El Hipogrifo Asustado (MM)

[Lisa Weasley Delacour]

<<¿Esto es la orden?>> Me preguntaba a mi misma a a vez que encaminaba mis pasos hacia la salida, Podiais haber sido buenos, pero como un buen mago dijo una vez, el ego lo fastidia todo y es de lo que muchos pecais dentro del bando de la luz, seguia farfullando entre dientes, por desgracia me tenia que ir, pero sabia que aquella batalla estaba ganada. Cuando los conjuros antiaparicion del negocio, en el cual llavaba al menos una hora masacrando y exterminando a los miembros de la orden, dejaron de hacer efecto, gire sobre mis talones en direccion a un lugar seguro, seguramente despues tndria que ir a ver a aquellos emplumados a nurmergard, lo cual haria con gusto, Yo ya no estaba alli.

 

- Semper Fidelis - Dije antes de desaparecer por completo. En el Diagon, frente al negocio solo quedo una neblina de color negro, producto de mi desaparicion, puesto que ni mu cuerpo, ni mi alma, ni yo misma estabamos ya alli.

[Boss Elessar]

-- Menuda valentía... -- musitó Elessar. Sin defensas, sin nada de por medio que le pudiese ayudar, se había precipitado a un duelo en el cual no contaba con nada de ventaja. Para empezar, ni siquiera había empezado atacando. Aquello le dejaba muy descolocado.

 

Y fue imposible anteponer una defensa. El confundus de Zack le había dejado descolocado nuevamente, y ahora era tendido por el tobillo. Colgaba desde el aire, mirando al revés todo el mundo. Una sonrisa cubrió su rostro, mientras un hilillo de sangre recorría su mejilla.

 

Varias cuerdas comenzaron a atarle. Sin embargo, una cuerda jamás era tan fuerte como para impedir que alguien quedara enmudecido, a menos que esta cuerda le impactara en la boca. Sin embargo, impactó en la garganta y a duras penas Elessar logró articular algunas palabras. -- Aqueora -- susurró como pudo: a duras penas. Una oleada de agua le cubrió totalmente, aún estando en el aire, deteniendo el avada kedavra que Lisa acababa de lanzar. Posteriormente detuvo el fuego maldito de Blackimse y también logró curarle del "katanazo" obra de Zack. También logró detener la invocación de Zack, el Morisoseo ánima. -- Episkey -- pensó sanando las primeras heridas del fuego negro enviado por Mía. -- Episkey -- pensó por segunda vez, sanando las heridas causadas por el segundo fuego negro de Mía.

 

Aún seguía con la varita en la mano, que aún "partida" seguía manteniendo su puntería perfecta.

 

Pero cayó muerto. Lamentablemente no había podido realizar los episkeys de emergencia porque al intentar hacerlo, los "fuegos negros" de Mía le habían anulado esa posibilidad de realizar acciones. Mía Black Lestrange era la que a final de cuentas, entre tantísimos ataques, había acabado con su vida.

 

Era un soldado caído.

[Blackimse]

La batalla había terminado y el cadáver de Boss se hallaba muerto en las afueras del local. Blackimse ingresó al local y preguntó a sus compañeros.

 

-¿Estais bien?... Me encontré con uno de estos casi en las afueras del local ya lo he rematado...- Miró a los fenixianos caídos y colgados -Vaya desperdicio...- Dijo mientras alzaba su varita una vez ma s y conjuró apuntando el cadáver de Jessie -celerus Liberacorpus- El cadáver de la fenixiana cayó de cabeza al suelo, como estaba muerta eso ya no le importaba a la Nigromante. -Levicorpus- Conjuró de nuevo, esta vez apuntando a Sunar, otra fenixiana que hasta hacía unos segundos colgaba de los tobillos. Al acabar el hechizo, su cadáver se azotó contra el fío suelo del local.

 

-Afuera queda uno mas... voy por el- Dijo mientras salía del local y se acercaba a Boss.

 

-Tus compañeros fueron mas valientes que tu... Eres una desgracia para los fenixianos... Liberacorpus...- Terminó su frase con un conjuro en un tono de asco y repulsión. Tras esto el cadáver de Boss cayó contra el suelo empedrado, estrellando primero su cráneo, del cual comenzó a manar un fuerte charco de sangre.

 

-¿Qué lealtad pueden obtener si su alto rango los mira desde afuera del campo de batalla?...Preguntó, sin esperar una respuesta del cadáver del fenixiano.

[Zack Ivashkov]

Aquel odefo había pavimentado el camino a la muerte para sus compañeros. Zack no entendía como un Líder podía haber dejado morir a tantos fenixianos en un momento. Era una lástima, cosas que no se veían en la Marca tenebrosa. Donde siempre los altos rangos y líderes hacían todo por sus colegas para llevarlos al éxito de todo lo que organizaban, estaban muy distantes de parecerse a la Orden del Fénix.

 

-Es inútil, no lo intentes- Sin apartar la mirada de Boss observó como este intentaba protegerse de todos los ataques pero le sería imposible. Tenía muchos hechizos encima y un veneno en el torrente sanguíneo.

 

El Black elevó su katana y antes de proyectar un corte más en Boss, el hombre cayó muerto al suelo. La sonrisa en el rostro del Mortífago se hizo mas amplia al ver su cadáver. Luego de aquello, supo que el trabajo estaba hecho. Se adentró al local y tomó el cuerpo de jessie que caía al suelo mientras que Blackimse elevaba por los tobillos a Sunnar. Frunció el ceño y luego rió.

 

-Liberacorpus- Conjuró haciendo que sunnar cayera al suelo. -Liberacorpus- Volvió a decir haciendo que vrael cayera al suelo también. Una vez los dos cadáveres estuvieron en el suelo el hombre esperó a que sus colegas los sacaran.

[Mia Black Lestrange]

Era momento de partir de aquella guardería, su cometido había sido cumplido. Cuatro nuevos reos para numergand iban aquel día, uno de ellos se podía decir era un pez gordo, un líder de la orden del fénix. Situación que no puedo evitar que sus blanquecinos dientes lucieran en una sincera sonrisa, estaba contenta con el resultado, y más después de algunos días lejos de los llamados por parte de la marca.

 

--Hora de irnos, excelente caza. --el sonido de su voz era tranquila y casi se podía decir dulce, tras soltar aquellas palabras agradeció con una cabezada a sus compañeros de bando acudir a su llamado y asintió ante los acuerdos en los que habían llegado.

 

Caminando con pasos rápidos y constantes se acercó al cuerpo calcinado y sin vida de Boss Elessar. Lo tomó por una mano y lo arrastró lejos de la entrada del local, para que pudiesen desaparecer rumbo a numergand, de ese modo a unos 10 metros de la entrada del local, dio un medio giro aún arrastrando el cuerpo sin vida de Boss, desapareciendo los dos, envueltos en una fina capa de humo color negro y sin dejar rastro alguno.

 

Ambos estaban fuera de aquel sitio, lejos de la batalla con rumbo al nuevo hogar de Boss durante algún tiempo.

[Blackimse]

Blackimse observó a su hijo reir ante su despiste, y sonrió tras su máscara también.

 

-Vamos... Que te falta por aprender...- Dijo pasándole la mano por su cabello y alborotando sus cabellos mientras recordaba que le había visto que no le salía un potente hechizo -Me alegro que la cacería halla terminado bien y con ustedes a salvo, ahora hay que llevar a estos a Numengard. Dijo, sonriendo divertida.

 

Se acercó al cadáver de Vrael y lo tomó del brazo y tras asegurarse que su cadáver no se escurriría por ningún motivo, comenzó a llevarlo por medio del arrastre hacia la salida.

 

-Tienes que darme un duelo, tengo ganas de ver cuánto has progresado- La Nigromante sabía que estaría en desventaja ante su hijo, pero eso era lo divertido de los duelos. -Cuando lleguemos a la fortaleza lo tendremos- Añadió mientras salía con el cadáver de Vrael de la tienda.

 

Tras enfrentarse a la noche oscura fuera del local y pisar la calle aún manchada con la sangre del fenixiano muertow, Blackimse cerró los ojos y se concentró en Numengard. Tras unos segundos ella y su prisionero Vrael desaparecieron rumbo a la cárcel mortífaga.

[Zack Ivashkov]

Ahora que todos los cadáveres tocaban el frío suelo armando un charco de sangre a su al rededor, el Black comenzó a caminar por el local y tomó el cuerpo de Sunnar y el de Jessie. A ambas mujeres las arrastró hasta la salida despreocupado por los crujidos de sus huesos al chocar con los diferentes objetos del lugar. Ya estaban muertas y lo más que podía pasarles era seguir dañando su anatomía la cual sería restablecida una vez volvieran a la vida. Era lo bueno de vivir en el mundo mágico.

 

Zack se distrajo por un segundo antes de sentir como su madre le despeinaba el cabello y decía algunas palabras. Este sonrió y empuñó su mano mientras tal cual niño decía "¡rayos!" soltó una carcajada luego de aquello al saber que Blackimse tenía razón.

 

-El duelo lo tendremos a penas dejemos a estos en prisión- Respondió aceptando el reto de su pariente. Para él siempre era divertido duelear en contra de sus más allegados, lo hacía sentir mas seguro y despreocupado por morir a manos de un colega Mortífago, pues sabía que estos tenían tanto poder como él.

 

-Bueno, nos vamos. Ya tenemos unos cuantos- Murmuró. Su katana se desvaneció, guardó la varita en su túnica mientras caminaba a la salida del local. Una vez estuvo en el callejón diagón notó como varias personas gritaron al verlo arrastrando los cadáveres y él simplemente las ignoró. Miró a todos lados para asegurarse de que ningún fenixiano viniera, sino tendría que acabar con él también. Y luego desapareció junto con Sunnar y Jessie. Tendría que dejar a ambas en prisión.

 

Off:

 

Capturados: Boss, Sunnar, Jessie y Vrael.

Mortífagos: ilesos todos.

 

Ese es el acuerdo al cual se llegó luego de negociar con Boss.

[Sagitas E. Potter Blue]

La elfina Marieta salió del comedor, dejando allá a la ama Sagitas y a la amita Xell. Cerró la puerta y eso insonorizó el comedor, pues solían hacer tanto ruido que despertaban a los bebés en su cuna.

 

La elfina pegó un grito cuando vio lo que sucedía. Atacaban a la Señorita Sunar, una de las madres que solían dejar a sus hijos en la guardería de vez en cuando. También estaba Matt, el hijo de la dueña.

 

- Mal momento para ser un bebé. Quizás se lo dé de comer a mis hipogrifos...

 

La elfina no era valiente, pero sí tenía responsabilidad, así que se negó a que nadie atacara al bebito de pelo azul. Aquel niño era uno de los más queridos por la familia y no iba a permitir que le pasara nada. Tal vez no podría defender a la humana. Ella no se metía en temas de humanos, sólo preparaba la comida. Pero al bebé, no, a él no le tocaría nadie mientras pudiera evitarlo.

 

Sabía que la madre estaba muerta o lo estaría pronto, tanta sangre vertida lo anunciaba, pero al bébé no. Chasqueó los dedos y apareció al lado de Sethy, el elfo de la muchacha, y el bebé desapareció antes de que ningún hechizo impactara en él y apareció lejos, los dos. Marieta era una elfina cobarde, sólo le gustaba cocinar, pero no permitiría abusos de poder de nadie con sus niñitos del alma, a quienes cuidaba en el comedor como si fueran sus sobrinos.

 

Así, todo lo que pasó después de eso, pues o lo soñarían los otros, o serían las ansias de matar. Pero que se mataran entre ellos; el chiquito era inocente. Se escondieron los dos y no salieron de su escondite hasta que se fueron. Después buscaron a Matt para darles el niño y que lo cuidaran. Marieta pensó que este hecho debía ser denunciado.

 

 

 

 

OFF.-

 

Os lleváis a Sunar, pero al bebé no le toca nadie. Es un abuso de rol usar personajes off que no os pertenecen. Eso se aprende en Generales. Qué vergüenza haber leído que atais a un bebé hasta ahogarlo. Espero que nadie presente haya perdido un hijo, un hermano pequeño o sepa de alguna muerte de niños, porque seguro que esa escena le habrá puesto los pelos de punta. Si queréis matar a alguien, os ruego que no uséis imágenes de bebés y menos ajenos.

[Thomas E. Gryffindor]

Enrick W. Ryddleturn

Jefe de la Oficina para las Relaciones Ministeriales

 

El fornido hechicero de ademanes caballerescos apareció justo al frente de la guardería que tenía que visitar por labores ministeriales; ya que para su desgracia personal, no contaba con empleados a quienes poder mandar en su representación, así que él mismo como jefe debía hacerse presente con la mejor de las sonrisas que fortuitamente solía ironizar para no perder la cortesía. Era un local bajo, aunque lo suficientemente grande como para albergar a decenas de niños que eran dejados por sus padres durante la jornada de trabajo, debido a que no todos los magos y brujas gozaban de múltiples galeones en sus bóvedas para contratar sirvientes o mantener elfos domésticos bajo sus órdenes cuando se ausentaban de casa por razones de profesión. <<Espero que aún tengan las evidencias que inculpen a quienes violaron la seguridad de este sitio>> pensó el heredero de las tierras de Icengard mientras se abría paso a través de la verja de madera multicolor.

 

Iba vestido de punta en negro, desde la camisa desabotonada en sus dos primeros broches hasta los zapatos de cuero de bisonte africano que ahora cubrían sus pies. - ¡Buenas noches! ¿Está este lugar vacío o alguien puede venir a recibirme? ¿Marieta? - exclamó tras cruzar el umbral, mientras caminaba lánguidamente por el vasto vestíbulo principal en donde seguramente los padres daban los saludos pertinentes a sus hijos antes de dejarlos a cargo del personal de párvulos. Lamentable era la situación (además de incómoda); debido a que Enrick tenía una hija pequeña de meses de vida, Antonella, a quien no acostumbraba a dejar en manos desconocidas; gracias a Merlín que su esposa Laura se entretenía día a día con verle crecer y cuidarla por sí misma en el castillo Haughton, sin aceptar que terceros se le acercaran.

Editado 25 de Agosto del 2013 por Enrick W. Ryddleturn

[Hecate Engosvezhof]

Cuartel Auror

Jefa de Oficina de Denuncias contra las Artes Oscuras

 

No había tardado en tramitar la denuncia que me dio la impresión de que Enrick desapareció completamente del lugar, yo hice lo mío propio, me cambié los ropajes y me puse un traje de pantalón chaqueta negro, con mis botas finas de aguja de piel de dragón y la varita guardada en la pierna derecha. La capa ondeaba furiosamente a través de mi aparición por la brisa que caía ese día.

 

Llevaba las denuncias interpuestas por mi tía guardadas en los bolsillos, seguramente algo arrugadas. Era para investigar lo sucedido en la guardería, no tenía que quedar impune, algo que realmente no me gustaba en absoluto, un lugar en dónde los futuros magos y fue atacado completamente por unos salvajes. Que ni siquiera Bellatrix Lestrange en sus buenos tiempos haría, y eso que era una de las brujas más peligrosas del círculo allegado de Voldemort.

 

Enseguida llegué al local y vi una espalda muy familiar, era mi compañero Enrick, de la Oficina para las relaciones ministeriales, lo que no entendía es qué demonios hacía ahí. Así que con un paso decidido atravesé la verja de madera y me adentré en el local de mi tía. Ahí estaba Enrick elegantemente vestido. Parecíamos agentes de los FBI muggles, pero éramos aurores. Le hablé cerca de la oreja, esperaba que no se asustase y me atacase con magia, aunque era más una recriminación que otra cosa:

 

-Vaya Enrick, te diste mucha prisa en venir a este local ¿verdad? Se supone que tiene que ir un auror de denuncias y otro de cateos, ¿se puede saber qué haces aquí? Porque si necesitabas ayuda podías avisarme y veníamos juntos. Aunque quizá quieras hacer el trabajo de un auror de cateos por supuesto –dije frunciendo el ceño, no esperaba ninguna bronca en el negocio, pero me parecía rarísimo que enseguida fuese atender un caso que seguramente tardaríamos días en ir. Aunque quizá la falta de personal había hecho que él acudiese hasta allí.