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Sherlyn Stark

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Mensajes publicados por Sherlyn Stark

  1. Sería muy interesante conocer los artículos en venta porque había perdido el pergamino donde registraban todos los ingresos del mes. La última vez que había estado allí, no pudo resistirse a contemplar todos los fantásticos y diversos juguetes para cesar el aburrimiento de las mascotas, ni tampoco las delicias golosinas saludables que tenían para cada especie. Estaba muy satisfecha de que existiera un sitio así, donde todos podían mimar y pasar un bonito día con sus animalitos.
    Antes de escuchar la respuesta de la agradable chica que estaba en frente suyo, apareció un hombre quien se decía ser un nuevo empleado. No tenía idea si Helen sabía algo al respecto, tal vez si y no se lo había comentado, aunque hacía tiempo que no sabía nada sobre su amiguita. Estaba por responder y comentarle que ella era una de las encargadas, pero la otra propietaria apareció sorpresivamente. Curvó una leve sonrisa y se dedicó a mirar a la jovencita, cuya presencia era muy bonita y agradable.
    No hizo falta que transcurrieran muchos minutos para darse cuenta que la Evans se conocía con Fokker, tal vez eran hermanitos o eran casados, pero recordaba haber escuchado ese nombre en distintas ocasiones. Era posible que en otro momento se sacara la duda, ya que creía que aquel instante no era el indicado para realizar interrogaciones. Mientras su compañera hablaba con el recién llegado, Kirara sacó de su bolsillo un luminoso cartel sobre el Campamento que se organizaría dentro de “Moon River” que organizaban sus compañeros de la Orden del Fénix.
    — ¿Quién es Noyta? —se dispuso a preguntar con mucha curiosidad, atreviéndose a entrometerse en la conversación. Debía ponerse al día con los asuntos del local.

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  2. No solía tomar en cuenta la apariencia de las personas, pero sin dudas, la señorita que había estado detrás de la puerta le causaba una extraña sensación de inseguridad. Aquello no debía modificar, de hecho ni importar, a la hora en que debía actuar para una buena acción, y en éste caso era la obra de caridad para los huérfanos. Sin dudar, se mantuvo cerca de Leya y Bel, ya que fueron las que conocía un poco más y, además, la saludaron con mucha amabilidad y ternura. Solían agradarle muchísimo las personas de tales características, ya que se veían más confiables.


    De repente, iban llegando más personas al punto de encuentro y, por lo que había podido escuchar, algunos eran alumnos de la academia. Era imposible identificarlas, ya que su concentración se mantuvo atenta a la decoración y arquitectura del establecimiento. Sin embargo, cada uno de los detalles provocaba un gran malestar y, a medida que pasaba el tiempo, iban aumentando sus ganas de retirarse; pero todo valía para una buena causa.


    Escuchó la voz desconocida de una jovencita, la cual preguntaba sobre emparedados, lo cierto era que no los deseaba ya que eran para los niñitos, como las galletas que tenía ella dentro del canasto pequeño y de madera. Con la inspección de la decoración y demás, no hizo más que perder a su amiguita Leya. Volvió a la realidad en el momento en que escuchó un recipiente metálico caer y Adrianye exclamaba su nombre, ya que al parecer, no se había percatado que se encontraba lejos de la cocina.


    Las luces titilaron, lo que provocó que el escenario tornara un aspecto más terrorífico de lo que ya protagonizaba. La gente se comenzaba a conmocionarse e iban de un lado hacia otro. Había niños pequeñitos a sus alrededores, y no quería ni pensar cómo se sentían dadas las circunstancias. Le daba mucha pena también Hank, que gritó su nombre, y sentía curiosidad por saber cómo se lo había aprendido, porque en ningún momento se presentó, pero tal vez se debía al posterior llamado de Adri.


    Pensaba que lo indicado sería estar junto a ella chica, ya que podía tener mejores ideas para salir de esa situación o, al menos, retirar a todos de esa institución. Era una lástima que la noche fuera a terminar de una forma tan imprevista, no era lo que se había imaginado. — Pobre Jank puede estar en peligro —dijo a la bruja, con un tono donde se podía notar la preocupación de sus palabras.


    La puerta se abrió, dejando que entrara una bella y encantadora chica, e inmediatamente pudo descifrar su identidad. Se trataba de Athena, una de las líderes de la Orden del Fénix. Se alegró muchísimo de su presencia, ya que siempre resultaba ser muy bonita. No pudo evitar sonreír, pensando que después de todo era una broma proveniente de ellos y, próximamente, todos estarían felices comiendo pastel y alegrando a los niños. — Buenas noches, Athena —saludó alegremente a su amiguita. En el otro lado de la sala pudo escuchar otro sonido familiar que se trataba de Romina.


    Su felicidad se disolvió al transcurrir unos minutos y darse cuenta que todo seguía como siempre. Bel decía que nadie podía salir del lugar hasta que resolvieran el misterio, y luego mencionó a las chicas para que ayuden a las demás. Era verdad, algo muy extraño y escalofriante estaba sucediendo, pero no quería saberlo, ya que tenía mucho miedo. Llevó sus manos hasta su boca y, con suavidad, mordió la parte superior de su uña, manía que tenía cuando algo le causaba incomodidad. Por más que tuviera ganas de cerrar sus ojos y mantenerse apoyada contra la pared para no ver nada, se acercó hasta la puerta de una habitación que Leya y su respectiva prima habían derribado.


    — Eso es terrible —miró, sorprendida la escena del lugar, la parte donde había manchas de sangre, y fue suficiente para Kirara—, ya no quiero ver más, es demasiado —susurró, retrocediendo unos pasos y dejándose caer en uno de los sillones—. Quiero irme, por favor —dijo, y apoyó las palmas de sus manos sobre sus ojos para contener las lágrimas.
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  3. La neblina no era, para su gusto, el mejor fenómeno natural que existía, pero le gustaba la manera en la que transformaba el escenario, tornándolo misterioso y mágico. La niebla de a poco se disminuía, provocando que la figura de su compañero fuera aún más visible. Sin dejar de atender el duelo, miró a su alrededor, pudiendo verificar que el gran descampado, lugar donde se encontraban, no contenía ningún objeto de ninguna características, sólo el césped crecido y verde que pisaban. Ya no deseaba estar en un sitio tan escalofriante e incómodo como aquel, le encantaría ir a su hogar lo más pronto posible.


    De repente, sintió que su varita en vez de lanzar el rayo, Crece-uñas, para que su compañero perdiera la puntería, salió unas coloridas y bonitas flores. Clavó su mirada nuevamente en Elvis, mientras examinaba cada una de sus acciones. Sin embargo, podía determinar que se hallaba frente a un excelente duelista o, eso imaginó dado cómo él se defendió de los conjuros lanzados. En ese instante su mente estaba totalmente llena de preocupaciones, sin poder calmarse ni siquiera, al pensar que todo estaba bajo su control.


    Cuando por fin vio que sobre el cuerpo de su rival no quedaba ninguna cuerda más por el hechizo que desaparecía encantamientos, se preparó para su turno. Era interesante la idea de una cena dentro de algún fascinante y entretenido local en el Callejón Diagón, aunque veía aún más fascinante ganar ese duelo y que su compañero pagara. Dicho esto, pensó inmediatamente que no tenía que desconcentrarse, ya luego su única preocupación sería escoger el negocio donde se reunirían. Frunció el ceño, pensando que en esa situación nadie debía tener piedad por nadie, ya que después de todo, era un simple suelo.


    Suspiró, y a la vez, era más simple regenerar las energías necesarias para la próxima acción que realizaría. — Strellatus —conjuró de forma fuerte y clara, como si así pudiera invocar el regreso de la neblina; sin embargo, era imposible, sólo se la luz mágica se asemejaba con la diferencia de que podía provocar un gran daño a los ojos de su rival, y era debido al fuerte ardor. La extraña y difícil infección podía quitarle la visión si no se defendía a tiempo. Detestaba tener que lastimar a las personas, pero de aquella manera podía demostrar su habilidad de duelo, como bien consignaba la tarea.


    — Expelliarmus —pronunció, apuntando hacia su compañero, que estaba bajo el efecto del Strellatus, con la intención de desarmarlo, ya que el rojo y brillante rayo provocaba que la varita volara a unos cuatro metros de distancia desde donde él estaba ubicado. Era una de las tantas alternativas para desarmar a su oponente, y éste tendría que perder un turno para poder recuperarla, al menos si podía ya que, bajo el efecto anterior era bastante complicado.

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  4. http://i.imgur.com/gVL1Gmh.gif

    Reconocía que con la presencia de su jefe dentro del establecimiento, la situación podría moderarse un poco, o al menos ella sabría de qué manera actuar ante la situación, contando también que estaba al lado de una nueva empleada. No se percató que Hayame, quien estaba cerca de Heliké, le había sonreído de forma nerviosa y como si estuviese ocultando algo muy misterioso. Tal vez eran inútiles especulaciones que se hacía debido al mal olor que sentía al soltar su mano de su nariz. Era algo que odiaba de ella, ser tan sensible al percibir olores, ya sean agradables o grotescos, éste último describía perfectamente al ambiente de la clínica.
    Era bonito escuchar la voz de Amya, la cual preguntaba por Matt y le daba la bienvenida a la muchacha reciente. Al girar a un lado para verificar si Romina estaba junto a ella, frunció el ceño y, a la vez, sintió preocupación. Menos mal que le había dicho que se quedara cerca. El pánico iba aumentando, haciéndose cada vez más potente que su propio ser. Temía por que le pasara algo malo en donde sea que se destinó. Se detuvo y dejó que el resto de sus compañeros pasaran, lo mismo que, al parecer, había hecho Sean, o eso le pareció a la castaña. Lo había visto como un de caballerismo, y muchos decían que resultaba ser una persona de la que debían tener cuidado.
    Esperaba que su compañerita estuviera abajo. Desconocía el momento en que se retiró, y en ese momento tampoco veía Hayame. Le molestaba mucho la idea de que alguien las hubiera secuestrado para comérselas o venderlas en algún negocio ilegal y muggle, ya que en una sociedad mágica era imposible que alguien consiguiera créditos por tal acto. Retiró la mano de su nariz dejando su rostro en descubierto, lo que permitía oler el terrible olor que se sentía en el sitio.
    Antes de descender las escalaras, pudo percatarse que sus compañeras regresaban hacia donde estaba el resto de sus compañeros. Hablaban sobre un conjuro para gelatinizar los líquidos, aunque ella jamás había escuchado hablar sobre un tema similar—. ¿Dónde estaban? —indagó Kirara, sorprendida y, a la vez, seguía la preocupación—. Y, ¿cómo es eso de gelatinizar? —añadió teniendo curiosidad por el tema.
    — Espero que Matt no tarde en llegar —comentó y volvió a mirar, nuevamente, hacia el frente. Se olvidó por completo del fuerte olor, pero no tardó mucho en volver a percatarlo.
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  5. .::: Emma.

    Lo único que procuraba era salir con vida de ese establecimiento que parecían muy acogedor para las personas que se correspondían como miembros de la Orden del Fénix, o eso la suposición de la muggle. Necesitaba tener las fuerzas correspondientes para salir de ese sitio tan oprimido por la multitud de gente presente. Curvó sus labios, pensando que lo apropiado era esperar a que se fueran de a poco, antes que le agarrara otra vez ese ataque de desesperación, con lo cual soltaría mucha más información de lo acontecido.
    Hubiera preferido revelárselo sólo a Moíses, pero debido a ese ataque de pánico, no pudo más que soltar lo ocurrido a los huéspedes. De ninguna manera creía que John sería capaz de matar a Melody, era una ilógica hipótesis que sólo se les pasaba por su mente a desconocidos que trataban de juntar ideas para mandárselas a periódicos y conseguir algo de crédito por la noticia encontrada. No se atrevía mirar a nadie luego de la confesión tan intensa que había recitado frente a ellos, ni menos a Park. Se preguntaba si se habría decepcionado por lo escuchado, al menos era la verdad.
    Secó sus húmedas mejillas con la palma de su mano, mientras mantenía su mirada agachada para evitar las miradas. Por supuesto que no descansaría en un sitio tan comprometedor como lo era ese punto de encuentro o residencia de perteneciente de quien sabe qué. Estaba dispuesta a retirarse de ese sitio, y no dejaría que el otro hombre la acompañase a alguna de las habitaciones—. No, yo necesito salir de aquí —mencionó, teniendo la intención de empujar a quien se atreviera a desafiar esa decisión, aunque aún seguía con su cara en la misma posición.
    — Llévame a mi casa, Park —pidió la mujer, esta vez mirando con fijeza al rostro del mago—, te lo suplico por lo que más quieras —su cuerpo comenzó a temblar, y podía creer que este no se calmaría hasta encontrar alguna manera de hacerlo, la cual podría ser, estar en su respectivo hogar y no en una institución tan aterradora y desconocida, sin contar con las circunstancias que la desfavorecían por completo.
    Aquello era demasiado para ella, más al pensar que alguien había quedado vivo y podría contar cualquier detalle, pero sentía miedo porque desconocía cualquier intención y propósito que intentaría conseguir Doe. Dudaba que fuera directo a tomar venganza contra su persona o cualquier miembro del grupo bandistista de brujos. Existía la posibilidad que estuviese bajo un conjuro de esos, aunque ella sólo se basaba en las historias de brujas de la televisión al suponer.
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  6. .::: Emma.

    Lo que más le irritaba a Emma, era estar simpatizando con esa gentuza desconocida, según como ella los interpretaba. No deseaba tener ningún contacto con ellas, y sólo era por falta de interés, aunque en parte se estaba engañando a sí misma. El terror comenzó a apoderarse de la joven muggle, a medida que se iban haciendo frecuentes las insinuaciones sobre el responsable de la desaparición de John Doe. Odiaba con toda su vida la impotencia que le provocaba estar ahí, encerradas y sin nadie con interés de llevarla a su respectivo hogar, y con esto hacia una fuerte mención indirecta al hermano de la tan nombrada, Melody.
    Debido a la situación, sus pensamientos comenzaban a ser más odiosos de lo habitual, y hasta para ella misma. No lograba entenderse, ya que todos los nerviosos sólo provocaban que se bloquearan las ideas claras y, lógicas. Seguía parada allí, mientras que en su cabeza no dejaba de repetir acerca de seguir con la actuación que intentaba interpretar en esos instantes, desde que se encontró con Moíses en el local. Solía pensar que era muy buena para continuar con ese invento que ya no podía guardar más con ese secreto, pero no era su deseo terminar asesinada por ese grupo bandista, del que desconocía.
    Escuchó la voz de Catherine, o como se llamase, diciéndole que todos querían que se quedara, además que Moíses, al igual que ella, mostraba interés por lo que tenía para decir. Realmente, la preocupación de su ex-pareja le conmovía mucho, y tal vez esa resultó ser la gota que rebalsó el vaso. Necesitaba confesarle todo aunque sea a alguien, y esa persona sin dudas era Park, a pesar que estaba segura que jamás tendría la bondad suficiente para perdonarla semejante acto despiadado. Emma tragó saliva y retrocedió unos cuantos metros para poder ver con más claridad al hombre destrozado por la pérdida de su hermana, y detestaba verlo así. Todo iría a peor si seguía conteniendo esa verdad dentro de ella. Era una clave muy importante para descifrar lo que habían provocado esos llamados “mortífagos” a la joven pareja.
    — Moíses —pronunció en seco y mirando fijamente al brujo, sin responder ni una palabra de los comentarios que hacían, ya que estaba muy decidida por lo que haría—, necesito hablar contigo de algo muy importante —añadió y luego pasó su vista hacia su alrededor—. Prefiero que fuera a solas, ¿podrías? —indagó sintiéndose intimidada por la mirada de los demás, lo que era raro de ella porque solía actuar de forma extrovertida dependiendo de las circunstancias que solía vivir—. Mejor no.
    Sin esperar a la respuesta del hombre, se lanzó a llorar. Ya no podía seguir así, sin dudas, era demasiado soportar, y más si ahora se enteraba que estaba vivo. Tarde o temprano todo se soltaría, y se transformaría en una pesadilla—. Yo los mandé —dijo con voz firme, pero sin que el llanto impidiera que se cambiara—, yo fui quién les dio las indicaciones. Soy la responsable de todo —tragó saliva, deseando poder decir algún comentario más, aunque se le hizo imposible por la conmoción que sentía en ese instante. Sentía como las lágrimas humedecían sus mejillas cada vez más. Era una confesión demasiado importante, y sin embargo, decidió soltar allí mismo, para que todos la escucharan. Sólo suplicaría por su vida.
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  7. Durante aquel mes era muy casual que realizaran fiestas para celebrar el “mes del terror”, pero no se había imaginado que organizaran gestos caritativos, aprovechando la ocasión. A Kirara le parecía estupenda la idea de ayudar a los niños que habitaban en un orfanato, ya que de alguna manera se compadecía con el dolor que podían estar viviendo que, sin embargo, era muy similar al que ella sintió en su infancia. Aunque era incapaz de ayudarles a conseguir una familia, no le impedía en el momento de hacerlos felices, ya sea contándoles diversos cuentos infantiles o galletas con la temática del mes. Sólo esperaba que en la institución le dejaran pasar con los bocados.


    Dio el último vistazo a sus prendas, para comprobar si eran las indicadas. Lo único que podía pronosticar era que, siempre llevaría vestidos, sin importar en qué época del año se encontraban; éste se trataba de uno de sus tantos favoritos, de tela blanca con algunos detalles en un oscuro color, mientras que sus pies calzaban unos zapatos negros que se destacaban por su hebilla gris y metálica. No era muy importante cómo se vería, aunque para ella era mejor estar presentable frente a personas que ella no conocía, ya que le haría sentir mejor y más cómoda.


    Deslizó sus dedos sobre el translador, hasta llegar al punto donde lo podía tocar sólo con su pulgar, y allí fue el instante en que lo oprimió, dispuesta dirigirse al destino ya nombrado. En un abrir y cerrar de ojos, se encontró con un bello y establecimiento delante, el cual aumentaba su nivel de escalofriante estando sobre la lluvia. No le hacía recordar en nada al que había convivido, ya que éste presentaba una amplitud más asombrosa, típica de los hogares de demasiada antigüedad. A pesar que al verlo a simple vista le daba cierto escalofrió, no debía subestimarla en ningún sentido. Volvió a mirarla para no perder ningún detalle de la misma, y así buscaba alguna razón para admirarla. Sin dudas, se arrepentía de haber leído alguna historia acerca de la residencia, pero corrían rumores que sucesos aterradores transcurrieron en un tiempo atrás.


    Al bajar su vista y detenerla sobre la entrada, se encontró con sus compañeros de la Orden del Fénix. Sonrió al verlos, ya que le alegraba saber que no era la única interesada en hacer una buena acción. Entre ellos pudo distinguir a Bel que estaba junto a Leya, eran jovencitas muy agradables, que había sido tan afortunada de encontrarlas en algún momento de su vida. La bruja que estaba delante de todo hablando con la señorita, que suponía que era la autoridad del lugar, no la veía muy bien, pero pensaba que podría tratarse de Adryanie; también, una chica muy amable y bonita. No recordaba haber conocido a los demás presentes, pero el hecho de no llevar paraguas hizo que sus prioridades fueran otras.


    — Buenas tardes —saludó, esperando no haber interrumpido la conversación que mantenían con la mujer detrás de la puerta, que a su vez, aceptaba que el grupo pasara. Quizás, tantos meses trabajando contra la magia maligna dentro del departamento, le hizo tener un don para sentir que algo no iba como ellos querían. Pero, se preguntaba qué podía suceder si sólo tenían la intención de apoyar a los huérfanos. Podría tratarse de algún presentimiento que sentían los brujos el mes de octubre, pero era una suposición inútil.

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  8. No había querido verificar cómo estaba el suelo, pero sin embargo había tenido que hacerlo, debido a que Elvis desvió su Sectusempra echándole un Zancadillas y, a su vez éste provocó que, al terminar el efecto, ella cayera sentada sobre el suelo, frente a él. Aún seguía con la varita intacta en su mano. Había tenido suerte de caer en esa posición, ya que muy pocas veces se lograba, y así, podría seguir atacando a su oponente sin ningún tipo de inconvenientes por a esa primera acción del segundo turno de su compañero.


    Kirara desconocía el por qué él quería que se mantuviera enojada, por supuesto que no lo estaría, era un duelo y no quería que aquello se impusiera en la amistad, aunque su pensamiento cambió repentinamente cuando el brujo silencio su próximo ataque. No le quedaba tiempo para pararse, así que buscaría alguna manera para actuar lo más rápido posible en aquellas circunstancias. Agradecía que aun su ropa quedara bonita y sin ninguna transformación extraña que pudiesen realizarle, aunque no era una de sus prendas favoritas, y al ser una tela liviana no serviría de mucho.


    «Crece-uñas» pensó claramente la bruja, apuntando su varita contra la figura visible de Elvis, al cual inmediatamente, se le crecerían las uñas debido al rayo de ella, y bajo ese conjuro él perdería la puntería durante dos turnos, y, tampoco podría sostener la varita durante el segundo turno, sino se defendía a tiempo. Era una lástima que aquello significara el final del duelo, ya que tenía ganas de más. Al menos, estaba adquiriendo experiencia estando allí frente al brujo, y no se arrepentiría de haber asistido. Hubiera sido una lástima no haber esperado a que apareciera. Quizás, ese pensamiento hizo que dejara de estar molesta, de todas formas, no era de ella el rencor.


    Incárcerusexclamó próximamente, sin dejar de estar sobre el suelo y apuntando a Elvis. La invocación hacia que de la varita salieran tres gruesas y potentes cuerdas, éstas de forma inmediata se ataron bien a las zonas que ella había mandado, las cuales fueron: las dos manos, que quedarían bien apretadas contra la cintura, para que él no pudiera sostener bien su respectiva varita y, así también evitaría que pudiera lanzar un próximo hechizo; la otra iría directo a la boca y, así impedía que el rival realizara el mínimo sonido de su habla; y por último, se dirigirá a los tobillos, haciendo que perdiera equilibrio y cayera al suelo.

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  9. Desconocía cuando había sido el momento en que las tutorías se habían convertido tan misteriosas, y lo señalaba sólo porque en la carta de encuentro no detallaban la ubicación del encuentro de duelo. Con aquel espacio en blanco podía echar diversas suposiciones con respecto al tiempo meteorológico que pronosticaban en cuya zona desconocida. Dobló el pergamino y acarició el translador con las puntas de sus dedos, sintiendo el frío metal con el que se había diseñado. La textura era muy diferente al vestido que llevaba en esa ocasión, la cual estaba hecha con una tela suave de seda fría. Le encantaba utilizar esa clase de vestimentas, y era una lástima que no pudiera lucirlas más porque se acercaban los climas fríos. Era un vestido celeste, largo y sin ningún detalle encima. Su cabello lo dejaba suelto y, por otra parte, sus pies quedaron descalzos.


    Sin volver a pensar sobre su destino, cerró sus ojos y con su pulgar apretó con suavidad el centro del translador para dirigirse al lugar predeterminado. Se apenaba de no comentarle a Blondie hacia dónde se dirigía, pero podía pensar que la elfina estaba muy ocupada atendiendo a sus mascotitas tan amadas, y también, por no haberle dado instrucciones de que decir si alguien iba al castillo y preguntaba por ella. No tardaría en regresar, a menos que el mago con el que se enfrentase tuviera más suerte y experiencia que ella.


    Al llegar, sintió que una corriente de aire muy frío chocaba contra su cuerpo. Estaba completamente desorientada, más porque no tenía noción del tiempo por no llevar reloj. Trataba de restarle importancia, porque de todas formas, creía que no iba a pasar ni cinco minutos estando en ese oscuro y tenebroso sitio. En su mente aparecían escenas de una merienda con amigas o jugando con las distintas criaturas que criaba, pero, por otra parte, no dejaba de imaginarse que aparecía un asesino serial y la atacaba desprevenida para luego vender sus órganos a una organización ilegal y absurda. Curvó sus labios, preocupada.


    A pesar de la niebla, a lo lejos, se podían exhibir luces de tres hogares pequeños y bellos. Al retirar la vista de allí, miró sus pies para verificar si no estaba pisando algún objeto comprometedor, pero sólo se veía una cortina de color blanco en vez de sus pies. Aquello le daba más que terror, por lo que su corazón comenzó latir mil veces por segundos y sin parar. Sujetó su brazo izquierdo con su mano contraria, apretándola tan fuerte hasta sentir un poco de dolor. Por suerte, la neblina se estaba dispersando de a poco, de lo contrario, estaría pensando una manera de retirarse de aquel escenario tan terrorífico del que le había tocado estar, sin importar que desaprobara la prueba.


    De esa forma podía ver algunas características que presentaba la zona desalojada donde la superficie era suelo con pastos cortos y distintos tamaños de piedras que podía utilizar como defensa ante cualquier intervención. Seguro esa lógica le había hecho calmar un poco sus nervios y, sentirse más protegida para derrotar a cualquier enemigo. Lo único que deseaba era que, sus profesores tuvieran piedad ante ella y no le tocara con ninguna personita querida, ya que de ser así, le costaría hacerle daño a ésta.


    Una voz detrás de ella le impidió que tuviera tiempo para admirar cada una de las estrellas que eran testigo aquella noche. Inhaló profundamente con la intención de tranquilizar sus nervios, lo que luego se arrepintió porque esto provocó que su garganta quedara casi congelada, y por ultimo exhaló. Sin embargo, en ese momento sólo necesitaba aire caliente. Podría imaginarse la forma en que se mimaría cuando llegara a su respectivo hogar, y tal vez, intentaría ser más precavida a la hora de vestirse.


    Las pacificas palabras del hombre llegaron hasta ella, y pronto notó como estas se le hacían muy conocidas, como si ya las había escuchado antes, era Elvis, un compañero de la Orden del Fénix. Prefería reservar sus cuerdas vocales para lanzar los hechizos, además que no tuvo tiempo de decir nada por el rayo atacante. Ella no dudo en protegerse, y mientras apuntaba su varita a la figura del mago a unos diez metros de ella, exclamó: Protegode repente, un escudo de color azul salió de su varita y se posicionó en frente, formando un escudo que podía protegerla.


    Sectusempraconjuró, señalando con su varita al pecho de Elvis. El rayo provocaría que en la piel del contrincante se abrieran diversos tamaños de grietas, las cuales, a medida que se abrían, producirían fuertes hemorragias tanto internas como externas. Sí el rival no lo detenía a tiempo podría quedar inconsciente o muerto, según en qué momento se curaba—. Buenas noches —saludó amablemente.
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    Le emocionaba la idea de pensar que Romina sería compañera de Hayame y ella. Tenía muy buenos pensamientos para un futuro, y creía la joven se divertiría muchísimo en esa planta. Seguía tapando su nariz para que ninguna partícula extraña ingresara a su interior y le provocara la muerte, o algún síntoma que terminara siendo fatal. Hubiera sido más bonito explicarle de qué iba al trabajo estando en el departamento, tomando un té y tranquilas, pero sería en otra ocasión.
    — Mantente cerca de mí, Romina —pidió. En esos momentos estaba viviendo lo que era la responsabilidad ante una persona, ya que si le pasaba algo a la nueva muchacha caería toda la culpa en ella. Recordó que no debían hablar, por lo tanto, volvió a tapar su nariz y su boca para seguir ascendiendo por las escaleras. No aguantaba estar con su nariz tapada por mucho tiempo, así que cada tanto, por unas milésimas de segundos, separaba sus dedos para respirar un poco. A medida que avanzaban, el olor se iba haciendo más frecuente y poderoso.
    Por un instante, pensó en tomar el brazo de la aprendiz y llevarla hasta el Hall para esperar a Matt, aunque no serviría de nada, ya que ella podía mantener la situación controlada, o eso era lo que creía. Además, estaban delante de la jefa de desmorizadores y, al creer eso, se tranquilizó un poco, y siguió mirando hacia el frente. Desconocía por completo cuál era la sala donde cayeron las pociones. Optó por no preguntar cuánto faltaba, porque correría el riesgo de ser afectada por la mezcla de olores.
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  11. Como era de imaginarse, para Cye tampoco se trataba de una simple broma, y pudo comprobarlo observando la manera en que cambiaban los gestos de su cara a medida que Hayame relataba lo sucedido. Estaba claro que para nadie era una buena noticia, y no creía que podía tratarse de la amenaza sobre los galeones dentro del mundo mágico, que había leído en un artícu.lo del periódico “El Profeta”. No quería añadir nada, ya que no completó de leerlo hasta el final, ¿se trataría de una simple broma? Sólo pensaba que faltaba mucho para el día de los inocentes.


    Le desagradaba la idea de reportar a la directora de la séptima planta, porque no se lo merecía a menos que tuviese que ver con la problemática de la que, en cierta parte, se sentía responsable ella también, aunque no tenía razón alguna. Se compadecía con la forma en la que la pelirroja estaba actuando, Sagitas la regañaría mucho, demasiado, por el dinero del departamento y, por eso, quizás necesitaba contención, a pesar que seguro al estar al lado de su respectiva cuñada se le pasaría.


    Escuchó a Cye llamar a la recepcionista para que llevara una bolsa con el dinero de las boletas, y devolvérselo todo a ellas. Era una buena idea, pero pensaban que tendrían que resolver el tema más a fondo y saber quién estaba detrás de todo eso. Con la forma de actuar de la Lockhart les quedaba en claro que ella era inocente—. ¿Has visto la portada del “El Profeta”? —preguntó la castaña, haciendo referencia a los galeones que solían desaparecer en esos tiempo—. No recuerdo muy bien pero su título habla sobre la desaparición de monedas —explicó. Deseaba que eso pudiese ayudar a las dos brujas. Sin embargo, había sido un gran riesgo sacar ese tema del que no estaba muy segura.

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    No podía imaginar cómo Romina no conocía a los globitos Parlanchines, aunque creía que cuando los viera personalmente quedaría tan fascinada como ella. Aquel asunto le hizo olvidar por completo lo que imaginaba segundos atrás acerca del asesino de animalitos que corría en la sociedad mágica. Solía tener una excelente memoria pero ese tema prefería callarlo y actuar como si nunca lo había nombrado en su vida. Quizás, si mantenía en secreto las acusaciones podría resolverlo más rápido.
    Se giró hacia Xell quién estaba detrás de ella. Tenía millones de preguntas que hacerle a la rubia sobre su visita a Wonderland, pero le fue imposible iniciar una, ya que en ese instante llegó Hayame preguntando sobre el jefe Matt. Era de la mala educación no saludar. Frunció el ceño. Estaría unos minutos enojada con la pelirroja por pasar de largo de todos los presentes, y no darle la bienvenida a la nueva trabajadora de la oficina. Al instante también llegó Heliké, la cual saludó diciendo que se alegraba de verlos. Por lo que recordaba, no le había hablado nada bonito a ella. No deseaba ser rencorosa, pero ciertos puntos no podía dejarlos pasar.
    Pensaba en resignarse y dejarlo pasar, hasta que sintió la fulminante mirada que le dedicaba Sean, quien decía que Perenela no era su novia. Era una lástima que no lo fuera, ya que hacían una bonita pareja y pronto se casarían, o al menos la castaña no dejaba de imaginarlos en su cabeza. Quizás, utilizaría un vestido turquesa, ya que el bordo le era muy fuerte y no le gustaba para una boda. Volvió a despertar al darse cuenta que no había saludado a Heliké—. Buenos días —aunque ya se la había cruzado ese día y no resultó muy bonito su trato. Era mejor dejarlo pasar.
    Se percató que sus compañeras estaban conjurando el hechizo «Casco Burbuja», y optó por hacer lo mismo para protegerse de cualquier magia oscura o peligrosa que pudiese ocurrir en ese lugar donde las pócimas invadían. Escuchó a alguien decir que el piso se estaba deteriorando, por lo tanto tenían que tener mucho cuidado al pisar por aquella zona. Los minutos transcurrían a un paso muy rápido, por lo tanto no se había dado cuenta que sus demás compañeros ya habían tomado rumbo hacia las escaleras—. Romina, por favor, espérame —pidió, recordando que estaba a cargo de ella mientras Matt no estaba.
    Llegó justo en el momento en que Hayame decía que se tapen la nariz por los efectos que podían tener las pociones—. Tápate la nariz, Romi, además que esto causa un olor tremendo —advirtió repitiendo lo mismo que su compañera, e hizo ella también lo mismo—. No hables, Haya, que puedes hacerte daño —añadió, dándose cuenta que para sí misma también iba la recomendación. Aun no le había contado a la chica nueva acerca de los guantes de piel de dragón, y no tardaría en hacerlo.
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  13. Se comprendía el nerviosismo que podía estar tratando su compañera por el asunto de los galeones, y por eso no tenía problemas en hablar por ella y contarle todo lo sucedido a Cye. Miró hacia ambas chicas, mientras sentía las manos de la pelirroja apoyadas sobre sus hombros; sin dudas, estaba bajo mucha presión y no le salía ninguna palabra de su boca, y era algo que lamentaba muchísimo, porque de verdad, deseaba ayudar a la Indebida. Al menos ya sabía el nombre de la castaña, pero no era lo sufriente para entablar una confianza y hablar de lo sucedido. Además que tampoco sabía cómo comenzar.


    Agradecía la intención que había tenido la directora de ese departamento en ese instante, donde las invitaban a pasar a una sala más privada. Sin embargo, se había dado cuenta que se trataba de un tema delicado, que debían hablar con más seriedad. Observó a su amiguita para ver cómo reaccionaba ante el tema, aunque por su cuenta veía bien el hecho de retirarse de allí. Al menos se sentía complacida de acompañar a la chica en una situación comprometedora e importante, pero aún no sabía de qué manera afectaba al departamento y sus funcionarios.


    Se acomodó sobre el asiento al lado de la pelirroja, sólo esperaba que la tranquilidad hiciera soltar todo lo que debía decir. La observó casi aterrada cuando soltó lo sucedido. Cuando Sagitas se enterara le cortaría la cabeza, y Kirara no quería ser cómplice, aunque sabía que ante cualquier solución alternativa que se le cruzara por la cabeza, le ayudaría. Suspiró un poco nerviosa. Tal vez Cye podía solucionar todo con un chasquido de dedos, contando que era la responsable de que cierto misterio sucediera.


    Cualquiera pensaría que la Lockhart no tenía nada que ver en el tema, o era muy difícil imaginar que lo había realizado a propósito. Definitivamente, esperaba con todas sus fuerzas que el asunto se solucionase, sino muchas mascotitas de sus compañeros se quedarían sin comida, ¿y los animalitos del circo? No quería ni pensarlo—. ¿Hay alguna manera de solucionar el tema? —preguntó con un tono de preocupación a causa de pensar en todo lo trágico.
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  14. Intentó separar su mano de la de Hayame, pero resultaba imposible, ya que ésta necesitaba su ayuda en ese momento desesperante. Kirara esperaba que la chica no viera como regaño lo que estaba haciendo por ella, porque era lo contrario, sólo una muestra de acompañamiento como empleadas de la misma oficina. Siguió el pasillo hasta encontrar las puertas en la ubicación correspondiente, y miró a la pelirroja para verificar si estaba allí.


    Antes de responder la propuesta de ella acerca de hablar con la directora Cye sobre el problema con el estadio y los galeones, se vio empujada hacia la puerta para ya entrar. Hubiera preferido unos minutos afuera para tranquilizar un poquito más a la Indebida, pero confiaba que se comportaría ante una figura tan respetable como lo era la rubia. Al entrar, vio a una chica junto a Cye, ésta no la había visto nunca en su vida, aunque al percibir su presencia podía pensar que era una persona de confianza, o tal vez como hablaba con una persona conocida creía así.


    — Buenos días —saludó, mirando hacia las dos brujas—, mi nombre es Kirara, y trabajo en el mismo departamento de Hayame —mencionó de forma carismática la desconocida, esperando su presentación. Escuchó como la pelirroja le reclamaba a la directora para manifestar molestias que había tenido, pero hasta allí Kirara se resignó a decirle que se tranquilizara.
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  15. No se percató de las miradas de reojo de parte de su compañera, ya que se mantuvo observando los movimientos de la recepcionista, la cual se mostraba muy simpática a pesar del tono con el que habló Hayame instantes atrás. Se arrepentía de no haberse presentado por su cuenta, pero la pelirroja habló por las dos, aunque en ningún momento supo cómo se llamaba la encargada de la recepción. Al menos a Kirara le gustaba conocer los nombres de las personas porque le daban mucha curiosidad y, por otra parte más seguridad tener esa información.


    No deseaba volver a pedir a la Indebida que se mantenga tranquila, ya que ella lo sabía muy bien, tal vez cuando salieran de ese departamento le manifestara sus molestias. Escuchó con mucha atención la explicación que sabía entender, peor no quedaba claro por qué metía a Sagitas y a sus compañeros de departamento en todo aquello. Esperó a que la desconocida diera una afirmación para confirmar que su querida ex-profesora y jefa se hallaba en el departamento—. Ya, calma, por favor, Haya —le dijo despacio al sentir que la chica hablaba con un tono muy bajo y casi tenebroso cerca de su oído—, me estás asustando —añadió, y paso seguido se sentó para esperar a que la recepcionista llamara a Cye.


    Al menos tenían la suerte de encontrar a la directora en las inmediaciones. — Vamos, Hayame —tomó de la mano a su compañerita para que se condujeran hasta el lugar indicado, la primera puerta del pasillo izquierdo—, sólo mantente tranquila por lo que más quieras —seguía pidiendo la castaña antes de llegar al sitio donde se encontraba la Lockhart—. Cye es una persona muy amable y no merece gritos —dijo, esperando que la Potter Black supiera comprender, aunque seguro ella ya sabía sobre su cuñada.

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  16. ¡Hey! Lamento muchísimo la tardanza, en realidad no sabía si podía mandar mi tarea, u.u pero como ahora vine a leer todo lo puesto por acá, y vi que Helen lo mandó y que aún no lanzaron las correcciones, voy a aprovechar. Espero que no vuelva a pasar porque no me gusta atrasarme, y hasta ahora me está gustando mucho la clase. *-* ¡Besitos!


    Hechizos de la Orden del Fénix. – Legionario.


    Strellatus: es un hechizo efecto y verbal, el cual produce una luz mágica producida por la energía del atacante, que hará que el rival quede con un ardor intenso en sus ojos. Dentro del rango del que hablamos, no es muy útil la utilización, debido a que sólo dura una acción y afecta a un enemigo, nada más; aunque, al ser efecto puede servir para algún truco de intercalación.


    Floreus: al igual que el anterior, es efecto y verbal. Su utilización provoca que de la varita del oponente salgan flores en vez del próximo y primer hechizo de la siguiente acción, esto va siempre y cuando no se trate de un episkey, al ser así éste se anularía; o alguno que no necesite varita, en éste caso se trasladaría a la siguiente acción, y si también se trata de algún hechizo con las mismas características, se anularía


    Proyección Mágica: es efecto y no verbal, hay que resaltar que se utiliza sin varita. Es fundamental la concentración del mago, para despertar el poder, hacia un objeto, ya sea muy pequeño o del tamaño tan grande como un auto, éste debe de estar, al menos, a una distancia de siete metros. Su material también tiene un papel muy importante, ya que de éste depende la resistencia. Los objetos pequeños se desvían a cualquier dirección.


    Hechizos de la Marca Tenebrosa. – Tempestad.


    Forricum: es verbal, y se trata de una invocación. El hechizo se basa en invocar una muralla sólida, de cualquier dimensión o material, aunque sólo los Ángeles Caídos pueden ser crearlas de Piel de Dragón. Es imposible que sea de un círculo totalmente cerrado. Éste dura tres turnos y sólo resiste tres hechizos sea cual fuera el material.


    Absorvere: es un efecto verbal, que provoca que un hueso, o conjunto de éstos, del rival, se rompan violentamente. No puede afectar la columna vertical o el cráneo. Generalmente, se utiliza para romper la muñeca del adversario, y así éste pierde su puntería. Al estar afectado, se requiere curarse con un episkey, o con dos si el asunto se pone mucho peor de lo que estaba.


    Vitae: es un hechizo efecto y verbal, éste animaliza algún objeto inanimado, puede ser una planta o piedra. También, se utiliza en diferentes objetos, pero éstos deben ser pequeños. Dura tres turnos, y puede detenerse lanzando Strellatus para inmovilizarlo, o destruirlo con dos rayos.

  17. Sentía mucha pena por el comportamiento que mantenía su compañerita, ella no era así o, al menos jamás se la había imaginado en esa situación. La joven tenía un carácter muy fuerte, y eso no lo dudaba; de todas maneras, ¿quién no salía reaccionar de una manera similar cuando se encontraba en un estado de mucha desesperación? Aun no se arrepentía de haber tirado un osito de peluche para proteger a su gusamoco, aunque consideraba que en ese sentido debía cambiar, porque no estaba bien visto actuar sin antes pensarlo dos veces.


    La armonía que se podía sentir en esa planta no era lo suficiente para calmar los nervios de la vampiresa. Sentía mucha impotencia por no poder ayudarla, pero imaginaba que haberle acompañado hasta allí servía de algo, al menos para que la joven supiera que había alguien que la respaldara. Veía un poquito injusto lo que sucedía con los galeones de la muchacha, porque probablemente lo iba a utilizar para comprar algo bonito a ella o alguna persona especial. Su cartera era linda, aunque, como había supuesto, no tenía nada adentro, ni siquiera la identificación o la insignia, y no fue por algún intento de robo, ya que allí no sucedían ese tipo de cosas.


    — Buenos días —saludó alegremente a la secretaria con la cual estaba tratando Hayame para pedirle la presencia de la directora de ese departamento—. Por favor, Haya, no le hables así —susurró la empleada de indebidos a su compañera para que bajara el volumen de su voz. Ya estaba empezando a hablar de una manera agresiva, de tal manera que comenzaba a asustarle un poquito. Sin embargo, no hizo falta decir nada más para que su compañera disminuyera éste.
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  18. Era agradable la idea de acompañar a Hayame al departamento de Juegos y Deportes Mágicos, en el cual Cye era directora. El recorrido le haría conocer un poquito mejor a su compañera de oficina, tomando en cuenta que hacía meses que había ingresado pero tuvieron una escasa conversación desde su llegada, y Kirara sabía que detrás de ella se hallaba una persona de la cual podría brotar una excelente amistad. Quizás, la invitaría a tomar un té en el castillo Atkins para conocerse más y, le presentaría a todas sus mascotas.


    Aún no había quedado en claro lo que había sucedido dentro del departamento la ocasión pasada, aunque dudaba que fuese ella quien maltrata a los globitos parlantes tan amados. En ese instante lo preocupante era el problema con las monedas que había tenido Hayame en el estadio del que la Lockhart era responsable, y esperaba que se solucione lo más pronto posible y que hubiera sido sólo un simple error de cuentas. La muchacha estaba muy nerviosa por lo ocurrido, y no sabía el grado de importancia que tenía éste sobre ella.


    — Tranquila, Hayame —comentó la castaña, y cuando el elevador abrió sus puertas para que la dejaran pasar a ambas, caminó unos metros y se detuvo a admirar el bonito establecimiento—, te creo incapaz de realizarle tal acto de homicidio —comentó, mientras seguía mirando el interior del lugar, era tan pacífico y adorable que le hubiera gustado visitarlo en otras circunstancias. Al menos verían a Cye, y la saludaría, ya que hacía semanas que no sabía nada de la directora y matriarca.


    — ¿Qué traes en el bolso? —indagó, al darse cuenta que este llamaba notablemente la atención por estar casi vacio, o tal vez lo llevaba porque esperaba que le diesen algo como regalo, ¿sería una sorpresa?
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  19. ¡Hola! ^^ Felicidades por la familia, Haya. :3 Bien, viendo que estoy aburrida y con ganas de rolear pero sin ningún tipo de inspiración, empecé a revisar el foro y me encontré con esto. *-* Por supuesto que me encantaría ser parte de esta familia, como amiga si se me permite o, de lo contrario voy a ir a molestar igual, u.u y compulsear con mi pelirroja favorita, Hayame, será genial. o/ ¿Y, me aceptás igual con plumitas? :c En fin, estoy media seca, así que espero llenar las líneas correspondientes para que no suban la advertencia. xD ¡Besitos! ^^

  20. Hacía días que no visitaba su pequeño local dentro del Callejón Diagón, lo que era completamente una irresponsabilidad, ya que había muchísimas mascotas que necesitaban de la atención del personal del establecimiento. Su trabajo en el ambiente ministerial y el bandista le dejaba poco tiempo para ocuparse con la veterinaria que llevaba a cargo junto a su compañera Helen, a la cual no la veía desde su desaparición por la campanilla. Sabía que Blondie le guardaba mucho aprecio, y por eso creía que la habrían encontrado a la muchacha.


    Suspiró y luego abrió la puerta. Esperaba que los empleados lograran mantener todo el negocio de pie, como intentaba que estuviera cada vez que estaba presente en el sitio. Al llegar se encontró con una joven que buscaba una veterinaria, quizás la pobre empleada estaba bajo presión de mucho trabajo. Siempre había considerado contratar más profesionales para ocasiones críticas.


    — Buenos días, señorita —saludó alegremente a la cliente—, lamento mucho la demora —se disculpó, deseando que ella no haya estado esperando mucho tiempo—, ¿en qué la puedo ayudar? —preguntó, y observó a su alrededor para verificar si todo estaba en orden, al parecer sí. Era muy extraño que su Blondie no merodeara por esos lugares como solía hacer, ¿estaría muy ocupada con el asunto de la campanilla? Por un lado sentía mucha culpa por no poder ayudar.


    — Tenemos muchos artículos en venta, ¿desea verlos? —indagó, desando que la respuesta fuese alternativa, aunque se arrepentía no haber esperado su respuesta por andar despistada.
  21. ~ Emma.

    A medida que transcurrían los extensos minutos, su cabello con largos y brillosos bucles iba perdiendo ondulación a causa del sudor que le producía nerviosismo. Ella sentía una gran preocupación y temor en su interior, y no podía ocultarlo por más que apartara su mirada hacia otra dirección. Pensaba que quizás, si no hubiera tosido justo en una situación inoportuna, en ese instante no estaría percatándose que había captado la atención de la mayoría de las personas, por eso optó por sentarse de forma adecuada y esperar algún dato que fuera útil a su noción.
    Observó a los ojos a Moíses, y algo en ese brillo luminoso le hizo creer que estaba bajo protección; siempre había sido tan captador para ella, pero ese efecto duró sólo unos segundos. No sentía que fuera un sitio seguro, ni menos si se lo reafirmaba su ex-marido; sin embargo, era más que peligroso para ella, aun conociendo bien el comportamiento de los magos dentro de ambas sociedades. Algunos no tenían ni el mínimo de piedad cuando estaba en frente de una persona sin magia, o “muggles”, como los hacían llamar, y esa postura no le gustaba para nada, ni menos, precisamente en ese momento que caía en culpa.
    El calor de su cuerpo no paraba de hacerse visible, tanto en sus manos que temblaban y su rostro, donde sus mejillas comenzaban a tornarse de un tono rojizo, el cual no podía controlar por más aire que inhalara y exhalara. Tenía mucho que agradecer a la bendita persona que tocó la puerta, ya que creía que eso la libraría del compromiso del que se había metido. Muchos rostros desconocidos entraban y saludaban, tanto a la desconocida, Catherine, como a Moíses, y algunos mostraban una actitud desconcertado frente al llamado de la primera que agradecía las visitas. Se preguntaba si sería esa la casa de la mujer.
    Comprendía muy bien que tarde o temprano conocerían la verdad, y no necesariamente saldría de sus labios. Debía encontrar alguna manera de salir del establecimiento rápidamente. Por último, llegó otra persona del grupo de “los que querían saber de qué iba el tema”. Presentía que todos los presentes eran magos, y tendría que cuidarse de las consecuencias que posiblemente, en un futuro sucederían. «John Doe, vivo» la noticia la dejó helada, como una roca que la exponían en baja temperatura. “Necesitaba retirarse”.
    Se puso de pie, dejando de pensar en la impresión que pensaba que las personas de su alrededor tendrían. — Tengo que irme, Moíses —susurró—, necesito salir de aquí —creía que él era el único, al menos conocido, que podría sacarla de ese lugar. Seguía pensando que no fue buena idea aceptar la invitación al negocio sabiendo por las circunstancias en la que se encontraban.
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    — ¡Qué olor tan terrible! —mencionó. Sin embargo, el aroma del contenido de las pociones con el antiséptico natural de la clínica, no hacían una buena combinación en el ambiente. Desconocía cómo sus compañeros no lo había percatado antes. Intuía que ellos aún no confirmaban la situación, ya que al ser así, no estarían parados en la recepción, a no ser que llegaran pocos minutos antes que ella o esperaban a los jefes.
    Sonrió al escuchar las palabras de Romina, segura que la joven había tenido que dar su discurso de presentación muchas veces en el día—. Así es, y nuestro jefe de oficina se llama Matt Blackner —contó, recordando las palabras dichas por él y Sagitas antes que bajara al Atrio—, ¿ya lo conoces? —suponía que no, pero no descartaba que pudieran haber tenido un trato lejos del ámbito laboral—. Él no tardará en llegar con la directora —dijo, sin dar más información.
    — Permítanme —pidió al resto de los empleados—. Ven Romina —llamó, agarrando suavemente el brazo de su nueva compañera y llevándola hasta un lateral—. El departamento es un sitio muy bonito y agradable, sólo que tienes que tener mucho cuidado con quien tratas —le susurró para que nadie más que ella escuchara; sin embargo, estaba insinuando sobre el asesino de Globos Parlantes y el joven que ella sospechaba que podría ser ese personaje—, porque puede venir una persona malévola, cuya identidad desconoces, secuestrarte y, ¡vender tus órganos! —este último comentario garantizaba que se hubiese escuchado sin voluntad de que lo sucediera—, además de llevarte a todas tus mascotas y hacer cosas malas con ellas —añadió bajando un poco su voz y haciendo una pausa.
    Dio un vistazo para ver al resto de sus compañeros sin dejar de esperar la respuesta de la chica para esperarla con atención, y después regresó a ella—. No es mi intención asustarte, para nada, sólo advierto que tienes que resistirte cuando alguien te saca del departamento sin esperar tu consentimiento siquiera —prosiguió un poco ofendida de lo que ocurrido, al ser ella quién quería explicarle todo el funcionamiento del departamento—, más si es alguien desconocido y con aspecto peligroso —no tenía intenciones de seguir hablando del tema, ya que pensaba que ella sabía comportarse—. Tenemos ocho Globitos Parlantes y otras mascotitas en nuestro trabajo, estoy segura que te encantarán —fue en ese instante en que recordó lo que pasaba en el establecimiento—. Los conocerás cuando solucionemos el problema de la clínica, por supuesto —luego de lo dicho, le invitó a volver con el resto.

    PD: Creo que exageré un poquito. u.u'(?)
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    Fue menos incomodo tener que pasear por un lugar mágico con la túnica, ya que no llamaba la atención, hasta se podría decir que lo disfrutaba. Solía ser agradable observar a las distintas personas que paseaban por el Callejón Diagón para comprar diversos objetos que necesitaban o, simplemente, una tarde rodeada de gente querida. Sin embargo, no siempre todo era como ella quería, las personas, al vivir ocupadas en sus respectivos mundos, tenían mucha prisa, provocando choques a causa de la irreflexión.
    Se alegró al ver la puerta de cristal de la "Clínica Santos Mangos", no sólo porque le parecía maravillosa, sino que a través de esta se podían distinguir las figuras de sus compañeros de departamento hablando con la recepcionista. Suponía que todos estarían en una crisis de nervios por lo que aparentemente sucedía con las opciones. Repentinamente su rostro cambió a gestos de preocupación al recordar la problemática. No lograba concentrarse para obtener una idea para cesar lo que las pociones causaban.
    — ¡Buenos días! —saludó a Romina y, saludaría a la recepcionista pero se fue segundos antes de que ella llegara. Pudo distinguir un tono distinto en el rostro de la Vladimir y, no creía que fuese porque alguien la amenazaran. Era bonito ver que Sean también participara en apoyo a la clínica, aunque se preguntarían si los preparativos de la boda estaban listos—. ¿Cómo está Perenela, Sean? —preguntó la castaña, suponiendo que él sabría—, ¿ya viven juntos?—añadió, creyendo que sería una linda noticia que aquello sucediera.
    — Dime que ese será el traje que utilizarás en la boda —mencionó, refiriéndose a la vestimenta que el joven llevaba. Al rato se percató que aún no se había presentado a la nueva aprendiz del departamento. Se giró hacia la chica—. Lo siento mucho. Mi nombre es Kirara y trabajo en la Oficina de Uso Indebido de la Magia —se presentó e de inmediato, su rostro se tornó de un color rosa, producto por la incomodidad y a que estaba interactuando con una persona que recién conocía.
    Dio un vistazo a su alrededor para distraerse de la escena—. ¿Ya confirmaron lo sucedido?
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    Apreciaba el ambiente del Atrio, tan hermoso y especial como siempre solía ver los sitios que adoraba; sin embargo, se respiraba aire de preocupación y seriedad debido al trabajo que los brujos solían dedicar dentro del Ministerio de la Magia. Una de las cosas que no le gustaban era el cuidador de varitas, y sentía miedo cada vez que le tocaba repasar la de ella, ya que últimamente utilizaba mucho el hechizo de Sectusempra para defender a sus amigos, nadie se imaginaria que hechizos más fuertes que aguamenti podía haber en su respectivo registro, al menos estaba sola.
    Se adelantó rápidamente, escabulléndose entre todo el mar de gente que se situaba en su camino, y llegó hasta la fuente, donde no evitó en observar con mucha determinación el agua contenida. Era preciosa, o al menos así lo creía ella. Últimamente todo le parecía bonito, no lo negaba, y no se trataba de un problema ya que debían admirar cualquier detalle de su alrededor, o tal vez, así eran los pensamientos de la castaña.
    Cuando trascendieron los instantes de “apreciación” a la naturaleza, se dedicó a examinar su alrededor en busca de algún rostro conocido, a pesar que aún no había visto a la nueva aprendiz, Romina. Seguro se trataba de una jovencita bonita e inocente, con muchas ganas de comenzar un emprendimiento que cambiaría su vida. No pensaba que el trabajo pudiera hacer que le sucedieran cositas mágicas, pero podría comprarse lo que desee, como una lechuza o cualquier mascotita. Al no encontrar lo que deseaba, se había apresurado para retirarse del ministerio, y dirigirse al Caldero Chorreante.
    ~ Salida.
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  25. Introdujo su mano sobre el bolsillo de su túnica, con la intención de encontrar algún galeón dorado para la fuente, pero no lo encontró. Curvó sus labios, preocupada, ya que instantes atrás estaba segura que llevaba algunos. Dirigió una mirada hacia Matt para preguntarle su opinión sobre la utilización de la fuente, teniendo la esperanza de que él diera su vista buena sobre el tema, pero antes llegó el aviso de Sagitas, la cual decía sobre visitar uno de los departamentos. Creía que se trataba sobre asuntos internos, y podía serlo, quién decía que no.


    Lamentaba que la jefa de Revenciones no la acompañara, solía ser una buena compañía en la hora de los trabajos ministeriales, aunque comprendía que la mujer estuviese frustrada porque Xell no ingresó como funcionaria—. Por supuesto, me encargaré de que Romina este lo más cómoda posible —comentó segura de lo que decía—, lejos de malas personas —añadió. La Vladimir, como ex-funcionaria, haría un excelente trabajo cuidándola de cualquier ser maleante que pudiera camuflarse con facilidad, o eso creía la castaña.


    — Emm… los estaré esperando en la clínica —se despidió cuando se detuvieron en una planta del ministerio. No era bonito viajar sola sea donde fuera, pero al menos ya conocía qué camino tomar para llegar directamente al negocio. Tendría mucha prisa, ya que los pobres pacientes del hospital no podían esperar más por encontrarse en un peligro terrible a causa de las pociones.

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