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El Hipogrifo Asustado (MM)


Reena Vladimir
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Enrick W. Ryddleturn

Jefe de la Oficina para las Relaciones Ministeriales

 

- ¡Vaya,vaya,vaya! Miren a quien tenemos aquí. No es necesario que trates de asustarme, Heliké. A estas horas de la noche es mejor andar con todos los sentidos bien puestos en conciencia… Sin dar tregua a que somos vampiros, ya que si seguimos esa consigna siempre… Podemos perder nuestra cabeza a manos de lobitos malcriados - musitó el Ryddleturn sin darse la media vuelta. - ¿Quieres saber qué hago aquí? Pues… Sencillo. Quedamos de acuerdo en que yo venía para acá, querida. Tal parece que te equivocaste de lugar ¡JaJaJaJa! Suele pasar cuando el agotamiento y la fatiga pasan la cuenta… ¿Cuándo fue la última vez que bebiste algo de sangre humana? - agregó mientras se giraba con eje en sus tobillos para quedar frente a la Vladimir. - ¡No presumas, linda! Tú sabes que estoy sin escuadrón de empleados y que no estamos en las condiciones de andar con rodeos. La madame Potter Blue solicitó atención de urgencia en su local… No sé si eres madre, lo desconozco, pero yo tengo una bebita de meses… y como padre, este crimen no puede quedar impune - gruñó el hechicero de piel marmolea, sin perder la compostura ni dejar de ser cortés con la dama que le hacía compañía con ánimos de reprocharle.

 

- El gallinero de plumas mensajeras necesita de tus servicios, compañera. No sé a cuántas cuadras queda de esta guardería, pero sería bueno que te fueras para allá… Estamos a un día de retraso en comparación a este sitio de asalto; sabes de más que las pruebas pueden perderse y la denuncia terminaría una vez más en el archivador de la recepción. No sé tú, pero yo me apresuraría en ir a través de mis propios medios para contactarme con Sagitas cuanto antes en ese negocio. Ya es tarde… no creo que esté en Accidentes… quizás ella misma te atienda en la lechucería - expresó con amabilidad el ibérico, esbozando una tenue sonrisa en señal de complicidad. - Bueno… Nos estamos viendo. Cualquier cosa o peligro que se presente, un patronus siempre es un buen amigo para llegar en auxilio. ¡Buenas noches, Heliké! - se despidió de la jefa de Denuncias al mismo segundo en que le abría la puerta del establecimiento kindergarten para que ésta se mezclara con la oscuridad noctívaga rumbo a su destino. - ¡Holaaaaa! ¿Hay alguien en casa? - volvió a reiterar el auror una vez más solitario en el vestíbulo, en el acto de realizar un encantamiento iluminador con su varita con tal de evidenciar la fuente de ese tremendo hedor a líquido vital carmesí.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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Cuartel Auror

Jefa de Oficina de Denuncias contra las Artes Oscuras

 

<<Mantén la calma, mantén la calma>> me repetía una y otra vez para no alterarme. Sabía que una bronca en medio de un local en dónde fue atacado no sería bien visto por nadie, y debía contener la ira que enseguida empezó a brotar en mi interior. Había olvidado completamente que tenía que ir a otro sitio al negocio nuevo, quizá estaría perdiendo facultades (?) o tal vez fuera un despiste mío al aparecerme allí pensando que era el Emporio. Solamente deseaba que el joven hiciese bien su trabajo.

 

Escuchaba al chico y mantenía mi mirada fija en él para no dejarme llevar por el enfado. Y con calma le susurré:

 

-Es cierto, me he equivocado de negocio. ¿Sangre humana? Yo me alimento de sangre de animal compañero –dije farfullando – yo no pretendo hacer daño a la comunidad mágica, aunque no dudo que tú te aprovecharías a la mínima oportunidad de atacar a alguien desprevenido en medio de la noche y quizá culpar a otros –dije entrecerrando los ojos.

 

-¿Gallinero de plumas mensajeras? –Repliqué indignada –podrías mostrar más respeto, se ha producido un ataque, cómo el producido aquí hace unas horas. Si fueras tú el atacado en ese sitio o dueño de ese negocio no creo que te mostrases tan burlón como ahora, atacado o secuestrado, una de dos –lo miré ceñuda.

 

-Me pasé directamente al salir aquí, si no está mi tía seguramente me atienda alguien, o usaré a un elfo para que vaya a buscarla. No debe de tardar en salir del trabajo –respondí.

 

-Yo tendré cuidado de coger todas las pruebas descuida, tú haz lo mismo. Y espero que no se te olvide nada –le dije guiñándole un ojo, aún así desconfiaba de él. O por lo menos que ese caso no quedase impune ante la comunidad mágica. Cómo él decía, siendo padre, muchos se horrorizarían al enterarse de semejante escaramuza.

 

-Pues espero que como padre y teniendo una familia entiendas la gravedad de este hecho, yo no tengo esa oportunidad, pero más te vale que consigas todas las pruebas para capturar a los culpables.

 

Nos vemos en el cuartel mañana –y con un ademán me despedí de él. Salí de la guardería y me dirigí con pasos lentos hasta el Emporio de las Lechuzas, y esperaba que por lo menos hubiese alguien para atenderme en el caso de que no estuviese Sagitas.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir

 

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Otra vez tuve que moverme, de nuevo a defender a los niños, a Sagitas y a Xell. El problema era que esta vez volví a fallar, se llevaron a Sunar. Temí por Argi, pero cuando fui a buscarle, me topé con Marieta, la elfina que se dedicaba a las cocinas. Le encantaba cocinar y me sentí agradecido cuando me dejó a mi pequeño sobrinito.

 

- Ya se que eres un niño grande, Argi. Asi que a jugar con los niños mayores.

 

Era mi pequeo sobrinito, y no quería que supiera lo que había pasado. Asi que lo dejé con los demás niños. Ithilion era mayor si, pero cuidaría del pequeñajo, estbaa seguro.

 

Pedía Marieta qu se quedara con los niños, además de qeu fenrir les vigilaba, porque escuchaba ruido fuera. Salí, varita en mano, enfurecido. No solo por el ataque, porque se habían llevado a mi sobrina, sino porque alli había dos aurores peleándose por....tonterías.

 

- Ya basta. - dije, con voz severa. Eran mi prima Heliké y Enrick, viejo compañero del departamento. Había dejado aurores, pero aun recordaba el trabajo. - Si me entero que se pierde una sola prueba buscaré culpables, me da lo mismo. Ha habido un ataque aqui. Ha desaparecido mi sobrina Sunar, la han matado. Ahorrad las peleas aqui, hay niños en el comedor.

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  • 2 semanas más tarde...

Enrick W. Ryddleturn

Jefe de la Oficina para las Relaciones Ministeriales

 

- ¿Niños en el comedor, dices? Matt… por favor ahórrate tus sermones y baja esa varita. Sé lo que ha pasado aquí porque Sagitas en persona fue al Cuartel hoy mismo a presentar el caso. Lo que me siembra una pequeña duda es justamente eso… ¿Cómo es que aún hay menores en el recinto? Es de vital importancia alejarlos de este lugar, substancialmente si hay evidencias. No son horas para que estén en la guardería… ¿Cómo es eso que sus padres no los han venido a buscar? ¿Es que no hay preocupación alguna por sus retoños? ¡Menuda blasfemia! - criticó el Ryddleturn a su antiguo camarada de trabajo, al mismo tiempo que quitaba el hechizo luminoso que brotaba de su varita y se dedicaba a examinar el entorno que le rodeaba en el vasto vestíbulo. - También estoy al tanto del homicidio y posterior secuestro del cadáver de Sunar… Ella es una muy buena amiga. Lo más probable es que su cuerpo, una vez hallado, sea llevado a San Mungo para las pericias - añadió el sevillano con templanza, notando que la actitud del Blackner también se volvía más serena.

 

- Heliké se marchó al Emporio de las Lechuzas para hablar con la matriarca Potter Blue, mientras que yo me haré cargo de todo lo que competa a esta área en cuestión… empezando con el amplio interrogatorio que debo hacerle a la única testigo del caso según el formulario de cateo… la elfina Marieta… ¿Ella se encuentra? - preguntó finalmente el vampiro de orbes dorados, esperando que Matt le diera alguna respuesta certera en relación al paradero de aquella sirvienta que también había estado en la segunda planta del Ministerio a la hora de establecer la denuncia.

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-- ¿"A estas horas de la noche?" dice usted?

 

Había entrado en la guardería después de presentar la denuncia y había estado escuchando la cháchara entre mi hijo Matt, Heliké y el sr. Ryddleturn. No había dicho nada porque me sentó curioso lo que decía. Pero ya cuando en dos veces incurrió en faltas hacia mis negocios, no pude evitar carraspear y presentarme a su espalda.

 

-- ¿Está seguro que es de noche? Es raro, hace un sol bueno allá fuera y este negocio es respetable. No abrimos por la noche. Este lugar tiene niños, como le ha indicado mi hijo. Por tanto, no es de noche. ¿De dónde ha sacado usted que es de noche?

 

No quise buscar una explicación lógica a ese hecho, pero no iba a dejar que el hombre molestara a los niños, sobre todo porque el ataque había ocurrido en el vestíbulo y no había niños implicados.

 

-- También me gustaría que corrigiera el nombre de Madame. -- Sonreí. -- La madame Potter Blue puede que sea la dueña de un prostíbulo, pero a esa no la conozco. Yo aún no tengo ningún negocio de ese tipo. Aquí no hay madames. También le rogaría no utilizara ese tono despectivo para nombrar otro negocio mío. Ese "gallinero de plumas mensajeras" es una Lechucería postal. No usamos gallinas, sino lechuzas. Las gallinas no vuelan.

 

¿Estaba enfadada? Sí, mucho. ¿Lo estaba pagando con él? También.

 

-- Marietta se encuentra aquí. Ahora mismo la llamo. La llevaré a la clase de los pequeños, para que pueda hablar con ella.

 

Y dejé a Matt con él mientras iba a buscar a la elfina.

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Enrick W. Ryddleturn

Jefe de la Oficina para las Relaciones Ministeriales

 

- ¡Aps! Disculpe, Sagitas… No me había percatado de su llegada - refutó Enrick en un abrir y cerrar de ojos luego de oír las palabras de la propietaria de la guardería, al mismo tiempo que su dorada mirada atravesaba la figura de la mujer de cabellos violetas hasta un ventanal que estaba en las cercanías, con tal de corroborar que efectivamente relucía un sol radiante. - Creo que mi último viaje me ha dejado más agotado que nunca… Ahora me estoy poniendo ciego, por las barbas de Merlín. Cada día que pasa me doy cuenta que no saco nada con pedirle peras al olmo - añadió el sevillano esbozando una sonrisa tenue en señal de disculpa. - Y… no se volverá a repetir, señora o señorita… qué sé yo. Mi deber es resolver lo que aquí ha pasado y no venir con rodeos - prosiguió sin querer dar mayor importancia a las frases que la Potter Blue recitaba alocada como un poema.

 

- Espere… ¡Sagitas! Es preciso que yo hable con la elfina en alguna parte de esta guardería. No sé ni tengo entendido si vuestra merced tiene algún despacho privado por estas instalaciones, o creo que me veré en la obligación de citar a la empleada de párvulos al Cuartel y hoy dedicarme a ver las pruebas en concreto… que me imagino que no han levantado luego del fatídico episodio con la señorita Sunar - exclamó afanoso el fornido hechicero de cabellos blondos antes que la empresaria del monopolio Diagón se encaminara en búsqueda de la testigo clave de los hechos.

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Me di media vuelta, irritada. ¿Aquel muchacho me estaba tomando el pelo? ¿En serio pensaba que me iba a quedar callada ante la sarta de tonterías, malos tonos y estupideces que soltaba? Aún así, respiré hondo para mantener un mínimo de conversación coherente y con mayor sentido de lo que él había soltado. No me gustaban las burlas. Cuando yo iba como funcionaria ministerial y algo no salía bien, tenía que aguantarme porque era miembro del MM y daba una imagen. Pero esta vez yo era la vecina del pueblo que había solicitado la presencia de un investigador en mi negocio. Pero prepotentes en mi negocio no los toleraba.

 

Así que me encaré con él.

 

-- Jovencito, si te estás quedando ciego, a San Mungo, que tienen buenos profesionales para lo que necesite. Si su deber es venir sin rodeos y trabajar en la denuncia, hágalo. Si no quiere pedir peras al olmo, es porque no debe usar bien la magia, ya que se puede pedir eso y mucho más, siempre que se dirija a las personas con educación. Pero modere su actitud. Porque éste sigue siendo mi negocio y me debe un respeto como ciudadana que recurre a los servicios de su departamento. Así que ya me está dando nombre, cargo y el nombre de su Superior para que presente una denuncia por mal comportamiento e imagen en el cumplimiento de su deber.

 

Chasqueé los dedos y apareció al instante mi rapid-pluma y el librito para anotar las palabras que salieran de la boca del funcionario.

 

-- Creo que he sido clara, o al menos eso pretendía. Los niños están en el Comedor. Llevaré a Marietta a la clase de los pequeños y allá podrá tener una conversación con ella en privado. Yo soy la que dispongo de los espacios que hay en mi negocio y lamento informarle que me es imposible cederle un despacho; tendrá toda la privacidad que precisa en esa clase. Y si tanto le preocupan las pruebas del ataque, vigile, está a punto de pisar una mancha de sangre ya reseca. No vaya a ser usted el que esté contaminando el escenario del crimen. Y ahora, si me disculpa, avisaré a Marietta de que tiene que contestar algunas preguntas suyas.

 

Volví de nuevo a donde me dirigía para buscar a la elfina, mascullando el maldito "vuesa merced". Si realmente fuera vuesa merced me encantaría cortar un montón de cabezas en el pueblo, y ni el Ministerio se salvaría de mi escalpelo. Cerré la puerta de la cocina de un portazo. Después ya no se oyó lo que decía allá dentro.

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Argentus, hijo de Sunar con Sethy en el Comedor

 

El niño había sido apartado de su madre de una forma abrupta, y la quería ver. La ausencia de ella por el trabajo, lo soportaba pero una situación como la vivida, no. No lloró. Pero sus mejillas estaban bañadas en lágrimas. Fue silencioso.

 

No pudo verla, no sabía que había sido de ella, la quería de vuelta. Pero allí sentado no quería comer. Ver esos hombres y mujeres con mascaras feas y atacando a Sunar, le dolió. Él decía ser un niño grande pero no pudo defender a su madre de los malos.

 

Los otros niños hablaban alto, gritaba, o comían. Argi no probó bocado en el rato que estuvo sentado.

 

Amito, debe comer – le pidió el elfo.

 

Él movió su cabeza negando. Saltó al piso de la banca y corrió hacia la entrada del comedor, Sethy fue tras el pequeño que sabía a dónde ir. Pero no lo alcanzó hasta que el pequeño Potter Black se detuvo en el sitio donde su madre estuvo tiempo atrás. Miró a unas personas allí. Creyó ver a su tío y otro hombre.

 

¿Onde ta mami? – indagó hacia el pelirrojo (Matt). Sin dejar de mirar al otro sujeto que lucía algo raro.

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  • 2 semanas más tarde...

Enrick W. Ryddleturn

Jefe de la Oficina para las Relaciones Ministeriales

 

- ¡Disculpe Sagitas! Eso de estar quedando ciego es una forma de decir… es más, no tiene de qué preocuparse porque la directora de aquel hospital es mi hermana gemela, por lo que no tengo ni la más mínima necesidad de buscar a un medimago, teniendo a la mejor en mi hogar - refutó el vampiro con sarcasmo, mordiéndose la lengua en varias oportunidades con tal de evitar apuntar con su varita de nieve hacia el cuerpo de aquella bruja y lanzarle alguna maldición imperdonable que lo dejara al descubierto como mortífago. - Puede guardarse aquellos instrumentos donde mejor le plazca, señora. No tengo temor en decir mi nombre porque estoy orgulloso de poseerlo, pero tampoco tengo porqué andar rebajándome en calidad de persona frente a sus quejas. Si os aproblema mucho mi presencia aquí… pues no tiene nada más que pedirme que me retire, pero yo he venido con la mejor disposición para colaborar con su petición, señora Potter Blue - añadió con valentía y sin perder la compostura, pues Enrick siempre se había destacado por ser un caballero de modales intachables. <<Mujeres>> gruñó finalmente para sus adentros luego de que la propietaria de la guardería se encaminara a la cocina en búsqueda de la testigo clave.

 

- ¡Bueno Matt! Tú sabes lo que se debe hacer aquí… estuviste tanto tiempo trabajando codo a codo con nosotros en el departamento que ya tienes que marearte con los protocolos aurors que se tienen que cumplir sí o sí. Te pediré que tomes al pequeño que viene llegando y se alejen a un perímetro considerado fuera del área de catástrofe… por favor - solicitó a su antiguo camarada de Cuartel, percibiendo antes la llegada sorpresiva del hijo de Sunar; a quien tenía el privilegio de conocer por la relación que se había cultivado con su “difunta” madre ante asuntos de plagas en su conmemorado negocio de antigüedades. Fue así que el Ryddleturn sacó entre sus ropajes una vasija que tenía más forma de ánfora arcaica y la depositó frente a sus pies; y luego, con su varita firmemente sujetada en su mano derecha, posó la punta de ésta en la superficie del vestíbulo y en cosa de segundos una niebla albina y densa emergió de la nada, empezando a cubrir todo el piso con tal de recolectar las manchas de sangre y huellas dactilares o de calzado que aún se alzaban como testigos biológicos del funesto suceso.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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Marietta dio un brinco al sentir el portazo en la cocina, cuando entró la Ama Sagitas. Se le notaba a la legua que estaba de mal humor. Fue cuando se dio cuenta que había niños delante, quienes la miraban muy sorprendidos.

 

-- Huy, esta corriente de aire... Disculpar chicos -- se apresuró a comentar a todos con una gran sonrisa en los labios.

 

Pero Marietta sabía que no era cierto. Pero la elfina no hizo nada, pues la dueña mandaba. Si no quería decir lo que le pasaba, nadie podía hacerle cambiar de opinión.

 

-- ¿Por qué yo? ¿Qué hice? -- contestó a la directora cuando dijo que le esperaba un hombre fuera, del Ministerio, que me buscaba. Se sintió muy angustiada. Desde el ataque tenía miedo de todo. Así que insistió un poco. -- ¿He de salir?

 

La respuesta de Sagitas había sido firme. Sí, debía hablar con ese funcionario y ayudarle en lo que fuera necesario hasta que se fuera. Así que la elfina se secó las manos y dejó las bandejas de las comidas en la barra. Otra elfina se encargaría de darles de comer.

 

Salió de la cocina y saltó de nuevo. Había una niebla en el suelo.

 

-- ¡Oh! ¿Cómo vamos a limpiar todo eso? -- exclamó con desconsuelo. Pero después se arrepintió. -- Soy Marietta, la elfina cocinera. Me han dicho que alguien pregunta por mí.

 

Su tono era de miedo. No le gustaban los humanos. Prefería a los niños.

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