Tienda P.B. de Material Escolar (MM)

[Sagitas E. Potter Blue]

¿Pero bueno....?

 

Tuve que respirar profundamente para no darle un grito a aquel fantasma por su atrevimiento. ¡Me había rechazado! Aún así, no dije nada. No había tiempo, en cuanto las Sombras supieran que estábamos allá arriba con él, nos atacarían. Me preocupaba Matt, allá abajo con Perenela.

 

-- Esta bien, está bien -- susurré, retrocediendo un paso, dejando que Xell se adelantara. El carácter de los Fantasmas es algo bien raro.-- Destruirlo en agua bendita...

 

Eso era problemático, ya que no podíamos salir de allá. Debería ir alguien al...

 

-- ¿Cómo que si hay una iglesia cerca? ¿Y el Confesionario? Anda, deja que la tita Sagitas se encargue. Necesitamos un elfo que vaya a un por recipiente con agua bendita y la traiga cuanto antes. ¿Estará Raizor aquí cerca? No quiero gritar para que no se entere nadie...

 

Un elfo apareció de golpe, como si hubiera entendido que lo necesitábamos.

 

-- Ama, abajo está la Ama Sunar y la Amita Heliké, ¿qué les digo?

 

¡Los Dioses son benévolos con caminos raros!

 

-- Dile a alguna que vaya al confesionario a buscar agua bendita, que use la aparición, que lo necesitamos cuanto antes. Y después tú y otro elfo que la suba. Ningún humano puede subir a las plantas mientras estemos... ocupados...

[Xell Vladimir Potter Black]

Note enseguida que había metido la pata, por la sombra que cruzó la cara en la tía Sagitas. Pensé al principio que era la reacción al rechazo, pero después me di cuenta que era por mi despiste. O tal vez por las dos cosas a la vez.

 

- Oh, el Confesionario. Lo siento...

 

No sabía como había olvidado ese lugar, si era muy importante para mí. Recordé que la primera vez que había entrado en él, también había sumergido el anillo de mis padres biológicos para liberarlo de una maldición. Pero hoy serían los nervios, había olvidado eso. Me sentí deplorable.

 

- Lo siento, lo siento - repetía, apretando el anillo, sin saber lo que había que hacer. Menos mal que la tía Sagitas sabía moverse más en estos terrenos tan inhóspitos y mandó al elfo que avisara a alguien que fuera a recogerla. Me pregunté porqué no podíamos salir nosotras, pero si ella decía que no, era que no. No protesté y esperé, apretando aún más el anillo.

[Eledhwen]

MUFFIN, ELFO DOMÉSTICO DEL CASTILLO HUFFLEPUFF

 

El elfo acudió a la Tienda P.B., como así le había mandado la ama Eledhwen. Quería material para hacer confeti y serpentinas, y decorar el salón durante la celebración del Año Nuevo. Había dicho que los harían entre todos, algo a lo que Muffin puso mala cara, pero si alegaba que se había cansado con el transporte de los productos, quizás podría escaquearse.

 

Así que necesitaba comprar cartulinas, tijeras, celo, pegamento, purpurina, y lápices de colores. Esperaba que en aquel lugar tuviesen de todo.

 

- ¿Qué hay? - saludó el elfo, y comenzó a mirar curioso hacia todos lados.

 

Encontró un cartel informativo con la distribución de la tienda, y tras dudar un poco, decidió subir a la quinta planta. Se montó en aquellas escaleras tan extrañas, que le subían solo. Puso mala cara. Así no se cansaría lo suficiente...

[Sunar PBT]

Raizor, elfo doméstico de Sunar

 

La ama se quedó, aguardó a que los amos estuvieran bien, pero también era para ayudar si fuese necesario. Luego de leer esa postal de navidad, el quiso estar seguro que nada le faltara a la señorita Potter Black por si él tuviese que dejarla sola. Pero sintió la necesidad que fijarse y no pudo.

 

- Buen día señorita - saludó a Heliké. Vio que la ama Sunar la saludó, al parecer la conocía, pero no sabía cuánto. - Dígame, qué desea - preguntó el elfo.

 

Tras pasar unos minutos, volvió a percibir que algo pasaba. Se disculpó con las dos brujas y desapareció. Fue a la planta donde se encontraba la ama Sagitas. Raizor le comentó acerca de la presencia de las mujeres. Asintió a la orden que le dio. Volvió a desaparecer.

 

Abajo, la pelicastaña se levantó y algo dudosa pensó en subir las escaleras cuando Raizor apareció de nuevo.

 

- La ama Sagitas necesita que alguien vaya por agua bendita al Confeccionario. - Miró a amabas brujas, no podía perder tiempo.

 

La Potter Black vio un rostro urgente en el elfo. Se despidió de los dos y desapareció.

 

Tras la desaparición de la ama, vio que otro elfo entraba.

 

- Señorita, le puedo pedir un gran favor. No suba las escaleras, es muy importante que haga caso, los amos dependen de ese pequeño detalle - dirigiéndose a Heliké. - Hey! Tú! espera. Aguardemos por un encargo y luego subimos - exclamó hacia el elfo que entró. Lo detuvo. Lo necesitaría como se lo pidió la matriarca de la familia Potter Black.

[Xell Vladimir Potter Black]

Apretaba con fuerza aquel anillo, sin atreverme a soltarlo, como si fuera capaz de solucionar cualquier cosa mientras estuviera pegado a mí. Pero algo me decía que había peligro y que eso no sería suficiente.

 

- Se oyen pasos.

 

Guardé silencio, con miedo, pues estábamos en la segunda planta y nadie podía subir allí. Lo había ordenado la tía Sagitas. ¿Pero le obedecerían?

 

- ¿Quién será? ?¿Serán las Sombras?

 

Sentimos que un elfo hablaba con otro elfo y le prohibía subir. Apreté con fuerza el anillo, sobre mi pecho, para protegerlo. ¿Cuánto tardarían en traer el agua bendita? Mucho seguro, pues pasó algo horrible. Aquellos elfos seguro que habían roto el sello de la sal, pues sentí que varias sombras subían a nosotros.

 

- ¡Tía, tía! ¡¡Ya vienen!!

 

 

 

OFF:¡¡Bon any 2014!!

[Sunar PBT]

Raizor, elfo doméstico de Sunar

 

Pudo detenerlo, pero se dio cuenta de algo. Solo cuando pensaba que todo estaría bien, que debían aguardar un poco más a que la ama Sunar llegara con el agua bendita. Raizor miró al piso. La madera con la cual se construyó el local y el contorno de las escaleras eléctricas, fue transgredida por uno de los dedos del elfo.

 

- ¡Noooooo! - exclamó alarmado el elfo viejo de la sobrina de la matriarca.

 

Si todo era correcto, ahora peligraban los amos. Y él giraba para ver si la ama retornaba. Cada segundo que pasaba era una tortura para Raizor (y eso que no contaba las centésimas), porque les falló.

 

Como si el corazón estuviera a mil y cayera al vacío, la vio aparecer. Ni le dio oportunidad para preguntar nada, porque tomó la botella que llevaba en la mano y corriendo agarró al otro elfo. Desaparecieron al segundo piso del local.

 

- Lo siento, lo siento - decía al acercarse a los amos, sabiendo que las sombras subían a por ellos.

[Sagitas E. Potter Blue]

Puff, la gente hace lo que le da la gana y... Así salieron las cosas... Xell pareció entrar en un ataque de estress con el tema del agua bendita y el confesionario.

 

-- Bueno, no es para tanto -- le dije.

 

Pero ella ni caso. Apretaba tanto el anillo que capaz que lo fundía con el calor del abrazo. A la vez se sintieron voces de gente, seguramente de un elfo por lo agudo que era. Intenté calmar a Xell pero ella se aferraba a ese anillo. Hasta el fantasma estaba inquieto.

 

-- Tranquilo, es novata. Es algo nuevo para ella. Vamos, Xell, que te tranquilices, no me obligues a darte una torta.

 

Pero dijo algo que me preocupó. ¿Qué venían?

 

-- ¡Demonios! ¡Todos atrás! ¡Raizor! ¡¡RAIZOR!! ¡¡El aguaaaaaa!!

 

Ahora no importaba que gritara. Las sombras nos habían encontrado.

 

-- ¡Lanza la botella, lánzale la botella a Xell! -- le grité al elfo. Ahora todo quedaba en sus manos. Las Sombras estaban furiosas. Si no lo hacía cuanto antes, no saldríamos vivos de la segunda planta.

[Hecate Engosvezhof]

Un elfo enseguida me atendió dentro del negocio parecía que no había nadie, y eso era lo más raro aún, quizá estarían en otro departamento porque no sentía a ninguno de mis familiares cerca. O quizá los poderes estuviesen fallando, quizá alguna alma en pena los necesitaba, porque notaba otras cosas. Hoy venía a comprar, gastar y luego rapidito para casa, no estaba para nuevas aventuras…

 

Me sorprendió la petición del elfo, así que finalmente estaban en temas de cosas oscuras, negué con la cabeza:

 

-Está bien, conozco a la gente que puede estar ahí arriba, lidiando con espíritus oscuros –dije frunciendo el ceño, seguro que el pobre sirviente se asustaba al escuchar esas palabras, pero era lo que detectaba, no podía evitarlo, siempre conseguía meter las narices en dónde no me llamaban, y todo por el poder de empatía. A veces lo maldecía. Pero recalcaba de nuevo, hoy sólo iría a comprar…

 

-Entonces que un elfo me atienda, porque necesito de varias cosas, y si molesto, puedo venir más tarde, y además, por mi parte no hay problema –dije al elfo lo notaba nervioso, no era el poder, se veía a simple vista, sobre todo en la forma de hablar. Así que esperé pacientemente por si algún humano o criatura me atendiese.

[Sunar PBT]

Algo cansada de buscar en todo ese Confeccionario, la Potter Black llegó justo a tiempo para sentir como le era arrebatado de su mano, la botella con el agua bendita. La situación debió ser delicada allá arriba para que él hiciera eso. Pero lo dejó ir.

 

Solo segundos después, se dio cuenta que una bruja, esa misma que una vez vio en algún negocio de su tía, se quedó allí. La pelicastaña la saludó, y se disculpó por no haberle hablado antes.

 

- Hola, si quieres, te atiendo yo. He estado bastante, y creo poder ayudar. - y con eso dudó. Si la segunda y primera planta había "problemillas", no aseguraba o mejor dicho, no creía que las otras fueran peligrosas.

 

Sunar aguardó, ahora ella, la respuesta de la nueva clienta. Y suspiró porque no le gustaba que constantemente, sus tíos fueran perseguidos, atormentados por demonios, fantasmas y demasiadas clase de seres sobrenaturales.

 

 

Raizor, elfo doméstico de Sunar

 

Demasiado acongojado, muy apenado, el elfo se quedó paralizado porque sabía que se acercarían los espectros que hasta hace poco, se mantenían en la primea planta. Y por falta de precaución, iban a por ellos.

 

- Yo..yo... - quiso decir algo y la matriarca de la familia le gritó.

 

¿El agua?

 

Debía lanzarla a la amita Xell. Y con el nerviosismo, aún con la mano sobre el hombro del otro elfo, sentía una rara sensación. Ellos se hallaban frente a las escaleras y un escalofrío lo invadió.

 

¿Dónde se encontraba?

 

Por fin la vio, y como pudo la Raizor lanzó esa botella con el agua bendita. No quiso quedarse a ver, y corrió hacia la parte más profunda de ese piso, pero no sin estar a buena distancia de los amos por si lo volvieran a necesitar.

[Hecate Engosvezhof]

Al parecer el sirviente no me había escuchado porque enseguida se había ido pero al mismo un tiempo un grito conocido me hizo ponerme en guardia al momento. Me había prometido ir sólo a comprar pero es que también me preocupaba la seguridad de los míos. Sagitas era una poderosa sacerdotisa y si tenía a Xell, ambas eran imbatibles habían salvado muchísimas situaciones bastante peligrosas, y aunque con alguna cicatriz que recordaba esos momentos no podía evitar mirar de vez en cuando hacia arriba, a dónde me había dicho el elfo…

Enseguida una joven captó mi atención, su cara me era algo familiar pero en esos momentos no la situaba, suponía que quizá pertenecía a una de las mansiones que poseía mi tía en el pueblo. Así que subí la cremallera de la chaqueta y toqué por un momento el lugar en dónde estaba guardada la varita, rezaba que por Merlín no tuviese que usarla.

-¡Oh! Hola –sonreía a la chica (a Sunar)- me parece bien, porque tenía pensado comprar bastante y quería llevarlo a casa cuánto antes, para que no sufra desperfectos –dije ésta vez un poco más seria. Aún así me preocupaba la situación dentro del local, seguro que había mucho lío porque lo estaba sintiendo, pero en mi fuero interno me había dicho que no intervendría, cómo siempre metía las narices en dónde no me llamaban.