El Hipogrifo Asustado (MM)

[Reena Vladimir]

Maleta en mano salí del despacho, tras asegurarle a mi tía que volvería con las cosas a la mayor brevedad posible, recorrí parte del pasillo y me paré para mirar por el ojo de buey de una puerta que se había cerrado unos instantes antes de llegar yo.

 

-Una extraña en la guardería, paseando como si nada- pensé.

 

Nada mas veía la parte de atrás de una mujer y abrí la puerta para pedirle que saliera cuando me fijé en que iba a la parte de los juguetes y se sentaba entre ellos. Entonces vi algo que me dejó paralizada.

 

-Nely...

 

Aquella mujer tenía un gesto en el rostro que me recordaba tremendamente a mi hermana, aunque no estaba segura, había pasado tanto tiempo desde la ultima vez que la había visto y tal vez porque la echaba tanto de menos fue que me animé a entrar y decir su nombre en voz alta para llamar la atención de la rubia-castaña.

 

-¿Has regresado por mi?

 

Dejé la maleta con cuidado junto a la puerta, haciendo los gestos típicos de una acecho, como si quisiera acercarme a un gato al que deseo atrapar, pero en vez de eso me arrodillé a su lado y con una suave sonrisa en los labios aparté un mechón de pelo de sus ojos.

 

-¿Qué es lo que nubla tus ámbares ojos mi copiada?

 

No quise tocarla por si reaccionaba mal y salía corriendo, ya que ahora tenía la certeza de que estaba viva no quería dejarla marchar, no ahora que estaba al alcance de mi mano. Volví a apartarle el pelo, esta vez poniéndoselo tras la oreja y busqué su mirada ladeando la cabeza, teniendo las cosquillas infantiles en la barriga que comenzaban en intentar animar a alguien y terminaban haciendo una travesura.

[Nely Aradia Gaunt Lill]

Una voz familiar rompió el silencio en el que se encontraba, no alzó la vista, sabía bien de quién se trataba, esa voz la reconocería en cualquier parte. Su gemela estaba ahí, a su lado; eso significaba que no estaba totalmente sola. En un instante todos y cada uno de los recuerdos de su infancia volvieron a ella como una estrella fugaz, como si de un estímulo se tratara, sonrió sin poder evitarlo.

 

Alzó la vista, sus ojos de color ámbar, se encontraron con otros de su misma tonalidad, su gemela estaba a su lado, retirándole un mechón de pelo de la cara. Se le revolvió el estómago, tenía un cúmulo de sentimientos que no sabía como controlar, lagrimas comenzaban a brotar de esos ámbares ojos que se habían reencontrado con su hermana.

 

--Te ves hermosa-- Consiguió pronunciar con dificultad. Era sincera ante su hermana, podía ver como en esos ojos, estaba dibujado un brillo de alegría, de felicidad. Sin embargo, los suyos demostraban un vacío lleno de tristeza.

 

La pregunta de la Rosier consiguió que su mirada volviera a caer. No tenía fuerzas para combatir aquellas palabras, en realidad, la necesitaba; siempre había simulado ser fuerte, ser independiente, pero la realidad era otra muy distinta. Sin su gemela ella no era gran cosa, más ahora que se había enterado de que ella era la única persona que le quedaba allí.

 

Hasta dudaba si podría seguir contando con Sagitas después de salir huyendo de la Taberna de la tía, en dónde se había enterado de que la pelivioleta tenía más hijos a los que ella no conocía. ¿Habría rehecho su vida? Sin alzar la vista, palabras salieron de su boca en busca de una respuesta.

 

--¿Eres feliz, hermana?-- Tenía miedo de sentir que ya nada importaba su existencia, que todos vivían felizmente sin ella, que a nadie le interesaba si estaba por allí o si desaparecía como anteriormente había hecho ya.

[Reena Vladimir]

El frío ámbar de los ojos de mi hermana me pilló por sorpresa, era como si mirase dos piedras brutas de ámbar natural y supe que no solo estaba triste.

 

-Hermanita... la felicidad es belleza...

 

Dejé que bajara la mirada pero no le cedí el espacio físico que le había ganado, de hecho le robé un poco mas. Le quité de las manos un peluche de dragón y entrelacé nuestros dedos. Quería que supiera que estaba con ella, que mi cariño por ella seguía intacto a pesar de su lejanía, de su afición por la desinformación, por no contestar mis cartas...

 

-Pensé que lo era, ahora me doy cuenta que solo en este momento lo soy.

 

Y lo cierto era que desde su desaparición y a pesar de que continuaba escribiéndole sin recibir contestación, había hecho un nudo con mi dolor y me lo había tragado, convenciéndome a mi misma de que no tener noticias era mejor que recibir la ultima de todas. No estaba preparada para una noticia tan dolorosa cuando ya en el pasado había sufrido demasiado, y me mi alma me dijera que en algún lugar estaba bien ayudaba a mantener esa llama de fuego vivo, aunque fuera demasiado pequeña para que diera calor.

 

Me llevé la tersa piel de su mano a los labios y la besé con cariño. Pasé con cuidado el brazo por encima de ella y mi mano izquierda y su derecha quedaron unidas sobre su pecho.

 

-¿Y tú? No has venido porque necesites dinero ¿te han lastimado, media mitad de mi?

 

Agaché un poco la cabeza por si volvía a susurrar, no quería perderme nada de lo que dijera, pero tampoco quería que viera mi gesto de dolor, por desatar los sentimientos que creía bien atados y pasados. No quería que me viera llorar.

[Sagitas E. Potter Blue]

¡Menos mal! Reena era difícil de convencer. Lo suyo era la infraestructura, la coordinación en los despachos, el papeleo... ¡Menos mal que decidió hacerse cargo de las compras y no me pidió quedarse con los niños de alguna de las clases. No estaba segura de confiarle ninguno de ellos porque estaba segura que se le tirarían encima y la harían servir de colchón. Seguro que si la dejaba cinco minutos con ellos, la encontraría escondido dentro del armarito de las capas.

 

-- ¿A retirarla?

 

No entendí nada de la maleta, pero como ella dijo que se hacía cargo, pues directamente olvidé el tema y la dejé a su lado. La maleta quedó relegada de mi memoria. Reena dijo que se iba a comprar las pulseras y la dejé irse. Me senté en el sillón que segundos antes había usado Reena y puse los pies encima de la mesa. Menos mal que todos ya se habían ido, o hubiera quedado muy mal que la directora estuviera en una postura tan holgada.

 

Justo en el momento en que pensaba que tal vez una siestecilla, ahora que Reena se había ido, cuando sentí los trinos del pajarillo y los gritos de los niños.

 

-- ¡Uniojo!

 

Merde, algo le pasaba a la mascota. Esperaba que no lo hubieran metido en el water como la última vez. Así que salí corriendo hacia la sala de juegos. Me pareció ver a Reena hablando con alguien, pero la seguridad vital de la mascota estaba en juego, así que lo dejaría en sus manos mientras yo salvaba a nuestro pajarito.

 

Al fin y al cabo, ella también era directora.

[Nely Aradia Gaunt Lill]

Reena la conocía mejor de lo que ella misma creía, sabía bien que no se encontraba bien, que si había regresado, no era porque las vacaciones en el mundo muggle se hubieran acabado.

 

Sentir a su gemela cerca, le hacía sonreír. Intentaba esquivar la mirada y las palabras de su hermana, pero bien sabía que era algo inutil, pues no había escapatoria, jamás podría huir de las palabras de su hermana, puesto que por mucho que insistiera en hacer ruidos o tratar de no escucharla, la voz de ambas sonaba dentro de la otra antes de que sus palabras salieran por la boca.

 

Esa comunicación tan extraña que tenían desde pequeñas, no las dejaba que se ignoraran, siempre debían escucharse, les gustase o no lo que la otra tuviera que decir.

 

--Estoy sola, Reena-- Bajó la mirada, mas no pudo bajar la cabeza, puesto que su hermana pretendía que no rehuyera de su mirada, de su lado. --Tú... tu te has casado, deberías de estar con tu marido-- Trató de quitarse a su hermana de en medio, después de todo, ella ya tenía una familia y ella; ella había perdido a la mujer que amaba por haber desaparecido tanto tiempo, así como a todos los seres queridos que tenia consigo antes de marcharse.

 

 

No podía contener las lagrimas, sabía que no debía de huir de su gemela, era la única persona que tenía a su lado; tan solo ella y su tía, si es que esta última aún quería demostrarle algún afecto, cosa que dudaba después de tanto tiempo. Miró a su hermana y la abrazó con fuerza, temiendo que ella también la abandonara.

Editado 6 de Junio del 2012 por Aradia Gaunt Lill

[Reena Vladimir]

Me limpié las lagrimas y sonreí ante las palabras de mi hermana, no podía hablar en serio, no podía pensar eso de verdad. Dejé que me abrazara y a caricié su pelo con ternura, mientras sentía su respiración agitada fuera de si misma por las lagrimas.

 

-Si, acabo de casarme, pero ambos necesitamos nuestro espacio...

 

No entendía bien por qué decía estar sola si estaba nuestra tía, o tal vez porque ahora que nosotras teníamos gente que nos acompañaba se sentía desplazada. Pero eso tenía fácil solución, incluso si se había peleado con Sagitas nada mas llegar.

 

-Hermanita... Antes estabas sola... Ahora tienes familia, porque no irás a pensar que en casa no eres bienvenida.

 

Hice maniobras para seguir abrazadas pero me moví lo suficiente como para poder mirarle la cara y apartarle el pelo que se le pegaba al rostro por las gotitas saladas de su ojos. Quería que se sintiera bien, ahora ya no estaba sola, ahora estaba a mi lado y con mi mente la abracé pues sabía que eso la reconfortaba mas aun que el contacto físico.

 

-Mi familia es tu familia y haces mal olvidandolo. En cuanto conozcas a tus sobrinos te quedará tan poco tiempo que desearás no haber regresado.

 

Lo había dicho en tono de broma pero era cierto que como les abriera el corazón se apoderarían de él y le quedaría poco tiempo incluso para dormir tendría problemas pues las niñas eran capaces de ir a saltarle en la cama si es que no lo hacía yo de vez en cuando.

[Jessie Black Lestrange]

Jesse

 

Ya era junio, como volaba el tiempo cuando te entretenía con el trabajo, con el verificar que todo este en orden para cuando legue el día de los simulacros.Me había preparado tanto este mes que creía que todo saldría bien, de maravilla sin miedo a errores ni fallas.

 

Verificaba en ese momento las cunas de los pequeños, revisando que todos ventilaran como era debido y que ninguno de ellos hubiera bronco aspirado pero... donde estaba la pequeña Dolly.

 

-¿Que no estaba dormida en su cunita?- me pregunte a mi misma verificando la lista de asistencia por tercera vez consecutiva- si... aquí esta, Dolly Mongomery, llego tarde pero su mami no llegaría por ella hasta pasadas las seis y... para eso faltan tres horas.

 

No la encontraba por nungún lado y eso comenzaba a preocuparme. Salí al pasillo buscando a mi madre o a alguno de los otros chicos con los que trabajaba.

[Nely Aradia Gaunt Lill]

Las palabras de la pelirroja consiguieron levantarle el ánimo. ¿Había dicho sobrinas? La miró atónita, ¿Cuándo había sucedido eso? Sonrió, se las imaginó muy parecidas, corriendo juntas, revoloteando por toda la casa, dando guerra y haciendo travesuras por doquier.

 

--So...sobrinas...-- Vocalizó con una leve sonrisa en su rostro. --¿Por qué no supe de eso?--

 

La cosa cambiaba, si ella tenía hijas, significaba que tenía que tomar el papel de tía, lo que era lo mismo, tenía que ser la encargada de consentir a esas niñas, de hacerlas saber todas y cada una de las trastadas que las gemelas Rosier habían cometido siendo niñas.

 

--¿También salieron "D-" cómo nosotras, D-mente?-- Sin saber porqué, aquello le hizo reir a carcajadas y fue entonces cuando, mirando a la puerta de la sala, observó una maleta.

 

--¿Te vas?-- En realidad no quería escucharlo, no quería saber que su hermana se marchaba ahora que ella acababa de regresar, pero escucharia con agrado lo que su hermana tuviera que decirle.

[Reena Vladimir]

Sonreí al ver que reaccionaba ante mis palabras y mi calor. Tendría que explicarle todo lo que había pasado desde que se había marchado porque estaba casi segura de que ni siquiera sabía que Akira estaba conmigo. Puede que incluso ignorase la muerte de Hayame y eso iba a ser difícil de contar.

 

-No supiste porque no estabas... porque no leías mis cartas...

 

Me separé un poco de ella y le limpié las lagrimas con cuidado mientras esbozaba una suave sonrisa en los labios, quería que se sientiera bien y para eso era necesario demostrarle que yo estaba contenta por su regreso.

 

-No, no son como nosotras, pues son hermanas adoptadas, pero son muy parecidas.

 

Era una historia larga y no me parecía adecuado contársela estando sentadas en la montaña de juguetes que los niños reclamarían en cuanto entrasen del recreo fuera del edificio. Tenía un plan mejor sin duda para aquella tarde y pasaba por salir de allí y tomar helado.

 

-Si no recuerdo mal, tu helado favorito es el de chocolate. Ven, en la cocina habrá helado.

 

Me levanté con cuidado de no soltar una de sus manos y le tendí la otra para ayudar a que se levantase del suelo, quería que me siguiera para sacarla de su escondite por su propia seguridad. Así podríamos estar mas a gusto y tranquilas, que no allí en aquel ambiente infantil y agobiante para mi, con tanto color chillón y juguetes por allí tirados...

[Sagitas E. Potter Blue]

Encontré a Uniojo escondido en un pote de pintura roja.

 

-- Pobrecito, ¿qué te han hecho esos diablos? Anda, ven, que te limpio.

 

La pintura era especial para los niños, para que no se envenenaran ni hicieran daño con ella, así que el pobre animalito sólo estaba pintado. Lo malo es que tenía el ojo cerrado por la pintura y había ido andando a trompicones y chocando con cosas.

 

-- No te preocupes, animalito. Yo te quito esa porquería.

 

Lo llevé a los lavabos de la clase superior y lo metí bajo el grifo. Quiso escaparse.

 

-- Vamos, que ya has pasado más de una vez por estos. Pero no te preocupes. Hablaré con ellos. Hoy todos se quedan sin postre.

 

Terminé de limpiar a la criatura y la sequé con cuidado. Al fin abrió el ojo y parpadeó. Parecía estar bien, aunque algo rojo. Decidí llevarlo a la enfermería y ponerle una gota de poción colutoria, por si acaso. Salí con cuidado de los lavabos y vi pasar a Jesse.

 

-- ¡Eh, hija!¿Sabes si tenemos colutorio en la enfermería? Huy, ¿Te pasa algo?