El Hipogrifo Asustado (MM)

[Sagitas E. Potter Blue]

La voz masculina de Matt me hizo respingar, pues no me lo esperaba. Miré de reojo la puerta del sótano y me dije si habría visto que estaba aún medio abierta. Me pasé la mano por el pelo y sonreí a Matt. Mientras le contestaba, mis dedos rozaron la varita que tenía, como siempre, recogiendo un mechón de la cabellera.

 

-- Cof, cof, fermaportus -- susurré. Después elevé la voz. -- Hola, hijo, ¿qué tal estás? Pues llegas que ni pintado. Tu tía Reena y yo estamos cargando esas cajas de semillas y no podemos con ellas.

 

¡Por Merlín, que morro tenía! Si ni me había acercado a ellas.

 

-- Necesitamos los músculos de un hombre.

 

Hale, sí, largando el trabajo a otros. Ay, porque me querían, sino seguro queme largaban un puntapié.

 

-- Y Reena es mala, quiere ponerle tentaculas en el jardín -- musité con mimos, como si fuera una idea horrorosa que me había escandalizado. Casi me reí, porque pensé que Matt, a quien no le gustaban los niños, seguro que sugeriría un lazo del diablo con el que atarlos bien atados.

 

Reena le daba un montón de cajas al elfo de Sunar y ahora no pude aguantar la risa.

 

-- Anda, Matt, haznos de elfo grandote y llévate la otra mitad, que Reena y yo estamos muy cansadas de cargar cajas antes.

 

Y era cierto, sólo que yo las había cargado en el sótano y ellos no lo sabían.

[Matt Blackner]

Sgitas se sorprendió al oirme. Reí levemente porque la había asustado.

 

Vi como Reena cargaba a uno de los elfos de Sunar con un montón de cajas. Al parecer había planeado un día de jardineria, pero según Sagitas, quería poner tentáculas venenosas.

 

- Oh! pues no sería tan mala idea! algún lazo del diablo, incluso un pequeño sauce boxeador, serían una buena defensa contra extraños y alimañas. - dije.

 

Pero a mi me daba que no se referían a aquello, sino que era broma. Me sonrojé levemente, al parecer querían llevar las cajas fuera y Sagitas ya me pedía disimuladamente (con mucho descaro) que les llevara el resto de cajas al exterior.

 

Yo era bueno y como no, accedí, cogiendo el puñado de cajas en un equilibrio un tanto precario, pero que me permitió llevarlas al exterior, a la zona de los jardines.

- Donde os las dejo? - pregunté, poruqe no veía, ni a las chicas, ni lo que había delante.

[Hecate Engosvezhof]

Ivanova Selenska

Después de varios días terroríficos de tormenta en dónde la agua parecía que caía cómo si fuese una cascada diaria, al fin brillaba el sol, esplendoroso, poco a poco se acercaba la primavera y apenas había nubes en el cielo. Eso poco beneficiaba a la oscura sombra que recorría el callejón diagón; era siniestra con una capa con capucha que le cubría casi toda la cara, además del restante cuerpo que no dejaba entrever los ropajes que llevaba, pero que la mujer veía con total perfección a los demás viandantes, que escapaban de su lado como si fuese el mismísimo Lord Voldemort o algunos de sus secuaces.

Llevaba la varita en la mano izquierda, oculta por la copa de la manga que era bastante ancha. Ésta era de álamo temblón de madera muy fina y casi blanca, con centro mágico de un pelo de thestral, muy poderosa. Sentía que aún sosteniéndola en su mano, la bruja notaba que quería guerra, ganas de matar, principalmente. Buscaría un objetivo fácil y que había investigado anteriormente con mucha precisión, cómo a ella le gustaba, la guardería el "Hipogrifo Asustado".

Para el resto de los mortales era insignificante un lugar en dónde dejar a los pequeños en cuánto se iban a trabajar, pero todos aquellos niños significaban una nueva generación de magia, de magos y brujas con seguramente poderes talentosos que harían llevar a toda la comunidad más allá en cuánto fuesen mayores.

Pero ella estaba allí por otra causa. Hacía años había ocurrido un asesinato en ese centro, y un hijo suyo había acabado muerto por unos arrogantes magos que se regodeaban ser los seguidores del señor Tenebroso, aún cuando éste ya había caído hacía ya varios años atrás. Ahora buscaba venganza y no le importaría matar a unos cuántos críos para cumplir su sed de revancha. Todo el odio que había acumulado durante tantos años y el rencor, y el sufrimiento, se habían convertido en eso, una bruja temible que había aprendido a usar la magia negra en su propio beneficio.

Se iba desplazando lentamente, sin prisa, le gustaba hacer las cosas a su manera, pero en cuánto llegaba a su destino ser rápida y contundente, además de no dejar ninguna prueba de su estancia en el lugar del asesinato. Nunca la habían pillado, ni siquiera había dejado su marca, no valía la pena. Así que mientras iba pensando en cómo actuar rápido, había llegado al negocio…

Al parecer había ya gente, debería de tener cuidado, así que rápidamente gracias a que se había convertido al vampirismo tenía muy buenas agilidades, se desplacó rápidamente hacia la parte trasera. Vió que había un par de árboles altos que llegaban hasta la azotea del edificio, así que con la varita en la boca, gateó sobre él y llegó hasta la última rama, ésta llegaba cerca del bordillo del edificio, así que de un pequeño salto estuvo en el piso superior, ahora que lo pensaba no había planeado muy bien el ataque, y empezó a buscar una entrada hacia el interior del edificio…

off: tuve que editar, que al final del párrafo roleaba como primera persona, el sueño va fatal para los roles jajajajajaja

Editado 22 de Febrero del 2014 por Heliké Rambaldi Vladimir

[Sagitas E. Potter Blue]

¡Ay, este chico mío! ¿Cómo podía apoyar a Reena en que plantara especímenes raros?

 

-- ¿Un lazo del diablo? ¿Un sauce boxeador? ¿Pero qué dices? Aquí hay niños pequeños que destrozarían las plantitas. Ay, por Merlín. Un sauce boxeador duraría un minuto con estas fieras. Y el pobre lazo... ay, ay... Seguro que acabarían jugando a vaqueros haciendo lazos para atarse entre ellos...

 

Qué desasosiego me producía que pudiéramos plantar ciertas especies peligrosas. Los niños no respetaban nada. Y no estaba segura de si Matt lo decía en broma o en serio.

 

Él llevaba las cajas en equilibrio hacia el exterior. Le seguí y miré en busca de un buen lugar donde dejarlas.

 

-- Bueno, pues aquí mismo. Ya Reena las moverá al lugar que ella quiera con la varita.

 

Estaba confundida y casi prefería no saber lo que iban a plantar. Recordé ciertas cajas en el sótano, así que sonreí y me alejé del patio.

 

-- Tengo cosas que hacer. Os dejo a los dos por ahí, si plantáis, no dejéis la palita en el suelo o al minutos los niños habrás desplantado todo.

 

Una brisa en el aire me hizo mirar hacia arriba, como si detectara algo raro. Pero no, sólo era aire. Fruncí el ceño. Mejor irme al despacho de nuevo.

[Sunar PBT]

Sethy de mandadero mientras Argi anda de "estudiante ejemplo"

 

Esperando que los amos le respondieran, no se fijó que el amito ya se encontraba en la silla. Solo al escuchar la voz de la señorita Reena se dio cuenta de su descuido.

 

- ¡Amito! - exclamó al verlo correr hacia un salón. No supo el por qué el pequeño de cabellos azules fue para ese lugar.

 

Se quedó anonadado de la actitud de la bruja que entró. Pero la ama Sagitas también se apersonó e intentó Sethy hablarle. Sin embargo, no pudo cuando las dos mujeres se encargaron de conversar sobre semillas.

 

Fue en vano su intento de huida. La matriarca de la familia Potter Black le envió por mandiles a la cocina, y hasta una pequeña advertencia de la forma de proceder del elfo de ese lugar.

 

- Si - respondió, y se apresuró a cumplir.

 

Cuando el elfo de ojos grises llegó a la cocina, pudo ver un lugar más complicado que la casa. Era de esperar que en una guardería se debiera tener más creatividad a la hora de preparar la comida para los niños, para que se comieran todo. Preguntó al elfo que parecía encargarse de un gran tazón.

 

- Mandiles - soltó luego de ver como una cacerola se proyectó hacia él.

 

Alguien, y no supo quién, lo lanzó hacia el cocinero en turno. Le señalaron donde podía agarrar los delantales, corrió a buscarlo porque no quería tardar más en llevaros a la ama Sagitas. Salió de allí deseando no regresar en un buen rato.

 

Mientras tanto en ese salón(?

 

Argi no supo el por qué lo enviaron allí dentro. No quería estar encerrado con más niños, aunque tampoco era una gran cantidad de ellos. No se hallaba a gusto allí dentro. Verse imposibilitado para jugar como le gustaba, no estaba resultando.

 

No se sentó, se mantuvo de pie junto a una banca, mirando a la puerta, tratando de ver cuando le sería factible salirse de allí.

[Reena Vladimir]

Le sonreí con cariño a mi primo, que cara mas dura tenía mi tía, pero qué le íbamos a decir si era así se hacía querer. La vi huir del jardín y me centré el ordenar las plantas de forma que fuera mas fácil colocarlas en los agujeros que harían los niños.

 

-¿Te parece bien primo que los niños nos ayuden a hacer los agujeros para las plantitas?

 

A mi parecer si se estropeaban no pasaba nada, la cosa era que ellos plantaran algo que creciera además, se me estaba ocurriendo que podíamos geminar unas fabas o unas lentejas y que luego se lo llevaran a casa o mejor aun una semilla de árbol y que lo trasplantaran en casa, para que lo vieran crecer con el paso de los años.

 

-Pero conste que eso de plantar una lazo del diablo no es tan mala idea, salvo porque aqui da continuamente el sol...

 

Le guiñé un ojo a Matt y amontoné, con ayuda de mi varita, unas cuantas palas de jardinería que se pondrían en funcionamiento cuando salieran los niños.

[Sagitas E. Potter Blue]

Mi deseo era irme a mi despacho y huir de cualquier tipo de trabajo físico que pretendía hacer mi sobrina. Al pasar por el Salón, vi al niño de Sunar muy quieto, demasiado quieto.

 

-- Hum...

 

Me acerqué con cuidado a él. Prefería que no pasara ningún susto o helaría media guardería.

 

-- Hola, Argi, ¿Qué haces aquí solito? ¿No quieres salir con los demás niños?

 

Me puse de rodillas, para estar a su altura, al lado de una banca de madera. Miraba hacia la otra puerta y eso me extrañó.

 

-- ¿Quieres que lea algo contigo? -- le pregunté, con cariño. Era raro que estuviera allá, quieto, sin hacer nada. Qué raro que ninguno de los monitores se hubiera dado cuenta que el niño estaba solito. -- ¿Te gustaría una aventura de dragones o prefieres que te lea la historia de la Reina de los Hielos del Norte?

 

No sabía si esa historia, más relacionada con su poder sobre el hielo, le parecería interesante. A las malas, podía llevarlo al jardín y dejar que "ayudara" a Matt y a Reena a plantar vegetales raros.

[Sunar PBT]

Sethy, elfo doméstico de Sunar

 

–Disculpe señorita – expresó apenado el elfo cuando regresó con la mujer que le pidió los mandiles para los pequeños.

 

Luego de eso no supo que más hacer porque la bruja familiar de la señora Sagitas, se encontraba acomodando todo para cuando tuviera que salir con los niños, además de eso, el amo Matt también colaboraba.

 

Quiso escabullirse para buscar al amito, se encontró siendo observando por los dos humanos antes desaparecer de su rango de visión.

 

–Si necesitan algo más, amos, estaré encantando de ayudarles – no tuvo más remedio que ponerse a disposición.

 

 

Mientras tanto, en el salón.

 

¿Cómo era tan complicado poder escaparse?

 

–ola tia – dijo el niño viendo que no sería fácil salirse sin que lo vieran, ya lo había visto.

 

Salir con los demás, pero… si allí algunos terminaban unos dibujos y ese elfo no le permitía irse sin terminar. No quería estar allí, no quería y su madre no llegaba. Tal vez, la tía de pelo bonito le ayudase a no quedarse más tiempo con elfo feo, quería ver a Sethy.

 

–si – dijo bajito mientras asentía a la idea de salir de ese salón.

 

Le preguntó si quería que leyera un cuento, dos opciones, las dos muy buena porque no recordaba que le hubiera contando eso.

 

–las dos – dijo sin reparo.

 

Sonrió porque la tía estaría un rato con él, no siempre podía admirar ese cabello, y mucho menos estar con la tía gruñona de la casa.

 

Off: xD

 

[Xell Vladimir Potter Black]

Desde la aventura de paje en la guardería, no había vuelto por allá. Seguro que la tía Sagitas o mi madre me preguntarían el motivo, pero nada que no fuera a solucionar con una gran sonrisa. Llegué a las inmediaciones y algo me hizo mirar hacia arriba. No vi nada anormal pero me quedó la sensación de que algo no iba bien. Después me encogí de hombros. Seguro que era yo la que pensaba mal porque, en el fondo, me sentía culpable por llevar tanto tiempo sin estar en la guardería.

 

Abrí la puerta de la entrada, que me dejó pasar en cuanto reconoció que era trabajadora. El hall estaba tranquilo, eso era raro. Tal vez era hora de clase o los más pequeños estuvieran durmiendo. Podría ayudar en el comedor.

 

Visualicé platos caídos en el suelo, comida por los aires... Ah, no, no iba a la cocina, mejor me iba a otro lugar... Me acerqué al patio y vi a mi madre y al primo Matt que parecían estar plantando en el jardín.

 

- ¿Vamos a tener rosas con pinchos en el patio? Seguro que se las comen o las quitan para tirárselas unos a otros. ¿Os ayudo?

[Reena Vladimir]

estaba decidida a poner a los niños a plantar, hacía un par de días que no llovía y la tierra estaba seca, por lo que si andaban por el suelo no se resfriarían y como la tierra aun no estaba demasiado compacta por la sequía les resultaría fácil cavar.

 

-Hola cielo.

 

Le sonreí a Xell que no parecía disgustada por que quisiéramos plantar algo en el jardín. Me alegré por ello y porque la echaba de menos, hacia siglos que no compartía con ella mas que palabras ácidas que me dolían mas a mi que a ella. La necesitaba a mi lado o tanto Akira como yo nos marchitaríamos como plantas sin agua.

 

-Yo había pensado mas en estas flores que son de entretiempo, pero si quieres rosas podríamos buscar alguna sin pinchos, estoy segura de que los muggle ya habrán dado con la técnica de hacerlas crecer sin ellos.

 

Malditos muggles que no tienen mas que hacer que estropear las plantas que la naturaleza creó para adaptarlas a sus débiles constituciones, aunque su perdida de tiempo seguramente nos ahorraría algún quebradero de cabeza a nosotros.

 

-Pongamos estas que están en época de trasplante y luego busquemos tus rosas ¿Quieres?

 

Me puse en pié y le sonreí con timidez como si estuviera pidiendo permiso. ¡Por los árboles! ¡Le estaba pidiendo permiso a mi hija! Me quedé un poco anonadada al darme cuenta de que verdaderamente lo estaba haciendo y perdiendo el hilo de mis pensamientos dejé caer el saco de estiércol que estaba moviendo a una esquina con ayuda de mi varita.