Tienda P.B. de Material Escolar (MM)

[Sagitas E. Potter Blue]

Me dolía la cabeza. Tal vez me había dado un golpe al caerme, aunque no lo recordara. Ufff, me senté en el suelo y me puse las dos manos en la cabeza.

 

-- ¡Caray! Vaya golpe... ¿Estáis todos bien?

 

El suelo estaba limpio, muy limpio, sin rastro del escudo quemado. Es más... Juraría que en la Tienda teníamos pavimento blanco y aquel parecían losetas oscuras, desgastadas por el tiempo. Parpadeé. ¿El golpe había sido tan fuerte como para ver visiones? Intenté levantarme pero las rodillas me temblaban.

 

-- ¿Se os ha comido la lengua un escarbato? -- pregunté, algo enfadada por el silencio.

 

Después la vi, la estantería de libros. Y el escritorio lleno de pergaminos con fórmulas de alquimia, y el sillón verde oscuro que había visto abajo, en la trastienda, en el armarito del lavabo. Y el espejo.

 

Y a mi familia que hablaba (no les oía) por los gestos que hacían y a un elfo y...

 

-- ¡Demonios! ¿Cómo he entrado aquí dentro? -- pregunté, aún muy dolorida para preocuparme por ello.

[Roxanne Rambaldi]

Dirección de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad.

Roxanne Rambaldi, Directora del Departamento de Transportes Mágicos.

Al igual que con los otros negocios alternaba una visita al departamento, con el siguiente servicio, permitía vigilar como funcionaba el departamento y a la vez no presionaba a los dueños con las visitas. Llegando a la siguiente tienda observe que el lugar me era conocido, y como no, si durante meses había comprado materiales de la Academia de Magia y Hechiceria allí, o mi elfo lo había hecho, mientras yo iba con una amiga a algún cafe. Entre dejando entrar una ráfaga de aire frío, por lo que al instante cerré con fuerza.

 

-¿Hola?-dije en voz alta, mientras sacudía la nieve de la boina verde.- ¿Hay alguien que pueda atenderme?

 

Me encogi de hombros, sabiendo que de todas formas llegaría alguien. Un elfo, un dependiente o los dueños aparecerían en algun momento. Me entretuve curioseando los materiales, aprovechando la instancia, compraría algunos pergaminos y plumas. En la primera planta podía ver mascotas de todo tipo, ranas y gatos, en su mayoria; había oído que en Hogwarts permitían tener mascotas, y muchos de los estudiantes las llevaban como compañía, al contrario de Beauxbatons, donde era muy raro ver a un estudiante con algún animal.

 

Metí un dedo en una jaula de un gato, que ronroneo cuando acaricié su cabeza. Reí observando como el pequeño se restregaba en mi mano, ahora completa adentro de la jaula. Por un momento pense en comprar aquel animalito, era bellisimo y parecía llevarse bien conmigo, pero si apenas podía cuidar mi mono... ¿Como lo haría con un gato? De inmediato retire la idea de mi cabeza, tenía que concentrarme.

[Sagitas E. Potter Blue]

El elfo se asomó de debajo del mostrador, temblando de miedo. Aquello que sucedía allá arriba no era normal, nada normal, cosas de humanos... Pero no estaba seguro que nos afectara a los elfos, por eso se había refugiado en la planta baja, esperando, sólo esperando a que los amos bajaran de la segunda planta y dijeran que todo se había solucionado. Sintió una ráfaga de viento frío y se acurrucó más. Se dio cuenta que era un cliente quien había entrado. La nieve se arremolinaba en la puerta abierta, que cerraron enseguida.

 

Asomó las orejas.

 

-- Tenga cuidado, señorita. Parece amable, pero bufa -- o al menos, ese gato bufaba cada vez que pasaba él a su lado. -- ¿Puedo ayudarle yo?

 

El elfo era algo cobarde en el tema de fantasmas y espíritus, pero al menos sabía ser un buen dependiente, así que se incorporó del todo y esperó a que la mujer que había saludado al gato le saludara a él también. Ojo, sin rascarle la cabeza. eso no se lo permitiría.

 

(Porque le gustaba).

[Roxanne Rambaldi]

Dirección de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad.

Roxanne Rambaldi, Directora del Departamento de Transportes Mágicos.

La voz chillona hizo que sacara la mano de la jaula del gato, un elfo domestico que acababa de aparecer. En un principio me asuste, pero volví a tomar control para dar la vuelta y hablarle a la criatura. Parecía asustado, y esperaba no fuera por mi culpa. Le sonreí en un intento por tranquilizarlo, conocía bien de elfos nerviosos, y como tratarlos.

 

-Pues parece que se ha llevado bien conmigo, es una lástima que no pueda llevarmelo.-comente lanzando una rápida mirada al gato. Asenti a su siguiente pregunta.- Estaría encantada de que me guiara a la chimenea. No, no abuso de la hospitalidad de los dueños, trabajo en el Departamento de Transportes Mágicos y vengo de parte de la Direccion de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad. La señora Sagitas Potter Blue me envio para activar algunos servicios. Le sigo.

 

Me mantuve a un metro de distancia durante el recorrido hasta la chimenea, donde saque de mi abrigo la fiel varita que tenía desde mi ingreso a Beauxbatons. Alce la varita hacia la chimenea, y con una florituta el lugar quedo conectado a la Clinica Santos Mangos por medio de red flu. Seguido a eso, y con otro movimiento de muñeca, esta vez hacia los muros, el lugar quedo protegido por el hechizo anti aparicion. Excepto los dueños, todos se aparecerán en la entrada del local. Los dueños podrán aparecerse en el interior, en la trastienda.

 

-Esta todo listo, hazme el favor de avisarle a la señora Potter Blue que he estado aqui.-dije mientras caminaba a la salida.- Roxanne Rambaldi, ese es mi nombre, seguro ella lo reconocera enseguida.

 

Ya estaba en la puerta para ese entonces, guarde la varita en su lugar y sali al helado viento de afuera. Solo me quedaba visitar la Clínica Santos Mangos y la Libreria, que no me tomaría mucho tiempo. Sonreí ante la expectativa de llegar pronto a casa, tomar un chocolate caliente y dormir en una cama suave y confortable, lejos del frío invernal de Londres.

[Sagitas E. Potter Blue]

El elfo corrió a su lado, como buen dependiente.

 

-- Sí, sí, puede adquirirlo. Está en venta.

 

Y así se libraba de aquel asco de minino que siempre le bufaba a su paso. No le gustaba nada aquel gato, pero mientras no lo vendiera, tendría que darle de comer cada día.

 

Pero parecía que la mujer no venía para eso. Una lastima. ¿Y si se lo regalaba? Tal vez ningún dueño de la tienda se diera cuenta si se lo daba como muestra de agradecimiento por... por cualquier cosa. Ya que le había tomado cariño...

 

-- Ah, viene a lo de la Red Flu. Algo sabía. Más que nada porque el otro día la Ama Sagitas intentó ir a algún sitio y se ensució con los polvos flu y siguió dentro de la chimenea como si nada. Fue cuando dijo que iría a renovar el servicios.

 

El elfo suponía que eso había hecho, ya que estaba allá la mujer. La acompañó hasta allá y estuvo a su lado mientras hacía eso. El elfo no vio nada en especial, pero así es la magia.

 

-- ¡Oh, sí, sí, señorita! Recordaré su nombre y se lo diré a la Ama Sagitas, para que sepa que la red flu y eso del hechizo antiaparición ya está arreglado.

 

Correteó hacia la puerta y la despidió, después se giró y entró de nuevo en la tienda. Miró hacia el techo, no había ruido... ¿Habría pasado todo?

[Sunar PBT]

Raizor, elfo doméstico de Sunar

 

El pobre elfo, casi agazapado en una esquina no quiso ver mucho por donde se movían las sombras, la verdad prefería bajar, pero si alguno de los amos lo necesitaba y él abajo muy tranquilo -algo que sería imposible de hacer-, y pasaba algo, no se perdonaría que fuese por su negligencia en aguardar a los amos. Pero miró, tampoco que era tan miedoso así como para estar ocultado como un cobarde.

 

Las sombras subieron inundando el segundo piso con una niebla casi negra, no pudo ver nada excepto por los ruidos que le indicaron que rompían algo por ese lugar. Algunos gritos que le indicaron el grado de violencia con lo que actuaba esas entidades.

 

Y todo cesó, por un breve momento, no oyó la voz de la ama Sagitas. Fue raro no escucharle decir algo, pero Raizor vio a los amos Matt y Xell, hasta la bruja que llegó después que ellos subieron, Perenela. Todos menos la matriarca de la familia.

 

-¡Qué se hizo la ama Sagitas! - preguntó un poco aturdido por los golpeteos y destrozos de las sombras.

 

Solo esperaba que la ama Sunar estuviera bien donde estuviese dentro de esa tienda. Porque tener que decirle que su tía desapareció, a nadie le gustaba saber que un familia ya no se encontraba con ellos cuando pocos minutos atrás lo estaba.

Editado 14 de Enero del 2014 por Sunar PBT

[Sagitas E. Potter Blue]

Estaba atónita y atontada, no sabía bien lo que pasaba. O al menos hasta que sentí la voz del elfo de Sunar, quien preguntaba por mí.

 

-- Aquí, estoy aquí.

 

Caminé hasta el cuadro y miré hacia fuera. Había un límite. Demonios... ¡Era eso! ¡Estaba encerrada allá dentro! De repente, tuve un ataque de claustrofobia. Intenté serenarme y respirar a intervalos, pero procuré no hiperventilar o iba a ser peor. Por ello no les hablé, intentaba recuperar los nervios y no caerme redonda por una bajada de tensión, por la impresión que me había dado saberme presa.

 

Recordé que, antes, mucho antes, el fantasma había sacado la mano y quemado a Xell y a Matt. ¿Me pasaría eso si la sacaba?

 

-- ¡Aquí, estoy aquí! -- murmuré. Pero no me atreví a levantarme del suelo, donde me había sentado, por si me caía al caminar. ¿Me habrían oído?

[Hecate Engosvezhof]

Sentí una ligera presión en el brazo y miré. Era el pequeño sirviente que se agarraba a mí con su ama para hacer la desaparición. En un suspiro llegamos a la cuarta planta. Me fijé en que había un montón de calderos, con diferentes tamaños y materiales. Me llevó hasta allí y me fijé en cada uno de ellos, pero no aparecían los precios, o por lo menos yo no los veía ahí anotados…

 

Me dirigí hacia la chica:

 

-disculpe joven –le llamé con amabilidad– me gustaría saber los precios, y el material en el que están hechos, porque no sé por cuál decidirme y la verdad están muy bien, pero quiero uno que sea de excelente fabricación y que pueda contener todo tipo de pociones.

 

- ¡Ah! –Exclamé- y que sea rápido en la cocción, ¿me recomienda alguno? –le pregunté a la dependienta. Porque miraba y miraba hasta parecía que había uno hecho de oro, y otro de cobre. Pero no quería arriesgarme y que los brebajes fuesen una pena y con un resultado desastroso.

[Sunar PBT]

Mientras tanto... en la cuarta planta.

 

Siempre era cómodo estar en un sitio que no había antes. Así se sintió la Potter Black recorriendo esa planta en busca de los artículos que la clienta quería. Sunar se quedó cerca a la mujer por si tenía preguntas acerca de los calderos, entretanto, Sethy escogía los elementos más representativos para mostrárselos a la clienta, en cuestión de implementos para pociones.

 

- Si tenemos de varios materiales - mencionó la ojimarrón.

 

Le señaló un listado donde se podía leer:

 

Calderos

Peltre - 3 galeons

Latón - 4 galeons

Cobre - 6 galeons

Plata - 9 galeons

Oro -14 galeons

 

- Y los dos últimos son los mejores para pociones más fuertes por su resistencia. Además, esos son excelente para cuando tiene poco tiempo en una preparación. Pero aquí es donde debe tener mucho cuidado, porque si no lo vigila bien, puede tener un grave accidente. - explicó la Potter Black a Heliké.

Si todo le parecía bien a la joven, estaría esperando su respuesta, y así ya veía a Sethy regresar con los demás materiales que pidió la joven.

[Matt Blackner]

Que había pasado?

 

Abrí los ojos despacio, tosiendo. ME escocían a causa del polvo qeu tenían las cajas qeu me habían caido encima. Las aparté para que dejasen de aplastarme y me senté.

 

No sabía que me dolía más, si la cabeza o la mano quemada.

 

Aquellas malditas sombras oscuras se habían visto atraidas por mi. las había entretenido, pero ellas jugaban conmigo, sabían qeu me destrozarían la cabeza y lo estaban intentando cuando de pronto desaparecieron, murieron...y su conexión conmigo me provocó tal caos que acabé perdiendo el conocimiento, al parecer autosepultándome bajo alguna de las cajas apiladas. Encima, al caer, lo había hecho sobre la mano qeu el hombre del espejo me había quemado, y a pesar de la pomada de Sagitas, ahora me dolía horrores.

 

Me froté los ojos, levantándome. Debía comprobar qeu los demás estuvieran bien. Asi qeu corrí escaleras arriba.

- mamá! estás bien? - pregunté en voz alta.