamos, Pere —animó la castaña a la desmemorizadora para que caminaran juntas hasta ascensor.
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  24. Antes de que Matt respondiera, Perenela había llegado y se disculpó con el hermano por no sabía qué. Babila también estaba cerca comiendo bocadillos y sin conocer el peligro que podría estar sucediendo. Al menos se aliviaba que no se tratara de los globitos parlantes. Hace rato no escuchaba la voz de las criaturas y, suponía que ellos podrían estar escondidos en un lugar seguro, en el cual ningún extraño podría tocarlos.


    Matt informaba que había peligro en la mansión Rambaldi y, para comprobar los daños Heliké se había retirado. Sabía que la muchacha pronto volvería y haría informes para ir a revisar en el lugar. Sujetaba los guantes de piel de dragón en sus manos, ya que instantes atrás estaban en busca del colador de madera en la Habitación Blanca. Giró a su Perenela, quizás estaba, también, preocupada y por eso no le saludó. Kirara no creía que la joven estuviese enojada con ella.


    No iba a utilizar los guantes en ese momento, así que los guardó en sus bolsillos, de esa manera tampoco se perdería. Estaba un poco preocupada porque la desmemorizadora no le había mirado siquiera, ¿estaría enojada en serio? No recordaba haber hecho algo que estuviese mal. Quizás no le agradó el gusamoco y por eso ahora la evitaba. No comprendía cómo para algunas personas podría llegar a ser una mala mascota.


    La Rambaldi llegó con mucha prisa dirigiéndose a la oficina de Revensiones y, el jefe de Indebidos, por su parte se encaminó a la suya. Debía estar pasando algo muy grave, suponía. Sólo se quedaría allí, esperando que Matt le diera la orden de comenzar con la misión, sí es que necesitaban gente para que se encargara que la mansión no contuviera magia indebida.


    De pronto, escuchó como Heliké le gritaba a Babila, no era la forma de tratar a un querido secretario, pero no debía cuestionar sabiendo el estado en el que estaba Heliké. Después, no siguió escuchando nada más para no entrometerse, hasta que escuchó el elevador que indicaba la llegada de una persona nueva al departamento. No era el “asesino”, ya que este directamente entraría sin permiso.


    La recién llegada se trataba de la pelirroja, que normalmente se la encontraba en varios lugares. La joven era tía de Heliké y la llamaba Hayame. Babila le había recibido primero preguntando que hacia allí y ¿la norma estaba abajo? Había algo que la desconcertaba un poco. Era como si estuvieran hablando en códigos, en ese instante la Rambaldi le preguntaba sobre un clon en la mansión.


    Antes había escuchado la voz de la señorita Sagitas, pero no le había visto, era despistada Kirara en ocasiones; o tal vez había sido sólo su imaginación. Todos estaban locos, pensaba la castaña. Entre los murmullos, escuchó a la pelirroja hablar sobre cierta frase que le desconcertó mucho.


    ¡¿Servicio social para robar?! —Preguntó un poco alterada sin saber de lo que estaban hablando. Era terrible que en la comunidad mágica existiera semejante sistema.
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  25. Viendo a su jefe se dio cuenta que él estaba seguro que a Aysha no le había sucedido nada, hasta ahora. Esperaba que la joven se encontrara bien ya que comenzaba a querer a su nueva compañera de la oficina. El precioso lobo tampoco mostraba preocupación ante la situación, por eso suponía que no debía preocuparse por el tema. Volvió a mirar a Matt cuando hablo nuevamente informándole sobre el trabajo que realizarían antes de que la directora regresara.


    Al parecer estaba bien la lista de los objetos que estaban en la habitación Blanca, pero seguía preocupándole Aysha, ¿dónde se había metido? Sea lo que fuere, deseaba que estuviera bien. Existía la oportunidad que todavía estuviera en la habitación, se hubiera ido a su casa mientras ella no la veía o el “asesino de globos parlantes” la había secuestrado y debían pagar una cantidad específica de dinero para recuperarla. Babila no dejaría entrar a personas así al departamento, ni mucho menos la seguridad del ministerio lo dejarían pasar.


    Bien, Matt, busquemos los objetos que faltan —animó la castaña agarrando con sus dos manos la planilla que le daba su jefe. Debían buscar un colador de madera muggle y desgastado, que hacía que las manos se hicieran grasosas sin poder detenerlo. En las características no describía cómo detenerlo, pero comprendía la desesperación que debería tener la persona cuando de casualidad estuvieran en esa situación.


    Se estaba dirigiendo a la entrada de la habitación blanca hasta que escuchó la voz de Heliké. Estaba segura que encontró al “asesino de globos”, él era real, lo sabía muy bien ya que entraba en sus sueños como incógnito; quizás la Rambaldi lo había descubierto y llamó a Matt, el jefe de indebidos para que inspeccionara y vea si el sujeto tiene rastros de magia indebida. Estaba actuando de forma ridícula con ese pensamiento.


    Y lo más ridículo de todo era mantenerse parada en la oficina sin hacer nada, sumergida en el miedo de algo que no podía ser posible nunca. Matt y Fenrir habían ido al despacho de Babila tras el llamado de la Reventora. Habían pasado unos instantes, o la menos eso le parecía ella. Un patronus se formó delante de ella que le indicaba que en la mansión Rambaldi, la casa de Heliké, había un gran problema y requerían de su presencia.


    Debía ser algo muy grave, y ella creyendo lo del asesino de globos. En algunos aspectos debía madurar, pero incluyendo que era momentos de pánico podía pasar. Estaba pausada, pero recuperaba su conciencia de a poco. Fue en ese instante que se impulsó para salir de la oficina hasta el hall donde estaba su jefe y al parecer alguien ya había salido del departamento.


    ¿Qué sucede, Matt? —preguntó, a no mencionar la preocupación que tenía. Al no ver a Heliké supuso que fue ella la que tomó el elevador para salir.
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