Ollivander's (MM)

[Anthony R. Dracony M.]

Llegue temprano, la impaciencia me había obligado a presentarme lo más pronto posible en aquel local. Estaba muy inquieto pero también emocionado por consebir tan extraordinaria idea. Su sonrisa le acompañaba desde que pensó esa idea y ya se apresuro a entrar en el local.

 

Vi a una bruja y se acerco a ella:

---Hola, buenos días. Mi nombre es Antoni. Quiero hacerles una consulta. Por el pago no se preocupen tengo dinero. Verán, lo que necesito es su ayuda, se que son expertos en el asunto de varitas, quiero que identifiquen una. Tiene cinco meses que me han dicho de que soy mago, uno de ellos me trajo a Ottery, tomo clases y voy integrando me a la comunidad pero la duda me inquieta.---Deslizo de mi hombro la mochila negra y la abro para sacar la varita mágica---Miren, esta varita me la entrego el mago que me trajo hasta Ottery, él me dijo que era de mi madre.---Clavo la mirada en ella, mis ojos miel brillan por la esperanza de tener por fin una respuesta.

 

Miro alrededor y me doy cuenta que hay un mago,¡que bien! Seguramente también es otro experto. ¡Genial! Debí venir antes...ya con una pista como esta, podré buscar a mi familia, saber de mis padres...no seguiré a ciegas la búsqueda.

Siento que un temblor me recorre todo el cuerpo y las palpitaciones de mi corazón me lastiman por la espera.

Editado 30 de Enero del 2015 por Antoni Tonks

[Aleister Crowley]

Y en eso de caminar por el callejón diagon, lleno de seres rariros, pequeños niños, como ancianos y borrachos entrando a cabernas, me topé con "Ollivander's". Y no es el nombre lo que me causó conmoción, si no la vitrina, y la variedad de barbaridades que les hacian a las varitas, aunque algunas quedaban muy bien.

 

Me acerqué a vitrinear, y mientras leia una leyenda bajo un artículo de venta, una debil figura conocida se movia por el segundo plano, dentro de la tienda. Llevé mi mirada hacia adentro, y era un joven, un chico conocido, aunque no recordaba dónde lo habia visto... Se acercó una figura un poco más alta y femenina. Ella si la conocia. Sonreí levemente, y me decidí a entrar, pero luego de que salga el chico, me dije. No queria estar esperando cómo un bobo frente a él. Aparte, queria conocer la tienda a fondo. Tal vez habia bastante por aprender sobre varitas y tales cosas.

 

En mi pensamiento, un micropuff pasó a mi cercania y comenzó a comerse una pelusa que acababa de posarse en mi cabello. Le miré hacia arriba y sonreí divertido. Era de un niño que se me acercaba a pedirmelo con una disculpa de su parte.

 

-Calma, no pasa nada- Me saqué el micropuff del pelo y se lo tiré a las manos, tal vez un poco...bueno, demasiado, fuerte para su edad. Pero no se vió preocupado. Menos el micropuff. Juntos siguieron su camino, corriendo y adentrandose a una tienda más allá. Yo me volteé, sentandome en el marco de la ventana, limpié mi nariz pasando un dedo disimuladamente por el lugar, que me hacia cosquilla hace rato, crucé mis brazos, y despreocupadamente, me quedé ahi, esperando, observando el andar de una buena cantidad de magos de un lado a otro.

Editado 30 de Enero del 2015 por Aleister Crowley

[Joaquín Granger]

Tenía dos opciones antes la reacción de Ariane. O me desesperaba y me precipitaba frente a un espejo, o bien aceptaba lo intuitiva que era la joven y que mi expresión no era lo mejor. Si de algo estaba seguro, era que no lo podía negar, no tenía caso fingir si ya me habían descubierto, además al no estar seguro de lo que me pasaba, no podía establecer una buena mentira. Mi mente estaba quemada funcionaba a la mitad.

 

-Lo cierto es que... -Y me "colgué" un momento, no tenía idea de lo que me pasaba, así que lo describí como mejor pude-. Gente de cuando era mortal o bien un "vampiro bebé" aparecieron en mi mente desde anoche y me hacen sentir como si de verdad tuviera 304 años.

 

Y en ese momento me dejé caer en una silla y como si mi mascara de bienestar cayera con mi cuerpo, la cabeza pareció más pesada, sentí que explotaba, que el cuerpo perdía su fuerza; en fin, me sentía enfermo cosa que no pasaba desde que era un niño, que vivía en condiciones insalubres. Una sonrisa se asomó a mi rostro en cuanto pensé en como había perdido la costumbre a enfermarme, aunque claro eran siglos de distancia.

 

La campanilla de la puerta sonó, a pesar de que resonó multiplicada en mi cabeza. Ante la desesperación por una pista de lo que me pasaba, consideré que podría ser la persona a quien buscaba. No era así. En cuanto la experta en varitas se acercó al mostrador, escuché atentamente las peticiones del distinguido cliente y no parecían tener nada que ver con lo que yo esperaba, pero le deseaba suerte al joven, estaba seguro que Ariane descubriría todo.

[Ada Camille Dumbledore]

El ver como la expresion de "poker face" se le cayo, me preocupe de veras. El no solía mostrar ninguna clase de emoción con respecto a casi nada, las pocas veces que le habia visto desencajado tenían relación con la ira y no eran muy amables que dijéramos, pero vulnerable como ahora jamás.

 

-Tu pasado mortal...

 

Algo lo atormentaba y no tenia idea de que había pasado en esa época, porque jamás habíamos hablado de eso a profundidad, pero parecía que era el momento.

 

-Té

 

Dije con suavidad y escuche como empezaba la tetera a llenarse de agua y poniéndose al fuego.

 

Un joven entro a la tienda un poco acelerado, me dolio el corazón dejar a Joaquin, pero tras su mirada fui hacia él le di un suave beso en los labios. Era mi mejor amigo y no tenia otra forma de demostrarle mi cariño.

 

Fui hacia el joven y sonreí, queria saber del propietario de una varita.

 

-Con gusto tratare de ayudarte, espero poder averiguarlo. Ah mi nombre es Ariane

 

Tome la varita queAel joven (Anthony) me ofrecía y la observe atentamente, no parecía haberla fabricado yo, pero parecía un diseño Ollivander.

[Anthony R. Dracony M.]

Aquella joven bruja se acerco rápido en mi ayuda, gentil y amable sonrió y se presentó conmigo, yo Sonreí nerviosamente al verla tomar la varita que le ofrecí, cada vez más, sentía como aumentaban las palpitaciones produciéndose en mi una inquietud que me lastimaba en aquella espera.

 

Con esperanza escuche decir que me ayudaría a identificarla, en verdad esperaba que me dijera más que el hecho a la vista que era de madera de capre y núcleo: un pelo de veela. Había evitado usarla, es más, me reusaba a utilizarla hasta contar con algún dato de su paradero o su identidad.

 

---Aria e, muchas gracias...venir aquí a penas es que no sabia nada de magia antes, todo es nuevo, me he enterado al leer, espero que haberla usado no en torpesca la indagación, no tuve más remedio que ocuparla, no tenia dinero, ni conocidos y desde el principio tuve que defenderme de los peligros que implica ser mago.

 

Mi nerviosismo me hizo morder mi labio inferior y baje un poco la vista para ponerla sobre aquella varita y espere a la joven en su tarea esperando que aquel misterio pudiera ser disipado.

[Joaquín Granger]

Era día de emociones alteradas. Ariane ahora preocupada y por mi causa, lo que no ayudaba a sentirme mejor, el cliente que estaba ansioso por saber el pasado de la varita que había traído consigo, lo que me generaba envidia por poder hacerlo relativamente fácil. Y luego yo, que estaba confundido, molesto, preocupado, agotado y ahora me sentía lacra y envidioso. Aunque la envidia era una sensación conocida por mi y al menos no era por mi pasado, ésta vez.

 

Buscar consuelo, aunque siempre lo había considerado como un signo de debilidad, me había hecho sentir mejor. Cerré los ojos y me recosté en aquella vieja silla, la única que era sencilla, sin tallado, cosa rara tratándose del taller de mi socia. Asimilando la pérdida de fuerza espiritual y lo débil que me había vuelto en un día, sentí que los fantasmas que revoloteaban en mi mente se tranquilizaban y se unían formando difusas imágenes; una gran mansión con un gran jardín repleto de fuentes y setos podados en diversas formas, a la par de las estatuas de mármol. A lo lejos se distinguía la igualmente grandiosa mansión vecina, que de momento parecía no tener relación con la que estaba frente a mí. Pero se veía más nítida.

 

En el mismo momento en que una figura venía hacia mi desde mansión que tenía enfrente, la caldera silbó furiosa, distrayéndome de lo que parecía la respuesta a mis males. En lugar de la ira que habría sentido en un día normal, sonreí con sumisa resignación y me levanté para verter el agua en las preparaciones de hierbas de la joven que acababa de darme el último beso hasta la fecha. Sonreí al recordarlo y volví a mi asiento.

 

Observé como ascendía el vapor de las tazas donde reposaba la infusión. Tenía la vista clavada en esa columna de aire condensado, como si estuviera hipnotizado y en el silencio del taller escuché la conversación del chico que había acudido por la ayuda de Ariane y ella. Sonreí al darme cuanto se parecía a mí, en mis inicios en aquella comunidad. Desorientado y sin saber bien a quien acudir. Por suerte para mí no tardé en encontrar una mentora, una de la que ya no sabía nada. Esperaba que el chico aclarara todas sus dudas; parecía que su mentor su guía sería el dueño de esa varita, o al menos tuve esa impresión.

 

[Ada Camille Dumbledore]

Era una situación fuera de lo común, no solía buscar varitas y menos a sí dueño, pero esta me habia llenado de curiosidad más por el hecho que El chico me recordaba mi estado cuando a los catorce años me habían traído a Ottery.

 

-No puede ser mucho pero estoy segura que esta varíta la hizo mi tia Magenta Ollivander, el Capre era algo que trabajaba muy bien y es de las pocas Que trabajaba con cabellos de Veela, a las veelas no gusta dar su cabello.

 

Sonreí amablemente, me alegraba tener a la mano una creación de mi querida tia Maggie.

 

-priori incantatem...

 

Susurre y vi algunos de los hechizos que había realizado. Y entonces recorde que mi tia llevaba una lista de quienes poseían las varitas que fabricaba.

 

- creo que si podré ayudarte, si encuentro el libro de registro de mi tía.

 

Le estreche la mano que tenia sobre la estantería

 

- y si deseas ayuda te ofrezco mi castillo para hospedarte y mi negocio para trabajar. En compañía es mas fácil vivir en el mundo mágico.

 

Sali hacia mi oficina a buscar el libro, no sin antes mirar de reojo a Joaquin que habia cerrado los ojos al mundo

[Aleister Crowley]

En el marco de la ventanilla principal me encontraba sentado, desde fuera. El aburrimiento comenzó a llenar mi ser. Ya estaba por entrar a la tienda, tal vez mi madre tenia necesidad de ayuda en este momento; tal vez sí. Per decidí esperár un tantito más; se me habia ocurrido una buena idea. Asi que saqué mi varita un momento, y siguiendo con la mirada a la gente que de vez en cuando pasaba de un lado a otro por el callejón, comencé a divertirme: O le cambiaba el color del cabello, o le bajaba los pantalones o se los cortaba con un diffindo. Sonreía a mis adentros y escondia la varita imitando ser un inocente al momento que volteaban cuando se daban cuenta de su vergüenza.

 

En un instante se me acercó un crup. Era bastante pequeño, aun tenía sus dos colas. Por lo que sabía, en la ley mágica actual, creo que a los 6 meses o antes de un año, a estos animalillos les cortaban una de sus colas para que pudiesen pasar inadvertidos entre los muggles como canes comunes. Le miré un instante y él, como todo cachorro, lleno de felicidad me rodeó corriendo las piernas y volvió a alejarse un par de metros, ladrándome para que le siguiera el juego. Me ladró más fuerte ya un tanto amenazador, pero no me preocupé, me recordaba mucho una vieja historia que habia yo habia tenido con una chica en en el mundo muggle, era muy parecido el crup a ese perro que ella me habia regalado. Lo lamentable fue cuando un jovencillo, de seguramente 10 u 11 años, se acercó y tomó a su crup dandome un discúlpe, levantó la mirada y se fue corriendo junto a su familia que avanzaba con velocidad. Creo que iban por su primera túnica y tal vez luego pasarian a la tienda de Ariane. El pequeño crup mirando hacia mi ahulló en tono de tristeza. Fruncí el ceño confundido, le volvi la mirada, más del dejé ir. ¿Me conocia acaso?

 

Un pequeño sentimiento de nostalgia me volvió, más dejé pasar ese sentimiento para no estropear mi equilibro emocional. Era típico en mí intentar un control en mi mente: para mi el universo era mental. Era cosa que llevaba practicando un tiempo.

 

Ok, mejor me dejaba de tonterías y me adentraba al negocio Ollivander's. Me volteé, caminé unos pasos, y abrí la puerta escuchandose un golpeteo de campanillas.

 

-Hola, Ari- Le miré y sonreí levemente esperando su reacción. - ¿Te ayudo o algo?- Le dije. El joven que estaba como cliente le habia "conocido" en el renacer, pero no le tomé gran importancia, el mundo era bien pequeño. Sólo mostré un saludo respetable, inclinando mi cabeza levemente con mi mirada hacia el, y al instante volví a mirar a mi madre.

[Anthony R. Dracony M.]

El transcurrir del tiempo es relativo, ahora mismo sentía como marchaba muy lentamente, mientras la angustia lastimaba mi pecho en espera de la ansiada respuesta.

 

Ariane examinó la varita con gran detenimiento, la escuche decir que una bruja familiar suyo la había fabricado, ese dato me lleno de esperanza, según los libros que consulte, eran cuatro magos de gran prestigio los que fabricaban varitas en este continente. Al menos no tendría que marchar a tierras lejanas.

 

La espectación me hizo poner ambas manos sobre la estanteria, le vi observar algunos de los hechizos que hice, lo supe al ver aparecer mi patronus en forma de cazón, ¿podria ver alguno realizado por mi madre? Preste atención, por si ocurría aquello, cuando se detuvo al recordar sobre un libro de registro.

 

Respire más aliviado, me estrecho la mano izquierda y con asombro escuche su gentil ofrecimiento.

 

---Gracias, muchas gracias Ariane. Es muy amable de tu parte. Yo me hospedo en el hotel "Diagón Palace&SPA" pero es algo aburrido. Si estas de acuerdo me encantaría ir una semana. No quiero causarte molestias. ¿trabajar aquí? No me asusta trabajar, pero...no se nada de varitas. ¿que tendría que hacer?

 

La mire agradecido, algo cierto era lo que decía sobre la compañía, estar solo me hacia comportarme como si estuviera loco, al menos ahora comenzaba a dejar la costumbre de estar charlando con mi "hermano imaginario", así que me veía algo más normal.

 

La campanilla repiqueteo, se abrió la puerta y entro otro cliente, o eso pensé cuando saludo con una elegante inclinación de cabeza, le correspondiente el saludo, ya luego escuche como la saludo con su nombre.

Yo me quede esperando ha que encontrara su libro de registro, volví a sentirme nervioso. Pero solo quedaba estar en espera.

[Ada Camille Dumbledore]

Tras la charla con Anthony y las remembranzas de las varitas fabricadas por mi tía, mis pensamientos estaban alterados tratando de recordar la secuencia de símbolos que utilizaba Magenta Ollivander para distinguir sus varitastenía un código en numeros romanos que ponia al costado de cada una de ellas y luego anotaba a quien la había vendido.

 

Entre rápido al taller y tras esto fui directo al estante donde estaba aquel manuscrito y deslice mis dedos por las hojas mientras caminaba hasta el estante, antes de llegar a él escuche la voz de mi hijo Alesteir y sonreí.

 

-Cariño como estas? - le bese ambas mejillas y le hice seguirme de la mano- no sabia que vendrías, que gusto tenerte aquí. Estoy buscando una varita en este manuscrito de la tia Maggie para saber a quien...

 

Detuve mis palabras al ver la página a la que pertenecía la varita lanzando un sonido de sorpresa.

 

-Quemaron la página. .. - susurre.

 

No podia creer que alguien lo hubiera hecho, pero eso solo me daba indicios de que alguna persona no quería ser encontrada. Voltee a ver a Anthony con tristeza.

 

-lo siento, quemaron la pagina Anthony. .. sea quien sea, alguien quiere que el dueño de la varita no sea encontrado.

 

Me quede pensativa y tomando la mano de mi hijo Alesteir mire a Anthony.

 

- Te ayudare a buscar a tu familia sanguínea, conozco Ottery desde mi niñez y a casitodas las familias mágicas y podría... no se averiguar. ..todos conocen mi familia, debemos seguir buscando los indicios.

 

Lo dije tratando de animarle, de corazón quería ayudarle.