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Gala de Celebración


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Mansión Di Medici.

Observaba la escena desde la distancia, disimulando su deleite ante el espectáculo de opulencia y exquisitez que se había desplegado ante sus ojos⸺la luna llena, alta y resplandeciente, parecía hacer eco a los destellos plateados de su propia máscara, que apenas cubría sus ojos, con delicados filigranas que evocaban las ramas entrelazadas de un viejo sauce, mientras que su vestido, era un largo atuendo de terciopelo negro que abrazaba cada curva con precisión estudiada, tenía detalles bordados en hilo dorado que brillaban bajo la luz púrpura de las antorchas flotantes, y para coronar el atuendo, llevaba una capa sobre los hombros que apenas rozaba el suelo, dando la impresión de que flotaba con cada paso que daba, como una sombra elegante pero peligrosa.

Uno, dos, tres, comenzó a contar.

A lo lejos, los invitados ya comenzaban a ocupar sus lugares en la enorme mesa de nogal, cuyas velas suspendidas en el aire creaban una luz íntima, como si el resto del mundo no existiera más allá de esa burbuja de lujo y misterio. Había algo en la disposición de todo aquello, en la meticulosidad del evento, que le recordaba a ella misma⸺debía admitirlo, @ Lucrezia Di Medici  nunca decepcionaba con sus pomposos eventos, cada detalle parecía tener un propósito, una narrativa oculta, un mensaje sutil para quien supiera leer entre líneas, y precisamente era ese misterio, el que lograba atraer la atención de una bruja como ella.

Al paso se hizo dueña y señora de una copa de vino tinto, manteniéndose en silencio y alejada de las personas⸺le gustaba vigilar desde lejos, calculando cada movimiento con precisión, hasta que sus ojos captaron una figura que llamó por completo su atención: @ Eobard A. Black Lestrange , su esposo, y su enigmática forma de vestir.

Con elegancia innata, la bruja Rosier avanzó por el sendero alfombrado de púrpura, dejando que el sonido de sus tacones marcara un ritmo suave sobre la madera⸺los elfos domésticos, vestidos con sus pajaritas y guantes blancos, hacían una reverencia a su paso, pero ella apenas los notaba. Su mente estaba demasiado ocupada en las posibilidades de la noche, en las alianzas que podrían forjarse o destruirse en cuestión de palabras, de miradas, de sonrisas bien colocadas, pero sobre todo, atenta a cualquier figura indiscreta que se atreviese a pulular alrededor del mago.

Era un juego peligroso, eso es cierto, pero uno que Juliette no solo disfrutaba, sino en el que sobresalía⸺cuando finalmente llegó cerca de la figura masculina, sus dedos acariciaron las finas hebras oscuras de su cabello con una mano mientras que la otra mecía elegantemente el líquido carmín dentro de la copa. No necesitaba un sonido para darse a notar, las notas dulces de su perfume, y esa aura oscura natural que emanaban de ella, eran suficiente como llamar la atención de cualquier comensal. 

Sin embargo, él era un caso distinto.

¿Disfrutando del espectáculo, querido? ⸺murmuró con elegancia, en un tono lo suficientemente alto como para capturar la atención del mago.

Sabía que él entendería el doble sentido de su comentario, y es que no solo se refería a la fastuosidad de la gala, sino también al teatro político que se desarrollaba ante ellos, y es que nada escapaba a sus ojos entrenados, cada detalle que recogía sería útil más adelante para sus bien guardadas intenciones en Inglaterra. 

Miró a su esposo una vez más, notando cómo el destello de las velas jugaba con los colores en movimiento de su máscara, como si los misterios del universo se desplegaran ante ella. Eobard no solo era su compañero en ese juego, sino también su rival más cercano en términos de inteligencia y astucia. Y esa noche, como tantas otras, ambos estarían en perfecta sintonía, moviendo las piezas de un tablero que solo ellos conocían.

Luces muy apuesto, por cierto… aunque no me dijiste que vendrías. ⸺dijo con una vocecita acusatoria.

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Fokker Cygnus

Fokker llegó a la mansión con la misma actitud despreocupada de siempre, olvidando algo importante, aun estaba montado sobre la moto, del cual hacia rugir el motor, ante la mirada atónita de algunos elfos y las personas que ya estaban en el lugar. Llevaba una chamarra de cuero, camisa, pantalón y zapatos oscuros, muy habitual en él pero totalmente discordante con el entorno.

Se presentó ante los elfos domésticos con un saludo distraído y aburrido, sin tomarse la molestia de ocultar que no tenía ni la menor idea de quién era quién en aquel evento. No conocía a nadie y, para ser sincero, no tenía ni interés en hacerlo. Seria el encargado de ofrecer algún numero musical, así que saco la vieja guitarra del estuche sostenido en la parte posterior de la moto que desapareció de inmediato. El lugar estaba lleno de gente elegante, aristócratas que conversaban con aire de importancia, mientras él miraba a su alrededor, sin poder evitar sentir que estaba en el lugar equivocado.

<<¿Qué demonios hago yo aquí?>>, pensó, mientras se dejaba caer en uno de los asientos de afuera, observando los vastos viñedos que rodeaban la propiedad.

Después de un rato, Fokker decidió que era hora de hacer lo suyo. Sacó su guitarra de la funda y empezó a caminar por la mansión, buscando un buen sitio para tocar.

<<Al menos si toco, pareceré menos perdido>>, pensó, aunque la idea de tocar para aquella gente no le emocionaba mucho.

Mientras caminaba por el gran salón, sus ojos se posaron en un candelabro enorme que colgaba del techo, una pieza majestuosa que debía costar más que su moto. Con una sonrisa traviesa, decidió probar un acorde. Apenas rasgó las cuerdas de la guitarra cuando el candelabro comenzó a temblar, y antes de que pudiera reaccionar, la imponente pieza se desplomó al suelo con un estruendo.

—¡Eh, no fui yo! —exclamó el pelinegro, levantando las manos como si pudiera detener las miradas que se volvían hacia él. Pero en el fondo, sabía que no había sido su culpa...

<<¿Qué diablos acaba de pasar?>>, se preguntó, con el corazón acelerado. Había visto algo, algo que no tenía explicación lógica, tal vez un espíritu. Un escalofrío recorrió su espalda, y mientras retrocedía asustado, chocó torpemente contra una de la personas que se agolpaban al ver lo ocurrido. Al girarse para disculparse, vio que había golpeado a una joven.

—Lo siento, no te vi... — dijo mientras se giraba, intentando recomponerse con una sonrisa nerviosa. Aunque la máscara ocultaba el rostro de la joven, algo en su postura le resultaba extrañamente familiar.

<<¿Será @ Sherlyn Stark ?>> pensó observando cómo se movía con esa elegancia característica que siempre había notado en ella. Dudó por un segundo, pero no pudo evitar preguntar sabiendo que ella no lo entendería —. ¿Eres tú?

Cambio de inmediato su expresión a una de sorpresa

—¿Tú también viste... eso? —preguntó Fokker, señalando el lugar donde el candelabro había caído, aún con los ojos un poco abiertos por la sorpresa.

La joven lo miró completamente confundida, arqueando una ceja bajo la máscara.

—Este... perdón —dijo Fokker, rascándose la cabeza —. Es que... vi algo raro, como un espíritu o algo así, y luego, bueno... pasó lo del candelabro. No fue mi culpa... esta vez.

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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kRRKjq1j.gif         "Perdón por la sangre derramada xD "

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Podía estar concentrada en escaparse de la gente o del bullicio aún en ciernes, pero no podía escaparse del fino y agudo chillido de un elfo, aunque no fuera dirigido hacia ella. Se giró para observar a la pobre víctima que, aunque tras una máscara ella y, obviamente el elfo, conocían muy bien. Levantó una ceja, el local que acusaba de destruír era no solo propiedad de la anfitriona, cosa que ella no recordaba, sino también de su cuñada. Kimberly le había comentado que había estado allí para una degustación y había sido muy agradable la velada.

Se giró, ella no había querido interrumpir a la pareja pero el elfo no había tenido empacho en ello, y Darla agradecía que pudiera disimular su risita tras la máscara. En verdad, no sabía para qué se la había puesto tan temprano si el “balo in masquera” sería luego de la cena. Lo que la llevó hacia lo otro que la apabullaba ¿tendría que tener un elfo pegado a su espalda sirviéndole apenas bajara dos centímetros su copa? En verdad detestaba eso.

Y hablando de cosas que detestaba, el conocer solo a la Ministra y a Cillian, al que no quería interrumpir en sus galaneos, la llevó a pensar que quizás luego de tantos años el mundo mágico no había cambiado… nada… bueno, algo sí había cambiado, el aroma a jazmines comenzó a inundar el lugar.

La pelirroja se preguntó si la anfitriona habría hecho llevar decenas de ramos al lugar, en el momento que se volvió hacia el origen, sonrió al reconocer que era el perfume de una rubia con exquisito vestido violeta. Una sonrisa se coló en sus labios, que humedeció discretamente antes de saludar a la rubia y su acompañante.

—Una Dumbledore seguro, no sé si la bella que muchos esperaban, ya que la Ministra aún no se hace presente —bromeó la vampiresa, no podía darse el lujo de reconocer que si fuera por ella no vendría pero que en su embajada le habían sugerido que  más vale que se hiciera presente, pero desvió sus pensamientos tras la barrera oclumántica e hizo un amable gesto de salutación hacia el caballero que le estaba siendo presentado y menos mal que levantó una barrera oclumántica porque por poco se ahoga ante el comentario tras la presentación, un grupo que ataca mansiones, la Selwyn, sonrió más.

Encantada Monsieur Volkov —tendió la mano hacia él y luego observó con sincero afecto a la rubia —entiendo lo que dices, el hogar de una familia conocida ya ha sido atacada dos veces, han incendiado y dejado pintadas por todas partes, solo destrozan —negó con expresión de pesar, claro que ambas hablaban de distintas situaciones, ella no había querido romper nada en la Selwyn, al contrario de lo que los mortífagos habían hecho en la Evans McGonagall, sus ojos volvieron a posarse en el mago cuyo nombre le parecía extranjero —espero no se esté llevando una mala impresión de nuestras tierras —agregó Darla asumiendo que el amigo de Eliah era extranjero, por su nombre.

Algo hizo que un estremecimiento recorriera su columna vertebral, fue leve, como la sensación de que te rocen con una pluma, buscando el centro de tus cosquillas. Pero era algo diferente, no supo definirlo y no se atrevió a extender su mente en búsqueda del origen, no quería equivocarse y bajar más la guardia.

—Es una pena mi querida Eliah, esperemos que nadie ataque la gala de Ada, su madre es mi sobrina favorita y no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño —comentó intentando volver a la charla luego de unos breves segundos de desorientación.

@ Eliah Selwyn R.  @ Lukyan A. Volkov

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Por una parte, era genial de tener a @ Lukyan A. Volkov  allí con ella, ambos sabían que eran del mismo bando y si pasaba cualquier cosa sabía que estarían el uno para el otro para defenderse. Aunque también contaba que fueran mas mortifagos para estar vigilantes por si pasaba algo, aunque ella estaba por el momento tranquila, no la apetecía tener que lidiar con más ataques por el momento.

Escuchó el comentario de la @ Darla G Dumbledore que tenía delante, y una media sonrisa puesto que parecía que aquella mujer de cabellos rojizos se estaba infravalorando bastante. Ojalá pudiera hacer algo para que no pensará de esa forma de sí misma, pero quizás ese menosprecio hacia ella misma era por que había sufrido bastante, o eso pensaba la Selwyn.

—Al menos si eres la que yo esperaba...—susurró disimuladamente esperando que lo escuchará ella mientras tomaba una copa de uno de los elfos que paseaban por allí con bandejas. Al menos las presentaciones entre el mago y la bruja iba bastante bien, así ninguno de los tres estarían solos en aquella velada y por otro lado seguro que Lukyan alejaría a algún que otro mago molesto que  no la interesara a la Black.

—Si, la verdad que menos mal que tengo a mis elfos...y gracias a la magia pude reconstruir algunas cosas, pero...me va a tocar viajar a España a por mi perfume favorito...—suspiró recordando aquello mientras prestaba atención a la pregunta que había lanzando la Dumbledore al Volkov, si aquella mujer supiera lo que en realidad escondía el extranjero se sorprendería bastante, a pesar de que allí casi todos eran de otros lugares muchos de ellos compartían los mismos ideales.

Se quedó observando un poco la fiesta dándose cuenta de que había llegado mas gente a la gala, aquello se estaba animando pero agradecía haberse apartado con aquellas personas puesto que no era mucho de grandes multitudes. Cuando volvió la vista de nuevo a la vampiresa pudo comprobar que había disociado por un momento, frunció el ceño levemente para luego volver a una expresión mas normal en su rostro. ¿Que la había pasado a la bruja para que pareciera que no estaba allí? 

—Y Si alguien ataca estamos el ministerio de magia para defenderla, nadie toca a mis amigos, además como bien ha dicho Lukyan, esta él para protegernos si algo ocurriese, te lo agradezco mucho Volkov—Dijo sinceramente al mago por aquellas palabras, parecía que se había activado algo dentro del mago que quería protegerla al menos a ella y seguramente a Ada, pero Eliah por su parte protegería a Darla, aquella bruja estaba despertando algo en ella y por un lado la rubia quería protegerla de cualquier cosa que ocurriese.

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—Es nuestra— murmuró aliviado mientras leía la invitación en sus manos. 

Se refería a que la nueva ministra de Londres pertenecía a las filas oscuras. No tenía idea de la historia de aquella mujer, si honraba correctamente los ideales mortífagos o si alguna vez había tenido un desliz siendo miembro de la orden del fénix como muchos tantos, pero sí recordaba su nombre de una lista secreta que llegó a su poder gracias a la gestión de su astuto elfo de servicio. Zack había pedido los nombres de quienes hoy formaban parte de la Marca Tenebrosa y recibió la información en un panfleto que se quemó en sus manos poco antes de avanzar con la lectura de la invitación a la gala de celebración de la nueva ministra. 

Como miembro de la Confederación Internacional de Magos, intentó aunque sin mucho éxito seguir las elecciones de cerca, esperando que el candidato elegido estuviese del lado correcto de la historia. Ahora que tenía plena certeza de que así era, el trabajo seguía por otro camino: alinear los esfuerzos con su oficina para que los muggles nunca más volvieran a ocupar un lugar predominante en la sociedad mágica y coordinar la estrategia con otros ministerios mágicos para que aquellos mandatarios mundiales sospechosos de colaborar con la Orden del Fénix desaparecieran del panorama mundial dando paso a que otros magos oscuros ocupasen sus lugares como tomadores de decisiones en la alta esfera política.

Su trabajo estaba claro, el objetivo estuvo bien delimitado desde que se le nombró director de asuntos políticos de la CIM. Ahora solo restaba poner manos a la obra para entregar resultados. Se lo debía a La Marca Tenebrosa, tenían que recobrar el dominio no solo de Ottery sino del mundo entero, mágico y no mágico también.

---

El día de la celebración Zack arribó a la mansión Di Médici tal cual lo indicaba la invitación. Vestía con un traje elegante negro con algunos detalles en color burdeos que resaltaban mientras el vampiro seguía el sendero iluminado hacia los jardines. Como era de esperarse, el evento contaba con todas los elementos extravagantes que evidenciaban una gala de alto nivel que quedaría para la memoria en este nuevo periodo del ministerio londinense. 

Se saltó intencionalmente la estación donde un elfo inmortalizaba a través de fotos al resto de los invitados, y continuó caminando recordando que no llevaba su máscara. Claro que no podría usar aquellas que portaba cuando salía de asalto a honrar a su bando, así que pasó la mano frente a su cara para colocarse apenas un antifaz plateado también con burdeos en perfecto juego con su atuendo. Dejaba al descubierto su mentón marcado más allá de la barba que había tenido que "recortar" a través de la metamorfomagia poco antes de salir. EL castaño había cuidado cada detalle de su aspecto, como era de costumbre. Estaba preparado para deslumbrar, aunque el objetivo de su presencia en aquella gala era otro. 

Tal vez la ocasión no era la mejor para comenzar a trabajar en los objetivos que había marcado a través de su cargo en la Confederación Internacional de Magos, pero sí el momento perfecto para enlazar con otros magos y brujas que más adelante pudieran ayudar con sus cometidos. Y qué mejor forma de comenzar que con el staff de la nueva ministra de magia. Tal vez alguien ahí podría ser designado por ella para acompañarlo en este proceso. 

—¡Eh, aquí!— llamó a uno de los elfos que servían tragos y tomó el contenido de una copa para vaciarlo por completo en otra a medio llenar —necesitaré más que solo una — aseguró mientras se quedaba solo con la segunda copa y daba el primer gran sorbo. Si no se ponía a tono se aburriría en cuestión de segundos con tanto protocolo y parloteo de bienvenida, por lo que una buena forma de entrar en ambiente era a través del alcohol, mientras esperaba escuchar alguna conversación donde pudiese identificar alguien de la oficina de la ministra. 

Comenzó a caminar entre los grupos de gente a medida que se llenaba el lugar. Tal vez vería alguna cara conocida o tal vez alguien lo reconocería a él y se acercara para una breve charla. Reconocía que tenía que estar más abierto a esos entornos sociales, se estaba esforzando, por lo que su trabajo y la Marca Tenebrosa eran la excusa perfecta para animarse a conocer más gente y luego usar esos contactos para su beneficio. 

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El vampiro por aquella ocasión tan especial como era la gala de celebración y presentación de su prima @ Ada Camille Dumbledore  había elegido un vestuario diferente al que solía llevar. Había ido allí para presentarle sus respetos a la nueva ministra y para molestarla un poco. El cainita se llevaba bien con Ada, solo que lastimosamente no eran los mejores amigos aun, ya que ambos se la pasaban inmersos en sus trabajos y poco salían a hacer alguna otra cosa. Aunque claro estaba, el vampiro solía estar mas cerca de la Dumbledore de lo que ella podía imaginar, ya que sin que ella se diera cuenta solía vigilarla por petición de su tío. El Ragnarok sonrió, la verdad es que la chica solía meterse en algún que otro problema, pero hasta ahora, no había sido nada grave y el no había tenido que intervenir, aun así, gracias a la metamorfomagia que dominaba el vampiro podía disfrazarse y hacer lo que quisiera.

 

El Ragnarok mostro la invitación como estaban haciendo los demás que llegaban a la gala. Era la primera vez que entraba en la Di Medici, jamás había tenido ni la curiosidad ni el interés de saber como era aquella gente y mucho menos saber lo que había dentro de la mansión, El hijo de la noche prefería la paz y tranquilidad de su mansión, una que no era tan ostentosa como aquella en la que ya estaba recorriendo los pasillos rumbo al lugar donde debería aparecer su prima.

 

Miro de reojo el lugar en un radio de 360 grados observando a las personas. reconoció a su tío de lejos junto a Selene, su prometida. se movió unos pasos y observo a @ Eliah Selwyn R. , un a peculiar chica que había conocido gracias a su ahijada Leslie y con la cual a penas había tenido alguna que otra palabra mientras investigaban el ataque de la criatura. Tomo un trago de la bebida que uno de los meseros le había dado y siguió recorriendo el lugar sin darle mucha mas importancia a lo que tenia a su alrededor mas que a la gente que se estaba aglomerando allí.

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Estaba disfrutando de lo lindo, caminando sin ninguna prisa hacia el sitio del acto principal, dejando que las tribulaciones de la noche hicieran lo propio. Se sentía como las pocas veces que había tenido que ir de encubierto para alguna misión de la Marca Tenebrosa. Pero esa noche no era el caso, ¿o sí? Estaban en terreno neutral, por así decirlo, pero nunca se podía ser demasiado cauteloso. Incluso, en tiempos de paz.

Rebuscaba un poco en la manga del saco, para asegurarse que llevaba consigo la varita de nogal negro, el predecible, pero favorito escondite que le disponía para evitar tener que llevarla a la vista. 

El sonido del metal impactando contra el suelo llamó su atención, estirando ligeramente el cuello para ver de qué se trataba, pero desde dónde se encontraba, poco podía ver. Eso sí, alcanzaba a distinguir a una joven ( @ Sherlyn Stark ), que le era vagamente familiar. Su memoria estaba revuelta, y con justa razón, pues habían sido diez largos años fuera de la vida pública británica. Estaba próxima a la entrada, conversando con un mago desconocido para él, pero que se caracterizaba por llevar una guitarra.

Avery, ¿de los Avery que, en algún momento estuvieron en el famoso Club de las Eminencias? ⎯ le preguntó a la chica, haciendo una ligera venia a manera de saludo. No tuvo que usar la Legeremancia, pues había escuchado a los elfos pronunciar su nombre, poco después de ingresar a los terrenos ⎯. Lo siento, es que he escuchado el apellido, y es natural que suene algo familiar. 

Al ser un entusiasta de la Historia de la Magia, conocía a la perfección muchas de las historias familiares, aunque las más recientes le costaban un poco, más aún, con las nuevas fundaciones y reinstauraciones de apellidos que estaban tomando lugar. Sus cavilaciones se vieron interrumpidas, para su gusto, por el sonido de un par de tacones. Agudizó el oído, pues no era el taconeo habitual, reconocería ese patrón de movimiento en dónde fuera. 

Sonrió de lado, girándose en el momento en que las notas del perfume fueron lo suficientemente próximas como para saber que su esposa se encontraba ahí. Aún con toda la temática de la mascarada, le alegraba saber que había logrado reconocerlo, aunque tenía sentido, considerando que varias ocasiones le vio utilizar ese mismo disfraz para pasar desapercibido, irónicamente, con un atuendo que llamaba más la atención que nada. 

Me conoces lo suficiente para saber que nunca paso de un lugar en primera fila, querida ⎯ repuso, sorteando el último metro que los separaba. Escuchar su voz era como desconectarse un momento de la realidad, un pequeño momento íntimo ⎯. Cautivadora, como siempre. La próxima vez, no me dejes a mí elegir mi propia vestimenta. 

El elogio sobre la apariencia de Juliette no era un mero producto de lo que sentía por ella. Desde antes de que se casaran o comenzaran a salir juntos, la Rosier siempre había tenido un buen gusto para la moda, y desde luego eso atrajo la mirada del Black Lestrange, que era muy taimado para ese tipo de cosas. 

Chasqueó la lengua cual culpable cuando su esposa le mencionó el no haberle dicho que vendría. Resopló, preparando la respuesta, mientras extendía la diestra con la foto que momentos antes le habían tomado. 

Tampoco sabía si vendría, sabes que este tipo de eventos suelen ser muy...impredecibles. Pero, seamos sinceros, ¿te habría gustado salir al lado de tan peculiar individuo? Aunque ahora que estás aquí, quizá podamos pedir otra foto del recuerdo.

El foco imaginario en su cabeza se encendió. Desde luego, el tema de la familia Avery se había diluido de sus pensamientos por unos segundos, pero compartiría su curiosidad con su esposa, como ya hacía con los pormenores de su empleo, claro ejemplo de la familiaridad que encontraba ella en su antifaz. ¿Ella sabría algo, considerando que también pertenecía a los Sagrados Veintiocho?

Por cierto, ¿sabes algo de la historia reciente de la familia Avery, aquí en el Reino Unido? Recuerdo que existían, o existen, pero no tengo sucesos recientes muy claros. Pregunto, porque la joven aquí presente, me parece que es de la nueva generación de los Avery. Da gusto ver la reaparición de apellidos de antaño.

Rozó la mejilla de su esposa, @ Juliette Macnair , con el índice de la mano izquierda, señalando con una cabezada cordial a la invitada a la que instantes antes había preguntado sobre sus orígenes. 

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Lukyan tomo la mano de Dumbledore y le depositó un beso en sus nudillos, cuando se trataba de dar muestra de su educación, se volvia todo un caballero. Levanto el rostro con una sonrisa para ambas féminas y mientras las iba escuchando, nego ante la pregunta que le estaba haciendo la pelirroja. No sé estaba llevando una mala impresión, aquellos ataque a diestra y siniestra por ambos bandos era algo que Lukyan estaba completamente acostumbrado. ¿Qué no había sido igual los últimos diez años? En aquella fiesta era el único que al llegar iba sin máscara que le cubriera el rostro, de eso se dió cuenta mientras ambas brujas seguían hablando. El pelinegro asintió levemente ante la declaración de su compañera de bando, no había prestado atención al comentario proporcionado por Eliah, ya que sus ambarinos ojos se habían posado en un recién llegado. 

—Descuide Manquer Dumbledore, Londres est charmante —le dijo en manera de respuesta al comentario sobre la mala impresión. Seguido de eso giro a ver a Eliah para disculparse momentáneamente de su lado. 

—Tiene razón, señorita Eliah. Estamos aquí para cuidar de la Ministra Dumbledore, pero me voy a ausentar unos minutos de su lado, acabo de ver a alguien conocido que tengo que saludar —. Lukyan estaba mintiendo, al joven que desde que llegó, lo seguía con la mirada no lo había visto nunca en su vida, así que luego de despedirse de ambas féminas, camino hasta donde se encontraba esa persona. 

A solo unos 3 metros de dónde había tenido la conversación con Darla y Eliah, propicio el encuentro con Zack Ivashkov, al llegar frente al hombre de ojos azul grisáceo y piel palida se dió cuenta de la naturaleza del vampiro, en ese momento, justo antes de hablar activó su anillo salvaguarda contra oidos indiscretos que protegía la conversación que iban a tener en un área no mayor a 20 m² dónde sólo ellos dos por el momento eran los únicos que podían escuchar esa conversación. 

—Algo me decía que, hoy era el día en que te iba a conocer —. Su zurda, pasó sobre su rostro apareciendo una máscara en forma de conejo de color blanca, una pieza tan sencilla como lo era él. —Soy Lukyan ... —hizo la presentación larga con todos sus nombres y cerró con su apellido. —Volkov, encantado de conocerte. No te preocupes, se quién eres. 

No le habia dado la oportunidad que se presentará, por qué había dicho la verdad, no era necesario, el vampiro se le había presentado en una visión, ambos junto con otras personas que conocería en el futuro, iban a encargarse de algo muy importante para su bando, aunque aún no lograba descifrar que era.

@ Darla G Dumbledore  @ Eliah Selwyn R.  @ Zack Ivashkov

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Aún no tenía claro que hacia ahí.

A Pik no le gustaban los políticos y menos en la forma que hablaban, llenaban cada frase con palabras rimbombantes que ni la mitad de los presentes serian capaz de entender. No les sorprendía su facilidad para engañar a la gente, siempre que querían comunicar un mensaje daban demasiadas vueltas y al final nada quedaba claro, la confusión parecía parte de la estrategia. Aquella mansión, como los políticos, le sobraban cosas. Era tan extravagante que agradeció tener una mascara con la cual ocultara su expresión de asco, definitivamente el dinero no hacia el buen gusto.

Decidió asistir solamente porque Leah, que en la política si era una experta, le recomendó que con el nuevo cargo que tenían ambos en el Ministerio de Magia debían ir y hacer acto de presencia.

Se encontraba en los jardines de la mansión, siguiendo a los magos que llegaron antes que él. No conocía a mucha gente, pero tampoco es que se le era fácil reconocer a las personas con las máscaras que llevaban. Su mascara era negra y sencilla, solamente ocultaba la parte superior de su cara, dejando sus labios al descubierto. En realidad, muchas personas podrían decir que aquella noche había optado por una vestimenta sencilla, a la distancia no era más que un traje negro que cualquier muggle tenía en su armario, pero todo eso cambiaba si se giraba.

Le parte trasera del traje estaba al descubierto. Entre un extremo y otro habían finos hilos con pequeñas piedras preciosas que reposaban en su espalda. Con cada movimiento que hacia se podían ver sus músculos moverse y el destello de los diamantes si captaban algún reflejo de una luz. Sabía que a ciertas personas aquel traje causaría impresión, sobretodo al hombre que vio a la distancia.

No había mascara capaz que ocultara su identidad, no existía ningún otro mago con aquel andar. Empezó a acercarse y, aunque un par de personas se le adelantaron a él para saludarlo, Zack encontró su mirada antes de que Pik fuera capaz de acercarse lo suficiente. Vampiros, pensó. Se acercó a él y le plantó un beso en la mejilla, rozando la comisura de sus labios. Se quedó a su lado, escuchando la conversación.

— Un placer —aprovechó para introducirse, mirando a Lukyan al cual le sonaba de algo— eres… ¿el que trabajará también para la oficina de la ministra? —preguntó, recordando uno de los rumores que escuchó en los pasillos del Ministerio— Pik Slytherin, un placer, según tengo entendido trabajaremos juntos.

Aquella frase tenía doble sentido, él lo entendería.

 

@ Lukyan A. Volkov  @ Zack Ivashkov

Editado por Pik Slytherin Macnair
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La Ministra italiana llegó a la residencia de los Di Medici en un suntuoso carruaje tirado por aethonans, el mismo se detuvo en la entrada alineado perfectamente para que su puerta coincidiera con la alfombra morada que conducía a los invitados hacia el banquete. Un muchacho allí presente, claramente parte del personal contratado para aquella velada, abrió el compartimiento del carruaje y ofreció su mano para ayudarla a descender. La Triviani lucía un vestido de seda rojo que se adhería a su figura con elegancia, abierto en la espalda con un corte que llegaba hasta sus caderas, exponiendo apenas el costado de sus pechos ofreciendo una imagen sumamente sugestiva. Su rostro se encontraba oculto tras una máscara veneciana, cuyas plumas coloradas hacían juego no solo con su vestido sino también con su cabellera borgoña que caía en suaves ondas. 

Acompañada por su guardaespaldas, Félix, y su elfo personal quien se mantenía fuera de vista pero siempre atento a las necesidades de su ama. La Black siguió el camino alfombrado, saludando a otros invitados en el transcurso, parando para tomarse fotos e interactuar con otros miembros de los distintos gobiernos mágicos presentes aquella velada. A pesar de llevar una máscara todos parecían saber perfectamente quien era, y es que no podía esperarse menos de la Ministra de Magia de uno de los países miembros de la comunidad europea. 

Debía transmitirle sus complementos a Lucrezia, el lugar lucía increíble, la italiana no había escatimado en nada y eso se reflejaba en cada detalle de aquella gala. Finalmente llegó a donde se encontraba la mayoría de los invitados, una enorme mesa ofrecía el generoso banquete mientras que la gente se esparcía por el lugar socializando entre ellos. La Triviani tomó una copa de champagne de uno de los elfos que se paseaba por allí, con un simple movimiento de su varita hizo que la parte inferior de su máscara desapareciera dejando solo sus ojos y nariz parcialmente cubiertos, de esa manera podría hablar y beber sin problemas. 

Mientras paseaba su mirada por el lugar sus ojos cayeron sobre la familiar figura de su compañero, Zack, quien era imposible de no reconocer con tal formidable silueta. Sonrió e inmediatamente comenzó a caminar hacia él, justo en ese momento vio como un hombre se le acercaba, con su espalda apenas cubierta por unos hilos cubiertos de diamantes que centelleaban cada vez que éste se movía. Al principio no lo reconoció, pero cuando el mago se inclinó para besar al Ivashkov en la mejilla Alyssa supo de quien se trataba.

- Pik – declaró la mortifaga al llegar hasta donde los magos se encontraban – Zack, cariño, que bien te ves esta noche – agregó adjudicándole un beso en la mejilla también – Me temo que no nos conocemos – dijo la Black al dirigirse al tercer mago allí presente (Lukyan) – Alyssa Black Triviani, un gusto – ofreció su mano junto con la introducción. 

 

@ Zack Ivashkov  @ Pik Slytherin Macnair  @ Lukyan A. Volkov

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