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.: Castillo Triviani :.


Mentita
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Sé que es tarde, pero aquí tienes tus regalos — coloqué cuidadosamente los paquetes envueltos en la cama.

 

Apocalipsis movió el hocico y mostró sus incisivos por un instante, antes de acercarse inocentemente a los regalos. Puso su corta pata derecha sobre el primero y más pequeño, y luego lo golpeó para averiguar la naturaleza de la sorpresa. Sus ojos verde moco se dirigieron hacia mí, brillantes por la expectación. Dejé escapar un hilo de aire entre mis dientes la averiguar qué esperaba de mí.

 

Podrías abrirlos con tus colmillos — resoplé —. Siempre quieres que te lo haga todo, eres un vago malcriado — acaricié su cabeza antes de estirarme hacia un paquete envuelto en color naranja.

 

Rasgué el papel sin cuidado alguno lanzando los trozos del envoltorio por toda la habitación; ya Chuck se encargaría de recogerlos una vez que termináramos. En mis manos sostuve el primer regalo, un bonito jersey hecho a mano con lana negra. Flexioné mis rodillas cuando tuve que inclinarme para arrastrar a Apocalipsis hasta mi regazo, haciendo crujir los muelles de la cama. Alguno de los dos tendría que dejar de comer tanto.

 

Seguro que ni sabías que yo podía coser — le metí la prenda hecha de punto grueso por la cabeza, con cuidado de no dañar sus orejas —. Es para que no pases frío en invierno — en un arrebato de cariño bastante excepcional, besé su pelaje rosa.

 

Apocalipsis se dejó caer en las mantas de la cama, rodando como una croqueta. Cuando se incorporó sobre sus cuatro patas, se paseó entre las sábanas para comprobar la movilidad que aquel jersey le permitía, y luego se aproximó a mí para darme un mordisco de aprobación en la rodilla. Era todo un gentleman. Sonriendo, agarré el regalo más pequeño y me dispuse a abrirlo con rapidez. Esta vez era un collar de cuero con una inscripción grabada en su centro.

 

Aquí pone "Propiedad de la Pazza Rossa" para que nadie se atreva a tocarte — fruncí el ceño cuando por mi mente voló la idea de que nadie en sus cabales se acercaría a ese descomunal conejo rosa de infernales ojos verdes, llevara o no un collar identificando a la propietaria. Se lo até al cuello holgadamente —. Ahora vamos a por el último — le indiqué, con malicia.

 

Éste era el que más le gustaría a mi mascota ilegal preferida. Estirando los labios en una sonrisa cargada de emoción, abrí el regalo que quedaba. Era una caja de madera de ébano con preciosas gemas incrustadas entre los motivos tallados. Me había costado una fortuna en el mercado negro, pero lo que realmente entusiasmaría al conejo era lo que había en su interior. Con lentitud, fui destapando el artilugio para que Apocalipsis pudiera echarle un vistazo. Al instante dio varios brincos en la cama, antes de emitir un sonido que jamás había podido identificar con otro animal.

 

Los he ido guardando durante todo un año — le confesé. En la caja había un cargamento de huesos de aceitunas, su alimento preferido después de los aurores —. Me alegro de que te guste.

 

De un salto, la criatura se lanzó a mi regazo y se acurrucó junto a mi vientre. Era un gesto tierno muy poco común de su parte, así que lo atesoré silenciosamente mientras los dos nos volvíamos a dormir sobre las sábanas justo cuando aparecían los primeros rayos de sol del penúltimo día del año.

 

 

 

 

-

 

Momento romántico xDDD Me voy *-*

Editado por Aland Black Triviani

Matriarca Triviani |http://i.imgur.com/YhxI8.gif| Familia Black
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~ Arpía | GrammarNazi | AntMan ~

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  • 2 semanas más tarde...

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La elfina, temía un poco al entrar a los limites del castillo Triviani, su ama, alguna vez estuvo ahí, y no era un lugar seguro para los elfos domésticos, sin embargo se lleno de valor, iba; con un encargo especial, y su ama, por un tiempo formo parte de esa familia, cumpliría las ordenes de su ama, así le fuera mal, aunque, sinceramente esperaba su escudo y emblema la protegieran un poco, era , la elfina personal de la Matriarca Slytherin, nada mas y nada menos, pero que era un elfo en la vida de un mago, que no fuera su amada amita.

Toco la puerta con energía, pero en tono amable, espero paciente a que alguien le recibiera, después de unos minutos, un elfo abrió la puerta, los ojos de la criatura le dieron algo de, empatia, carraspeo y alargo a su hermano de raza el pulcro pergamino que contenía importante documento.

-buen día hermano elfo, mis respetos para tu familia y amo, Soy Dorina, elfina personal de la Srta Ethiane Slytherin Black Lestrange, y traigo una encomienda importante; entrega por favor, esta invitación a tus amos, para mi ama, sera un verdadero gusto si la acompañan en tan importante acontecimiento, Dorina se retira, mucho por hacer aun, larga vida hermano. -

dio media vuelta, haciendo un rumorcillo peculiar, por el rose de tela de la larga túnica que portaba, la seda de esta, rosaba con los hilos dorados, la elfina, se sentía feliz, pues a pesar de que su ama le compraba cosas constantemente, jamas imagino dejar de servirle, su vida, pertenecía sin duda a su amada y benévola; ama Ethiane, al salir de limite del castillo, desapareció, en medio de el típico crack.

La Familia Slytherin, y la Familia Myrddin

se complacen en extender la presente invitación a los miembros de la familia Triviani,

esperando, contar con tan honorable presencia

en memorable acontecimiento.

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La rubia había terminado su guardia en la primera mansión y ahora le tocaba la última para luego irse a descansar. Llevaba una blusa de tirantes negra y unos jeans entubados azules, el cual iba adornado con un cinturón negro, la cabellera de la chica iba suelta y a un costado de su cuello, dejando que el viento le batiera y se lo revolviera.

 

-Al menos ya no hay neblina- Comento observando el cielo un tanto nublado, casi perfecto para que la marca tenebrosa estuviese sobre ello, un poco más nublado estaría bien, pero no podía alterar el clima, al menos no por el momento.

 

Pudo observar los jardines del Castillo Triviani completamente tranquilos, pero ver por fuera no era lo mismo que ver por dentro. La rubia se adentró al lugar y observó detenidamente todo, dio un suspiro y camino hasta llegar a la puerta la cual iba a tocar cuando noto que un boton de timbre se encontraba ahí. Simplemente sonrío y lo apretó, quedando afuera para esperar a que la recibieran.

.: Familia Triviani:. - http://i.imgur.com/34tZCQr.gif - .: Familia Ravenclaw:.


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Guardiana *o*

 

El andar pausada de la Ryddleturn era evidente en cuanto la fresca brisa que se había acumulado en un punto especifico se deshizo, dando paso a la silueta de la bruja, quien vestida en su totalidad de negro pasaba desapercibido entre los gruesos arboles que rodeaban el lugar.

 

Era la hora de realizar sus diferentes rondas y por mas que creyó estaría acompañada de una aspirante supo de inmediato que ese no seria el caso. Negó con la cabeza sin dejar su rostro al descubierto, tendría que hablar con Danyellus respecto a ello.

 

-Si no van a aparecer, entonces para que se apuntan -Susurró para si misma sin detenerse.

 

Entonces su sorpresa fue grande al encontrarse con una de sus compañeras de bando; Bel para no ser descortés se deshizo de su capucha de inmediato, dejando al descubierto su ondeaba cabellera, mordió su labio inferior por un segundo, era cierto que ya no le gustaba socializar.

 

-Buenas noches -Saludó esperando no ser indiscreta.

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Una mazmorra. Ese era el lugar perfecto para ocultar a sus víctimas y más si se trataba de aquellas a las que prefería mantener incluso fuera del alcance de la vista de su propia familia. Candela había encontrado un escondrijo en los túneles del castillo que daba directo hacia una habitación privada de luz natural. Una pequeña ventana se alzaba en lo alto de uno de los muros, tan pequeña que ni siquiera una persona podría caber por ella, apenas podía filtrarse un hilo de aire; en las paredes empedradas se colgaban unos cuantos candelabros que iluminaba el lugar de forma tétrica y siniestra.

 

La zingara era una experta en Artes Oscuras, pero su rehén también lo era y debía tener mucho cuidado. No sabía exactamente para qué lo quería preso pero aprovecharía el tiempo en que lo tuviera para averiguarlo. No se escuchaba ni el susurrar de los árboles en el exterior ni a Apocalipsis haciendo de las suyas en el castillo. Así gritase por las torturas que la bruja le aplicase o pidiendo ayuda, no sería escuchado.

 

- No tienes pinta de ser de los que piden ayuda -dijo una vez que lo ató en los hierros que sobresalían de las paredes.

 

El cabello de éste, blanco y largo, caía elegantemente sobre su cara; el traje con el que había asistido al baile estaba ya sucio y maltratado. Sus brazos estaban elevados y atados estratégicamente con gruesas cuerdas anti magia y a prueba de la fuerza del semi demonio, semi vampiro. A Candela le extrañaba la mezcla de razas y de sangre que el hombre poseía Y, aunque ignoraba su verdadero origen, se preguntaba qué tan fuerte podría ser en comparación con la propia demonio.

 

Le causaba cierta curiosidad el hecho de sentir cierta atracción por su historia, una parte suya le clamaba revelar su memoria y, sacudiendo su cabeza para desechar esos pensamientos, azotó al rehén con una filosa cola de dragón. Al instante se arrepintió, pero disfrutó sin embargo unos segundos, pues creía que realmente se lo merecía.

 

- Eres un enigma, y detesto los enigmas -murmuró con fastidio- ¡Despierta ya! -le gritó acercándose a él.

 

A un paso del prisionero, titubeó. Su respiración parecía ser acompasada, sin ningún signo de alteración, incluso estaba disfrutando del pequeño secuestro. La Triviani acercó una de sus manos a él, apartó un mechón de los cabellos del mago y ladeó su cabeza para observar mejor a quien privó de su libertad.

 

- Danyellus ... -

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Guardiana *o*

 

El silencio invadía a ambas brujas, Bel supuso que todo era parte del protocolo. Como nueva guardiana aun no tenia todo claro por lo que decidió no decir mas, al menos hasta que su compañera le respondiera.

 

No fue necesario ya que un elfo, con timidez les atendió. La ojiazul no estaba acostumbrad a tratar con otros elfos, de hecho prefería no hacerlo en todo caso así que lo mas que le dijo fue que buscara a alguien de la familia para que les atendiera.

 

Mientras esperaba a algún responsable de la familia se despidió con la mano de la Black, realizando su ronda paseo por los pasillos de la residencia Triviani con gran discreción, sin perturbar a ningún integrante de la familia que no deseara ser visto.

 

Admirando la arquitectura del lugar y el buen gusto de los que vivían ahí.

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La joven Slytherin avanzó con cuidado, había recibido el aviso de que en ese lugar se encontraría con su "guardiana". Paró un momento y olisqueó el aire, aquel sitio le era por completo ajeno y desconocido. Metió la mano en los bolsillos de su gabardina y recorrió el paisaje con su mirada, mientras su negros cabello se mecía con el viento.

 

Una sonrisa curvó los labios de la muchacha al ver a una femina que vestía ropa "muggle", la pelinegra se acercó sin hacer ruido, no le gustaba que la supiesen venir. Avanzó con gracia y sigilo, como un depredador que acecha y pronto llegó a donde estaba la mujer, con delicadeza le tocó el hombro.

 

-disculpe, usted es Etoile Black ¿o me equivoco?-preguntó con voz dulce, era bueno que tuviera una impresión aunque fuera ligeramente buena. Sonrió dulcemente, no podía evitarlo; el clima era el perfecto para como dirían en su hogar "atrapar a unas cuantas almas en pena" -Soy Izumy R. Slytherin, un placer-se presentó extendiendo su mano.

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La rubia se mantenía esperando la bienvenida por algún familiar en el castillo Triviani, pero parecía que nadie respondería a su llamado, soltó un suspiro y se volteo un poco para revisar desde ahí los jardines de entrada pero a su sorpresa se encontró con una compañera más de bando. –Buenas noches- Respondió con educación.

 

Nadie se había aparecido y todo parecía estar tranquilo, por no querer socializar el silencio abundó en el lugar y lo incomodo llego a presentarse. Cruzó sus brazos sobre su pecho y se quedo a esperar hasta que un elfo(??) se asomó y las recibió, la pelirrubia observó como su compañera entraba en lo que el elfo iba por alguien más, cosa que lo vio atrevido.

 

Sin más soltó un suspiro y cerro los ojos, al abrirlos observo como una pequeña entraba a los terrenos de la Triviani, la Black Lestrange sonrío de lado y asintió con la cabeza a la pregunta que ella hacía. –A si es.- Aquella le sujeto su mano y le saludo. –Un gusto Izumi, comencemos a hacer el recorrido por fuera, ya una compañera entró.- Indicó soltando su mano y comenzando a andar por el lugar.

 

OFF: Otra que me apura ¬¬ xDDD *Zape a Bel*

.: Familia Triviani:. - http://i.imgur.com/34tZCQr.gif - .: Familia Ravenclaw:.


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La comisura de sus labios formaban una fina sonrisa llena de placer y complicidad, aquel día había cumplido con sus expectativas y las sobrepasaba sin duda alguna. No tenía quejas ni nada negativo que decir, la gala de navidad de ese año había sido la mejor para él pero, lo que más le gustó, fue su compañía. Su grisácea mirada se encontraba viva y llameante, dejando la frialdad y su gelidez característico atrás; recordar en lo ocurrido aquel día lo hacia pensar, quizás, dejar la mascara con que se protegía su verdadera personalidad atrás en algunas oportunidad era provechoso y agradable, tenía que aprender eso.

 

Frente a él se encontraba el castillo Triviani, se le hacia muy lejano el momento cuando fue a buscar a la Black para marchar a la gala, decir que aquello ocurrió hace solo horas se le hacia irreal. Con pasos rápidos y altivos cruzaba los jardines de la edificación, la espesa capa negra que llevaba ondeaba tras cada paso que daba, dejando un leve frufrú en el aire anunciando su presencia. Junto a él se encontraba Alyssa Black, ambos derrochaban superioridad con aquel raro andar tan llamativo e inusual, digno de admirar.

 

Podía sentir las delicadas manos de la Triviani sujetando su brazo a medida que cruzaban la distancia que separaba al jardín de la entrada principal de la mansión. Notó desde varios metros a la distancia que se encontraba un grupo de magos en la entrada de la edificación, no le apetecía hablar con nadie que no fuera la Black en aquel momento. Frunció el ceño, molesto. Bajó la vista y la cruzó con Alyssa, pudo detectar en sus hermosas zafiros que tampoco esperaba encontrarse con nadie en las afueras de su mansión.

 

Señorita Triviani ¿Desea usted entrar a la mansión por la puerta trasera? —preguntó con osadía— ¿O su titulo como Matriarca le exige cumplir con su tarea e ir a recibir al grupo de magos? —le regaló una amplia sonrisa y esperó su respuesta.

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Era extraño no sentir aquella tensión que había envuelto al Malfoy y a la Black desde que fueron juntos a la gala de Hallowen, no era el tipo de tensión que te envuelve en una disputa sino que era más bien como aquel que envolvía a dos personas que se sentían irremediablemente atraídos el uno por el otro. Por un momento entre ellos el aire fue tan ligero como una pluma y estar juntos fue tan sencillo como respirar, sin embargo a medida que su viaje los acercaba al Castillo Triviani una nueva tensión surgió entre ellos, aunque esta era distinta pues se sentía como un fuego abrazador que ardía y se revolvía desesperado por salir. Era el tipo de tensión que descargaba estática cada vez que se rozaban, del tipo que los hacía permanecer callados por miedo a decir algo impropio.

 

Cuando ya se encontraban en los terrenos de su residencia la pareja avanzó por los jardines aún tomados por el brazo, manteniendo aquel porte y ritmo digno de la realeza, no obstante cuando la entrada del edificio se hizo visible la comitiva que se cernía en la escalinata los hizo disminuir el paso hasta detenerse en seco. Sus miradas se cruzaron en un relampagueo, no hacía falta expresarse en voz alta para saber exactamente lo que ambos estaban pensando; al escuchar las palabras del Macnair la joven mortífaga solo se limitó a sonreír con picardía, lanzo un vistazo rápido a los alrededores del castillo y frunció ligeramente el ceño a medida que trazaba un plan en su mente.

 

- Ven conmigo – le dijo, y sin esperar respuesta lo tomó de la mano y tiró de él.

 

Del camino que los conducía a la entrada del castillo hicieron un giro de 90 grados, Alyssa se quitó sus tacones y dejo que la fría hierba entrara en contacto con su piel ocasionándole así un escalofrío que recorrió su espalda de punta a punta. No había nieve gracias a un hechizo impermeabilizador que habían puesto en los jardines para proteger así las diversas flores que crecían en aquella propiedad, de todos modos la gelides del ambiente se las ingeniaba para aferrarse a cada brizna y cada pétalo. Atravesaron así la gran extensión verde hasta llegar a los árboles del bosque que circundaba la residencia, ocultos en sus sombras pudieron desplazarse con mayor facilidad sin ser vistos. La luna brillaba con toda su intensidad opacando a todas las estrellas con su belleza, y mientras se deleitaban con la tierra fresca bajo sus pies, plateados rayos descendían por entre cada recoveco que dejaba el techo de hojas. Era como caminar por un tablero de ajedrez, con oscuras columnas entremezcladas con aquellos blancos pilares de luz.

 

Siguieron andando por un buen rato, los árboles estaban cada vez más juntos lo cual demostraba que se estaban adentrando cada vez más y más en lo profundo del bosque, pero un par de metros más allá esto se cortaba abruptamente para dar lugar a un espacioso claro. En el centro del mismo se encontraba una pequeña cabaña de estilo medieval, rústica y aun así elegante e imponente, la plateada capa le cubría haciendo centellear a la oscura piedra dándole así el aspecto de un lugar sacado de los libros de cuento.

 

- Mi refugio… - susurró la Black procurando no romper aquel místico ambiente que se había tejido entre ellos – Será mejor que entremos, de lo contrario moriremos congelados aquí fuera.

 

Y es que allí el hechizo ya no hacía efecto, el suelo del claro se encontraba cubierto por una gruesa capa de nieve que ya no le resultaría tan agradable al tacto, Alyssa extrajo su varita del abrigo de piel y tras hacer con ella una sutil floritura consiguió que un manto invisible resguardara sus pies del frío. Una vez más tomó la mano de Pik y le dedicó una intensa mirada, sus zafiros centellearon bajo la luz de la luna y le dedicó una sincera sonrisa, un profundo silencio se cernió entre ellos mientras que el contacto entre ellos se volvía cada vez más intenso…; lentamente comenzaron a acercarse cada vez más el uno al otro hasta que pudo sentir su aliento acariciándole la piel. El crujir de una rama no muy lejos de allí los hizo despertar, la Black dejo escapar una risa ligera y bajó la vista hacia sus pies para luego centrarla una vez más en el Malfoy. Tomó su mano y tiró de él una vez más para guiarlo hasta la cabaña, la pesada puerta de madera se abrió sin problemas abriéndoles paso a un cálido y acogedor espacio; a primera vista podía verse un hogar con fuego crepitante en su interior, un mullido y amplio sofá a un costado mientras que en el otro extremo se erguía un pesado escritorio de madera tallada y pulida.

 

- Bienvenido a mi guarida – sentenció la Triviani abriéndose paso y esbozando una amplia sonrisa.

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