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Tienda P.B. de Material Escolar (MM)


Matt Blackner
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Vale, tal vez me pasé, pero era lo que pensaba. Hayame, por edad y por las travesuras que había hecho en malas compañías, entre las que me incluía, tenía más conocimientos que Heliké, por muy profesora que fuera. Sólo que ahora, tal como estaban las cosas del ministerio, necesitabas un pergamino que dijera "hey, esta mujer sabe, y muuuucho, sobre defensa contra las artes oscuras". Por eso me puse a reír, ante el soliloquio que lanzaba mi hermana.

 

-- Yo sí que sería una buena maestra, te dejaría que rompieras todo Hogwarts por el placer de restaurarlo de nuevo.

 

Ya estaba... Heliké negaba la posibilidad de que rompiera nada.

 

-- ¿Ves, Haya? No tiene espíritu de aventura. Seguro que es una profesora de estilo teórico, todo libro y ni una sola prueba experimental de lo que enseña, como la tal tan querida profesora Umbridge. En fin...., que siento que tengas a Heliké como profesora, una no puede elegir a los profes y el criterio de elección de los Directores deja mucho que desear últimamente.

 

¿Pero no acababa de pensar que tal vez me pasaba con mi sobrina? ¿Por qué seguía tirándole puyas, entonces? Pues porque me divertía ver que estaba a punto de estallar de rabia. Y eso me hacía gracia. Si quería ser mi nuera y compartir el gobierno de la Potter Black con Matt, debía aprender a tolerarme como era o no merecía la pena.

 

Y, tal como me esperaba, Heliké contraatacó.

 

-- Huy, niña -- sabía que ese apelativo la molestaría. -- Tú no sabes de lo que yo soy capaz de imaginar en mi GRAN cabeza, más de lo que puede contener la tuya.

 

Pero sonreí. ¡Pobre Matt, en medio de las dos! Lo que tenía que soportar.

 

-- Empezó ella -- contesté, puerilmente, mientras le veía subir con las cajas. ¿Es que no sabía usar la magia? Mira que le gustaba cargar con pesos. Después se quejaba de que le dolía la espalda.

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Había entrado en la tienda para comprar un tintero de plata de regalo. Todos parecían estar ocupados pero Heliké se alejó de mi prima Jessie, riéndose con sus bromas. Fue quien me atendió.

 

- Hola, prima. Gracias por atenderme. Sí, lo sé, es para.... Para una persona especial.

 

Pero algo me dijo que no dijera a quien iba destinada, que no era alguien a quien tolerase bien la familia. Aunque eso me era igual; era mi decisión y ellos no podían hacer nada. Pero no tenía porqué restregárselo a ellas por la cara.

 

- Muy especial, sí. No me importa el dinero que cueste.

 

La tía Sagis también intervino, aunque sólo para decir que ella se iba con la prima Jessie, para que se acostara.

 

- No te preocupes por mí, tía. Que se mejore la prima Jessie...

 

Era divertido lo que decía, aunque creo que deliraba un poco. Las vi irse y volvía la mirada hacia la prima Heliké. En la tienda también estaba la tía Hayame, no sé lo que buscaba porque rondaba por varias estanteria con géneros diferentes. Yo vi varios modelos que me gustaban, por lo que le dije a Heliké que la atendiera, mientras yo me decidía. Por lo que sentí, ella iba a dar una clase de conocimientos en la Academia y venía a comprar los enseres necesarios. Fue una sorpresa saber que Heliké sería su profesora.

 

Y aquí empezó una pelea. La tía Sagitas y Heliké empezaron a pelearse, aunque no estaba segura de cual habia sido el detonante.

 

- Perdón... Yo... Quisiera llevarme el tintero de plata grabado, el de la derecha... No quisiera interrumpir...

 

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Siempre con nuestras broncas ¡pero es que me provocaba! A veces debía de lanzar unos cuántos suspiros y contar hasta diez, pero es que mi paciencia tenía un límite y la verdad el límite se acercaba muchas veces cuando mi tía Sagitas estaba de por medio. Le tenía cariño era cierto, había sido una de las primeras personas en acogerme en Ottery, pero al parecer antes del regreso de Hayame no tenía con quién pelear, por decirlo de algún modo y buscaba algún encontronazo para liberar tensiones... Y para más yo estaba con su hijo, algo de lo que no le hacía gracia. Pues iba fina si iba a renunciar a él tan fácilmente.

 

En cierto modo podía mandarla al cuerno y ocuparme con los libros nuevos que habían llegado a la tienda pero mi naturaleza casi que podía decir, me lo impedía...

 

- No me parece justo que por una insesatez como romper un castillo deje a los demás alumnos sin un lugar para estudiar. Los estudiantes tienen derecho a tener un lugar en el que aprender y practicar la magia sin que alguien como tú -enfaticé la última palabra -venga a destruirlo. Por mucho que luego se repare de nuevo... ¿Acaso te has olvidado lo que ha hecho Voldemort en él? -Pregunté ahora, mirándola fijamente- Costó mucho tiempo restaurarlo de nuevo. Por mucha magia que se haya empleado en él... Reparar algo tan grande lleva su tiempo.

 

- Pues para lo que demuestras... Mucho hablas, mucho hablas pero no tienes ni idea de nada -ahora sabía que con eso la cabrearía más aún. Sonreí de lado.

 

- Cuando quieras que te muestre magia oscura, tan sólo dímelo -asentí con la cabeza.

 

Y ahora sí, fui con mi primo Matt, con un movimiento de mi varita hice que varias cajas un par de ellas fuesen movidas mágicamente. Odiaba el tener que cargar con ellas, ya que consideraba eso peor que un muggle... Teniendo varita, no sé porqué no la usaba. La pobre de Xell estaba pidiendo algún objeto pero no la escuché.

 

- Tíaaaaaaaa ¿puedes atender a Xell por mí? Yo tengo que subir éstas cajas...

 

Y subiendo las escaleras con mi chico al lado le respondí:

 

- Cariño, yo no estoy siempre igual. Tu madre siempre busca la oportunidad para sacarme de mis casillas. A lo mejor debía de pasar olímpicamente de ella, pero es que no puedo, no puedo -negué con la cabeza. Ciertamente, como suegra, me iba a dar más de un dolor de cabeza.

 

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Mi hijo se fue planta arriba por las escaleras, con las cajas en la mano.

 

-- Es bobo -- dije en voz alta. -- Cuando está irritado por algo, siempre le gusta usar la fuerza bruta -- expliqué, a nadie en particular sino a los presentes en conjunto. Si Heliké salía con él, era mejor que conociera sus extrañezas.

 

Aunque no debiera haberlo hecho. Heliké me ponía negra. Sólo desde que sabía que salía con Matt. Las dos queríamos tener la razón, las dos nos sentíamos amenazadas por la otra. Y lo que decía no me parecía bien.

 

-- ¿Ves? No es buena profesora ni buena Accidentosa. Para nosotras, nada es imposible ni nos lleva tiempo. En aquella época de Voldy no estábamos nosotras, sino, seguro que lo hubiéramos hecho en un plis plas.

 

Sabía que no era cierto, los destrozos sufridos por el castillo habían sido increíbles. Si había sido un gran aporte de magia lo que consiguió levantarlo como si nada, y estaba muy orgullosa del Departamento de Accidentes y Catástrofes de aquel entonces. Pero no podía perder una oportunidad de meterme con mi sobrina.

 

Estuve a punto de escupirle en la cara. ¡Se atrevía a decirme que no tenía ni idea de nada, que ella me podía mostrar magia oscura! ¡A mí! Cómo se las daban de gallitas las nuevas generaciones. Eso es que no sabía mi historia y que me había pillado en una época en la que no quería problemas. Pero como me buscara las cosquillas, me las encontraría, estaba segura.

 

-- ¡Eres una...!

 

Pero no pude continuar. La muy berzotas me dejó con la palabras en la boca y se fue escaleras arriba siguiendo a Matt. Y tuvo la desfachatez de decirme que atendiera yo a mi sobrina Xell.

 

-- ¿Ves lo que tengo que aguantarle día tras día? -- le dije a mi hermana Hayame. Después me dirigí hacia donde estaba Xell, con un precioso tintero de plata. Enarqué una ceja. -- ¿Has vaciado tu bóveda de Gringotts, Xell? Eso cuesta una fortuna y hoy estoy de mal humor, no pienso rebajarlo ni un knut porque seas familia.

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Varias cajas en mano, a pulso y olvidándome del dolor de espalda qeu días atrás casi me dejaba doblado de por vida comencé a subir las escaleras. Sagitas se justificaba con que Heliké empezaba a picarla, a lo qeu puse los ojos en blanco.

 

las oía discutir mientras iba subiendo las escaleras, hasta qeu Heliké dejó colgada a Sagitas, con la pelivioleta gritándole algo sobre mi y la fuerza bruta cuando me irritaba. Bufé, porque en el fondo era cierto.

 

- Ya. Tu también le buscas las cosquillas. En el fondo creo que a las dos os gusta jugar a picaros. - dije, mirándola por encima de las cajas.

 

Llegamos al final de las escaleras, mientras Sagitas atendía a Xell, las dejé en el suelo y me enderecé, apoyándome en las cajas un segundo antes de seguir con al tarea. Abrí la primera, eran los libros necesarios para las clases de la academia, fueran las básicas o las de conocimientos adquiridos, como los qeu había ido buscando Hayame.

 

Tomé unos pocos y busqué un hueco en la estantería donde poder dejarlos.

- Pásame unos pocos de adivinación, anda - dije, mientras los colocaba en la parte superior de la estantería.

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*estoy media sobada escribiendo, así que, a ver lo que sale xDD*

 

Fruncí el ceño. No quería discutir también con Matt, ya que, al fin al cabo era su madre y la conocía mucho mejor que yo. Aunque, en el tiempo que llevaba en Ottery ya iba sabiendo como tratarla. La consideraba una de las mejores en su terreno y le tenía mucha estima, pero tampoco le iba a permitir que me atacase cada oportunidad que tuviera...

 

- No es cierto Matt -en mi interior decía que sí a veces por contrariarla, la fastidiaba un poco. Sólo un poco. Pero tampoco lo iba a admitir delante de él para darle la razón. Una también tiene su orgullo.

 

Al final con la varita en alto llevando la caja y él con la suya en brazos llegamos hasta el lugar en dónde reposarían los libros recién llegados. La puse en el suelo y abriéndola con fuerza, tanto que rompí por la rabia las tapas...

 

- Hum, sí claro - y le pasé unos cuatro tomos de adivinación- de verdad, es que a veces no sé. No sé qué tanto tiene que desconfiar. No me interesa nada de lo que tenga, ¡ni de sus galeones! -estallé furiosa, con lo cuál se me cayeron algunos libros al suelo. Los tomé de nuevo y se los fui poniendo en la mano.

 

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  • 2 semanas más tarde...

¡Un momento! ¿Matt estaba echándome bronca, a mí? Primero, aquel comentario me pilló por sorpresa y arqueé una ceja, mirándole fijamente; después abrí la boca, a punto para soltarle una fresca, en eso soy muy rápida, pero después vi que la situación podría no serme favorable, pues de los que estábamos presentes, seguro que todos apoyaban el amor y blablabla entre mi hijo y Heliké.

 

Así que opté por la retirada para fortalecer mis flancos antes de un nuevo ataque más fuerte y poderoso; una es una buena estratega, ser madre y cuidar a niños pequeños ayuda mucho.

 

-- ¿Será posible? Hasta consiguió que mi hijo se pusiera de su parte -- dije de forma lastimera, en un tono bajito aunque no tanto como para que no me oyeran los presentes. -- Una madre no debiera sufrir nunca este revés.

 

Pasé la mano por la cara, podía ser que me estuviera limpiando una lagrimita pero en realidad era un gesto calculado para abrir los corazones de las almas cándidas, aunque en aquel lugar sólo podía ser el de Xell; dudaba que el resto pudieran catalogarse como cándidas. No era del todo parcial, ya que Matt le había dicho a Heliké que ambas jugábamos a picarnos, pero yo soy dramática.

 

-- ¡Ay, que rompe algo! -- dije, en protesta por la caída de los libros. -- Esta mujer es violenta, no le conviene a Matt, con él hay que ser dulce y guardarse el genio.

 

Sí, claro, como que yo me guardaba el mío. Estuve a punto de sonreír pero no lo hice, tenía que ganarme a Xell y mostrarle pena, así que volví a mirar el regalito de plata que estaba comprando.

 

-- Te lo envuelvo, Xell, y como estoy sensible, aprovéchate. Te haré un descuento.

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Colocaba los libros como podía, intentando aguantarme la rabia que sentía en esos momenos. Sabía que esos tomos no tenían la culpa de mi enfado así que, los iba colocando con cuidado en las estanterías correspondientes...

 

- La verdad, ya estoy cansada -murmuré más para mí que para Matt. Sí, era cierto, parecía que ella me buscaba la manera de cabrearme y que el día fuese un maldito infierno. La verdad, preferiría luchar contra fenixianos que contra Sagitas. Al menos, yo los consideraba mis "enemigos" y el eliminarlos con un hechizo me era mucho más fácil que enfrentarme a "mi suegra".

 

Los libros de Artes Oscuras ya estaban colocados perfectamente. Me gustaban los aromas a libros nuevos, pero debía seguir, ya que quedaba otra caja más.

 

- Cariño, ¿has comprado también otros? -pregunté - lo digo, para ir colocándolos en las estanterías -comenté. Moví los hombros para desentumecer esas zonas. Eso me pasaba cuando estaba en tensión.

 

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Envolver un regalo es todo un arte. No todo el mundo sabe hacerlo y que le quede bien. Y cuando yo estoy inquieta, enfadada, huraña o tengo que pensar, no hay nada que me relaje más que envolver regalos. No siempre lo puedo hacer, pues es algo que un cliente con prisas no agradece. Por ello, pocas veces me ponía a ello con el tiempo necesario para que el paquete recogiera no sólo un envoltorio sin importancia sino un sentimiento.

 

Y aunque Lisa no se lo mereciera, Xell sí; además, necesitaba pensar en lo sucedido con Matt y con Heliké, así que mejor que se estuviera calladita mientras envolvía el regalo. Es lo mínimo que podía hacer, dejarme envolver tranquila.

 

-- Como es un objeto de lujo, pondremos un papel de color de plata con finas ralla doradas. Lo uniré con celo permanente para que... No, mejor no, sería una broma pesada para Lisa. Mejor le pongo un celo normal para unir las dos partes, intentando que cuadren las líneas para que no se note donde se juntan... Pondré un lazo por aquí, pero discreto, hum... Mejor no, voy a ponerle una flor seca de aroma a limón. ¿Le gustará el limón? Pues si no le gusta que se aguante, es muy bueno para secar el objeto y que no coja rayas de óxido. Acuérdate de eso Xell, una vez a la semana o cada dos semanas, un algodoncito con un par de gotas de limón y quedará la pátina antigua sin problemas de que se oxide y se estropee. Este es un objeto muy valioso. Lástima que sea para Lisa...

 

Me tomé mi tiempo y, al final, conseguí envolver el juego de escritorio de una forma que hasta me daba pena ahora mostrarlo así, necesitaría envolver lo envuelto.

 

-- Bah, me cansé, te lo pongo en una bolsita de cartón. Toma, Xell. Espero que disfrutes del momento en que lo regales.

 

No iba a ser maleducada. Esperaría a que se fuera antes de ira a ver que hacían esos dos. No quería entrometerme entre Matt y Heliké, pero no pasaría nada porque les preguntara que hacían. Estaba todo tan en silencio...

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Me sequé la frente con la manga de mi túnica al terminar de colocar todos los libros. Le di un beso en la mejilla a Matt mientras le decía:

 

- Cariño, voy hasta abajo a ver si me necesitan - volví a desentumecer los hombros. Últimamente con el mal tiempo, tenía los músculos de esa zona bastante agarrotados, algo realmente raro, siendo vampira, o casi.

 

Coloqué bien la capa y bajé de nuevo hasta el lugar en dónde suponía que aún seguía Sagitas y Xell. Y sí, ahí estaban, mi tía colocando un papel de regalo en algo que había comprado.

 

- ¿Necesitáis ayuda? - Pregunté con una sonrisa. Al menos esperaba no ser recibida con una bronca por parte de mi tía. Aguardé durante un momento, mientras esperaba una respuesta.

 

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