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^ High Flights ^ (MM B: 87651)


Mackenzie Yellbridge
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● Sherlyn “Kirara” Gryffindor Tonks

El Aethonans se limitaba a volar alto debido a la corriente de aire que iba más arriba, definitivamente, era muy difícil dominar a una criatura en esas condiciones. Acarició el lomo del animal deseando que este se mantuviera tranquilo, estable y evitar el mal estado de ánimo que posiblemente podría tener. Le desagradaba que un animal disminuyera su estabilidad por culpa suya, ya que, estaba en contra del abuso de estos.

Tranquilo, tranquilo, pronto aterrizaremos y veras que no te sucede nada —Mencionó la castaña animando a su compañero que lo ayudaba en la misión.

Sostenía la maleta con fuerza porque si la tiraba provocaría un semejante ruido que podía asustar al hermoso animal. La velocidad disminuía y, esto le daba a entender que la criaturita se hallaba cansada. Volvió a acariciarla y examinó el lugar en busca del Aethonans que llevaba a Cye. No había rastro de ella en el aire; pero, al ver hacia abajo notó que cerca de ellas estaba un lago y, allí podían tomar agua y descanzar del viaje.

Allá vamos —Mencionó la castaña. Era una buena idea tranquilizar a su acompañante de esa manera, también podía escuchar a Cye con más atención, y así, seguir en orden las instrucciones. El animal mantenía una velocidad brusca al aterrizar, de tal manera que la masa de aire azotaba su cara; a pesar de todo, entendía la necesidad del Aethonans, el solamente quería tomar agua.

Una vez los pies en el suelo, suspiró. Parecía que un leve mareo comenzó a surgirle, le dolía su cabeza.

Me encuentro mareada, pero igual, vamos a inspeccionar —Informó a su jefa, dejando la maleta en el suelo para descansar su brazo.

 

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Aquel viaje estaba resultando cada vez mas estresante y el estomago de la joven comenzaba a resentirse muchísimo , se afirmó con fuerza cuando el animal emprender un vuelo en picada que logró que la chica soltara un chillido aquello estaba resultando completamente espeluznante y la idea de morir tras aquella experiencia le resultaba irrisoria y molesta pues nadie creería que ella se hubiese atrevido a montar a aquellos animales.

 

Dio un suspiro cuando noto como el animal se refrenaba y aterrizaba , bajo con gran rapidez producto de la adrenalina y corrió detrás de un árbol con la intención de vaciar su estomago lejos de la mirada de su jefa y su compañera que comenzaba a volar hasta ellas , aquello era indigno pero su malestar era demasiado estaba completamente segura de que nunca mas volaría sobre una de aquellas cosas y así tuviese que atravesar todo el lugar andando nada haría que cambiase de opinión.

 

Una vez que termino se acercó a Cye que parecía dispuesta a emprender una búsqueda por tierra cosa que logro hacer sentir mas tranquila a la joven Black, de esa forma ella podía concentrarse con mayor facilidad y hacer su trabajo de forma mas eficiente

 

- Seguiremos así todo el viaje- preguntó con la ilusión impregnada en su voz mientras trataba de ampliar su radio de visión en busca de las rendas , dirigiéndole miradas iracundas a los Aethonans que descansaban no muy lejos de ellas.

Editado por Atria Black

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Aunque el aterrizaje fue no tan delicado como hubiera querido y eso era únicamente su culpa, amaba aquellos animales, se quedo mirándole mientras el aethonans daba pacitos hacia el lago y pronto bebía del líquido fresco. Mientras Cye había estado distraída, Atria había desocupado su estomago de manera un poco forzada para luego recuperar la calma, Sherlyn se reunía con ellas, también había tenido sus propios sobresaltos.

—Muy bien— miro con cierta envidia a los animales, le hubiese gustado tirarse un clavado en aquellas aguas, pero primero lo primero. Fijo la vista en su compañera de montura que preguntaba si seguirían por tierra y sonrió.

—Creo que eso te sentaría de maravilla ¿no?, quizás quieras simplemente galopar— pregunto con la ceja levantada no se imaginaba a la chica andando a pie aunque las desapariciones quizás funcionaran, no había preguntado aquello, todo era cuestión de probar.

—Chicas, si mal no recuerdo, las pertenecías deben estar por esta área muy cerca del lago, algo oí de que habían nadado, así que busquémoslas y reunámoslas todos en la maleta— con un movimiento de varita, abrió la valija dejándola así para que cada cual depositara lo que encontrara y se puso a caminar en dirección a los arboles a orillas del claro, esperando que las otras dos indebidas tomaran rumbos distintos, quizás bordeando el lago en ambas direcciones. La sonrisa de la Lockhart se amplió al ver un calcetín en el piso, pero su mirada se desvió al sentir un golpecito en su cabeza.

—Auch ¿qué demonios?— miro hacia arriba y apenas pudo ver una cola moverse y perderse entre lo denso del árbol, algo le había caído pero solo se limito a darse masajito en la cabeza, luego pateo el calcetín porque se veía gordito, seguro que algún animal lo invadía. Para sorpresa suya el calcetín rodo y lo único que salió fueron avellanas.

—Ah estos accidentosos, ¿a quién se le ocurriría recoger frutos secos?— se agacho y volvió a meter los frutos dentro para luego ir hasta la maleta y tirar la calceta, preguntándose donde estaría su par. Regreso a la misma zona a buscar más, sin darse cuenta que un pequeño animalillo corría raudo a rescatar su tan valioso tesoro, mismo que había cosechado con mucho trabajo y que ahora había caído en manos de humanos, se paro junto a la maleta, ese sí que era un gran recolector, miró sus dimensiones imaginándose cuanta comida podría recoger allí, pero ni modo, hacer trato con humanos era lo que menos quería, así que se zambulló en busca de lo suyo, besando una de las avellanas que había caído sueltas, sin darse cuenta que alguien más se aproximaba con más prendas bajo las que quedaría sepultado.

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—.Quizás , pero creo que seria mas fanática de romperme las piernas andando hasta una zona de desaparición - dijo con tono quejumbroso mientras dirigía una ultima mirada desdeñosa a los animales, aunque sabia que ellos no eran los culpables de que ella no pudiese resistir estar en el aire.

Se encamino en sentido contrario al de su jefa con la intención de cubrir un área mas extensa del lugar , sus ojos buscaban por todo el terreno algo que tuviese el aspecto de haber sido usado como prenda de vestir por que era probable que al haber sido dejadas a la intemperie y en un lugar como ese algunos de los objetos hubiesen sido presa de los ataques de animales o de la inclemencia del clima.

Se acerco a la maleta y deposito en ella unas cuantas prendas estirándolas y cubriendo la superficie para que entrase mas ropa y volvió a seguir buscando aunque en realidad su vista se perdía a intervalos irregulares pues los parajes de aquel particular negocio eran muy llamativos, tomó nota mental de visitarlos alguna vez cuando no estuviese trabajando para poder disfrutar a plenitud de la paz que se podía sentir en el aire , tanto así que el mal rato que había sufrido a bordo del Aethonans comenzaba a pasar completamente a segundo plano.

 

-- Cye , Sherlyn como van con la búsqueda por esta zona yo no veo nada mas -- señalo la joven indebida mientras volvía sobre sus pasos y se quedaba cerca del maletín donde sentía unos pequeños movimientos aunque tratándose de la ropa de algunos accidentosos era mejor no tocar nada y así evitar cualquier situación potencialmente extraña.

 

Al parecer sus compañeras al igual que ella consideraban que la búsqueda había concluido y aunque a ella le pesaba cerraron la maleta y volvieron a montar en las criaturas para devolverlas al lugar al que pertenecían y emprender el camino al Departamento

Editado por Atria Black

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No era una misión departamental difícil la que estaba a punto de concluir, algo de placer había, por lo del viaje, el aire y el entorno. Cye volvió a la zona donde había encontrado un calcetín y se entretuvo buscando su par, luego de un par de minutos lo descubrió allá colgado en un árbol, sobresaliendo de algo redondito, ¿era un nido? Si, si lo era, algún ave se lo había subido como cama, bueno con un simple accio lo recuperaría, pero entonces pensó ¿y si es cama de algunos huevitos o de avecilla pequeñas? Seguramente al gestionar el hechizo podría romperlo o peor aún hacerle daño a los críos.

—¿Sera que notan que falta el calcetín?— se pregunto a sí misma en voz alta, negando con la cabeza, pero tampoco le pareció buena idea dejar prendas por allí porque hoy podían ser cama de aves, pero mañana… vaya uno a saber. Así que busco un poco de hojas, hojarascas de esas que abundaban a los pies de los arboles en otoño, hizo que cierto calor corporal las secara y se trepo al árbol, llegando hasta el nido. Hizo el cambio notando que la prenda acunaba un par de huevos color salmón, descendió pronto por miedo a que una mamá ave apareciera y malinterpretara su acción. Justo a tiempo para escuchar que Atria preguntaba cómo iban.

—Yo ya termine, lo único que faltaba era esto— movió la calceta como si de una bandera se tratara, se apresuro a meterlo en la maleta antes de que Atria la sacara, al tiempo que una ardilla saltaba rauda escapándose de aquella prisión momentánea y volviendo a su hábitat natural, Cye rio observándola como corria hacia el árbol más próximo y se perdia en sus ramas. Luego cuando entregaron los animales, le encomendó la maleta a las Indebidas para que la llevara al Departamento, mientras ella tomaba otro rumbo.
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  • 1 mes más tarde...

En Londres empezaba a oscurecer. El viento soplaba con intensidad. Desde mi punto de vista podía ver toda la ciudad. El Big Ben, imponente y característico monumento, era ahora mi parque de atracciones. Sonreía desde mi posición, me encantaba aquella sensación, yo era la única que poseía el poder suficiente como para tener a todo el mundo bajo mis pies. La luna desde su reino alumbraba mi anatomía, dándome esa fuerza, que tan solo un ser de la noche, como yo misma, sabía apreciar.

 

El ruido de las calles circundantes llegaba hasta mis oídos mejorados por la ponzoña, que meses atrás mi abuela me había inyectado, para así salvarme la vida tras una de las batallas más peligrosas, que hasta el momento había tenido. <<Perfecto para jugar>> El vampiro que llevaba dentro resonó en mi interior. De un salto, me lance al vacío, al cabo de unos segundos, paseaba tranquila como si nada hubiese pasado. Necesitaba un poco de vitalidad, aquella que solo podía conseguir si mordía a un ser humano.

 

Cuando estaba a punto de saltar sobre una joven de cabellos pelirrojos y probar su líquido vital, algo me desconcertó, algo que jamás creía posible hasta que lo sentí. Podía ver a través de los ojos de otra persona, de Xell, de esa mujer a la cual estaba unida irremediablemente. Estaba agotada, agobiada, deseaba salir de la rutina, quería librarse por unas horas de sus responsabilidades y yo, como su alma gemela, la iba a ayudar. Gracias a aquella conexión que teníamos la conocía mejor que nadie, sabia de su amor por el mar y los caballos alados. Conocía de un sitio así, conseguiría relajarla y hacerla sentir mejor.

 

Verla en aquel estado me dolía, hasta tal punto de no preocuparme por mis necesidades y volcarme en las suyas. Jamás la dejaría sola, si lo hacía, el dolor por la pérdida me llevaría a la muerte. Desde la ceremonia de unión toda había cambiado, ella era parte de mí, como yo lo era de ella. Un alma en dos cuerpos. Luz y oscuridad. La simbiosis perfecta. Hacía ya dos días que no la veía y tenía que reconocer que la echaba de menos, aunque por la unión etérea que Gaia nos regalaba, sabía bien como y donde estaba a cada momento.

 

Con la velocidad que caracterizaba a los de mi especie no tarde nada en llegar al negocio elegido. El High Flight era espectacular y poseía todas las cualidades para que la noche fuese sencillamente perfecta y especial para la Vladimir. Entre al reciento con pasos lentos, pero decidida. Mis ojos se abrieron de par en par. <<La magia es una pasada>> Una isla enorme, repleta de animales alados, bellos acantilados, arcaicas y a la vez espectaculares estructuras como castillos y posadas. Aquello era el paraíso. Encamine mis pasos hasta llegar a un precioso rompeolas, me senté cerca de un árbol y cerré los ojos.

 

Como si fuese lo más natural del mundo, contacte con su persona, me deje sentir dentro de su cuerpo. El mensaje salió desde mi corazón. <<Xell ven, tengo una sorpresa para ti>> No dudaría que me encontraría, La madre tierra no dejaría que nos separásemos durante mucho tiempo. Un estremecimiento recorrió mi espina dorsal, aun recordaba el calor, la sensualidad, la pasión del último encuentro. La sacerdotisa me hacía sentir tantas cosas que con su solo recuerdo era capaz de llegar al máximo éxtasis.

 

El plan para aquella noche era hacerla olvidarse del mundo, que disfrutase de sus dos pasiones; la naturaleza y el vuelo con Aethonans. La llevaría a la locura, tanto espiritual como carnalmente. Su placer, era mi placer, su pasión, era mi pasión, su calor era mi calor. Dos, una, era lo mismo. Aquel encuentro dejaría muy en claro lo que habíamos vivido en la ceremonia del lazo hacía ya dos noches. <<Wow, estoy temblando>> Pensaba con una sonrisa en mis carnosos labios.

Editado por Lisa Weasley Rambaldi

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  • 4 semanas más tarde...

Hacía mucho tiempo que había estado en aquel lugar, para mi cumpleaños, cuando la familia había orquestado aquella aventura para sorprenderme con una fiesta. Era por ello que me gustaba el lugar. Y que Lisa me hubiera invitado a ir allá aquella noche lo convertía en un lugar muy especial.

Llevaba mucho cansancio, no dormía lo necesario, estaba saturada de trabajo ministerial y no había encontrado un momento para verla. Verla físicamente, en la mente las dos estábamos unidas y sabíamos donde estaba la otra. Y en aquel momento Lisa estaba en aquel paraje tan hermoso, llamándome.

Estaba cansada por el peso de todo lo que había hecho durante el día .Lo más sensato hubiera sido quedarme y dormir pero... La excitación de su voz acentuó la mía, su promesa de una sorpresa avivó mis sentidos, apartando de un plumazo las ganas de dormir.

- Wow, estoy temblando - pensé. Y supe que ese pensamiento también era el de ella.

Eso me gustó mucho más, por lo que me apresuré. No me costó llegar, aunque era un lugar apartado. Pero las ganas de verla hicieron que superara todas las trabas hasta llegar a su lado. La noche adornada de estrellas y la brisa fresca me saludaban. La busqué pero no estaba cerca.

 

- ¿Lisa? ¿Dónde estás?

 

Cerré los ojos y mi lo que ella miraba. A mí. Los abrí y la vi. En el árbol.

 

- ¿Y mi sorpresa? - la voz me salió suave, como la de una niña que espera su regalo de Reyes.

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- ¿Y mi beso? – Respondí con picardía a la pregunta formulada. Su sola presencia me alteraba hasta limistes insospechados – No sabía que fueses tan impaciente rubita – En realidad aquello no era del todo verdad, la conocía mejor que nadie, la unión que Gaia nos había regalado hacia el resto. Bien podía decir cómo, dónde y con quien se encontraba. Su rostro de niña buena, sonrojado por la idea de un regalo se me antojaba precioso, la luz de la luna jugueteaba con su anatomía – Ahora mismo estoy sintiendo celos de ella – Con mis ojos señale hacia el cielo.

 

Seguía apoyada en el árbol, no me había movido ni un ápice, no podía, tenerla ahí, en aquel paraje, ante y solo para mí era una delicia que me dejaba totalmente sockeada, fuera de allí era una hábil jefa de seguridad, decidida, valiente, con poder, una mortifaga fuerte, con aplomo, capaz de derribar a varios miembros de la orden del fénix sin inmutarme, ante sus ojos tan solo era una mujer enamorada…. ¿enamorada?, la pregunta nublo mi visión por unos segundos.

 

Mi voz interior saltaba de alegría, por fin lo reconocía, ¿Qué había de malo en hacerlo? No tenía ni la menor idea o quizás sí, las barreras que siempre había colocado entre mí y el mundo me habían servido para que las mentiras, la hipocresía, los comentarios y el rechazo no me afectase tanto, pero ella, aquella mujer rubia había conseguido derribarlas con su forma de ser, sus actos y sus palabras sin que me llegase a dar cuenta de nada <<KO técnico, Xell Gana>> Repetía sin cesar aquella maldita pesada, que ni aun en aquel estado de confusión dejaba de atormentarme <<Si fuese real, te mataba, déjame sola>> Y mis órdenes fueron acatadas, todo quedo en silencio, ahora solo escuchaba la respiración de mí, ahora, mujer.

 

- Tienes varias – Me compadecí de ella, jamás le podría negar nada, era, por así decirlo, mi perdición, aunque estaba claro que gracias a ella todo había cambiado, no lo había hecho para mal, ahora era mucho más fuerte, capaz de dominar el fuego y poder aumentar la oscuridad de mi cuerpo cuando yo quisiese, aunque cuando me alteraba, su luz llegaba a calmarme. Era una simbiosis perfecta - ¿Cuál quieres primero? – Sonreí, esta vez, acercándome a su cuerpo y acariciándole la cintura con extrema delicadeza.

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  • 6 meses más tarde...

Mi mano rozó la hierba con cierta tristeza, hacía tanto tiempo que había estado allá por puro placer. Mis recuerdos eran muy bonitos pero habían pasado hacia tantos meses. No estaba segura de que siguiéramos siendo pareja después de mi desaparición, con lo que nunca le echaría en cara que ya no me quisiera, a pesar de nuestra unión ante la diosa.

 

El día era algo cálido, pero tenía los pies en el agua, molestando a las hadas que había en la esquina, miraba el cielo, las nubes, los caballos voladores que surcaban aquel azul en el que me gustaría perderme. Noté un movimiento y vi un gnomo que se acercaba de puntillas a uno de los árboles que estaba cerca de mi situación.

 

- Hola. No me temas. No te haré daño. Soy sacerdotisa - le dije, para que no me mirara como si le estuviera quitando su espacio.

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Harpo se empeñaba en conducir y yo no le dejaba, así que supongo que era divertido ver sentados a los dos en el sillón de conductor, el elfo entre mis piernas y cuatro manos moviendo el volante, y sin ponernos de acuerdo. Tenía fuerza, el condenado, me costaba contrarrestar sus movimientos.

 

-- Que me deje conducir a mí que usted está nerviosa.

 

-- Yo soy la dueña, el bus es mío y quiero conducir yo.

 

-- Que el carnet se lo dieron en la tómbola. ¡Suba que se traga el semáforo en rojo!

 

Sí, ahora los dos lo hicimos a la vez y subimos por encima del semáforo para no chocar con los otros que tenían vía libre.

 

-- ¿Ve como me ha de dejar conducir a mí´?

 

-- Descarado, mi carnet lo saqué en una Autoescuela muggle autorizada, con examen y todo.

 

-- Sí, y con un Imperius que convenció al examinador de que el tren con el que competía estaba parado, no que le estuviera adelantando.

 

-- Mentira.

 

-- Y que el coche elevara las ruedas por encima de la viejecita para no atropellarla era lo más normal del mundo.

 

-- Leñe, se lo creyó, ¿no? Y ni la rocé, pasé a cinco centímetros por encima. Déjame a mí o...

 

-- ¡Ooooooh!

 

-- ¡Aaaaaaaaah!! -- gritamos los dos al aparecer de repente un árbol en la isla de Hight Flights. -- Piloto a pasaje, asegúrense de tener los cinturones puestos porque nos la pegamooooooooos.......

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