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Gomita Haughton Westrong

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Mensajes publicados por Gomita Haughton Westrong

  1. Sexta planta recibiendo a Pandora

     

     

    Habían pasado los días y la planta seis quedaba un tanto más tranquila de lo normal, por lo que me dediqué a hacer otros trabajos que se necesitaban dentro de ella, como el rellenar las vitrinas con frascos de pociones. Aquello, aunque no era divertido, sí me distraía de no traer pensamientos no deseados a mi cabeza. Sin embargo, pronto escuché un ruido y salí para ver lo que estaba pasando.

     

    ― Por Merlín...

     

    Mencioné nada más al asomar la cabeza fuera de una de las habitaciones, ya que había visto el cuerpo de una persona, así que corrí por el pasillo hasta llegar hacia él. Una vez frente a éste, me sorprendí al ver el estado en el que se encontraba y rápidamente utilicé mi magia para colocar a la chica sobre una camilla y la llevé a la sala de la resurrección. Hacía mucho que no la utilizaba para ningún caso de semejante gravedad.

     

    ― Te pondrás bien...

     

    Mencioné una vez que la coloqué dentro, mientras tomaba una serie de frascos y botellas con distintas pociones que le ayudarían a sanar las heridas de quemaduras que presentaba su cuerpo calcinado. Luego de colocar algunas pomadas sobre la piel de la fenixiana y darle a beber algunas pociones, logré que sus heridas comenzaran a desvanecerse sin que ella sintiera ningún tipo de dolor.

  2. Sabía que necesitaba apresurarme si no quería llegar tarde, aquella vez había cerrado un poco después de tiempo la librería en la que trabajaba, por lo que corría rápidamente callejón abajo. Pronto alcancé a ver un letrero conocido, el cual se encontraba en la fachada de la tienda y dejé de correr para tomar aire. Era una suerte el haberlo encontrado abierto todavía, así que aproveché y caminé hacia allá.

     

    ― Que vivan los estudiantes jardín de las alegrías, son aves que no se asustan de animal ni policía... ― comencé a cantar ― y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría...

     

    Continué en voz baja una canción muggle que acababa de escuchar hacía poco tiempo mientras me acercaba a la entrada del local. Ese día se me había ocurrido ir para saber un poco más acerca de mi varita, por lo que no podía encontrar ningún lugar mejor para averiguarlo; así que una vez que estuve frente a la puerta, la abrí y entré. Suspiré y me detuve al ver a mi alrededor, era increíble la magia que rondaba por ahí gracias a tanta varita.

     

    ― Qué increíble sensación...

     

    Mencioné mientras observaba uno de los aparadores donde se exhibían algunas de las varitas que se vendían en el lugar. La sensación de seguridad que emanaba la tienda era muy agradable y me provocaba mucha tranquilidad, seguramente quien trabajaba aquí sentiría lo mismo. Mientras sacaba mi varita del cinturón de mi falda, la miré fijamente mientras pensaba que debía ser genial...

     

    ― No sé por qué piensas tú soldado que te odio yo, si somos la misma cosa yo... tú... ― comencé a cantar una nueva tonada ― tú eres pobre lo soy yo, soy de abajo lo eres tú ¿De dónde has sacado tú, soldado que te odio yo?

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  3. Gomita

     

    Sexta planta dando de alta a Andrómeda

     

     

    Sonreí satisfecha cuando me di cuenta que la joven fenixiana comenzaba a tomar color y regularizaba su ritmo respiratorio. No había nada mejor que ver cuando una persona se recupera totalmente de un evento desafortunado, y ésta no era la excepción. Mientras esperaba que la joven se repusiera totalmente, me dispuse a preparar la ficha de alta y así dejarla salir sin hacerle perder el tiempo.

     

    ― Ay Merlín sentí frío...

     

    Mencioné al experimentar una oleada de aire frío, el cual había ocurrido al tiempo que el fantasma de la chica regresaba a su cuerpo. Tomando en cuenta que yo no podía ver ese tipo de esencias, simplemente lo sentí como una clase de escalofrío y me reí bajito. Jamás imaginaría lo que había sido realmente.

     

    ― Tranquila...

     

    Mencioné cuando la vi toser y levanté un poco su cabeza para que no se atragantara y observé sus ojos abrirse. Era increíble el efecto de las pociones y hechizos claro, pero también influía muchísimo la fuerza de voluntad de aquellos que sentían grandes deseos de recuperarse. Así que aquí estaba, Andrómeda volviendo a la vida después de aquél ataque mortífago.

     

    ― Oye, no tienes que dar las gracias... sólo hago mi trabajo con mucho gusto claro. Lo importante es que estás bien ― mencioné entregándole la hoja del alta ― descansa veinte minutos y luego firmas esto, así serás totalmente libre ― le dije de broma.

     

     

    OFF:

     

    Waaa de nada!! Es un gusto atenderte a ti y a los demás *O* *tomo los chocos y le dejo una bolsita de papas fritas*

  4. Sexta planta con Andrómeda

     

     

    Acababa de despedir a Paú hacía dos días apenas. Ella se había emocionado al exclamar que ya contaba con dulces para repartir entre los pacientes de la sexta planta y era así. De vez en cuando entregaba caramelos a los muchachos esperando que no lo tomaran como una ofensa, ya que aquello simplemente lo hacía para dejarles un pequeño regalo. Curiosamente pensaba que así no se llevarían un recuerdo tan malo del hospital.

     

    ― Tienes paciente.

     

    Se escuchó de pronto una voz y salí del archivo para ver de quién se trataba. En ese momento me había recogido mi cabello en una colita alta de caballo para que no me estorbara la visión. Luego, sin quitarme la bata continué mi camino y ya estando en el pasillo alcancé a ver que había una camilla con alguien recostado. Sin dudarlo aceleré mi paso hasta que llegué al lado de Andrómeda y la miré.

     

    ― Nuevamente no quiero pensar quién es el que lo ha hecho...

     

    Aunque sería mejor pensar "quiénes", llevé la camilla a una de las habitaciones y una vez dentro, preparé las pociones y los hechizos para su curación. Pronto éstos comenzarían a hacer efecto y lo noté con alegría, ya que la chica comenzaba a respirar al haberle regresado la vida. Como siempre, los efectos de la magia eran verdaderamente sorprendentes, jamás me dejaría de asombrar por aquello.

  5. Hola...

     

    Por fin, luego de pensarlo "un poco", decidí venir a anotarme en esta brigada u.ú voy a ser sincera al decir el porqué no lo había hecho antes, y es el hecho de que no me siento nada segura dueleando y bueno... entro a los simulacros que hacen, a las capturas cuando puedo y hasta a rescate... pero ya de estar bien metida en esto nunca porque los duelos, intercalaciones y demás son mi débil (que espero que cambie con la práctica), pero al final de cuentas aquí me tienen... espero ser de ayuda en algo u.u también prometo ponerle ganas para aprender pronto.

     

    *Reparto papas fritas* hasta luego a todos ^^

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  6. Gomita

     

     

    Realmente no tenía ni la más mínima idea de por qué estaba haciendo esto, pero tenía que hacerlo. Entré a sabiendas de que posiblemente se me llamaría la atención, pero no me echaría para atrás. Caminé con verdadero nerviosismo hasta la entrada de Abaddon y pronto pude entrar. Obviamente no tenía que sortear defensas gracias a que yo pertenecía a la orden. Ahora tenía que ser valiente para lo que seguía.

     

    — Madre de Merlín...

     

    Entré con mi máscara de luz y mi varita en mano, obviamente nadie podría reconocerme debido a que no se podía ver mi rostro, así que para los demás era una guardiana más. Como no tenía motivo para ponerme nerviosa, seguí mi trayectoria hasta que llegué al área de las celdas. Por suerte contaba con un buen mapa donde especificaban muy bien todas las "habitaciones", así que no tardé en hacer un recorrido a las celdas de los mortífagos recién llegados.

     

    — Y pensar que hace tiempo los papeles estaban invertidos...

     

    Mencioné mientras pasaba por enfrente de cada una de las celdas de la prisión y seguí mi camino con calma. Era la primera vez que recorría éstos lugares y me parecía un tanto extraño, ya que increíblemente existía una gran diferencia entre esta prisión y la de Nurmengard.

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  7. Sexta planta dando el alta a Paú

     

     

    ― Me da gusto que te diviertas.

     

    Le dije al ver cómo reía ella cuando la llevaba en la camilla rápidamente hacia una de las habitaciones. Realmente nunca perdía su buen humor, aún estando herida y adolorida. No pude evitar reírme también cuando me dijo que seguramente yo hacía lo mismo en mis ratos libres, lo cual no era así, pero ahora que me daba la idea no me había caído nada mal. Ya lo intentaría más adelante.

     

    ― Seguramente pronto tomaré tu consejo, no se me había ocurrido, pero gracias.

     

    Me reí de nuevo cuando mencionó lo de la placa con su nombre. En ese momento recordé cuando yo misma era atendida en numerosas ocasiones por Aleera, cuando yo era todavía una aspirante a la orden. Todavía no podía creer el giro que había dado mi destino. Mientras pensaba en aquello, comencé a llenar la ficha del alta para entregarle a la fenixiana cuando estuviese totalmente curada.

     

    ― No me haré rica... ― me reí ― aunque bueno... quién sabe, inicialmente pensé que lo decías de broma, pero ahora me doy cuenta de que no tanto ― mencioné entregándole su ficha de alta ― me da gusto que hayas llegado viva esta vez, al menos pude platicar un rato con alguien ― sonreí recordando a otro de mis pacientes ― toma ― le entregué una gomita azucarada dentro de una bolsita. últimamente me gustaba regalar caramelos ― quedaste como nueva. Puedes irte cuando desees ― finalicé.

     

     

    OFF:

     

    XD

  8. Sexta planta despidiendo a Leandro y recibiendo a Paú

     

     

    ― No es nada, me da gusto que te sientas mejor... ― sonreí cuando se despedía el muchacho ― hasta pronto, pero espero no encontrarte herido...

     

    Luego lo miré retirarse después de que tomara el dulce que le diera. Una vez que estuve sola, me senté sobre la camilla y cerré los ojos. Sin embargo, aquél silencio no duró mucho, puesto que pronto escuché una voz que me llamaba y me puse de pie.

     

    ― ¡Paú! ― dije en voz alta y corrí hacia ella para ayudarla ― creo que no tengo que preguntar quién te hizo esto...

     

    Le ayudé a recostarse en la camilla y me la llevé a una habitación desocupada. Pronto tomé mi varita y empecé a cerrar las heridas con los hechizos que conocía, posteriormente utilicé algunas pociones que fueron haciendo efecto una a una hasta sanarla casi por completo. Ahora solamente necesitaría descansar un poco y una poción revitalizante que le daría pronto.

     

    ― Definitivamente el hospital pondrá una sala especial para ti ― le dije a modo de broma.

  9. Sexta planta dando el alta a Leandro +.+

     

     

    No pude aguantarme la risa al ver a Leandro asustado cuando mencioné lo de la cirugía para cortarle la mano, sin embargo dejé de reírme a los pocos segundos. Obviamente aquello no dejaba de ser divertido y realmente se había pasado en su descuido. Afortunadamente las pociones eran muy eficientes y rápidas, por lo que la herida pronto desapareció y la muñeca quedó sana.

     

    ― Lo siento, no pude evitar bromearte... ― me reí un poco ― ya estás listo.

     

    Luego metí mi mano dentro de la bolsa de mi bata y volví a encontrar lo que buscaba. Extraje de ella un caramelo y se lo entregué a Leandro nuevamente, como aquella primera vez que le atendiera en esa misma planta y sonreí nuevamente. Mientras esperaba que no se lo tomara a mal, recogí lo que había utilizado y lo dejé en su respectivo contenedor de basura. Luego le di la ficha de alta.

     

    ― Como nuevo...

  10. Sexta planta recibiendo a Leandro

     

     

    Terminé de arreglar todo en el área de archivo dentro de la planta, luego de que el enfermero con el que había platicado se iba a recoger un material. Al parecer no todos los días me tocaría hacerlo a mí, así que me alegré por ello y continué rellenando los botiquines y vitrinas con las pociones que hacían falta. Vendas, frascos e instrumentos de curación se encontraban en su lugar.

     

    ― Tiene la expresión de una flor, la voz de un pájaro y el alma como luna llena de un mes de abril...

     

    Tarareé en voz baja mientras terminaba. Una vez hecho esto salí al pasillo para recoger un poco y ordenar las camillas que de repente se quedaban en el lugar alojando a los pacientes. Las enfermeras se encontraban trabajando por lo que decidí no molestarlas, realmente yo necesitaba estar ocupada por lo que quise hacerlo yo misma. Pero en ese momento alcancé a escuchar a alguien que me llamaba y miré hacia el lugar de donde salía la voz.

     

    ― Vaya... ― dije acercándome a él ― ¿Quién te hizo esto? Espera, no me respondas...

     

    Luego le pedí a LEANDRO que me acompañara a una delas habitaciones y así lo hizo, saqué un poco de poción y los instrumentos de curación al ver su muñeca en no muy buenas condiciones. En realidad comenzaba a molestarme un poco por la poca atención que le había puesto a su herida.

     

    ― Tendré que cortarla, lo siento...

     

    Bromeé y esperé su reacción, luego me reí y comencé a curarle cuando le confesé que solamente estaba jugando. El efecto de las pociones y del hechizo que hice con mi varita hizo efecto y su muñeca comenzó a sanar.

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