Jump to content

Eliah Selwyn R. vs Lucrezia Di Médici - Tutoría de Duelos I


 Compartir

Publicaciones recomendadas

escenario 4.gif

@ Eliah Selwyn R.  vs @ Lucrezia Di Medici

En la intersección de dos territorios selváticos, en pleno corazón de la naturaleza, se encontraba una imponente red de cataratas. Tal vez no tan gigantesca como otras famosas en el mundo, pero esta era especial. Sus aguas se bifurcaban en múltiples direcciones, creando una sinfonía caótica de corrientes y sonidos naturales que resonaban en el aire, como un eco salvaje.

Aquel día era caluroso y húmedo, el tipo de clima que envolvería a los duelistas quienes se enfrentarían en un terreno elevado, justo frente a las imponentes caídas de agua. El rugido casi ensordecedor de las cataratas añadiría un desafío extra al encuentro, y dependiendo del capricho del viento, también podían terminar empapados. Alrededor de ellos, un círculo de árboles y arbustos envolvía el claro, junto con grandes y medianas rocas que no solo decoraban el paisaje, sino que podían entorpecer el combate.

En cuanto a la fauna, los animales parecían haber abandonado ese punto en particular, tal vez intuyendo el peligro. Sin embargo, de vez en cuando, el eco lejano de un puma selvático recorriendo el área podía oírse, añadiendo una nota de tensión al ambiente.

undefined - Imgur.png

holy knight mini banner.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Lucrezia le dio un suave golpe Razz sobre su lomo, con la delicadeza de la caricia de una madre al rostro de su niño predilecto. El hipogrifo, interpretando una orden que su jinete había dado centenares de veces en el pasado, extendió sus blancas e imponentes alas y colocó todo su peso en sus patas traseras para retomar el vuelo. El vuelo sería sin embargo breve pues era consciente de que su dueña necesitaría una forma de volver a la tranquilidad de la mansión Di Médici. La alada criatura, fiel e inteligente como pocas de su especie, se despidió de la bruja dibujando en el aire un irregular círculo sobre su cabeza antes de posarse al otro lado del risco, junto a la caída de la cascada, lugar desde el cual podría observar atentamente el devenir de los hechos sabiendo que no podría intervenir.

¿Cómo había terminado allí, a la espera de Eliah, con la promesa de un duelo? No lo tenía del todo claro pero la idea de un violento intercambio era, si se ignoraba el selvático alrededor, muy atractiva.

La aristócrata vestía en aquella ocasión su “modesto” atuendo de jinete, la única vestimenta que había repetido en más de una ocasión a lo largo de sus 30 años de vida. El conjunto se constituía de unas botas de un elástico y brillante cuero negro que se extendían hasta unos centímetros por debajo de sus rodillas, unos pantalones blancos que se ajustaban perfectamente a la forma de sus carnosas piernas y una camisa de simil color cuya soltura contrastaba con el ceñido corset azabache diseñado para acentuar las curvas de su cintura. En esa ocasión tan particular había decido prescindir de las joyas y otros complementos típicos de alguien de tan alta alcurnia, con la excepción del pequeño broche de oro que con su rubio cabello formaba una coleta que caía sobre su espalda. 

En el momento en que advirtió la presencia de su oponente dos pequeños halos de blanca luz brotaron de la contraída palma de su mano, elevándose en el aire, enfrentados por apenas unos centímetros de distancia y girando en espiral. Aquel intenso tango de diminutas estrellas materializaba a su paso la varita de la Médici, una que representaba a la perfección aspectos tan característicos de su portadora como lo eran la elegancia y la pureza: completamente blanca, el mágico artefacto estaba formada por un frío mango de mármol encantado para adaptarse a sus delgados dedos y del que nacían dos varas que se entrelazaban armoniosamente hasta unirse en la punta. La elevó en el aire con un suelto movimiento, permitiendo que Eliah admirara su belleza, una capacidad limitada por los 8 metros que las separaba...una distancia perfecta para intercambiar maldiciones.

- Me parece que me toca empezar a mi…Sectusempra - exclamó la bruja con cuidada claridad y una seguridad digna de alguien versada en el peligroso arte del duelo.

En el instante posterior a la pronunciación de aquel hechizo se formó en la punta de su varita un diminuto destello esmeralda, cuya proyectada luz se reflejó en los ojos de su invocadora, mezclándose con su azulado color natural y acentuando una expresión pasmosamente fría. El rayo salió expulsado, veloz e implacable, directamente hacia el pecho de su oponente; de impactarle, el mismo le causaría heridas cortantes lo suficientemente profundas como para necesitar una casi instantánea curación. Tanto tiempo había transcurrido desde que Lucrezia había visto a alguien sangrar que hasta el color de la sangre de quien era su oponente le desesperaba curiosidad. 

iLJRgyT.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Era una de las amigas de Ada, no podía decir que fuera la mejor pero si alguien en quien podía confiar para ciertos encargos. Aunque bueno, ella misma se consideraba la tia "postiza" de la pequeña hija de la ahora actual ministra, pero la verdad que no se esperaba que cuando la avisó para pedirla un favor no esperaba aquello. Claro que aceptó, las mujeres debían de apoyarse y según la foto que la enseño Ada de Lucrezia tenía dos grandes razones por la que acudir al lugar acordado. 

Aunque un duelo, un duelo no era lo que mas la apetecía precisamente a la mortifaga y menos quería destrozar la preciosa cara de aquella preciosa mujer que parecía tan delicada como la porcelana. Pero si aquella mujer quería desfogarse con ella porque había perdido las elecciones se iba a ofrecer perfectamente, aunque se la ocurrían mil maneras mejores: unas copas en un elegante pub con reserva vip o bueno, su cama también era un buen lugar.

La daimon apartó aquellos pensamientos, últimamente, Abrahel, su lado demoniaco y reina de las súcubos( ya que eran dos en uno) estaba demasiada asalvajada. Pero tampoco quería castigar a su otro yo  privándola de aquella propuesta. Así que se apareció en el lugar esperando que llegará la Medici, viendo con cierto hastío el lugar ¿No podía ser en otro lugar con menos humedad? pensó mientras esperaba a su contrincante que llegó de forma bastante elegante a aquel lugar.

La matriarca de la Selwyn llevaba la mitad de su pelo rubio platino recogido con un broche de plata con forma de luna y gato en honor a su familia, y vestía con unas botas negras junto a unos pantalones del mismo color para acabar con un abrigo cerrado de tono azul. Debajo de esa cazadora llevaba un corsé del mismo tono del abrigo complementado con negro. Tras ver como hacia aparecer la bruja su varita de una forma mas elegante, ella hizo lo mismo y  en su mano aparecieron unas pequeñas llamaradas que iban desapareciendo a medida que aparecía la varita de tonos negros y plateados.

—Las damas primero...—comentó antes de que lanzara el primer hechizo hacia ella para darla la entrada. Aunque rápido se hizo la Medici con sus palabras y no dudo en empezar.

Protego  Pronunció cuando la otra rubia la lanzó un Sectusempra hacia ella provocando que aquel hechizo que acaba de pronunciar la bruja de ojos azules y amarillos le protegiera de aquel hechizo de su oponente creando un escudo mágico que absorbería aquel rayo.

"Zancadilla" Pensó esta vez la Black para que con aquel embrujo aquella sensual mujer se cayera de bruces contra el suelo y dejarla ciertamente incapacitada por unos momentos. 

No quería la verdad hacerla daño, esa mujer no la había hecho nada pero tenía que darla el merito de que aquella mujer iba a por todas y no se amedrentaba, empezó verdaderamente fuerte el duelo. Solo esperaba que ambas mujeres se divirtieran y después se pudieran irse a tomar algo. Aunque un spa no estaría nada mal para volver a estar como nuevas.

o6Kvv.giftaf2WXM.gif

jyBgiYX.png

nqOolSA.gif

undefined - Imgur.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

De primeras le caía bien…o al menos se sentía representada por su rival a partir de su aparente desprecio por la humedad que las rodeaba en aquel ambiente selvático, algo que había percibido en su actitud antes del comienzo del duelo. Le regaló una sonrisa que equilibraba una impostada cordialidad con genuino placer. Sin poder comunicárselo verbalmente le agradeció a la Selwyn aquella oportunidad de dejar en un lugar apartado de su cabeza todo lo referido a su fallida aspiración electoral. Estaba claro que la Médici no estaba arrepentida de su candidatura y que había encontrado en su fracaso una oportunidad de la que podría sacar aún más provecho pero aunque lo negara su mente seguía dándole vueltas. 

Lucrezia era una persona que apreciaba la belleza de lo que la rodeaba y le daba a ello un valor destacable en su juicio de las cosas; en el caso de las personas, sabía admirarla…y desearla independientemente del género. Es por eso que en su consciente aceptaba sin ningún tipo de tapujos que la mujer a la que se enfrentaba era inusualmente atractiva, de esas cuya presencia genera a su alrededor un aura invisible que la hace destacar incluso entre la muchedumbre, incluso sin buscarlo. No permitió, sin embargo, que la intensidad de aquella mirada felina la distrajese de la situación en el que estaba envuelta. Alzó su mano con un movimiento rápido y realizó una floritura cargada de pedante elegancia. 

-Morphos.- exclamó con un dejo de infantil felicidad en su voz, una fugaz sensación que invadió su cuerpo en los instantes previos a caer de bruces al suelo. Su predilección por el uso de criaturas mágicas era bien sabida por cualquiera que la hubiese enfrentado en un duelo.

Una de las piedras cercanas, ubicada apenas a unos 3 metros de su rival, vibró bruscamente por un segundo antes de perder completamente su forma. Como si de repente se hubiesen anulado todas las leyes de la materia, aquel corriente producto de la naturaleza se alzó unos centímetros en el aire y comenzó a deformarse como si de plastilina en la mano de un niño se tratase, contrayéndose y expandiéndose, adoptando por microsegundos formas indistinguibles hasta que por fin adoptó su estado final: la de una feroz hiena dispuesta a atacar a Eliah, deseosa de derribarla con sus fuertes garras y arrancarle la aorta con sus afilados dientes.

-Incarcerous.- volvió a exclamar, reteniendo el dolor que la caída había generado en sus articulaciones para que no invadiera su voz ni afectase su pronunciación. 

Aun en el suelo y sin haberse aún liberado del hechizo, apuntando con su varita directamente a la figura de Eliah, la bruja invocó 3 cuerdas destinadas a envolver sus ojos para que no pudiese ver, su boca para que no pudiese hablar y sus muñecas para anularle la puntería. Ansiosa por presenciar el resultado de sus acciones, la aristócrata aprovechó su entrenada flexibilidad para girar sobre sí misma, moviéndose aproximadamente un metro hacia su derecha para lograr un mejor ángulo que la beneficiara. Pese a que el polvillo de la tierra sobre la que yacía tirada ya había impregnado su preciada ropa, la bruja esperaría a ver cómo se desencadenaban los hechos antes de liberarse del lazo que ataba sus pies. 

iLJRgyT.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Parecía que aquella bruja la agradecía con la mirada que se hubiera presentando en aquel lugar, ella tan solo sonrió levemente mientras empezaban a intercambiar unos cuantos hechizos entre ellas. Al menos había logrado que su hechizo la afectara y callera de bruces contra el suelo, eso al menos la agradó pero tampoco le hizo mucha gracia a la Selwyn, puesto que tampoco quería herir a la di Médici ya que era una mujer bastante elegante para estar en el suelo. 

De todas formas aquel duelo quedaría entre ellas, al menos la Black tenía la decencia de guardar secretos a no ser que fueran en su contra y no diría a nadie que tenía a Lucrezía tirada en el suelo de aquella selva, llena de bichos, humedad y calor infernal. Ahora la tocaba a ella tras ver como lanzaba un morphos a una piedra.

—Silencius— Pronunció para que el siguiente hechizo no saliera de la varita de la bruja y acto seguido fue a por el morphos que había aparecido a unos 3 metros de la chica de ojos azules y amarillos.

—Sectusempra—Pronunció de nuevo rápidamente para dirigir un rayo  hacia la hiena que se dirigía hacia ella para morderla en la yugular, el rayo impactó contra el animal haciéndole volver a la forma primaría que era una roca mientras seguía el duelo entre ambas brujas.

Se notaba que ambas se tenían respeto y al menos la tempestad estaba bastante oxidada, así que ahora mismo aquel duelo la estaba ayudando  poco  a poco a recordar como se hacia aquello. Aunque esperaba que la bruja que tenía delante no fuera muy dura con ella, puesto que suficiente tenía luego con volver a casa y pegarse una ducha después de todo el calor que estaba sufriendo en aquel lugar.

o6Kvv.giftaf2WXM.gif

jyBgiYX.png

nqOolSA.gif

undefined - Imgur.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Lucrezia no recordaba la última ocasión en la que sus ojos habían admirado la sangre brotar de una forma tan peculiar; lo hacía a chorros, como si el cuello de Eliah quisiese audicionar para formar parte de la Fontana Di Trevi. La mandíbula de la hiena había destrozado su hermosa piel; la mordida abarcaba también parte de sus hombros. Aunque para sus adentros lo negase y pese a su esfuerzo por mantener la dureza de su gestualidad aquella imagen dantesca tuvo un impacto en su actitud, dejándose por unos segundos atrapar por una nebulosa de dudas ¿Realmente todo ello merecía la pena? ¿Por qué ambas mujeres se habían expuesto a una situación así - un duelo en el medio de un húmedo clima selvático - y no estaban en ese preciso instante bebiendo unas copas en Sangiovese & Merlot y conociéndose más íntimamente? ¿Por qué sin venir a cuento le atraía tanto esa mujer aun con su rostro manchado de sangre? Tantas dudas a las que le buscaría respuesta más tarde, cuando el peligro que significaba una distracción no estuviese tan latente. 

Apenas se percibió silenciada la aristócrata pronunció para sus adentros Seccionatus mientras apoyaba su mano libre en el suelo y paralelamente apuntaba directamente a Eliah con su blanca varita, concentrando su buena puntería en un punto central de su pecho. Doce medialunas, invocadas por aquel hechizo, se materializaron en el aire frente a Lucrezia y, como si una súbita ráfaga de viento las hubiese empujado, salieron proyectadas en línea recta hacia la Selwyn. La docena de pequeños objetos de filosos bordes recorrería los ocho metros que aun separaban a ambas mujeres e impactaría repartidamente en su torso, piernas y manos, obligándola a una curación casi inmediata para evitar el perder aún más sangre. Aquella invocación era uno de los hechizos favoritos de Lucrezia y sin embargo utilizarlo contra la Selwyn era, por alguna razón que su mente concentrada en el duelo no podía descifrar, mucho menos placentero.

Gracias al impulso que había tomado apoyando todo su peso en su brazo libre y a toda una vida practicando su equilibrio la blonda italiana logró ponerse de pie con un único movimiento, destacando en su precisa ejecución la ligereza de su delgado cuerpo. En ese mismo instante percibió como las cuerdas que cubrían la boca de Eliah se tensaban, como si quisiese pronunciar desesperadamente una maldición. Las manos de Eliah habían quedado atadas a ambos lados de su torso, imposibilitándola de atacar con precisión tanto a Lucrezia como a la hiena que resistía la tentación de volver por más carne de daimon. La aristócrata palpó con rápidos movimientos los hombros de su camisa para desprender el polvo que se había acumulado sobre la blanca tela al momento de entrar en contacto con el suelo. No tardó en volver a adoptar su estilizada postura de duelo, con la varita apenas unos centímetros por encima de su rostro y sus delgados dedos sosteniendo delicadamente su varita como si de un oneroso objeto de cristal se tratase.

- Silencius - le devolvió la gentileza a la Selwyn, replicando con adrede exagerada actitud burlona el mismo hechizo y el mismo movimiento de varita que su oponente había realizado instantes atrás.

Aquel hechizo afectaría instantáneamente las cuerdas vocales de la Selwyn, impidiéndole el hablar ¿Cómo iba a continuar su rival aquel encuentro? ¿Cerraría la profunda herida en su cuello que había causado la rabiosa mordida de la hiena, quedando expuesta a recibir más ataques de los que no tendría oportunidad de defenderse? ¿Curaría los cortes que las medialunas habían abierto en su cuerpo, deteniendo el alarmante sangrado que se abría camino por su piel hasta teñir de rojo sus ropajes? Lucrezia deslizó la punta de su lengua por el contorno de sus labios, deseosa de continuar con un intercambio que comenzaba a acusar indicios de pasión. Estaba ansiosa por llevarla al límite, por verla explotar su talento. Si Eliah quería generar una impresión en la italiana debía esforzarse aún más.

iLJRgyT.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No veía nada, ni podía decir nada, aquella mujer debía de estar bastante enfadada con que había perdido para lanzarse tan extremadamente contra la mortifaga. Algo tenía claro, no volver a ser blanda por una cara bonita, pero es que no podía hacer otra cosa, la había encandilado aquella rubia italiana con su porte elegante. Maldijo para sí mientras notaba como la mordían el cuello a lo que no podía emitir ningún sonido, sino que se aguantó como pudo pues no quería mostrar debilidad.

Notaba como la sangre emanaba de ella, por desgracia ensuciaría su precioso abrigo a luz y teñiría su blanca piel de rojo sangre, la sangre no la molestaba, era poesía, pero no la gustaba que fuera la suya. Notó como impactaba las medias lunas provocándola más heridas en su cuerpo, bufo solo con la nariz desesperada un poco por todo aquello, pero solo tenía una salida.

Al menos esperaba que la llevara a San Mungo después de aquello, y que llevara su abrigó a la lavandería, pero no iba a exigir nada más a la Medici, suficiente tenía con aquello que la había subestimado, o mejor dicho, el no querer hacerla daño había jugado una mala pasada a la mujer de ojos felinos, muy a su pesar.

Como el incarcerus había impactado en sus muñecas atándolas entre sí, se quitó como pudo con su mano todas las medias lunas que iba palpando en su cuerpo de una en una hasta quitárselas todas dejándolas caer sangrantes al suelo y concentrándose en todas sus heridas provocadas por el seccionatus pensó un—Episkey— asi curando sus heridas que habían provocado aquel seccionatus en su cuerpo.

Apuntó de nuevo a su cabeza como pudo y pensó un —Evanesco— lo que hizo que aquellas cuerdas que cubrían sus ojos y su boca desaparecieran ya que tampoco podía hacer mucho más con el silencius que tenía encima. Ahora podía ver a la impoluta bruja, mientras ella daba pena, pero igualmente en sus ojos no mostraron debilidad, si caía caería con todo, pero no iba a mostrarse débil ni un segundo.

Ahora tenía más problemas entre manos, debería curarse la herida que había hecho la hiena, pero la verdad es que si aquella bruja seguí atacándola no iba a poder resistir más la Daimon por mucho que quisiera. No volvería a confiar en la belleza de ninguna bruja por mucho que la hubiera encandilado, era el primer error que había cometido nada más llegar allí.

 

o6Kvv.giftaf2WXM.gif

jyBgiYX.png

nqOolSA.gif

undefined - Imgur.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

¿Me he sobrepasado? Aquella era una pregunta que no solía aparecer en la cabeza de Lucrezia, si siquiera lo hubiera hecho alguna vez. Una vida absurdamente privilegiada había provocado que la sensación de culpa fuese tan ajena a ella como la pobreza o la ordinariez. La suya era una impunidad que le permitía actuar sin medir consecuencias pues todos sus actos estaban legitimados por su apellido y su riqueza, además de la fama de aristócrata maquiavélica que ella misma se había encargado de crear y de justificar. Le resultaba extrañamente curioso que fuese Eliah, a quien apenas conocía, quien despertase esa sensación en ella, ese súbito e indomable espasmo en el pecho al verla sufrir. 

La Médici observó con genuina admiración como, aun estando atada y con el cuello desgarrado, su rival lograba superar las dificultades que le había impuesto para quitarse las medialunas que habían impactado en su cuerpo y evitar así que se clavaran con más profundidad en su carne. “Vaya ovarios” dejó escapar en su fuero interno pese a su asumido desconocimiento sobre los cuerpos de los daimons y si compartían esa característica con las mujeres humanas; solo lo pensó, claro, porque tales palabras jamás podrían ser pronunciadas por alguien de su altura. Pese a estar en desventaja, perdiendo el duelo, sangrando, herida y humillada, Eliah podía sentirse orgullosa de haber despertado un real interés en Lucrezia. 

- Expelliarmus.- exclamó la blonda italiana.

El rayo púrpura salió disparado con tal fuerza que la aristócrata se vio obligada a tensar sus dedos para mantener el ligero equilibrio que su varita mantenía entre ellos. El hechizo atravesó fugaz el espacio que las separaba. Los atentos ojos fieros de la hiena reflejaron la luz cuando el rayo pasó a su lado; el animal se había recostado plácidamente en el suelo a relamer la carne de Selwyn que había encontrado en un hueco entre sus colmillos. Al golpear el hechizo contra alguna parte de la anatomía de Eliah, la varita de su rival salió disparada varios metros por los aires hacia el frente, ubicándose a una distancia casi simétrica de ambas.

Episkey resonó en la cabeza de la blonda italiana. Una ligera sonrisa se dibujó en sus carnosos labios anticipando y respondiendo al mismo tiempo a la sorpresa que sentiría Eliah instantes después. Sus azules ojos se iluminaron y su expresión de satisfacción provocó que sus mejillas se elevaran levemente, destacando las pequeñas pecas de su respingada nariz. Ella no tenía herida alguna que curar, claro, pues su superioridad en aquel duelo había sido hasta el momento incuestionable. Por el contrario, fue la herida en el cuello de la Selwyn la que comenzó a cerrarse. Sus vasos sanguíneos comenzaron a reconstruirse para dejar a la sangre seguir su curso normal. Su vida ya no estaba en peligro.

Lucrezia observó aquel acto con admiración, tan sorprendida como complacida por su misericordioso accionar ¿Por qué terminar tan pronto algo que le estaba generando tanto placer? Ganar un duelo tan intrascendente era un logro que le significaría una satisfacción tan efímera comparada con todo lo que había logrado en su vida que no merecía la pena hacerlo tan rápido y menos aun poniendo en peligro la potencial e incipiente relación con aquella mujer. Sin desdibujar su graciosa expresión, la aristócrata comenzó a dar elegantes pasos hacia el punto en donde había caído la varita de su rival pese a que su intención solo era acercarse un poco más a ella.  

- No podrás decir que no soy honorable.- dijo, dejando que entre sus palabras se distinguiese una intención entre desafiante y juguetona.- Vamos, sé que puedes hacerlo mejor. Sorpréndeme y puede que después te invite a una copa.

iLJRgyT.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Notaba como la sangre seguía recorriendo su cuerpo, su piel, tiñéndola mas de aquel elixir que a mucha gente le asustaba tan solo verla. Algo notó en la mirada de la italiana que tenía delante, era como si estuviera sorprendida por algo, pero no lograba la Selwyn saber que era lo que tanto la estaba sorprendiendo a la otra rubia.

Por suerte ya podía ver y hablar perfectamente, observó que estaba preparada Lucrezía para que la atacará de nuevo así que cuando escuchó el hechizo expelliarmus alzó su varita enseguida como instinto natural se protegió—ProtegoPronunció defendiendo del expelliarmus y así robando la intercalación a la Di Médici, no sabía ni como ni cuando se la había reaccionado tan rápido para protegerse de aquel rayo que se acercó a ella e impactó contra el protego absorbiendo el rayo.

No esperaba que aquella mujer tuviera piedad con ella en ningún momento, pero la sorprendió cuando recibió un episkey que la comenzó a curar la herida sangrante que tenía en el cuello y que la iba hacer caer de rodillas al suelo. Pero por suerte eso no ocurrió, ya notando que tenía que la herida se la había cerrado observó como se acercaba hasta ella la Di Medici.

Desmaiuspronunció lanzando un rayo hacia la italiana que impactaría en el cuerpo de su contrincante paralizándola puesto que no quería herirla ya que ella  había tenido piedad hacia la española. Ahora que ambas estaban a unos 4 metros puesto que la matriarca de la familia italiana se había acercado algo mas a ella.

—Eres muy honorable, pero la verdad no pensaba que ibas a ir con todo hacia mi, es un placer tener un duelo con gente como usted, creo que deberíamos ir  por una copa—Se sinceró mientras la miraba con aquella melena felina tratándola con respeto pues la había demostrado que era una gran contrincante. No sabía si era parte de su bando o si era de la orden o  neutral, pero era una buena duelista. Aunque era una mujer de buen gusto así que suponía que la italiana estaría mas cerca de sus ideales mortifagos que de la orden.

o6Kvv.giftaf2WXM.gif

jyBgiYX.png

nqOolSA.gif

undefined - Imgur.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.