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Gala de Celebración


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Estaba llegando tarde, pero eso realmente no le importaba. Había una frase de una película muggle de los 2000's que se le había quedado grabada y que se repetía a sí misma cada vez que se encontraba en una situación similar: "La reina nunca llega tarde, son los invitados los que se adelantan". Claro que en esta ocasión ella no era el centro de atención, de hecho no esperaba serlo y no le importaba, pero Kamra se repetía aquella frase solo a efectos de mantener su ansiedad a raya. Odiaba la impuntualidad, y de algún modo casi siempre se las arreglaba para retrasarse. Bufó en la intimidad del carruaje que la transportaba, y de hecho ese había sido el motivo del tan odiado retraso. Los Di Medici eran una familia respetada, ella lo sabía muy bien y por mucho tiempo había contemplado una alianza entre ellos y el Ministerio Escoces. Fue bajo insistencia de los Lores de su corte que llegó en tan anticuado modo de transporte. "Debes demostrar categoría" decían. Como si el solo hecho de estar allí, de su persona, no bastara para categorizar todo Ottery. 

Por fin, los caballos se detuvieron ante el comienzo de un sendero delimitado por una larga y muy purpura alfombra. Le gustaba lo que veía...Los jardines, la decoración y atención al detalle, sumado a la imponente vista del castillo Di Medici en el horizonte. Kamra esbozó una media sonrisa y salió a la intemperie una vez que el lacayo le hubiera abierto la puerta.  Se remangó con ambas manos la falda del vestido y dejó que la capa detrás fuera tomada por el lacayo. Una vez sobre la alfombra, se giró para encararlo - Si veo este carruaje aquí cuando salga, te aplastaré con el - Ashryver lo despidió con un ondear de su mano y emprendió el largo paseo hacia el opulento castillo. 

Conforme avanzaba, pudo ver que no era la única llegando tarde. De igual manera no mitigaba la profunda vergüenza de su tardanza, pero no lo dejaría ver. La soberana continuó todo el camino hasta llegar al lugar donde se tomaban fotos, con la barbilla levantada y sonriendo a quienes la reconocían. Al llegar frente a la cámara les dió su mejor perfil y una sonrisa de escándalo, sosteniendo en sus manos la máscara que se pondría más tarde ¡Que desperdicio de belleza sería el ponérsela ahora! Para ellos, claro estaba. 

Luego de enfrentar los flashes de luz, recorrió el último tramo sobre la alfombra morada y sin más llegó al jardín. Era mil veces mejor que todo lo que ya habia visto. Todo el lugar gritaba riqueza y buen gusto ¡Nada le gustaba más que una fiesta bien hecha! Tendría que anotar alavar a Lucrezia Di Medici por tan bien organizado evento, aunque podría decir sin conocerla que el halago estaría de más, esa mujer sabía lo que hacía. Era notorio. 

Aún con el antifaz en su mano, Kamra recorrió el salón, saludando a algunas personas cuando se acercaron a ella. Había planeado llegar de la mano de su prometida, Leslie Linmer, pero no había sido la única con fallas al leer el reloj. Le hubiera encantado retratar ese momento fuera, ellas dos posando frente a la cámara, con ese costoso anillo de compromiso en la mano derecha de Leslie. No tardaría en llegar, se recordó, todavía podían disfrutar de la noche. 

De pronto, todo el lugar comenzó a movilizarse. Los platos volaban hacia las mesas volviendo a rebosar de comida y las sillas se arrastraban de regreso a sus lugares. Se hizo el silencio y Kamra observó a los elfos ejecutar lo que parecía ser una bien coreografiada presentación. Estaba asombrada, aunque por fuera no lo dejase ver. Aquel asombro y deleite solo aumentó al ver a la majestuosa ave tomar el vuelo, imponiendo su elegante porte salvaje. Luego entró ella, la mujer a quien le gustaría conocer en persona, una magnífica entrada. No esperaba menos con todos los rumores que había oído. 

La peliblanca curbrió la mitad de su rostro con la máscara que hasta el momento habia estado sosteniendo y tomó  una copa de vino, degustandolo una vez que la mujer italiana terminara su discurso. Era exquisito, y otra vez, eso no le extrañaba. La soberana Escocesa aguardó allí, intentando divisar algún rostro conocido antes de intentar abordar a Lucrezia. Sean no contaba por supuesto, a él lo evitaría hasta que Leslie llegase. Por fin, allí estaba Eliah Selwyn, a quien había tomado como pupila pero que todavía no se había reportado ante ella. La situación no le exasperó, así que decidió acercarse a su grupo. 

- Maravillosa velada- saludó con un tono bajo pero no menos imponente - ¿Cómo se encuentra, señorita Selwyn? - No requerían presentaciones, pensó, pero ya que no socialisaba mucho y en teoria ellas no se concían formalmente, bien podría no dejar de lado los protocolos - Kamra Ashryver Estuardo-  dijo extendiéndole la mano. No muy lejos pudo ver a Hades Ragnarok, y lo saludó alzando su copa hacia el. Había sido el padrino de Alessandra y una ayuda apreciada cuando no podían cuidar a sus revoltosos niños.

@ Eliah Selwyn R.  @ Hades Ragnarok  @ Yadiz Vashtí  @ Leslie Ann Linmer PB

Editado por Kamra Ashryver D.

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En Rumanía 4 años antes, en la ceremonia de investidura del Primer Ministro Muggle.

Aplausos y vítores. Yadiz observaba a Dumitru en su asunción desde las gradas. El joven muggle, ahora primer dignatario de Rumanía, había accedido a los términos de Teodora. En su ascenso al mayor puesto, era a todas luces un peón de la comunidad mágica. Yadiz aplaudía sin mucha efusividad. Teodora, la Ministro Mágica, le golpeaba con el codo para animarla. Se le veía de muy buen humor. Aquella tarde, el mundo mágico rumano había logrado un gran avance. Habían manipulado exitosamente las elecciones muggles para asegurar la alianza con el mundo muggle.*

En la Gala

Yadiz caminaba pensativa hacia la mansión Di Médici, reflexionando sobre el peso de las expectativas que recaían sobre la velada. Llevaba un largo vestido otoñal de líneas limpias y minimalistas, color esmeralda para la ocasión. Su melena pelicobriza estaba medio recogida con dos peinetas brillantes con incrustaciones de esmeraldas y diamantes a cada lado. De calzado, llevaba unas sencillas zapatillas cerradas de tacón a juego con el vestido. Por último, un pequeño y sencillo antifaz de brillantes a tono completaba su atuendo para la gala.

Sus pasos eran silenciados por la larga alfombra púrpura que cubría el sendero hacia la mansión. No había prisa en su andar. El canto del río Otter llegó a sus oídos como un suave susurro, acompañado del crujido de las hojas otoñales.

Al acercarse a la entrada, un elfo doméstico se aproximó para tomar una foto de la bruja. Sin embargo, Yadiz no posó para él. Sus ojos tornasol lo atravesaron como si no existiera, y se incorporó al interior de la majestuosa mansión. Tras observar el salón repleto de personas, se acercó al elfo más cercano que cargaba copas de vino y tomó un pequeño sorbo.

La gala era un espacio exquisito. Sus organizadores no habían escatimado en detalles. Era una velada digna de una asunción importante. La cena ya estaba dispuesta, pero Yadiz no se dejó seducir por los aromas. Los placeres culinarios de la velada le importaban muy poco. Le interesaban mucho más los juegos de poder que se entretejían en ese tipo de eventos.

La noche prometía ser larga, y Yadiz, en su esencia dual, observaba enigmática el desarrollo de la actividad. Tras varios sorbos de su copa, la bruja no pudo evitar notar la ausencia de la persona más cotizada de la noche. Había tenido muy poco tiempo con la Dumbledore en su departamento antes de su ascenso al puesto más alto en el Ministerio. Sin embargo, en tan solo unas semanas, la rubia había logrado ganarse algo de confianza y camaradería por parte de Yadiz, algo muy inusual en la naturaleza de la bruja.

Justo entonces, otro elfo pasó junto a ella cargando una bandeja de cócteles.

Tú. Elfo. ¿Dónde se encuentra la Dignataria? –preguntó, interrumpiendo el paso del elfo, que casi tropezaba con ella.

Mi señorita, no tengo permitido compartir tal información, mi señorita –imploró nervioso el elfo, con una reverencia exagerada.

Yadiz dio un paso más en su dirección. Inclinándose hacia la pequeña criatura, susurró:
Justo estoy perfeccionando una nueva técnica para filetear la primera capa cutánea de elfos. Busco buenos prospectos, y aquí hay tantos como tú. Jamás notarían tu ausencia. –concluyó con aire oscuro.

La pobre criatura, alarmada, le señaló a una elfina vestida con un vestido amarillo con bordes blancos y zapatillas de tacón, que curiosamente caminaba hacia la planta alta. Yadiz la reconoció. Era Lynette, la elfina de Ada Camille. Sin dar las gracias, se apresuró a alcanzarla.

Busco a la señorita Dumbledore. ¿Sabes dónde puedo encontrarla? –le inquirió, esta vez un tanto más amable que con el elfo anterior.

Lynette, que la reconoció del departamento que había compartido con la rubia, la guió hasta las estancias de Ada en aquella inmensa mansión. Yadiz tocó la puerta de madera.

¿Ada? Es Yadiz. ¿Puedo pasar? –inquirió. Sin esperar contestación, tiró del cerrojo y se encontró con la rubia. Algo en aquella bruja le transmitía paz. De alguna manera, saber que alguien como ella ocupaba un cargo tan importante en momentos tan insidiosos le permitía un fino hilo de esperanza.

Perdona la intromisión. Me pareció un tanto extraño no verte abajo. Quería aprovechar para darte este pequeño regalito antes de que el tumulto te consuma, ya que no pude verte luego de la elección. –del bolsillo oculto de su traje sacó una pequeña cajita de joyería color carmesí. Dentro, un dije de cuarzo rosa en forma de gota. La pequeña joya tenía múltiples cortes muy complejos que la hacían brillar a la luz de las velas. Reposaba sobre una almohadilla de terciopelo rojo.

El cuarzo rosa es conocido por sus propiedades calmantes. –le sonrió con un guiño –Debía agradecer tu gesto de confianza desde que regresé a Inglaterra. Con la esperanza de que te dé calma para los meses venideros. No te voy a perdonar que me dejes sola en el departamento, pero todo sea por un bien mayor. Lo vas a hacer excelente. Cuentas con mi varita. –concluyó, sonriente hacia la Dumbledore. La bruja se impresionó a sí misma con aquellas cálidas palabras, tan inusuales en su forma desconfiada de aproximarse a las situaciones. Realmente admitía sentir admiración por aquella bruja.

Tan pronto tuvo oportunidad le ofreció ayuda.–Ven, hay que vestirse, que más de media comunidad mágica te espera. – concluyó.

@ Ada Camille Dumbledore

Editado por Yadiz Vashtí

Los muertos resucitan // Mi mami mía de mí me viste (?) xD // Porque hierba mala nunca muere! :perv:

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Derek Lucien observaba su reflejo en el espejo de cuerpo entero, admirando la elección atrevida de su vestuario para la gala que se celebraba esa noche en la mansion Di Médici. Se había decantado por un conjunto inusual para él, uno que mostraba una confianza renovada tras su regreso de Nueva York. El traje, de un negro profundo, consistía en un pantalón de corte recto que caía con elegancia sobre sus zapatos de charol brillante. La chaqueta, larga y estructurada, caía suavemente sobre sus hombros, rozando la elegancia de un noble, pero lo que realmente destacaba era la camisa de tul negro completamente transparente que dejaba ver su torso marcado y los tatuajes que recorrían su piel como runas antiguas.

Con cada movimiento, el tul revelaba las alas de una mariposa negra en su pecho, un símbolo de metamorfosis que reflejaba la transformación de su antigua vida, a la que ahora llevaba.. Derek sabía que su elección de vestimenta no pasaría desapercibida. Los detalles en su atuendo, como el grueso cinturón de cuero ajustado que llevaba sobre el pantalón a modo de corsé, con una hebilla plateada, y el brillante pendiente en forma de dragon que abrazada su oreja izquierda, completaban una imagen tanto provocadora como poderosa. Sobre su rostro, una máscara oscura mate con detalles plateados ocultaba parcialmente su identidad. Una sonrisa ligera se dibujó en sus labios mientras ajustaba los bordes de la máscara, sabiendo que aquella noche muchos lo mirarían sin reconocerlo.

La última vez que había estado en un evento tan grande había sido cuando el nuevo presidente del Congreso Mágico había tomado el cargo en Nueva York, y el castaño había podido hacer networking, obteniendo un puesto importante en el Departamento de Investigaciones Mayores. Ahora que se encontraba en Londres podría insertarse nuevamente en la comunidad mágica y hacer lo mismo, pero a diferencia de aquella vez, ahora estaria codeándose con personas que el ya conocía, mezcladas con nuevas personalidades de la sociealité londinense. 

Mientras Derek descendía de la carroza negra que lo había llevado hasta el evento, pudo escuchar la música ligera flotando en el aire y las voces de aquellos que ya estaban dentro, riendo y conversando. Avanzó por la alfombra púrpura que daba la bienvenida a los magos y brujas, y al ver al elfo tomando unas fotos de los que habián llegado momentos antes que él, se aseguró que todo estuviera perfecto con su vestuario antes que el elfo se aventara una sesión fotográfica con él.

Sus ojos paseando por la multitud mientras avanzaba con paso seguro entre los presentes, visualizando varios semblantes muy conocidos, aún a pesar que las máscaras ocultaban el rostro de muchos, ciertas facciones corporales, gestos, y manerismos, le eran muy reconocibles. Su mano rozó suavemente el borde de la máscara, recordando que posiblemente ésta no ocultaba del todo su identidad para quienes lo conocían, o mejor dicho, lo conocieron años atrás, pero él mismo se sentía diferente. No era la persona que había dejado Londres hacía varios años ya.

¿Si me podrías poner uno triple? —el pequeño elfo que estaba pasando con bebidas cerca de él le dio una mirada algo quejumbrosa, pero hizo como el hombre le pidió y poco después de haber tomado el primer vaso de whisky de la noche, tenía uno mucho más fuerte, exactamente como a él le gustaba. Necesitaria mucho más alcohol en su sistema si deseaba sobrevivir esa noche. Se lo tomó de un sorbo y le regresó al elfo, que de mal humor, le entregó otro nuevamente. "Estos empleaduchos andan muy altaneros... Ya sé que familia atacar la próxima vez que salga de caza" pensó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro con la imagen de aquel elfo siendo torturado hasta la muerte.

Levantó su copa cuando la matriarca de la majestuosa mansión declaró inaugurado el banquete. Reconoció a la mujer por la gracia con la que se movía, aunque no había tenido el placer de conocerla, lo que despertó su curiosidad: ¿por qué era ella quien organizaba este evento? Si esta mujer tenía una conexión tan cercana con el Ministerio, era una persona de interés para él, y se aseguraría de que ella reconozca su nombre antes de que aquella velada acabe.

Sus ojos deambularon por los presentes mientras las mesas repletas de comida gritaban su nombre. Observó que el platillo más cercano tenía varias piezas de anticuchos, exquisita comida peruana que el hombre no dejaría pasar la oportunidad de degustar. Alzó algunos palillos y luego de acabar el tercero, sus ojos encontraron una nuca que conocía bastante bien, más que nada por el rubio oxigenado que era imposible de no ignorar.

Veo que sigues deambulando sólo… ¿y tu marido? —preguntó al oido del Haughton, acercándose un poco más de lo considerado prudente. Su aliento estaba seguro que iba a ser temblar al hombre, y eso era exactamente lo que quería lograr—. No se ve bien que vengas a eventos tan importantes usando un anillo, si tu acompañante no va a hacer acto de presencia.

Su mano derecha había pasado ligeramente por los hombros del hombre cuando el castaño pasó de susurrar en su oído izquierdo, a posicionarse a su derecha, como asechando a su presa. Tomó otro sorbo de su trago, y luego de mirar en el sentido opuesto a Cillian, regresó su vista hacía él, ofreciéndole una sonrisa cómplice.

@ Cillian Haughton


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HASAM MALFOY

 

El Malfoy se mantenía cerca de @ Selene Ariane Dumbledore  quien se había convertido en su paz, en amiga y compañera de aventuras. Claro estaba, no es que Hades no lo fuera, solo que Selene era mucho mas hermosa y sexy que su sobrino. habían cosas que el Malfoy y el Ragnarok podían compartir, pero desde hacia un tiempo ya la Ollivanders se había convertido en su felicidad y prioridad. bebió de aquella bebida y espero. deseaba ver a su hija @ Ada Camille Dumbledore  en todo su esplendor. El tío del vampiro se pregunto como se estaría sintiendo su hija en aquellos momentos.  Si no fuera porque no conocía aquella lujosa y estrambótica  mansión y podría perderse o mas bien, porque podrían acusarlo de allanamiento de morada  ya el hubiera ido a su encuentro.

 

De repente se hizo el silencio y las luces se apagaron, al parecer había comenzado el espectáculo o se estaba dando inicio a la gala. El Malfoy se mantenía nervioso, sabia, porque ya Hades se lo había contado que muchas veces aquel tipo de eventos eran un caos y se salían de control, hasta el punto que habían heridos y muertos. Como los había habido el día en que su sobrino había ido a rendirle respetos al ministro fallecido junto con Cissy y Kore. El Malfoy esperaba que no pasara nada, que respetaran aquella celebración, aunque en el fondo sabia que debía estar pendiente de lo que fuera a suceder.

 

Busco con la mirada a su alrededor, a lo lejos observo a Hades quien parecía estar atento de todo y recorría con la mirada cada centímetro de aquel lugar. Eso lo tranquilizo un poco, sabia que si tenia que sacar a Selene de allí por alguna razón para protegerla Hades se encargaría de matar y mutilar a cualquiera que intentara algo contra su hija Ada.

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La invitación a la fiesta de la nueva ministra descansaba sobre su escritorio, su elfina habia insistido desde que la habia recibido en probarse los vestidos para la importante ocasión pero para Linmer aquello era una perdida de tiempo, apesar de ser la directora del departamento de Criaturas, ¿que mas debía hacer aparte de saludarla? pero Kamra iría como la reina de Escocia y ambas se habían comprometido por lo que ahora debía hacer cosas que no le gustara como ir a fiestas.

-Solamente sera un momento- se dijo mientras se colocaba el vestido y recogía su cabello rubio en un rodete al costado, se coloco los accesorios y los zapatos de tacón alto.

Llegaba tarde, lo sabia, pero se habia atrasado porque se habia dormido, tanto trabajo de su oficina habia hecho que tuviera noches con mal sueño y el hecho de que hubiera muggles le ponía de mal humor, le disgustaba que el mundo magico se asociara tanto con aquellos sin magia, para la Linmer que la magia fuera revelada al mundo y todos supieran de su existencia no les daba el derecho a los impuros a asociarse con ellos. Su elfina se apresuro a entrar a su cuarto para informarle que estaba listo todo para ir a la velada.

Leslie tomo su máscara, el amuleto volador, su anillo de detector de enemigos, el anillo que escucha, el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos y a su ves llevaba el anillo antiveneno para Kamra, se observo en el espejo antes de bajar al hall de la mansión Delacour, Leslie desconocía el lugar donde quedaba la fiesta ya que tenia pocos conocidos, no era muy sociable, por esa razón hizo que prepararan un translador,  una tiara vieja plateada emanaba un aura azul pálido que titilaba por lo que apresurándose toco el objeto y con eso desapareció.

Cuando sus pies tocaron el suelo Leslie soltó todo el aire que contenía, odiaba viajar de esa forma pero como habia pocos lugares que conocía no tenia opción mas que usarlo porque la situación lo meritaba, al escuchar música a pocos metros comprendió que habia llegado a su destino, el lugar era majestuoso, la alfombra rodeada de fotógrafos y periodistas era una locura, colocándose su máscara que le cubria todo el rostro paso rápidamente ante los flash de las cámaras sin decir nada. Las voces y aplausos hicieron que suspirara y se acercara en silencio, tomo una copa de vino tinto y observo buscando a su prometida ya que la ministra seguramente estaría rodeada de magos buscando algo que obtener de ella.

 

@ Kamra Ashryver D.

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Jolgorio. Lucrezia había colocado su mano diestra sobre la superficie de la mesa para encontrar un apoyo mientras se inclinaba ligeramente para alcanzar, sosteniendo un fino palillo de metal, un pequeño cuadrado de queso camembert. Se lo llevó a la boca para dejar que el sabor inundase sus papilas gustativas mientras recuperaba su dominio sobre la copa de vino con la que había anunciado la inauguración de la gala. Apenas degustó la tinta bebida, mojando sus carnosos labios con ella para mantenerlos hidratados. Fue entonces que un inconveniente y mágicamente amplificado sonido proveniente de su mismísima posición interrumpió una paz destinada aquella noche a ser breve.  

La incómoda presencia de Sean la tomó por sorpresa, no así su accionar o sus desafiantes palabras ¿Había acaso pasado por alto alguna brecha en la seguridad de su mansión? Le sería difícil a la aristócrata indultarse aquel error pese a que, al finalizar la velada, todo el peso de la culpa y su correspondiente castigo recaería sobre un elfo aleatorio de su plantilla. A sabiendas de que ninguno de los presentes en su sano juicio creería que alguien de su alcurnia y elegancia era capaz de emitir una flatulencia en público, la aristócrata no hizo más que esbozar una plácida sonrisa dirigida directamente al bromista mientras bloqueaba los huecos de su nariz frunciéndola disimuladamente.

Su mirada se clavó directamente en Passepartout y le dirigió un gesto cuyo significado el elfo reconoció instantáneamente, algo natural dado los años de su vida que había dedicado a cumplir sus caprichos. En otro evento evidentemente coreografiado, el sirviente elevó su enguantada mano en el aire y chasqueó sus dedos, un gesto que sus pares élficos replicaron al unísono. Las bombas fétidas, origen del olor nauseabundo que había asaltado el ambiente, se esfumaron en un instante, materializándose en algún sitio fuera de los límites de la propiedad Di Médici, quizás frente al hogar del Linmer. En el aire volvió a imperar rápidamente el aroma a comida caliente y vino; a otoño y a jazmín. Antes de retomar airosa la palabra, la blonda se aseguró de que ningún rastro de aquel hedor siguiera impregnado en su delicada y blanca piel. 

- Sean, Sean, Sean…Es por estas cosas que no fuiste invitado a esta gala. Tu inhabilidad para comportarte, tal como quedó claro durante el debate electoral, sólo es comparable con tu incapacidad para manejar tus cuentas bancarias con sabiduría.- soltó con marcada sorna la aristócrata, conocedora de información confidencial de Gringotts - De todas formas, es positivo tenerte aquí presente, así todos podrán ser testigos nuevamente de tu inmadurez y tu completa falta de modales. Espero que disfrutes del banquete.

Le dedicó una última sonrisa complaciente al impertinente mago mientras simultáneamente levantaba con un envolvente movimiento su copa en el aire, simulando brindar con la suya. El Limner era el más perfecto ejemplo de lo que diferenciaba sus vínculos de aquellos quienes causaban en ella profunda indiferencia: no tenía un poder del que beneficiarse, ni una fortuna a la que garantizar seguridad, ni una intelectualidad a la que admirar y de la que nutrirse y mucho menos sus dotes físicos eran suficientemente remarcables como para capturar su atención. Para alguien de la casta de Lucrezia aquel hombre era un nadie, alguien indigno de su atención por más de un minuto.  

Cuando la blonda italiana se preparaba para abandonar su posición en la cabecera, dispuesta a iniciar un proceso de sociabilización en el que era más que avezada, notó la presencia de un elfo doméstico que se acercaba cabizbajo a ella. No podía reconocer a simple vista si se trataba de un Rambaldi o un Sforza, pues pese a las marcadas diferencias físicas entre esos seres a sus ojos eran todos similares con la única excepción de Passepartout. Escuchó sus palabras, percatándose de sus trémulos labios y la irregularidad con la que su voz enunciaba el mensaje. El temor escapaba por la expresión cohibida de sus redondos ojos, que evitaban cruzarse con su mirada. Solo dos palabras pronunciadas por el elfo se hicieron de un lugar en su fuero interno, con el resto perdiéndose en alguna parte de su subconsciente.

“Calaveras Bastardas”. La aristócrata efectuó dos firmes movimientos con su mano libre, en un claro gesto al elfo Rambaldi para que retomara sus tareas. Dejó que un ligero suspiro escapase entre sus labios mientras con la uña de su dedo índice recorría una y otra vez el contorno de la base de la copa. No le quedaban dudas de que alguien quería jugar a los dardos envenenados durante la Gala, perturbando la paz que deseaba para la misma. Descartó rápidamente a Sean pues, como había evidenciado apenas unos instantes atrás, la sutileza no era un recurso que su limitada mente conociera. Lucrezia consideraba indigno escarbar en el pasado de los rivales por más sucio que éste estuviese…públicamente, claro. Sin embargo fueron las inesperadas declaraciones de Hecate las que la revelaron, sin disimulo alguno, como la autora de la poco sutil advertencia transmitida por el elfo.  

- Hecate, te felicito por haber hecho la tarea.- exclamó la blonda, mientras le dedicaba una mueca de impostada simpatía - Soy hija de Leonardo Médici, un mago talentoso y adorado por su comunidad. La identidad de mi madre, sin embargo, el tiempo se ha encargado de borrar ¿Importa acaso, cuando una tiene mi apellido y se ha hecho de un nombre propio gracias a su propio mérito? Es caer muy bajo el meterse con una historia tan personal y menos con mentiras o suposiciones. Te recuerdo que estás bajo mi techo ¿No te han educado para tener un poco de decoro? 

Le reconocía a Hecate el valor de increparla en medio del evento del que era anfitriona y de escarbar en una herida salada que, pese al paso de los años, aún no lograba sellar por completo. Sin embargo, pese a la intención hiriente de sus palabras revelando la identidad de su madre biológica o su origen bastardo, fue la de la mujer voz lo que quedó aprehendido en su cabeza. En un espacio temporal de apenas unos segundo replicó una y otra vez las palabras de la mujer, no analizando su significado o consecuencias para su imagen pública sino repasando su tono. La había escuchado antes y su mente se había encargado de grabarla a fuego para que el paso del tiempo no borrara la claridad del recuerdo: era la misma voz que le había hablado al oído durante el fatídico ataque al Atrio. La aristócrata recordaba con exactitud sus palabras, que había repasado una y otra vez durante largas noches en vela, intentado resolver un misterio cuya resolución parecía clara en ese instante.

- ¿”Sangre sucia” en este momento histórico? Me esperaba un poco más de altura, esos términos falaces alineados con los ideales de La Marca Tenebrosa no pueden ser permitidos hoy en día…- la aristócrata simuló, con un gesto exagerado, haber caído en cuenta del peso de sus palabras - Espere señorita Rambaldi…¿Acaso ha levantado una bandera de los mortífagos? ¿Comparte ideología con quienes han causado tanto daño a nuestra comunidad? No creo que quiera jugar ese juego, no con una nueva restructuración del departamento de aurores en ciernes. Le recomiendo controlar su consumo de alcohol y comportarse como la dama que sé que puede llegar a ser.

--

@ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Hecate Engosvezhof  tuve que modificar un poquito los tiempos.

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Alguien había hecho desaparecer las bombas fétidas porque ahora me llegaban a mis fosas nasales los aromas propios del jardín... Reí por lo bajo al ver como la rubia italiana recriminaba a Sean por su acto y lo raro es que se colara en un lugar así, de alto copete sin invitación y sin nada que arreglar o desmemorizar. ¿Cómo lo haría? No tenía idea, más gente llegaba, algunos ya con las máscaras, pero se suponía que era para más tarde ¿serían más compañeros mortífagos intentando hacer algo más ahí?

Volví a reír nuevamente ante los comentarios de la romana. El pobre de @ Matt Blackner estaría entre asustado, enfadado y renegando por mi actitud y no era para menos.

- Claro que me enseñaron decoro, claro que sí, mi se-ño- ra -dije con cierto rentintín en la voz a @ Lucrezia Di Medici  - y yo me pregunto porqué precisamente usted, ha decidido agasajar a su rival político en la candidatura ministerial agasajarla con una fiesta, si vamos a hacer supociones de sangres sucias y bastardías empecemos por lo básico ¿porqué aquí? ¿Acaso tiene intención de matar a la ministra, recién investida? - pregunté ahora sí, ya seria. Dejé las botellas al lado de la silla, me tambaleé un poco y maldiije por lo bajo... recordé que lleva un antídoto para el alcohol... Se lo enseñé a todos (los negocios son los negocios)

- Éste invento revolucionará las noches de alto copete como éste, si se encuentran un día con una fuerte resaca, no duden en ir a la Taberna Velaryon que allí se les dará el antídoto para el alcohol - bueno tenía que promocionar ese lugar así que, nada mejor que esa fiesta - desaparición del mareo por el etanol consumido en cinco minutos - garanticé y para que se viera, tomé un trago grande de mi invención lo había probado con los elfos que eran mágicos de por sí y había visto que funcionaba, y siendo vampíricos con lo que tardaba en disolverse en la sangre, ayudaría...

- Sí, importa, ¡Claro que importa! - le grité - incluso su origen familiar es bastardo - le dije con cierta rabia- ¿mentiras o suposiciones? Estuve en Italia e investigué su clan, allá están los registros, sus familiares directos y la línea de sangre, no me venga ahora con mujer de tan alto talento me importa un bledo que sea un momento histórico - por fin se me pasaban los efectos del alcohol y no sentía tanto mareo así que mis palabras sonaban tan hirientes como cuando la había insultado pero eso sí, mejor pronunciadas - no es ningún delito apoyar a la Marca Tenebrosa, ellos nos protegen de que desaparezcamos de la faz de la Tierra - le seguí mirando con rabia - incluso a usted la protegen - debía contener la lengua antes de seguir dando información que no interesaba, no había visto a Cillian pero seguro que me recriminaría mi actitud (merecida)

- Ada no es la única mujer que ha ocupado el cargo - ahora sí, señalé a @ Sagitas E. Potter Blue  le miré con un gesto de disculpa por ponerla en evidencia ante todos- ella es la que nos ha protegido de los cerdos bastardos sangre sucia y muggles, deberías tenerle más respeto - protesté aún, cabreada-  no se debería prohibir nada, ¡NADA! ¿Acaso debemos estar bajo el paraguas de los terroristas de los fenixianos, aurores y sangres sucias? ¿Piensa que les temo a los aurores? -me dirigí hacia a ella a @ Lucrezia Di Medici   esperaba que el acohol no se notase mucho y se pasaran ya los efectos. Le di un beso en la comisura de los labios - y ante todos los presentes he renacido gracias a la magia y gracia a ella me llamo Hécate, y no sé si lo sabe pero en mi larga trayectoria fui auror, funcionaria ministerial, conozco perfectamente los entresesijos de ese departamento ¡corrupto! - grité nuevamente, debía calmarme debía, porque seguramente lanzase un avada y matería a cualquiera con tal de calmar mi mal genio - debemos purificar el ministerio de magia y Ada lo puede hacer perfectamente, estoy aquí por ella y me sorprende mucho que, alguien con su historial familiar de matar a gente con veneno, no lo haya hecho ya, ¿son esos sus planes? porque me encargaré de que sea lo último que haga - le dije con un tono oscuro, sacando la varita y amenazándola directamente.

- Los Sforza y los Médici, o Rambaldis, no son los únicos que usaron veneno para deshacerse de sus rivales políticos - pasaba flotando de tortilla así que, aproveché un poco y ayudé a la poción con un poco de comida - así que ahora, no se me venga de digna no confío en usted, pero el hecho de su origen bastardo me hace no fiarme de sus buenas palabras en un acto tan ridículo como el que acaba de hacer el aparecerse con un animal mágico debería tenerle más respeto a las criaturas mágicas. 

<< Insisto con la pregunta ¿en serio alguien se cree que como un Médici va a regalar así como así, sin obtener nada a cambio, sin tener alguna promesa o rédito político con una mísera fiesta? Sólo le faltan los payasos y estaríamos completos y encima, siendo us- ted - volví a hacer el mismo gesto de la voz que al principio - un rival que estaría a punto de tomar el poder, ¡no me lo creo! - tomé otro vaso de vino que pasaba por ahí flotando y le di un buen trago - en lo único que tiene buen gusto es en el alcohol, a lo mejor pensaba que podía tener influencia y en sus sueños alcoholizados lo conseguiría 

Me calmé, al menos la poción si había hecho efecto debía patentarla, tendría que pasar por el concilio de Mercaderes, volví a sentarme nuevamente en la silla que había tomado muy al principio y crucé los brazos, mirando a la mujer con cara de asco

Off. NO se si seguirá siendo tan rolazo jajaajajaja pero espero que guste😅

Editado por Hecate Engosvezhof

 

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 Había sido una mala decisión volver al interior lo supo por los acontecimientos que estaban por ocurrir...

— Definitivamente te estás confundiendo de persona —dijo, mirando de reojo al sujeto que acababa de tirar el candelabro y que además incumplía con el código de vestimenta. 

Era evidente que el miedo a ser descubierta la alteraba, ya que normalmente no tenía ese tipo de respuestas, solía ser amable y cálida incluso con desconocidos. Volvió a mirar a Fokker de arriba a abajo y se alejó unos pasos para marcar distancia. A su vez, temía estar perdiendo la forma de interactuar con el resto, sólo le quedaba la esperanza de saber que era sólo por las circunstancias. 

— No, ¿qué cosa? —preguntó de forma inmediata—, ¿un espíritu?

 La idea de que aquel hombre ( @ Fokker ) estuviera completamente loco empezó a tomar forma en su mente, pero una parte de ella imaginaba que decía la verdad. Desde que llegó a la mansión supo que aquella no sería una noche común y corriente, como tantas otras, sino que había algo que estaba fuera de lugar. Volvió a mirar a su alrededor, prestando suma atención a todo desde la decoración hasta los rostros de los invitados y volvió a paralizarse al escuchar la voz de un hombre que preguntaba por su apellido inventado. 

 — Sí, así es —respondió a @ Eobard A. Black Lestrange , optando por seguir el juego de que pertenecía a esa familia completamente desconocida para ella. Su voz había sido fría y distante, prefería no revelar mucha información. Sabía que cada palabra que salía de su boca podía levantar sospechas. 

 Sólo por un instante imaginó que aquel sujeto la estaba poniendo a prueba, lo que provocó que sus manos empezaran a transpirar en señal de pánico. Volvió a mirar a su alrededor, el hombre con la guitarra, el candelabro caído y el otro sujeto, todo estaba pasando en muy poco tiempo.  Sacó un pañuelo de su bolsillo para secar sus manos, al momento que notó que una mujer ( @ Juliette Macnair  ) aparecía en escena. Parecía ser la esposa del hombre interesado en su apellido falso. A pesar de que su presencia podría resultar intimidante por su elegancia y belleza, de alguna forma se sintió aliviada, la atención ya no recaería en ella. 

 Pronto comenzaron a aparecer más personas a la gala cuya identidad era difícil descifrar puesto que sus rostros estaban cubiertos por máscaras. A lo lejos podía reconocer a los que parecían ser Matt y Sean, antiguos compañeros del Ministerio de la Magia. Se preguntaba si también podía llegar a encontrar a Sagitas en ese lugar. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio. El hombre de la guitarra, Fokker, también le resultaba conocido, quizás lo había visto deambulando por el Callejón Diagón.

 Por otra parte, el ambiente le parecía cada vez más abrumador y la llegada de Letizia Di Medici no hizo más que intensificar estas emociones. Sin embargo, no iba a negar que esa presentación era admirable. Sin duda sería una de las cosas más emocionantes de la noche y daría que hablar en la sociedad durante semanas. Se quedó asombrada, olvidándose por un momento de la posición en la que se encontraba y a la vez se permitió relajarse. 

 Volvió a prestar atención a Fokker, esta vez recordando de dónde lo conocía, ¿no era el esposo de su amiga Helen? Si no era el esposo, quizás era íntimo amigo, lo había visto en numerosas oportunidades en su negocio Aethonan’s House. — ¿De verdad piensas que Letizia Di Medici dejaría entrar espíritus a su mansión?

— Esa mujer es admirable. Estoy segura de que no se le pasa ningún detalle.

De cualquier manera, ver espíritus en el mundo mágico era algo recurrente, quizás estaba diciendo la verdad. Observó a lo lejos a Letizia, discutiendo con una mujer y no podía entender cómo una simple invitada estaba discutiendo con la flamante anfitriona, le parecía un descaro. Observó la situación de lejos, pero no pensaba entrometerse.

 Luego miró otra vez al exterior y volvió a sentir el impulso huir. Quizás ya había tenido muchas emociones por una noche. 

 

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A ver. Debía reconocer que @ Lucrezia Di Medici  podía esgrimir las palabras con estilos para dejar a cualquier persona lo suficiente pequeño, perdido y solitario como piojo en una calva. Pero me las decía a mí. Y yo para las criticas es como si tuviera aceite en mi cuerpo (que en ocasiones pudiera ser😏), bien que me resbalaban. En serio creía que no había recibido exabruptos verbales mejores que eso. ya sea en vociferadores...cartas o a viva voz yo tenía una impronta bien larga de epítetos que no hacía falta detallar. Esposos, esposas, cornudos o cornudas, padres y madres, todos por igual si pudieran de seguro bailarían y harían sus necesidades en la tumba de mis progenitores si los conociesen. 

Pero la NOVELA seguía, porque, aunque me fui escabullendo entre el público hacia fines más ¨nobles¨ (habría que preguntar que fines Sean considera nobles) la voz de @ Hecate Engosvezhof  se oía bien alta. Y eso básicamente era lo que necesitaba...una distracción. Claro no pensé que Heli se fuera a pasar. Hacer una apología a las serpientes pues no es que fuera de común agrado. Aunque tampoco para los terribles pollos. Por un momento la herida recién sanada en mi pecho me dolió. Ya cobraría venganza contra esos que se dicen luz, pero van a los oscurito @ Radamantys  😒. Y claro, puede que ambas italianas chillasen…pero espero no despertasen a la bestia. Ya Heli había sido lo suyo, pero si @ Matt no intercedía los altos decibelios de la vieja peli violeta @ Sagitas E. Potter Blue  se harían oír y no quedaría copa sana después de eso.

Ahh que podía decir, todo parecía ir sobre ruedas, y ya después de esta noche me diría la rubia que había montado este espectáculo que tan poco abultada estaban mis cuentas. Así pues, pasaba a la siguiente fase de mi plan. Un guiño, una respuesta simpática, una carcajada para distender el momento, una pizca de seguridad y doble sentido acompañada de una mirada traviesa. Y voilà...ya tenía a una acompañante en la fiesta.

-Porque no nos alejamos de la fiesta y vamos a algún lugar más privado. -Sonreí mientras rozaba la mejilla de la chica- hay muchos rumores sobre lo acogedora que es la Mansión de la anfitriona.

Y llevando una botella de buen vino (no se negaba el buen gusto de la Lucre) y unas copas entre manos y claro la buena compañía...enfilamos, entre caricias y suaves besos, senderos ocultos en el jardín de la Mansión.    

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Sonrió ante el susurro de la rubia que llegó hasta sus oídos, era una situación que se estaba volviendo interesante y no podía negar que poco común en ella, pero que le agradaba de sobremanera. Lo que sí casi la ahoga fue el tema del perfume, con su mejor expresión de poker asintió con tristeza ante las palabras de la bruja.

—Que lamentable, deberías hacer la denuncia ministerial y pedir al departamento de accidentes y catástrofes que utilicen su magia, los elfos están hechos para trabajar obviamente, pero si el ministerio no ha ofrecido la seguridad que debía son ellos quienes deben pagar los platos rotos —afirmó con un caradurismo total, pensando que Luna la iba a matar por lo que había dicho de su departamento de seguridad, lo mismo que su amigo Matt a cargo de los accidentosos.

—¿Tan valioso era el perfume? Y raro aparte, por lo que dices —agregó pensativa, definitivamente debería tener mucho cuidado con el fin que le daba al mismo, no podía utilizar delante de la bruja o sería un tema a aclarar de cómo había llegado a sus manos, claro que en el mercado negro y con sus antiguos contactos, toda excusa podía servir.

—Me alegro que le resulte encantador el lugar —dijo observando con curiosidad al mago que había besado su mano tan galantemente y preguntándose qué había en él que le hacía pensar que era un hombre al que nada asustaría ni dejaría mal parado. Seguramente su perfil ruso hacía que lo pensara tan duro como había oído eran los de su origen.

El mago se disculpó, aduciendo haber visto un amigo y la Dumbledore sonrió, haciendo una suave inclinación de cabeza en señal de dispensa, observando hacia donde dirigía sus pasos. Un perfil leve muy levemente familiar de su pasado pasó por unos breves segundos por su mente, pero le descartó, pasado, simplemente pasado, por lo que continuó la charla con @ Eliah Selwyn R.

—No recordaba que trabajas en el Ministerio de Magia, es bueno saber que están aquí para la Ministra, no solo como amigos —hizo una leve pausa, pensativa y un leve suspiro escapó de sus labios—el Ministerio, yo he renunciado a él hace años y no me he decidido a regresar, igualmente, la embajada mágica de Argentina me ha pedido que haga las funciones de nexos entre ambos Ministerios de Magia, así que sería algo extraño que trabajara para ambos —comentó ante la respuesta de la bruja de que estaban allí para defender a Ada si era necesario, lo cual esperaba no ocurriera porque no dudaría en utilizar magia que se suponía no debería estar a su alcance.

Mientras charlaban la fiesta se iba animando más y más con la llegada de los invitados, cada uno más elegante que el anterior. Darla frunció el ceño, notaba que había algunos miembros ministeriales y dignatarios extranjeros, pero no veía a nadie de la Seguridad Mágica en sí. Es verdad que ella no conocía a los actuales integrantes de dicho departamento, pero había oído que Luna y Sophie habían regresado a dicho mundillo.

De pronto fue como si el aire se congelara, las luces se apagaron y la vampiresa por poco no saca a Edelweiss a relucir, pero se contuvo al notar el movimiento armonioso de los elfos. Así que era eso, había llegado la hora de que su ama y la Ministra se presentaran. Para su sorpresa, lo primero fue un ave de trueno.

Válgame, no escatimó en gastos —comentó hacia su acompañante.

Y el ave no fue lo único, por un momento había temido que sus lágrimas, las del ave, se derramaran sobre ellos y olvidaran, una vez más, todo lo malo que había ocurrido. Pero no fue así junto al ave lo que llegó fue la exuberante figura de la anfitriona. Darla no había tenido la oportunidad de cruzarse antes con ella, sí, la conocía por su fama, su fortuna y algunos papeles burocráticos que había debido llevar en el pasado. Pero no, ellas no habían tenido su cruce aún.

La vampiresa observó con detalle como los magos y brujas se comportaban a cada paso de la escultural rubia. Bueno, no tanto como la que tenía al lado al menos. Sí no se podía negar que también, al igual que su acompañante, tenía estilo y un humor, Darla levantó una cejita y la volvió a bajar con delicadeza.

Lo que ocurrió a continuación ni vale la pena mencionarlo, de nuevo.

—Ay caramba… —sí, ante estas situaciones a uno se le va toda la seriedad a la… y bueno, ya lo había vivido alguna vez en vivo con alguien más… no hay dos sin tres dicen… esperaba que no fuera cierto…

Hubo risas, expresiones serias, miradas desconcertadas y ella, bueno ella optó por buscar una copa que algún elfo dejó flotando en una bandeja cerca de ellas y se mandó el champagne de un trago. Definitivamente algunos andaban a los tumbos en medio del jardín, buscando muebles donde apoyarse, además de la mesa y las sillas que habían sido dispuestas allí fuera. No no, definitivamente, aunque algunos llegaban para el inicio de la celebración en sí, según los dichos de la propia anfitriona, otros ya estaban para ir a hacer noni.

Era la noche de las rubias, pensó, cuando otra, más bien de cabellera blanca como la luna, se acercó a saludar a la Selwyn.

—Eres muy requerida, no quiero acapararte mal —le susurró mientras le daba espacio para que saludara a la soberana escocesa con cuyo linaje se había cruzado hacía muchos años ya.

La belleza de las mujeres y hombres esa noche era sorprendente y ni hablemos de las galas que lucían cada uno de ellos. Mientras tanto disfrutaba de observar los gestos de la dueña de casa, altanera, astuta, sí, debía aprender algo de ella, sin dudas. Pero no era el estilo de la Dumbledore, era ella más de armas tomar y luego pensar. Aunque consideraría tener un poco más de su diplomacia, algo que en ella no había sido una materia aprobada, jamás.

Suspiró distraída mientras aceptaba una nueva copa de champagne que le ofrecía un elfo junto a un delicioso bocadillo español. Darla agradecía que hubiera una sola bebida que pudiera hacer efecto en ella y no pensaba tomarla esta noche. Luego iría a por lo fuerte, pero ahora a disfrutar del espectáculo.

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