Sala Común de Ravenclaw

[Adrian Wild]

 

La sala común de Ravenclaw se encuentra en la Torre de Ravenclaw, en la zona oeste del castillo. Desde el quinto piso del castillo, hay un pasillo al que se accede desde la gran escalera que conduce a un rellano conectado con unas escaleras de caracol. Al final de esas escaleras hay una puerta sin pomo ni hoja de cerradura, pero con una aldaba en forma de águila, de bronce. Al tocar con la aldaba, el águila pronuncia un acertijo que debes resolver correctamente. Si no se consigue a la primera, no hay más intentos y se debe esperar a que otra persona resuelva el acertijo que le plantee el águila. A los laterales de la puerta hay algunos cojines y sillas de tonos azules, algunos formando pequeños rectángulos como catres, por lo que se ve que es bastante frecuente que más de un alumno o alumna se quede fuera esperando a poder ingresar en la sala común reservada para las águilas, y tienen que pasar la noche en el descansillo.

Una vez se logra resolver el acertijo y entrar en la sala, lo que más llama la atención es la cantidad de luz y sensación de amplitud. Hay amplios ventanales a lo largo de toda la pared circular que dan la impresión de que la sala levita en el cielo, debido a la gran altura a la que se halla. A través de ellos, se pueden ver absolutamente todos los terrenos de Hogwarts y sus alrededores. Hay sillones, divanes, sillas, mesas, escritorios llenos de pergaminos y libros por toda la sala, y los colores predominantes son el azul y el bronce. Hay una gran alfombra circular azulona en el centro de la sala con dibujos de estrellas que se corresponden con las que se ven en el abovedado techo, casi como si fuera un reflejo. En el lado opuesto a la puerta de entrada hay un nicho con una estatua blanca de Rowena Ravenclaw que contiene una no tan pequeña biblioteca personal con estanterías por todo el muro de dentro del nicho y la zona de alrededor.

Junto a esa zona, a la derecha del nicho, hay unas escaleras de caracol que suben a un balcón exterior que casi ocupa la mitad del área de la sala común y desde el que también se pueden observar los alrededores y el cielo. Cerca de la puerta principal, unas escaleras suben y bajan por el pequeño anexo a la torre en el que se reparten las habitaciones de los estudiantes, divididas por cursos en las diferentes plantas y también asignadas por género. Es frecuente encontrar a Ravenclaws encerrados estudiando en sus habitaciones o pasando ratos de lectura solitarios.

La sala común es un buen espacio para poder estudiar toda clase de temas que la propia biblioteca personal ofrece, charlar con los compañeros y compañeras de casa, pasar entretenidas noches de actividades creativas y compartir toda clase de momentos únicos. En general, toda la sala da una inexplicable sensación de creatividad e ingenio latentes. Una creatividad e ingenio que desarrollar con toda clase de compañeros y compañeras peculiares con los que extender las alas desde este nido.

Editado 31 Agosto por Adrian Wild

[Thoth]

Antes de morir

Lisandro Luxure

 

A diferencia de muchas salas comunes la de Ravenclaw tenía una forma muy particular de ingresar, es por eso que a menudo se observa frente de la gran estatua a muchos estudiantes intentado ingresar, este dilema fue creado por la fundadora para mantener siempre en estudio a sus discípulos. Este aspecto era algo impresionante, un desafío que no todos les gustaba afrontar y aún así los de los años superiores ayudaban a los de primero.

 

-Existen de tipos de hablante parsel.- comenzó a expresar un alumno de último año. -en primer lugar están los que nacen con ese don, y es allí donde se desarrolla a lo largo de su vida, se dice que son capaces de comunicarse a libertad con las serpientes, además, incluso si no conocen que poseen ese don, esos murmullos.- hace pausa. -les hace comprender ese siseo que para muchos no logramos comprender, por lo que sin saberlo.- Evocando en su mente al mismo Harry Potter. -hablan con gran fluides. – En eso baja la mirada. -Aunque, también existe una segunda clase de quienes hablan parsel, y esto es más como un curso de idiomas, en donde por mucho tiempo comienza a pronunciar las palabras de ese lenguaje oculto, pero no logran comprender a ciencia cierta a las serpientes, se puede decir que con el tiempo pueden lograr dominar un idioma, intentar comprender a las serpientes, pero es de menor grado de aquellos que nacen con el don.-

 

Este finalizo y capto la atención de los que allí se encontraban, pero por suerte esa respuesta fue lo suficiente para que las puertas de la sala común se abrirá. Entre esos estudiantes se encontraba Luxure, el cual se encontraba ya con libros en la mano y una mirada fija al horizonte, ese saber era nuevo para el mismo.

 

-¿Acaso no es él un Luxure?- Cuestiono uno de los estudiantes de tercer año. -según recuerdo la mayoría de su familia es de ciertos ideales. -  En eso su compañera le golpea con el codo, ya que era muy imprudente.

 

Este estudiante de primer año ya le era común esos comentarios entre los pasillos o en las clases. Y aún así su mente curiosa no tenía fronteras, ya que estando en esa sala le era más agradable que estar en casa, en Ravenclaw se sentía como en el cielo y más que le agradaba hablar con Helena Ravenclaw. Esta dama le parecía muy amable, brillante y sin duda le gustaba resolver sus acertijos.

[Baela Macnair]

La luz de la chimenea lanzaba sombras danzantes sobre las paredes de piedra, mientras que el resto de los estudiantes se habían retirado a sus dormitorios. La habitación, normalmente llena de murmullos de conversación y risas suaves, ahora parecía un vasto océano de calma que sólo acentuaba la soledad de la pequeña Macnair.

Baela estaba sentada en un rincón solitario cerca de la ventana, con la vista perdida en la noche estrellada. A su alrededor, libros abiertos y pergaminos desordenados hablaban de un intento de concentración que no lograba despejar el torbellino en su mente. Sus ojos, grises como el cielo en un día nublado, reflejaban la tristeza que se había asentado en su corazón.

Era uno de esos días en los que el vacío se sentía más palpable, como un peso invisible que la empujaba hacia abajo. La ausencia de su hermano gemelo, a quien nunca llegó a conocer pero con quien siempre había sentido una conexión extraña e incompleta, parecía más intensa. El hecho de que su llegada al mundo hubiera sido truncada, de que nunca hubiera tenido la oportunidad de compartir su vida, la llenaba de una frustración profunda.

A lo largo de los años, Baela había tratado de mantenerse en pie, de construir una vida llena de logros y conexiones significativas. Sin embargo, en la quietud de la Sala Común, no podía evitar sentir que todo eso había sido una fachada para cubrir un vacío que nunca parecía llenarse. Aunque estaba rodeada de amigos y compañeros, y aunque había encontrado su lugar en Ravenclaw, había una sensación persistente de insignificancia, de no ser suficiente.

La conexión que sentía con su hermano era como una herida abierta que nunca cicatrizaba del todo. En ocasiones, sentía que el dolor de su pérdida no era simplemente por no haberlo tenido a su lado, sino por la sensación de que su vida siempre había estado marcada por una sombra que ella no podía superar. La frustración de no haber podido compartir su infancia, de no haber tenido ese vínculo, la hacía cuestionar su propio valor.

Se levantó lentamente y se acercó a la ventana, dejando que la fría brisa nocturna le acariciara la piel. Miró las estrellas parpadeantes en el cielo, tratando de encontrar alguna forma de consuelo. En su mente, se preguntaba si alguna vez encontraría una forma de llenar ese vacío, de sentirse completa y significativa en su propio derecho.

Y entonces tomó un profundo respiro, volviendo a la comodidad del sofá más cercano al fuego. Sus lágrimas, que hasta ese momento habían estado reprimidas, comenzaron a deslizarse por sus mejillas mientras escribía en su diario personal. A través de la escritura, intentaba encontrar sentido y significado, o una forma de reconectar con la parte de ella que sentía perdida desde el momento en que dio su primer respiro.

[Thoth]

Antes de morir

Lisandro Luxure

 

Luxure se encontraba en medio de la sala común, aquella tan hermosa y brillante, era esto sin duda algo inimaginable, quizás muchos grandes magos y brujas pisaron ese mismo suelo, y lo que más le asombro fueron los incontables detalles que daba una sensación única. Este miraba con gran admiración los sueños, las esperanzas y sobre todo las nuevas metas que se pondría para alcanzar, este esperaba tener nuevos saberes y ante todo tener un firme pensamiento de un ideal marcado por leer y leer. Este carácter para muchos era incomprensible y más por el legado familiar que poseía, y aún así esperaba lograr conseguir hacer amigos en el colegio, en donde tendría nuevas aventuras.

 

-Espero tener amigos.-

 

Murmuro y observo a muchos estudiantes dirigiéndose de un lado a otro, quizás una chica ( @ Baela Black  ) y aún se limito en saludarle, ya que parecía estar centrada en sus asuntos y no deseo ser imprudente, por lo que se dirigió a donde se encontraba la estatua de la fundadora, esa increíble mujer y más que admiración sintió orgullo estar en  este nuevo hogar,  pero para sus adentros su familia no lo era tanto y conseguía más afinidad con cada persona tan particular que allí se encontraban, esas caras tan desconocidas y seguro que algo les unía y no era la sangre, era algo más valioso y sobre todo más loable. En ese instante suspiro lentamente y con una sonrisa espero poder lograr al menos llevarse bien con sus homólogos en Ravenclaw.

 

Este no se ubicaba si era de día o de noche, lo que si se encontraba era como encontrar un nuevo libro para leer, pero esos pensamientos ya carecían de sentido, fue en ese segundo que se acerco a un libro dejado una mesita, aquella que era iluminada con una vela, por lo cual tomando el libro que decía: "Un arte para comprender los encantamientos." Este basamento mágico era curioso y le llamo la atención, por lo cual como un digno estudiante lo comenzó a leer con mucha atención, mientras que así pasaba su adquisición, este proceso sería lento pero amigable, todo lo que el estudiante de primer año le agradaba.

[Amir Carrow]

Defensas contra las Artes Oscuras.

 

Esbozó una sonrisa oculta por el eco de las sombras que nacían producto de los tañidos nocturnos de aquella chimenea, bufó un suspiro encriptado en sarcasmo y se levantó del asiento hasta que la ventana de su torre enmarcara su silueta a la luz de la luna. Era una noche profusa, espesa, los nubarrones que danzaban alrededor de la bóveda amenazaban con azotar a Hogwarts con un diluvio apocalíptico. Mientras la naturaleza se abría paso estrepitoso entre sus vertiginosas dudas para lograr ponerse de acuerdo, en la mente de Amir Carrow Van-Cernych una mente obtusa trabajaba.

 

A sus 24 años de edad, el Sangredragón seguía estudiando. No había materia mágica en el mundo que no hubiere explorado antes, a través de los pasajes de una científica investigación. Autodidacta, analítico y fríamente calculador, tenía la desdicha (o fortuna) de poner toda teoría en constante controversia. Por eso, aquella noche de otoño seguía cuestionándose: ¿Por qué no Maldiciones o Artes Oscuras? ¿Qué podría saber un crío de 20 años por encima de los conocimientos que él manejaba? El nombre del Director @ Adrian Wild  seguía rondando sus pensamientos, unos quizás no tan portentosos.

 

Las primeras gotas de lluvia empezaron empapando su rostro; por lo que, hizo danzar su varita al ritmo de la candela en la chimenea para cerrar la ventana de golpe y cubrirla con la cortina azul cielo con ribetes de cobre para proteger su habitación del diluvio. Con media vuelta, retornó a su escritorio, se quitó la toalla de la cintura y se colocó la gabardina cobalto, que desprendía destellos plateados de sus hilos, que lo ubicaban en medio de la noche a juego con su mirada azul punzante.

 

Abandonó el recinto y descendió por las escaleras enroscadas de mármol hasta el Gran Salón, donde el festín estaba servido a la luz de antorchas imperdibles y eternas que no se apagaban aún cuando fuera la precipitación sonaba potente. La sonrisa que iluminó su rostro fue visible para quien quiera que estuviese presente, pero quien lo conociese habría asociado dicho gesto de irónica felicidad, con el eterno y soberano Corbicus Carrow, su padre.

[Baela Macnair]

Levantó la vista de su diario al notar la presencia de @ Thoth  cerca de la estatua de Rowena⸺aunque no lo conocía bien, lo había visto en clases y sabía que, al igual que ella, se mantenía algo distante del bullicio de los demás estudiantes de Ravenclaw.

Observó cómo él tomaba un libro y comenzaba a leer en silencio, en otra situación, quizás Baela habría ignorado su entorno, como solía hacer, pero algo en la quietud de la sala común y la propia soledad que ella sentía en ese momento la impulsó a romper su burbuja por un breve instante.

No era su estilo iniciar conversaciones. Tampoco era del tipo de personas que buscaban compañía para llenar el vacío que siempre la acompañaba. Sin embargo, en ese instante, sentía un deseo sutil, casi imperceptible, de no estar completamente sola. No con palabras, no con grandes gestos, sino con una presencia compartida, una comprensión silenciosa.

Se levantó de su lugar, acercándose al mago con pasos suaves, como si no quisiera perturbar la calma de la habitación⸺no lo interrumpió de inmediato. En lugar de eso, dejó un libro suyo sobre la mesa, uno que había leído ya varias veces y que siempre le había traído cierta tranquilidad en momentos difíciles: “Los Misterios de la Magia Ancestral”.

Sin decir nada, lo miró por un segundo, lo suficiente para que él la notara. Luego, con una ligera inclinación de cabeza, señaló el libro, dejándolo ahí para él. Era su forma de extender una mano, de invitarlo a compartir ese espacio en silencio, sin expectativas ni demandas.

Sin esperar una respuesta inmediata, volvió a su asiento junto a la ventana con la mirada fija en las estrellas más allá del cristal⸺pronto se iría a la cama a intentar conciliar el sueño.