El Hipogrifo Asustado (MM)

[Sagitas E. Potter Blue]

Me sentía muy mal por dentro, era algo que llevaba mucho tiempo guardando y que, en realidad, ni me acordaba que lo tenía hasta que había visto aquel camioncillo muggle en la papelera. Había sido como si el cerebro hubiera abierto una puerta de sentimientos que ahora no era capaz de cerrar. Me estremecí ante las palabras de Reena, pero seguí arrodillada a sus pies.

 

-- ¿Comulgar juntas? -- repetí, como lerda.

 

Dejé que ella me levantara del suelo tomándome por el codo. Me dirigió hacia nuestro despacho, como lo había sugerido antes. Pero no me dejó seguir arrodillada. Me sentó en el sofá y ella se sentó a mi lado. Cerré los ojos, intentando centrarme en lo que sentía. Era todo tan confuso...

 

Ella preguntó y se merecía una respuesta, aunque... No sé... Volví a apretar el camioncillo contra mi pecho y suspiré.

 

-- No me malinterpretes, Reena. Estoy casada, soy feliz, tengo unos hijos maravillosos. Es que... Creo que... A veces creo...

 

Volví a mirar el camioncillo y apreté la mandíbula. No podía permitirme sacar sentimientos. No. No podía ceder ante ellos.

 

-- Creo que aún amo a tu hermana. Cuando la veo, el mundo me da vueltas... Transforma todo lo que tengo en algo demasiado incierto.

[Xell Vladimir Potter Black]

Mantuve la compostura mientras aquellos dos padres estaban en la guardería, jugando con sus hijos. Los elfos estaban allá, ofreciéndole las mascotas que podían ayudarles a integrarse; a los niños quería decir.

 

Tardaron un rato en salir. Me preocupaban los chillidos que emitía Heliké. La prima parecía asustada y una vampira asustada tiene que ser por algo terrible. Tal vez los oyeran porque enseguida salieron, se disculparon y dijeron algo de irse a los jardines Gryffindor.

 

- ¡Vengan cuando quieran a hacer la matrícula! – les dije a los dos padres, mientras desaparecían con los hijos del lugar. Al menos decían que se amaban y eso me hizo sentir muy emotiva, pensando en Lisa.

 

Había algo raro en la guardería, demasiado ruido en algunos sitios, demasiados ruidos extraños en otros… Fui a buscar a la prima, a ver si se había cortado un dedo y por eso chillaba, no sé… Era raro que una vampiro gritara. La encontré pronto, hablando con la tía Hayame.

 

- ¿Pasó algo, prima? Hola, tía… ¿Has venido a ver a los niños? Pronto será la hora de la siesta y podremos descansar un poquito. ¿Nos ayudaréis a acostarlos? Los bebés son muy sensibles.

[Reena Vladimir]

Yo que intentaba ser fría en la medida de lo posible, me encontraba con el drama de mi tía y no sabía que hacer. Ni siquiera en mis viajes de peregrinaje nómada me encontraba con este tipo de conflictos, pero ya que lo había encontrado, mejor hacerle frente.

 

-Hermana, es difícil olvidar la conexión que hacemos con otras almas. Cuando se siente odio es difícil dejar de sentirlo igual que cuando sientes amor.

 

"Tejo bendito" Las dos sabíamos que los sentimientos tan fuertes como lo eran el amor y el odio, algunas veces eran incomprensibles, incluso injustificados. Vale que había personas influenciables, hacia uno u otro, pero por lo general nadie podía escoger a quien dirigir cada sentimiento, simplemente lo tenía.

 

-Además está la química que te obliga a sentir, te obliga, no puedes elegir. No es algo que puedas borrar con un paño humedo, ni siquiera frotando...

 

Se acaricié el rostro y aparté, un poco, su pelo. Necesitaba verle la cara y ver si sus gestos faciales cambiaban a medida que mi discurso le calaba. aunque tenía la sensación de que iba a necesitar mas que palabras para convencerla de que no estaba mal lo que sentía.

 

-El alma tiende a buscar a su afin y no debes avergonzarte de sentir algo que no puedes controlar.

 

Cogí sus manos y se las apreté, no intenté quitarle el artilugio muggle, por mucho que me hubiera gustada, podía ser contraproducente, solo quería que sintiera mi fuerza, a su lado, con ella.

 

-¿Entiendes que no está mal sentir amor por alguien que fue importante para ti?

[Sagitas E. Potter Blue]

Yo había juntado mis dos manos y había inclinado la cabeza sobre ellas, que descansaban en mi boca, en un gesto muy espiritual que pocas veces usaba. Mantenía los dos ojos cerrados, esperando su respuesta. Y cuando llegó, me sorprendió por la profundidad que tenía. Era una mujer sabia, una buena sacerdotisa, con ideas claras.

 

-- Pero debiera haberla olvidado -- protesté muy puerilmente, sin dejarla acabar del todo.

 

Debiera, ahí estaba el problema.

 

-- Pero estoy casada, y felizmente casada, he de añadir. Amo a Jack, él no ha abandonado este plano astral por mí, él está ahí porque nos amamos...

 

Triste escusa, escudarme con mi marido para alejar a Nely.

 

-- Lo sé, lo sé, Reena. -- Bajé las manos a mi regazo y me toqué las rodillas, como si me temblaran. ¿Lo hacían? Tal vez... -- Cuando ella no está, demasiado a menudo, además, es como un recuerdo agradable que siempre está ahí, haciéndome la vida fácil. Pero cuando viene... Cuando se presenta... Cuando me deja un regalo...

 

Señalé el camión de la Coca-cola. Sólo yo, maestra de Estudios Muggles, podría entender su significado. Era una pieza de coleccionista que se pagaba muy bien en el mercado muggle, por supuesto. Los mágos no darían ni un triste knut por él.

 

-- Cuando ella está cerca, me estremezco y deseo tenerla entre los brazos, besarla, hacerla mía como antaño. Y... No puedo permitirme tener esos sentimientos, Reena. ¿Qué pasaría si Jack se entera? Esto debe de ser un secreto entre nosotras, Hermana.

 

Sabía que Reena nunca diría nada. Pero como Hermana, nunca revelaría un secreto de confesión.

[Hecate Engosvezhof]

No me di cuenta de que además de Hayame también estaba Xell y eso era raro, se suponía que tenía el don de la empatía, pero no entendía qué había pasado con él, otras veces daba tan fuerte y otras veces, como ahora, estaba como "apagado". Quizá los poderes de un vampiro como yo, se reflejaban con las emociones, pero aún así... Debería de descontrolarse y en ese caso no lo había hecho. Negué con la cabeza, confusa... Volví en mi ensoñación cuando mi prima rubia me habló:

 

- Oh, prima Xell, no te he sentido -hice una sonrisa de medio lado, pero salió una mueca grotesca. No lo pretendía pero tenía el día raro.

 

No sabía si comentarle lo que había hecho Argentus (creo que fue xD) porque si había padres por ahí cerca, quizá no quería que sus niños estuviesen con uno que congelaba a otros porque sí.

 

- ¿Tienes un momento? - Le comenté dudosa, no me atrevía... Y mira que a pesar de ser una bocazas sabelotodo, tenía temor de contarle algo que seguramente a ella le provocara risas, por el simple hecho de no poder controlar a un crío.

 

- Te estaré esperando fuera, en los jardines -me despedí de Matt dándole un suave beso. Sentía otra vez el pecho oprimido, como si hubiese algo malvado por ahí rondando, quizá al aire fresco me encontraría mucho mejor y así explicarle a Xell lo que había pasado.

[Reena Vladimir]

Miré a mas allá de mi tía, comprendía lo que me estaba diciendo, aunque yo hacía tiempo que había dejado de luchar contra ello, no tenía caso gastar energías en algo que ni siquiera podía controlar a voluntad.

 

-El deber es algo relativo tía y un amor no puede sustituir a otro o acaso tienes que escoger entre querer a Ithilion o a Matt? ¿no los quieres a los dos por igual?

 

Si me decía que no le daría una colleja por mentirosa pero esperé a que me respondiera y continué cuestionandola.

 

-Querer a Nely y a Jack tiene que ser excluyente?

 

Iba a decirle que pocos animales había en la naturaleza que fueran monógamos, pero podría pensar que la estaba llamando mona, en el mejor de los casos y enfadarse mas. Por ello me callé la boca y esperé a que ella misma viera la luz de mis reflexiones.

 

Lo del secreto lo pasé por alto.

[Sagitas E. Potter Blue]

¿Quién había allá fuera? Se sentían voces. Estuve tentada a levantarme del sofá y salir corriendo, abandonando nuestra conversación. Pero después sentí que las voces se alejaban y que el silencio se hacía en la guardería. Seguramente, era la hora de que los niños durmieran. Mejor, necesitaba silencio para poder pensar en lo que mi alma necesitaba en aquel momento.

 

Como siempre, las palabras de Reena eran sabias y me hacían reflexionar.

 

-- Un amor no sustituye al otro... -- repetía mentalmente.

 

Era cierto, pues había tenia muchas relaciones en mi vida sentimental, tal vez demasiadas, y sin embargo, al volver a ver a Jack, había vuelto a él como si no hubiera tenido ninguna.

 

-- Tienes razón, amo a Ithilion y a Matt por un igual, sin diferencia. Aunque no sé si el amor por los hijos se puede comparar con ésto...

 

¿Excluyentes? ¿Lo eran? No, no lo eran. Mi problema estribaba en que yo era muy posesiva y, por lo tanto, no permitiría nunca que mi pareja tuviera relaciones con otras personas, fueran materiales o imaginarias. Entonces... ¿por qué no iba a respetar yo el mismo freno? Estaba con Jack y era feliz. ¿Cómo podía permitirme pensar y tener pensamientos lujuriosos con alguien que ya no estaba en mi vida? ¿Cómo podía exigir algo si yo no estaba dispuesta a cumplirlo?

 

-- No, no son excluyentes, pero van en contra de mi creencia de lo que es el matrimonio -- confesé. -- Si decidí unirme de nuevo a Jack era para estar con él y para él, no puede haber terceras personas.

 

Pero, para mi pesar, la había: quien me había regalado el camioncito.

[Reena Vladimir]

Miré a Sagitas con escepticismo ¿desde cuando ella tenía esos pensamientos tan egoistas? Dudaba que estuviera convencida de esas cosas aunque fuese su mente quien se las hacía ver.

 

-Tía, Nely Aradia no está. No se queda. Sólo aparece para hacer daño...

 

Por todos los árboles! lo había dicho en voz alta!!!! Ahora seguramente le estarían pitando los oídos a mi gemela, pero mirándolo detenidamente, se lo merecía, por abandonarnos y por volver así, sin avisar, sin despedirse. Sólo por dejar un cacharro muggle lleno de mier** a la puerta de una guardería donde los niños todo lo que veían se lo querían llevar a la boca.

 

-Vamos, vamos. Por mas que nosotras quisiéramos, no hay una tercera persona. Y ahora preparemos café y hagamos algo de trabajo.

 

Esperaba dar por concluido el tema y poder desembarazarme de la situación. No quería deprimirme yo también.

[Xell Vladimir Potter Black]

La prima Heliké pareció sorprendida de verme.

 

- Oh, perdona, prima, estaba atendiendo a unos padres primerizos que querían dejar a sus hijos en la guardería. Pero algo me dice que no les convenció el lugar. Creo que preferirán mantenerlos un poco más en casa. Se les veía muy protectores.

 

No escuchó mucho mi explicación, parecía nerviosa. ¿Algo había sucedido en la guardería? Me apreté las manos, una contra la otra, entrelazando los dedos, antes de contestarla, en un gesto que había visto hacer a algunos elfos y que se me había pegado.

 

- Sí, claro, tengo un momento. ¿Pasa algo?

 

¿En los jardines? ¿Por qué no podía contármelo allá? ¡Oh, claro, no quería ser oída! Le dije a un par de elfos que se hicieran cargo de llevar a los niños a dormir y corrí hacia mi prima, quien ya estaba tomando el aire fresco.

 

- ¡Vamos, prima, no corras! Está prohibido que los niños corran, darás mal ejemplo - le grité, pero flojito. - ¿Qué pasa, ha sucedido algo malo?

[Hecate Engosvezhof]

Enseguida llegamos al exterior y mi prima Xell me riñó por ir rápido. La verdad es que desconocía por completo la norma de no correr pero era más que lógico porque el lugar era una guardería y como chocase con un niño... Mejor ni pensarlo.

 

Una simple pregunta un poco difícil de responder. ¿Cómo decirle que un crío se portó mal, cuando ni siquiera sabía controlar su propia magia?

 

Carraspeé y giré la cabeza a ambos lados para que nadie nos esccuchara.

 

- Pues verás. Hace un rato estaba con Matt cuidando de un pequeño, creo que era Argentus...

 

Volví a dudar, parecía boba.

 

- No creo que fuese nada malo es más reaccionó como lo hizo un niño, protegerse ante una amenaza por así decirlo -ladeé la cabeza, no quería hacer que el niño fuese el culpable, pero es que lo estaba arreglando de pena.

 

- Creo que se llama Argentus. No conseguí que confiase en mí y acabó congelándome las manos. Me vi negra para deshacer esa magia. Pero es que, ¡me congeló las manos! -volví a decir, desesperada- tendremos serios problemas si no hacemos que controlen su poder ante los demás -y casi me echo a llorar, cualquiera que me viese me llamaría de todo, menos bonita, por comportarme de esa manera. Pero es que me había superado al verme de ese modo aunque Matt se encargase de la educación del crío en cuánto a sus poderes debía de decirle además que no era bueno usarlos sin aprender a controlarlos bien previamente.