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Adrian Wild
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Aulas de Adivinación: @ Matthew

Todo se había quedado en silencio, salvo los rayos y truenos, llevábamos ahí un buen rato y al menos parecía que la tormenta se iba diluyendo poco a poco. Él había hablado algo de huesos y nigromancia y se me ocurrió algo en ese momento. Saqué el morral de moke que ya de por sí, pesaba un quintal, extraje de su interior un grimorio antigüo, negro, con las puntas desgastadas y con marcapáginas de diferentes colores...

- Son para magia blanca, negra, hechizos de uso diario... cosas de mi madre - dije con cierta añoraza, me fijé en el último, de color índigo, era el que más nuevo estaba- éste de aquí es de nigromancia y tiene además, un apartado para la adivinación. Mezcla la muerte por los huesos y los diferentes métodos adivinatorios... lástima no sacar éste pedazo libro antes - bufé, renegando, ahora seguía fumando pero con más parsimonia, pasando las hojas de pergamino con mucho cuidado- no se suele usar mucho ésto, porque produce mucho desgaste, físico y mental -avisé a Matt- no es una magia para todos y si se hace, se tiene que hacer en un lugar de muchísimo poder, para que se contrarresten sus efectos y aquí en éste aula y éste castillo, pueden servir - sonreí, mientras daba otra calada.

- Es cierto que es adivinación pero insisto en ello, desgaste... - señalé una de las hojas - ¿ve lo que le digo? Venus - y una larga lista de simbología alquímica antigüa relacionada con la alquimia medieval y moderna, del siglo quince, época de madre y que había recopilado durante tanto tiempo - mercurio - señalé otra vez al símbolo característico... Saqué una faltriquera de runas antiguas y en combinación con ambas cosas, se podría sacar mucho más en claro - las runas nórdicas son las mejores para ésto, mucho mejor que la santería cubana... no está mal pero ésto es más preciso y con la posición de los planetas, algo podremos saber -saqué el mapa que había catalogado días antes, tras largas noches de estudio con el catalejo apuntando al firmamento - mire, las casas de venus y mercurio -señalé el pergamino - amor y mensaje... curioso - reí por lo bajo.

Sacudí el pequeño bolso en dónde se guardaban las gemas rúnicas y al cabo de un minuto, las esparcí en la mesa, había al menos tres o cuatro en las que enseguida capté el significado - mire - señalé a las tres - Uruz, Thurisaz, Ansuz; coraje ante la destrucción y que tenemos el poder de la palabra para tomar decisiones, los dioses prevalecerán en el porvenir de cada uno de ellos -señalé a otras dos - Raidho y Jera; tras el progreso de todo lo perdido por lo ganado, el tiempo pone las cosas en su sitio... No sé si tiene que ver con la guerra, pero tendría mucho sentido, sí - dije, apoyando mi mano en el mentón, de nuevo, del morral saqué varios huesecillos que contenían diferentes marcas, sin mirar, los tomé y los expuse encima de las runas para ayudar a acertar en las predicciones - lo mismo - dije, señalándolos - ¿ve dónde se han colocado? los huesos de por sí son más complicados, pero las runas nórdias ayudan, no sé si usted tiene otra opinión diferente - dije con una media sonrisa de disculpa

off: añadir enlace para entender la descripción

Editado por Hecate Engosvezhof

 

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Destruyendo la Torre de Astronomía y descubriendo la Habilidad de Animagia acompañada por @ Mael Blackfyre

Post # 8

 

La respuesta de Mael había sido amable, los nervios de ella la llevaban a preguntar, las ganas de volar le ganaban, pero era como si los recuerdos de otra vida en el que las alturas la mareaban la llevaran a temer. Pero vamos ¿a qué temer? ¿A morir? Había muerto más de una vez en el pasado, en el caso de ella, hasta ahora, no había sido, aún, para siempre. Suspiró. Él tenía ahora razón, estaba siendo más palabras que acción y eso, era raro en ella.

—Si todo depende de mí, mmm… no me arrastras *****, ¡me arrojas!, —chilló, pero ni tiempo dio para pensar más antes de agregar —nos tiramos de la torre de astronomía y que sea lo que nuestras plumas nos dejen ser —gruñó, molesta, más con ella misma que con el mago que tenía a su lado.

Sin darse cuenta tomó a Mael con su mano libre y lo comenzó a arrastrar junto a ella hacia la bendita torre, no quería que el amanecer los encontrara aún en pie sin haber hecho nada. Tenía razón, pensó mientras caminaba hacia la Torre de Astronomía. Además, en cualquier momento Adrián podía descubrirlos y ¿cómo le explicaba? Bueno, en realidad no le tenía que dar explicación alguna ¿o sí?

Se detuvo, ¿no se podrían haber aparecido en el ala norte del castillo? En ese momento notó como los dedos de Mael intentaban zafar de entre los suyos, lo había “agarrado” casi como si fueran una pareja de novios, deditos entrelazados y no solo tomados de la mano. Lo soltó algo incómoda, observando frente a ella la Torre de Astronomía, haciéndose la que no había notado lo bien que se sentían los latidos de su corazón, se centró en la torre, la cual era la más alta de Hogwarts.

—¿No habrá alguien utilizando el observatorio? —dadas las horas no era tan ilógico, aunque no sabía si lo tenían permitido, claro que, precisamente, era la hora indicada —¿o por dónde y desde dónde tienes en mente que volemos?

Se giró hacia Mael y lo miró a los ojos, esa mirada oscura logró ponerla nerviosa, pero fueron apenas dos segundos. El tema es que quería aventurarse, quería volar, quería convertirse en el cóndor que ella y Seba habían alcanzado a vislumbrar. Era un ave atípica en esa zona, es verdad, y una criatura con algo más de tres metros de envergadura no iba a pasar fácilmente desapercibida. Pero ella no elegía la animagia para espiar o destacar. Ella la elegía porque sentía que esa magia estaba dentro de ella deseando salir a la luz.

No sabía muy bien ni por qué ahora ni cuándo empezó a sentir esa necesidad de sacar lo último que quedaba en sus entrañas de una magia que habría podido ser la más poderosa del mundo. Una vez le dijeron que podía convertirse en un animal, pero no lo podría controlar. Ahora quería demostrar que la criatura dentro de ella era controlable y poderosa, aunque no fuera un felino feroz o un poderoso mamífero, aunque no surcara ni los mares ni los ríos. Los vientos que arremolinarían ya no sus cabellos sino sus plumas negras, deseaba con todo su ser sentirlos contra su rostro, mientras volaba.

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Conocimiento de Astronomía, con Toji

La noche estaba Clara y definitivamente fría pero observar las estrellas era maravilloso Cada vez me sentía más enamorada del cielo y de cómo la bóveda Celeste se mostraba delante de nosotros la compañía del nipón era un bastante agradable sentía una conexión extraña con él al parecer el tener un gusto en común con alguien es algo que te permite pasarla de una manera agradable. Cuando menciono el futuro me hizo pensar en que jamás pensaba en el futuro siempre trataba de vivir el presente porque el presente era un regalo y el futuro todavía no ha llegado.

Develar los secretos de las estrellas era difícil alguna vez había diseñado una carta astral basada en la bodega Celeste en el mismo instante de mí nacimiento y lo que había descubierto me había dejado un poco triste pero confiaba en que mi futuro estuviera dirigido por las Estrellas y que alguna vez pudiera ver los secretos que ellos me guardaban.

Cuando empezó a hablarme y me miró a los ojos me fijé en lo profundo de su mirada la realidad es que @ toji parecía una persona que guardaba muchos secretos y que no solamente conocía el arte de la adivinación y de la astronomía me fijé en sus ojos y me quedó un poco más en ellos y fijándome también en sus palabras para poder reaccionar de manera lógica a su enseñanza. Su amabilidad y delicadeza en el momento de tomar mi mano para manejar mejor el instrumento me hizo sonrojar, hacía mucho tiempo que no tenía cercanía con nadie y menos con alguien con quien me sintiera tan a gusto acalle un suspiro. Cuando pidió mi permiso sonreí y yo asentí deje que me guiará.

-Esta bien, voy a enfocarme.

Gire el instrumento con suavidad y delicadeza y me llamó la atención dos brillantes y centelleantes cuerpos celestes que reconocí después de un momento a Venus y a Mercurio conocía por las astrología que juntos Alineados eran un buen indicio.

- Observo a Venus y a Mercurio alienados, cuando están así de manera anterógrada es indicio de Buenos inicios.

Estaban pasando cerca de la constelación de acuario que regia mi nacimiento, lo cual era bueno porque me influenciaban directamente. Me separe del lente del microscopio para mirarlo, estábamos muy cerca y sonreí suavemente.

- Esos indicios me dicen que será bueno mi Gobierno en el Ministerio.

Solté con voz suave y ligeramente emocionada.

Post 4

 

 

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🌙 dulce asesina by Mael

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Matthew observó a su interlocutora con una mezcla de curiosidad y desdén. Su risa resonaba en la torre, una melodía inquietante en medio del estruendo del trueno, y él se sintió arrastrado por la corriente de sus palabras.

Cazar, ¿eh? —murmuró con un tono sombrío—. Útiles para disimular gritos... Un pensamiento intrigante, si se considera el contexto.

Su mirada se volvió más penetrante al escuchar como Hecate hablaba de su orgullo al hablar de la magia oscura. Ella sacó su varita de álamo temblón, y Matthew sintió que una sombra de respeto se asentaba en su ser. No era común encontrar a alguien que abrazara con tanta devoción las Artes Oscuras.

La magia no es un juego de niños —respondió, su voz grave y profunda—. Es un poder que exige respeto y, sobre todo, sacrificio. Tienes razón, aquellos que no la comprenden son un lastre. Merecen lo que les venga.

Su expresión se tornó más seria, consciente de que su compañera hablaba con una sinceridad desbordante. Era raro sentirse tan a gusto con alguien que compartía sus convicciones, y eso lo inquietaba. —Interesante lo que dices sobre los mortífagos —continuó, analizando cada palabra—. Puedo sentir la influencia de la Marca en tu discurso, aunque no puedo asegurar que estés completamente dentro. Pero hay algo en ti, un eco del pasado que no puedo ignorar. 

Se permitió una leve sonrisa sardónica al escuchar su risa sobre el humo y la ceniza. La manera en que se burlaba de su propia inexperiencia le resultaba fascinante.

El problema siempre puede resolverse con la muerte —afirmó, su tono implacable—. Esa es la única verdad innegable. La vida es un juego cruel, y aquellos que se atreven a entrar en él deben estar preparados para pagar el precio.

Cuando señaló el humo en forma de cruz y círculo, Matthew sintió un escalofrío. La visión era inquietante, y la idea de una mujer en el ministerio resonaba en su mente como un presagio.

Si es alguien que realmente ayude... —repitió, su voz cargada de ironía—. La esperanza es un lujo que no podemos permitirnos. Pero lo que se avecina es ineludible. Y yo, por mi parte, estaré listo para lo que venga. 

El silencio se había adueñado del aula, interrumpido únicamente por el estruendo de la tormenta. Él había mencionado huesos y nigromancia, lo que despertó un interés sombrío en su mente. Con un gesto casi ritual, Hecate sacó de su morral un grimorio antiguo, su presencia tan pesada como el peso de los secretos que encerraba. El libro negro, desgastado y lleno de marcapáginas de vivos colores, parecía respirar la esencia de un tiempo olvidado.

Son herramientas de tu madre? —comentó, su voz un susurro cargado de nostalgia, como si cada palabra invocara sombras del pasado, aunque sus recuerdos no eran tan buenos como parecía, su vida no habia sido del todo buena. Se detuvo ante un marcapáginas índigo, el más nuevo de todos—. Una pena no haberlo utilizado antes? —bufó, dejando escapar el aire como si exhalara el peso de los años.

El ambiente se tornó denso a medida que seguía hablando. Su advertencia sobre el desgaste, físico y mental, se deslizó como un eco en el aire. Era evidente que ese tipo de magia no era para los débiles de corazón. A medida que hojeaba el grimorio, la mirada de su interlocutor se perdía en la simbología alquímica, y él continuó con un fervor sombrío. Su media sonrisa, más parecida a una mueca, revelaba la certeza de que en el oscuro arte de la nigromancia y la adivinación, cada palabra, cada runa, podía desatar un destino inimaginable.

Matthew observó las gemas rúnicas esparcidas sobre la mesa, su mirada implacable analizando cada símbolo como si cada uno contuviera un fragmento del destino.

Uruz, Thurisaz, Ansuz... —repitió en voz baja, permitiendo que los nombres resonaran en su mente. Cada runa parecía susurrar secretos olvidados, eco de antiguas verdades que solo unos pocos elegidos podían escuchar. El coraje ante la destrucción, un concepto que apreciaba en su esencia más cruda.

Cuando ella mencionó el tiempo y el progreso, Matthew sintió un leve escalofrío. La guerra era un ciclo interminable, y el sacrificio era la única constante.

El tiempo, como bien dices, se encarga de poner las cosas en su lugar —afirmó, sus ojos fijos en los huesecillos que había colocado sobre las runas—. Pero lo que se gana y se pierde en esa balanza nunca es equitativo. La destrucción siempre deja cicatrices más profundas.

Se inclinó un poco más cerca, observando la disposición de los huesos. Su mente trabajaba rápido, desenredando las conexiones entre las runas y lo que podían significar.

Tienes razón, los huesos son complicados —dijo, su voz grave cargada de un tono casi reverente—. Pero también poseen una sabiduría oscura que a menudo es ignorada. Las runas nórdicas pueden guiar, pero son los restos de lo que fue lo que verdaderamente hablan.

Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, aunque carecía de calidez. Era más un reconocimiento de la profundidad de la conversación. —Así que... ¿qué te dicen las runas y los huesos sobre el futuro? Porque, aunque parece que la guerra está en el aire, el destino siempre tiene formas de sorprendernos.

@ Hecate Engosvezhof

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(1) Astronomía. @ Jeremy Triviani

*Momentos antes de la clase de animagia improvisada (?)*


El viento nocturno se colaba entre las piedras antiguas de la torre mientras Alana—o Beltis, como aún se reconocía en su fuero interno—, ascendía las escaleras de caracol. Su andar, delicado y alegre, contrastaba con la frialdad pétrea del lugar. Su silueta, delgada y esbelta, reflejaba la juventud que aparentaba gracias a la metamorfomagia, pero cada paso resonaba con una experiencia mucho más antigua. Las suaves ondas rojas de su cabello se mecían con cada movimiento, enmarcando su rostro de facciones dulces y gráciles, con unos ojos verdes que, al menos para aquellos que no conocían la verdad, transmitían una serenidad casi inocente. Pero tras ese semblante se escondía la mente de Beltis, una bruja cuya sabiduría y pragmatismo habían sido forjados en el crisol de la magia más oscura y compleja.

Llegó al aula de Astronomía sin detenerse a admirar las torres del castillo ni el camino serpenteante que la había traído hasta aquí. Su tiempo era valioso y escaso, cada minuto destinado a algo mayor que lo que este castillo podía ofrecer. Empujó suavemente la puerta de madera y entró en la sala circular, bañada en una luz dorada que parecía otorgar al lugar una atmósfera de solemnidad innecesaria.

Sin embargo, algo no encajaba.

El aula no estaba vacía.

En lugar de encontrarse sola y preparada para su clase privada, divisó a otro profesor, de pie junto al telescopio, explicando algo a una alumna que parecía estar demasiado concentrada en la observación de los astros. Alana se detuvo en el umbral, su expresión permaneciendo serena, casi ingenua, mientras en su fuero interno evaluaba la situación.

El caos de Hogwarts. Se permitió una pequeña risa interna. Una institución donde la planificación siempre parecía un concepto tan difuso como las constelaciones. Dos clases programadas al mismo tiempo en el mismo lugar. Una farsa de organización. ¿Quién habría previsto que el destino de sus enseñanzas podría verse empañado por una confusión administrativa?

<<Perfecto>>.

Sin alterarse, y con una sonrisa ligera que parecía ingenua, se deslizó hacia un asiento en la periferia del aula. No interrumpiría. No aún. Se sentó en una de las sillas vacías, colocándose como si fuera una más de los estudiantes que allí se congregaban para aprender. Dejó que su manto descansara sobre sus rodillas y, con una delicadeza que rozaba lo teatral, abrió su cuaderno, aunque no tenía ninguna intención de tomar apuntes.

Mientras profesor y alumna continuaban con su lección. Beltis apenas prestaba atención. Las fórmulas y los mapas celestes, las teorías predeterminadas sobre las órbitas de los planetas… Todo aquello era solo la superficie. Para Beltis, el telescopio, esa herramienta tan venerada por los magos de Hogwarts, era útil solo hasta cierto punto: permitía observar, medir y calcular, pero su verdadero valor residía en el hecho de que las estrellas, más allá de su luz, representaban un enigma que pocos lograban comprender.

Las estrellas eran el reflejo de las fuerzas naturales y mágicas que regían la realidad, el rastro visible de un sistema cósmico tan implacable como preciso. Como todo en la naturaleza, estaban sometidas a leyes, algunas conocidas, otras ocultas bajo capas de misterio que los magos y los científicos apenas habían empezado a descifrar.

Para Beltis, no había romanticismo en el cielo estrellado, solo lógica pura, una red de poder y magia que podía rastrear a través de sus alineaciones. Cada movimiento planetario, cada pequeño ajuste en la órbita de un cuerpo celeste, tenía repercusiones. No había nada místico en ello, solo un flujo de energía que esperaba ser descifrado.

Su mirada volvió al cielo. Las estrellas, inmóviles a su manera, eran constantes. Estaban allí antes de que los magos intentaran entenderlas, y seguirían allí cuando sus teorías fallaran. Para Beltis, las estrellas eran nodos de poder, fuentes de conocimiento a las que se llegaba no a través de la intuición, sino del estudio riguroso y desapasionado.

Dejaría que el caos se cociera solo. Cuando llegara el momento adecuado, cuando Jeremy finalmente entrara, ella estaría preparada.
Una ligera sonrisa cruzó su rostro. Hogwarts, con sus constantes desajustes, siempre le ofrecía oportunidades. El caos a su alrededor no era más que el preludio de su verdadera lección. Lo que Jeremy aprendería esa noche, nadie más en esa sala lo comprendería.

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Aulas de Adivinación: @ Matthew

- Sí, mi señor - dije en un susurro - de mi madre - pasaba la mano por las hojas de pergamino cosidas con hilo de lino - éste libro es más viejo que ella, ¿ve usted como algunas hojas son más nuevas que otras? Eso es porque se fueron añadiendo conocimientos, conocimientos de gran poder, como el apartado que tenemos aquí - toqué varias veces el dedo índice de mi mano derecha - incluso los marcapáginas de seda en eso se nota el desgaste... Aquí hay de todo, criaturas mágicas, hechizos básicos, encantamientos, movimientos lunares, alquimia medieval, éste libro ha estado en mi famila desde inicios del milenio y eso es ya decir mucho... Y, como siempre digo, la Información es poder y la Magia es poder, aunque hemos estudiado en Hogwarts éste es más completo que todos ellos, yo voy anotando y recogiendo toda la información de magia que me puede ser útil en el futuro... Lo mejor de todo es que la combinación de diferentes tipos de sangre, hace que él mismo cree un escudo de autoprotección...

- podemos combinar todas y cada una de las que me ha enseñado y eso que no miramos a la bola de cristal, puede sernos de ayuda, pero sinceramente no es algo que me guste, prefiero las hojas del té mil veces a eso que es tan impreciso. Habrá que preguntar ¿habrá una nueva ministra de magia? y otra pregunta más, ¿habrá guerra nuevamente, británica? - se escuchó como si hubiese una rotura en la torre de Astronomía pero decidí pasar del tema, ya se encargarían otros del arreglo... nada debía distraerme de lo que pasaba ahí dentro... por lo lo menos, los truenos se escuchaban más lejos eso indicaba, que la tormenta ya estaba pasando 

Hice varias mezclas con la carta del tarot

- lo mismo, indica lo mismo - dije de los nervios - sí, habrá una mujer y sí habrá guerra otra vez, pero no se extenderá a otros dominios, las cartas del tarot al menos están ás acotadas - probé con lo siguiente... no es que me hiciese gracia pero la santería cubana no estaba tan mal de todo y podía dar más detalles que lo dicho en las cartas - pues, tal que sí... parece que todos repiten lo mismo - farfullé, enfadada, miré a las cenizas (anteriormente limpiado) y había un rayo y un sol o podría interpretarse como una luna - sol, rayo y luna... o los dos o nada... destrucción y ¿renacimiento? en la antigüedad en Egipto, creían que el sol moría y renacía cada día viajando en una barca solar... tras la destrucción llega el renacimiento y me temo que la Luna es asociada más a la mujer... reiniciden todos en el mismo mensaje... -me estaba enfadando, sinceramente.

Saqué varios objetos para tomar el té... quizás a Matt no le gustase, pero a mí me daban mucho más confianza que algunas cosas. Tras varios minutos ya estaba todo preparado, tomé un sorbo que hervía como el diablo y giré la taza hacia abajo, para que el líquido cayese lentamente y que los propios posos formasen sus dibujos en el vaso de porcelana. Tras unos segundos, lo volví a tomar y girándola con suavidad y leyendo lo que decía en una de las páginas de mi libro...

- Otra vez mire, la luna - señalé en su interior, los posos indicaban además, las estrellas - y aquí, otro rayo, son poderes destructivos, y aquí lo que parece, el sol, nuevamente, es un ciclo - y la luna generalmente representa a la feminidad como en las ocasiones anteriores, hay que asumirlo señor... volveremos a tener guerra otra vez... quizás con los fenixianos que se hacen pasar por aurores, quién sabe... o hasta incluso, podríamos enfrentarnos en contra del Ministerio y sus políticas... y no me extrañaría nada que la gente enfadada estallara en las calles, como hacen los cerdos nomag...

- Creo que es suficiente - apreté mis sienes- ¿qué dice usted? y que conste, que no pretendo ofenderlo - le tomé la mano y se la apreté con cariño- he disfrutado muchísimo de unas clases tan aburridas como adivinación... le puedo invitar a una copa en la Taberna Velaryon... se encuentra cerca del Banco Gringotts, no tiene pérdida -le comenté, guiñándole un ojo

 

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1 - Aula de Astronomía con @ Beltis  

Jeremy se apoyó en la pared exterior del castillo, mirando hacia el horizonte, perdido en sus pensamientos mientras fumaba. La brisa fría de la noche le acariciaba el rostro, pero no lograba despejar la confusión que lo invadía. Había regresado a Inglaterra, y con ello, había vuelto a los problemas que había dejado atrás. Pensar en su est.upida decisión de unirse nuevamente al bando tenebroso lo llenaba de inquietud.

- ¿Qué demonios estoy haciendo aquí otra vez? - murmuró para sí mismo, sintiendo que las dudas lo ahogaban como el humo a sus pulmones. Había estado buscando su camino, intentando dejar atrás los fantasmas de su pasado, pero la tentación de ese poder oscuro era difícil de resistir. ¿Realmente quería involucrarse nuevamente con la Marca Tenebrosa, con todas las complicaciones que eso conllevaba? ¿Estaba listo para volver a zambullirse en el oscuro deseo de una muerte segura? 

Un eco con antiguas promesas resonaba en su mente. Poder. Sabía que el bando tenebroso era una trampa, un ciclo interminable de sacrificios y sombras. "Quizás esto sea solo un mal momento... una crisis de mediana edad" pensó, intentando justificar su decisión. Pero, a medida que el tiempo pasaba, las sombras de su historia lo alcanzaban, haciéndole recordar todo lo que había perdido por la portación de una mascara. 

El reloj de la Torre sonó, y el sonido reverberó en su mente como un recordatorio. "¡La clase de Astonomia!" Un escalofrío de pánico lo recorrió al darse cuenta de que llegaría tarde. ¿Volvían los viejos hábitos? El corazón se le aceleró mientras se daba cuenta de que no podía permitirse fallar y ausentarse de un compromiso que él mismo se había impuesto. Sin pensarlo más, Jeremy se deshizo del cigarrillo y se dirigió apresuradamente hacia el aula de Astronomía, con sus pensamientos aún enredados en las sombras del pasado. Al llegar, empujó la puerta con un golpe más fuerte de lo que pretendía, interrumpiendo una clase que ya estaba en marcha. 

La escena era extraña con la Ministra junto a otro mago mirando el telescopio. Podía notarse que llevaban rato en lo suyo, Jeremy sintió una punzada de vergüenza al ver que era el ultimo en llegar. La figura de la única mujer sentada, descansaba en una postura que irradiaba confianza y control. La serena expresión en su rostro contrastaba con la turbulencia de su propia mente. 

- Lamento la tardanza - dijo el Triviani en alto intentando recuperar la compostura mientras se deslizaba hacia un lugar en la sala, cerca de la mujer- No esperaba que me atrapara el tiempo de esta manera - Se excusó como si importara - Soy Jeremy. 

Mientras Jeremy se acomodaba, esperando que el profesor les prestara atención, su mente comenzaba a ponerse en sintonía con la materia que deseaba aprender. El cielo era como un cofre lleno de misterios que no podían revelar por la lejanía. El único instrumento que visual que tenían era un aparato lleno de cristales con aumento. ¿Había alguna forma de volver a los extraños planetas en los que había estado? La mente del vampiro volvía al poder armamentístico de la gema de Eteria, que aún llevaba con él. "Quizás" pensó con un toque de humor oscuro "debería poner la gema sobre la mesa y tratar de abrir un portal con ella para ir de paseó por el universo". La chispa de humor se apagó rápidamente al recordar la seriedad de la situación que había dejado atrás. No, no debía tocar aquel tema tan inestable hasta no saber controlar el cristal. 

- Veo que tenemos el telescopio ocupado, así que empecemos por otro lado mientras esperamos -Jeremy se quito la capa y extrajo de un bolsillo un anotador con pluma junto a un mapa planetario - Sé que la luna, los planetas y demás esferas celestiales nos trasmiten energía buena o mala...  -Quiso sonreír a la mujer antes de meterse de llenó en lo que realmente le interesaba - también escuché que la magia de sangre es posible gracias a la influencia de las estrellas -Anotó un garabato en la hoja - ¿hay constelaciones específicas que puedan activar una conexión de sangre que la magia negra inactivo por accidente? ¿Cómo podríamos descubrirlo? -Preguntó pensativo volviendo a ver a los dos en el telescopio - No me iré de esta torre sin saberlo -Aclaró frunciendo el ceño. 

Editado por Jeremy Triviani

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(2) Astronomía con @ Jeremy Triviani

————

Cuando Jeremy irrumpió en el aula de Astronomía, el golpe de la puerta resonó con una fuerza que rompió la quietud de la clase. Alana—o Beltis, bajo su piel—, lo observó sin inmutarse, sabiendo que él era su objetivo desde el principio. El profesor y la alumna, absortos en el telescopio, no notaron la tensión en el aire cuando Jeremy intentó recuperar la compostura y tomar asiento.

Soy Alana, tu profesora—Saludó con una sonrisa que no tocaba sus ojos.

Sin embargo, Alana no tenía intención de quedarse allí. Hogwarts, con sus limitaciones, no era el lugar adecuado para lo que Jeremy necesitaba aprender. No, había algo mucho más grande en juego, y para eso se necesitaba un escenario más amplio, uno que las tierras del castillo no podían ofrecer.

Ven, Jeremy —dijo, levantándose con calma—. Este no es el lugar para lo que necesitamos. Las estrellas no se entienden desde una torre de piedra.

Con un movimiento fluido de su mano, el aire en la sala pareció romperse, como si se partiera en una delgada grieta. En cuestión de segundos, esa grieta se ensanchó hasta formar un portal de un azul profundo, y más allá de él, un paisaje diferente se desplegaba.

Sin dudar, Beltis pasó a través del portal, esperando que Jeremy la siguiera.

Cuando Jeremy cruzó el portal, se encontró rodeado por la vasta oscuridad del cielo despejado de El Hierro, una Isla en España, donde las estrellas colgaban como joyas sobre un lienzo negro, y la luna de octubre bañaba el lugar con su luz plateada. No había rastro de la formalidad de Hogwarts, solo la inmensidad del universo desplegada ante ellos.

Alana se tomó su tiempo antes de hablar. La luna de octubre brillaba con una intensidad inusual, proyectando sombras largas sobre el claro en el que se encontraban, mientras el vasto cielo nocturno parecía observarlos en silencio. La luna, llena y majestuosa, colgaba sobre ellos como un faro en la oscuridad.

Toma la luna de octubre, por ejemplo. Su influencia en la magia es poderosa, no porque nos "conceda" nada, sino porque su gravedad, su luz y su alineación afectan las energías naturales. —Alana giró su rostro hacia él, con una leve sonrisa que dejaba entrever que se divertía enseñando—. Pero no esperes que te entregue poder en bandeja de plata. No es tan amable. —Y añadió, casi en un susurro—. Créeme, he visto a más de un mago lamentar haber subestimado la luna.

El conocimiento que Jeremy había venido buscando no era fácil de asimilar, ni simple de transmitir. La magia de sangre, como tantas cosas, era un enigma antiguo, un poder que no debía tomarse a la ligera.

La magia de sangre, Jeremy, es un pacto con las fuerzas que rigen el universo. No es solo un hechizo, ni una simple manipulación de poder. —Su voz se suavizó, aunque la gravedad de sus palabras no se diluía—. Requiere un sacrificio. Y no cualquier sacrificio. Es un intercambio de lo más preciado, de la vida misma, por algo que va en contra del orden natural.

Alzó la vista hacia la luna, permitiendo que Jeremy siguiera su mirada.

La luna, las estrellas, las conjunciones de los planetas, todos estos elementos pueden amplificar los efectos de la magia. La luna llena, especialmente en octubre, es conocida por su influencia en las mareas y en el flujo de energías en nuestro mundo. Y la sangre... bueno, la sangre no es solo un líquido. Es vida, es conexión, es el canal más directo con las fuerzas que controlan la vida y la muerte.

Beltis se detuvo, permitiendo que Jeremy procesara lo que acababa de decir.

Pero la magia de sangre —continuó, su tono adquiriendo una precisión casi científica—, es mucho más que derramar sangre bajo la luz de la luna. Es un acto que transgrede las leyes naturales. Y cuanto más te alejes del orden natural, más alto será el precio a pagar. La luna puede amplificar el efecto, las estrellas y las constelaciones pueden dirigir las energías. Por ejemplo, Algol, la estrella del demonio, ha sido usada durante siglos en rituales que involucran destrucción y regeneración. Pero este poder no es otorgado gratuitamente. Todo tiene un costo.

Dejó que sus palabras quedaran en el aire, como una advertencia no dicha, y añadió con un toque de ironía.

Si crees que puedes jugar con estas fuerzas y salir ileso, estarías cayendo en el mismo error que tantos otros antes que tú. El sacrificio que hagas siempre se cobrará algo a cambio. Siempre. Y cuanto más trates de transgredir el orden de las cosas, más alto será el precio. —Sus ojos verdes se clavaron en los de Jeremy—. La magia, cualquier magia, no es buena ni mala, Jeremy. Es simplemente poder. Pero el poder nunca es gratis.

Bajó la mirada hacia la tierra, dibujando un patrón en el suelo con la punta de su pie.

Piensa en esto como un intercambio, una balanza cósmica. Si quieres romper el equilibrio, debes estar dispuesto a pagar lo necesario para restablecerlo. A veces ese pago es una vida, a veces es parte de tu propia alma.

El viento se alzó ligeramente, moviendo las hojas a su alrededor. La calma en su voz contrastaba con la gravedad del tema. Ella más que nadie bien lo sabía. <<Qué comico>>. Su propia alma hecha jirones, su propia humanidad perdida adviertiendo a otros sobre el poder. 

Las estrellas, las conjunciones... todas esas fuerzas pueden amplificar tu poder, pero no decidirán el precio. Eso lo hará la magia misma. —Sonrió con ironía—. No hay favores aquí, Jeremy. Solo intercambios.

Y con esas palabras, dejó que el silencio cayera nuevamente entre ellos, permitiendo que Jeremy asimilara la magnitud de lo que acababa de aprender. La magia de sangre no era un truco, ni un atajo hacia el poder. Era un pacto con el universo, y el precio a pagar siempre sería proporcional al deseo de transgresión.

 

 

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2 - Astronomía - El Hierro, España, con @ Beltis

El cielo sobre El Hierro era vasto y silencioso, con la luna llena bañando el paisaje en una luz fría y majestuosa. Las estrellas parecían brillar más fuerte de lo habitual, como si respondieran al llamado de las palabras de Alana. Jeremy observaba el cielo, pero su atención estaba dividida. Las enseñanzas de Alana resonaban en su mente, desafiando sus propios conocimientos sobre la magia de sangre. Había algo en ella, no solo en su sabiduría, sino en la calma controlada que irradiaba, que lo dejaba fascinado. No era solo el poder lo que veía en Alana, sino una forma de entender la magia que el vampiro comenzaba a admirar profundamente.

El viento acariciaba suavemente su rostro mientras su mente se perdía en los inesperados recuerdos de Zoella. Aquella conexión de sangre con su hermana había sido todo para él, hasta que la tragedia había llegado a tocar la puerta. Había sentido el vínculo morir, como si una parte de él mismo se hubiera apagado para siempre. La idea de restaurarlo había cruzado su mente en varias ocasiones, pero en ese lugar, bajo la luna de octubre y con las palabras de Alana resonando en la noche, Jeremy supo que ese lazo estaba mejor dormido.

- Zoella... -murmuró, su voz apenas audible. Giró la cabeza hacia Alana, con una mirada seria - Tuve esa conexión de sangre de la que hablas. Con mi hermana. Éramos inseparables, podíamos sentir lo que el otro sentía como si estuviera viviéndolo y fue hasta que... bueno, hasta que algo nos rompió -agregó vagamente con el recuerdo de la bruja pelada goteando sangre y muriendo lentamente junto a su hijo no nato - Esa conexión quedó inactiva, como si el universo hubiera decidido que era mejor que no estuviéramos unidos más. 

El tono de su voz era reflexivo, pero cargado de una ambición que empezaba a despertarse. Entendía que la magia de sangre era peligrosa, que jugar con ese poder podía tener consecuencias inimaginables. Pero también entendía que no podía dejarlo de lado tan fácilmente. No podía revivir lo que había perdido con Zoella, pero la idea de utilizar ese mismo poder de otra manera, de canalizarlo hacia algo nuevo, lo intrigaba profundamente.

- Y aunque por un tiempo quise restaurar ese vínculo... ahora entiendo que no sería lo correcto. Hay cosas que es mejor dejar enterradas - admitió, mirando brevemente a Alana antes de desviar la mirada de nuevo hacia el cielo, las estrellas brillando como faros en la oscuridad -Pero eso no significa que no pueda usar esa energía para algo diferente. 

Jeremy se volvió hacia Alana, sus palabras ahora llenas de determinación, aunque suavizadas por la admiración que comenzaba a sentir por su maestra. No era solo el conocimiento que ella le ofrecía, sino la forma en que lo conducía, cómo desentrañaba los misterios del cosmos con una facilidad que él no había visto antes. Debía aprovecharlo.

- ¿Es posible redirigir esa conexión? No con Zoella, sino con otra fuente. Tomar esa energía de la sangre y transformarla en algo más. Algo más útil... algo que pueda amplificar mi propio poder. 

La idea le parecía cada vez más clara. Si no podía restaurar su pasado, entonces lo moldearía hacia su futuro. Las estrellas, la luna, la magia de sangre, todas esas fuerzas podían ser canalizadas de formas que él apenas comenzaba a comprender. Y aquí, en este claro bajo la luna llena, Jeremy sentía que estaba más cerca que nunca de desbloquear un poder que no había imaginado posible.

- Quiero aprender a forjar un nuevo lazo, Alana -dijo finalmente, su voz calmada pero llena de convicción -Algo que me permita usar estas fuerzas a mi favor, pero sin estar atado a lo que perdí. Quiero entender cómo transformar esa energía en algo que me dé control, que me dé poder. 

No había arrogancia en su tono, solo ambición y respeto por el conocimiento que buscaba. El Triviani sentía que estaba al borde de un nuevo descubrimiento, uno que podría redefinir su propia magia. Y en ese momento, bajo la guía de Alana, se daba cuenta de que no solo estaba buscando respuestas, estaba buscando cómo volver a tomar las riendas de su propio destino.

- ¿Puedes enseñarme cómo hacerlo? -Preguntó con los ojos fijos en los de Alana por un breve instante, antes de volver a mirar el cielo. Las estrellas parecían susurrar sus secretos, y Jeremy estaba listo para aprenderlos - Creo... creo que estoy dispuesto a sacrificar lo necesario. 

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(3) Clase de Astronomía con @ Jeremy Triviani

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Bajo la luna llena de octubre, las estrellas parecían más distantes y frías, como observando el drama que estaba por desarrollarse. Beltis, con su largo cabello blanco meciéndose bajo la luz lunar, se giró hacia Jeremy. La ilusión de Alana había desaparecido por completo, dejando al descubierto una presencia más antigua y poderosa, cuyos ojos ahora eran de un azul pálido, profundo como el abismo.

El joven vampiro había mostrado ambición, pero también algo más peligroso: el deseo de redirigir fuerzas que apenas comenzaba a comprender. Para llevarlo al siguiente nivel, Beltis sabía que debía guiarlo no solo en la magia de sangre, sino en cómo el cosmos entero influenciaba esa magia. La energía que él buscaba controlar no provenía solo de sacrificios, sino de la comprensión profunda de las fuerzas universales que los rodeaban.

Jeremy —dijo Beltis, con un tono firme pero suave—, lo que me pides no es simplemente un acto de poder. Si realmente deseas redirigir esa energía, si quieres forjar un nuevo lazo, primero debes comprender algo fundamental: toda magia es una manifestación de energía, y esa energía no surge de la nada. Está aquí, en el universo, y responde a las mismas leyes que cualquier otra forma de energía.

Beltis levantó la mirada hacia las estrellas, señalando la constelación de Orion y su gigante roja, Betelgeuse.

Mira Betelgeuse —dijo—, una estrella en las últimas etapas de su vida. Es una supergigante roja, una de las estrellas más masivas que puedes ver desde aquí. Su energía no es solo luz; es una fuente de radiación que afecta todo a su alrededor. Los magos que entienden la naturaleza de las estrellas saben cómo canalizar esa energía en sus hechizos. Los rituales que buscan transformación o destrucción encuentran en Betelgeuse una poderosa fuente de amplificación. No porque la estrella quiera otorgarte poder, sino porque su naturaleza misma facilita ese flujo.

La luna, llena y alta en el cielo, también jugaba su papel. Beltis señaló hacia ella.

La luna llena de octubre, Jeremy, es particularmente poderosa. Sus efectos sobre las mareas y los flujos de sangre amplifican la magia de sacrificio. Cuando las estrellas y la luna están alineadas, todo lo que hacemos se amplifica. Es como una ventana abierta entre el cielo y la tierra.

En ese momento, la Daga del Sacrificio apareció en la mano de Beltis. Brillante y afilada bajo la luz estelar. Jeremy lo supo en el instante en que Beltis hizo el corte en su propia palma. Pero esta vez, el propósito no era compartir simplemente el dolor físico.

Beltis extendió su mano hacia él, sin necesidad de tocarlo directamente. El vínculo se formó al instante. Era como si el aire a su alrededor hubiera cambiado de densidad, como si una puerta invisible se hubiera abierto entre ambos. El dolor habitual que habría compartido se transformó en algo mucho más profundo y temible.

De repente, Jeremy fue arrastrado hacia un abismo de oscuridad fría. No hubo advertencia, solo una fuerza brutal y silenciosa que lo envolvió. En esos breves segundos, el mundo a su alrededor desapareció. No era un dolor físico, sino una agonía más antigua, más profunda que cualquier herida. Era como si su ser fuera absorbido por una oscuridad infinita, donde no existía ni arriba ni abajo, donde todo se disolvía en el vacío.

Por un instante, Jeremy estuvo solo. No era una soledad común; era la ausencia absoluta de todo lo que alguna vez fue y lo que alguna vez sería. El vacío de Beltis lo había atrapado.

Beltis sonrió suavemente, apretando la mano ensangrentada solo un poco más. El tormento de Jeremy se intensificó de inmediato. El aire se volvió tan denso que cada respiración parecía costar la vida misma. La Daga del Sacrificio había sido amplificada por las estrellas y la luna, y lo que normalmente solo compartía dolor físico ahora conectaba sus almas, sumergiendo a Jeremy en el corazón oscuro de la bruja.

Y así como el tormento había comenzado, también terminó. Beltis cortó el canal, devolviendo el aire a su densidad normal. El cielo estrellado volvió a extenderse sobre ellos, pero el vacío seguía resonando en algún lugar profundo de Jeremy.

Cayó de rodillas, sin heridas, pero profundamente marcado.

Normalmente, la Daga del Sacrificio solo conecta lo físico —dijo Beltis, con su voz serena, como si lo que acababa de hacer fuera un gesto habitual—. Pero cuando canalizas el poder adecuadamente, cuando las estrellas están alineadas, puedes amplificar su efecto. Lo que has sentido es apenas un eco de lo que la magia de sangre puede hacer si no respetas las fuerzas que gobiernan el universo.

Beltis lo miró, sus ojos ya no eran los de Alana, sino los de alguien que había vivido y comprendido las energías más profundas del cosmos.

Este tormento es solo el principio, Jeremy. El vacío te devora, no porque quiera destruirte, sino porque ese es el costo de jugar con fuerzas que trascienden lo terrenal. Cada vez que buscas más poder, la oscuridad será más densa. Y el precio... el precio siempre será más alto.

El viento se alzó suavemente, pero el frío que Jeremy había sentido no era algo que pudiera explicarse con el clima. Era el abismo, un lugar donde el alma de Beltis había residido por más tiempo del que Jeremy podría comprender.

Beltis se giró hacia el cielo, su cabello blanco brillando bajo la luna. El cosmos seguía su curso, indiferente a los dramas humanos, pero ahora Jeremy entendía lo que implicaba realmente: el poder que deseaba, y el vacío que inevitablemente lo seguiría.

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