Familia Granger

[Mey Potter Black]

Con paso rápido pero seguro, Mey atravesó todo el terreno de la Mansión hasta llegar a la entrada de la misma, donde un educado elfo los recibió enérgicamente para sorpresa de los tres. Pero mayor fue la perplejidad de la muchacha cuando Sophie Liz Granger les dedicó una no menos calurosa bienvenida que su elfo. ¿Acaso se encontraba bromeando? Bien, Mey no tenía paciencia para las bromas, y no dudó en apuntarla con su arma mágica justo en el instante en que la bruja se proponía hablar nuevamente y pensar un simple Confundus hacia Sophie que la sumió en un profundo estado de ensoñación.

 

-Expelliarmus!

Murmuró a continuación, apuntando con Nefertiti a la varita de Sophie, la cual voló unos cinco metros a su derecha, fuera de todo alcance. Con un gesto imperioso indicó a Mei y Héctor que terminaran el trabajo. Sin sangre, claro está, si había algo que la joven odiaba era derramar sangre, ya fueran de mortífagos o no, le parecía un acto de cobardía en aquellas circunstancias, mucho más conociendo de sobra el nivel duelístico de aquell a auror.

 

-Creo que esto fue todo -exclamó de improviso entornando los ojos - No me necesitan más por aquí...

 

Y dando unas palmaditas se apartó unos metros de la parejita que parecía esperar más personas. No le importó, allí solo era necesaria su entrada, nada más... ¡Y tendría toda la tarde libre! El trabajo sucio estaba hecho.

[Jessie Black Lestrange]

Jessie Potter Blue

 

-Silencius- murmure apunto directo a [] el cual quedo si la habilidad de poder hablar al menos un par de minutos, el tiempo suficiente para poder hacer otra acción en su contra. La chica de cabellos rojizos sonrió por la efectividad de su encantamiento, que había dado como resultado la inutilidad de lo que este pudiera provocar en contra de ella y sus compañeros de la Orden del Fenix. Volteo solo un segundo para ver cómo estaba la situación de sus compañeros y así ver en que pudiera ayudarles en caso de ser necesario.

 

- Floreus- susurró la Potter Blue aferrando a Fire con presteza. El encantamiento que quisiera efectuar el mortifago [shopie] como segunda acción no saldría debido a que unas hermosas Lilas saldrían en su lugar. Haciendo un gesto de victoria con la mano derecha, la joven de cabellos rojizos comenzó a revisar de forma rápida los siguientes hechizos que pudiera lanzar contra su atacante.

[Kris Gryffindor]

— Incaercerus.

 

Musitó el castaño enviando desde la punta de su varita tres gruesas cuerdas a Sophie, las cuáles iban dirigidas directamente hasta la garganta, manos y pies, lo que harían era obvio, aprietarían fuertemente aquellas zona para que no pudiese decir absolutamente ninguna palabra, la de las manos pegaría ambas muñecas a los costados de sus piernas para que ésta no pudiese defenderse, y la última amarraría su pies juntandolos para que así ésta no pudiese salir caminando. Realmente era una lástima que sus compañeros no la hubiesen salvado, sin embargo así eran las cosas, una presa más para abaddon, en donde estaba seguro estaría un buen rato.

 

— Es todo, no vendrán...

 

Espetó el castaño negando con la cabeza al momento que caminaba recargándose en una de las paredes con los brazos cruzados.

[Hecate Engosvezhof]

Parecía tarde, un patronus pastor alemán de Héctor me había llegado el aviso de que nos llamaba para una redada, no sabía a quién pero sabía que pertenecía a la marca o por lo menos era una sospechosa, estaba en el cuartel auror de la Orden, cuando recibí el aviso, con un toque de varita me puse una luz en el rostro, y quité todas las ropas que llevaba encima. Iría desnuda para evitarme complicaciones por si los mortífagos entraban a defender a su compañera o compañero, dependiendo de a por quién fuéramos.

 

Salí del cuartel, y fui rápidamente hacia las afueras, me giré sobre mis talones y me aparecí a una distancia de unos diez metros de la mansión Granger. Luego penetré al interior del lugar, siguiendo a mis compañeros, uno de ellos parecía que había “derrotado” a un lazo del diablo así que era un problema menos. Seguí los pasos de mis compañeros hasta que llegamos a la planta baja. Por el camino interior, sin tropezar con nada, parecía que había una selva ahí dentro. Ahora sólo era hora de llevarnos la victoria una vez más.

[Héctor Weasley D.]

Ciertamente Mey había facilitado el trabajo al comenzar a usar encantamientos para impedir que la chica pudiese irse de ese lugar. Heko también tendría que hacer algo para no quedarse atrás, y ajeno a la situación que el elfo les presentaba, ya que estaba concentrado en su misión, volvió a levantar la varita apuntando a Sophie.

 

- Incárcerus - susurró, y tres cuerdas oscuras del tamaño de una serpiente pequeña salieron disparadas a toda velocidad hacia el cuerpo de Sophie. Se le atarían con fiereza una en sus tobillos para unirlos y evitar que pudiera usar sus piernas para moverse; la otra alrededor de sus antebrazos para atarlos a los costados de su torso y evitar que su puntería fuese perfecta; y finalmente otra alrededor de sus ojos para impedirle la visión por completo por un tiempo.

 

Mirando al resto de fenixianos que iban llegando gracias a su Patronus que secretamente había enviado para avisarles de la situación, de reojo notó lo que Mey realizaba. Suspirando por lo sucedido, el chico perruno sabía que les estaba dejando el resto a Mei y a él, por lo que sin más preámbulos, el joven se centró en lo que sucedía.

 

- Saludos, chicos. Recuerden que tenemos que llevarla para interrogarla viva. No quiero matanzas innecesarias - estipuló en voz alta, mientras mantenía la pose de combate como duelista.

[Mei Black Delacour]

Con cuidado, Mei se puso a siete metros de Sophie y a tres metros de todos los compañeros de la Orden del Fénix que los habían acompañado luego de un segundo llamado que la chica sabía de quién era, por lo que, ya lista para el ataque, sacó a su varita Aukan de entre sus ropas y la apuntó a la muchacha que se hallaba allí. Aunque al ver que ya varios la atacaban, decidió dejárselos a ellos.

 

–Morphos – susurró por lo bajo, apuntando a una estantería de dos metros de alto y dos de ancho que al instante se transformó en un hipogrifo de las mismas dimensiones, con largas y poderosas alas que le permitían volar, un peligroso pico y filosas garras que no tendría problemas en usar si se lo ordenaba su creadora. A su vez, este ser se colocó a dos metros de distancia de la Knight, preparado para defenderla de cualquier ataque que le enviaran.

 

Mientras los demás seguían lanzando hechizos, miró de reojo a Héctor hacerlo él también. Lo sentía distante, quería acercársele para poder hablar, pero no era lo mejor en aquel momento de plena redada. Tendría que esperar hasta más tarde, cuando pudiesen estar ambos en la mansión.

[Jessie Black Lestrange]

Jessie Potter Blue

 

- Corpus Patronus- una serie de luces de un blanco intenso emergieron de la punta de Fire, varita de la Potter Blue, deslumbrando un poco el rededor de la chica de cabellos rojizos. Estas convergieron en una sola adoptando la forma y contextura de un rinoceronte macho, de una estatura de un metro con ochenta centímetros de alto y una masa muscular de media tonelada, lo suficiente para cubrir por completo de la vista el cuerpo delgado de la Potter. Un cuerno colocado en el centro dela cabeza triangular de la criatura era su herramienta primordial. Pero en esta ocasión solo serviría de escudo a la joven, debido a que había sido invocado precisamente para esa tarea, colocandose a dos metros de distancia de la chica pelirroja dejándole un campo de tiro adecuado para ella, pero evitando cualquier ataque enemigo.

 

- Morphos- la Potter Blue apuntó a un sillón de un grosor de un metro así como de un largo de dos metros, el cual dio paso a un chica con las mismas proporciones que el sillón que era anterior mente, librando de un salto proporcional al metro la distancia que lo separaba de Jessie. Este se coloco al lado contrario del rinoceronte con la firme intención de protegerla de cualquier ataque.

[Hecate Engosvezhof]

Ya estábamos dentro de lugar, así que parecía que los mortífagos no vendrían a ayudar a la supuesta joven mortífaga que tenía delante de mí, y era mejor no estaba para cachondeítos esa noche. Quería tener la fiesta en paz y volver a Abbadon a defenderla o simplemente pasar por allí el rato. El aire puro y la sensación de tranquilidad eran innegables y me sentía en paz conmigo misma, además de que pasábamos aventuras aunque ciertamente no muy agradables la verdad. Ahora parecía que nos tendríamos que defender de una Gorgona (?) pero eso es ya un asunto aparte.

 

Apunté la varita hacia Sophie Liz Granger y susurré:

 

-desmaius- un rayo rojo salió de mi varita en dirección al pecho de la joven Sophie, que al momento hizo que se cayera al suelo, imposibilitándola a que hiciera nada más.

De nuevo volví a apuntar la varita hacia la boca de Sophie y susurré:

 

-silencius –me encantaba ese conjuro, el efecto (sophie Liz Granger) que hacía era que no dejaría hablar a una persona durante un buen tiempo. Y menos aun decir hechizos

 

-¿y nos llaman traidores a la sangre? ¿Sangres sucia? Cosas despreciables que sólo dice la gente despreciable, inmundicia como vosotros no debería de existir en esta comunidad pacífica –dije arrastrando las palabras por el odio.

[Mey Potter Black]

Uno, dos, tres... Aquello era absurdo. Mey dejó de contar mentalmente, con el entrecejo ya profundamente fruncido en contemplación de aquel panorama ante ella. En vano intentó contener un resoplido, caprichosa como ella sola, cuando algo no le gustaba no lo podía disimular. Pero su varita mágica ya se encontraba guardada en la túnica, y aparentemente en aquella ocasión no la volvería a desenvainar. Uno, dos, tres... Esta vez comenzó a contar los minutos, tamaña empresa teniendo en cuenta que la joven jamás utilizaba reloj.

 

-Nos vemos… -murmuró; para si misma en realidad, puesto que ninguno la podía escuchar, por el simple hecho de que ella no tenía deseo de que lo hicieran.

 

Al final se rindió ante lo inevitable y, encogiéndose de hombros les hizo un gesto a la feliz parejita a modo de cortante saludo. Lo que restaba era cuento viejo, por suerte para ella, el rango le otorgaba la oportunidad de poder excusarse en situaciones aburridas como la que seguían a todo desarme del enemigo…

 

»Enemigo« se sonrió Mey con marcado menosprecio al observar desde las distancia la figura de la Granger, demasiado sobrecargada de guardianes para su gusto. A decir verdad, hacía tiempo que esta no se encontraba con un verdadero "enemigo". Por lo menos por aquellos lares no había nada nuevo por encontrar, y muy a su pesar, Mey consideró con más seriedad la idea de seguir a Instinto en la captura de magos Tenebrosos hacia nuevos horizontes.

 

-Total…

 

Chasqueó la lengua descontenta tras atravesar la salida a los terrenos de la Mansión Granger, pero la frase quedó flotando en el aire sin finalizar, puesto que en aquel mismo instante Mey desaparecía de allí hacía rumbo desconocido, dejando detrás de si una estela de tenue humo dorado.

[Mei Black Delacour]

–Corpus Patronus – susurró la muchacha muy por lo bajo para que sólo ella lo oyese, haciendo así que de su varita saliera un hipogrifo de dos metros de altos y uno y medio de ancho, portado de grandes alas y filosas garras que tenía la orden expresa de protegerla de cualquier ataque que le enviaran.

 

–Morphos – dijo ahora, apuntando a una estantería de dos metros de alto y uno y medio de ancho que se hallaba a medio metro suyo y que al instante se transformó en un hipogrifo de las mismas proporciones, portado de grandes alas que le permitían el volar y unas filosas garras y que estaba dispuesto a dar la vida por mantenerla a salvo de cualquier ataque que le enviasen.

 

Para cuando terminó de invocar más defensas, la Delacour alcanzó a ver Mey se iba con paso lento del lugar donde se hallaba, por lo que la Knight se quedó observándola un momento. Tenía el presentimiento y estaba casi del todo segura de que se había molestado con Héctor y con ella, por lo que era mejor no molestarla en aquel momento, de otra forma saldrían a los gritos de aquel lugar y no gritos de batalla justamente.