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Sala Común de Slytherin


Adrian Wild
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La sala común de Slytherin se encuentra bajo suelo, en las mazmorras del castillo. En el vestíbulo de la entrada hay una puertecita a la derecha que conduce a unas escaleras que bajan hacia las mazmorras. Justo frente a la desembocadura de esas escaleras, hay una pared completamente vacía. Al decir la contraseña correcta, el cuerpo de una serpiente aparece desde el suelo y crea un arco, revelando una puerta en la pared que da paso a un pasadizo. Ese pasadizo termina en la entrada del espacio reservado para las serpientes. La contraseña se cambia cada quince días, aunque a veces ha de ser modificada antes si existe la más mínima sospecha de que alguien que no pertenezca a la casa la posea. Normalmente, es comunicada por el Jefe o la Jefa de Casa a los Prefectos, quienes, a su vez, se lo van transmitiendo al resto de miembros.

Una vez se logra atravesar el pasadizo que se abre tras el muro, lo que más llama la atención es la tenue luz verdosa y fría que se filtra por los altos ventanales que dan a las profundidades del Lago Negro. Se dice que algunos Slytherin afirman haber visto al calamar gigante pasar por delante de los ventanales, así como algunas de las otras criaturas acuáticas que habitan en el lago. De hecho, existe la teoría de que si golpeas el cristal tres veces con la varita, el calamar aparece ante ti, pero... No siempre parece funcionar.

De aspecto casi medieval, toda la sala mantiene la estructura de cualquier mazmorra. Las paredes y los suelos son de piedra grisácea, los muebles están recubiertos de tapices de tonos verdes, y los sillones, butacas y sillas que se reparten por todo el espacio son de cuero negro con detalles verdosos. En la entrada hay una pequeña sección de estanterías llenas de libros y en la pared del fondo, entre los ventanales que dan al lago, hay una amplia chimenea igualmente de piedra gris con el escudo de la casa tallado en su centro. La decoración, por lo general, mantiene el mismo corte de sobriedad que caracteriza la sala. Apenas hay cuadros con retratos de figuras medievales y reconocidos Slytherin.

En sendos laterales dos largos pasillos que rodean la sala conectan con las habitaciones, diferenciadas por curso. El pasillo de la izquierda es para las habitaciones de los chicos, y el de la derecha, para las de las chicas, ambos con sus respectivos baños. Las habitaciones son cuadradas y cuentan con cuatro o cinco camas cada una, dispuestas de manera que cada estudiante tenga su propio espacio personal, delimitado con alfombras de tonos verdes.

La sala común es un buen espacio para poder estudiar cómodamente, charlar con los compañeros y compañeras de casa, pasar entretenidas noches maquinando estrategias y compartir toda clase de momentos únicos. En general, toda la sala da una inexplicable sensación de misterio. Un misterio que induce a pensar en todos los secretos que se esconderán en ese nido de serpientes.

Editado por Adrian Wild

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✤ Viajero de la noche ✤

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  • 2 semanas más tarde...

-Transeam- susurré frente a la pared vacía.

El movimiento fue casi inmediato. La serpiente que dormía estirada contra la pared, formando parte del zócalo de piedra, cobró vida y adoptó la forma de un arco, elevándose por encima de mí cabeza hasta formar un pasaje. Del otro lado, los pilares con fuego mágico se encendieron, dándome la bienvenida a la sala común de Slytherin. 

Una escalera en espiral nos llevaba hasta la sala propiamente dicha, dónde ya los estudiantes se encontraban conversando brevemente antes de irse a dormir. 

Era primero de septiembre, habíamos llegado hacía tan sólo unas horas en el Expreso de Hogwarts. Para los de primer año, aún se mantenía la tradición de cruzar el lago en bote, con las aguas ligeramente agitadas por los tentáculos del calamar gigante. Para los demás, los carruajes con thestrals nos recibían en el camino que bordeaba el bosque, ahora resguardado por la seguridad del Ministerio. Apenas había sido mencionada su presencia en la cena, pero yo sabía que era por la acefalia que estábamos viviendo con la muerte del Primer Ministro de Magia y la renuncia de todo su gabinete. 

Algunos, como yo, habían tenido que discutir con sus padres para que les permitieran volver. Por suerte, Rohanna había intercedido a mí favor con mis padres. Incluso iba a poder pasar los recesos en la mansión de los Macnair de Ottery, algo que me llenaba el pecho de expectativa. ¿Volvería Ámbar para la Navidad? ¿Por fin Kalevi dejaría de ser un zombie, furioso con sus padres, y los perdonaría? Yo no era quién para juzgarlo, pero tener ambos padres, aunque no fuera lo que esperaba, era mejor que no tener ninguno. Además, su padre era Aaron Black. El grandioso Aaron Black. 

Una jovencita de cabello y ojos verde esmeralda se me acercó.

-Hola Baela, ¿ya me hiciste alguna novatada a los nuevos?- le pregunté a mí prima. 

 

@ Arya Macnair  @ Juliette Macnair  @ Aaron Black Yaxley  @ Idylla Macnair T.

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Estaba sentada en una de las butacas más apartadas de la sala común de Slytherin, cerca de una ventana por donde apenas entraba la luz de la luna⸺sus dedos pasaban página tras página de un libro de runas antiguas, mientras de vez en cuando levantaba la vista para observar el ambiente que la rodeaba. La sala estaba animada, grupos de estudiantes conversaban en susurros o compartían risas contenidas, pero ella mantenía su atención en el texto, encontrando un extraño confort en la calma que le brindaba el estudio.

A pesar de ser de Ravenclaw, Baela siempre se sentía bienvenida en Slytherin, especialmente gracias a la cercanía con su prima y la historia compartida con su hermano. Había aprendido a encontrar su lugar en los rincones más tranquilos de ese espacio, donde las conversaciones no la alcanzaban del todo y podía sumergirse en sus propios pensamientos.

De vez en cuando, algún estudiante pasaba cerca y la observaba con curiosidad, pero la joven apenas notaba la atención. Estaba tan absorta en las líneas del libro que leía, que no advirtió la figura que se acercaba lentamente hacia ella, hasta que una voz familiar rompió el murmullo de fondo.

Astara estaba justo frente a ella, con esa sonrisa traviesa que siempre la delataba. Baela levantó la mirada lentamente, permitiéndose una pequeña sonrisa mientras cerraba su libro con delicadeza. Sus ojos verdes, brillantes bajo la luz mágica de la sala, se encontraron con los de su prima.

¿Novatadas? ⸺repitió con un tono suave pero intrigante, mientras arqueaba una ceja, y se inclinaba ligeramente hacia adelante.

Su mirada esmeralda vagó por la sala, observando a los estudiantes más jóvenes que charlaban entre ellos⸺aunque no era parte activa de los trucos o bromas que solían planear en Slytherin, Baela disfrutaba observando, con esa mezcla de curiosidad y serenidad que siempre la acompañaba. 

Tras unos segundos, su atención volvió a centrarse en su prima.

Oh, no es algo que realmente disfrute. . . ⸺admitió con suavidad, hablando de forma melodiosa.⸺ Pero los de primer año siempre esperan algo especial, ¿no?

Mientras hablaba, una pequeña sombra emergió entre sus dedos, tomando la forma de un dragón en miniatura que se retorció juguetonamente antes de desaparecer en el aire. Baela sonrió apenas, dejando entrever su lado más travieso, aunque siempre de una manera sutil y reservada.

Digamos que sólo estoy encargándome de que estén. . . un poco más atentos este año.⸺dijo con un tono bajo, como si compartiera un secreto que solo su prima podría entender.

Finalmente, retrocedió con gracia hacia su posición, volviendo a adoptar su postura tranquila y distante, como la figura etérea que siempre parecía ser. Sabía que, aunque no participara directamente en las bromas, su influencia y su mirada atenta desde las sombras siempre dejaban una huella muy difícil de borrar.

@ Astara Macnair  @ Arya Macnair  @ Aaron Black Yaxley  @ Idylla Macnair T.  

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Terminé de sacar las últimas cosas de las valijas y me dejé caer sobre el mullido colchón. Todavía no me hacía a la idea de estar otra vez en hogwarts, y mucho menos como pasante. De solo pensarlo me entraban ganas de vomitar. La carta había llegado a principios del verano, era asombroso como a los directivos no se les escapaba el paradero de uno solo de los suyos; en ese momento me encontraba en Viene con mi madre, Aidan y los gemelos. Para mi, habían sido unas pequeñas vacaciones, tenía alrededor de dos años viajando por el mundo para perfeccionar algunas técnicas.  

 

La vacante por la que me habían convocado era maldiciones, aunque me hubiese encantado tomar pociones. Lo cierto es que en algunas cosas me parecía con Arya, no se podían negar. 

 

—No me he podido librar de ti por mucho tiempo ¿verdad? 

 

Le hablaba al castillo, una vez de pie, acariciando la piedra de sus paredes. Fue en ese momento que me llegó una segunda nota con los alumnos que tendría ese año, y grande fue mi sorpresa cuando vi el nombre de la pequeña Astara, bueno, ya no era tan pequeña, pero para mí siempre sería una niña. 

 

Escogí mis mejores galas, de punta a punta usando negro. Até mi cabello rojizo en una alta cola de caballo y me coloqué un pañuelo verde esmeralda al cuello. Un minuto más tarde, desaparecía, con los permisos que se le otorgaban a los profesores, de mi habitación, y aparecía detrás de dos féminas que descansaban en la sala común de slytherin. Ellas, posiblemente, solo oyeron el suave golpe de mis botas contra el suelo. 

 

—¿Con que novatadas,eh?

 

Mi voz fue un eco. Ambas voltearon, alcé una cena observando a Baela, era la viva imagen de su madre. Por un momento la habitación volvió en el tiempo, y en ella estuvieron paradas Juliette y Arya Macnair. Un escalofríos me recorrió la espalda. 

 

—50 puntos menos para Slytherin

 

Bromeé, esperando que Astara me reconociera. 

@ Astara Macnair  @ Baela Black

 

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Solté una risa traviesa, por lo bajo.

-Te haces la buena y terminas siendo peor que yo- murmuré, sosteniéndome con mis manos en la ventana para tirarme más cerca de mi prima-. Eres perversa... Y todos creen que eres una santa- hice un mohín, como de disgusto-. Por eso te quieren y a mí no- fingí que estaba triste y me limpiaba una lágrima de la mejilla.

De repente, alguien a nuestras espaldas habló y mi alma abandonó mi cuerpo.

Me giré despacio, temiendo que alguien la estuviera imitando y no fuera ella. Pero no. Sí era. Tenía el cabello rojo igual a la última vez que la había visto, y una pañoleta verde esmeralda adornaba su cuello.

-¡ÁMBAR!- grité con felicidad, dando un saltito y luego tirándome a su cuello con todo mi peso.

La repentina muestra de cariño y la inestabilidad hizo que las dos fuéramos a parar directo al suelo, pero no aflojé mi agarre a su cuello. Todos en la sala común se giraron al escucharme gritar y presenciaron cuando Ámbar Delacour y yo terminamos en el suelo, en un lío de brazos y piernas. Poco me importaba lo que la gente pensara a aquellas alturas de mi vida.

-¿Cuándo llegaste? ¿Qué haces en Hogwarts?- pregunté.

Luego solté una mano del cuello de Ámbar y tiré de Baela para que nos siguiera al piso, así las tres podíamos abrazarnos.

 

@ Arya Macnair @ Baela Black

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Estaba a punto de responderle cuando escuchó unos pasos suaves pero firmes tras ellas. Su cuerpo se tensó de inmediato, reconociendo el aura de familiaridad que envolvía la sala⸺se giró lentamente mientras sus ojos grisáceos captaron la figura de Ámbar Delacour, cuya presencia irradiaba un aire de autoridad y nostalgia al mismo tiempo.

Un ligero escalofrío recorrió su piel al ver la viva imagen de alguien que parecía pertenecer tanto al presente como al pasado.

Observó cómo Astara, sin poder contenerse, se abalanzaba sobre Ámbar con la efusividad que le caracterizaba. Mientras ella, se mantenía en su posición, mirando curiosa la escena con esa característica serenidad que apenas ocultaba la profundidad de sus pensamientos. Siempre había sido la más contenida entre las tres, entre todos, pero eso no significaba que no disfrutara esos momentos de cercanía, sobre todo cuando Ámbar volvía al panorama, trayendo consigo recuerdos de tiempos pasados. Se permitió una sonrisa pequeña, un reflejo de la intensidad que sentía por dentro al ver parte de su familia reunida. Su familia.

Entonces todo se vino abajo, su querida prima, con su usual energía, tiró de ella, y la pequeña Black se dejó arrastrar al suelo con las dos, pero manteniendo esa típica elegancia que tanto le había caracterizado desde que era tan sólo una niña. Mientras sus piernas se doblaban con suavidad y se acomodaba junto a ellas, se apoyó ligeramente contra el brazo de Ámbar, compartiendo el momento sin perder del todo esa distancia emocional que siempre marcaba su comportamiento.

Oye. . . no he hecho ninguna novatada aún.⸺ respondió con una voz suave y controlada, pero sus labios se curvaron en una ligera sonrisa que dejaba entrever más de lo que sus palabras confesaban.⸺ Pero si hacerlas me asegura que estarás aquí por más tiempo, creo que podría permitirme una que otra idea para mantenerte ocupada. . . y así evitar que te vayas.

Sus ojos grises se movieron con un brillo particular entre Ámbar y Astara, no era su estilo hablar abiertamente de sus emociones, no a menos que estuviese con su hermano, pero había algo en ese instante que la hacía querer soltarse un poco más de lo habitual, al menos en su propia y discreta forma.

El reencuentro con Ámbar, esa figura casi mítica de su pasado, evocaba una nostalgia que no podía ignorar. La conexión entre las tres era algo que no necesitaba palabras para ser comprendido, y aunque Baela no solía expresar sus emociones con el mismo fervor que su prima, sentía el calor reconfortante de la reunión llenando los espacios vacíos en su interior⸺miró a su prima por unos momentos más, como si buscara en su rostro algún rastro del pasado, algo que le recordara a esos días más simples, cuando aún estudiaba en Hogwarts.

Es bueno verte aquí. . . te eché de menos, A. ⸺añadió finalmente, en un tono bajo, casi como un susurro pero cargado de sinceridad. Sabía que las cosas en Hogwarts no serían fáciles con los cambios recientes, pero si alguien podía adaptarse con elegancia y fuerza, esa era Ámbar. Y, por alguna razón, saber que la tendría cerca le traía una sensación de calma que no solía sentir con facilidad.

Baela apoyó la cabeza brevemente en el hombro de Ámbar mientras también estiraba una mano para agarrar los dedos de Astara, un gesto de cariño discreto que no requería explicaciones⸺estaba contenta de que el destino las hubiera reunido nuevamente, y aunque no lo diría en voz alta, no podía evitar sentir que, juntas, podrían enfrentarse a cualquier cosa que el futuro les deparara.

@ Astara Macnair  @ Arya Macnair

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—Ámbar Delacour

Astara no me dio tiempo a nada, como desde el día en que la conocí. Fue tan sencillo como parpadear y saberme en el suelo, rodeada por dos pesadas adolescentes que reían y se aferraban a mí. La primera vez que la vi fue con Rohanna, ambas se tenían algo entre manos y admito que sentí un poco de celos. Estoy segura de que la  morena lo intuyó, porque no se demoró en explicarme que todas compartíamos el mismo apellido, y desde ese momento la platinada no cerró el pico. Lo bueno era que su forma de ser contagiaba, nos pasábamos horas hablando sobre la vida de nuestros padres, nosotras las mayores poniéndola al día de quiénes eran y conociendo, también, un poco sobre ese pedacito del árbol genealógico que se nos había ocultado. Particularmente no tenía un trato muy apegado con Castalia, no tanto como mi madre, pero sí la quería mucho y me sentí algo ofendida al saber que había negado a una parte de su familia, o más bien que la habían renegado. Me molestaba esos comportamientos por parte de la sangre ¿Cuánto tiempo Arya estuvo apartada de los Macnair por ello? 

Esto será algo que nadie sabe, pero aun me la encuentro en la sala familiar, donde todos los rostros de los Macnair se encuentran observándote, y puedo verla sollozar por lo que le fue arrebatado. Se que es una herida que nunca cerrará por completo. 

Pero volviendo aquí, el trasero me dolía por la caía. 

—Estaba en Viena con mamá, Aidan y los gemelos ¿No te dijo nada Roha?

Estiré una mano y remetí un mechón de cabello oscuro tras la oreja de Baela. Ella era mucho más modesta y recatada que Astara. Como el agua y el aceite, pero lograban encajar a la perfección. En cuando a Ela y yo, pues, lo repito, éramos nuestras madres, pero con mucho más tiempo que compartir. El tiempo que a ellas les habían robado. Pensando en ello, como cosa recurrente, acaricié su rostro y le sonreí. Estábamos las 3 vueltas un manojo de manos y piernas, tan pegadas que no podrías saber dónde empezaba una y terminaba la otra.

—Recibí una carta de los Directivos, y no me pude negar— suspiré, ellas sabrían que era mentira, cualquiera podría haberse negado —Me ofrecieron un lugar como pasante en la clase de maldiciones, estaré a prueba este año. 

Lentamente las tres nos fuimos poniendo de pie, sacudí el polvo de mi túnica y acomodé la cola de caballo que ahora parecía el cepillo de una escoba, gracias a Astara. Luego me senté cerca del fuego, cuando el sol se ponía, las mazmorras se volvían demasiado frías para mi gusto. Le había perdido la mano al castillo.

—Y díganme ¿Está permitido socializar en salas comunes que no son de tu casa, o debo quitarles puntos esta vez de verdad?

Sonreí. 

@ Astara Macnair  @ Baela Black

 

 

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Volvía de la biblioteca y bajo a las mazmorras, Sebastián llegaba a la pared vacia y mientras murmuraba la contraseña se apareció ante el un arco que lo dejaba entrar a su sala.

 

Desde que el sombrero lo había elegido para Slytherin, no dejaba de admirarse de como se veía su sala por dentro, el verde y el plata hacían un bonito juego de colores que reinaban por toda la estancia. El ventanal gigante que estaba en la sala, les daba una vista espectacular del lago, y dado que el era fanático de las criaturas marinas, aquello le gustaba muchísimo.

 

Tan pronto entro, no pudo reconocer a las chicas que estaban dentro de ella, se veía que tenían una conversación un poco intensa. Así que para no molestarlas con su presencia, intento alejarse lo más que pudo de ellas. En realidad era malo con las interacciones entre personas y socializar no era su fuerte; no era novedad que aún no tuviera ningún amigo con el cual charlar.

@ Astara Macnair  @ Arya Macnair

@ Baela Macnair

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Me había atiborrado de comida gracias al banquete, quizás, fui de los últimos en levantarme de la mesa. No me importo en lo mas mínimo, por algo era el prefecto y podía hacer lo que me viniera en gana. Siempre y cuando no violara el toque de queda. Siempre me habían molestado con ellos. Para muchos debería estar en Hufflepuff. Estaba cansado de tener que explicarles que el sombrero me había colocado en Slytherin y que era mejor que se callaran. Seria un año duro, eran los últimos exámenes que debía presentar y saldría de Hogwarts.

 

Al entrar a la sala común fui hasta mi sillón favorito. Al parecer muchos ya se encontraban en sus habitaciones porque la sala común no estaba tan llena. Al observar la reunión familiar de las Macnair no pude mas que dibujar una mueca. Ya me había acostumbrado a que la chica de Ravenclaw se colara en la sala común gracias a que su prima era mi compañera prefecta. Iba a ser tiempo perdido si me ponía a discutir por millonésima vez con Astara sobre ello. Nuestra relación no se como se definiría, buena, a veces mala, a veces nos apoyábamos u odiábamos, amigos, rivales, ya no sabia que pensar. saque una rana de chocolate de mi bolsillo y le di un gran mordisco.

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Le hice caras a Ámbar.

-Claro que Rohana nos dijo que estabas en Viena, pero no tenía idea de que ibas a regresar a principio del año escolar- porque claramente no se me había pasado por la cabeza que ella fuera a dar clases. 

Desde que había terminado la escuela hacía tres años, Ámbar había expresado que a ella le gustaría viajar, conocer y estudiar en el extranjero, y por eso no se me había podido ocurrir que ya regresara tan pronto. ¿Eso significaba que Arya, Aidan y los gemelos iban a volver también? Porque hasta ahora no se había barajado esa posibilidad.

Baela y yo teníamos mayormente la mansión para nosotras. Rara vez veiamos a Kalevi, que pasaba más tiempo en la mansión de los Black, o a Roha, que había conseguido un empleo en un negocio del Callejón Diagon mientras estudiaba y prácticamente estaba todo el día ocupada. Era casi extraño tener una enorme casa sólo para unas adolescentes, pero así habíamos pasado el verano. 

- Conseguí una pasantía en el Departamento de Seguridad Mágica. Este años comenzaré allí y tengo la posibilidad de que, si estudio Leyes Mágicas, ingresé a trabajar con créditos extra. Siempre y cuando haga bien mí parte como empleada- sonreí, feliz, porque mí sueño siempre había sido trabajar en Seguridad. Mí padre no estaba de acuerdo. Pero él casi nunca estaba de acuerdo conmigo. 

- Seguro debes haber preparado cosas fraudulentas para tus clases - puse cara de asco, porque la conocía-. Desde que se implementó que los Muebles estudien en Hogwarts, nos han permitido algunas cosas. No tienen permitido pasar a los dormitorios, pero los lugares comunes son casi libres... Si tienes la contraseña, claro- una sonrisita de suficiencia llegó a mis labios. Eso era pura mentira.

Me puse de pie y ayudé a mis primas a hacer lo mismo. 

En aquel momento, dos personas totalmente diferentes entraron en la sala. @ Sebastian Macnair  , aparentemente primo nuestro, aunque nuestras interacciones eran mínimas y él prefería los libros. Y, para mí enorme desgracia, @ Coleen Black . Un quejido salió de mis labios, sin disimulo, y miré a Baela.

- Debes irte, cuervita- hice una mueca de decepción con mis labios y le tiré los brazos al cuello-. El odioso del otro prefecto acaba de llegar y te quitará puntos. Ve, ve. Nos vemos mañana entre clases - le plante un beso en la mejilla y me giré hacia Ámbar -. ¿Sabías que hay otro Macnair en nuestra sala? - estiré mí barbilla para señalar al tímido Sebastián.

@ Juliette Macnair  @ Arya Macnair

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