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Gala de Celebración


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Por fin, normalidad. Se permitió un breve instante de paz, inhalando el olor de la opulencia de los Médici con los ojos cerrados. El perfume de decenas de magos y brujas, entremezclándose con el aroma de los aperitivos y el dulzor inconfundible de un vino de primera calidad. Podría haber sido su cumpleaños y no la gala de la Ministra de Magia. Un mesero la sacó de su ensimismamiento ofreciéndole una copa de champaña y la mujer, tan altiva como cuando había sido Warlock, cogió la copa y avanzó con pasos elegantes a través de la muchedumbre.

Se había enfundado un traje esmeralda que le quedaba un guante. No llevaba camisa y la americana parecía tapar a duras penas su torso, pero era parte de la gracia, no se movería a menos que ella lo quisiera. Su máscara, al igual que la larga melena que le caía con efecto mojado por la espalda, era de un blanco limpio. Sobria, sencilla. La verdad era, modestia aparte, que no necesitaba mucho para llamar la atención. Había algo en su forma de andar que relevaba por qué lo había pasado tan mal las últimas semanas: estaba destinada a destacar, de una forma u otra.

Llevó sus labios rojos al borde de la copa y dio un trago a la bebida, dejando que el alcohol empezara a hacer su efecto. 

Oficialmente, estaba ahí para celebrar a su nueva jefa. Extraoficialmente, estaba buscando alguna diversión para celebrar que la vida empezaba a parecerse cada vez más a lo que había sido alguna vez. Y, de ser posible, esperaba no compartir sangre con dicha persona. No es que le importase mucho, pero probar cosas nuevas siempre era una bocanada de aire fresco. Pero claro, una cosa era decirlo y otra cosa era tener que enfrentarse a las inclemencias de la genética de Zack.

—Es que es criminal —murmuró, viendo cómo un Pik en su prime time se lanzaba a por él. Sonrió—. A por todas, campeón...

Un huracán pelirrojo se le pegó como una lapa y tuvo que contener la risa cuando, contra todo pronóstico, su mujer apareció en el esquema.

—... o no.

Empezaba a sospechar que Alyssa le había puesto un dispositivo muggle de búsqueda o algo, porque era increíble que siempre lo pillara cuando estaba apunto de hacerse, por fin, con el trofeo que correspondía comerse a Zack con patatas. Decidió que, a diferencia del joven que estaba entre los tres y al que no conocía, no iba a interponerse en aquella contienda por ver quién tenía más ego. Se quedaría allí, cerca de una columna, viendo lo lindos que eran y, con suerte, encontraría a alguien con quien disfrutar de las horas que se pintaban por delante.

@ Pik Slytherin Macnair  @ Zack Ivashkov  @ Alyssa Black Triviani  @ Lukyan A. Volkov

 

Spoiler

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Me encogí de hombros después de ver congelado al ex de Ludwig Malfoy, @ Cillian Haughton . Supongo que mejor lo dejaba ahí tranquilo que capaz sospecharan de mí...o del elfo. Que podía decir, supongo que mis palabras tenían cierto poder sobre el mago y ahí lo deje rumiando la advertencia/consejo que le había regalado. Pudiera estar enojado con la italiana, pero bastante me había asociado con ellos en el pasado. Y bueno…cuando lo conoces a uno los conoces a todos, siempre en una tonta idea juego de poder, donde la pomposidad y el despilfarro creían que le daban estatus. Supongo que el poder reside donde los comunes creen que esta el poder. Así tome las de Villadiego y me fui por el siguiente sendero del jardín.

En mi marcha y dado que antes me había invitado vi que @ Eliah Selwyn R.  se veía bien acompañada. No sería yo el que enturbiase ese buen ambiente, me alegraba que socializase, que bastante mal la había pasado con lo del ataque. Supongo que con los años la luz comenzaba a corromperse al mezclarse con la oscuridad. Como decía cierto libro muggle, conocerás al árbol por sus frutos. Por suerte en mi esculpido cuerpo no habían quedado marcas excesivas de ese evento.

Pero no estaba aquí para divagar sobre el bien y el mal. No...estaba para otras labores más mundanas, por lo que seguí mi camino...trenzando como tejiendo un calcetín para el invierno mi modesto plan. Por suerte entre los convidados vi a alguien que no hacía falta mucho esfuerzo para sacarle las malas pulgas.

-Hola @ Hecate Engosvezhof  -dije haciendo una pomposa reverencia. -No sabía que a los Rambaldi les era permitido tanta cercanía con los Medici. -la mire por todos lados- dime...donde tienes la daga...el veneno... 

No sabía si Helicate había descendido tanto en su estatus como para humillarse de esta forma. Pero sabiendo las malas pulgas entre las familias italianas...qué tal si uno simplemente ponía la mecha....y daba el fuego....a saber que fuegos artificiales saldrían de ahí. 

  

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Silencio.

De repente el violín dejó de regalarle su sutil melodía al ambiente; absoluto silencio, con la excepción de las voces de los invitados que para ese momento habían dejado atrás los saludos y ya intercambiaban anécdotas y rumores. Los levitantes platos que ya exponían el hambre de los presentes volvieron a su posición natural sobre la larga mesa de nogal, recuperando el volumen de la comida que transportaban. Las sillas que los invitados habían manipulado a su gusto se arrastraron sobre la hierba para volver a ubicarse donde éstos las habían encontrado. Todo volvía a recuperar su estricto orden inicial, como si aquella gala se hubiese reiniciado repentinamente por el efecto de un giratiempos.

Algunos de los invitados ignoraron el movimiento, ya embriagados por el ánimo festivo y la gran variedad de bebidas alcohólicas a su disposición; otros, atentos a todo lo que sucedía a su alrededor con secretas intenciones, lo observaron con genuina curiosidad. Sin embargo, el instante en que todas las velas que iluminaban la celebración se apagaron, dejando apenas un diminuto hilo de humo donde antes había una llama, la colectiva sensación de que algo estaba por suceder fue inescapable. El cielo salpicado de blancas estrellas, que podía apreciarse en todo su esplendor gracias a la imperante oscuridad en la que se había sumido el jardín, fue atravesado por un rayo súbito que lo cruzó de un lado al otro. 

Los sirvientes interrumpieron en ese instante la atención a las diversas necesidades de los invitados, desde rellenar sus copas hasta limpiarles los indignos restos de salsa que salpicaban sus ropajes. Ignoraron cualquier reclamo de quienes dejaron de ser servidos como si sus oídos ya no funcionaran. Uno a uno fueron desfilando, en un acto minuciosamente coreografiado, hasta colocarse enfrentados, en paralelo al recién formado camino de velas. Alcanzó con un marcado ademán efectuado por de Passepartout para que, en el mismo instante, todos los elfos domésticos ejecutaron una perfecta reverencia, inclinando su torso noventa grados y manteniendo la postura durante los segundos posteriores. Sus puntiagudas narices rozaban el suelo y sus largas orejas caían a los lados de sus rígidos rostros, ocultando el esfuerzo físico que estaban realizando.

Los murmullos comenzaron desde la zona de recibimiento, donde quienes llegaron tarde a la gala intentaban apurar su pasaje por la alfombra púrpura para alcanzar los últimos entrantes. Los murmullos se fueron convirtiendo progresivamente en un bullicio mezclados con alaridos, "oohh"s y "ahhh"s. El anuncio de que algo se acercaba fue simultáneamente acompañado por el movimiento de cabezas y ojos que se posaron en el despejado cielo. Algunos cubiertos cayeron al suelo, víctimas de las trémulas manos de sus portadores, y su sonido fue amortiguado por el suave césped del jardín. En ese instante nada parecía capaz de interrumpir lo que estaba por suceder.

Un ave de trueno de magnífico plumaje azul marino atravesó fugaz el nocturno cielo, varios metros sobre la cabeza de los invitados, marcando una perfecta línea recta sobre la mesa principal, donde algunos de los presentes dejaron rápidamente sus platos de comida para admirar su vistoso vuelo. La alada criatura planeó durante varios metros, dejando que el viento agitara sus plumas, regalando un colorido espectáculo visual atenuado por la oscuridad de la noche. No tardó en realizar un elegante giro en el aire para volver a la zona de los jardines donde había observado al gentío. Fue descendiendo progresivamente, haciendo gala de su gran porte. 

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Al aterrizar, la imponente criatura curvó sus alas, como si abrazase el aire, para cubrir por completo la parte delantera de su cuerpo. Sus enormes garras se clavaron en el suelo, abriendo surcos en la tierra. Fueron apenas unos silenciosos segundos en los que su feroz mirada se enfrentó con carácter desafiante a la atención de los presentes; recorrió aquellos semblantes sumidos en la oscuridad en cuyos gestos podía leer desde incipiente miedo hasta pura sorpresa. En ese instante el adiestramiento le ganó la pulseada a su instinto, que la llamaba a volar lejos de allí. Debía continuar con lo aprendido en los días previos.  

Un cantar agudo emanó de su garganta mientras enseñaba el interior de su enorme pico. Las enormes alas del ave se desplegaron hacia los lados en toda su extensión y dejaron ver, erguida frente su fuerte pecho, una figura que hasta ese instante había permanecido oculta entre las azuladas plumas; al menos ese era el efecto que quería dar. La luz de las velas apenas lograba alcanzar su rostro y sin embargo, aún envuelta en sombras, sus facciones eran tan reconocibles como lo era para un niño la voz de su madre. Apenas tuvo que dar unos pasos para alcanzar el camino iluminado y que los susurros de algunos de los presentes replicaran lo que sus ojos veían ahora con claridad: se trataba de Lucrezia Di Médici.

Desde una perspectiva lejana, con el ave aun detrás suyo, parecía una mujer alada. La blonda italiana comenzó a caminar por el recto camino formado por las velas que previamente iluminaban la mesa principal de la Gala, ladeada por los reverenciales elfos domésticos. En ese momento, la única luz que se alzaba en los jardines la iluminaba a ella, realzando aún más su impuesto protagonismo. En aquella ocasión tan especial la engalanaba un largo vestido tan negro como el firmamento sobre su cabeza. Las hombreras eran rígidas, en algún pasado parte de la estilizada armadura de una diestra domadora de dragones. La lisa tela se ceñía perfectamente a su delgada cintura, desplegándose hasta el suelo y tapando los zapatos de taco aguja de similar color. Hilos dorados, haciendo juego con los voluptuosos anillos que decoraban sus delgadas falanges, surcaban sutilmente la tela replicando las curvas de su cuerpo. Una pequeña abertura en su escote dejaba ver, sugerente, parte de la blanca piel de su pecho. Su rubio cabello caía libre por su espalda, acabando en unos delicados bucles que se balanceaban al son de su elegante caminar.

Por fin llegó a la punta de la mesa. Durante el trayecto había evitado a consciencia cruzar miradas con invitados en específico para no alterar su propia gestualidad, pues sabía que de encontrarse con Sean pondría los ojos en blanco o de admirar la belleza de Eliah sonreiría genuinamente. Había mantenido imperturbable la actitud por la que se la conocía: fría, apabullantemente segura y ligeramente altanera. La aristócrata era sumamente consciente de la expectativa que había alrededor de ella. “¿Por qué ha organizado la gala en su mansión?” era una duda que, si no pronunciada, al menos había sido pensada en más de una oportunidad durante aquella velada.

Bastó un golpe de la cuchara contra el lateral de su cáliz, que la había esperado allí toda la noche, para que todo volviese a donde se encontraba previo a su llegada: el violín volvió a tocar su ambiental música, las velas se elevaron nuevamente para iluminar la mesa y sus alrededores, los platos volvieron a recorrer los sinuosos espacios entre los invitados. Pese a que naturalmente la atención de los presentes ya estaba completamente centrada en su presencia la aristócrata dio otros dos golpes contra el cristal de su copa, haciendo que el vino se balancease peligrosamente en su interior. El sonoro golpeteo se expandió como un eco hacia el bosque lindante, que parecía absorber todos los sonidos para devolverlos con mayor intensidad. Aclaró disimuladamente su garganta antes de que las palabras comenzaran a desprenderse de entre sus carnosos labios.  

- Bienvenidos todos y todas a la mansión Di Médici, espero que se hayan sentido a gusto hasta este momento…¡Porque ya no lo estarán más! No, es broma, es broma - exclamó con un tono jocoso tan inusual en ella que incluso Passepartout la observó con cierta extrañeza- Es un honor para mi servir como anfitriona de esta gala que tiene como objetivo celebrar a quien fue mi competidora en las elecciones y hoy en día es una gran amiga. Ada pronto se unirá a la fiesta y nos ofrecerá un discurso de apertura pero, mientras tanto, doy por inaugurado este banquete.- finalizó con una sonrisa de satisfacción, saboreando la atención que recibía. Las explicaciones debían esperar un poco más. 

-

@ todos, muchas gracias por pasarse ❤️

Editado por Lucrezia Di Medici

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Imhotep

 

Su mirada se concentraba en la vegetación y en particular en esos hongos caldero de bruja. -Curioso.- Murmuro, mientras escuchaba el discurso de la anfitriona sobre esas intenciones ocultas, por algo este mago se encontraba aún bajo su capa de invisibilidad y se había limitado a no entablar alguna comunicación con otro que no fueran las plantas, su fascinación llegaban al borde de casi considerarse la locura. No obstante, su agudo sentido vampiro le permitió escuchar y distinguir el sonar de diferentes aves, entre ellas un Ave de Trueno, la cual no lograba divisar aún. 

 

El herbolario se encontraba sentado en la grama, ya esos estándares de la nobleza, protocolos y de más no era de su interés, y algo en las palabras de Di Medici le resonaban en su mente, algo en ese discurso no le cuadraba. Y aún así se mantuvo alejado de todos, casi como un ermitaño o un biólogo consagrado a la naturaleza, cada conversación que allí se pronunciaba no le interesaba, este material le era insuficiente para crear una nota para el diario El Cronista de Sangre. Durante el transcurso de su instancia lo único que le intereso el reino vegetal, y ahora quizás el de los animales existentes.

 

Y quizás el único pensamiento del mago ahora era ¿Por qué la gala la organizo la Di Medici y no los funcionarios del Ministerio o los mismos Dumbledore?, mientras poco a poco se clavo a donde provenía la voz de Lucrezia, la cual quizás se encontraba de los más invitados o no, esto le era difícil conocer.

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Y justo terminaba yo de entablar conversación con @ Hecate Engosvezhof  cuando todo entro en silencio, cual si hubieran regado un Silencius masivo. A partir de ahí todo fue un ejemplo de exhibicionismo y ostentación por parte de la que había organizado el evento. Seguía sin entenderlo, no es que la Gala era en honor a mi prima Ada. Entonces que hacia esa pava real de Lucrezia robándose los reflectores. Supongo que con la rubia casi servía el dicho de que podía subirse a su ego y lanzarse que era muerte segura. Y la verdad es que no repare en nada de su muy poco original descenso, sino que me puse en modo incordio. Primero deje mi lugar al lado de la Rambaldi y dado que bajaba lentamente saque del bolsillo algunas bombas fétidas. Como todos, inclusos sus elfos domésticos estaban mirando a la italiana me fue fácil ubicarlas en ciertos lugares. Por suerte era suficientemente ingenioso como para hacerles un detonador mágico afín a mi magia. Un simple hechizo y eso bastaría. Claro después me puse cerca de la mesa...y saqué de un bolsillo un artefacto modificado. Uno que cabía en la palma de mi mano. Pudiera decirse que parecía un muñeco anti-stress pero al apretarse este dejaba salir un sonido interesante amplificado por un Sonorus. 

Así deje a @ Lucrezia Di Medici la suerte de realizar su performance…logro llegar a la mesa sin contratiempos y reclamo la atención de todos para si con dos toques a una copa de crista. Supongo que ahora tocaba el discurso. Sonreí y un alegre brillo en los ojos hizo patente que ya se acercaba el desenlace. Y mira tú...justo ella misma me ayudaba pues cuando anunciaba que sus primeras palabras eran una broma simplemente espere a que continuaran...Así en su continuación verbal sus palabras fueron acompañadas con un sonido inusual. Y para colmo parecía venir de ella. 

Si...ese objeto que ahora apretaba y que estaba hechizado para que su sonido se amplificase era una máquina de pedos. Así que el primero en oirse fue unlargo largo....PRUUUPPPTTTSSS....que acompaño el final de su discurso y para colmo como el objeto activaba el encantamiento mágico en el…pues las bombas fétidas al lado de la mesa comenzaron a estallar.

-Ehhh Medici....-dije mirándola de frente y sonriendo. -Algún problema de gases??? Acaso no tomaste tu probiótico de hoy???

Y no es para menos ya al menos dos elfos habían caído inanimados por lo apestoso de las bombas. Que de paso...dejarían su olor en ella. Nada mal para no estar invitado a la boda. Sin dudas aprovecharia ahora la confusion para reubicarme de lugar...y desaparecer

Editado por Sean -Ojo Loco- Linmer

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Me había apartado a un lado pasaba mucho de la gente veía a ex compañeros ministeriales y no podía evitar recordar con añoranza el trabajo en accidentes, pero necesitaba un cambio de aires y un poco de tranquilidad, atender a mis negocios, atender a otras cosas y el trabajo de funcionario requería mucha más atención de lo habitual, hasta que me paré a mirar detenidamente al elfo que me servía:

- ¿Un elfo Rambaldi? ¿Qué haces aquí? -imaginaba la idea de Lucrezia... humillación por partida doble y la mujer aún pensaría que sería un gran ingenio, humillar a las familias más importantes con sus propios elfos, comprados cuando las casas fueron embargadas y subastadas al final... El elfo me miró y tironeó de un trapo sucio que llevaba encima, el símbolo del esclavo doméstico...

- entiendo, te vendieron y compraron - di un sorbo a la bebida... Arrastré al elfo fuera de todo ojos y saqué una capa de invisibilidad del morral de moke además de poner el "anillo de salvaguarda de oídos indiscretos" en el dedo meñique que se activó al instante, estaba lejos de cualquier visión e incluso detrás había una pared de piedra, con los encantamientos adecuados, nadie podría escucharnos - ¿sigues siendo leal a mí aunque no exista la casa Rambaldi? - pregunté sacando la varita del lugar en el que estaba guardada. Asintió vigorosamente - eso espero, porque ya sabes lo que te puede pasar si me traicionas ¿entendido? -volvió a asentir - compórtate como siempre. Tu nueva ama se piensa que es muy astuta, pero se la podemos jugar a base de bien - lancé una sonrisa de lado - serás mi espía, y me dirás todo lo que haga esa mujer dentro y fuera de ésta casa, si quieres ser libre ya sabes lo que tienes que hacer, ahora mis secretos te pertenecen, y ya sabes lo que pasa cuando un elfo me traiciona - debía saberlo, había indirectamente trabajado en mi Casa y aunque las deslealtades rara vez se daban entre los elfos, debía tener cuidado, ¿hasta dónde tenía la lealtad a esa bruja del demonio? No lo sabía... pero podía matarlo sin problema o incluso, implantar falsos recuerdos para librarme.

Lo que yo no sabía es que ya había personas o al menos una de ellas encima del tejado... Me había parecido oír algo pero imaginaba que sería alguno de esos bichos raros que tendría la Médici... igual que mi tía Sagitas, esperaba que ninguna se escapara de su redil.

Antes de terminar, le comenté: 

- Dile éstas palabras "calaveras bastardas" -solté una carcajada ¿cómo se lo tomaría? - ella se cree muy lista pero yo también tengo mis fuentes de información, se debe pensar que puede ocultar su bastardía para siempre, pero de todos es sabido que los bastardos no pueden heredar, al menos en mi época era así... Bien, hemos terminado e insisto, trabaja como siempre para ella 

Miré a ambos lados y saqué la capa de invisibilidad guardándola con un toque de varita en mi morral de moke, saqué el "anillo de salvaguarda de oídos indiscretos" y éste se desactivó al instante, con lo cuál se volvió a guardar en el mismo lugar que la capa. Miré nuevamente en la esquina del jardín y al ver que la gente estaba de la poca que había, charlando animadamente me integré como quién no quería la cosa. Miré al elfo y éste asintió otra vez sirviéndome el mismo vino. Imaginaba que la comida llegaría, como así fue, además de que alguien parecía que había tirado un candelabro por el ruído que había hecho...

- Latón - sonreí otra vez con una mueca burlona - si es que al final, tanto aparentar - chasqueé la lengua, divertida al escuchar las palabras del joven que se disculpaba por su torpeza al tirar el objeto.. Sinceramente, no estaba muy por la labor de entablar conversación con nadie en particular veía a muchos compañeros mortífagos, pero sólo tenía relación con ellos por el bando así que, sería muy sospechoso unirme sin más ni más así que, me senté en una de las sillas y crucé las piernas, mientras mi propio elfo me servía, y pensaba... No sabía cuánto tiempo estuve así hasta que sentí una voz particular:

- ¿ @ Sean -Ojo Loco- Linmer ? - cabeceé- vaya, me sorprende que te hayan invitado a ti... precisamente a ti, con la fama que tienes - dije mirándolo de arriba a abajo con una sonrisa, pero para sorpresa de muchos y seguro que de él, le di un abrazo- no estoy para enfadarme pero me alegra ver gente conocida, estoy harta de ver payasos, horteras y gente sin educación ni elegancia y mira ¿te lo puedes creer? - señalé el candelabro tirado al suelo - ni siquiera tiene el gusto de disimular - parecía que la lengua se me había soltado con el alcohol (? xD)- es latón y con una capa de pintura la hace pasar por oro - solté una carcajada- es hora - le dije al sirviente.

***

El ser fue directamente hacia dónde estaba @ Lucrezia Di Medici estaba cohibido y no era para menos, semejante mujerona con un pasado histórico detrás tan importante, sabía que debía tenerle el respeto que ella se merecía, en teoría, era su ama pero el elfo nunca había dejado de ser Rambaldi sólo fue a una de las mejores casas de Ottery a buscarse el pan para comer 

- Ama Di Médici, me han dicho que le diga que... - titubeaba, no quería faltarle, debía volver a la fiesta, para eso se lo había encomendado su "dueña" entregar el mensaje- me han dicho que le diga - tragó saliva- que le diga... Calaveras Bastardas, que usted entendería...

El elfo estaba atacado de los nervios, ¿cómo respondería? Porque seguro que estaría por aparecer en la fiesta en cuánto le faltara unos detalles por arreglar.

***

- ¿Quién es el que prohíbe a quién? -pregunte otra vez a @ Sean -Ojo Loco- Linmer  estaba mirando a ver si regresaba el dichoso elfo, que parecía que se lo había tragado la tierra y yo estaba necesitada de vino - y es más, yo estoy aquí por la nueva ministra de magia, pero Lucrezia se cree tanta cosa que debió pensar que así me humillaría mucho más, pero descuida, yo también tengo mis planes... ¿matarla? - negué con la cabeza- nada de eso, nada de eso, es más divertido lo que tengo pensado hacer. Una cosa es la prohibición y otra muy distinta la rivalidad entre familias... Aunque no te niego que la familia muggle de Lucrezia, mucha de ella murió envenenada - le guiñó un ojo- para sobrevivir se tuvieron que juntar con magos, sí, una sangre sucia en origen... para que sobreviera el apellido familiar tuvieron que recurrir a otras prácticas poco decorosas para lo que significa la palabra mago...

El ser se me apareció de nuevo con un chasquido y enseguida tendió a Sean una copa para que bebiera vino o lo que le apeteciera. Pero en esos instantes la música suave de violín cesó y todos nos callamos:

Susurré al mago - verás tú la horterada - le dije, chocando su copa de vino con el mío y había acertado de lleno, negué con la cabeza divertida al ver toda la pantomina- si no sé para qué digo nada, éstos ricos -murmuré otra vez. Y había visto todo el espectáculo... Casi di con el trasero al suelo por la magia que había surgido en esos momentos porque las sillas, y los platos fueron volando a sus posiciones iniciales, menos mal que el elfo que me atendía me ayudó. Después del espectáculo que en mi fuero interno había sido genial, pero era demasiado ostentoso para mi gusto.

Escuché a Sean y no pude evitar estallar en carcajadas, casi se me cae el vino encima y menos mal que era negro, vaya, el alcohol sí me estaba afectando de verdad y eso que hasta la segunda botella gracias a mi condición vampírica seguía como una rosa... o casi. Después del tema de los pedos, no pude evitar soltar...

- Es el problema que tienen los bastardos, que nesitan en su fuero interno sentirse realmente aceptados por el resto de la familia, necesitan hacer éstas cosas sin gracia ni - hice varios gestos con la mano- buen gusto para ser aprobados por el resto de la comunidad mágica, querer darse la importancia que no tienen por ser ilegítimos, por tener una madre que es una prostituta, mancháis el honor familiar ¡sangre sucia tú y toda vuestra estirpe! - le grité a @ Lucrezia Di Medici y lo hice con un gusto que hasta había pedido dos botellas más para celebrarlo

Intenté encontrar a Sean pero, o era el exceso de alcohol que llevaba encima o el tío había desaparecido lanzando unas bombas fétidas, no pude evitar reírme a carcajadas nuevamente pero muy lejos del lugar en el que había soltado esa peste.

p.d.: sorry la edición, era poner una cursiva no he modificado nada del rol, siempre reviso los textos pero nada se me debió pasar xD leches! segunda edición, no me cuadraba una frase y le faltaba la "i" xD en fin xD tenerme paciencia jajaja

Editado por Hecate Engosvezhof

 

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No pasó mucho tiempo desde su llegada hasta que otro mago lo abordó, abandonando su conversación y acercándose a Zack decidido a saludarle. Por un momento el vampiro dudó si su olor le resultaba familiar, pero lo descifró rápidamente, no lo conocía. O al menos no lo recordaba. Y aquella habilidad que le concedía su raza lo había salvado de unos cuántos momentos incómodos al no reconocer caras. Su memoria gráfica podría no ser la mejor, pero sus otros instintos le ayudaban. Se mantuvo en silencio mientras el otro se presentaba, asegurando al final que ya conocía al Ivashkov, lo cual de no ser por la mochila de ego que cargaba siempre consigo le hubiese parecido extraño.

—Wow, por poco pensé que estabas presentándome dos personas a la vez — dijo en referencia al extenso nombre del otro que con mucha fluidez pronunció sus nombres con un indudable acento anglo-ruso. Le miró aún manteniendo su característica seriedad mientras daba un sorbo a su copa, y luego aflojó —. Un gusto— guiñó un ojo y esbozó una sonrisa —. Ahora cuéntame. ¿Me conoces por lo que dicen o por lo que has visto de mi? — interrogó curioso sabiendo que la última opción era la menos probable. Zack había estado ausente del pueblo por más de 5 años, poco se había visto de él en el mundo mágico, en ese mundo mágico. 

Mientras aguardaba una respuesta su mente se dirigió de nuevo al acento del interlocutor. Nunca había tenido mucho contacto con Rusos, pero recientemente le habían asegurado que miembros de la Orden del Fénix estaban ganando peso en la alta política rusa. El ministerio mágico de ese país estaba en riesgo de caer en manos de sangre sucias que promoverían sus intereses desde una de las regiones claves en el mundo entero, lo cual constituía un auténtico problema para su propósito como miembro de la Confederación Internacional de Magos, así como para La Marca Tenebrosa. ¿Sería aquél hombre un futuro rival al cual confrontar o un aliado en quién apoyarse?

—Tu país está en boca de ciertos grupos políticos interesados en que apacigüen sus revueltas lo antes posible. ¿Sabes algo de eso? — volvió a preguntar ya sin necesitar que el otro le blanqueara su procedencia. Tal vez estaba al tanto y tendría información valiosa para ayudar a Zack a entender cómo estaban las cosas allá. Tal vez había espacio para inmiscuirse en la política de ese país y asegurar que el próximo ministro fuese tan mortífago como la nueva ministra londinense. 

Mientras aguardaba su respuesta, dirigió la mirada más allá de su acompañante para encontrarse con los ojos grises de Pik, un viejo conocido al que curiosamente todavía tenía pendiente conocer a fondo. En cuestión de segundos el Slytherin acortó distancia entre ambos y se aseguró de encontrar un espacio en la mejilla del Ivashkov para plantarle un beso. Zack lo recibió con una sonrisa sin tener tiempo de devolverlo.

—Bienvenido — fue lo único que alcanzó a decir antes de que el otro se presentara con Lukyan. Zack colocó una mano en la espalda de Pik y se encontró con piel a medio cubrir por lo que se sentían como pequeños diamantes que decoraban el espaldar de aquel elegante traje. No esperaba menos de sus ya bien conocidos buenos gustos.

—Así que compañeros. ¡Vaya! — exclamó con genuina sorpresa en referencia a la intervención de Pik. De haber sabido que él trabajaba en la oficina del ministro, el vampiro se hubiese ahorrado el protocolo de asistir a esa gala solo para buscar quién lo ayudara a hacer su trabajo. Antes de poder recibir una respuesta, una bruja se unió al grupo atrayendo la atención de los otros tres. Pero el más privilegiado fue Zack, quien inmediatamente ganó otro beso a modo de saludo.

—Reina... deslumbrante como siempre — dijo recorriendo a Alyssa con la mirada. Su silueta encajaba perfectamente en aquél vestido rojo, en perfecta combinación con su cabellera que ondeaba con las suaves ráfagas de viento en aquél jardín. Era una diosa por cualquier lado que se la viera, ahora entendía por qué Pik se aseguró un matrimonio con ella. Aunque eso ahora no pareciera ir tan bien. —. Es un gusto verlos juntos de nuevo. Y qué privilegio disfrutar de su compañía — aseguró mirando a su derecha donde tenía a Pik y luego a la izquierda donde ahora se posicionaba Alyssa. Claro que su comentario apuntaba a intentar aclarar el panorama de la pareja. Con Pik siendo un penal y Alyssa ocupando su vida con asuntos más interesantes que un marido ausente, ya no tenía del todo claro si seguían juntos. 

Zack dio un nuevo sorbo a su copa ya para acabarlo y desvanecer el cristal en sus manos con un zumbido. Aquello rápidamente se transformó en una reunión de amigos y Lukyan observaba tranquilamente la dinámica del trío quizás ya intuyendo los problemas maritales de la pareja, la tensión sexual entre los dos hombres, y las miles de historias que los tres compartieron como para tener la confianza de dar paso a saludos tan genuinamente cálidos y un ambiente tan distendido como casi familiar.

@ Lukyan A. Volkov  @ Pik Slytherin Macnair  @ Alyssa Black Triviani

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- Recuérdame por qué estamos aquí - murmuré a @ Sagitas E. Potter Blue , mientras nos adentrábamos en los terrenos de la familia Médici. Nunca había estado allí, pero apreciaba como los terrenos habían sido especialmente engalanados para la ocasión: la fiesta en la que @ Ada Camille Dumbledore  tomaría posesión como Ministra de Magia. Supongo que ese era el motivo por el qeu estábamos allí: acompañar a la prima en tan importante momento.

 

Vestido con zapatos, pantalón y camisa negros, lo que más destacaba era la chaqueta, de color dorado, llena de ribetes bordados en color negro. Además, también tenía una máscara, aunqeu no la llevara puesta. Por qué había elegido un baile de máscaras? Aquello me hacía desconfiar, y al ver la cantidad de asistentes, me detuve, receloso. Sagitas, que caminaba sujeta a mi brazo, seguramente notó como me tensaba.

- Hay mucha gente. - murmuré...algo obvio. - no me gusta.

 

Y la mayoría me eran desconocidos. 

- @ Sean -Ojo Loco- Linmer  está por algún lado - dije. Justo en ese momento las luces se apagaron, y un gran ave de trueno dio paso a la anfitriona, que daba inicio a la fiesta con un escueto discurso. Al contrario que aquel día en el Atrio, @ Lucrezia Di Medici  se había vestido para la ocasión. - Menos mal qeu llegamos justo a tiempo. - susurré, como si aquel fuera el mayor alivio de mi vida, bromeando.

 

Alcé la cabeza al oir gritos airados, frunciendo el ceño. Conocía esa voz, aunque tenía la sensación de que hacía siglos que no la oía.

- Helike - murmuré, mirando a Sagitas, mientras la vampiro venía de bruces contra nosotros. la sujeté para que no terminara por el suelo. - @ Hecate Engosvezhof  Heli, ya vale. Es pronto para que ya estés asi.

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- ¿Eh? - de un momento a otro parecía que había perdido el equilibrio - ¿qué ha pasado? - por un momento a otro se me había ido el santo al cielo, literal. La cabeza se me fue un momento y parecía que no controlaba el movimiento si no fuese que casi me caigo de bruces al suelo, pero eso sí, las dos botellas que me había apropiado no las soltaba ni con aceite hirviendo... No sabía qué pasaba con la lengua que estaba más suelta que muchas veces... Había que decir que, mientras seguramente Lucrezia masticaba las palabras que le había soltado, yo miré a @ Matt Blackner como había siglos que no lo hacía y me agarraba para que no me cayese... muy considerado, sí

- Anda, hombre lobo - le hice morritos, susurrándole en la oreja (me estoy descojonando mientras escribo ésto jajajajaja)- ya está el aguafiestas éste, aunque... bien mirado - le miraba de arriba a abajo - ni tan mal, oiga, ni tan mal... car-iii-ñooo - no, no dejaba las botellas y mientras le abrazada le planté un pico en los morros y ¿Sagitas? Cabreada, seguro... algo de lo que me satisfaccía enormemente- ¿pronto? es temprano todavía... y para algunas cosas, sí aún es temprano - dije con una mueca burlona, sabía que con esa voz y con esa intención captaría el mensaje para ponerlo colorado y así sacármelo de encima... Aunque seguramente cayese de bruces al suelo, farfullé:

- Varita- bajó desde la muñeca ¿no estaba en el portavaritas? ni me acordaba, acerqué una silla y me senté. Quería sacármelo de encima pero no por nada si no por la de su seguridad y Sagitas, con tantos compañeros cerca seguro que se había preparado alguna bien gorda, como la del Atrio y yo tampoco es que estuviese en condiciones para lanzar una maldición como era debido o un hechizo de protección... seguramente al día siguiente, tendría un dolor de cabeza terrible... y a lo mejor mataría a alguien por descuido y no era el plan:

- ¿Qué, buscándote a otra vampiresa que te caliente la cama? - "¡¡Heliiii!!" una voz interna avisándome con la voz de mi hermana melliza - y no soy esa que dices... murió hace tiempo, desde que pediste el divorcio, desde que no entiendes ciertas obligaciones y además - dije con voz oscura y sombría - soy he-ca-te - pronuncié bien las palabras para que las escuchara- con la hache, muda ... normalilla... lo que me sorprende es que estés en éstos eventos de alto copete como éstos... ¿te vas a cazar a esa bastarda? -señalé a @ Lucrezia Di Medici seguro que estaba flipando más que nunca - o ¿sangre sucia, si gustas? - le dije con una sonrisa y alzando otra copa elevando los hombros- salud! - di un trago y continué -es un buen partido hay que reconocerlo... no está tan mal para ser quién es, hasta alguien como yo me fijaría - sonreí burlona- oro, belleza y poder... y sirve para un buen rato... lo malo es que es sangre sucia, eso es lo malo, nunca me lo he planteado con una mujer pero seguro que no está tan mal... -y sin poder evitarlo, estallé a carcajadas- hay, dioses - maldije- lo que hace el alcohol... saca esa cara de muermo y diviértete un poco - fui hasta una de las mesas, le puse una buena cantidad y con otro aireo de varita, se la hice llegar- ¡relájate hombre! -me acerqué un poco más- si quieres, te relajo yo más tarde - terminé por decir en un leve susurro

- ¡Felicidades a Ada Camille Dumbledore por su nuevo cargo, espero que lo honre y nos lleve de vuelta a la gloria! ¡Salud! - esperaba al menos, no hacer el ridículo en ésto último, esperaba además, que el resto de invitados se uniese al brindis

Matt al rescate! jajajajaja madre mía! creo que es la primera vez que roleo a Heli borracha ajajajajajajajaja

 

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Evidentemente la opción más lógica sería abandonar el lugar. Esa broma podría costarme muy cara, y más si se me acercaba @ Lucrezia Di Medici  sin antes bañarse, ya suficiente con el par de elfos desmayados por el mal olor. Pero los eventos no quedaron ahí, la abrazadera de Helicate, al parecer no necesitaba de venenos y dagas para ir por la cabeza de la rubia italiana. Y sus palabras no dejaron ningún desperdicio. Mira que venir a un evento de estos para enterarse de chismes de altos kilates. 

Aprovechando que el caos se había generado alrededor de la Medici, y que los ojos rodaban desde la rubia a la Rambaldi me oculte y del morral saque mi disfraz anterior. Con un antifaz decente y mis piernas al aire con esa falda escocesa estaba como nuevo, así que pretendo salir pero los acontecimientos no se detenían. Heli intento dejar la escena de forma no muy oportuna solo para caer en los brazos de...Matt?. Vaya eso de morrearse frente a @ Sagitas E. Potter Blue  me traía buenos recuerdos. Claro después se puso a desvariar pero confiaba en el pelirrojo para calmarla. Si en algo se había vuelto experto @ Matt Blackner era en saber manejar a la vampira. Aunque a estas altura es probable que las palabras de la Rambaldi hubiesen picado más que mis bombas fétidas a la Lucrecia. Y con el temperamento italiano llovería dagas por la espalda en la noche. No todas las noches le dicen bastarda a la jefa de una de las principales familias romanas.  Me gustaría quedarme a ver co seguía la TELENOVELA pero tenías otros asuntos entre manos.

--Espero que @ Ada Camille Dumbledore me llegue a perdonar. 

No quería que la festividad dejara mal parada a la nueva Ministra, esto era simplemente mi vendetta irlandesa.

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