● Ars & Vita ● (MM)

[Gomita Haughton Westrong]

Ese día tenía un especial interés por salir a caminar sin compañía. Mi hermano, quien siempre me acompañaba, aquella vez se había quedado en casa. Ni se había enterado de que yo decidí salir sola, ni se enteraría debido a las actividades que le tenían ocupado desde hacía algunos días a la fecha. Así que simplemente había abierto la puerta de mi habitación, esperé a que saliera mi pequeño Edyan y yo salí tras él y cerré la puerta tras de mí. Al llegar a las escaleras me acerqué al pasamanos como antes.

 

― ¡Wiiiii!

 

Me deslicé por éste sentándome de lado sin reparar en los comentarios que mi familia pudiese hacer de mí. Hacía tiempo que eso había dejado de importarme, por lo que no me preocupaba demasiado. Una vez que llegué al pie de la escalera, me di cuenta de que mi pequeño jarvey ya estaba en la puerta listo para salir. Sacudí mi amplia y larga falda al igual que mi blusa de mangas largas y holgadas a partir del codo, la cual ajustaba muy bien a mi talle. Un par de botas que cubrían mi pantorrilla era lo que llevaría de calzado ese día, debido a que decidía ir cómoda.

 

― Vámonos pequeño.

 

Mencioné a Edyan mientras me inclinaba para tomarlo entre mis brazos, abría la puerta del salón y salía a los jardines para desaparecer de inmediato al llegar a éstos. Pronto aparecería en el callejón Diagon en busca del lugar al cual hacía tiempo que no visitaba, así que hoy sería mi oportunidad. Moría por tomar las clases de una vez, pero lamentablemente siempre había algo que interrumpía mis planes y esperaba que ese día fuese de suerte. Creyendo aquello, me planté a la puerta del Ars & Vita con mi guitarra a mi espalda y abrí.

 

― ¿Hola?

[Paú Gryffindor]

La Gryffindor había quedado de visitar más seguido aquella escuela donde se impartía teatro y otro tipo de artes. La última vez que asistió al lugar fue a presenciar una obra que los alumnos habían preparado y a decir verdad, salió encantada desde aquel día. Se vistió rápidamente con un pantalón corto de color blanco, una blusa azul ligeramente holgada, que iba fajada en el mismo short. Hacía mucho calor, por lo que finalmente decidió llevar unas pequeñas sandalias del mismo color que su blusa. Lucía sencilla, pero hermosa(?).

 

― Se me hace tarde..

 

Tras mirar varias veces el reloj de pared que había en su habitación, caminó de prisa hasta su tocador y tomó su perfume con olor a uva, para después rociarse un poco en el cuello y en la ropa. Por última vez se miró en el espejo alargado que reflejaba el cuerpo completo de la castaña, se acomodó el cabello sobre su hombro izquierdo y suspiró. Era hora de irse.

 

Bajó rápidamente las escaleras de la Mansión y tomó las llaves de la mesita del recibidor. Buscó con la mirada la figura de su padre, pero no había nadie a su alrededor. No pretendía llegar tarde, no veía necesario tener que avisar de su salida tan repentina. Abrió la puerta principal y salió rápidamente hasta el callejón Diagón, disfrutando del viento que despeinaba su cabello ondulado.

 

― ¡Gomita!― exclamó al ver que la chica se encontraba con una guitarra en la puerta del Ars & Vita. Al menos se divertiría ese día..

[Gomita Haughton Westrong]

Acababa de asomarme al interior de la escuela de arte, se veía un poco sola y creí que se debía a la hora a la que había llegado. La secretaria saludó respondiéndome y yo sonreí para luego dar un paso al interior. En ese momento mi pequeño Edyan ya había saltado de mis brazos y corría al interior del establecimiento, al que inmediatamente reconoció. Seguramente la visita de la vez anterior se le había quedado grabada, así que lo comprendí, de haber sido él, también habría corrido hacia la sala de música.

 

― ¡Paú! Pero qué sorpresa verte ¿También vienes a clases? Muero por tomar una...

 

Mencioné al ver a la joven, quien lucía un traje sencillo y apto para ésta época de calor. Aún así no me animaba a usar shorts, a pesar de saber que era lo ideal para ese clima. Definitivamente pasaría mucho tiempo antes de que dejara de ser tan vergonzosa. Definitivamente sería divertido ahora que ella estaba ahí, así que sonreí emocionada de verla, ya que de verdad era que no le esperaba por ahí.

 

― ¿Y si entramos? ¿Qué podemos hacer?

 

Pregunté mientras me dirigía al interior una vez más y miré a mi alrededor para tratar de encontrar a mi pequeño jarvey. Al menos esperaba no encontrarme con aquél elfo que trabajaba en ese local, ya que la última vez no había sido un encuentro muy grato. Realmente a nadie le gustaría ser encontrado en un lugar en el cual no ha sido invitado y mucho menos siendo recibido con tanta seriedad como aquél día...

[Paú Gryffindor]

Sonrió ante la reacción de sorpresa que Gomita tomó al verla. Paula se había dado cuenta de que Edyan había salido disparado hacia el interior de la escuela, como si conociese el lugar a la perfección. ¿No se perdería? Esperaba que no, amaba a ese animal al igual que Gomita lo hacía. Se acercó a su amiga y la despeinó, mientras juntas se adentraban más al lugar.

 

― Oh no, en realidad yo solamente venía para ver los horarios de las presentaciones de teatro. Creo que eso es lo que más me gusta en éste lugar― se encogió de hombros, mientras se acercaba a uno de los pizarrones de anuncios―, ¿y tú? No sabía que tomabas clase de guitarra, Gomi.

 

Se mordió los labios mientras veía en otra zona las clases que se impartían en la escuela. A veces la Gryffindor pensaba que sería bueno entrar a una de esas para despejarse un poco de las cosas que vivía día a día, pero después dudaba de si inscribirse o no debido a la gran cantidad de obligaciones que tenía. Ni siquiera ella se entendía, pero seguramente algún día tomaría la decisión más favorecedora para ella.

 

― Uhm, tu conoces más que yo éste lugar.. así que, ¿qué hay para hacer aquí? ¿Ibas a tu clase? Si quieres te acompaño.

[Ela Karoline]

Clase de Bailes Latinos

Están abiertas comienzan a las 5:30 de esta tarde,

solo deben traer zapatos de taco alto las chicas

y los chicos cazado no deportivo,

ambos sexos con ropa flexible"

 

Eso rezaba el cartel puesto en la entrada del establecimiento, pues la maestra de baile latino estaba lista y dispuesta a tomar a los alumnos que con pasión quisieran adentrarse en aquel mundo de ritmos y sabor, el salón dispuesto para ello era la sala azul ubicada en la segunda planta, un espacio ideal para dar y recibir clases de baile sin importar el género.

 

Contaba con una barra para lo clásico y el ballet pero también para calentar y estirar los músculos que eso se requería en cualquier disciplina, además de un piso de madera limpísimo, una cadena de música que tocaba lo que el profesor en turno deseaba y se detenía o repetía la pieza según un movimiento de mano.

 

La profesora traía el cabello en una coleta alta, su atiendo era casual, unos pantalones a media pierna ajustados, unas zapatillas de tacón alto con correa para mejor el peine del pie y una blusa de tiras, todo en blanco, el único tono de color era las calentadoras que cubrían sus tobillos y subían unos cinco centímetros hacia sus pantorrillas.

 

Lista como estaba daba los toques finales, allá, en un rincón una mesita con muchas botellas de agua para que los estudiantes pudieran hidratarse a medida que la clase avanzaba, también habían vasitos con fruta picada a manera de pasaboca saludable. En la entrada de la sala azul había un montón de toallas cortas y blancas para que cada quien tomara una y pudiera secar el sudor o limpiarse la cara y manos si así lo ameritaba.

 

-Listo, veamos quienes son los valientes que se animan- agrego mas para si misma y para Bolinda la elfina que la acompañaba a cada paso, facilitando el trabajo de la bruja. Mientras los alumnos llegaban se dedico a seleccionar la música que utilizaría para la primera clase, aunque también conversaría con los alumnos para descubrir sus expectativas para la clase.

[Sagitas E. Potter Blue]

Me costó encontrar el local de mi hermano Adrian. Era un lugar que había visitado una escasa vez y ya no me acordaba, por lo que tuve que llegar hasta casi en las afueras del Callejón Diagon para dar con él. Aunque tenía una fachada hermosísima, no me paré a contemplarlo. En realidad, mi visita no era profesional, sino familiar: me habían dicho que Adrian se había hecho daño en el Circo y que no se había querido curar.

 

Por supuesto, recordaba que me había citado allá para hablar de un acuerdo de colaboración puntual con el Circo, pero no era lo que me movía hoy; era la preocupación, los golpes en la cabeza hay que mirarlos cuanto antes y no quería pensar que le podía haber pasado algo malo. Tenía miedo de que fuera más grave de lo que me habían dicho los elfos.

 

La entrada la recordé. La otra vez me perdí. Ahora me pasó lo mismo, no encontraba a nadie, el lugar estaba vacío, tal vez estuviera cerrado. Seguí varias lineas de colores y acabé perdida. Encontré, eso sí, un cartel sobre clase de bailes latinos. Me encantaría seguirlos con Jack, aunque me temo que él no era de bailar. Se lo hablaría en casa, por si quería aprender conmigo.

 

-- ¿Hay alguien por aquí? ¡¡Adrian!!

 

Cuando estás perdida, lo mejor es chillar. Siempre encuentras a alguien que te contesta, aunque sea para decirte que guardes silencio.

[Adrian Wild]

Caminaba despacio por el Callejón, con la venda aún en la cabeza. Sabía que debía irme a casa a descansar, pero todavía tenía cosas pendientes en el negocio. Tenía que hacer aquella fiesta como fuera, y ya contaba con la ayuda de una mano bastante buena: la de mi hermana Sagitas.

 

- Pero... ¿Ya estás aquí? -dije mirando a la pelivioleta una vez hube entrado en el vestíbulo.

 

Definitivamente aquella mujer tenía más mecha de la que creía. No esperaba que viniera tan pronto... ¡Incluso antes que yo! Todavía no tenía nada organizado, ni si quiera las fechas para la fiesta. Aquello era realmente agotador. Y encima aquel dolor de cabeza no me dejaba en paz.

 

- Tranquila, estoy bien -dije mientras me sentaba en uno de los sillones dispuestos por el vestíbulo, invitándola a sentarse a mi lado-. Un percance con los focos del circo. Un elfo me atendió muy amablemente, agradéceselo de mi parte cuando vuelvas.

 

Miré a mi alrededor. Había poco movimiento en el local. En el piso superior se oían violines afinándose. Seguramente alguno de los elfos estaba comprobando, como rutina, que todos los intrumentos estuvieran bien predispuestos para su utilización. El mostrador de recepción estaba vacío, algo que me sorprendió mucho.

 

- ¿No había nadie cuando has llegado? -le pregunté entonces a mi hermana-. Qué raro... Bolinda siempre suele estar por aquí y si no, avisa a Saburns que va a salir -me levanté y fui hacia el mostrador-. ¿Bolinda? ¡BOLINDAA!

 

Nadie contestaba. Del salón de actos de la izquierda salió Wilmo, mi queridísimo elfo, al cual saludé como hacía siempre, con un gran abrazo. Me preguntó por la venda y le quité importancia con un gesto para que no se preocupase.

 

- Wil, ¿sabes donde está Bolinda?

 

- Sí am... -se cortó al ver mi cara de enfado fingido-. Adrián. Ha salido a hacer no se qué de unos carteles para la fiesta.

 

- ¿Enserio? -en aquel momento se me tuvieron que iluminar los ojos-. Bendita elfina. -me volví hacia Sagitas-. Si quieres podemos ir a la azotea para charlar mientras esperamos a que venga Bolinda. La necesito para poner orden a este lugar.

[Evarela Black Haughton]

- Aquí es - murmuró la banshee.

 

Se encontraba frente a uno de los numerosos negocios de Diagón. Por lo que le habían dicho, uno de los sospechosos odefos se encontraba allí. Hacía mucho tiempo que Evarela no salía a dar un paseo y, mucho más, que no capturaba a un mago o bruja. Ya iba siendo hora. Como de costumbre, llevaba una capa negra, que cubría su vestido azul oscuro. En el rostro llevaba una máscara plateada para ocultar su identidad. A esas alturas no podía dejar que nadie la descubriera o su status social y trabajo en el Ministerio correría peligro.

 

Levantó la manga izquierda de su vestido y clavó la punta de la varita en el tatuaje de calavera con lengua de serpiente. Ahora solo faltaba esperar a que sus compañeros acudieran al llamado. Unos cuantos minutos después, Aleera llegó. La miró durante unos segundos y, tras asentir, se adentró en el lugar. Por suerte, no tuvieron que buscar demasiado, pues Adrian, el hombre que estaban buscando, se encontraba en el vestíbulo junto a una bruja de pelo violeta que Evarela conocía, Sagitas.

 

- Buenas - saludó con estusiasmo - Adrian, tenemos una celda con tu nombre.

[Aleera Lux Evanik Malfoy]

Pasear por Ottery con la máscara no era lo mas habitual, mas sin embargo, lo necesario. La Malfoy recorría con su túnica negra de seda las calles del pueblo de los magos con su rostro protegido por una máscara dorada y su varita en mano. Estaba aburrida, era un día tranquilo de aquellos que solo sirven para ver la lluvia caer.

 

Fue entonces que sintió el malestar en su brazo, ese ardor que la abrazaba de un modo que solo significaba una cosa, el llamado. Giró sobre si misma al tiempo que una sonrisa algo psicotica se dibujaba en su rostro cubierto y apareció en el callejón, en una escuela de teator, donde una de sus líderes la solicitaba.

 

-¿Me buscabas? -dijo fríamente ingresando y posicionándose junto a Evarela- Si, una fría, húmeda y con un par de dementores muy cariñosos Adri -añadió la Evanik

[Lisa Weasley Delacour]

La marca ardió con intensidad en mi antebrazo derecho <<Ya iba siendo hora de jugar un ratito >> Pensaba mientras ponía sobre mi rostro la máscara plateada que me señalaba como miembro de la entidad oscura. Tenía ganas de combatir, de hacer maldecir a esos insensatos al ver como nuevamente la marca ganaba la batalla. Con mi arma mágica en la mano y una sonrisa en m rostro me desparecí de la mansión Rambaldi para hacerlo dos segundos después ante un de los negocios del callejón más mágico de todo Londres.

 

Asentí al ver como aparecían más de los nuestros, la marca nunca rechazaba un desafío. Mi capa acariciaba el suelo mientras caminaba hacia el interior del negocio. Saque a Kim y apunte hacia la persona que allí estaba - ¿Jugamos? – Pronuncie con ironía en mi rostro. Aquella noche ganaríamos la batalla.