Familia Granger

[Joaquín Granger]

Aunque la noche no se prestaba mucho para la risa, tuve que hacer un esfuerzo bastante grande por no reírme allí mismo de sus quejidos, que se me hicieron puramente infantiles. Al fin y al cabo yo no la había tomado con tanta fuerza, y sus quejidos habían sonado como si fuera humana; pidiendo consideración y preguntándome que me pasaba. Pero la desconsiderada era ella, que se ponía a gritar, o provocar que yo gritara, allí, en el segundo piso, donde estaban la mayor parte de las habitaciones, en las cuales, había niños; al menos Seishiro estaba allí. En ese momento recordé a los pequeños de Sophie, ¿estarían en la casa? ¿y si habían sentido aquel escándalo? pobres chiquillos... Aunque seguro estaban durmiendo, quizás ella tendría algún sistema de alarma para casos así, o los elfos se encargaban de ellos, como hacían muchas veces con el demonio rubio.

 

Me sentía raro. No lograba acostumbrarme a tantas emociones juntas, y por tantos motivos; no lograba acostumbrarme a vivir con otras personas que llegaran a importarme, siempre había sido alguien desapegado a todos, era un método de auto-protección impuesta forzosamente gracias a que la vida de que aquellas personas a las que había llegado a apreciar, se habían extinguido relativamente rápido. Pero ahora que estaba rodeado de personas en mi misma condición, me habían desarmado, y era vulnerable a todas las emociones, aquellas malditas emociones.

 

Volví en sí, luego de que Valeskya respondiera a la pregunta que le había hecho momentos antes. La miré al tiempo que respondía y liberaba su brazo, me había agarrado desprevenido. Escuché atentamente su respuesta, manteniendo una pequeña sonrisa en el rostro, pues más allá de lo que me gustaba hacerla enojar, estar de acuerdo con ella, era mucho mejor, y no recordaba además otra cosa en las que hubiera estado de acuerdo con ella. Incluso su comentario había sido algo que yo había pensado desde que vi la primera señal de que la Orden había estado allí, y que más adelante la pelinegra me confirmara.

 

Es extraño estar de acuerdo contigo, pero tienes razón, son falsos, hipócritas, y digan lo que digan, sus objetivos ya no son los que se supone que tenían en un principio, ahora son solo más que contribuyen al desmembramiento de una familia, y la destrucción de un hogar, sin nobleza ni nada que se le parezca, como ellos creen tener -comenté soltando un suspiro, y miré al rededor, como si alguien estuviera allí espiando, o al acecho para atacar, para luego volver a erguirme- al menos la parvada ya se ha ido...-

 

En ese momento el sonoro "crack" de un elfo me distrajo, lo fulminé con la mirada y al volver la vista hacia donde segundos antes estaba mi hermana, no había nadie; ella iba muy concentrada hacia el jardín, al menos allí no nos oiría nadie, y los elfos no andarían apareciendo y desapareciendo, en fin, interrumpiendo la conversación. No salía mucho al jardín, a pesar de que era uno de los mejores lugares de la mansión, y las fuentes me encantaban; el no poder disfrutar de aquella fuente y del jardín en general era una prueba del poco tiempo que tenía para mí.

 

Me detuve en el umbral de la puerta a contemplar todo un momento, la fuente emanaba agua sin cesar, mientras aquellas estatuas, que ya había olvidado, la miraban fijamente. Pero lo que más captó mi atención era el árbol que estaba un poco más allá de la fuente, allí abajo me había sentado tranquilamente entrelazando césped hasta hacer una larga cadena, que Silverlyn se había encargado de romper. Recordar aquello, logró sacarme una nostálgica sonrisa, que apresuré a ocultar de los ojos violeta de Valeskya, mirando las estatuas de los caballeros medievales.

 

-Yo soy mucho más apuesto que estos caballeros -comenté sin esperar respuesta alguna, era más bien, un pensamiento en voz alta, no algo que mi hermana tuviera que escuchar precisamente, pues aquello daba pena ciertamente, compararse con una estatuas...

 

Dejé aquello, y me senté justo en frente a mi hermana, sobre la orilla de la fuente, y dejé que mi mano cayera sobre el agua y jugara tranquilamente en ella, moviéndola de un lado hacia otro, como si todas mis preocupaciones se fueran haciendo eso. Aquel movimiento monótono resultó ser bastante relajante, y hasta causaba un poco de sueño, pero logré espabilarme en cuanto Val tomó la palabra, y su forma de expresarse tan suave, me hizo acordar automáticamente a mi antigua hermana, a Lunita.

 

-Estoy seguro de que ella volverá aquí en cualquier momento, se dará un baño, y todo será siempre, como si nunca hubiera pasado lo de esta tarde -respondí, permitiéndome sonreírle, para darle un poco de ánimos. No le iba a decir que no había nada que temer, pero yo tenía la sensación de que Sophie estaba bien-. ¿Qué fue lo último que te comenté sobre mi? -pregunté en un brusco cambio de tema, sin relación. No era que lo mío fuera más importante, pero mi incapacidad de dar consuelo resultaría evidente, y me parecía que Valeskya, no sabía nada de mi hija, o de lo que había sido de mi, y quizás así también podría sacarle un poco de información.

[Arabella Gryffindor]

La tarde estaba llegando a su fin y en el cielo de Ottery mostraba e esos momentos matices que iban desde el naranja hasta el fucsia, que se perdían por encima de la copa de los árboles, desee tener una cámara para poder retratar aquel hermoso paisaje que se presentaba ante nosotros. Como todavía no había comenzado a hacer frio, con mi primo habíamos decidido acercarnos hasta la mansión Granger a pie, para ver si lográbamos encontrar a Sophie allí.

- Mamam- dijo Aranel que se encontraba unos pasos por delante nuestro, junto con Zahil- ¿Estarán los primos?

- Seguramente Osurus y Mithdraug se encuentran en casa- dije mientras giraba el rostro hacia mi primo- quien asentía- ven el tío Elvis piensa igual que yo. Miren allí está la entrada a la mansión- le indique a las niñas.

Ambas salieron corriendo hasta la entrada de hierro medio abierta, pero esperaron a que llegáramos con Elvis para entrar todos juntos. Mi primo muy caballerosamente termino de abrir la reja para que mis niñas y yo pudiéramos pasar, luego de lo cual me volvió a ofrecer el brazo y caminamos lentamente hasta la entrada de la hermosa mansión, mientras Zahil y Aranel corrían a nuestro alrededor.

Esperaba que Sophie se encontrara en casa, ya que mientras antes hablara con ella antes sabría cómo encarar la conversación con mis niñas. Sentía que eran demasiado pequeñas para saber la verdad, pero sabía que si ya les habían surgido aquellas preguntas era tiempo de que por lo menos les contara parte de la historia.

- Subimos, Prima- susurró Elvis.

- Perdón- dije avanzado por los escalones- por un momento me deje llevar por mis pensamientos.

- No te preocupes prima- dijo Elvis mientras tiraba del pasados de la puerta.

El sonido del timbre reverbero por toda la casa por unos segundos, mientras las niñas se alejaban de las ventanas altas y angostas que se encontraban a cada lado de la puerta, la sonido del cerrojo de la puerta atrajo nuestra atención.

- Buenos días- dijo un elfo haciendo una reverencia- En que puede ayudar Hipólito a los seño…- se detuvo al levantarse de su reverencia y reconoceros- Señor y señorita Gryffindor, pasen por favor.

- Gracias Hipólito- dije entrando en la mansión- Se encontraría Sophie en casa, me urge hablar con ella.

- Hipólito no está seguro, pero Hipólito averiguara enseguida- dijo el elfo volviendo a realizar una reverencia- pasen a la sala de visitas mientras Hipólito va a buscar al ama Sophie.

La criatura nos acompañó a uno de los salones, hermosamente decorado, y nos dejó con la promesa de traer algún refrigerio después de haber avisado a nuestra prima. me acomode en un sillón de dos cuerpos junto con Elvis mientras ambas niñas habían decidido treparse a sus rodillas, cosa que el permitió con una sonrisa. Me apoye sobre el respaldo y cerré los ojos, de pronto los nervios me había asaltado y esperaba que al hablar con Sophie me ayudara…

Editado 2 de Octubre del 2013 por Arabella Gryffindor

[Sophie Elizabeth Granger]

Se encontraba en el jardin con sus hijos, intentaba canalizar los poderes demoniacos que estos habian adquirido de su padre. Oscurus habia demostrado tener potestad sobre el agua y por el contrario Mitdraug manejaba el fuego a su antojo. Sus pequeños eran opuestos no solo en sus poderes si no en el caracter mismos, mientras Mith era todo energia, caos y travezuras, Oscurus era paz y tranquilidad.

 

-Empezemos de nuevo, Mith quiero que te concentres, apunta al objetivo, piensa en el fuego como una esfera y veras como esta se forma ante ti y cuando creas que esta lista empujala hacia el blanco-apoyando su palida mano en el hombro de su hijo para darle animos

 

Pronto una enorme bola de fuego flotaba frente a su hijo que sonreia complacido ante su logro, a una señal de su madre le dio un empujon apuntando con cuidado al gran blanco que le habia puesto su madre en el jardin. Pronto el bulto frente a ellos comenzo a arder, la rubia sonrio complacida y se dirigio a su querido Oscurus

 

- Ahora tu cariño, concentrate e imagina que tus manos son la salida de una enorme manguera, visualiza el agua brotando con fuerza de tus manos, y lanza un enorme chorro de agua hacia las llamas-le dijo repitiendo la acción de apoyar su otro hijo, este asintio y enseguida un gran chorro de agua salio disparado hacia donde habian estado las llamas unos minutos antes.

 

La bruja dio pequeños brincos con sus hijos celebrandoles sus habilidades y les dio un abrazo a ambos. Se sentaron los tres a la orilla del lago artificial que habian colocado hacia mucho ella y sus primas cuando Hipolito se acerco apresurado hacia ellos.

 

-Señorita, sus primos Arabella y Elvis estan aqui con las gemelas-dijo tras dedicarles una inclinacion a sus amos.

 

-Que bien, guialos hacia aca, hagamos un pequeño dia de campo-le dijo alegre por recibir visitas. Los gemelos no esperaron a que sus tios llegaran y salieron corriendo hacia la casa. Seguro aparecerian enseguida con sus primitas de la mano, los gemelos adoraban jugar con aquellas pequeñas, con quien no solo compartian sangre si no que tambien fecha de nacimiento

[Mael Blackfyre]

Habíamos desaparecido del Callejón Diagon para dirigirnos hacia la Mansión Granger. Había muchas cosas que quería hablar mi prima y no había mejor solución que hablarlas a tiempo y con la gente indicada. Estaba seguro que aquella reunión con ambas brujas saldría de maravillas. Era un peso que se querían sacar de encima y me parecía realmente bien que lo hiciéramos todos juntos como la familia que éramos. Aunque no era yo el indicado porque pasaría a ser más un espectador.

 

 

Conocía la historia de todo lo que había sucedido. Conocía incluso que hasta la demonio Agatha estaba relacionado con el par de mellizos, ya que era hermana de los padres biológicos. Lo que no llegaba a entender era porque le había pasado a Sophie y Arabella. Porque aquellos demonios no se habían presentado realmente y habían trabajado desde un lugar que era imposible imaginar. Ahora lo podía pensar tranquilo pero en aquel momento me había agarrado mucha impotencia gracias a que no habíamos podido hacer nada.

 

 

Atravesamos todo el jardín y subimos aquellos pequeños escalones. El elfo nos atendió y nos invito a la sala mientras me sentaba con mi prima. Las pequeñas niñas habían pasado demasiado tiempo tranquilas como para ahora hacer lo mismo. Incluso estaba seguro que no podríamos tranquilizarlas con porciones de torta como lo habíamos hecho por la tarde. No tuve tiempo ni a empezar a hablar con mi prima ni nada, ya que la criatura apareció frente a nosotros.

 

 

—La señorita Sophie ha indicado a Hipólito que los guie hacia donde se encuentra. Hipolito los llevara hacia el lago…

 

 

—Gracias, no te preocupes. Con Arabella conocemos bien la mansión —le comenté al ser con aquellas grandes orejas mientras nos dirigía una reverencia. Le hice una seña a mi prima y ambos nos paramos. Las niñas parecían estar más contentas ahora que podrían correr un poco más por el exterior. Salimos por donde habíamos entrado y nos dirigimos hacia aquel lago artificial. La noche se acercaba cada vez más y no se nos hubiera imaginado que estaban merodeando por allí. A los pocos segundos pudimos distinguir a las tres personas que buscábamos—. Hola, hola. ¡Llegamos!

 

 

Aún llevaba a Arabella tomada con mi brazo. Caminábamos mientras Aranel y Zahil ya nos habían sacado bastantes metros de distancia. Los pequeños niños que estaban con Sophie estaban mucho más grandes que la última vez que los había visto. Seguramente después de aquella charla, sabría a ciencia cierta porque eran diferentes en ése aspecto con mis sobrinas. Me acerqué a la Matriarca y le dediqué un abrazo fuerte, siguiendo con un beso en la mejilla. “¡Pero que grandes y fuertes se ven, niños!” les exclamé a los pequeños que nos prestaron atención una fracción de segundos antes de jugar con sus primas.

 

 

OFF.- perdón por la tardanza. prometo ahora rolear más seguido. Hice éste rolcito rápido para obligarme a rolear. Sino lo dejo siempre para lo último y despues me olvido! :3 Obviamente ustedes guían éste rol porque saben todo mejor que nadie xD

Editado 8 de Octubre del 2013 por Elvis F. Gryffindor

[Arabella Gryffindor]

Oscurus y Mith se acercaron corriendo hacia nosotros, hacia demasiado tiempo que no los veía, habían crecido desde la última vez que los había visto. Los niños se abrazaron a mis piernas, les revolví el cabello y una vez que me soltaron me agache para llenarlos de besos y abrazos, sabía que estaban en esa edad en la cual tales muestras de afecto molestaban un poco, pero era ese tipo de madre y me encantaba serlo.

 

- Que grandes que están chicos- dije mientras me enderezaba, le sacan una cabeza a las niñas - Zahil Aranel, vengan a saludar a sus primos.- dije mientras me separaba de Elvis quien saludaba con un abrazo a Sophie.

 

Las niñas que había salido corriendo emocionadas, se acercaron a los chicos que hacía más de un año que no se veían, los muchachitos se comportaron como todos unos caballeros y saludaron a las niñas con una reverencia a lo que Zahil y Aranel contestaron con una sonrisa y le abalanzaron para abrazarlos. Mis niñas eran tan demostrativas que a veces incomodaban al resto.

 

- Ya niñas, los muchachos no están acostumbrados a tanta efusividad, déjenlos respirar- dije riendo- ¡Prima! - Abrace a la rubia y bese su mejillas- tanto tiempo que no nos vemos, los niños están hermosos y tú también.

 

Al parecer tanto mis hijas como los de Sophie habían recordado su parentesco por que salieron corriendo tomados de la mano, sonreí al verlos, luego me enfrente a Sophie para decirle el verdadero motivo de mi visita.

 

- ¿Sophie, hay algún lugar donde podemos charlar tranquilos?- le pregunte.

[Sophie Elizabeth Granger]

Se perdio unos instantes en ver a sus hijos y sus sobrinos jugando alegremente entre ellos. Como los gemelos eran fisicamente mayores, se sentian con la responsabilidad de cuidar a sus pequeñas primas. Llamo a la nana de los chicos para que los cuidara mientras les hacia señas a sus primos paras que la siguieran. Su casa era una fortaleza llena de trampas para quienes no eran bien recibidos por las matriarcas asi que a donde fueran estarian protegidos de oidos y ojos curiosos. En el jardin trasero tenia su propio refugio donde se podia esconder de sus propias primas si queria y ahi los llevo. Habia instalado una mesa de te y unas sillas hacia poco y como estaba rodeado de arboles y arbustos quedaba totalmente privado.

 

-sientense y cuentenme porque tanto misterio. Pareciera que tienen el secreto del universo en sus manos-dijo en tono de broma mientras Elvis y Arabella se acomodaban. Hipolito les trajo el te y algunos bocadillos y desaparecio enseguida no sin antes asegurarle que todas las protecciones estaban activadas.

 

Se acomodo los rizos rebeldes tras la oreja y miro a ambos brujos esperando respuestas. Le agradaba tener a su familia ahi con ella, pero aquel pedido de hablar en un lugar tranquilo le daba la impresión de que habia un asunto importante que tratar con ella.

[Mey Potter Black]

Al recibir el patronus de Mei, la bruja no pudo evitar sonreírse con autosuficiencia. Sabía que aquel día llegaría, tarde o temprano. No tardó mucho en tomar su capa de viaje y salir de los Terrenos de la Orden del Fénix para poder desaparecerse finalmente de allí. Minutos después aparecía Mey Potter Black fuera de los límites de la Mansión Granger, en mitad de una adoquinada acera. Su compañera de Bando aún no se encontraba allí, lo cual sonsacó su repentino malhumor.

Un mohín de disgusto tensó automáticamente sus rasgos. Automáticamente sacó un cigarrillo del morral y, llevándoselo a los labios, lo prendió con suspiro. La sombra de un olmo le otorgó la protección que necesitaba para no ser vista y pasar disimulada. La capucha de la túnica de seda negra caía también delicadamente sobre su rostro, y solo cuando los rayos de luna se filtraban entre el techo de hojas se dejaba ver la palidez de la mujer.

-Menos mal que fuiste tú la que envió el patronus -se quejó al verla llegar -. Yo también tenía cosas que hacer y aquí estoy.

Apuntó ceñuda, pisando la colilla de su cigarrillo, ya completamente consumido. Sin mediar palabra, se marchó de allí desapareciendo con un fuerte crack, que hizo lanzar un maullido de queja a un gato callejero que intentaba dormitar en la rama del mismo árbol.

Editado 10 de Octubre del 2013 por Mey Potter Black

[Mei Black Delacour]

Corría a toda velocidad, estirando al máximo sus cortas piernas. Estaba llegando tarde, muy tarde, había estado ocupada para cuando recibió el patronus de su compañera. Atravesó con prisa las verjas, suerte para ella que la luz en su rostro ya estaba lista, corrió a toda marcha hasta donde Mey le había anunciado que estaría, por lo que, para cuando llegó, se detuvo justo a su lado y se apoyó sobre sus rodillas para recuperar el aire.

 

Tardó un momento en lograrlo, y para cuando lo hizo, observó a su alrededor. Grata fue su sorpresa al percatarse de que sólo estaban ellas en el lugar.

 

–Al parecer alcanzó a irse – murmuró, dirigiéndose a la Demon Hunter, aún mirando de un lado a otro para intentar ver si realmente se había ido o es que había visto mal en una primera instancia –. Perdón la demora, andaba ocupada – agregó, haciendo una mueca con la boca.

 

Echó una última mirada. Nada, no había nadie sospechoso y la Delacour no quería interrumpir nada familiar, por lo que, haciéndole un gesto con la mano a la otra chica, ambas se dirigieron a la salida de los terrenos. Y sólo para cuando estuvieron lejos al punto de no distinguir la mansión, desaparecieron sin dejar rastro alguno.

Editado 10 de Octubre del 2013 por Mei Black Delacour

[Arabella Gryffindor]

Sophie sonreía con orgullo al ver a sus hijos, no pude dejar de pensar que seguramente yo me vería de manera similar cuando veía a mis niñas. Mientras los chicos corrían d aquí para allá, mi prima nos llevó a un lugar resguardado dentro del jardín de la mansión. Cundo nos acomodamos el mismo elfo que nos había recibido se encargó de servirnos té y delicateces para degustar.

 

- Siento molestar, prima, pero es algo que pensé que todavía no iba a tener que tratar con las niñas- dije tomando mi taza y sorbiendo el brebaje- Zahil y Aranel, han comenzado a preguntar por su padre, Soph.

 

 

“Son pequeñas todavía, no se cómo enfrentar el tema, como explicarles que su padre es un dios griego del sueño, que no tiene sentimientos, y que nunca los tendrá por una maldición que les lanzo Zeus a todos los de su clase. Como hago para decirles que si bien nos teníamos cariño, nunca ame a su padre y que él solo lo hizo porque sabía que era mi más ferviente deseo.- las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, pero las borre con el dorso de mi mano.

 

Mire a Elvis, que no había dicho una palabra desde que habíamos llegado, esperaba que esto no cambiara su concepto sobre mí. Amaba a mis hijas, eran mi regalo más preciado y siempre le estaría agradecida a Mith por eso, pero su concepción no era producto del amor, y era eso justamente lo que no quería que ellas supieran, no quería que se sentirán menos queridas por ese hecho.

 

- ¿Los niños te han preguntado algo?- le pregunte mientras dejaba la taza sobre la mesa por temor a volverla por el temblor de mis manos.

[Mael Blackfyre]

Nos juntamos con Sophie mientras los cuatro pequeños se encargaban de jugar entre ellos. Estaba seguro que no se veían muy seguido, ya que mi prima Arabella me contaba todos los encuentros que tenían con los Granger, pero cuando se acercaban los par de mellizos, parecía como si se vieran todos los días todo el tiempo. Habíamos saludado a Sophie y ésta nos había invitado a tomar el té. ¿Cómo llevarían el tema con sus respectivos hijos? ¿Cuánto y qué era lo que sabían? No estaba seguro pero estaba allí para apoyar a ambas brujas.

 

Escuché atentamente las palabras de mi prima Arabella. Al parecer ZAhil y Aranel habían empezado a preguntar y ella no sabía muy bien que responderles, o por lo menos, que decirles. Había algo en la cabeza de mi prima que la ponía ante la duda, que no la dejaba avanzar. ¿Por qué no les había contado todo? La respuesta llego ante uno de los temas más importantes. No era sobre la naturaleza de su padre, Mith, sino de la manera en que las había concebido y su motivo personal. Aquello lo sabía como un lve rumor pero ahora podía confirmarlo.

 

—Creo que tienen derecho a saber todo. Una de las maneras de empezar éste tema sería dejar que pregunten lo que quieran. ¿No creen? Mejor enfocarnos en lo que saben o lo que les produce dudas a tener que hablar de algo que no llegarían a entender o en el peor de los casos, a malinterpretar —era algo difícil de hablar pero estaba seguro que lo lograrían. En la comunidad mágica había cosas que no sorprendía. Era normal ver hijos de vampiros, adolescentes con descendencia licántropo o demonios domesticados por así decirlo. Estaba seguro que los cuatro lograrían amoldarse a sus dudas.

 

Nunca había usado la Legeremancia con mis primas. Ni con nadie tan cercano. Ni siquiera con lo que había sucedido con mi melliza Mica. Me había decidido a que todo lo que tenía que saber que saliera de la boca de ellas. Usando mi habilidad podría ver más allá de lo que pudieran mostrarme, pero en ése caso, en un momento donde ambas necesitaban cierto apoyo se me vino la cabeza la idea de usarlo. Ninguna de las dos sabía sobre mi habilidad y podría aprovechar aquella oportunidad para saber como entrar en un tema que era complicado para explicar, por ejemplo.