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La Elección Del Nuevo Ministro


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Clac...clac...clac.

Era un golpeteo sonoro y rítmico, tan reconocible para los magos como para los niños la voz de su madre. Era lento también, cauto incluso. Su firmeza se reproducía fielmente a través del eco que viajaba desde el pasillo de chimeneas hasta el Atrio, advirtiendo de su proximidad al centro neurálgico del Ministerio. A medida que se acercaba a aquel lugar, la naturaleza de aquel sonido se hacía más evidente y los susurros de sorpresa se desataban con más convicción. Desde el centro del Atrio podía percibirse un movimiento entre el gentío; algo se abría paso entre los invitados a presenciar el anuncio de los resultados electorales. A medida que se hacía más audible, más reconocible era el sonido de los cascos. 

“¡Un unicornio!” fue el anuncio involuntario de un niño presente entre el público, genuinamente asombrado por la presencia de una criatura tan extraña al común de los magos, casi mitológica debido a la reducida población que aún existía en los bosques de Inglaterra. La información ciertamente tomó por sorpresa a quienes aún no llegaban a divisarlo entre la muchedumbre ¿Cómo había entrado un unicornio al Ministerio de Magia? Sin embargo, era algo que aquel hijo de algún funcionario ministerial había pasado por alto lo que llamaba la atención de quienes se veían obligados a abrirle paso al unicornio: sobre aquella majestuosa criatura de blanco pelaje iba montada una deslumbrante Lucrezia Di Médici.    

Con ambas piernas ubicadas hacia el mismo lado para demostrar su control sobre su montura la blonda italiana avanzó hasta llegar al centro del lugar, esperando captar la mirada de un público que la sabía perdedora de aquellas elecciones y que esperaba una variedad de reacciones tan amplia como las caricaturizaciones de su persona que la prensa vertía en sus editoriales. Se dejó caer con un movimiento ligero, entrando en contacto con el suelo sin perder su perfecto equilibrio. Cualquiera que la observase con el suficiente detenimiento podría percibir alrededor de ella el mismo aire entre altivo y jovial que la caracterizaba. Aquello la volvía una persona impenetrable aun en la derrota y ella lo utilizaba a su favor, permitiendo que sobre ella se pronunciase cada sinónimo existente de "egocéntrica".  

Dos risueños rizos enmarcaban las facciones de su blanco rostro mientras que el resto de su lacio y rubio cabello caía libre por su espalda, balanceándose al ritmo de sus pasos. Su maquillaje era ligero, casi imperceptible al ojo de los hombres, con la excepción del labial morado que destacaba la media sonrisa que acompañaba su imperturbable mirada. En aquella ocasión engalanaba su estilizada figura un elegante vestido de alta costura, diseñado con una delicada tela púrpura de textura y apariencia sedosa, con detalles dibujados en hilos de oro alrededor del cuello y las mangas. La falda llegaba hasta el suelo, apenas rozándolo, y ocultaba los negros zapatos de cuero que volvían su altura más imponente. Destacaba en el dedo índice de su diestra su característico anillo cápsula con el escudo de la familia Médici grabado.

El sentir las miradas expectantes posadas sobre ella la extasiaba, pese a que su expresión no acusaba sus verdaderos sentimientos, algo que era experta en disimular bajo el manto de la petulancia. La aristócrata se había expuesto al proceso electoral sabiendo que cualquiera de los resultados le reportaría un beneficio. Las alternativas que había considerado al postularse - perder o ganar - se alineaban a la perfección con su ambición: Si no adquiría el poder político absoluto gracias a las elecciones al menos sería la plataforma perfecta para volver a instalar en el inconsciente colectivo la grandeza de su nombre y posicionarla como la sucesora natural cuando, como ella había advertido en campaña, todo volviese a descarrilarse. Siguió avanzando entre la gente, seguida de cerca por su fiel montura, hasta quedar a unos pocos metros de la flamante ganadora. 

El aplauso fue pausado, casi coreografiado; un golpe de palmas por segundo, dejando entre ellos unos segundos que evocaban sarcasmo. Las conclusiones a las que había arribado Lucrezia sobre la victoria de Ada eran en parte contradictorias, pues pese a considerarla inmadura para el puesto al menos la aliviaba en gran medida que no hubiese sido Sean el que se alzara ganador de las elecciones. Lucrezia no era buena trabajando con la insanidad de las personas y las delirantes propuestas del Linmer lo pintaban de cuerpo entero como alguien de cuestionable gusto y nula utilidad para alcanzar sus objetivos políticos. Manteniéndose en línea con su opinión sobre aquel hombre es que decidió ignorarlo por completo cuando éste se acercó a ella con una propuesta de nulo interés. No le dedicó siquiera una mirada - la máxima cortesía que tenía con quienes consideraba inferiores - en respuesta a sus palabras dado que le atraía más la idea de responderle en su propio terreno: la prensa. 

Con la Dumbledore, a diferencia de los otros dos candidatos, la unía un pequeño vínculo: era hija de Ariane, con quien compartía, además de la propiedad de Sangiovese & Merlot, la única amistad que aún conservaba en aquella tierra, lo que la volvía ligeramente más manipulable. La relación entre ambas era aún incipiente; apenas había arañado la superficie de la psiquis de la nueva ministra, de sus motivos y sus defectos. Sin embargo, si algo sabía una aristócrata instruida en las relaciones públicas como la Médici era cultivar los vínculos humanos y explotarlos hasta beneficiarse de ellos. Estaba satisfecha con los resultados; una satisfacción amarga pero satisfacción al fin. Fue en el momento en que la expectación por su siguiente movimiento alcanzó su punto más alto que decidió avanzar, percatándose de la presencia de otra persona cuyo nombre había estado en su cabeza durante las últimas semanas. 

- Cissy…- dejó escapar con un hilo de voz, restándole relevancia a su presencia, regalándole a la Macnair una reverencia tan breve y desinteresada que podía perderse en un pestañeo.

Sus parsimoniosos pasos estaban medidos al dedillo. Al llegar frente a la ministra electa, quien por un momento había dejado de recibir alabanzas y felicitaciones, la blonda italiana esperó unos segundos más, instantes que aprovecharía para volver aquella escena aún más plausible de ser inmortalizada por la prensa mágica. Se ocupó de contener la natural frialdad de sus ojos mientras levantaba todas las barreras que protegían su mente, abriéndole a Ada la posibilidad de navegar por sus pensamientos más inmediatos. El mensaje silencioso, transmitido a través su mirada con claridad pasmosa, era una advertencia: no tendría un cheque en blanco para hacer lo que quisiese sin pasar por el filtro de la Médici. La aristócrata tomó una bocanada de aire para sumar un impostado dramatismo al momento y extendió su mano a la altura de su cintura, manteniendo firmes sus dedos a la espera de que la Dumbledore se la estrechase. 

- Espero que sepas lo que haces. Si gobiernas bien encontrarás en mí una aliada fiel…si gobiernas mal y en contra de mis intereses, en cambio, te enfrentaras a una férrea opositora.- insistió verbalmente con su advertencia, atenta a que las cámaras la inmortalizaran ese histórico momento desde un ángulo que la beneficiara. 

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MANSIÓN ROSIER.

Se encontraba en una de las habitaciones más tranquilas y elegantes cuando recibió la noticia⸺las pesadas cortinas de terciopelo color borgoña estaban corridas, apenas permitiendo que la luz de la tarde se filtrara en finos haces dorados. La bruja se hallaba sentada en un sillón de piel negra junto a la chimenea, mientras el fuego proyectaba sombras danzantes en las paredes decoradas con retratos antiguos de sus antepasados, y sobre su mano derecha, descansaba una copa de vino tinto, abandonada a medias desde hace tiempo, mientras que con la otra sostenía en la mano una carta a medio leer.

Wiliam Grimsditch, su más fiel aliado.

Llevaba un vestido negro de encaje fino que caía hasta el suelo, acentuando su porte imponente y la palidez de su piel⸺presionó los labios con delicadeza, mientras volvía a depositar la copa sobre la bandeja de plata levitando a su lado. Un broche plateado, con el emblema de la familia, adornaba su cuello, mientras sus dedos jugueteaban con la cadena de forma sutilmente nerviosa. Su semblante, usualmente imperturbable, había cambiado drásticamente al escuchar el nombre “Ada Camille Dumbledore”.

La noticia llegó de repente, a través de un elfo doméstico que entró con nerviosismo, y cuando pronunció el nombre de la nueva Ministra, el aire se volvió tenso.

Dumbledore… pensó la bruja Rosier⸺su mente ya estaba viajando inmediatamente haca lo que podría estar sintiendo verdaderamente su tía, Sybilla. Durante las elecciones, había sido clara en su decisión de apoyar a su familia, convencida de que ella era la opción adecuada, alguien que podría proteger los intereses de los suyos, y, en consecuencia, por supuesto, los del MACUSA. No me malinterpreten, votar por su tía había sido un acto de lealtad, pero también un reflejo de sus propios ideales, y verdadera fidelidad, por lo que un sentimiento agrio se instaló en su pecho al darse cuenta de que sus esfuerzos no habían sido suficientes.

Apretó ligeramente la copa en su mano, mientras el fuego de la chimenea parecía reflejar la chispa de descontento que crecía en su interior, era difícil de digerir, una Dumbledore al frente del Ministerio…, pensó con cierto desdén⸺preguntándose qué pensaría realmente Gellert Grindelwald si estuviera con vida. La herencia de ese apellido no traía buenos recuerdos, de alguna forma, representaba una ideología que no compartía, demasiado enfocada en la unión con los nomaj, o eso creía.

Sus ojos se dirigieron hacia la ventana, observando los jardines de la Mansión Rosier, y lentamente se levantó del sillón, caminando hacia el ventanal mientras depositaba suavemente ambas manos entrelazadas en su espalda⸺el viento movía suavemente las hojas de los árboles, pero para Juliette, el futuro se sentía como una tormenta que se avecinaba, y es que con Ada en el poder, sabía que tiempos inciertos estaban por venir, tiempos en los que el MACUSA exigiría aún más de ella para derrocar los francos que ya no estaba segura de seguir.

⸺ Draekh… comunícate con el elfo de William, y dile que necesitamos agendar una reunión de urgencia.⸺se giró, dejando la ventana atrás mientras sus tacones volvían a resonar en el piso en dirección a la puerta de salida.

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La ceremonia seguía tras bajar del estado a saludar a las personas una hermosa rubia se acercó a mi, el corazón se me estructura al ver las facciones de la dama: era igual a mi difunta hermana Alessandra, pero más joven, era preciosa y con esos ojos tan maravillosas vivos. Le sonreí con dulzura, con una añoranza de un abrazo a mi hermana, la joven era hija de mi primo, @ Leslie Ann Linmer PB  era su nombre.

- Muchas gracias Joven dama, espero llenar sus expectativas

Me aleje de ella y seguí saludando a varios más entre ellos a mi primo @ Sean -Ojo Loco- Linmer él tan amable como siempre me deseo lo mejor, pero mientras su boca decía eso sus ojos no decían lo mismo definitivamente estaba preparada para cualquier golpe de estado que diera él cómo lo había hecho con mi cuñado, ese era su estilo.

-Gracias primo

Siguiente vi a las hermanas Selwyn: tanto @ Eliah Selwyn R. como @ Isobelle Selwyn R.  eran cercanas, tome la mano de la Rubiano la apriete ligeramente en símbolo de confianza.

-Gracias, después nos reuniremos a celebrar

El saludo de la actual ministra italiana me hizo reír sabía yo lo que era el puesto,  aunque Francia no había sido tan difícil sabía que Inglaterra en la postguerra era todo un desafío, pero sabía que iba a poder no solamente porque tenía la voluntad de hacer que la comunidad mágica se hiciera un equipo una sola alma una sola voz que todos trabajáramos juntos sino porque tenía la paciencia de poder esperar para convencer le sonreí ampliamente a la triviani mientras respondía sus a palabras.

-Después de las noches en vela con mi hija, imagino que este puesto será como cuidar de un hijo nuevamente. Y claro que si esa reunión será pronto.

Le agradecí por sus palabras, @ Alyssa Black Triviani era de la épocas personas que sabía que era auténtica y no escondía más pretensiones hacia mi. El golpeteo de unos cascos sobre el piso nos llamó la atención a todos y no era de extrañarse la imagen que veríamos A continuación la hermosa @ Lucrezia Di Medici había hecho su aparición de la manera más teatral que pudo haber sido concebida hermosa sentada sobre un unicornio en pleno atrio del ministerio, ella era así la antecedían sus antepasados. Ya mi madre me había dicho quién era ella y aunque nunca había dado tantos detalles, durante la contienda electoral, había aprendido a conocerla.

Cuando llegó hasta mí sus palabras y sus ojos me hicieron entender que aún éramos rivales, aunque en otra clase de escenario, con mi sonrisa más dulce y amable le extendí la mano

- Espero de todo corazón llenar tus expectativas hacia a mi, por el momento mi único objetivo es que todo el mundo mágico se una como una gran familia, una que se defienda y haga lo mejor para sí misma, si logró eso me sentire totalmente satisfecha.

Le estreche la mano de manera firme pero cortes, como había sido enseñada, la debilidad no era lo mío, pero la agresividad tampoco, eso lo dejaba para los brutos barbajanes. La deje y seguí mi camino a saludar a más partidarios, dirigí mis pasos hacia @ Cillian Haughton y bese las mejillas de mi hermano.

-Donde va a ser la celebración hermanito, hoy es el día de hacerlo

Mire si @ Kamra Ashryver D. se encontraba cerca, definitivamente necesitaba verla para celebrar

 

 

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🌙 dulce asesina by Mael

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¿La Ministra de Magia Italiana? Hacía bastante tiempo que el rubio había perdido contacto con aquel lugar, en algún momento había prestado sus servicios para la misma pero solo por un corto periodo. Por un momento se preguntó que sería de todos quienes había conocido en ese momento, seguro que habían desaparecido junto a Ludwig. Ojala algún día volvieran aunque lo dudaba. Para ese momento, entre una cosa y otra, había terminado por separarse de completo de Hecate y se encontraba por completo solo entre el bullicio de magos y brujas que se daban lugar en el Atrio.

Todos parecían querer acercarse a la nueva Ministra de Magia, todos querían congraciarse con ella de eso no había duda y ese era el momento exacto para hacerlo. El momento en que la Dumbledore no tenía del todo seguro lo que haría durante su gobierno y todos tenían la oportunidad de deslizar alguna que otra idea por debajo de la mesa. ¿Debería hacerlo él también? Negó, no podía hacer eso en ese momento.

Estaba tan centrado en sus pensamientos que no se percató de que su hermana se había acercado hasta donde él se encontraba y cuando por fin le hizo, le dedicó una sonrisa. ¿Celebración? ¿Por qué no había pensando en eso? 

- Creo que aún debemos esperar un poco más aquí, ¿por qué no vamos a visitar tu nueva oficina y luego volvemos al Atrio un poco más? -observó a su alrededor para ver si les sería posible escabullirse-. Aunque lo de llegar hasta tu nueva oficina no creo que sea tarea fácil en este momento. Supongo que podremos hacer algo en la Dumbledore, ¿no crees? O igual podemos buscar algún bonito reciento a lo largo y ancho de gran bretaña.... Y después -se acercó lo más que pudo al oído de su hermana-. Tenemos que ir a un lugar más privado y exclusivo, ya sabes a que me refiero.

La Mansión Riddle, debían hacerlo oficial entre los suyos.

@ Ada Camille Dumbledore

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Las ansias aumentaban cada vez más dentro del Atrio del Ministerio de Magia, donde las personas iban llegando, cada vez más sobre la hora hasta que llegó el cierre de las votaciones. Para muchas personas ese momento fue totalmente exasperante, donde si hubieran tenido unos tres pares más de uñas, se las hubieran comido todas. Los susurros se iban convirtiendo en un fuerte bullicio, los flashes de las cámaras parecían que rebotaban en el mármol negro del techo. Las vuelaplumas escribían en los pergaminos todo tipo de especulaciones.

Vi muchos rostros, pero casi ninguno era agradable. Los pocos que al menos hubiera soportado, era porque no me molestaba bajo ningún aspecto. Aun así agradecí que nadie viniera a acercarse donde me encontraba. Por un segundo, apoyado sobre la pared con mis brazos enroscados, sostenía mi varita. ¿Acaso Sagitas se animaría a aparecer? Por un segundo, había creído ilusamente que aparecería su postulación. Tenía algunas cuentas que arreglar con ella. Esperé, como todos los demás.

El tiempo había llegado y no pude evitar una gran sonrisa de satisfacción cuando salieron las palabras de Ada Camille Dumbledore de la boca de aquel apestoso mago. La comunidad mágica había hablado y esas eran una excelente noticia. No tanto por la responsabilidad que eso conllevaría ante la francesa, sino de las posibilidades que me brindaba, al menos a mí. Los vítores se alzaron y rompieron la barrera del ruido, aún más. Algunas personas incluso habían celebrado con algunos encantamientos de chispas. Como era de esperarse, la joven Dumbledore se vio atestada de personas que la rodeaban.

¡A ver! Córrete, im.be.cil ¿No ves que estás en el medio? —exclamé a uno de los magos que se interponía en mi camino como si se tratara de una piedra, quieto, mirando la nada. Mientras me acercaba, la gente se encontraba más apretada, por lo que tuve que esperar un poco mas de la cuenta. Aun así sabía que en cuanto ella me viera, al menos podría dedicarle algunas palabras. Y en cuánto pude avanzar ante @ Ada Camille Dumbledore , le pedí la mano con un simple gesto de la mía y hablé sin temor a que nadie escuchara, de hecho quería que lo hicieran

Señorita Ministra, felicitaciones. No dudaba de vos, ni por un segundo —dándole un beso en el dorso de su mano, sabía que a la muchacha le gustaban aquellos modales—. Aunque creo que debería mantener su atención, muchos de los presentes que vienen aquí a sonreírle esperan ansiosamente su caída. ¡Ah! Y le aconsejo que se acerque un poco más a los postulados. Tal vez el juntarse en un equipo de trabajo provoque que aumente aún más sus fuerzas dentro de la comunidad —le dirigí una pequeña reverencia, otro beso en su mano y le dije que esperaba vernos en otra situación. Me alejé unos pasos atrás, antes de matar en vivo y en directo a unos cuántos que no paraban un segundo de empujar.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La pluma danzaba ante las respuestas de @ Sean -Ojo Loco- Linmer  y noto como se había alejado, ella había lamentado de haberle sacado mayor información, pero esta continuo con su deber de periodista. Al rato noto como @ Ada Camille Dumbledore  se encontraba saludando a varios seres con cierta familiaridad ¿Acaso eran amigos? o bien pudieran ser esos amigos que aparecen cuando alguien adquiere un poco de poder, un tema del cual debería consultarle. Por tal motivo se encamino en su dirección ¿Acaso tendría seguridad? Y lo que más le interesaba saber a ella era ¿Quiénes serían su plantilla ministerial cercana?

 

En el trayecto noto un espectáculo producido por un mago ( @ Mael Blackfyre  ) y su pluma lo comenzó a escribir, así como cada evento que se producía en ese instante. Esta noticia pudiera dar ese toque picante, y noto como  alguien se encontraba sentado ( @ Cissy Macnair ) o eso le pareció a ella, no estaba tan seguro por la distancia que le esperaba de esa bruja.  La egipcia no comprendía como pudiera existir un trono ¿Acaso era la reina de Inglaterra? Y si ese era el caso ¿Dónde estaba la seguridad de ese personaje tan importante o de la Ministra de Magia?

 

-Disculpe.- Intento hacer que su voz hiciera resonancia ante tantos que felicitaban a la Ministra. -Ministra Dumbledore, me pudiera permitir una entrevista.- Y hace pausa. -Skyp, Anacleta del diario El Cronista de Sangre.-

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Me tomé mi tiempo tras el debate para poder disfrutar del estar de regreso en Londres, no era que fuera mi lugar favorito del mundo, pero poder recorrer una vez más la tierra en que me había formado como periodista me resultaba agradable. Recordar las épocas en que era parte de El Profeta y sobre todo encontrar rostros familiares, que habían sobrevivido a la guerra y mucho más era agradable. Así como el descubrir nuevos rostros que se paseaban por el mundo mágico.

Aquello me había dado oportunidad de poder disfrutar la ceremonia de nombramiento de la nueva Ministro de Magia. Es verdad que lamentaba no haber podido emitir mi voto, pero no había regresado tan rápido a Inglaterra luego de la guerra y mucho menos luego de la muerte del anterior ministro.

Quizás por ello no me sorprendió ver al distinguido Sir Archibald Blackthorne presentarse ante el Wizengamont y al resto de sus pares, así como ante la plebe, para anunciar al o mejor dicho a la ganadora de aquella contienda electoral.

Las cámaras no dudaron a apuntar hacia la bella Dumbledore, y no me parecía extraño que una extranjera fuera la que dominaría los destinos de la Gran Bretaña mágica durante el próximo año. Terminé de tomar las fotografías y escribir un rápido artículo que remití a mi compañero de labor en United King Today e intenté acercarme a la Señorita Dumbledore, para felicitarla y ver si podía tener algunas palabras que reflejaran sus pensamientos y esperanzas luego de su triunfo.

Sonreí al ver a la nueva ministra rodeada no solo de sus afectos y amistades, sino también de miembros de la prensa no solo local sino también extranjera. Allí estaba una vez más Anacleta, aquella mujer que había llamado mi atención por mezclar la sapiencia de las artes adivinatorias con los reportajes sobre las ideas políticas de los candidatos el día del debate.

 

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El plan había funcionado. Tras el anuncio oficial, @ Ada Camille Dumbledore  había sido nombrada Ministra Mágica de Inglaterra. La Marca Tenebrosa estaba en control. Un ciclo de jornada dirigida a la protección de la magia comenzaba. Será interesante observar cómo se las apañarían para proteger aquello que merece ser preservado.

El tumulto de personas no se hizo esperar y todos abarrotaron a Ada instantáneamente. Yadiz quedó sentada en la silla junto a su gabardina gris en la contigua. Intentaba sopesar el sentimiento de aquel momento.

Velkan Dumitru no paraba de pasar por su mente esos últimos días. Las elecciones que lo volvieron Primer Ministro Rumano, habían sido cuanto menos cuestionables. Pero lo verdaderamente incómodo no se trató del robo, sino de los favores que el jefe de gobierno tuvo que pagar por ello en los próximos años.

Algo existe en el poder que devela las verdaderas entrañas de una persona. Sedientos por demostrar una supremacía, nos concedemos caprichos sin entender que en la vida, todo tiene un precio. Yadiz miraba fijamente hacia el cúmulo de personas presentes. Sabía que llegar hasta Ada para felicitarle, no solo no era requerido, sino que era casi imposible.

Su trabajo allí ya estaba hecho. La rueda de la fortuna había sido definida y solo quedaba esperar para ver los resultados que traía consigo. Esperaba no haberse equivocado con la rubia. La pelicobrizo se puso en pie y cubrió su traje corto con la gabardina. Intentó generar en la distancia algún contacto visual con su ahora exjefa, pero el tumulto de personas parecía oponerse totalmente.

Caminó hacia la salida del Atrio. Debía partir a su departamento y continuar sus labores en la confederación. Ya habría momento para hablar con la Dumbledore. Sin embargo, justo antes de tomar su ascensor, miró nuevamente en dirección a la nueva Ministro. Se hallaba altiva, llena de honor y gloria. Le sentaba bien. Las brujas encontraron mirada fugaz.

Con una leve inclinación del mentón y una sonrisa de sosquin, Yadiz ofreció a la nueva jefa de gobierno una reverencia en aprobación. Había algo cálido. Pocas veces ofrecía o le nacía tal calidez hacia alguien. Pero ese día se respiraba un aire de esperanza por un porvenir más justo con la comunidad mágica.

Sin mucho más, Yadiz se disponía a partir del tumulto. No sabía cuáles serían los planes de la nueva ministra con ella, pero esperaba no arrepentirse de su apoyo jamás. 

Los muertos resucitan // Mi mami mía de mí me viste (?) xD // Porque hierba mala nunca muere! :perv:

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