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Gomita Haughton Westrong

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Mensajes publicados por Gomita Haughton Westrong

  1. Sexta planta

    Rol 1. Esperando atención >.<


    —¿Hola? —pregunté casi sin aliento cuando aparecí en la sala de la planta seis.

    Me senté en una de las sillas abrazándome a mí misma. Todo el cuerpo me dolía y apenas pude mantenerme de pie el tiempo suficiente como para dirigirme hacia ella. Sabía que no perdería el sentido, pero el dolor que experimentaba no me dejaba descansar, así que pedí interiormente que pronto llegaran a ayudarme. Acababa de salir de Nurmengard y no me encontraba en las mejores condiciones.

    Mi ropa desgarrada y sucia, mi cabello despeinado y mis brazos, piernas y rostro con moretones y arañazos producto del trato que había sufrido cuando me capturaron. Eso sin contar los hechizos que había recibido antes, durante la batalla para proteger a uno de los miembros de la orden. En ese momento ignoraba que nuestra decisión había logrado frutos, ya que el chico había logrado irse...

    —"Canta mi ángel... canta para mí..."

    Y esperé...
  2. Seguí mirando hacia la puerta mientras me pasaban algunas ideas por la cabeza, luego me removí un poco para tratar de aflojar un poco las cuerdas y doblé las rodillas. Quería irme a casa para descansar pero sabía que no podría hacerlo durante un tiempo, y eso sería cuando me rescataran o yo lograse escapar. Obviamente no había ocurrido ni lo uno ni lo otro, y la razón seguramente se debía a que me habían depositado en la celda más alejada de la prisión.

    Mientras pensaba que no había un alma dentro de la torre, me di cuenta de que se escuchaban algunos ecos en el interior de la celda y giré mi cabeza hacia allá. Parpadeé un par de veces y miré con curiosidad en una esquina y me sorprendí al ver a un pequeño ratoncito en su interior, el cual rascaba la parte baja de la pared en su intento vano de abrir un hoyo ¿Desde cuándo estaría dentro de la celda? No tenía ni la menor idea...

    —Ratoncito ratoncito... —murmuré, pero de mis labios no salió ningún sonido y me asusté.

    En ese momento un extraño hechizo provocó que me desvaneciera y pronto no quedaba ni el menor rastro de mí dentro de las celdas, con excepción de las cuerdas que me ataban, las cuales cayeron flojas al suelo. Por fin era momento de ir directo a San Mungo y a continuar con mi vida de siempre.
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  3. Nada había cambiado en el interior de las celdas de Nurmengard, el silencio que me rodeaba era lo único que me acompañaba ese día, además de las cuerdas con las que se habían decidido a atarme para que no me escapara. Las puertas se encontraban cerradas y yo sentada, me apoyaba de espaldas contra uno de los muros mirando hacia la salida. Podía moverme un poco, pero no tenía ánimo de nada, ni siquiera de intentar llegar a la entrada para buscar a mis compañeros. Era evidente que me sentía verdaderamente cansada y con justa razón.

    Ya había olvidado el tiempo que había pasado dentro de la cárcel, si fueron días, semanas... o simplemente unas cuantas horas. No era capaz de recordar nada. Simplemente pasaba por mi mente la última batalla, o los pocos fragmentos de recuerdos que quedaban de ella mientras cerraba los ojos. Era una suerte el no escuchar las voces de absolutamente nadie... era extraña la sensación que me dominaba, ya que a diferencia de otras ocasiones en las que solía hacer una que otra travesura, ese día simplemente tenía ganas de estar en paz.
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  4. Todo fue demasiado rápido al menos para mí que me encontraba muerta. Hacía varios días que me habían dejado en la celda sin preocuparse por revivirme y realmente no le encontraba sentido ¿De qué servía que me encerraran entonces? No parecía que desearan ninguna clase de información, tal vez solamente necesitaban ver las celdas llenas, así los presos fuesen fenixianos o no...

    En el estado en el que me encontraba jamás me di cuenta de que Etoile y Oliver habían entrado para verme, así que no me di cuenta cuando los hechizos de curación hicieron lo suyo sobre mí. Ellos habían terminado reviviéndome y luego salieron de la celda para cerrarla muy bien y evitar que escapara. Cuando desperté, pude darme cuenta de que no solamente me encontraba tras las rejas, sino también perfectamente atada y suspiré.
  5. Las cosas se estaban poniendo muy tensas, jamás imaginé que un duelo a muerte me tocaría llevarlo a cabo precisamente contr una de mis mejores amigas. Aquello no me gustaba nada pero tenía que continuar si deseaba salir con vida de aquello, así que cuando levanté mi varita para hacer el morphos y lo quise comer, me di cuenta de que no apareció nada y la roca seguía estando como la encontré. Ante esto resoplé.

    —¿Cómo quieres que me calme? —le dije casi gritando —y nada de pizzas, que si me muero o te mueres no podremos ir a comerlas... a menos claro que nos volvamos zombies. Lo cual es poco probable.

    Y en ese momento recordé al ínferi en el que me había transformado Patrick alguna vez, suceso que lamentablemente no me había permitido comer su cerebro ese día. Aunque... ahora que lo pensaba mejor había sido mi salvación, capaz de que terminaría con indigestión por comerme esa cosa ¿En qué tonterías estaba pensando? De pronto me di cuenta de que el efecto del veneno estaba haciendo estragos en mi mente y tenía que detenerlo.

    —Morphos — volví a apuntar a la roca que estaba frente a mí.

    Momentos después estiré la mano y me la comí cuando se volvió un bezoar. Ahora seguramente sí estaría curada y podría seguir con el duelo contra Paú. Ella aún me apuntaba y me di cuenta de que pronunciaba algo que no alcancé a escuchar muy bien, así que antes de que éste hiciera efecto (o al menos eso esperaba), decidí lanzarle otra cosa. Lo único que quería era terminar con aquello así que le apunté.

    —"Disparo de flechas" —pensé dirigiendo mi varita a Paú.

    En ese momento se materializarían una docena de flechas que se separarían unas de otras con dirección a la fenixiana. Si todo salía bien, aquellas herirían de gravedad a la chica y terminaría por sacarla de combate.
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  6. Me sentía cansada, froté mis ojos para despejarme un poco cuando me di cuenta de las ramas que habían crecido y que pronto volverían a su tamaño original. Cuando estuve a punto de curarme, me di cuenta de que Paú había transformado mi blusa en una rana que me había inyectado su veneno en las últimas heridas antes de sanar, así que tenía que curarme rápido si no quería morir envenenada.

    —No te preocupes... —mencioné en voz baja —pero prepárate.

    Me sentía muy tensa, mi corazón latía tan rápido que sentía que el pecho me dolía pero aún así tenía que continuar. Las hojas de las algas habían bajado así que podía ver tranquilamente a través de éstas y al anfibio que me había dejado su veneno. Sin pensar demasiado en éste, al momento de que mis heridas se curaron, perseguí al animal y lo pisé con fuerza para no darle opción a escapar.

    —¡Te odio! —le grité a la rana aplastada —¡Sí claro, cuánto amor! —mencioné luego a Paú —pues aquí te mando un poco del mío.

    Ahora era perfectamente capaz de mirar a Paú, por lo que tenía que pensar en algo rápido para sacarla de combate. Aún le quedaba la cuerda en sus pies pero tenía sus manos libres, y no se me ocurría qué podría hacerle para lograrlo. Yo aún tenía que curarme, pero decidí que primero le enviaría otra cosa así que le apunté.

    Morphosmencioné al mirar un trozo de tronco que se encontraba a cinco metros de ella —muérdela en el cuello.

    De inmediato, aquél se transformó en un tigre de tamaño mediano que de inmediato se abalanzaría contra ella para sacarla del juego. Las heridas que le provocaría el animal serían de tal gravedad, que tendría que curarse de inmediato, mientras tanto yo tendría un poco de ventaja para curarme, así que caminé tres metros a mi derecha rápidamente y apunté a una pequeña roca que cabía en mi mano.

    Morphosmencioné y de inmediato ésta se transformaría en un bezoar que tragaría rápidamente para curarme del envenenamiento. Luego de eso, volví al lugar en el que se encontraba mi blusa libre del morphos y me la volví a poner. Lucía un poco extraña pero no pensaba terminar el duelo a medio vestir, así que...
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  7. Noté a Paú un poco diferente. De no conocerla bien creería que en verdad tenía la intención de matarme, sin embargo por lo que me dijo parecía que se lamentaba de no haberlo logrado. Fue por eso que me propuse no permitírselo ¿Acaso el ambiente en ese lugar modificaba nuestras actitudes? Al parecer sí, ya que Paú intentaba matarme para ganar, y yo aunque en un inicio intentaba salir corriendo de ese lugar, ahora tenía la intención de no dejarme. Fue por eso que me había decidido defender.

    —No me voy a dejar —mencioné intentando sonar lo más convincentemente posible —tú tampoco.

    Se había llegado la hora a la que tanto le había tenido miedo. Mientras ella me miraba y se dirigía hacia mí, yo permanecí sin bajar la guardia y fue entonces cuando me apuntó con su varita para lanzarme un rayo. Éste fue claramente una maldición que yo conocía muy bien, ya que muchas veces la había utilizado contra miembros de la marca tenebrosa. Fue extraño ver que en vez de defenderse de las cuerdas que le enviara, Paú me lanzara un sectumsempra del que me tenía que curar. Así levanté la varita para apuntarme a mí misma.

    "Episkey"pensé adolorida —¿Cómo quieres que me relaje? —le dije casi gritando mientras le miraba entrecerrando mis ojos —relájate tú.

    Las múltiples heridas sangrantes que me enviara mi compañera y amiga se comenzaron a cerrar y sentí bastante alivio cuando dejó de doler. Ahora solamente necesitaba volver a curarme y estaría bien, por lo que una vez más me apunté para volver a realizar el hechizo de curación.

    "Episkey"volví a pensar nuevamente.

    Suspiré aliviada cuando me di cuenta de que las últimas heridas de la maldición habían desaparecido y yo me encontraba en las condiciones para volver a darle pelea, así que me erguí nuevamente y traté de ver a mi oponente. Mi reacción fue de verdadera sorpresa al darme cuenta que las hojas de las algas habían crecido con una rapidez increíble, lo cual no había notado en mi afán de curarme. Ahora las mismas medían mucho más que yo por lo que no me era posible distinguir a Paú entre ellas. Necesitaba buscarla o de lo contrario podría atacarme sin que me diese cuenta siquiera.

    —"Dónde estará?" —me pregunté mientras intentaba separar las que se encontraban más cerca de mí.
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  8. Aún me quedaba mucho por dar, el torneo no había terminado pero ya habían pasado las primeras eliminatorias y por lo mismo, algunos eliminados y de pronto me sorprendió bastante que yo todavía me encontrara aquí. Si bien era sabido que me suponía el doble del esfuerzo que a los demás, sabía perfectamente que me había propuesto dar una buena batalla. Ahora que me encontraba más tranquila, supe que los duelos continuarían al notar hacia donde nos dirigían para los mismos. Al ver el lugar, me extrañé bastante por la falta de agua que había debido a que nos encontrábamos en Atlantis.

    —Oh vaya... —mencioné en voz baja a medida que caminaba hacia la enorme burbuja de aire a la que nos había dirigido el anciano —tengo hambre —dije de pronto y miré a mi alrededor.

    Y de pronto recordé mis acostumbradas papas fritas, las cuales no había probado desde que salía de Grimmauld Place en compañía de Eli, de Paú y de Marijo siguiendo las instrucciones para llegar a la ciudad sumergida, dentro de la cual me encontraba ahora dentro de una enorme burbuja. A medida que iba caminando, miré al suelo y pude ver una amplia extensión de tierra cubierta por pasto y sonreí al evocar la imagen del jardín de la mansión. En realidad la extrañaba un poco, pero no tanto como para volver todavía, debido a que aquí me encontraba con mis amigos.

    —"Qué raro..." —pensé al notar de pronto que entre el pasto que yo miraba se encontraban hojas de color rojo —¡Son algas!

    Nuevamente miré a mi alrededor cuando quedé sola. Aún llevaba mi pantalón de mezclilla y mi blusa entallada a mi cuerpo junto con el par de botas industriales que había calzado para mayor comodidad. Mi cabello continuaba atado en una colita alta para que no me estorbara la visión mientras continuaba caminando con la varita en la mano. Tarareé bajo, de pronto había olvidado el motivo por el que me encontraba ahí, así que me sentí bastante relajada. Fue en ese momento que escuché una voz y me di cuenta de lo que me esperaba.

    —Protego —mencioné al momento de ver el rayo que se acercaba a mí.

    Inmediatamente se creó una especie de escudo que me defendería del sectumsempra y así sucedió. El rayo fue absorbido de inmediato por éste y descubrí que sin querer, me había colocado relativamente cerca de mi oponente. Fue por eso que decidí retroceder un par de metros hasta quedar a una distancia de ocho en total y, dándome cuenta que no había ninguna cosa cerca de mí. O al menos eso pensé, ya que algunas rocas, trozos de tronco y demás, se encontraban a cuatro metros alejados de mí a mi derecha e izquierda. No me encontraba tranquila ya, pero mi estado empeoró al ver a mi adversario.

    —¡Paú! —grité de pronto cuando me di cuenta de que se trataba de mi amiga —¡Casi me matas!

    Le dije un poco pálida. Respiré hondo sin bajar la varita y luego le apunté.

    —Incárcerus —pronuncié claramente.

    De imediato, tres gruesas cuerdas salieron de mi varita y se separaron en dirección a Paú. Una de ellas ataría su boca para impedir que pudiese lanzar hechizos verbales, una más en sus antebrazos a la altura de sus muñecas para atarlas a cada lado de su cuerpo y la última iba dirigida a sus tobillos, para hacerla caer si perdía el equilibrio. Si impactaban éstas, Paú sería incapaz de lanzarme hechizos que requiriesen puntería y sería muy difícil desaparecerlas en grupo, ya que se encontraban lo suficientemente separadas unas de otras.
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  9. Era el momento de pasar por la casa que seguía, me había atrasado un poco por lo que caminé lo más rápido que pude con la mochila a la espalda, esperaba que no fuese tan tarde todavía. Mi falda ondeaba con el movimiento de mis pasos, mientras que yo me ajustaba un poco el abrigo que llevaba puesto junto con una bufanda de color azul. En aquella ocasión había decidido llevar un par de largas botas negras de piso, así no tendría problemas con el frío y estaría más cómoda. Mientras caminaba por el patio de la Academia, me di cuenta de lo solitaria que lucía y suspiré.

    —¿Y ahora qué? —me pregunté mirando a la estatua de piedra, a la cual se me había indicado acercarme.

    No había recibido otra explicación, así que mientras caminaba de un lado a otro observando detenidamente la cabeza de un dragón con la boca abierta, inspiré hondo deseando salir pronto de mi duda. Fue en ese momento que noté que del interior de la garganta de aquella cabeza de piedra se encontraba apagada. Según había entendido siempre ardía una flama extraña pero en esta ocasión no se veía luz alguna. Fue entonces que me preocupé pensando que en efecto, había llegado demasiado tarde y suspiré decepcionada.

    —En el resto de las casas se entraba con villancicos como contraseña... ¿Será que funcionará así?

    En ese momento deseé tener aquél celular muggle para enviar un mensaje a Lisa para preguntar si ella estaba enterada de algo, pero, al recordar que ni sabía su número siquiera, me reí en voz baja. Fue en ese entonces que sentí algo que me frotaba una de mis pantorrillas y al mirar abajo, noté con mucha sorpresa que se trataba de mi pequeño hurón blanco. Éste seguramente había estado tras de mí todo el tiempo, pero debido a mi prisa y la preocupación que llevaba ese día, no le había prestado la más mínima atención.

    —De acuerdo va... —mencioné mientras tomaba al huroncito en mis brazos y comencé.

    Qué verdes son,


    qué verdes son
    las hojas del abeto

    Qué verdes son,
    qué verdes son
    las hojas del abeto.

    En Navidad
    qué hermoso está
    con su brillar
    de luces mil.

    Qué verdes son,
    qué verdes son
    las hojas del abeto.

    Qué verdes son,
    qué verdes son
    las hojas del abeto.

    Qué verdes son,
    qué verdes son
    las hojas del abeto.

    Sus ramas siempre
    airosas son,
    su aroma es
    encantador.

    Qué verdes son,
    qué verdes son
    las hojas del abeto.




    Y luego continué...

    De la Casa de los Tritones venimos


    a ustedes saludar en Navidad,
    compartir con ustedes en estos días
    y contagiar felicidad.



    En ese momento noté con sorpresa cómo se encendía la llama de la boca del dragón. La toqué.

    —¡Ay Merlín!

    Desaparecí. Al aparecer de nuevo me cubrí la boca con una mano al sentir un poco de mareo y me di cuenta de que me encontraba nada más y nada menos que frente a la puerta de la casa de los Dragones. Aquello me llenaba de emoción, ya que jamás había pisado una casa diferente a la de los Tritones desde que era estudiante. Fue muy lindo encontrar el cartel dando la bienvenida y sonreí caminando hacia la entrada. Una vez que atravesé la puerta, me alegró ver la decoración que armonizaba perfectamente para estas fechas navideñas.

    —Vaya... hola —mencioné entre impresionada y nerviosa con la mochila aún a mi espalda —¿Llegué muy tarde? —pregunté mientras abrazaba al pequeño huroncito todavía.

  10. http://i.imgur.com/7cTKb.png

     

    Las cosas parecían complicarse cada vez más, el agua continuaba colándose por esa abertura que tenía el cristal que nos separaba de aquellas toneladas y toneladas de agua. No está de más decir que el pánico estaba a punto de invadirme de no ser porque el movimiento de los chicos me hizo reaccionar. Yo no sabía nadar, pero había ido a una clase con mi hermano y había aprendido a flotar un poco, así que estaba segura de que serviría. Después de aparecer una cubeta con la varita y de impermeabilizar mis zapatos, me coloqué esta en el cinturón de mi falda larga.

     

    —Oh... hola Gerard, bienvenido a la casa de agua... como podrás ver... —dije intentando ponerle un poco de gracia al mirar aquello de forma literal.

     

    Definitivamente hacíamos honor a nuestro nombre. Aquello era un estanque en el que se habían colado algunos pececitos y hasta una pequeña alga había cruzado su hoja a través de la ranura. De no haber sido porque nos encontrábamos en un grave problema, aquello me habría divertido bastante. Me encontraba tan distraída tratando de sacar el agua que no noté el tiempo que pasó y la llegada de las jefas de casa de los dragones junto con una alumna. Aquello me desconcertó, seguramente se habría pedido ayuda, la que había pedido Lisa pero no le hice caso por haberme desconectado así.

     

    —Qué ironía... jefa de la casa de agua y tener pavor a ésta en grandes cantidades... —murmuré para mí —como hoy... hola Leah, Gale —divertida, mencioné éste nombre recordando cierta escena vivida en San Mungo con el enfermero al que arrojó por la ventana —como verán, hoy no es un día normal...

     

    Definitivamente me encontraba más distraída, ya que para ese momento ellas habían terminado por arreglar el problema casi totalmente, mientras que yo caminaba haciendo leves olas por el agua que ya había dejado de subir. Vaya día... pero pronto se sabría quién era el responsable de ésto... mientras tanto...

     

    —¡El arbolito! —grité mientras corría hacia él y lo subía a uno de los asientos cercanos y desconecté las luces. De suerte el enchufe no había sido tocado por el agua.

  11. Hola a todos, me paso acá luego de mucho tiempo para pedir mi baja como guardiana, inicialmente cuando me inscribí pensé que tendría tiempo para cubrir los posteos que se necesitaban para no ser expulsada. Ahora me doy cuenta de que no me alcanza porque tengo mucho trabajo que hacer en otros lados, y realmente no quiero estar solamente de adorno por aquí. Les pido una disculpa y muchas gracias por aceptarme cuando lo pedí.

     

    Hasta luego, que tengan un buen día.

  12. http://i1192.photobucket.com/albums/aa323/Vicky__1996/Untitled-2.png

     

    Las siete jefas y Ethan, junto con los Directores, observaban a los estudiantes compartiendo entre ellos. Unir a las Cuatro Casas en el Gran Salón para realizar aquella Cena Navideña, había sido acertada.

     

    Desvincularse de lo Académico y pasarlo bien, no era algo de todos los días, y era por eso que se habían empeñado en llevar ello a cabo. Lo que no sabían los estudiantes, o más que nada, no sospechaban, era que aquella Cena tenía sus sorpresas con sus merecidos regalos.

     

    Yo observé alzando una ceja. No me gustaba mucho tocar la copa con la cucharilla a modo de campanilla para llamar la atención, como bien se lo estaban indicando que lo hiciera, así que simplemente me puse de pie y se erguí en toda mi altura y con mentón en alto. Ese día me encontraba totalmente abrigada para soportar el clima frío del lugar, así que acomodé un poco mi negro y ondulado cabello negro que se atoraba un poco con la bufanda que llevaba alrededor de mi cuello.

     

    Mis ojos cafés observaron a cada uno de los alumnos, a la vez que éstos me observaban a mí. Sólo había bastado con que se me ocurriera ponerme de pie para llamar la atención de todos ellos.

     

    Bien... es hora de entretenernos.―dije con una amplia sonrisa cargada de calidez ―como bien sabrán, los muérdagos son infaltables en Navidad

     

    Les sonreí divertida:

     

    Bueno, la misión de ustedes es buscar Muérdagos y traerlos aquí. Como verán, a nuestra ambientación le falta aquel apreciado adorno. Así que deberán ir a buscarlos por la Academia y traerlos aquí. También, entre todos podemos seguir ambientando el Gran Salón para hacerlo más acogedor. Así que Feliz Navidad... y que lo disfruten.

     

    Luego volví a tomar asiento.

     

     

    ~*~

     

    Bien chicos!! Con este rol, comienza el Juego "El Muérdago de la Suerte", para conocer las reglas pasen por aquí.

     

    Mucha suerte a todos!! +.+

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  13. http://i.imgur.com/XUMh3.jpg

     

    Caminé rápidamente por los pasillos de la Academia de Magia con dirección a la casa de los Tritones. La caja de cartón que llevaba con mis manos, emitía sonidos de cosas moviéndose en su interior de forma apenas perceptible para mi oído. Continué caminando con el paquete mientras que mi mochila aún se encontraba colgada a mi espalda, mientras que a mi alrededor, tanto profesores como estudiantes y jefes de casa iban y venían en su ajetreo diario para posteriormente perderse entre los pasillos. No tardé mucho tiempo cuando di con el lugar, se encontraba relativamente cerca, así que aminoré la velocidad de mi paso y suspiré.

     

    Era la primera vez que me tocaría iniciar un festejo como éste y quería que saliera muy bien. Era extraño para mí, pero tomando en cuenta la fecha y las ilusiones que podría despertar en los alumnos de la casa de los tritones decidí cumplir aquél gusto que no era para nada fuera de lugar. Era una de las jefas de casa además, así que podía con esto. Me encontraba a pocos metros de la entrada, en la que vi al enorme tritón con su tridente y sonreí al recordar la primera vez que había caído en ese lugar. Luego de decir la contraseña, ésta me permitió el paso y continué mi camino sin soltar la caja con los objetos que llevaba. Recorrí el largo pasillo y una vez frente a la entrada, apoyé la caja de cartón en mi muslo derecho y con mi mano libre, abrí la misma para entrar por fin a la sala común.

     

    Eran los primeros días el último mes. Mes cuyos días año tras año, me arrancaban un sinnúmero de recuerdos que me provocaban cierta sensación de nostalgia. Suspiré mientras continuaba y cerraba la puerta de la sala luego de haber ingresado a ella, luego recorrí la sala hasta que llegué a uno de los sillones. Un momento de descanso fue suficiente para tener la energía para seguir con mi labor, y fue en ese momento que me puse de pie al ver con asombro aquél árbol navideño que se encontraba en uno de los extremos de la sala, esperando a ser adornado por las múltiples cosas que había llevado para tal fin.

     

    — Navidad, Navidad... — tarareé en voz baja mientras terminaba de adornar el árbol.

     

     

    Debido a que muchos de los alumnos habrían de pasar ese día en compañía de su familia, los alumnos que quedarían en sus respectivas casas serían muy pocos, pero lo agradable sería el hecho de que podrían acudir a la sala común todos los chicos independientemente de la casa a la cual pertenecieran. Aquello era una excelente idea para que se conociesen e hicieran amistad, cosa que de haberme encontrado estudiando en esas fechas, lo habría disfrutado mucho a pesar de mi timidez. Ahora las cosas eran distintas, pero aún me sentía como aquella chica ingenua que una vez llegara al mundo de la magia para quedarse.

     

    ~ * ~

     

    Una vez que la sala estuvo arreglada, yo me alejé un poco para ordenar algunas cosas que llevaba conmigo, cuando de pronto escuché un gran alboroto dentro de la misma, así que decidí regresar. Dentro de la misma, Lisa y Agus se encontraban vueltas locas y yo no comprendía por qué, simplemente escuchaba la voz de mi compañera de casa dando órdenes a la chica para que le ayudase con algo. Como aquello realmente me pareció muy extraño, tomé mi varita y caminé rápidamente hacia ellas para ayudar en lo que pudiese y, ahí frente a mí, pude ver el cristal roto en una de las paredes y me cubrí la boca con mi mano libre para ahogar un grito de sorpresa.

     

    ― Por Merlín...

     

    Y comencé a moverme junto con las chicas para ayudarles a solucionar el problema. Aquello me molestaba mucho, la broma no era nada graciosa y lo peor es que echaría a perder todo lo que había planeado para ese día... ¿Qué era lo que les pasaba? Total, si no les gustaba la Navidad, que no se presentaran a la celebración y ya, pero… ¿Esto?

  14. Las cosas estaban saliendo perfectamente, salvo algunos inconvenientes con algunos arreglos para la cena, podría decir que todo había salido de acuerdo a los planes. El espíritu de la Navidad ya se podía sentir desde días atrás y tanto profesores, como alumnos y jefes de casa, harían todo lo que estuviese en sus manos para tener la más bonita de las navidades. Mientras caminaba de aquí a allá mezclándome entre los elfos y personas que ya se encontraban presentes, tenía en mente que en efecto, todo estaría perfecto para la cena.

    — Navidad, Navidad... — tarareé en voz baja mientras terminaba de revisar muy bien la mesa en la que los alumnos se sentarían a disfrutar de la noche.

    Debido a que muchos de los alumnos habrían de pasar ese día en compañía de su familia, el personal de la Academia había decidido que una mesa sería suficiente para alojar a todos los chicos independientemente de la casa a la cual pertenecieran. Aquello era una excelente idea para que se conociesen e hicieran amistad, cosa que de haberme encontrado estudiando en esas fechas, lo habría disfrutado mucho a pesar de mi timidez. Ahora las cosas eran distintas, pero aún me sentía como aquella chica ingenua que una vez llegara al mundo de la magia para quedarse.

    — Oye ¿Qué llevas ahí? — le pregunté a un elfo que pasaba a toda prisa con una caja — oh... vaya... — dije asombrada cuando éste se acercó y me mostró su contenido.

    Eran una serie de adornos luminosos, muy parecidos a las esferas que los muggles solían poner en sus árboles navideños, con la diferencia que éstas ya encendían y apagaban deforma individual. Tampoco tenían necesidad de estar conectadas con cables y emitían una musiquita muy agradable, canciones navideñas que me sacaron una sonrisa del rostro. Cuando el elfo continuó su camino, yo suspiré mientras me acomodaba el grueso abrigo y la bufanda que llevaba ese día sobre mi ropa: una blusa de tejido de manga larga y una falda amplia y larga, la cual complementaba con un par de botas para soportar el frío.

    — Pasen chicos, bienvenidos, pueden sentarse donde gusten — mencioné cuando los alumnos de la casa de los tritones comenzaron a llegar.

    El resto de los alumnos también se encontraban ahí, junto con sus respectivas jefas de casa y yo sonreí feliz. Me acomodé un poco mi cabello, el cual llevaba suelto sostenido con una diadema solamente mientras dejaba la caja que yo misma llevaba en mis manos. Luego la tomé y me dirigí a uno de los doce árboles que adornaban el Gran Salón y la dejé al pie del mismo. Una vez más miré a mi alrededor y suspiré repitiéndome a mí misma que aquella noche sería especial, y que nada podría salir mal...
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  15. Mi cabello se movía muy lentamente con el agitar del agua, ya que el movimiento leve que realizaba no era suficiente para alborotarlo por completo. Bajo el agua, al igual que habría ocurrido en el fondo de una alberca, éste podía verse mucho más negro y suave que estando en la superficie, pero yo no era capaz de verlo en ese momento al poner atención al frente, ya que era el lugar en el que se encontraba la fenixiana con la cual estaba llevando a cabo ese duelo. Un duelo en una ciudad sumergida en el fondo del océano.

    Estaba a punto de lanzar un hechizo cuando ella se me había adelantado con otro que me desagradó. Mi blusa había sido transformada en un escorpión que me terminó por picar para inyectarme su veneno, así que tenía que curarme del mismo luego de deshacerme del animal. Luego de sentir la picadura, me sacudí con mi varita hasta hacer caer al insecto y lo pisé con fuerza con la intención de no dejar el más mínimo rastro de él. Luego miré las piedrecitas que tenía a un par de metros y me dirigí hacia ellas para tomar una.

    ― Morphos.

    Mencioné apuntando muy bien a la piedra, la cual no tardó en transformarse en un pequeño bezoar que me comí de inmediato para que el efecto del envenenamiento cesara. Fue una suerte que del veneno solamente sentí un leve ardor, pero nada de qué preocuparse, ya que había actuado con rapidez para curarme. Ese tipo de bichos no eran de mi agrado, definitivamente. Y pensar que algunos hasta de mascotas los tenían...

    Me había quedado en corpiño después de aquél desafortunado incidente y de haberlo planeado, habría decidido llevar algo más encima pero era demasiado tarde. El agua estaba fría, pero no lo suficiente como para afectarme, así que podría continuar el duelo sin ningún problema. El incárcerus que le había lanzado poco antes de que ella enviara su animal ponzoñozo, había viajado un corto trayecto y Felicity había desaparecido las cuerdas al mismo tiempo que yo me curaba.

    ― Yo también quedé igual, créeme... ― mencioné a la bruja, quien se había dirigido hacia mí.

    Ella había mencionado anteriormente que le sorprendía el verme como su oponente, y al decir verdad a mí también me había causado la misma impresión. Sobre todo por el hecho de no saber de quién se tratara hasta el momento de mi llegada, el mismo momento en el cual ella lanzara su rayo contra mí. Mi cambio de ubicación no había alterado la distancia entre ella yo, así que en el momento de seguir yo aún me encontraba a nueve metros de ella. Ya totalmente curada, me decidí a hacer otra cosa cuanto antes.

    ― Sectumsempra.

    Pronuncié muy bien el hechizo apuntando a Felicity con mi varita. El rayo viajaría directamente al pecho de la misma y le produciría numerosas heridas sangrantes, las cuales de no curarse de inmediato comenzarían a debilitarla hasta dejarla imposibilitada para continuar el duelo e incluso podría causarle la muerte. Ya en numerosas ocasiones había visto el efecto del mismo en las personas, pero de pronto imaginé cómo sería la visión en un lugar sumergido bajo el agua como aquél, ya que la sangre que brotara se mezclaría de inmediato con el agua que le rodeaba hasta teñirla levemente de color rojo.
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  16. En la Sexta planta y luego paseándome por ahí ^^


    — No debí dejarlo que se vaya... — mencioné una vez que había despedido a Kris — esas alucinaciones no son normales.

    Me dije a mí misma mientras ordenaba todo en la sala de la resurrección. El chico había visto ciertas cosas que no habían sido reales y yo le había tenido que seguir el juego nada más porque él se negaba a aceptar la verdad (e.e). Pero todo había pasado, ya pronto le sacaría cita para la planta cuatro, había escuchado que un nuevo sanador en el área de psicología y psiquiatría que seguramente podría atenderlo.

    — Y ahora... — mencioné una vez que vi todo en orden en toda la sexta planta — a dar una vuelta por ahí...

    Finalicé, y en ese momento caminé rápidamente hacia las escaleras para bajar a la cafetería, tenía hambre y subir un poco de comida no me haría nada mal. Aunque, viendo que la planta estaba totalmente tranquila, bien podría quedarme en ese lugar para desayunar con calma y sin nadie que me interrumpiera. Mientras bajaba, encontraba algunas personas que subían y algunas más que recorrían los pasillos.

    Algunas decenas de sanadores que vestían su bata blanca, al igual que la mía, caminaban por todas direcciones llevando expedientes, pociones y daban indicaciones al personal de las plantas y a los mismos pacientes. Yo sonreí, definitivamente éste era el lugar que me gustaba para trabajar y mientras pensaba aquello, me di cuenta de que ya estaba en la cafetería y me acerqué para pedir de comer.
  17. ― Es por aquí...

    ― ¿Segura? La última vez que confié en tu sentido de orientación terminamos una hora perdidos.

    ― Eres horrible Mikael.

    ― Gracias.

    Caminaba rápidamente abrazando un par de libros de magia, mientras que mi hermano llevaba un par más bajo el brazo. Éste claramente no confiaba en que pudiese dar con la biblioteca, pero ¿Cómo no podría encontrar el lugar en el que más tranquila y en sintonía conmigo misma me encontraba, además de los jardines? Obviamente sería imposible perderme. Yo continué caminando mientras que el sonido de mis pasos apenas se dejaba escuchar. Mi hermano gemelo, por su parte, caminaba con serenidad mirando al frente.

    ― Parece que fue ayer que fuimos estudiantes aquí ― mencioné con un dejo de nostalgia en mi voz.

    ― Sí, realmente me moría por graduarme ― mencionó Mikael sin darse cuenta.

    ― Yo pensaba lo mismo que tú hermano... pero luego extrañé mucho la academia... ― continué con una sonrisa un poco triste ― ¿Recuerdas a Niqqi? ¿A... Valentine?

    ― Oh... pues sí... ― mencionó mi hermano gemelo mientras sus ojos verdes posaban la mirada a ninguna parte en particular, mientras yo me preguntaba si aquello aún le dolía.

    Continuamos hasta llegar a la entrada y mi hermano abrió la puerta haciéndose a un lado para dejarme pasar. Entré haciendo un gesto de agradecimiento y me dirigí a la recepción, en la cual entregaría aquellos ejemplares que pidiésemos prestados un par de días antes. Luego observé a mi alrededor en lo que Mikael firmaba para hacer entrega de los suyos. Mi deseo de quedarme en el lugar era bastante fuerte y, tomando en cuenta la expresión de Mikael, el chico pasaba por lo mismo.

    ― De terror ― dijimos al unísono y, después de dirigirle una sonrisa divertida, ambos nos dirigimos hacia las estanterías correspondientes.

    Miré a mi hermano, aquél joven de piel blanca y cabello negro, cuyos ojos claros recorrían los títulos de cada uno de los ejemplares que comenzaba a señalar con su índice. Aquél joven en cuya vestimenta de color negro vistiera una gabardina larga del mismo color, era un muchacho bastante singular. De no ser mi hermano, me preguntaría con más inquietud cómo fue que el destino le forjó semejante actitud y personalidad. Actitud que, a pesar de que habíamos atravesado casi por las mismas dificultades, era bastante distinta a la mía.

    ― Hay demasiados títulos que no conozco, por no decir que todos... ― mencioné.

    ― Perfecto, así podrás devorar lectura nueva. Justo tu especialidad ― finalizó Mikael mientras sacaba uno de los volúmenes del estante y lo abría para mirar el contenido de su índice.
  18. El primer duelo del torneo por fin había terminado, por lo que me retiré a comer algo y a beber un poco (curiosamente, a pesar de estar rodeada de agua, era como si no existiese la misma), así que salí del pozo y me alejé caminando un poco cansada. Pasó un poco de tiempo antes de que se diesen los resultados y que nuevamente se nos enviara para continuar con el torneo. Con un largo suspiro me puse de pie de la roca en la que me encontraba y caminé hacia donde se me había indicado. Se tenía que pasar por un extraño lugar cubierto de tinieblas y eso me traía recuerdos no muy agradables.

    La zona era totalmente desierta y, a medida que avanzaba con mi varita en la mano, ya sin aquél casco burbuja (pues me había decidido a confiar en quienes mencionaron que no sería necesario), suspiré. Aquél paisaje era verdaderamente increíble, jamás podría dejar de pensarlo... como sacado de una historia de terror, a medida que avanzaba, podía sentir extrañas presencias rodeándome, pero curiosamente se mantenían lejos de todos. Sabía que no debía, que sentir aquello podría ser parte de mi fin, pero sentía un poco de nerviosismo ante las criaturas que pudiesen aparecer.

    ― Oh, por fin... ― mencioné cuando me topé con un pequeño claro, pero me detuve de golpe al ver al enorme y antiguo barco de madera que se encontraba a pocos metros de mi sitio.

    Observé muy bien éste y noté los escombros que cubrían parte de su popa, mientras que la proa se encontraba casi totalmente lisa, con excepción de una fina capa de polvo casi imperceptible y de musgo, el cual seguramente lo cubría desde hacía bastante tiempo. Mientras me acercaba a éste, pude notar el enorme mástil con asombro, jamás había visto un barco de verdad antes ni mucho menos estado en uno. Mientras me acercaba a éste sin bajar mi varita, pude visualizar unas escaleras que seguramente me conducirían al interior.

    ― ¿Y eso?

    Mencioné cuando de repente escuché un sonido, una voz en el interior ¿Quién podría ser? Me acerqué mientras me preguntaba aquello y pude entrar a un lugar con algunos (bastantes) muebles desordenados seguramente a partir del hundimiento de aquél navío. De pronto un escalofrío recorrió mi cuerpo y me froté los brazos con mis manos los cuales, a pesar de estar cubiertos gracias a la blusa de manga larga que llevaba, no dejaba de tener la sensación de frío. Nuevamente llevaba mi pantalón vaquero ajustado a mi cuerpo mientras que, en mis pies, un par de botas obreras.

    ― ¿Hola? ― pregunté casi en un susurro y fue cuando algo ocurrió.

    Sin pensarlo, había salido a una distancia de ocho metros de ella, y retrocedí uno más por el sobresalto al ver que la figura sostenía algo en su mano, se daba la vuelta y me apuntaba rápidamente. Ni bien tuve tiempo para responder, cuando ella me lanzó un hechizo que yo conocía muy bien, debido a que también acostumbraba usarlo. Necesitaba pararlo, así que una vez quedando a nueve metros alejada de ella, levanté mi varita para pronunciar mi primer hechizo de defensa si no quería terminar mis días como ese barco, en el fondo del océano para siempre.

    ― Avis.

    Pronuncié claramente y de inmediato, un rayo salió de mi varita que formó una docena de golondrinas, las cuales a mi orden, se colocarían entre mi oponente y yo para interceptar el rayo. Las avecillas obedecieron, por lo que el hechizo golpeó a una de ellas y el resto, al ser parte del mismo, desaparecieron inmediatamente. Era una suerte que ellas fuesen solamente magia y yo ahora me encontraba a salvo, por lo que pude continuar. Levantando la varita hacia la chica que tenía frente a mí, continué.

    ― Incárcerus.

    De mi varita salieron tres gruesas cuerdas que de inmediato se separaron justamente hacia Felicity, de las cuales, una de ellas terminaría atando su boca para impedir que pudiese pronunciar hechizo alguno, una más en sus antebrazos a la altura de sus muñecas, los cuales ataría uno a cada lado de su cuerpo. Esperaba que de ésta forma ella fuese incapaz de enviarme hechizos que requiriesen puntería. La última iba dirigida a sus tobillos, la cual le haría caer si perdía el equilibrio. Aquellas cuerdas estaban lo suficientemente separadas unas de otras, como para que fuese imposible ser desvanecidas en grupo.

    Mientras esperaba el resultado, permanecí alerta rodeada de los escombros de muebles, instrumentos de limpieza y demás: sillas rotas, mesas completas pero cubiertas de musgo era lo que se encontraba a la derecha de mi oponente, mientras que a su derecha un grupo de tres cofres cerrados, a los cuales creí haberles distinguido por ser de un color diferente, llamaron mi atención. Mientras tanto, en el lugar en el que yo me encontraba, solamente quedaba unas cuantas rocas pequeñas a un par de metros de mí, lo suficiente como para cubrirlas con mi mano en puño.
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  19. Sexta planta dando de alta a Kris


    — Oh... Kris — mencioné con alegría — ¿Cómo sigues? ¿Ya mejor?

    En ese momento él se sentó sobre la camilla y mencionó mi nombre, mientras que yo continuaba preparando la última poción para las heridas que le quedaban. Era fácil verlas ya que su ropa desgarrada mostraba ciertas áreas de piel que no se habían curado, así que le entregué nuevamente un frasco con una poción que sabía terrible, pero era sumamente efectiva para dejar como nuevos a los heridos.

    — Con ésto te pondrás bien...

    Había mencionado cuando el chico dijo sentir ardor en su cuerpo. Inhalé hondo mientras esperaba que el vampiro bebiera la poción y comencé a llenar el papel de su alta, seguramente querría salir de inmediato. Mientras llenaba aquél formulario, mi mente divagaba en varias ideas que, aunque la curiosidad me comía por dentro, sabía que no podía plantearle así que decidí quedarme callada.

    — Espera quince minutos, descansa y luego estarás en perfecto estado para irte si quieres — mencioné con tranquilidad mientras le entregaba su ficha de alta — firma acá por favor.

    Fueron las palabras que le dirigí mientras le extendía su expediente clínico una vez que se sintió mejor y, mientras el chico firmaba, pude ponerle un antibiótico inyectado en el brazo. Era la segunda vez que lo distraía de esa manera y, aunque sabía que el terror a las jeringas posiblemente lo hiciese volcar su furia contra mí, era lo mejor para él y algún día me entendería.

    — Eres libre — finalicé con una sonrisa un tanto traviesa mientras le extendía un caramelo de limón como regalo.
  20. Sexta planta recibiendo a Kris


    Los días transcurrieron con relativa tranquilidad, hacía mucho que los pasillos se encontraban totalmente vacíos por la ausencia de pacientes, así que creí que las cosas se habían tranquilizado en el pueblo mágico; sin embargo, no podía descartar la posibilidad de que se encontraran prisioneros todavía. Mientras pensaba todo aquello, iba y venía por el pasillo ordenando las habitaciones y expedientes de los pacientes y fue cuando noté a alguien recostado sobre la camilla.

    Sin perder tiempo, me acerqué y me di cuenta de quién se trataba. Aquél muchacho, al que hacía mucho no veía, se encontraba sin vida recostado en una de las camillas del pasillo de la planta. Rápidamente empujé la camilla hacia la sala de resucitación y preparé todo lo necesario para regresarlo al mundo de los vivos, mientras que las enfermeras de la planta llevaban las pociones que iba a necesitar.

    Luego de tomarle el pulso, una a una las pociones comenzaron a hacer efecto sobre el cuerpo de Kris, quien pronto volvería a su acostumbrado color, mientras que su pecho daba señales de que el vampiro se encontraba respirando. Todo aquello era muy rápido así que en poco tiempo estaría totalmente recuperado. Una vez que las pociones terminaron su trabajo, continué con hechizos curativos con mi varita.

    — Despierta... — mencioné en voz baja mientras la enfermera tomaba su pulso. Ahora era cuestión de esperar.
  21. Las cosas se comenzaban a poner un poco más difíciles si eso era posible, sin embargo, aún había esperanzas de que pudiésemos ganar, por lo que me mantuve a la defensiva y fue en ese momento que Spectum me había lanzado un absorvere, el cual me lastimó la mano en la que llevaba mi varita por lo que tuve que curarme y pensé en un episkey después de apuntarme en el pecho. Así lograba curarme y continuar con la batalla.

     

    Floreus.

     

    Mencioné apuntando a Spectum, por lo que el siguiente hechizo que saliera de su varita sería un lindo ramito de flores. Mientras esperaba a ver qué tipo serían, continué a la defensiva para evitar otro ataque inoportuno.

  22. Tomé mi varita fuertemente y miré a mis compañeros sin separarme mucho de ellos. No pasaron muchos segundos cuando me di cuenta que los ataques y las defensas no se detenían y comenzaban a verse los primeros muertos y heridos, así que también levanté mi varita y apunté para continuar.

     

    Silencius.

     

    Pronuncié claramente apuntando a Zack, por lo cual el morphos que intentaba pronunciar no saldría, ya que había dejado la el hechizo como un simple morp... así ganaría un poco de ventaja en caso de no defenderse. Mientras tanto, volví a levantar la varita para seguir.

     

     

    ― Sectumsempra.

     

    Mencioné apuntando directamente a Zack, quien pronto sufriría numerosas heridas sangrantes en todo su cuerpo gracias al rayo que salía de mi varita, las cuales lo debilitarían y si no se curaba pronto, podría morir desangrado. Luego volví a apuntarle de nuevo.

  23. ― Morphos.

     

    Apunté a una enorme estatua que se encontraba a un par de metros de mí y ésta inmediatamente se transformó en un oso de un par de metros que permaneció frente a mí con orden de que me cuidase de cualquier ataque que se les ocurriera enviar a los miembros de la marca. Luego continué.

     

    ― Avis.

     

    Mencioné y de inmediato una docena de golondrinas se materializaron luego de que el encantamiento salió de la punta de mi varita. Éstas estarían atentas a cualquier orden mía “defiéndanme”, fue lo que mencioné y éstas obedecerían al igual que el morphos que había realizado.

     

    ― Ay demontres...

  24. Luego de mi primer ataque miré a los demás chicos de mi bando y también a los del otro equipo, quienes comenzaban a llegar y levanté mi varita una vez más para continuar. En esta ocasión sería otro objetivo.

     

    - Incárcerus.

     

    Mencioné apuntando a Andy, quien terminaría atado gracias a tres gruesas cuerdas que salían de la punta de mi varita y se separaban de inmediato. Una terminó en su boca cubriéndola perfectamente para evitar que pronunciara hechizos. La segunda fue directamente a sus muñecas y las ató contra su cuerpo, una a cada lado para evitar que usara su varita y apuntara. La tercera llegó a sus tobillos, haciéndolo perder el equilibrio para que cayera.

     

    - Sectumsepra.

     

    Mencioné apuntando directamente a Andy, quien pronto sufriría numerosas heridas sangrantes en todo su cuerpo gracias al rayo que salía de mi varita, las cuales la debilitarían y si no se curaba pronto, podría morir desangrada.

  25. Ahora sí era momento de las defensas antes que que fuese tarde. Levanté mi varita para comenzar con algunos de los hechizos que me serían de utilidad y pronuncié.

     

    Avis

     

    Al instante una docena de avecillas se materializó de la punta de mi varita. Aquellas comenzaron a volar frente a mí a poco más de medio metro de distancia y a mi orden de protegerme, las mismas estarían dispuestas a interponerse entre los hechizos y yo.

     

    Avis.

     

    Nuevamente una docena de pajarillos, en este caso golondrinas, surgieron de mi varita y se colocaron a un costado mío al recibir mi orden. Ahora era cuestión de esperar sin bajar la guardia.

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