☀ ｡.:* Castillo Lestrange *.:｡☀

[Polyta Lupin]

El llanto del pequeño bebé la sacó de golpe de su sueño reparador. Hacía mucho tiempo que no podía dormir más de tres horas de corrido, su hijo era un pequeño bastante hiperactivo y demandante, aunque pensándolo bien eso no era algo raro siendo parte de su familia. Cuando esa idea cruzó por su mente, sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas. Hacía demasiado tiempo desde la Última vez que habían estado todos juntos y la añoranza era enorme. Urian aÚn no conocía a nadie de la familia. sus paseos por la casa sólo habían permitido que el niño estuviese al tanto de la presencia de los queridos elfos que no hacían más que consentirlo, incluso cuando él gozaba de tirar de sus orejas como una extraña forma de juego.

Se encaminó hasta la cuna enfundada en un amplio vestido blanco que dejaba entrever el peso que había ganado con el embarazo y que aún no lograba perder. Quizás a otras mujeres eso les molestara pero en su caso aquellas nuevas curvas la hacían sentir femenina y no le importaba, pues aquello era la evidencia del regalo más precioso de su vida.

Miró al pequeño antes de tomarlo entre sus brazos para comenzar a acunarlo, era muy mimado y a veces lloraba sólo para que ella fuera a abrazarlo, cosa que ella disfrutaba. -- ¿Tienes hambre, pequeñín? -- preguntó con dulzura pero sólo recibió el sonido de gorjeos. Definitivamente su hijo sólo quería un poco de atención. Además, si lo pensaba bien, era la hora de un paseo.

Con el bebé apoyado en una cadera, tomó el bolso con las cosas esenciales y, tras calzarse unos cómodos zapatos, se dispuso a salir del edificio. Siempre se solía aparecer en los lugares que deseaba conocer pero el niño la obligaba a ir en coche o caminando. Aquel día en particular sólo tomarían un paseo por los jardines pues no estaba con ánimos de soportar el camino hasta el pueblo.

- Vamos, enano, veamos si encontramos a tus amiguitos y puedes tirarle las orejas -- pronunció al tiempo que sonreía, viendo cómo el bebe le jalaba las orejas a ella como si entendiera de qué estaba hablando.

Cuando estaba al pie de la escalera sus ojos de abrieron desmesuradamente, logrando que el niño la mirara frunciendo el ceño. No podía ser verdad, ahí en el sofá se encontraba Sam sentada sola, y ella aún no había podido contarle lo del niño. Esperaba que no se lo tomara a mal o que al menos dejara los gritos para cuando él no estuviese en el lugar. Rogó a todos los espíritus prenavideños que la joven se encontrase de buen humor, de lo contrario lo mejor sería salir lejos, muy lejos, y no era un buen plan teniendo en cuenta que aquella era la única casa que Urian conocía.

-- Buenos dias -- saludo con una tímida sonrisa afirmando mejor al niño que miraba extrañado a la mujer que aun no conocia

[Samy Lestrange]

La bruja continuó observando una a una las fotos, recordando momentos que creía haber perdido hace mucho tiempo. Había incluso una foto de su madre profundamente dormida, con algunos pequeños rizos de su ondulado cabello esparcidos por la almohada y su cara pintada como la de un pitufo azul. Haydie la había vigilado durante dos meses a sol y a sombra después de eso, e incluso le habían prohibido usar las tijeras para evitar cualquier otro accidente de peluquería con el cabello de su madre.

 

Sonriendo, deslizó sus dedos por una foto que había sido tomada en la casa Gaunt. Detrás de las caras sonrientes de su hermana, su madre Mel y ella, podía ver unas cuantas calabazas gigantes, de un extraño color naranja-verdoso. Calabazas de Halloween. En pleno abril. No era de extrañar su aspecto, y aún peor era su olor... Muy pocas veces la decoración de la casa iba de acuerdo con el calendario, lo que degeneraba en extraños decorados para su hogar.

 

Samy levantó la cabeza oír un ruido detrás suyo. Sonrió al ver a su prima en lo alto de las escaleras y levantó una mano para saludarla, antes de recordar que había algo que quería enseñarle a Polyta. Recorrió las páginas rápidamente hasta llegar a una en particular, la que sacó del álbum y envió flotando hacia las manos de la pelinegra.

 

- ¡Mira! Tengo algo para tí. ¿No es preciosa? - La pelirroja sonrió encantada, pero parpadeó confusa al notar el silencio estupefacto de la Lupin. Aquella foto era una toma oscura en la que sólo se veían algunos destellos blancos y un poco de movimiento rojo, pero Samy pensó que estaba bastante claro lo que era.

 

- ¡Esa eras tú de bebé! ¿No lo recuerdas? Intentaste comerte la cámara de fotos y el disparador se lanzó sólo... Casi pierdes medio cerebro por el humo, pero fue una imagen muy tierna... ¿cierto?

 

La Lestrange observó con cautela esta vez a su prima, preocupada por la notable inquietud de la muchacha. Cuando la gente se andaba con cuidado a su alrededor, generalmente significaba que tenían que decirle algo que no quería escuchar. Volvió a fruncir el ceño, confundida por la extraña elección de su prima por su vestuario, y por la pequeña cosa rosada y balbuceante que sostenía en sus brazos como si fuera a romperse.

 

- Cariño, sabes que si necesitas dinero sólo tienes que pedirlo. No tienes que buscar trabajo de nana o de paseadora sólo para conseguirlo, ¿para qué está la familia?

[Polyta Lupin]

Miró con una sonrisa la foto, era realmente extraño que Sam pudiese recordar la historia de aquella extraña imagen pero después de todo la pelirroja tenia una memoria sorprendente. Se alegraba de sobremanera de que siguiera actuando con normalidad y que la presencia del niño no le molestase aunque no sabía si eso era algo bueno al menos le daba un poco de tiempo para prepararse a una reacción indefinida pues con su prima todo era un misterio.

 

Acaricio la pelusa negra que su pequeño tenia por cabello y se dirigió hasta el sofá, Sam parecía sumergida en una de sus etapas melancolices y el álbum de fotografías de cuya existencia no estaba enterada, parecía contener archivos de momentos extraños y vergonzosos es decir de la vida familiar en general , siempre se preguntaba porque ella había ido a parar en ese sitio cuando su personalidad distaba tanto de la de los demás miembros pero con el tiempo eso resultaba un mero inconveniente después de todo en esa casa de locos todos parecían quererla mucho,

 

Sus pasos se detuvieron de golpe al oír lo que la chica decía, era un golpe de agua fría completamente inesperado a pesar de ser pequeño y de que sus rasgos aun no estuvieran definidos Urian era muy parecido a ella.Suspiro pesadamente , era hora del temido momento lo único bueno es que no era en medio de una reunión familiar al completo y que podría correr antes de que la suma inquisición acabara con ella , había cien o mas preguntas que no podría responder sin generar la ira de la familia pero postergar el momento no serviría , ademas contaba con que la ternura del pequeño ayudase a conseguir una aliada en su prima favorita.

 

-- Veras Sam el pequeño se llama Urian y no es que tenga problemas de dinero , él es mi hijo -- pronuncio en apenas un susurro pero sabia que ella llegaría a oírla sin problema

Editado 22 de Noviembre del 2014 por Polyta Lupin

[Samy Lestrange]

- Tu... ¿qué? - la pelirroja casi gritó al oír a su prima, que sólo se mantenía ahí quieta, sosteniendo a la pequeña cosa y esquivando su mirada. ¿Por qué la gente siempre insistía en tener hijos, hijos y más hijos? Si de la alta tasa de bebés se tratara, este castillo debería parecer una guardería o una sucursal de China en Londres. Menos mal que normalmente la gente huía de allí o los mocosos iban a parar a otros sitios, o este silencio incómodo entre ambas brujas habría sido imposible.

 

Y pensar que había creído que la Lupin era la única bruja "normal" en la familia... Ahora resultaba que tenía las mismas aficiones que el resto de personas que conocía: tener niños y ser una adulta cargando con una criatura que sólo sabía babear y pedir comida. Bien, había otras personas en la familia que sólo sabían babear y pedir comida y no eran bebés; su tía Neter, por ejemplo, pero nadie debía cargarla en brazos (por lo general) y ella sí sabía usar el baño (por lo general...). No entendía esa fascinación que el mundo tenía por unas cosas lloronas que no podían hacer nada más por ti que llorar y despertarte en mitad de la noche.

 

- Aaahhh - fue lo único que se le ocurrió decir en ese momento, que no ofendiera a la pelinegra. Solían decir que las mujeres Lestrange eran peligrosas cuando se cabreaban durante o después de un parto... aunque también lo eran antes; las mujeres Lestrange podían ser peligrosas desde el momento de su misma concepción. Y ya que pensaba en embarazos...

 

- ¿Y de dónde lo has sacado? Digo, aquí no has presentado ningún pretendiente formal ni informal, que yo recuerde. ¿Quién es su papá? Porque tiene un padre, ¿cierto? Y no te molestes con el cuento de los repollos y los supermercados, mi mamá ya me dijo de dónde venían los bebés, y no creo que te dediques a robar bebés ajenos por la calle. Entonces... ¿de dónde ha salido el pequeño... Urian? Me gusta ese nombre, aunque suene demasiado bien para un bebé.

 

Cuando la cosa que Poly sostenía en sus brazos comenzó a emitir sonidos extraños, Samy saltó de su asiento y se refugió detrás del sofá, temiendo una avalancha de vómitos o algo peor. Nunca sabía cómo interpretar esos extraños sonidos, ¿Se reía o lloraba? Tal vez le había dado hambre... - Si quieres puedo buscar a Haydie para que le prepare una hamburguesa, no deberías dejar que BebeBoo pase hambre, o podría comerte a ti mientras duermes.

[Sol Lestrange Black]

El tiempo había volado, y podía notarse aún más mientras mis pequeños pies caminaban por aquel frio sendero rodeado de árboles desnudos. Sus hojas se encontraban tiradas dándoles un aspecto que quizás para algunos fuese tétrico. No para mí, el simple hecho de saber que aquel bosque era la antesala del mejor lugar del mundo me hacía sentir una serie de emociones encontradas.

 

Un lugar lleno de recuerdos, bellos y aterradores por igual, pero sauna si el único lugar donde siempre me sentía protegida, pese a la soledad y tristes recuerdos que siempre me acompañaban. Cada cierto tiempo aquel lugar me llamaba a gritos, haciendo que cada recuerdo tomara fuerza, que cada olvido regresara con fervor. Y llena de aquello era imposible resistirme a aquel dulce tormento.

 

La fría brisa del otoño desordeno un poco mis rizados cabellos, haciéndome suspirar, observando a mi paso aquellos setos llenos de flores que a base de magia se mantenían cual si fuera primavera. Pasar tiempo en el mundo muggle era siempre relajante y más para una mente donde la magia era relacionada con tristes recuerdo de aquello que ya nunca podría ser. Respire profundo intentando que la melancolía no ocasionara estragos, ajuste mí bufanda y apresure el paso hasta casi encontrarme frente a aquel castillo donde cada piedra encerraba un momento de mi vida.

 

Hubiese sido más sencillo usar la magia y aparecerme dentro, no pensaba lo mismo, me gustaba regresar por mis propios pies recorriendo cada espacio formado de sueños y pesadillas, de aquellos fantasmas del pasado que se escondían tras aquellos árboles y flores. No sería la primera, ni la última vez que tuviera que enfrentarlos, necesitaba una buena dosis de realidad para recordar quien era y quien ya no quería ser.

 

Llegué finalmente hasta la escalinata, di un par de vacilantes pasos y la puerta se abrió, sonreí ante ese simple gesto de reconocimiento, solo un verdadero Lestrange era capaz de hacer que aquellas imponentes puertas se abrieran a su paso. Respire profundamente armándome de valor y di los pasos que faltaban para ingresar. Todo estaba tal cual lo recordaba. Las mismas flores en los jarrones, frescas y despidiendo aquel dulce aroma. Las mismas cortinas, señal de que Samy tampoco había pasado últimamente por ahí.

 

Los cuadros sonreían y cuchicheaban entre ellos asombrados al verme pasar., el repiqueteo de mis botas de tacón resonó en el piso de piedra y fue apagado al llegar al mullido tapete que se encontraba en medio del vestíbulo. El cuchicheo de voces lejanas me hizo dudar en seguirlas o subir directamente a mi habitación

 

.- ¿A que volviste Sol? – escuché una suave voz en mi cabeza.

 

- Lo se lo sé, a estar con los que quiero…- respondí sin pensarlo mucho. Sonreí y camine hacia el salón donde la imagen que encontré no podía ser más perfecta. Samy y Poly estaban en uno de los sillones y una que otra sorpresa más que me hizo callar un suave grito de sorpresa.

 

- ¿Por qué siempre soy la última en enterarme de las sorpresas y las reuniones familiares?- pregunté en un tono que pretendía fingir molestia, aunque fue bastante apocado por mi alegría de verlas….

[Samy Lestrange]

Cuando la cosa que Poly sostenía en sus brazos comenzó a mover sus extremidades como un pequeño pulpo acompañando esos sonidos, la bruja retrocedió dos pasos detrás del sofá y se mantuvo a cubierto, ninguna cosa de menos de medio metro de largo la tomaría por sorpresa, jamás. El ruido apagado de la puerta del frente al abrirse y cerrarse llamó su atención, haciendo que se diera vuelta para ver la visión más bonita que el castillo podía ofrecer.

 

- ¡Mamy! - con una rápida carrera la pelirroja alcanzó a su madre y con un brusco salto se aupó a los brazos de la extraviada bruja que la había traído al mundo.

 

-Tú sabes que nuestras reuniones familiares nunca son planeadas... es cosa del azar y la remolacha, así de impredecibles. - Apretó a la bruja entre sus brazos con todas sus fuerzas, contenta de ver aquellas mujeres a las que amaba más que a su vida, aunque a veces fueran un poco estrafalarias o hicieran cosas inentendibles para ella.

 

-Y acerca de las sorpresas, no eres la única, nadie me avisa nada -le dijo aflojando un poco el abrazo de boa y haciendo un puchero con sus labios. -Yo siempre les cuento todo lo que decido y hago, en eso no tengo secretos. Ayer se me ha caído una pestaña, hoy he desayunado un muffin y he decidido que deberíamos hacer remodelaciones más exhaustivas esta vez. He encontrado cosas que tienen ya un par de años aquí y aún no han perecido -negando con la cabeza, se frotó la frente con gesto preocupado.

 

-Eso es imperdonable. Ah, y Poly es madre de un bebé, o eso dice, aunque no me ha dicho quién es el padre ni por qué quería un bebé- miró a la bruja pelinegra intentando conseguir respuestas más certeras que antes. Con su madre aquí, sería mucho más fácil conseguirlo: la Lupin no podía mentirle a Sol, eso simplemente no se hacía. -Creo que esas son todas las actualizaciones pertinentes a este año. Al menos por mi parte, pero aún no me has dicho: ¿dónde has estado, mamy? ¿Con quién? ¿Me has traído algo?

[Helen Evans]

Fría, esa era la mirada que encontré en él, totalmente fría, aquellos ojos rojos.... esos no eran los suyos, no podían serlo. Pero fueron sus palabras las que me desarmaron en dos segundos, <<Así que tu eres Helen>> ¿Qué quería decir eso exactamente? Observé sus brazos buscando la marca, pero él reaccionó rápidamente y cubrió sus brazos.

 

— Tu nombre, quién soy yo, y que es lo que llevas tatuado en el brazo — dije de pronto, tratando de mantenerme en una pieza — eso es lo que quiero saber de ti, al menos por ahora.

 

¿Había perdido la memoria? No, no podía ser, porque recordaba el lugar, porque recordaba a Nyota porque sabía mi nombre y lo que significaba, pero todo eso también lo sabía el demonio y no tendría ningún sentido decir lo que acababa de decir. La túnica blanca bailaba al compás del viento e instintivamente hice girar el anillo que llevaba puesto; ¿Sería capaz de vestir ese color nuevamente? Una parte de mí deseaba salir corriendo, una parte de mi deseaba no escuchar nada, vivir engañada, ignorante y feliz.

 

Pero eso sería una gran cobardía, y sin importar que pasara yo quería saber la verdad, necesitaba saberla, ¿Quién era él exactamente?

[Fokker]

—Fokker, ese es mi nombre, creí que ya lo sabias— mantuvo la mirada sobre los ojos de ella antes de continuar, quizás la confundió con otra persona —tú eres Helen, a menos que mi memoria me engañe—

 

La última pregunta carecía de importancia para él, por eso no cubrió su brazo, no le importaba mucho que se enterara que pertenecía a una bando de locos pero que en la situación en la que estaba ahora podrían serle de utilidad. Diversión y sangre era su esencia mucho antes de hacer ese experimento y tener una vida humana.

 

—Creo saber que por eso viniste aquí, solo para comprobar lo que ya sabes.

 

Instintivamente observo el anillo que ella portaba, un sinfín de imágenes pasaron por su mente sin conexión alguna aparente, muchas de su pasado pero ninguna tan nítida para forzar un recuerdo anterior. Instintivamente observo su mano, como si algo le dijera que debía hacerlo, pero no portaba ninguna joya. El viento seguía haciendo de las suyas agitando su camisa.

 

—Ahora, si vienes a cerciorarte de lo que te informaron es cierto, es solo por un motivo...—llevo su mano en busca de su varita— supongo que somos enemigos— la saco pero no era la de él, era una muy extraña.

 

—¡¡¡NYOTA!!!—bramó con fuerza. La pobre elfina se apareció entre las dos figuras —¿Qué es esto? ¿donde está mi varita?— la criatura le alcanzó una bolsa donde estaban su varita partida en dos pedazos , Cygnus no estaba para nada contento, pero pero no era el momento de bajar la guardia pero tampoco deseaba pelear usando una varita que desconocía por completo. Tomó los restos de la varita y la hizo arder completamente hasta convertirla en cenizas.

 

—Quería divertirme un rato, pero tal vez lo hagamos en otro momento— le dijo con una sonrisa de ironía. Pero aunque trataba de disimularlo sus pensamientos seguían siendo confusos pero recordó algo.

 

—Tengo una pregunta— le dijo mientras se acercaba a la joven que aun no bajaba la guardia — ¿Donde estás nuestras hijas?

 

Y eso si lo recordaba con claridad, porque esa única vez cuando sintió que sus dos hijas estaban en peligro fue que despertó y aun tenia el recuerdo de aquella lucha con su huésped inesperado y su pobre lacayo Dominiv. Lo que no sabia es que Helen solo conocía el destino de una de sus hijas.

[Helen Evans]

Fokker y Helen, sí, esos eran los nombres pero definitivamente no eran los mismos, en realidad desde el momento que había llegado al castillo sabía lo que pasaría, sabía lo que me esperaba pero no había querido hacerle caso a ese sentimiento,a esa sensación que se apoderaba de mí a cada segundo. Asentí ante cada una de las respuestas, mis tontas justificaciones se caían como un castillo de naipes era él, algo le pasaba, sin duda, pero era el mismo; sin embargo yo.... definitivamente era otra.

 

— Sí, vengo a comprobarlo, no me iré sin saberlo sin escucharlo de ti o verlo. Solo eso, dímelo y me iré para siempre.

 

Pude ver que instintivamente sacaba su varita y mi brazo voló veloz hacía la mía, pero apenas la toqué retiré mi mano confundida, no podía hacer eso si el quería atacarme lo máximo que podría hacer era usar mis poderes de sacerdotisa para defenderme, no lo lastimaría; probablemente ya nos hubiéramos enfrentado en batallas antes, pero definitivamente yo no sabía que él estaba allí. Como acompañando mis pensamientos, el viento se arremolinó ligeramente más fuerte, aún no podía controlarlo del todo bien, era cierto, pero al menos podía usarlo para defender.

 

— ¿Ahora somos enemigos? Vaya, lamento que ahora tengas que atacarme para divertirte — sin duda sus palabras me lastimaban a cada segundo, era inútil evitarlo, pero no estaba segura de querer saber que pasó, solamente quería esa confirmación.

 

— ¿Hijas? Nats, la única hija que tienes conmigo, vive contigo en tu castillo y ella — apenas se me acababa de ocurrir la idea de que mi hija pudiera pertenecer a su bando también, ante esto una solitaria lágrima resbaló por mi mejilla, la limpié de inmediato — ella te adora, intentaré que viva conmigo, pero sé lo que dirá, sé lo que pasará.

 

Y para qué había sido todo aquello entonces, solamente para descubrir años más tarde que después de todo los ideales de Fokker y los míos eran diametralmente opuestos, y apenas se me ocurría que todos aquellos años separados, debían haber influido en él de muchas formas, ¿De verdad había sido tan idi*** de no darme cuenta antes? Y supe entonces que el día que se llevaron a Nats, la había perdido para siempre, que no había forma de recuperarla, que no lo habría nunca

[Fokker]

La elfina veía la escena queria decirle que él mismo tenia un anillo igual al que portaba la Evans en su habitación, que él era un idi*** por no recordar lo que pasó en sus años de vida humana, tratar de ayudar a su amo como lo prometió, sin embargo callo en ese momento, porque sabia que así se lo gritara el Fokker que tenia en frente no recordaría nada, seria inútil desperdiciar palabras.

 

Fokker no pudo evitar tener algo de nostalgia al ver las cenizas alejarse por el viento, como si una parte de su vida se alejara con ello, instintivamente llevo la mano a su cabello y se vio en Hogwarts junto a la Evans sosteniendo una Snitch, y escucho las carcajadas tan nítidas, ¿qué era eso que sentía?.

 

—Llámalo instinto natural, hace mucho que no uso mis poderes y necesitaba saber si aún soy bueno con esto. No creas que quería matarte—

 

Era imposible que lo hiciera así lo hubiera querido, como aquella primera vez que trato de salvarla, ahora no podía tocarla sin tener certeza porque como demonio desconocía lo que aprendió como humano.

 

—Comprobar que desperté y ya no queda nada de la persona que conociste, pues estas en lo cierto. Olvide muchas cosas, solo mantuve lo esencial, tienes derecho a saberlo, creo.

 

Pero la respuesta de Helen lo desconcertó, —¿solo una hija?—

 

Estaba seguro que eran dos los bebes que tuvo Helen, eso implicaba que Dominiv logro su objetivo de asesinar a una de ellas, o quizás sus recuerdos lo engañaban, pero no quería revisarlos porque a cada instante que lo hacia se sentía más y más confundido, tal vez no había sido buena idea acudir a la cita.

 

—¿Por qué tendría que vivir contigo? Soy su padre por algo trate de salvarlas en aquella ocasión

 

Sus ojos rojos se encendieron mientras la túnica blanca de la joven se agitaba de nuevo, y a cada segundo que pasaba los recuerdos se hacían mas vivaces, era inevitable desde el momento en que el demonio conoció aquel sentimiento fue marcado de por vida, ya hora se arrepentía de eso. La lagrima que la Evans dejo caer removieron lo mas profundo de su ser, y las palabras nítidas de su hermana Joa, resonaron en su mente <<No vengas con remordimientos, Fokker, eres lo que eres. Odio que las personas no acepten su naturaleza >>

 

Y recordó

 

Recordó todo, sus hijas, sus sonrisas, el quidditch y la tarde en que una joven gritó reclamando sus galeones de una apuesta mal pagada, la misma joven que estaba frente a él, con la que se caso apenas unas semanas, antes de saber la verdad. En su mente seguían resonando esas palabras <<eres lo que eres, eres lo que eres>> Y se dio cuenta que era una de la peores personas del mundo, todo lo que había tomado como un juego, lo que no quería ver ocultándolo como mejor lo sabia hacer. Y su mundo se termino de derrumbar, porque desde que en aquella batalla en el castillo Crowley se delato, destruyó lo unico lindo que había hecho en sus mil años de existencia. Y aunque aun no entendía lo que era en realidad el amor, ver llorar a Helen lo destrozó por completo.

 

Quiso abrazarla, pero se contuvo, quiso mentirle pero no podía hacerlo, no con ella. Endureció su corazón, porque entendía que estar con ella, le causaría mucho daño no podían estar juntos, ya no. Sus caminos se volvían a separar, era su destino nunca ser felices cuando parecían alcanzarlo al fin. Se giró porque no podía decirle eso mirándola a los ojos. y le dijo con frialdad, con esa que le permitía su naturaleza demoníaca

 

—Soy lo que soy, un demonio mis intereses son otros ahora y como tal no puedo estar contigo Helen.

Editado 9 de Diciembre del 2014 por Fokker