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Gala de Celebración


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Quizás tenía razón la bruja de ojos castaños que debería hacer algún tipo de denuncia al ministerio, por lo que tendría que ir el algún rato que estuviera libre para pasarse por la oficina que la estaba mencionando aquella mujer que tenía delante, aunque la verdad la sorprendía que aquella mujer tuvieran tanto conocimiento sobre aquellas cosas, pero para ella era bueno, así sabría lo que tenía que hacer. Mientras escuchaba a su acompañante observó por el rabillo de ojo a su madre adoptiva @ Alyssa Black Triviani  que parecía bien acompañada, ya tendría tiempo mas tarde para hablar con ella, de momento dejaría que su madre socializará puesto que sabía que aquella bruja lo necesitaba.

—Si, la verdad no se que pasa con el departamento de seguridad lleva tiempo sin hacer muy bien su trabajo, no se si llamarles ineptos pero espero que tu cuñada les ponga las pilas a todos—Contestó mientras se llevaba la copa de vino a sus labios y tomaba un breve trago de aquel líquido rojizo del mismo tono casi que la melena rojiza de su acompañante.

—Para mi si—respondió apesadumbrada a la pregunta de que si aquel perfume para ella es importante.—Me hace recordar mis raíces, a parte de que la flor de azahar sirve para calmar dolores y hacer bien la digestión, es una flor que me gusta tanto por que al igual que te da una rica fragancia con sus infusiones te ayuda de otras maneras....—agregó a su corta respuesta, era una flor del sur de España y ella había nacido en el norte con el olor a pino, eucalipto y lavanda, esos olores podía usarles por su hogar, sobre todo la lavanda. Una de sus mejores súcubos, Goya, la había enseñado la propiedades de muchas de esas plantas y como utilizar sus beneficios para muchas cosas. Así que en sus castillo solía tener muchas hierbas en los almacenes de su mazmorras.—Pero bueno, por suerte tengo fragancia de Jazmín...al menos para esta gala hasta que vuelva a comprar un nuevo frasco—Dijo quitando importancia a lo que había sucedido en su familia, no tardaría en mandar a Goya o iría con ella en un viaje a España para comprar unos cuantos botes de su perfume favorito.

No quiso dar mas datos a @ Darla G Dumbledore  puesto que tenía miedo de aburrirla y estaban en una fiesta, ya tendría ocasión si ella quisiera de hablarla de esos temas o más. Cada vez llegaba mas gente, pudo ver a @ Hades Ragnarok al cual saludó desde lejos con un movimiento de cabeza mientras @ Lukyan A. Volkov se excusaba para ir a saludar a mas gente, por un lado era una oportunidad que la estaba dando a la bruja para conocer mas a la Dumbledore que tenía enfrente.

Mas mandatarios llegaban hasta el lugar mientras parecía la vampiresa sorprendía por que la bruja de ojos felinos trabajara en el ministerio. Se humedeció los labios levemente mientras escuchaba hablar atentamente a aquella mujer, no se cansaría de escucharla hablar ahora entendía la española de donde procedía el acento tan marcado. "Vaya, vaya una española y una argentina" comentaba su Daimon en el interior de su mente a lo que Eliah la contestó mentalmente: "callaté" .

Osea que estoy hablando con la embajadora Argentina, a sus pies—parafraseó la hizo un leve reverencia un poco a modo de broma y para mirarla el escote de reojo para volver a mirarla con una sonrisa disimulada. La maldita de su súcubo interior se lo iba a hacer pasar mal puesto que por mucho que la estaba conteniendo, la ingrata reina de las súcubos quiso mirar aquella parte de la vampiresa.—Soy jefa de la fuerza de detención de vampiros, hombres lobo y Daimons descontrolados en el departamento regulación  y control de criaturas mágicas...—Informó a la chica de ojos marrones para darla así algo  mas información sobre ella.

Parecía que la ceremonia ya empezaba, puesto que Lucrezia hacia una espectacular entrada en el lugar donde estaban todos, aquella mujer no hacia mas que sorprender a la Selwym, se notaba el poderío y el dinero de esa mujer. Aunque ahora mismo en elegancia y belleza la ganaba la bruja que tenía al lado, aquel cabello rojo fuego y el suave olor de vainilla era difícil de obviar para la Black.—Sin duda, se nota el dinero de su apellido...—comentó la Selwyn ante el comentario de la Dumbledore.

Observó el ave azul que hizo entrada mientras observaba con sus ojos azules el espectacular ave que sobrevolaba para colocarse detrás de la di Medici haciendo un efecto que dejaría a muchos con la boca abierta. Era impresionante, si, pero no se iba a dejar impresionar demasiado por el momento y casi al poco de presentarse hubo una escenita en la fiesta por lo que sus ojos se pusieron en blanco.

Fue entonces cuando escuchó una voz que conocía muy bien aunque normalmente su tono solía estar distorsionado y siendo menos delicada con sus palabras. Allí estaba la reina de Escocia, su lugarteniente en la marca, la mujer que la había escogido para estar cerca suyo dentro de la marca a la cual miró con su mirada azul y amarilla mientras esta se presentaba oficialmente ante ella.

Antes ella no era tan cotizada, era como una sombra en las fiestas apenas la gente se acercaba, pero como todo el mundo Eliah cambió su destino, hizo todo lo posible para que su familia y ella supieran que ahí estaban, para dar guerra que nada ni nadie las haría dejar de existir, y menos una familia que pertenecía a las sagradas 28. Y parecía que lo había conseguido, ahora estaba muy requerida aunque quizás mas de lo que la gustaría estarlo.

Cuando escuchó el susurró de la vampiresa la tomó de la muñeca para que no se fuera de allí, quizás fue un gesto posesivo, pero la Daimon no quería que de momento se marchará de su lado. A no ser que quisiera saludar a alguien más, pero no tenía pinta así que la miró de reojo por un momento para observar su expresión antes de prestar atención a la mujer de cabellos plateados.

Una gran velada la verdad, encantada @ Kamra Ashryver D. , bueno ya sabes quien soy su alteza, pero si hay que hacer presentaciones....Eliah Selwyn Ryddleturn Black—se presentó tomando la mano que la estaba ofreciendo mientras la miraba a través de su mascara directamente a los ojos como si de un mensaje tratara de enviarla y esque pronto tendría que reportarse ante su alto mando para hablar de ciertas cosas.—Pues de momento bien, Señorita Ashryver, ¿Y usted ?—le devolvió la pregunta a la soberana mientras notaba que había llegado también al lugar su directora de departamento @ Leslie Ann Linmer PB .

 

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Llegamos a la puerta de entrada de la Mansión. Como se había llegado ahí pues era cuestión para el olvido, entre la proyección de las sombras de las luminarias daban al jardín, aprovechaba para acercar su cuerpo al mío y robar un beso de sus delicados y suaves labios. Ahora mismo poco importaban los nombres sino la magia que transportaban nuestros deseos, tan primitivos tan simples. 

Por un momento me detuve y disfrutando del juego de poder en un beso intenso abrí la puerta y sorpresa, en el salón de entrada una luminaria barata había caído al suelo. Ahora parecía tan intrascendente la destrucción que nos arranco una carcajada. Que se podía esperar de dos personas que estaban más allá de esas simplezas. Así que urgente como ella sola me tomo de la mano y me atrajo camino a las escaleras que subían al segundo piso.

No me hice esperar y fui tras esas faldas que desde mi posición me dejaban ver un detalle de encajes que esperaba arrancar con mi boca. Boca que de por cierto se hacía agua al imaginarme los contornos de ese cuerpo sin ropa. No se podía pedir menos a la mente de un pervertido. 

Por suerte para mí mi acompañante sabía de mis faltas y se aprovechaba. Por lo que llegando al piso superior fue sonriendo y lanzandome ese tipo de miradas que solo se lanzan para provocar mientras se comenzaba a retirar pieza por pieza la ropa. Llegaríamos a un cuarto? Imposible saber cuándo ya mi camisa volaba por los aires hacia el piso inferior y la atrapaba para hace mío su calor corporal. Sintiendo en mi  pecho ya el roce de su suave piel donde las crestas de sus suculentas montañas (nada que ver con la silicona de ) se endurecían al tacto de mis dedos que deliciosamente disfrutaban de su textura. 

Y comenzaba así un juego de poder donde por un momento su espalda apoyaba la pared mientras la hacia mía en besos y caricias y otras donde era yo el que era lanzado contra ella. Ni idea de cuántos cuadros tumbamos, sin pudor de nuestra parte solo quedaba a los encuadrados taparse el rostros o mirar con curiosidad. La ropa? Para que mejor ir a lo Adán y Eva, en nuestro paraíso particular. 

En un instante me di cuenta que mis manos apoyaban en  una puerta, tomándola en mis brazos la empuje y cedió para entrar. Podría haber disfrutado de la buena decoración pero mi sentido de la vista disfrutaba de otra geografía más particular. Sin duda una que haría honor con mis artes. Sin mas cerré la puerta con mi pie y.....

 

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Entrada en la Mansión de los Médici: Sagitas y Matt Blackner 
(Los que faltaban)

Sí, lo sabía, el puesto de Wizengamot era de lo mejorcito que había actualmente en el Ministerio. Un sueldazo, sí, ¿por qué no decirlo?, por estar todo el día en una sala sentada o visitando lugares a gastos pagos para ver qué se podía hacer, visitando asociaciones que pedían financiación para proyectos o, simplemente, durmiendo a pierna suelta en un despacho al que nadie entraba, aunque sonaran ruidos extraños que bien podían ser aullidos de dragón como ronquidos mal disimulados.

Sí, desde que era miembro del Wizengamot no podía quejarme. Aunque había una parte que era inaguantable: las relaciones sociales y diplomáticas, algo de lo que bien podía pasar y delegar en alguien que fuera en mi lugar. Sin embargo, esta vez era imposible, la primera fiesta de nueva Ministra de Magia inglesa, era un feo que no podía permitirme. Y menos si la había preparado la muy... metomentodo de Lucrezia. ¿Es qué me tenía manía, esa mujer rubiales? Mira que había gente en el Ministerio y Ada había tenido que pedir los jardines de la Médici para celebrar su fiesta particular, a la que el protocolo gubernamental me obligaba a ir. ¡Podía haberme pedido los míos, que se los hubiera dejado! Bueno, vale, ahora estaban un poco destruidos por la guerra y porque no conseguía que crecieran los lirios como antes, pero vamos, que me sentía ofendida.

Por supuesto, la invitación, del todo pomposa y repipi, con mil palabrejas, llegó a la mansión Potter Black, aunque sin especificar si era para Matt o para mí. Podría haberle cedido el honor de ir él solito si mi compañero del Wizengamot, Don Higinio Vascuente, no me hubiera dicho que quería verme allá. Así que ahora ya no sólo tenía para ponerle buena cara a la rubita desteñida de Lucrezia sino también para hacer acto de presencia ante uno de los miembros del Cuerpo de Honor del Wizengamot (algo que se conseguía por los años de servicio en la comunidad, aunque él se empeñara en decir que no llegaba a los cincuenta).

Es por eso que sí, que iba, gruñendo y murmurando por lo bajo porque Matt se había negado a que llevara puesta encima la máscara más fea que había encontrado en respuesta a la "elegancia" exigida por la doña italiana. ¿Por qué era tan pomposa? Me iba a poner el vestido "apropiado" que ya había llevado una vez en aquella casa, no hacía mucho, pero mi elfo tampoco me dejó. ¿En qué mansión vivía que todos podían decidir por mí qué vestido llevar puesto? 

-- ¡Rayos y retruécanos! -- murmuré, cuando mi elfo me señaló el vestido que debía llevar sí o sí a aquella celebración. Y aunque torcí el morro, allá estaba, en la entrada de la mansión de mi archi-amiga-enemiga, luciendo un hermoso vestido violeta con una capa de piel clara para soportar el fresco de aquella noche de otoño londinense.

Mi hijo @ Matt Blackner iba elegante, como siempre, y tan taciturno como siempre. No había dicho nada desde que me había quitado la máscara feúcha de las manos y nos habíamos trasladado en el autobús de la Agencia del Fénix hasta la puerta de entrada. Yo, a mi vez, mantuve el silencio a su lado, sólo roto por la punta de mi zapato dorado de lentejuelas, con tacón de aguja que seguro acabaría comprometiendo la salud de mis pies doloridos , contra el asiento delantero. Creo que los dos estábamos bastante disgustados por tener que acudir a este evento.

Esperaba que la gente dijera algo sobre nuestro hermoso fénix acompañándonos en el techo del bus. No todo el mundo puede decir que tiene esa mascota en casa, pero ni una sola mirada, excepto la de algún elfo cansado que nos indicó dónde estaban celebrando la fiesta, como si nos echara en cara que llegábamos tarde. Cuando vi un vulgar (¡no, mentira! Un hermoso y espléndido espécimen de Ave de trueno de color azul, pero la envidia es muy mala, chicos) aguilucho azul tras el que asomaba la anfitriona, un rictus de desagrado cruzó mi faz, escondida en la máscara que nos habían obligado a traer. Di una patada en el suelo y el tacón se clavó con cierta profundidad en la tierra, acrecentando mi enfado.

-- Pues... estamos aquí, Matt porque... -- intenté responder a la pregunta de porqué estábamos allá, pero no se me ocurría ningún propósito honorable, así que tuve que improvisar. -- Porque somos responsables y nuestros puestos de trabajo nos obliga a acudir.

No, a ninguno de los dos nos gustaba la gente. O mejor dicho, las aglomeraciones. Una guerra era suficiente como para haber visto a la gente suficiente de por vida. ¿Por qué había gente que disfrutaba de la pomposidad demostrando sus pertenencias? Que conste, yo para nada había hecho lo mismo con el Fénix. Aquello había sido más un... reclamo publicitario.

Poco más me dio tiempo de decir. Algo que resultó ser un alguien se tiró prácticamente encima de nosotros. Aunque Matt paró a mi sobrina Heliké, o @ Hecate Engosvezhof como se hacía llamar ahora, el efecto dominó hizo su tarea (aunque no dudaría ni un momento que fue provocado por Lucrezia, que no me fío ni un pelo de ella; seguro que fue la culpable).

Mi sobrina, toda borracha, se enganchó (literal, se pegó como un cardo borriquero se pega en los bajos de los pantalones cuando caminar por el campo salvaje) a mi hijo con fuerza. Matt hizo un leve movimiento para no caerse y me golpeó levemente, al estar el uno al lado del otro. Yo intenté mover un paso atrás, para contrarrestar la falta de equilibrio, pero el tacón de mi zapato seguía hundido profundamente en la tierra del jardín, tras mi pataleta por la entrada de Lucrecia con su animalito azulado que había estropeado mi magistral entrada con el maravilloso ejemplar de fénix.

Mi pierna frenada por el empecinamiento del zapato de no salir del suelo, provocó que otro elemento intentara contrarrestar el movimiento; es decir, la espalda se inclinó hacia atrás y yo saqué pompis para intentar enderezarla. No tuve éxito. Acabé con el trasero en el suelo, aplastando una serie de flores (¡por favor, por favor, que sean flores y no un gusarajo de pus verde!) mientras mis dos piernas, una de ellas librada del tozudo zapato que mantenía sus trece clavado en el suelo, se elevaban al aire para hacer una graciosa "U" en el momento que alguien hacía una foto.

A Merlín demos las gracias de llevar antifaz o todos podrían ver el color de la vergüenza danzando por mis ojos. Después la rabia; después, las ganas de llorar. Unos elfos intentaron ayudarme a levantarme, pero yo empecé a patear y a manotear para que me dejaran en paz. Después, me di cuenta que las miradas ni siquiera iban dirigidas a mi fenomenal entrada sino al escándalo que estaba liando Heliké en la fiesta, llamando... ¿bastarda?... a Lucrezia.

Aproveché para levantarme y me sacudí el trasero con las manos. Elevé, orgullosa, la barbilla.

-- Por favor, ¿los aseos...? Necesito limpiarme un poco.

Y seguí a un elfo, caminando magistralmente sobre un zapato de tacón y sobre la punta de mi pie descalzo, como si fuera algo que hiciera todos los días.

 

 

(No puedo más, es demasiado tarde, mañana ya incluyo a todos los que estáis. Yo ya hice mi entrada y me voy a dormir).

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No esperaba encontrarme de aquella forma con @ Hecate Engosvezhof  y peor, encontrarla en aquel estado lamentable. Estaba borracha, y ni siquiera había empezado la fiesta. Por un instante la sostuve, en su confusión, mirándola con cierta lástima, casi compasión, mientras la pobre @ Sagitas E. Potter Blue  hacía equilibrios para sostenerse en pie, porque uno de sus tacones se había hundido en la tierra mojada.

 

La mirada de la vampiro no me pasó desapercibida. Hacía muchos años desde la última vez qeu me había mirado asi, pero me incomodó. No era el momento ni el lugar. Ni ella estaba en sus cabales. La solté, pero en lugar de alejarse, se me agarró, abrazándome para plantarme un beso. No supe como reaccionar, ni siquiera volví a sujetarla. Solo la miré, notando que el calor me subía ligeramente hasta las mejillas.

- Deberías soltar las botellas. - le dije. Pero en lugar de eso, enarboló la varita para acercarse una silla y poder sentarse.

 

Lo que sinceramente no esperaba era su ataque. No le correspondían aquellos reproches, y mucho menos, lo que hiciera o no con mi vida, no después de tanto tiempo...de tantas situaciones. Mi expresión cambió, mirándola con frialdad. A pesar de qeu me recriminase si estaba allí en busca de otra vampiresa, como si los celos la consumieran ante la idea de verme con otra. Apreté el puño al oir como me reprochaba que no entendía las obligaciones...tuve que esforzarme por no mostrarle ninguna emoción. No airearía los trapos sucios de un matrimonio tristemente fallido en público. Solo mantuve la mirada fija en ella, frío, en silencio.

 

A mi espalda, Sagitas se había caído. Los elfos trataron de ayudarla, pero Helike desvió sus esfuerzos a discutir con @ Lucrezia Di Medici . Retrocedí un par de pasos, volviéndome hacia mi madre. Me agaché para tomar el zapato clavado en la tierra y los seguí, a ella y al elfo, en silencio hasta el baño, donde el elfo nos dejó. Pasé, mientras Sagitas se limpiaba, utilicé la varita para quitar los restos de barro del calzado.

 

Me quedé mirando los brillos dorados de aquel tacón. Con un suspiro, lo dejé sobre la pila, mirándome un instante al espejo antes de encender el grifo de agua fría para lavarme la cara. estaba enfadado. Estaba furioso con la vampiro. 

 

Estaba triste y dolido por lo que había dicho. 

 

Me giré, apoyándome contra la pila, con la vista fija en el suelo.

- Estamos aquí porque somos responsables y nos obligan nuestros puestos de trabajo. - repetí las palabras de Sagitas. Aquello solo era una excusa. No me gustaban las aglomeraciones. No me gustaba socializar.  Y sabía que Sagitas era de una opinión similar a la mia. No necesitábamos pavonearnos con joyas ni nuestras mejores galas.

- Podemos saludar a Ada y volver a la Potter Black? - dije, levantando la vista. Esperaba que, con suerte, Sagitas accediese

 

 

 

 

 

 

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Por algún motivó el hijo de la noche se encontraba nervioso, no sabia si era por la presentación de su prima @ Ada Camille Dumbledore  como ministra o por alguna cosa mas. Suspiro, Había pasado muchos siglos de vida y había visto tantas cosas en su Grecia, como allí en Londres y en algunos otros países como pasar aquello por alto. Justo en aquellos momentos era cuando mas solía hacerle caso a su instinto y este le decía que debía mantenerse alerta, algo podría pasar de un momento a otro. Mantuvo la calma y la seriedad, aunque estuviera nervioso por dentro su mascara de confianza era la que debía presentar ante los presentes, como si no sospechara nada o no tuviera aquel presentimiento.

 

Reviso la estancia, las posibles salidas, los rostros de magos y brujas, fue allí cuando observo a @ Eliah Selwyn R.  quien le había hecho una ligera reverencia como saludo antes de desaparecer quien sabia a donde. Siguió bebiendo aquel elixir simplemente para parecer despreocupado y como si disfrutara de la velada. de reojo vio a su tío Hasam, por un segundo cruzaron miradas y el cainita lo entendió perfectamente. Hizo un pequeño asentimiento tan sutil que nadie hubiera podido darse cuenta, solo el Malfoy lo había entendido a la perfección. 

 

Cuando las luces se apagaron movió la mano hacia su varita en un acto reflejo, sin embargo, lo hizo parecer como un simple ademan de arreglarse la ropa para que aquel gesto pasara desapercibido. No sabia si era una especie de espectáculo o circo o de que demonios era aquello. Puso los ojos en blanco al ver el espectáculo, el ave azul y Lucrezia. Negó con la cabeza, definitivamente aquellas cosas lo podían hacer los magos y brujas con alto nivel adquisitivo y aquella mansión, era prueba de ello. La siguió con la mirada y escucho la perorata, no había nada interesante en aquel extraño discurso mas que el dar a entender que la Gala estaba iniciando en toda regla.

 

El vampiro se movió unos cuantos pasos, buscaba una mejor ubicación, un punto exacto y perfecto en el cual poder estar.

Editado por Hades Ragnarok

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A cada segundo que pasaba, las conversaciones iban más y más en aumento. Aquella noche sería un éxito y sin duda alguna sería un escenario en el que la historia del mágico tomaría un nuevo rumbo. Mientras Cillian bebía un poco más de su copa de vino, escuchó una voz conocida: Sean. ¿Acaso estaban destinados a encontrarse en todos los eventos sociales? No tenía nada en contra de aquel mago pero si tenían personalidades bastantes diferentes. Tardó un par de segundos para darse la vuelta, saludar e intentar responder a la pregunta del recién llegado pero no llegó a hacer esto último ya que se vio interrumpido por Passepartout.

¿Qué demonios? ¿Por qué un elfo domestico se estaba refiriendo a él de esa manera? Sí, no iba a negar el desastre que había ocasionado en Sangiovese & Merlot pero tampoco consideraba que fuera algo que divulgar a lo largo y ancho del mundo mágico. ¿Qué importaban realmente esas copas? Si hubieran sido realmente importantes no hubieran estado dispuestas así como así al público de un negocio. El elfo parecía no estar dispuesto a darle derecho a réplica pero aún así el rubio alcanzo decirle: - ¿Y a mí que me importa el tiempo que has tardado en reparar y reponer todo? Yo pagué los galeones necesarios para cubrir esas reparaciones. Si tu ama te ordenó hacerlo a ti, ese no es mi problema.

Pero el elfo parecía no haberle escuchado ya que había alejado tan rápido como había llegado. ¿Explorar las habitaciones? ¿Qué demonios? Apenas el elfo se había retirado, Sean había tomado la palabra de nuevo. Cillian comenzaba a molestarse, no por Sean y sus comentarios sarcásticos si no por que el comportamiento del elfo de  Lucrezia había dado pie a que todo eso estuviera sucediendo. Dejó escapar un bufido, tendría que buscar a esa bruja en algún momento de la noche y solicitarle un castigo para Passepartout... Y si no lo hacía ella, ya se encargaría él mismo de hacer que el elfo se comiera sus palabras.

- No, no sé donde esta Eliah... -Para el momento en que Cillian había decidido responder a Sean, este parecía no estar más interesado en estar a su lado y sin decir palabra alguna se pudo observar como este se daba media vuelta y se iba en búsqueda de alguien más -. Bueno, supongo que estaré mejor solo.

Si bien en el lugar había varias personas que conocía, estaba esperando la llegada de alguien más. No sabría si vendría pero esperaba que sí y era esa la razón por que la Cillian esperaba paciente en solitario, observando como se desarrollaba todo a su alrededor.  Y mientras observaba, Lucrezia hizo por fin su gran entrada, ¿dónde se había metido Ada? Se suponía que era ella la que tenía que ser la protagonista de esa noche y no Lucrezia Di Medici.

Y entonces, llegó.

Hasta el momento en que Derek mencionó su anillo, no había notado que aún portaba su anillo de boda. Si bien había pasado años sin usarlo, había vuelto a él hacía solo un par de semanas atrás como si tuviera la esperanza de que Ludwig Malfoy regresara algún día y reclamara su lugar como esposo del Haguhton, pero este estaba casi seguro de que no sería así. Una vez que Derek terminó de hablar, Cillian se dio media vuelta y quedo a solo escasos centímetros del cuerpo del recién llegado que no tardó en hacerse un lado y comenzar a beber.

- Sabes que es complicado, Derek. 

Y entonces, como la llegada de aquel mago hubiera sacado a Cillian por fin de sus pensamientos, este se percató de varias cosas que estaban pasando a su alrededor. ¿Qué demonios estaba haciendo Hecate? Desde donde se encontraba podía escuchar perfectamente lo que decían ahora que los ánimos estaban un poco exaltados y no le gustaba nada aquella situación así que si esta seguía en aumento tendría que inmiscuirse de algún momento a otro.

- Entonces, ¿vas a seguir haciendo referencias a mi estado civil cada vez que nos vemos? -su atención volvía estar casi por completo en Derek-. Si es así, no sé para que sigues respondiendo a mis invitaciones entonces.

@ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Lucrezia Di Medici  @ Ada Camille Dumbledore  @ Derek Lúcien  @ Hecate Engosvezhof

 

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Era una noche hermosa no se podían ver muchas nubes en el cielo y las estrellas titilaban de manera bellísima en la bóveda Celeste. Hoy iré a la presentación de mi hija eida como ministra de Gran Bretaña me parecía fantástico poder estar allí junto a mi niña e iba del brazo de su padre lo único que esperaba era que ya estuviera feliz lo demás saldría por añadidura conocía la elegancia del momento además el lugar en donde iba a ser la gala era justamente la casa de Lucrezia Di Medicci, sabía la fastuosidad de las fiestas de la Italiana aparte conocí a personalmente a la mujer y aunque no éramos amigas cercanas la conocía suficiente como para saber que la gala sería todo un evento. Por eso elegí un vestido plateado elegante y una máscara quisiera juego estaba nervioso no podía negarlo mi hija era una niña maravillosa a la que había visto luchar y salir sola con tu voz intelectuales y políticos admiraba esa tenacidad con la que ella lograba hacer los objetivos que se planteaba era una de las cosas que la admiraba.

 

Llegar a la gala y ver los viñedos me hacía pensar en que Thiago debía haber sido muy feliz allí, le recordaba con cariño   me había dejado viuda pero había sido una persona muy intrépida. Su muerte había sido dolorosa pero sólo había deseado lo mejor para él.

Mi nerviosismo lo calmaba la presencia de Hassam a mi lado, yo solo esperaba que todo saliera bien, aunque la verdad ya veía personas pasadas de tragos en el lugar., lo que me parecía una total falta de respeto.

Caminamos hasta un lugar central, no era mi intención beber nada, su acaso una copa de champagne para brindar por la prosperidad de mi hija y del ministerio. 

@ Hades Ragnarok

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HASAM MALFOY

 

El Malfoy estaba nervioso si, pero tener a @ Selene Ariane Dumbledore  a su lado era con creces lo mejor de todo, sin quitarle su valor a la nueva ministra de Magia, la cual era uno  de sus mas grandes orgullos. El tío del ragnarok sabia que debía decírselo a @ Ada Camille Dumbledore  mucho mas seguido, ya que, si algún día el llegara a faltarle deseaba al menos que ella lo supiera, aunque le fuera cansón escucharlo una y otra y otra vez. Así como intentaba demostrárselo a Selene cada día, así quería demostrárselo a la Dumbledore.

 

Al vampiro le hubiera encantado que todos pudieran vivir juntos en una mansión, como una familia "normal". Aunque sabia que Selene y Ada tenían sus habitaciones en la mansión Ragnarok para cuando quisieran quedarse allí también entendía que Selene amaba su casa, su lugar seguro, aquel sitio sobre su taller de varitas, era parte de su libertad y el Malfoy jamás atentaría contra ello, si la Ollivanders era feliz allí, se quedarían allí por el resto de la eternidad. En cambio, Ada tenia la Dumbledore, aquel era su "coin de paradis" y por ello tampoco el vampiro iba a intentar cambiarlo. El, había sacrificado en su pasado muchas cosas y esta vez no seria diferente con tal de que ellas tuvieran paz y fueran felices lo daría todo.

 

Rozo sutilmente la mano de Selene y sonrió. le dio un ligero beso y aunque sabia que ella no deseaba beber nada, aun así le guardo una copa de aquella champagne para brindar por la salud de su hija 

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La luna estaba en el punto más alto del cielo era el momento de mi aparición había visto la entrada de Lucrezia y había sido espectacular ella como siempre era majestuosa para todo lo que tenía que ver con ella yo no solía ser tan vistosa. Obviamente me encantaba destacar, pero que en lo que realmente me parecía importante lo que era la política, ser firme en mis convicciones, cumplir mis objetivos y siempre ser elegante. Ser muy propia, como debía ser toda una señorita de una gran casa, no era mucho du espectáculos, pero sabía que lo importante era lo que va adentro y por supuesto en quien tenía el poder.

La llegada de Lynette acompañada de @ Yadiz Vashtí  me hizo sonreír, ella siempre era una mujer tan completa, hermosa, inteligente, capaz y se había ganado mi confianza y cariño.

-Que gusto verte

Bese sus mejillas y así mismo le acerque para abrazar a la joven, mientras me vestí estaba maravillada de no estar allí sola.

El vestido fabricado en Hilos de oro semitransparente era exquisito, el corsé era toda una delicia, ver el trabajo que los duendes había hecho era maravilloso. Definitivamente el arte de la orfebrería en el diseño textil era una belleza y poder tenerlo en mi vestido de gala era algo magnífico. Los hombros iban destapados con mangas josefina cayendo en los brazos y el corsé con un escote profundo, la falda suelta y vaporosa etérea.

Frente al espejo pude ver a una mujer de facciones delicadas, con una piel suave y luminosa, el cabello rubio caía en suaves ondas sobre sus hombros y espalda. Sus ojos azules brillan con elegancia y misterio, complementados por labios rosados y delicados. Llevando un vestido dorado semi transparente que resalta su figura, con hombros destapados y un corte ceñido que realzaba su silueta. La máscara veneciana de media cara añadia un toque de intriga y sofisticación. Los zapatos dorados, visibles bajo el vestido, completan el look con elegancia y glamour. Sonreí y el reflejo me devolvió la sonrisa y me di cuenta que era yo quien estaba ahí.

Respire profundo para calmarme y tome del brazo a la dama para salir a la fiesta

- Bueno es hora de salir a la gala.

Caminamos por el sendero hasta llegar a los viñedos, todo se veían tan eterno en dorados de las llamas de las lámparas contrastados con el verde del césped y las plantas de vid. Camina sonriendo y saludando hasta llegar al estrado ubicado para la intervención de mi discurso, con mi varita reluce un sonorus para ser escuchada.

- Buenas noches a todos, espero estemos disfrutando de la maravillosa velada que la amable anfitriona la. Señorita Lucrezia Di Médicci nos ha proporcionado

Hice una leve reverencia hacia @ Lucrezia Di Medici ella, mientras esperaba que todos hicieran lo mismo, la mujer que estaba al lado de la italiana se veía un poco aireada, pero esperaba que guardara la compostura.

@ Sagitas E. Potter Blue  @ Matt Blackner  @ Aaron Black Yaxley  @ Malum Luxure  @ Eterno Blackthorn  @ Kyle Blackthorn   @ Lukyan A. Volkov  @ Hecate Engosvezhof  @ Juliette Macnair  @ Eobard A. Black Lestrange  @ Cillian Haughton  @ Eliah Selwyn R.  @ Isobelle Selwyn R.  @ Leslie Ann Linmer PB  @ Kamra Ashryver D.  @ Hades Ragnarok  @ Radamantys  @ Idylla Macnair T.  @ Sophie Elizabeth Granger  @ Adrian Wild  @ Darla G Dumbledore  @ Pik Slytherin Macnair  @ toji  @ Leah Dayne  @ Alyssa Black Triviani  @ Sherlyn Stark  @ Akiza Dumbledore Macnair   @ Saori Ashryver Ragnarok  @ Ashura Lestrange   @ Rose Black Lestrange  @ Cissy Macnair   @ Mael Blackfyre

Editado por Ada Camille Dumbledore

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 🌙 dulce asesina by Mael

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Había tratado de mantenerse al margen de toda esta ostentosa celebración desde varios días antes de su anuncio oficial. Azog, con su mirada ceñuda y su habitual actitud arisca, se había sumido en un torbellino de tareas que no dejaban de crecer. Pasó noches enteras desvelándose para ponerse al corriente con las clases extraordinarias de E.X.T.A.S.IS que no terminaban ya la interminable lista de deberes que Lucrezia, su preceptora, le asignaba cada vez que el muchacho volvía a la mansión.

Prefería encerrarse en los antiguos muros de la casa Di Médici, era mejor que estar en Hogwarts, era mejor que estar de vuelta en América. Sin embargo, cada nuevo hechizo que debía dominar, cada pergamino que necesitaba estudiar, solo exigía más esfuerzos de su parte. Para colmo, Lucrezia parecía encontrar placer en delegarle tareas adicionales, como si intentase conocer el punto de ruptura del muchacho, o como si quisiese matarlo en el proceso de su tutela.

Los invitados que desfilaban ante su vista, sus charlas y sus risas resonaban en el aire, y él se preguntaba si alguna vez podría dejar de ser solo el aprendiz de Lucrezia y convertirse en alguien relevante por sí mismo. De rostros hermosos y trasfondos que valen más que el oro que se guarda con recelo en las bóvedas de los bancos que pertenecen a la blonda hechicera. La mansión Di Médici, con sus lujosos adornos y el bullicio de la gala, era un mundo ajeno que él observaba desde las sombras.

Pero, en el fondo, había una chispa de determinación. Azog sabía que esta etapa era crucial, que ante cada sacrificio que hacía lo acercaba a sus verdaderos objetivos. Tal vez, en lugar de sentirse un mero espectador, debería usar esta oportunidad para demostrar su valía.

Así que ahí estaba él ahora, resguardado todavía en el umbral de una de las entradas de la mansión, bastante malhumorado y cansado. Vistiendo como una decoración más de esta celebración, como un accesorio para la mansión; una mezcla, un punto medio entre la servidumbre y la anfitrionía, como si valiera poco más que uno, pero no lo suficiente para igualarse a su hospitalaria señora Di Médici. Los colores claros de sus ropas resaltaban su piel morena y suavizaron algunos rizos rebeldes en las puntas de su cabello todavía peinado.

Sus claros ojos observaron con asombro la entrada de Lucrezia. Por un instante, fue casi incapaz de reconocerla; la magia que la envolvía la hacía parecer la figura casi etérea de sus visiones. La elegancia de su vestido hipnotizante, y, en medio del foco de atención, parecía estar en su escenario ideal, su terreno de guerra perfecto, lista para conquistar y dominar a cada uno de los invitados.

Sin embargo, la atmósfera se tornó abruptamente amarga cuando un escándalo rompió la magia del momento. La broma fétida lanzada por uno de los invitados arruinó cualquier halo de sofisticación. Y como si eso no fuera suficiente, la mujer que se presentó como una Rambaldi y el grupo de acompañantes a su alrededor no eran más que patiños baratos en plena rabieta que sumaban desprestigio a la celebración.

Azog sintió cómo su mal humor se reavivaba.

A pesar de la cólera que escupía aquella mujer en cada palabra dirigida a Lucrezia, había algo en su discurso que parecía ocultar más de lo que sus resentidas palabras dejaban entrever. ¿Cuál era la relación entre esta mujer y Lucrezia? ¿Por qué Hékate había escogido precisamente esa ocasión para desatar su corrosión? El muchacho guardó esas y más preguntas, que surgieron durante ese “intercambio” con la Rambaldi, para consultarle después a Di Médici en la privacidad de su estudio otra tarde.

Con un gruñido, y a paso firme, finalmente Azog rompió el césped húmedo bajo sus pies en dirección a donde se encontraba Lucrezia, sin preocuparse por el permiso que no le había sido otorgado y pasando de largo a la bruja de melena violeta escoltada por elfos hasta los servicios al interior de la mansión.

Evanesco—pensó molesto, usando el encantamiento para hacer desaparecer la silla en la que la bruja Rambaldi se había sentado, para que ésta cayera de bruces en el suelo. —Me disculpo por no haber pensado en un lugar cómodo para la señora Hé-ka-te—intervino con aspereza, su voz tensa y el ceño fruncido bajo la máscara de cara triste—Se nos olvidó que la tierra es un mejor lugar para las sanguijuelas—masculló, apretando los dientes.

Hasta donde sabe, reconoce a Lucrezia demasiado sofisticada para responder a Rambaldi como se merecía tras esa escena. Él, en cambio, no estaba bien educado; Azog aún no dominaba los buenos modales ni las palabras amables. Es muy probable además que Lucrezia discrepe de su accionar bruto y arrebatado y no se olvide de agregar acciones disciplinarias a la ya larga lista de quehaceres del moreno.

Pero para buena (o tal vez no tanto) suerte de él y posiblemente del resto de los invitados, la galardonada Ministra de Magia británica finalmente hacía su aparición. Quizá ella, con su presencia, lograra menguar los ánimos menos afables de esta reunión.

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