.: Castillo Triviani :.

[Mica Gryffindor]

No necesitaba su respuesta para saber que el Triviani llevaba tiempo distanciado de lo que hoy era la Marca Tenebrosa. Haciendo memoria, solo se habían encontrado en una ocasión en tareas del bando, cuando inició aquel tema con la dichosa calavera. No era un secreto que estaría descontento, no sabía si con ella o con otras cuestiones… sí recordaba el rencor en sus ojos aquella noche y lo indefensa que se había sentido mientras intentaba huir de las acusaciones y él le bloqueaba el paso.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el brusco movimiento del mortifago que, de pronto, sostenía su muñeca. No pudo evitar un pequeño gritito cuando él la tomó, quedándose paralizada, sin saber qué sucedería. No dijo nada, mirando cómo él movía su varita, borrando la sangre que había corrido desde su tatuaje. Alzó la mirada hacia los azules ojos que la observaban, sin poder evitar sentirse intimidada, al no esperar verlo tan cerca.

Lo siguiente la dejó sin palabras. ¿Debía ahora hacerse responsable de la posible decisión del caballero? ¿Una decisión que ni siquiera estaba enterada de que ayudaría a que tomase? No pudo ponerlo en palabras, se sintió entre frustrada y utilizada. Era muy difícil formar parte de un grupo que estuviese tan fraccionado y, por momentos, sentía que estaba intentando pegar con agua piezas que ya no tenían modo de conectarse entre sí. Mientras algunos se ocupaban solo de sí mismos, otros decidían apartarse… no podía discutir con él sobre eso, no sabía cuáles eran realmente los motivos para llegar a tal determinación.

El cambio tema la sorprendió, aunque más lo hizo por el modo en que él lo iniciaba. No pudo evitar morderse el labio inconscientemente, evitando interrumpirlo mientras terminaba de argumentar el por qué de su indagación.

-Nunca me habías preguntado cuál era mi empleo -bebió un poco de coñac antes de continuar, intentando ordenar sus pensamientos. -Fui Auror, pero hace muchos años de eso ya. Hace dos años, de hecho, ni siquiera me encontraba entre la comunidad mágica, sino que estaba entre muggles y con amnesia. -estaba respondiendo mucho más de lo que él había preguntado, la bebida le empezaba a soltar la lengua. -Pero podría conseguir que nos muestren archivos de San Mungo… ¿alguna pariente perdida? -se dio cuenta tras preguntar que tal vez estaba siendo indiscreta.  

@ Jeremy Triviani

[Jeremy Triviani]

-¿Amnesia? -Jeremy levantó una ceja como una muestra de interés - ¿Cómo logro recuperarse de tal olvido? Creo que una de las peores cosas que tenemos los magos es tener que vivir ocultando lo que somos como si fuéramos una vergüenza -Negó con la cabeza molesto - Espero que los muggles le hayan hecho soportable el tiempo que les dedico. 

Jeremy bebió de un solo trago el contenido del vaso antes de abandonarlo sobre la mesa ratona. El liquido abrazador le calentó momentáneamente el pecho mientras cavilaba sobre la ayuda que ofrecía la bruja. Si bien, él la estaba pidiendo de algún modo sin dar vueltas, no estaba teniendo en cuenta el precio que debía pagar por ella. ¿Qué podría pedirle la mujer a cambio? Era un detalle importante que debía explorar en profundidad. ¿Qué le hacia falta? No la conocía como para saber las motivaciones que regían en su vida. Por otro lado, un asunto tan delicado, no podía dejarlo en mano de sus habituales investigadores ni recolectores de pruebas. Debia cambiar el foco de su investigación si quería nuevos resultados. 

-Bien. Hablemos con sinceridad -Dijo apenas sonriendo un segundo - ¿Cuánto me costara su ayuda? ¿Qué puedo darle a cambio? -Levantó una mano para que no lo interrumpiera - Si algo aprendí de mi madre, que Voldy la tenga en su mazmorra  -Miró el suelo antes de posar la mirada en la bruja nuevamente - es que nada es gratis y los favores que se dan con facilidad luego tienen un alto costo a la hora de cobrarse. Así que negociemos. 

Dicho esto el vampiro volvió a rellenar los vasos para que el coñac no faltara en la charla y les mantuviera caliente las gargantas. De aquella forma, las palabras solían salir mas rápido y con menos reparos. 

-¿Que necesita, Mica? ¿Con que favor puedo corresponderle la ayuda? -Preguntó sin mas vueltas. 

 

 

[Mica Gryffindor]

-Amnesia. -Confirmó.

Cuando su interlocutor preguntó respecto a cómo había logrado recuperarse de aquel estado no pudo evitar endurecer un poco la postura. Tomó su vaso de coñac y bebió hasta vaciarlo. No quería que sean esos recuerdos los que la invadan en ese momento, no era tiempo de darles lugar.

-Digamos que… un acontecimiento familiar inesperado al que asistí por accidente ayudó, aunque no la termino de recuperar por completo. Hay muchas personas a las que no logro recordar pese a haberlas conocido, así como cosas que hice -se mordió inconscientemente el labio, logrando desviar su mente, aunque sabía que luego le pasaría factura -Los muggles, la verdad, me cuidaron bastante, yo ni siquiera recordaba de dónde venía así que dependí de ellos ese tiempo. -ella no sentía el típico desprecio de los de su bando por los sujetos no mágicos, pero no era tiempo de discutir sobre ideales.

Notó que su actitud cambiaba al ofrecerle ayuda, lo observó sin decir palabra mientras el caballero vaciaba el vaso del que, hasta el momento, apenas había bebido algún sorbo. Cuando por fin habló, pidió sinceridad y que le dijese qué quería a cambio de su ayuda. Obvió el momento en que nombró a su madre y a una mazmorra ¿acaso tenía a su madre encerrada realmente? No iba a indagar al respecto. Se sintió algo extrañada ¿acaso nunca nadie lo había ayudado sin pedirle nada a cambio?

-Si quisiera un favor lo habría pedido como condición junto con mi oferta -dijo con seriedad. No estaba ofendida, claro que no, era más que obvio que él no la conocía en absoluto. -No es un secreto que soy una Gryffindor de sangre, ni tampoco que vengo de la Orden del Fénix -habló mirándolo a los ojos. -Es lo que soy, es como soy. No soy una persona que cambia su modo de operar dependiendo del lado de la vereda en que se pare -agregó, extendiendo su mano para tomar su bebida. -Si quieres que te ayude será a mi modo, pero no puedo obligarte a confiar, así que tú decides… - bebió otor poco de coñac, mientras más bebía pasaba más fácil por la garganta, empezaba a sentir sus efectos. 

@ Jeremy Triviani

[Maida Black Yaxley]

Ojalá y Maida pudiera echarle las culpas a la amnesia, no se había percatado del todo, sin embargo se pasaba segundos y segundos deseando uno obliviate super potente, un hechizo por pequeño que fuere que le quitara los recuerdos. Lo único que era incapaz de recordar, era el momento en que había firmado esta sentencia que la retenía en Ottery, después de todo, para ella había sido super sencillo salir huyendo de Bulgaria cuando las cosas se pusieron difíciles. Cortar de raíz con aquello que a esa edad tan joven la estaba matando, ¿por qué le era difícil hacer lo mismo con todo lo que ahora traía a cuestas? Si alguien tuviese una foto de aquella época y ahora, notaría con mucha claridad la diferencia.

Había intentando ir a la Manor, pero ese dolor por tanta ausencia se había manifestado en algo incluso físico, decidió no torturarse más. Ir a la Black seguramente tendría el mismo destino, así que fue al menos pensado de sus refugios, el castillo Triviani. El lugar dónde en tiempos no tan remotos, se alojaban sus sobrinos, los hijos de su primo-hermano favorito, el único hombre que ella sentía, no le había fallado. Los hijos de Aaron Black los sentía como suyos, quizá por eso le dolía tanto la ausencia de los mismos. Resopló mientras el pórtico se abría frente a sus ojos, nunca se había llevado del todo bien con la matriarca pero tenía el buen presentimiento que luego de tanto tire y hala por lo menos, se había logrado tener algo de respeto.

— Tŭrsi sobstvenoto si neshtastie, malkata —musitó con un tono cansino.

La habitación que siempre había usado se mantenía como siempre, con las altas paredes claras, los doseles cayendo sobre la cama, las sábanas y la muselina en tonos violetas y las florecillas de lavanda frescas en el borde de la ventana, seguramente, eso había sido idea de su elfo. Sabía que no podía brindarle esos lujos en la Manor, por eso mantenía los privilegios para sus habitaciones en el castillo Black y Triviani. Se sentó en el borde de la cama y se retiró la túnica gris, quedándose únicamente con un camisón de seda rosa que le llegaba a las rodillas. Se recostó en la cama y volvió a suspirar, ¿por dónde debía comenzar? Algo vibró en su mesita de noche, en una caja de madera, algo se estaba moviendo. 

— No, no, la última vez que saliste, terminé de despedirme de la gente que quiero —dijo decidida hacia la cajita, hacía ya un tiempo había decidido que Vuelapluma tenía que dejar de existir. 

[Alyssa Black Triviani]

 Las delicadas notas de música clásica reverberaban por la habitación, el aire se encontraba saturado de vapor cubriendo el suelo de mármol y las paredes con una fina capa de agua. En contraste con la luz que entraba por el ventanal, ahora cubierto de condensación, se podía discernir una bañera grande y elegante de donde se escuchaba el tenue sonido del agua al moverse. La matriarca Triviani tenia su cabellera borgoña recogida en un desprolijo peinado que dejaba escapar varios mechones, los cuales se adherían a su piel creando extraños diseños. Su cabeza y brazos apoyados en el borde de la bañera mientras que el resto de su cuerpo desnudo permanecía bajo la superficie del agua, cada tanto estiraba una de sus piernas causando que la bañera rebalsara sobre el suelo aunque no parecía estar al tanto de ello. 

Sus ojos se encontraban fijos en un punto aunque su mirada permanecía ausente, perdida en la profundidad de sus pensamientos, contemplando sus opciones ante la situación que se le presentaba aquí en Inglaterra. Sabia que al fin habían llamado a la convocatoria para un nuevo Ministro de Magia, las postulaciones empezarían pronto y nadie sabia mejor que ella cuanto dependía de dicha elección. Ahora el desafío consistía en encontrar una manera de influenciar el proceso, darle un pequeño empujón en el sentido correcto, y para ello tendría que encontrar a un candidato digno de su apoyo. 

- Chuck – llamó la Black en apenas un murmullo, el elfo apareció inmediatamente junto a ella con un resonante “crack!” – Prepara mi túnica azul con las botas negras, y ocúpate de notificar al Departamento de Cooperación Mágica Internacional que me gustaría encontrarme con uno de sus representantes en la embajada italiana lo más pronto posible. 

- Si ama – replicó la criatura, no sin un dejo de veneno en la voz, pero desapareció de inmediato para cumplir con los deseos de la matriarca. 

 

@ Yadiz Vashtí

[Yadiz Vashtí]

En el Departamento de Cooperación Mágica Internacional

Querida:

Espero esta carta te encuentre en salud al momento de llegar a tus manos. Me fue de grata noticia enterarme que te has hecho de un puesto con representación internacional en el Ministerio. Como sabes, sigo muy pendiente de los pasos de mi pupila predilecta. Aún cuando en un acto tan malagradecido me hayas desertado. He decidido perdonarte, puesto que hay tópicos que aquejan mayor prioridad.

Ya sabes que el ministro rumano había necesitado la aprobación especial británica para la importación de las acromántulas experimentales aquí a Perthshire. Dicha aprobación tiene unos 6 meses de atrasos desde su apelación. Ahora que tendrás accesos al Ministerio me gustaría darte una visita la próxima semana. Como bien te he enseñado, comprenderás que nada en esta vida es gratis. Tengo una oferta que no podrás rechazar. Escribeme.

Att. Thiago M. Bagshot**

Yadiz refunfuñó por lo bajo reduciendo la carta en una bola de papel y lanzándolo a la basura junto a su escritorio. Don Thiago** había sido una especie de tutor a quien la bruja le debía sus inicios políticos. Su relación era agridulce, nunca amigos y nunca enemigos. La bruja había intentado por todos los medios evitarle en el último año tras abandonarlo, pero era cuestión de tiempo que diera con su paradero. Ya se encargaría luego de ese asunto.

Justo entonces entró una nota departamental con un aviso:

“La primera ministra de Italia se encuentra en Inglaterra. Se le solicita una reunión en la Embajada Italiana cuanto antes.”

Yadiz miró su reloj de pared marcando las 15 para la 1pm. Se levantó de inmediato caminando a la puerta de su oficina. Se asomó ligeramente por el portal dirigiéndose a Amanda Green en la recepción.

– Prepara la sala de la embajada italiana, requiero una cena de inmediato. Recibiremos visita importante. Necesitaremos un grupo de elfos para atender la cena. No estoy segura si vendrá acompañada, pero prepara la cena para al menos unas 5 personas. – le dijo pausadamente.

Amanda asintió y se ocupó. Yadiz cerró la puerta tras reincorporarse en su oficina. Sentada en su escritorio, escribió un pergamino dirigido a la primera ministra:

“Será mi placer compartir la cena en la embajada italiana. Bienvenida a Inglaterra nuevamente.

Att. Yadiz Vashtí, jefa de Confederación Internacional de Magos Británica.”

Acto seguido, la bruja escribía una carta a su directora del Departamento para avisarle que no se presentaría al Atrio como habían acordado. Aquella cena gozaba de prioridad. La pelicobrizos cerró ambas cartas, tomó su capa del diván y salió del departamento hacia la mensajería ministerial para enviarlas. Sucesivamente, se aparecería en la villa en Aberdeen, donde se hospedaba, a prepararse para la cena.

 

@ Alyssa Black Triviani