Ollivander's (MM)

[**Jazmín Black**]

Bajamos del hipogrifo y entramos al local de varitas. Me quede un rato anonada con tantas varitas pero luego seguí con mi deber.

 

-Que bueno mi querida amiga. Espero que vaya mucha gente.- Sonreí y dejé la invitación, salimos del local y de nuevos nos fuimos arriba del hipogrifo.

 

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[Ada Camille Dumbledore]

El dia me habia tomado por sorpresa y justo iba tarde corriendo para llegar a hacer una varita que habia dejado preparada para hacer a primera hora. El vestido blanco flotaba graciosamente en el aire mientras caminaba de manera rapida por el callejon.

 

Como todos los dias me detuve un segundo frente a la puerta para acariciar levemente el arbol genealogico de la familia Ollivander que estaba tallado en la puerta de madera de la tienda, la campanilla sono alegremente al empujar la puerta.

 

Entre con paso rapido y salude con la mano a los elfos que limpiaban el almacen, segui directamente al taller y tome la varita en mis manos, suspire al ver que no se habia resecado la madera.

 

- bueno ya esta lista,

 

La lleve hasta su caja y la envolvi delicadamente en su telar de encaje, para luego cerrar la caja. Una presencia me hizo mirar hacia la puerta, la elfina con su delantal de tull estaba de pie alli enfrente.

 

- Ama el Señor Joaquin llego temprano y esta en su oficina.

 

Sonrei a la elfina caminando hacia ella el entregue la caja a las manos. Mientras caminaba le dije sin voltear a verle.

 

- Guardala por favor y llevanos el té a su oficina, gracias...

 

Subi lentamente las escaleras y escuchaba mis tacos altos sonar ritmicamente en la madera, llegue frente a su puerta y toque, seguramente ya me habia escuchado, pero tenia modales muy arraigados.

[Joaquín Granger]

Era un día tranquilo, no había que hacer mucho más que firmar, y firmar. Era algo mortalmente tedioso y aburrido, demasiado monótono, pero al menos era fácil, y ya tenía dos organizadas pilas en dos mesitas más pequeñas que pedí que los elfos me llevaran. Odiaba que todos los papeles se me juntaran en el escritorio.

Aún había muchas hojas sobre el escritorio, y en una costumbre muy arraigada que tenía, miraba todos los permisos, para saber lo que firmaba, aunque sabía muy bien, que no sería nada muy peligroso, o indebido, a aquella oficina, solo llegaban papeles.

 

Al darme cuenta de aquello me di cuenta de que ya podría haber terminado, o al menos haber estado a muy poco en terminar. Pensando en aquello, moví el brazo sobre el escritorio, y un par de hojas cayeron suavemente al suelo. Solté un suspiro y me doblé para alcanzarlas. Y lo logré, pero entonces se cayó la pluma; tantee el suelo con los dedos, y rebusqué por aquí y por allá, pero sin éxito, hasta que sentí que algo se quebraba bajo mi pie, que hasta el momento había estado suspendido en el aire.

 

Tomé aquel cilindro, para evaluar el daño (no sin antes soltar toda una serie de variadas blasfemias). Afortunadamente solo había quebrado la plumilla, y de todas formas, con un ligero movimiento de mi varita se arreglaría; abrí el tercer cajón de mi escritorio y saqué otra plumilla para la pluma. Sabía que no era algo convencional tener repuestos si uno era un mago, pero como anticuado que era me encantaba cambiar los plumines de las plumas.

 

Ya habiendo resuelto ese problema, y contemplando mi capacidad de reparar cosas sin magia, con una sonrisa, continué firmando los permisos. Seguía siendo temprano. Continué firmando, y el tiempo pasaba, aunque ya no lo sentía, me guiaba por el movimiento que empezaba a sentirse por todo el callejón, pero lo ignoré y seguí trabajando, que ya quedaba relativamente poco. Al cabo de un rato sentí el sonido de unos tacos sobre la madera, y sonreí sin levantar la cabeza. Unos leves golpecitos a la puerta, pronunciaron aún más mi sonrisa.

 

-Entra querida -dije sin levantar mucho la voz, yo sabía que ella lo escucharía.

[Ela Karoline]

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Hacia muchos, mucho que no veía a su ahijada, ni a sus bebes, pero sobre todo hacia mucho que no se compraba una varita nueva, de hecho, aún usaba la que le había sido comprada por primera vez cuando ingresara a la academia de magia y hechicería, aunque era buena, con un núcleo especial, y una conexión tan intima que era una extensión de ella misma, pero últimamente había estado fallando, hacia que la bruja no atinara en conjuros, lugares, logrando incluso desorientarla o robarse su propia energía.

 

Por esa aquel día, decidió ponerse en manos de una experta, Ariane tenía la mejor y más antigua tienda de varitas, seguramente ella lograría solucionar el problema o recomendarle un sustituto para stark, la verdad no quería desprenderse de aquel trozo de madera, habían pasado tanto juntas, que parecía una abominación el simple hecho de necesitar otra.

 

Sus pasos la guiaron hasta la puerta del establecimiento, de inmediato ingreso al lugar, protegiéndose del calor inclemente del verano, que por aquellos días comenzaba a tempranas horas de la mañana y desaparecía solo con el frescor de la noche. Sus orbes celestes pronto se acostumbraron al cambio de luz y pudo avanzar hasta el mostrador para solicitar la presencia, si era posible de la propietaria.

 

—Hola, Selene, ¿estás? ¿Se encuentra Ariane?— pregunto sin saber si detrás del mostrador se encontraba algun elfo o en la trastienda.

[That is not my name]

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Me había tomado por sorpresa la renuncia de Ariane Dumbledore en el Departamento de Juegos y Deportes Mágicos, sobre todo porque estaba haciendo una labor extraordinaria y no quería que el lugar donde estaba laborando decayera así que, antes de que desapareciera por completo, tenía que ir a visitarla a su negocio en el Callejón Diagon, claro, eso si la encontraba en dicho lugar ya que me había dejado muy claro que necesitaba un descanso de todo y de todos.

 

Terminé todos los pendientes de la oficina reguladora de deportes existentes y dejé que HUnter Mcmillan, mi asistente, tuviera la tarde libre y, bueno, Ume SHindou no tardaría en retirarse, sólo esperaba a que el jefe de la oficina de patentes descabelladas, Boss Elesar, apareciera... algo que ambos dudábamos mucho. Era una pena la situación de dicho departamento, ya vería la forma en que lo mejoraría, algo se me ocurriría.

 

Me aparecí en el callejón con mi atiendo ministerial, una túnica larga y bombacha color gris rata con la insignia del recinto gubernamental en el lado superior derecho, a la altura de mi pecho, algo que siempre había considerado como un insulto a la comodidad sobre todo porque para trabajar en nuestro departamento necesitarías algo más de creatividad, de ánimo y de entusiasmo. O eso creía yo.

 

Al llegar hasta el local me sorprendí de ver a mi mujer, Cye Lockhart, esperando a que alguien la recibiera.

 

- Corazón, me sorprende encontrarme contigo aquí.

 

Un beso en los labios y esperé a que me respondiera la rubia, mi amada.

[Ela Karoline]

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-¿Amor?- alcanzo a decir la rubia sorprendida de ver al mago en el local, ¿tendría alguna urgencia como ella? O no… no era posible, que el mensaje lo hubiera materializado en la oficina equivocada, suspiro y luego de corresponder a su beso, se abrazo a él, nada mejor podía pasarle, al final iba tener que contarle lo que le había estado pasando esas últimas semanas.

 

-Lo mismo digo, ¿Qué te trae por aquí? Yo venía a revisar mi varita, me ha estado fallando, la magia no funciona, cometo equivocaciones- dijo haciendo un puchero que él no pudo ver porque su cara reposaba en el pecho del mago, pero quizás si podía sentir la frustración en su voz. Ni contarle que debía caminar en vez de desaparecer en ocasiones porque el destino no siempre era el elegido, ella no se lo explicaba, a menos que fuera desde luego su instrumento ejecutor, ósea su varita, lo que ella no sabía, es que el pequeño que crecía dentro de ella, absorbía parte de su energía y provocaba cambios, quizás cuando todo se supiera y ella se relajara todo iría bien.

 

-¿Crees que sea mi varita? O será simplemente que estoy estresada- le miró a los ojos como si el tuviera la respuesta que tanto necesitaba encontrar, quizás no, pero el color de sus ojos, aquella mirada profunda, el contacto de sus brazos la tranquilizaba y le ponía de mejor humor del que tenía cuando había llegado.

Editado 4 de Agosto del 2013 por Cye Lockhart

[Annick McKinnon]

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Mientras caminaba, la pelirroja alcanzó a notar restos de ceniza en la pierna izquierda del pescador azul que llevaba ese día. Aún se preguntaba por qué había decidido ir al Callejón por medio de polvos flú. Tal vez por querer evitar la rutina, o tal vez porque había olvidado las inconveniencias de usar ese medio de transporte. Fuera cual fuese razón, había sido mala idea.

 

Intentó arreglar un poco su enmarañado cabello el cual, por desgracia, llevaba semisuelto; luego de eso volvió a sacudir sus ropas. Al reanudar la marcha trató de caminar por la sombra para evitar que la piel se le pusiera roja por la quemazón del sol.

 

Sonrió al toparse con un escaparate donde se exhibían varitas. Al fin había llegado al lugar que deseaba y escaparía del sofocante clima veraniego al menos durante un rato. Empujó la puerta y vio que dentro se encontraban un par de personas conocidas: Cye e Ishaya.

 

―¡Hola!, qué grata coincidencia. ¿Vienen de compras?–preguntó sonriendo, pero de inmediato se dio cuenta de que el Tonks iba vestido como empleado del Ministerio de Magia. ¿Estaría ahí por trabajo?

 

»Me dijeron que había un local donde embellecen varitas. Supongo que es aquí. Es el único negocio dedicado al rubro, ¿o me equivoco? –de pronto se imaginó estando en el lugar incorrecto.

 

La ojiverde era un poco despistada. A veces, cuando caminaba por Diagon prestando atención, “descubría” algún negocio sin estar completamente segura de que en realidad fuera nuevo, pues en muchas ocasiones sospechaba que más bien nunca antes se había percatado de su existencia.

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba absolutamente triste y deprimida, de eso no tenia ninguna duda. El tener que irme y abandonar todo por lo que habia trabajado durante tantos años. El tiempo y tantas cosas que habian sucedido durante tantos momentos fuertes evitaba que las lagrimas se derramaran por mis mejillas, al contrario de mi elfina que lloraba dolorosamente.

 

Acaricie su cabeza con cariño, parecia que lloraba mas por mi que por el cierre del local. Killian acumulaba cajas y cajas en la trastienda, todos los estantes estaban ya vacios.

 

Baje de la oficina con mi hija en brazos, ella miraba el local vacio con extrañesa.

 

- Tranquila Helena, en Paris estaras muy feliz, junto a tus hermanos Luka y Reiven... ademas volveremos a visitarlos.

 

Espere con la puerta abierta mientras Killian y Nana salian de allí, al salir di un profundo suspiro y le di una ultima mirada al local, sonrei con mueca de tristeza al verlo. Cerre despacio escuchando la campanilla suavemente, al cerrar completamente acaricie el arbol genealogico de la familia Ollivander, acaricie mi nombre y el de mis hijos, Voltee y camine por el callejon alejandome sin voltear.

[Sunar PBT]

Lizzy Housepiek

 

¿Sería muy tarde para obtener una?

 

La rubia quería saber si había posibilidad de arreglar su varita, al menos no estaba completamente dañada, solo era un pedazo de la empuñadura que se le quebró en una mala jugada cuando requería que una persona no la molestase.

 

Durante su viaje a Londres tuvo ciertas diferencias con un chico y algunos golpecitos menores recibió el muy... inepto. Por esa razón su pobre varita sufrió mucho por culpa de ese osado y atrevido ser que pensaba que le haría caso a sus insinuaciones.

 

Miró la entrada del local, y decidió entrar a probar suerte. Era un sitio especializado en asuntos de varitas, y eso. Allí si le ayuduarían.

[Ada Camille Dumbledore]

Iba unas calles mas alla del Callejon cuando recorde que habia algo en mi oficina que debia ver y revisar con urgencia, deje en brazos de mi elfina a mi pequeña hija Helena y volvi casi en una carrera hacia el Diagon.

 

Divise entonces a una persona que estaba frente de la tienda y me extrañe, me acerque directamente a ella y sonriendo.le aborde.

 

- Buen dia, disculpe buscaba usted algo en.la tienda?

 

 

Ojala pudiera ayudarle porque era totalmente casual que hubiera vuelto