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Tienda P.B. de Material Escolar (MM)


Matt Blackner
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Xell parecía satisfecha con la compra y yo le sonreí. Por supuesto, todos los clientes de la Tienda PB salían satisfechos de nuestro negocio, de eso estaba segura. Sentimos pasos y Heliké se acercaba hacia nosotros. Sonreí un poco irónicamente:

 

-- ¿Ya te cansaste de Matt? -- Pero después me arrepentí. -- Baaaah, perdona, que era broma. ¿Ayudar? No, con Xell no, al menos, pues ya ha adquirido ese regalo grande y caro para su novia.

 

Ahora me estaba metiendo con mi otra sobrina. ¿Se daría cuenta?

 

-- Espero que ella te corresponda de la misma manera pues, la verdad, lo que llevas es bien cara para quien va dirigido. Lo siento, Heliké, ya sé que es tu hermana, pero no la trago. Necesita de alguien que le pare los pies y le ponga los puntos sobre las íes. No entiendo como puede ir por la vida con esa prepotencia.

 

Sabía que a Xell no le gustaban los enfrentamientos, pero ya era hora que supiera lo que pensaba de su novia, aunque seguro que ya lo suponía.

 

-- Es una engreída y no entiendo lo que ves en ella. Es una mandona y entra donde le da la gana cuando le da la gana sólo por incordíar, siempre amenazando con llevarte a Azkaban y luciendo su insignia de Jefa Ministerial.

 

Paré para respirar. Tal vez a Heliké le costara entender que no me metiera con ella y con su relación con Matt. Pero es que ahora le tocaba a la otra.

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Arqueé una ceja al recibir su bienvenida con una ironía.

 

- ¿Perdón? - no quería una bronca, pero parecía que se la estaba ganando y muy a pulso.

 

- ¿Ah sí? - ahora la sorprendida era yo. ¿Desde cuando Xell hacía regalos caros? Vale, quizá yo no tenía ningún derecho a cuestionar sus decisiones pero bueno...

 

Al cabo de cinco minutos mi tía ya se estaba metiendo con mi prima.

 

Levanté las cejas, sorprendida por cómo no se cortaba un pelo a la hora de hablar de su novia, y por mucho que me pesase hablaba de mi hermana.

 

- ¡Ya basta! - estallé, ahora me había enfadado.

 

- Entiendo que no te guste, por ser una prepotente, como tú dices. Es cierto, a mí no me gustan ese tipo de relaciones pero es lo que hay. ¿Acaso te ha dado algún motivo, aparte de que sea ministerial, para que hables así de su pareja? - Pregunté con un tono elevado, ya que estaba realmente enfadada.

 

- Puedo llegar a comprender que no aceptes mi relación con Matt, pero no te voy a permitir que critiques a otras parejas porque a ti no te gusten. Pensé que tenías la mente más abierta, la verdad. Fue a hablar la que se casó con un fantasma dándole igual la opinión de los demás - y la apunté con el dedo- ¡tú deberías de hacer lo mismo!

 

- ¡Parece que quieres vernos amargados a todos y ser aquí la única feliz tú! - quizá me pasaba, pero estaba cansada de que se metiese con todos.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir

 

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-- ¡Huy! -- exclamé, muy sorprendida. ¿Ahora que no me metía con ella, se ponía a defender a Xell? Bueno, a su hermana. Así que hice el gesto característico cuando algo me desagrada: enarqué una ceja y fruncí el ceño.

 

Después me crucé de brazos, levanté la barbilla y me apoyé en una de las piernas, dejando la otra un poco adelantada, una pose totalmente provocativa.

 

-- ¿Cómo te atreves? -- solté, cuando habló de Jack. -- Nena, deberías lavarte la boca para poder hablar de mi marido, tú no le llegas ni a la legua de sus zapatos.

 

Carraspeé.

 

-- Si los tuviera.

 

Entendía lo que decía pero no iba a dar mi brazo a torcer, vamos... Pues con buena se había metido.

 

-- Tu hermana es una prepotente, y si me meto con ella es porque lo es siempre. ¿Cuántas veces la he soportado en el Vulturi, o en el Confesionario, paseando como Pedro por su casa y alardeando de que es la Jefa de Seguridad del Ministerio? Pues lo és, sí, en el Ministerio, no en mis negocios. O en la lechucería... Mira, niña, que a tu hermana se la ha subido el poder a la cabeza y alardea por todas partes de que es la mujer más poderosa del mundo.

 

Pero bueno... Como si ella pudiera hablarme así. Ahora sí que me había faltado al respeto.

 

-- Todos vosotros tenéis que comer mucha sopa aún para poder llegar a entender la relación entre Jack y yo. Tengo la mente muy abierta, nadie podrá acusarme de eso, niña. Pero Xell vale mucho, algo ha de tener esa Lisa Weasley para que ella pueda ver algo más debajo de esa coraza de hielo que lleva siempre puesta. Y procura no chillarme de nuevo, Heliké, o del puntapié que te doy te caes de cul0 en la acera.

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Cabezota, cabezota, y cabezonas pensaba para mí misma. Así éramos yo y Sagitas. Pensando que me había pasado con el comentario que había hecho, ahora ella contraatacaba. Quizá tuviese razón en que mi hermana era como decía, pero no tenía ningún derecho a ... ¿seguro? Bueno, pero tampoco tenía que decirlo porque fuese cierto. Menos mal que estábamos en uno de sus negocios y no en el Ministerio, sino, seguro tendría problemas con eso.

 

- Pero eso no te da derecho a criticar así como así, tía - comenté, ahora cansada. Es que la verdad, agotaba pelearme con ella aunque a veces, no podía negarlo era divertido sacarla de sus casillas.

 

- ¿Cuántas veces me has chillado tú, sin motivo alguno, y tuve que tragarme tus gritos? - Levanté ahora una ceja, disgustada.

 

- Porque Xell es buena y ve más allá que cualquiera de nosotros - sí, yo también me incluía, porque a pesar de mis prejuicios tenía que pensar que había algo que le gustaba mi hermana a Xell. Aunque yo no lo entendiera o no comprendiese su significado.

 

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-- ¡Critico como me da la gana! -- le grité, perdiendo los estribos. -- Sólo faltaría que tuviera que pedirte permiso para criticar a quien quiera.

 

El comentario de Heliké me habìa puesto más nerviosa, aunque era cierto que no hacía falta mucho para hacerme saltar, en estos momentos.

 

-- Pues te callas, si te grito, en vez de excitarme para que te grite más fuerte todavía. ¿Es que aún no me conoces? Es más fácil que yo pida disculpas, si me paso, cuando os calláis que cuando me seguís aireando la mala leche. Ostras hervidas, parece que aún no sepáis como se mueve mi estado de ánimo.

 

Ahora defendía a Xell y cerré los ojos mientras que con los dedos me pinzaba la nariz, intentando permanecer en calma.

 

-- No me meto con Xell, es una Santa. Y paso ya de meterme con Lisa, por mí como si se casa con ella. Pero eso no quita que yo tenga prejuicios contra su actitud pues, al fin y al cabo, es lo que me ha desmostrado continuamente. Tardaré mucho en confiar en ella, si es que alguna vez lo hago. No me meto con Xell, ella es una buena chica, mucho mejor que nosotras. No sé de donde ha sacado un ánimo tan bueno, yo creo que ella aún vive en la edad media.

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Me estaba levantando mucho dolor de cabeza con los gritos. Aún no entendía cómo Xell nos mandaba al cuerno al ver semejante espectácu.lo que estaba presenciando. Pero lo cierto era que, yo y mi tía éramos cabezonas y ninguna de las dos dábamos el brazo a torcer tan fácilmente. ¡Vaya! Eso se había demostrado muchas veces...

 

- sí, sí, sí lo que tú digas - comenté haciendo un ademán con la mano, como diciendo "me importa un bledo lo que dices". Seguramente la cabrería mucho más, pero me daba lo mismo...

 

- voy a salir a fumarme un cigarro. Espero que al menos, nadie me interrumpa - dije claramente en referencia a Sagitas.

 

Pero en lo único que tenía razón mi tía era que Xell era buena.

 

Saqué la pitillera de plata y extraje un cigarrillo, abrí la puerta con cuidado y la volví a cerrar. Fuera del local extraje la varita y lo encendí, al menos así, esperaba poder tranquilzarme un poco. Sabía que si no se calmaban los ánimos caerían hechizos y no era buena idea.

 

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¡Pero qué descarada que era esta sobrina mía! Y no me refería a Xell, quien la pobre nos aguantaba como podía. Era la otra, la que se atrevía a hacerme un gesto con la mano como si me fuera a perdonar la vida por lo que decía.

 

-- ¡Vete! Vete a fumar y a echar humo por la boca como si fueras un demonio.

 

Que para mí lo era. ¿Pero es que siempre me iba a criticar todo lo que le dijera? Pues así no íbamos a poder arreglar nada de nada. La vi irse y me volví como una fiera hacia Xell.

 

-- ¿Pero tú has visto como me trata? Me falta al respeto y aún así pretende que yo diga que sí a la relación con Matt. Perro bueno... Se merece que le dé un buen corte y que le diga que...

 

Pero callé. No era algo que debiera hablar con ella y, además, algo en mi conciencia me decía que yo también me lo había buscado. Tenía que encontrar la manera de cortar eso o acabaríamos matándonos.

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Menos mal que había cogido la capa porque había hecho un frío de los mil demonios. Con un encantamiento que había hecho para mantener la temperatura, estaba fumando tranquilamente, escuchando los gritos de mi tía Sagitas....

 

Al cabo de cinco minutos, parecía que todo había terminado y después de saborear la última calada del cigarrillo lo tiré al suelo y lo apagué con mi bota. Suspirando, abrí la puerta y accedí al interior.

 

- ¿Has dejado de gritar, o tengo que salir de nuevo? - Pregunté ahora, con una sonrisa de lado. La verdad, es que ya cansaba tanta pelea. Mi prima seguía en silencio, suponiendo que, si hablaba podía hacer chillar a nuestra tía de nuervo. No la culpaba.

 

- Seguro que le gusta el regalo - le comenté con una sonrisa, viendo el paquete que aún reposaba encima de la mesa.

 

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La prima Heliké gritó a la tía Sagitas para que me atendiera ella y puso una excusa. ¿Habría hecho algo malo para que huyera de mi? Pero pronto me di cuenta que era por la tía, quien también parecía malhumorada. Pero no me dio tiempo de intervenir. Me dijo que aquel objeto era caro.

 

- Oh, no me importa, tía. No hace falta que me lo des más barato.

 

Pero la tía estaba escuchando conversaciones ajenas entre Matt y Heliké, que se oían desde allá. Me sentía en medio de dos fuegos, entre la tía y la prima. Pobre primo mío, pues él estaría en el mismo caso que yo. Ahora la tía, enfadada, me ofrecía un descuento.

 

- Oh, gracias tía.

 

La tía divagaba. Ay, todo esto la afectaba más de lo normal. Estaba haciendo un envoltorio digno de un castillo, por lo menos. Me entraron ganas de reír, cuando al final de tanto esfuerzo lo piso en una bolsa de cartón.

 

- Gracias, tía. Es un regalo bonito y muy bien envuelto.

 

Ay, no, ahora que se había calmado, aparecía la prima Heliké. Aunque parecía que la tía quería hacer las paces. Pero no lo consiguió. Y esta vez disculpaba a la prima por saltar de esa manera. Se pusieron a pelearse entre ellas por mí; o mejor dicho, por Lisa.

 

- Tía… No es cierto, ella no es de esa manera. No le das la oportunidad para conocerla bien…

 

Pero cuando se enzarzan, parecen dos fieras y no había manera de separarlas. Heliké le dijo que parecía que quería vernos amargadas a todos. No sabía qué decir. La tía se había pasado pero la prima no tenía pelos en la lengua. Ahora las dos me alababan diciendo que yo era buena y que Lisa era malvada. Me sentí tan mal que hice un esfuerzo por no ponerme a llorar. L a prima Heliké se fue, airada, a fumar, y la tía se quedó insultándola.

 

- Tía, esto no puede seguir así, las dos sois familia. ¿Es que no podéis hacer las paces? Esto es malo para todos, no sólo para vosotras dos. Me voy, he de entregar un regalo. Pero harías bien en ir a pedirle perdón porque ambas sois tal para cual.

 

Entonces entró la prima, que habló con un poco de orgullo en la voz. Suspiré y tomé el regalo.

 

- Gracias, prima. Voy a dárselo ahora mismo. Os dejo a solas, No os matéis, no iré al entierro de ninguna.

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  • 2 semanas más tarde...

Estaba terminando de colocar los últimos libros cuando Heliké me dijo qeu bajaba a ver si podía echar una mano abajo. Supongo qeu por una vez me permití el lujo de la idea de una conversación normal, sin voces ni peleas entre ellas....

 

Pero claro, eso no era posible tratándose de Sagitas y Heliké.

 

No tardaron en sobresaltarme las voces, otra vez discutían vete a saber por qué, pero con un suspiro de resignación bajé, observando sin meterme como se gritaban y al final, Heliké salía de mal humor, dejando alli a Sagitas de la misma forma. Xell estaba en medio, observándolas y riñéndoles cuando acabaron.

 

Con la cabeza gacha me dirigí hasta el almacén, para ver si había algo más que colocar, intentando quitarme de enmedio, de la vista de todas. Estaba cansado de las peleas entre ellas y ya no sabía como intentar suavizar las cosas.

- Voy a inventar la poción baja-humos, por merlín qeu lo haré... - murmuré mientras miraba entre las cajas.

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