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Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM)


Xell Vladimir Potter Black
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-Lo, lo siento- musité avergonzada ante la riña de mi hija.

 

Miraba confusa el agua y esperaba que alguien me dijera algo al respecto. Una idea pasó por mi mente y antes de responder la pregunta de mi princesa pedí un recipiente limpio en el que depositar el agua. Tal vez mas tarde pudiéramos ver algo en ese agua salido de la nada.

 

-Una porcelana, un cuenco.

 

Luego me sequé con delicadeza las manos y miré a mi hija, suspirando y negando con la cabeza.

 

-¿No dije ya algo sobre demonios, Xell?

 

No quería exasperarme, ella no tenía la culpa, yo tenía toda la información y ellas no. Merecían mi paciencia y todas las explicaciones que requirieran, solo debía respirar y contestar.

 

-Algo en aquel viaje despertó algunos poderes demoníacos que estaban latentes en mi familia, por eso es que tengo tanto interés. Quiero saber qué lo despertó para saber si puedo volver a dormirlo...

 

Mis palabras salían de mis labios como si fueran una suplica, porque nadie llegaba a entender el tormento que estaba sufriendo en silencio ya que era imposible describirlo y de nada servía hablarlo porque ellas nada podían hacer al respecto...

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Estaba tan desconcertada con lo sucedido que casi se me pasa que mi madre pedía algo para guardar el agua de sus manos. Todo aquello me sorprendía pero aquel gesto me hizo pensar que si mami se habría vuelto loca. ¿Para qué querría guardar el agua? Yo habría abierto las manos y la hubiera dejado caer en el suelo, asustada.

 

Pero después la comprendí y valoré la sangre fría con la que estaba actuando, pues era una prueba de que algo no funcionaba bien, o al menos siguiendo las leyes normales de la lógica.

 

- Toma, mami, esta jarra vacía te servirá - le dije, acercándole una jarra para el agua que no contenía nada. - Eso me recuerda que la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Así que... seguramente, esta agua ha salido de algún sitio y ahora alguien la echa de menos.

 

Sonreí. Si era agua de mar, nadie lo notaría. Aunque yo no iba a probar si estaba salinizada.

 

Y, por fin, una explicación. Loca, ininteligible, pero algo a lo que agarrarse, aunque pareciera imposible.

 

- Entonces, fuera lo que fuera lo que pasó, despertó la sangre de demonio de la familia, que llevaba mucho tiempo escondida, ¿no es así, mami?

 

Ahora miré a Sagis y a Eledhwen.

 

- ¿Qué recordáis vosotras? Yo quiero ayudar a mami.

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Se encogió de hombros ante la pregunta de Xell:

 

- No, no he sido resucitada en ninguna ceremonia, ni en ningún hospital... Pero no sé, es un sentimiento extraño, pero... - Eled seguía con el ceño fruncido - sé que me morí... Suena a locura.

 

Había bajado ya los brazos, porque no entendía tampoco porqué los había levantado.

 

La Vladimir seguía diciendo que sólo había sido un Mundial de Quidditch, y que había ganado Argentina, y que no había sucedido nada. Y sí, si Eledhwen no pensaba con profundidad, eso decían sus recuerdos. Pero, si se concentraba, si se esforzaba...

 

- Es como si me hubiesen desmemorizado... ¿Quién estaba en el Cuartel de Desmemorizadores en aquellos tiempos?

 

Un golpe la sobresaltó; Reena había caído sobre la mesa, golpeándose contra ésta. Su café se le había derramado por encima, y parte había caído en sus manos. Pero ahora el líquido oscuro se había transformado en agua clara y transparente, en el cuenco que sus manos habían formado. Dijo que necesitaba saber qué había despertado sus poderes durmientes. Y Xell le preguntó sobre estos.

 

Eledhwen se acercó, interesada también. Observó la frente enrojecida de Reena, y no supo si aplicarle un Episkey. El tema que trataban era más preocupante que un chichón leve.

 

Reena solicitó un cuenco para poder verter lo que tenía en las manos; Xell, aún confundida, se lo proporcionó. Reena explicaba cómo en su familia había parte de poder demoniaco, aunque había estado latente, dormido, hasta aquellos días. Pero entonces la Rosier estaba segura de que se habían despertado, y el motivo de aquello era lo que había sucedido en realidad durante el Mundial de Quidditch. Xell se giró hacia Sagitas y Eledhwen, y las preguntó qué recordaban ellas. Así, quizás pudiesen ayudar a Reena.

 

Eledhwen volvió a concentrarse, y comenzó a relatar:

 

- Yo viajé hasta Egipto, como trabajadora de San Mungo, para tratar a la gente que lo necesitase en la carpa del Hospital. Recuerdo caos, heridos... Entonces me reuní con vosotras... Arena, un desierto, incluso un oasis... ¡Y un monstruo de agua! Y después... Frío, también recuerdo frío. Nieve, montañas... Algo de una cueva...

 

Se frotó la frente con una mano, si con ese gesto pudiese aclarar esos recuerdos enrevesados como el hilo de una madeja de lana, liado en numerosos nudos.

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Todo aquello que contaba mi prima era tan... raro... Sabía que ella había estado en San Mungo, pero no sabía cuando se produjo el cambio. Ahora preguntaba quien había sido desmemorizador por aquella época. Me encogí de hombros, en realidad yo no estaba aún allá por aquellas fechas. Ni en el pueblo siquiera, pues aún estaba en el internado y mis padres biológicos vivían. Había ido a uno de los partidos con ellos, pero había sido lo único que había vivido de los Mundiales.

 

- Calor y arena es normal en Egipto, y los oasis son usuales en medio del desierto, pero no en la zona del Estadio, que estaba en El Cairo. ¿Os fuisteis de excursión, tal vez, por las pirámides y os perdisteis?

 

Lo que no me cuadraba era eso del caos, de los heridos... ¿Que había pasado? Siempre hay heridos en un acontecimiento deportivo, pero algún golpe con un bate, o alguna bludger loca, algún desmayo por el sol... ¿Pero caos y heridos? Sonaba algo serio. Pero no dije nada, ella parecía estar recordando, así que era mejor no interferir en los recuerdos, sobre todo si fue desmemorizada.

 

- Un momento, si fueras desmemorizada tú o alguna más, pero... - moví la cabeza de Reena a Sagitas, de Sagitas a Eledhwen. - ¿Se puede desmemorizar a un grupo amplio de personas? Pero además, me refiero a muuuchos, en un estadio entran por lo menos... ¿100.000 personas?

 

No me imaginaba a mi prima Elehdwen hiendo de uno en uno para desmemorizarlos. Estaría toda una vida con ellos y aún no habría acabado.

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Es difícil permanecer en silencio cuando las cosas no cuadran. Los pensamientos no cuadraban con mis recuerdos, y yo era lo suficientemente tozuda como para diferenciar lo que era una pesadilla de lo que fue lo sucedido.

 

Pero Eledhwen estaba tan convencida...

 

-- Oh, vamos, un gollum de agua...

 

Pero mi protesta venía con un tono de miedo. Y es que, aunque no solía recordar mis pesadillas, sí que recordaba que alguna vez un monstruo líquido se había enzarzado en una pelea con mis compañeros. Pero... había gente que no conocía, amuletos de piedra que estaban vivos, había...

 

Negué con la cabeza, ahora sí asustada. Yo también me había muerto en mi pesadilla, despertándome de golpe para ver que estaba en la Potter Black, que seguía viva y que todo era un mal sueño recurrente.

 

-- Yo me he visto morir muchas veces en mi sueño. Rodeada de lava..

 

Quería que quedara claro que era un sueño, que no le daba más veracidad. Aunque ahora... Al ver que mis sueños y mis recuerdos se confundían casi... Daba miedo... Dejé que Xell preguntara, al fin y al cabo, ella sería el contrapunto real que nos dijera la veracidad de lo ocurrido. Ella no estaba manchada con nuestras pesadillas, ya que no estuvo con nosotras.

 

-- Yo no recuerdo qué forma tenía mi amuleto, pero sí, tenía también uno.

 

Ahora me incliné hacia mi sobrina Reena, compartiendo aquel recuerdo de ella. Tal vez, sólo tal vez, podría haber alguna explicación lógica a compartir sueños no reales. Porque la otra posibilidad era más aterradora: que realmente hubiera sucedido.

 

Iba a ayudarla cuando su hija ya se apresuró a recogerla. Asistí a la pregunta sobre sus poderes y me pregunté si Reena no se estaría convirtiendo en peligrosa. No en loca, eso lo estábamos todos en algún grado. Me refería a sus poderes, esos que en algún momento dormitaban y ahora se espabilaban en reaparecer.

 

-- En mi opinión, si tienes algún poder es mejor mejor tenerlos despiertos y sabiendo como son y lo que pueden hacer, bueno o malo, que tenerlos dormidos. Por tanto, si recordar algo que no recuerdo te ayuda, intentaré hacerlo.

 

Aquello era raro. ¿De dónde había salido aquella agua? Le señalé a Xell un cuenco y ella se encargo de dárselo a Reena.

 

-- Mis recuerdos no sirven. Yo recuerdo un mundial anodino, cansado, con poco movimiento. Lo que interesan son mis pesadillas. Estamos en una cúpula rodeados de lava. El Ministerio se las da de sabios, diciendo que han hecho el mejor estadio en el centro del mundo y... la cúpula se rompe, estalla en mil pedazos. Ardemos allá dentro y me despierto sudando. Y poco más recuerdo excepto que... Alguien llamado Henry, un muggle, lee un libro de los muertos.

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En cuanto Eledhwen pronuncio la palabra cueva me lleve la mano a la cabeza, fue un momento de dolor somo si aquello me recordase un golpe que me diera en la cueva y es que yo recordaba a alguien herido en una pierna, tirar de otra persona, creia que era mi marido, para poder parapetarlo tras una roca y ponerlo a salvo. Me rasque el cuello para disimular el esto sin saber si había pasado desapercibida.

 

-Uff Eledh ahora mimo me pillas en pañales, mira que llevo las plantillas ministeriales al día pero ahora.

 

No tenia ni idea de quien podían ser los que estaban en el departamento de mi tía en aquellos tiempos y en ese preciso instante pensé en que bien podían haberse llevado ese recuerdo con el resto del mundial de quidditch. Todo encajaba.

 

-Claro, que puedes desmemorizar a tantos, pero para eso necesitas estar en el puesto que aora tiene Eledhwen para que sala bien y hacerlo en grupos un poco mas reducidos porque si no se hace así, se consiguen chambonadas como la que tenemos ahora nosotras en la cabeza.

 

Y nosotras por que dentro de lo que cabe eramos una familia comunicativa y confiada ademas de miembros respetables de la sociedad, porque de tratarse de otros, seguramente estarían en la planta psiquiátrica de San mungo o santos mangos en menos de lo que se dice "tris"

 

-¿Lava, dices? yo con lava no... pero estar metida en una tienda oscura y salir corriendo por entre el resto de tiendas si.

 

Al parecer tanto le había costado a Sagitas decir lo que recordaba que ahora hablaba como si se estuviera liberando de una pesada carga. Junto con ese pensamiento en mi mente flotaba otro que no hacia mas que instigarme para que le prestase atención.

 

-¿A aluna le suenan las semillas de manzana dorada de afrodita?

 

Que tontería, pensé despues, ¿de que les iba a sonar algo que con el simple nombra ya se sabia que era fraudulento? tenia la certeza de que ni siquiera un muggle se creería la existencia de algo tan poderoso de haber existido.

 

-¿Y una semilla que tirada al suelo creaba setos?

 

Definitivamente estaba volviéndome loca, no sabia de donde sacaba aquellas ultimas palabras, porque ni en mis recuerdos tenían sentido. Pero por algún extraño motivo, casque los dedos, me volví en la silla de un saltito y señale a mi tía mientras decía una única palabra.

 

-¡Arena!

 

Como si acabara de descubrir el edén, estaba eufórica y no sabia el significado concreto de aquella palabra que, si, tenia muco que ver con el desierto pero no estaba segura de que esa fuera su relevancia.

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- Lava... lava... lava... - murmuraba Eledhwen, sopesando lo que había dicho Sagitas. Escuchaba hablar a la pelivioleta y a Reena, pero ella seguía dándole vueltas a la cabeza, y de repente exclamó - ¡lava en Nueva York!

 

Las miró, buscando una confirmación en su mirada. Luego, negó ante Sagitas.

 

- No, no, no... el libro era mío, yo lo leía, aunque no tenía ni idea de jeroglíficos. Yo leía... - frunció el ceño - ¡...para guiar a Henry! El muggle... el muggle nos salvó... ¡Aunque ya estabamos muertos! ¿Cómo lo hizo?

 

Egipto; el juicio de Osiris; sacrificios... Las imágenes que "El Libro de los Muertos" le mostraban. ¿Libro de los Muertos? ¿De dónde salían esas ideas? Las espantó sacudiendo la cabeza. Y miró a Reena:

 

- Si tienes ese poder, no puedes renegar de él; somételo, y utilízalo, que no sea al contrario, tú debes dominarlo.

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  • 2 semanas más tarde...

No miraba a Reena en ese momento, pero juraría que hizo un movimiento de dolor al oír hablar a Eledhwen. No lo puedo asegurar, ya que cuando dirigí la mirada a mi sobrina, ese gesto ya había desaparecido. Quedé un momento pensativa.

 

-- Entonces... Reena... ¿Crees que lo que nos sucede es que alguien estuvo desmemorizando a la gente y tenemos los que podría ser "efectos secundarios" por un trabajo mal hecho...?

 

Seguí pensando, de ser así...

 

-- Suponiendo que fuera verdad... Esto sólo puede hacerse a nivel Ministerial, movilizar a la dirección de mi departamento y al jefe de Desmemorizadores y crear una normalidad falsa con la que todos se sintieran a gusto... ¿Por qué nosotros tenemos estos fallos y otros no?

 

Aún no quería dar mi brazo a torcer. Tenía mucha confianza en Mackenzie Malfoy, a quien sabía partícipe de los Juegos de Quidditch. Ella no hubiera planeado tal fraude.

 

-- ¿Manzana dorada de Afrodita? -- pregunté, incrédula. Después me arrepentí. Yo recordaba una piedra amuleto que aparecía de repente y que desapareció tal como había venido. -- De la arena me acuerdo, aún tengo en los miles de souvenirs que tengo acumulados en el desván.

 

Tenía que aferrarme a eso. La arena era real, la manzana dorada era un sueño.

 

-- ¿El libro era tuyo? -- le pregunté. Y a la vez que lo hacía, lo recordé. El libro era suyo, lo compró en Egipto, morimos sepultados en lava. No sé cómo volvimos a vivir. Aquel Nueva York subterráneo quedó sepultado por los monstruos de lava. Empezaba a tener dolor de cabeza.

 

Mantuve el silencio, pensando en lo que decía Eledhwen.

 

-- Por supuesto, si tienes una habilidad, has de conocerla y dominarla, eso siempre. Y ahora dinos, ¿en qué consiste esa habilidad nueva? ¿Vas a prender fuego a la librería?

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Yo no tenía recuerdo de la lava y tampoco del libro del que hablaba mi amiga pero recordaba haber estado en nueva york, el cartel de Welcome New York si se me hacía muy familiar, de eso no cabía duda.

 

-Y si... No, no puede ser.

 

Con respecto a eso del ministerio tenía tantas hipótesis que empezaba a tener dolor de cabeza y algunas tan descabelladas que me daban ganas de llevarme a mi misma al ala psiquiatrica de la clínica.

 

-Piénsalo un momento. ¿Y si nadie mas tiene recuerdos porque a ellos los desmemorizó un profesional y luego a ese profesional se lo borró otra persona, poderosa pero sin la practica necesaria?

 

Se me ocurría que bien podían haber cogido al departamento de mi tía y los habían obligado a borrar la mente de una gran cantidad de personas y tal vez nosotras recordábamos por ser familia de Sagitas. Quizás ella se resistió al hechizo o no quiso privarnos de un recuerdo y por eso lo hizo otro, uno menos experimentado o familiarizado con el hechizo.Esa idea no me parecía tan descabellada.

 

-Los poderes son complicados tía, ya sabes que cuando estoy nerviosa tengo cambios repentinos de humor y no puedo controlar eso, mas ahora cuando ocurre las cosas que toco se queman, me arde el pelo, las velas y chimeneas se encienden a mi paso...

Era algo que se podía volver muy peligroso y ya una vez le había hecho daño a mi hija. No quería un poder que no podía controlar y otro viaje al extranjero para aprender su alcance dolería demasiado, no tenía claro si mi familia resistiría mi ausencia durante el periodo de tiempo que estuviera fuera y ni yo estaba segura de poder soportarlo, porque me daba depresión cada vez que estaba lejos de mi familia, de mi tía, de mis hijos. De mis amigos...

 

-No no quiero quemarle la librería a mi hija pero si ahora mismo entrase alguien en la tienda y amenazase a alguna de vosotras, podría ocurrir cualquier cosa.

 

Tenía la mirada fija en el cuenco de agua aparecida viendo, sin darme cuenta, los giros que hacía en el interior de su recipiente, sin atreverme a mirar a mis compañeras de mesa porque estábamos tratando dos temas bastante peliagudos al calor del respeto y la merienda, que eso dentro de lo malo no era del todo lo peor.

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No es que me gustara la respuesta de mi sobrina, pero mi mente solía buscar lo positivo de las cosas, aunque en un principio me alterasen. Así que intenté analizar la situación de forma fría, algo difícil si pensamos que hablábamos de fuego.

 

-- Hum... Entiendo lo que dices...

 

¿Yo habría hecho eso...?

 

-- Pero fallas en algo. En aquel momento, yo era una funcionaria normal, de Accidentes, no directora. Ahora me lo habrían pedido, colaboraríamos Eledhwen y yo con las desmemorizaciones y sí, no habría fallos porque la prima es excepcional en su trabajo; hubiera sido profesional. Y sí, a nosotras nos hubieran desmemorizados otras personas, tal vez no tan buenas.

 

Decidí no plantearme si hubiera desmemorizado a mis familiares directos, pero si, como los recuerdos de todos parecían indicar, nos hubiéramos muerto y revivido, seguramente sí lo hubiera hecho, para evitar el dolor de ese conocimiento. Pero nunca puedes decir que sí o que no antes de que pasen las cosas. O después, si era cierto que ya lo habíamos hecho. Puff, todo aquel desbarajuste sobre el tiempo y lo que habíamos perdido era para volverse loca...

 

-- Bueno... No te prives... Si tienes que prenderle fuego a algo... Pues tendremos que poner extintores por toda la librería, para prevenir tu mal genio -- y le di un pequeño golpe con el puño cerrado en el hombro, para que sonriera, aunque no parecía ser momento para eso. -- ¿sabes que te podría hacer una artista en el Circo? La mujer de Fuego...

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