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La Elección Del Nuevo Ministro


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Atravesó el vestíbulo del Ministerio de Magia con pasos decididos, dejando a su alrededor el rastro embriagador de su característico perfume mientras su cabello castaño se movía suavemente al compás de sus tacones. El bullicio a su alrededor indicaba que la elección para el nuevo Ministro estaba en pleno apogeo⸺cada conversación que escuchaba parecía llena de nerviosismo, de tensión, mientras los magos y brujas discutían sobre las promesas de cada candidato.

Pero la bruja Rosier no tenía dudas⸺había llegado ese día con una convicción firme: votaría por Cissy Macnair, su familiar, pero también la única persona capaz de guiar a la comunidad mágica por un camino seguro en tiempos tan oscuros. La matriarca de los Macnair había prometido restaurar la confianza en el Ministerio, limpiar la corrupción, y proteger a las familias mágicas, pero lo más importante, tendría el poder suficiente para indultar y proteger a los suyos a como de lugar.

Frente a la urna mágica, sacó su pluma azabache y, con pulcritud, escribió el nombre con firmeza⸺el papel, cuidadosamente, se plegó lo suficiente como para ocultar su elección. Con una gracia refinada, dejó caer el voto en la urna, y en cuanto el destello dorado confirmó que había sido registrado correctamente, la bruja Rosier se retiró lentamente, cubriendo nuevamente su rostro bajo el delicado encaje de su sombrero fascinador, y con la misma elegancia con la que llegó, desapareció.

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- ¿Por quién votaras? - la voz era un tanto chillona y sonó demasiado cerca para su gusto. Kamra suprimió un gesto de impaciencia mientras a su costado, un grupo de brujas cantaban sus votos. No parecían ser gente relevante, así que se desplazó un poco más cerca del atrio, recorriendo a la multitud con su mirada dorada. En el hambiente podía saborearse la anticipación e incertidumbre, propio de cualquier acontecimiento que marcaría la diferencia entre una era de inestabilidad, y si eran suertedos, un futuro de prosperidad. 

A ambos lados de la peliblanca, casi respirando en su nuca, se encontraban sus dos comandantes de más confianza. Fenris Dalka y Maksim Dark Blood, uno su más grande amigo y el otro su ligeramente reacio primo, como le gustaba lamarle para no complicarse con explicaciones de parentesco. Ambos habían insistido en acompañarla, ya que el Ministerio estaría lleno de personalidades de importancia política, contandola a ella. "No nos tomaremos a la ligera tu seguridad" habían dicho, sin contar que ella misma representaría el fin de quien osara levantar la varita hacia ella. Con o sin magia despacharía al atacante en un abrir y cerrar de ojos. 

Cansada de esperar, Kamra camino hacia adelante. Las personas le cedieron el paso ante la vista de la corona plateada en su cabeza, los diamantes hicieron bailar pequeñas formas donde las luces los alcanzaban. Con una media sonrisa, no considero o titubeo al escoger a su candidato. Tomó el papel en sus manos y lo leyó antes de doblarlo. "VOTO A FAVOR DE ADA CAMILLE DUMBLEDORE"...Podría decir que estaba entre las pocas amistades que tenía, y estaba en ella ser leal a sus allegados y a los ideales sagrados que compartían. Una vez hubo terminado con su voto, Kamra se apartó de la multitud siendo seguida por varios reporteros que buscaban recavar información para mantener a su audiencia enterada. 

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"... es un deber de la Comunidad Mágica..." me decía una mujer.

La niebla estaba intensa ese día. No hablo del clima.

"...como bien deberías saber. A ver, entiendo tus antecedentes..." continuaba ella.

El vaso de cristal que tenía en la mano contenía un líquido dorado. Si no hubiera estado rodeado de personas, y con una mujer hablándome casi al oído, podría haber escuchado esas pequeñas burbujitas que explotaban en la superficie.

"...sería escandaloso que, luego de que hayas regresado, no tengas en cuenta que..." dijo ella.

El suelo era de porcelanato. Eso no podía ser mármol. No era mármol. Creo.

"Está bien. Voy a hacerlo. Voy a votar. Me convenciste. ¿Quiénes son los candidatos?" pregunté.

"¡Shh! Baja la voz. Sería un escándalo que la gente se entere que no sabés nada. No ayuda a tu imagen" dijo ella.

"Dijiste dos veces "escándalo" y no respondiste mi pregunta" comenté.

Me molestaba el traje que estaba vistiendo. También detestaba esa fiesta. Cosas que no extrañaba de moverme en esos círculos; era el precio a pagar por la reinserción en la sociedad. Y si, pensaba todos los días en recluirme. Pero no podía hacerlo desde que había perdido la mayor parte de mis poderes mágicos.

"...Cissy Macnair y por último..." dijo ella.

Asentí levemente, hice fondo blanco de esa bebida y levanté la copa a modo de saludo a esa mujer. No hablaré de ella porque sabía mucho más de mi que yo de ella. Creía que yo era una leyenda perdida. Un fénix en resurrección. 

"Soy solo un mago" pensé.

Así como estaba aparecí en el Ministerio. Sin exagerar, mi última visita había sido años atrás. Todo parecía tan diferente: la gente moviéndose de un lado a otro, las campañas políticas, la prensa, los diarios, el bullicio. Era un quilombo como siempre pero otro tipo de quilombo. No el que se vivía todos los días cuando trabajábamos.

"Como si hubiera trabajado mucho en el Ministerio" reí por lo bajo.

Me moví apurado entre la gente. Supuse que nadie me reconocía. Algunos se alejaban de mi, como si la oscuridad que llevaba adentro los estuviera afectando también. Tomé uno de los pergaminos y comencé a escribirlo.

"Incluso esto te llevaste..." rezongué por lo bajo.

Mi cerebro no era capaz de recordar la letra que solía tener. Tantos años practicando caligrafía para que un demonio lo arruine. Tomé el pergamino con ambas manos. Parecía la letra de un nene. No había podido siquiera mantener una línea recta; el nombre caía como si estuviera atraído por el núcleo de la tierra. Al menos se entendía. Releí una vez más las dos palabras antes de introducirlo en la urna.  Decía: "Cissy Macnair".

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La política un mal necesario en la sociedad, la detestaba como quien odia un medicamento, era simple decir que te mejora de un lado y te molesta por otro...era buena la comparación, tanto que me hizo sonreír levente, había oído w leído sobre las propuestas de los distintos candidatos, todo era interesante en verdad, tanto que incluso pensé en ser candidata pero el hecho de tener que tratar con los indeseables muggles mediante su representante ya me había dado algo de desagrado, no era que no supiera como manejar a un pueblo pues lo había hecho con mi preciosa Austria pero como que el gobierno británico implicaba muchas más cosas, compromisos que no quería asumir en este momento.

Use la Red Flu para llegar al ministerio desde Luxure, ciertamente esperaba movimiento pero no tanto, entre la multitud logre ver caras familiares pero en sí cada uno parecía en su sonrió mundo, era una elección importante y bueno en cierta manera apuradas pues él gobierno necesitaba una cabeza urgente, refería pero una que valga la pena y no una que no caiga en la manipulación de la masa bruta.

Mi cabello estaba suelto y caía sobre mis hombros y mi ropa era un elegante Traje que sin duda me quedaba como un guante, otra cosa que me ponía de mal humor era no estar acorde a la situación por eso ponía bastante esmero en lucir más que perfecta.

Una vez en el atrio del ministerio me dirigi a las mesas donde debías registrarte antes de votar, la seguridad era bastante elevada pero no quita aún todos los posibles riesgos de hacer algo aunque ese no era mi problema, esperando un momento con fastidio, sinceramente si llevara el título de emperatriz esto se podría acelerar m incluso evitar pero ahora era una simple empleada, Estaba dudando si mi elección era la correcta, le daría un tiempo al empleo para ver que sucedió.

Un anillo tras otro para encontrarme frente a la urna, mi elección era complicada por un lado mi madrina, por otro mi tía, frente a un compañero de rubro y finalmente mi dulce hermana, no pensé mucho la verdad ya ella era mi decisión hoy y siempre.

Ada Camille Dumbledore.

Una vez puesto mi voto me di la vuelta y me marche tal como vine, con paso rápido y seguro, contenta por dentro debido a mi elección, más allá de mi cariño hacia mi bella francesa sus propuestas me habían gustado mucho. Ya nada me entendía ahí así que al salir del ministerio me perdí en las calles de Londres a esperar los resultados.

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Mal-Et-ever.gifGracias Darla 🥰

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El día y el momento de la elección había llegado hoy nos reuniríamos toda la comunidad mágica inglesa para ir a las urnas y elegir quién guiaría los las tiendas del Ministerio de magia británico era algo que a todos nos alegraba porque él tendrá una cabeza visible es del ministerio nos hacía sentir seguros Y si yo era esa cabeza Me sentiría supremamente tranquila Por los caminos que tomaría el Ministerio de magia.

Ya tenía experiencia como cabeza principal en un Ministerio de magia Pero sabía que los desafíos que llevaba el Ministerio de magia británico y van a ser muy diferentes a los que había llevado en el francés había sido mucho tiempo atrás mi mandato en Francia y había sido muy tranquilo allí había podido disfrutar de muchas cosas pero ahora me enfrentaba a un desafío a que todos los que me veían como una francesa se dieron cuenta que no solamente era eso sino también era una británica que vivía Desde hacía un tiempo atrás en Inglaterra Londres y mi prioridad en este momento era que los 5 años de guerra quedaron atrás y que volviéramos a ser una sociedad mágica próspera. El atrio estaba lleno de gente todos estaban a la expectativa de lo que sucediera hoy en las urnas y extrañamente yo era una de las que estaba allí para cambiar los tiempos para bien de la sociedad.

Muchos de mis conocidos estaba ahí, saludes muchos de los que estaban allí, la presencia de Máel me llamó la atención y le sonreí. Me sentía siempre apoyada por él, nuestro lazo era singular y que agradecía tenerlo.

Las personas me saludaban y correspondía con amabilidad, pero estaba nerviosa , tenía ansiedad de saber que pasaría, pero estaba segura que haría las cosas bien y fue la razón por la que me decidí por quien emitiría mi voto.

Voto por Ada Camille Dumbledore Rosier

Estaba allí de pie con una sonrisa, confiada en que lo haría bien.

 

 

 

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🌙 dulce asesina by Mael

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Desde los 1800’s el Gobierno de Rumanía había establecido el Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE), pero en realidad se trataba del Ministerio Mágico Rumano. En colaboración con el gobierno muggle, habían accedido a mantener entre sombras su verdadera identidad para proveer participación democrática a los muggles, en las elecciones gubernamentales que allí se tomaban.

De mas está decir que dicha participación siempre se vió totalmente sesgada por la intervención directa del convenio mágico. Ya era uso y costumbre que las elecciones públicas en referente al MAE fueran totalmente coaccionadas por los magos. Sin embargo, tras la guerra mágico-muggle el gobierno rumano había desplazado la participación mágica casi a su extinción.

Así, en un acto de reconquista la ministra mágica incautó las elecciones del primer ministro muggle para asegurar un adepto que reinstaurara legítimamente el MAE y la organización que realmente representaba.

–… Las urnas desaparecen a las 18:00hrs y el intercambio de sobres se hará a las 19:00hrs en punto. – oí cómo Teodora Ionescu, la actual ministra, daba las órdenes a sus subordinados. – Asegúrate de que el escuadrón desmemorizante esté al menos 2 horas antes, para cerrar la salida de los presentes si algo sale mal. Aunque en realidad no tenemos tal lujo, y lo saben. – puntualizó con tono de amenaza.

Sabía que las elecciones se habían pactado hacían dos semanas atrás. El sufragio muggle llevándose a cabo ese día era mera pantalla. Se trataba de un ejercicio proformas para cumplimentar el requisito.

Como parte de la comunidad mágica, y en medio de los esfuerzos por restituir el ministerio mágico no me iba a interponerme ante tales planes. Sin embargo, había algo en aquella treta que me hacía sentir verdaderamente incómoda. Don Thiago** era colega y confidente hacía ya varios años de quien ese día se convertiría en el primer ministro de Rumanía: Velkan Dumitru.

Dumitru era un muggle relativamente joven para asumir tal cargo. El problema no era que fuese tan joven, sino que, para llegar a tal puesto, era evidente que debía favores hasta a sus ancestros; en especial a la comunidad mágica. El joven muggle pertenecía al partido liberal de entonces, y fascinado por la magia que nunca podría adquirir, se regodeaba con los altos estratos mágicos en busca de favores a cambio de paz.

Esto lo convertiría ese día en el Primer Ministro Muggle y en sus primeros 100 días restituiría la organización gubernamental a la que yo sirvo.  Ver cómo se desenvolvía la trastada estaba último en mi lista de asuntos pendientes. Y, sin embargo, allí estaba, sentada frente a Teodora mientras repartía instrucciones y yo revolvía mi té, pensativa.

Lela, mirando el líquido rotar en su eje, rememoraba las tretas de Don Thiago con el próximo ministro. Me constaba de primera mano que Dumitru le debía una muy grande a Don Thiago. Sabía que tras ser “elegido”, no solo Don Thiago sino el arsenal de buitres políticos sería quienes regirían el país por él. Mi intuición no me dejaba estar tranquila ese día.

– “Debo hacer algo…”– me urgí pensativa.

 **********

Yadiz se hallaba sentada en una de las sillas del atrio dispuestas para los asistentes al evento. Vestía un traje corto borgoña, junto a unas medias y botas altas del mismo color. En la silla contigua había puesto su gabardina gris a modo de reservar la silla, aunque en realidad no esperaba a nadie.

Había llegado demasiado pronto así que se hacía compañía con sus pensamientos. Ensimismada, se cuestionaba si lo pactado en la Marca Tenebrosa surtiría efecto. Rememorando el día que había participado del robo de las elecciones en el ministerio rumano, y lo que luego implicó, se preguntaba si aquella era, después de todo, la mejor decisión.

Aquí se veía nuevamente, en medio de pactos políticos, lista para someter un voto. Incluso cuando, tras el debate, le quedaban muchas dudas sobre los proyectos presentados por los candidatos. La realidad es que, aunque la Marca había pactado por la Dumbledore, los otros candidatos tenían propuestas que le parecían interesantes por igual.

Sin embargo, a pesar de la fachada política, conocía de primera mano las intenciones de la rubia. Adicionalmente, como su directora de departamento, le había demostrado a Yadiz una competencia digna de admiración. Si bien le queda mucho por conocer de la bruja, comparte con ella la afiliación e inclinaciones.

Para Yadiz, Ada era “la menos mala de las cuatro opciones”; al menos con la información que tenía a mano de repente. Eso junto al convenio tenebroso, había definido su voto en favor. Esperaba no arrepentirse, puesto que confiaba en la franco-inglesa y sus capacidades. Tras la ceremonia de apertura, y ver múltiples asistentes emitir su voto, la pelicrobrizo decidió ponerse en pie y dirigirse a las urnas. Sin mucho pensar escribió en el pergamino:

Ada Camille Dumbledore

Dobló el papel y lo insertó en la urna mirando a su alrededor. Veía entre la multitud caras conocidas, y otras que, si bien le sonaban de otros lugares, no podía reconocer del todo. Así daría comienzo el plan de la Marca Tenebrosa para dirigir el Ministerio Británico. Sonrió tenuemente mientras retomaba asiento a un lado de su gabardina, esperando los resultados.

Los muertos resucitan // Mi mami mía de mí me viste (?) xD // Porque hierba mala nunca muere! :perv:

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El día de la votación había llegado. Tras los eventos sucedidos en el Atrio, el día en que el Ministerio había convocado a la comunidad para despedir al último de los Ministros de la Guerra, había gritado, enfurecido, exigiendo que debíamos nombrar a un nuevo Ministro qeu nos gobernara. Creía que necesitábamos alguien que nos dirigiese y que velara por el país después de todo lo que había ocurrido durante la Guerra.

 

Estaba cansado de ver impotente como los mortífagos y sus afines hacían y deshacían, atacándonos, aun tratando de destrozarnos. Había luchado durante los cinco largos años de guerra como para ahora consentirlo.

 

Caminé por el atrio, mientras aseguraba un pequeño llavero con forma de moto, curiosamente igual a mi moto voladora, en el cinturón de mi pantalón vaquero, mientras las botas negras resonaban. Llevaba paso seguro, directo hacia las urnas donde los magos y brujas debíamos votar. Con camiseta azul oscuro, había salido de la POtter Black dispuesto al voto, con una idea clara. En otro momento, tal vez hubiera optado por algo más tranquilo, pero en su lugar, en mi primaba la rabia, el ansia por la justicia y terminar definitivamente por la guerra.

 

Por eso, optaría por una candidatura que, en principio, parecía más agresiva, más...radical. No podía pensar en dar la amnistía a los causantes de nuestras desgracias (ni siquiera se me pasaba por la cabeza).

Me planté frente a la urna, con el pedazo de pergamino doblado en mi mano derecha.

- Matt Blackner, director de Accidentes. Vengo a votar al nuevo ministro de magia. - pronuncié, mientras dejaba caer el pedazo de pergamino en la urna.

 

Cualquiera qeu lo leyese, vería el nombre de  mi candidata: Lucrezia Di Médici.

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Finalmente el día había llegado y la Triviani aun tenía sus dudas, de los cuatro candidatos había logrado reducir su elección entre dos de ellos: Dumbledore y Di Medici. Por lo que había escuchado de ambas en el debate la Black tenía la impresión de que sus políticas parecían estar más en línea con las de ella, y aunque para su gusto era poca información para tomar una decisión sabía que no le quedaba más que confiar en su instinto. Llegó al Atrio ataviada con una túnica azul oscuro que se ajustaba a su figura con un efecto elegante y refinado, sus botas negras resonaban contra el suelo de mármol mientras que avanzaba hasta el conglomerado de gente que se había reunido para presenciar la elección de un nuevo Ministro de Magia Inglés.

Como representante del gobierno de otro país ella sabía que muchos desaprobarían de su participación en este voto, pero al fin y al cabo su nacionalidad era tanto inglesa como italiana y por ende tenía derecho a participar en esta elección. Estaban de la cabeza si pensaban que la Black no haría uso de esta ventaja, algunos guardaban una retorcida idea de honor y etiqueta que trataban de imponer sobre ella, pero Alyssa jamás había sido de seguir los dictados sociales. Con un simple gesto la Triviani ordenó a sus guardias a mantener la distancia, esto fue momentos antes de zambullirse en la multitud que se había formado entorno a la mesa donde se podía encontrar la urna, pergamino y plumas. 

Tomó un pedazo de pergamino, mojó la punta de la pluma y la dejó suspendida sobre la superficie del papel. Dudas, muchas dudas, pero ella no había llegado hasta donde estaba sin haber tomado riesgos. Había llegado el momento de apostar y esperar que su corazonada fuera la correcta. La pluma hizo contacto con el pergamino y comenzó a rasgar la superficie, escribiendo su voto para Lucrezia Di Medici.

Dobló el papel y lo depositó en la urna sin más preámbulos, se retiró de la multitud hasta encontrarse de nuevo con sus guardias y esperar a que se realizara el anuncio de quien sería el nuevo Ministro de Magia inglés. 

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— ¿Y si te reconocen?

— ¿Cómo me van a relacionar? Mi apariencia era muy diferente ese día.

—Es un riesgo innecesario.

—Créeme, no lo es.


Contrario a la voluntad de Baphometh, la figura de León se materializó al interior de una de las chimeneas flu al interior del ministerio. León seguía registrado como mago inscrito al ministerio de magia y era su deber como ciudadano participar activamente y ejercer su derecho al voto. O al menos eso era lo que tenía planeado decir si le preguntan el porqué se encontraba en el atrio.

Luego de lo sucedido en el departamento de regulación y control de criaturas, Baphomet, el demonio que habitaba dentro de León, estaba más asustado que abusador siendo encarado públicamente. El Crowley, por el contrario, estaba tranquilo y sereno de que nadie iba a poder relacionarlo con lo ocurrido en Liverpool. Contrario a lo que hubiera podido pensar, el lugar estaba concurrido por magos y brujas que nunca había visto. Algún rostro conocido por acá o por allá, pero ningún nombre al cual relacionarlo. 

Avanzó por el atrio sin mucha prisa aunque siempre con los ojos expectante a cada lado del sitio. En el reflejo de la pulcra baldosa oscura se podría a preciar el abrigo verde oscuro del pelinegro, bajo el cual se asomaba la camisa de seda blanca que cubría su pecho. En algún punto debajo de sus rodillas donde el abrigo terminaba, los pliegues de un pantalón negro perfectamente planchado coincidía con la línea central de los cordones de unos zapatos oscuros que, con cada paso del holandés, generaban un eco apenas audible en el imponente recinto.

León esperó un poco a que uno de los cubículos estuviera disponible y en silencio se acercó. Desplegó las esquinas del pergamino y con la pluma especial destinada por el ministerio, escribió el nombre de quien deseaba quedara como ministra. Miró a sus espaldas por si algún chismoso prestaba atención y luego de doblar el pergamino en cuatro partes iguales, lo dejó caer por el interior de la urna. Se dio vuelta y se encaminó de nuevo al atrio en donde esperó en silencio, casi escondido. 

Al interior de la urna, el pergamino con el nombre de "Ada Camile Dumbledore" esperaba el conteo definitivo.

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Diablos, ¿esto era el Atrio del Ministerio?

No que fuera la primera vez que lo pisaba. O sea, ya me era familiar, al menos desde que había iniciado la pasantía. Pero jamás lo había visto así, con todo ese lujo que ahora tenía, con las pancartas con los rostros de los postulados, gritando cosas al público; con sus alfombras rojas, las urnas, las lámparas colgantes. Era demasiado llamativo y me costó unos largos cinco o seis minutos darme cuenta que muchos me miraban.

¿Por qué me miraban?

¡Ah! Debía ser porque llevaba el uniforme de Hogwarts.

Bueno, no me había dado tiempo a cambiarme, y las elecciones estaban por terminar. Para ser mi primera elección, todo eso era una novedad. Era la primera vez que algo que yo decidía podría tener un peso en la sociedad y se sentía... raro. Demasiada responsabilidad. ¿Cómo es que no lo había pensado antes? ¿Podía negarme ahora a emitir mi voto?

Me abrumaba todo lo que había alrededor.

-Usted puede, ama- me animó Jill, la elfina de Cissy, que me había acompañado hasta allí porque sabía lo aterrada que estaba.

¿Ama? Yo no era su ama. Nunca había tenido un elfo doméstico en mi vida. Pero no quería herir sus sentimientos.

Pasé entre la gente, apresurada, evitando ver cómo me notaban, mi pelo blanco que resaltaba, los colores de mi casa (Slytherin), el pin de Prefecta que brillaba en mi pecho.

Casi corrí al frente, hacia una de las urnas, y deposité mi voto. Mi primer voto.

VOTO POR CISSY MACNAIR

Porque no tenía idea quiénes eran los otros. Al menos el rostro de Cissy estaba siempre mirándome desde el tapíz del árbol en la mansión.

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