Sala de los Menesteres

[Adrian Wild]

 

En el séptimo piso, justo frente al tapiz de Barnabás el Chiflado, se halla uno de los mayores secretos del castillo de Hogwarts. Aunque, todo hay que decirlo: es casi un secreto a voces, pues a lo largo de los años, muchas personas lo han descubierto y difundido, aunque no todos los que eran conocedores de él, han logrado que les sea revelada.

Hablamos de la Sala de los Menesteres, la sala oculta que solo se revela a quienes de verdad la necesitan si pasan tres veces por delante de la pared vacía que contiene su entrada. Para ello hay que tener una necesidad clara en la mente mientras se hacen las pasadas y no siempre se consigue que la sala atienda tus necesidades.

Se dice que siempre que alguien ha recurrido a la sala para ocultar algún objeto, esta se ha transformado en una enorme sala repleta de toda clase de objetos amontonados y apilados, hasta el punto de que, hoy en día, forman altísimas torres. Por ello, hay quienes la mencionan como la "Sala de los Objetos Ocultos".

Sin embargo, la necesidad puede ser cualquiera que se tenga, y la sala no discierne entre un propósito cargado de maldad de uno cargado de bondad, simplemente, toma la forma que su solicitante requiera. A lo largo de los tiempos ha tomado múltiples formas, incluso cuenta la leyenda que una vez hubo un director de Hogwarts a quien se le reveló en forma de baño impoluto en mitad de la madrugada.

En cualquier caso, quieras esconder algo o tener un lugar privado de descanso, no te va a ser fácil descubrir el secreto a no ser que alguien te lo revele... ¿O la encontrarás por casualidad?

Pero, sobre todo, ten cuidado con lo que creas necesitar o lo que quieras esconder o... Encontrar.

Editado 22 Agosto por Adrian Wild

[Jeremy Triviani]

Era muy pequeño para hacer daño, y sin embargo, lo hacia como de alguna forma. Hombres, mujeres, ancianos, niños, daba igual quien fuera el portador de aquella piedra preciosa oscura como la noche. Estos enfermaban y morían al poco tiempo. Jeremy sabia que debía de portar alguna especie de maldición. La había traído del mismísimo C.R.A.A, donde se había cansado de usarla para "descartar" a los que no pagaban la cuota del centro de rehabilitación. Por una ávida necesidad de replicarla en otros objetos, se había propuesto entender su origen y funcionamiento. ¿Qué ocurría si una Planta Mágica del Zarathustra con la maldición germinaba nuevos brotes de ella? Hasta podía intentar enlazarla con otras mas conocidas y estudiar sus catastróficos resultados. Era un amplio trabajo que abría una gama de oportunidades únicas, que esperaba poder revelar en una clase privada en Hogwarts. 

El vampiro se había tomado el trabajo de faltar a un importante entrenamiento de los Tornados para ir a la Sala de Menesteres, dentro del antiguo castillo de aprendizaje mágico, con la única intención de adquirir Conocimiento en Maldiciones. Sabia que @ Mael Blackfyre era un experto en el tema y no había dudado en contactarlo. Se había tomado la libertad de enviarle una lechuza con el horario y el lugar donde podrían encontrarse, hasta había puesto una cantidad de galeones por el "favor" que le haría. Estaba ansioso por aprender. No podía negar que aquel aura académica siempre le hacia sonreír invocando las buenas memorias de sus años pasados como profesor. 

Dejando la piedra, protegida dentro de una pequeña caja de terciopelo, en el centro de una mesa de madera oscura con profundas vetas, Jeremy se tomó un momento para mirar el lugar. Era sombrío, apenas iluminado por velones y antorchas que ponían las sombras a bailar en movimientos tétricos. Había estanterías con miles de libros de origen extraño en diferentes estados de deterioro. Algunos tenían sus tapas, y lomos, tan estropeadas que eran ilegibles, otros estaban escritos en lenguas desconocidas y algunos poseían hasta un leve resplandor que los envolvía. ¿Quién sabe cuantos de ellos tenían maldiciones parecida a piedra negra como el ónix?  

 

[Mael Blackfyre]

Conocimientos en Maldiciones
post #1

Las puertas se materializaron en una de las paredes del quinto piso, cuando estaba recordando que debía ir a buscar la entrada a la Sala de Menesteres. Tenía que admitir que eran pocas o nulas las veces que había visto aquella habitación, ya que nunca había sido parte de Hogwarts como alumno. Los rumores eran demasiado y las tentaciones igual, ya que mencionaban que podías encontrar muchas cosas allí dentro. Era tentador cancelar la clase y ponerme en empeño de aquella misteriosa misión, pero mi obligación como profesor debía mantenerse al pie de la letra si quería mantener mi puesto. El director me estaba vigilando de cerca.

El marco de la puerta terminó de aparecer cuando éstas se abrieron. Antes había querido buscar algunos pergaminos y libros para mostrarle al alumno, pero tenía miedo de que no se me diera la oportunidad de volver a encontrar la sala. Así que me adentré a ella sin pensarlo, corroborando que portaba mi varita. Caminé por algunos pasillos infestado de objetos. Mi vista no dejaba de recorrer todos y cada uno de ellos. Pero principalmente había libros. Muchos. Y pergaminos. Miré todo sorprendido. ¿Qué era aquella sala y como se encontraba todo lo que necesitábamos?

Me encontré con un Jeremy Triviani encorvado hacia una caja, guardado un objeto. Caminé lentamente hacia él, sin pensar si me había escuchado o no. Cerca había una biblioteca y me acerqué a los libros mientras acariciaba algunos lomos. Casi todos llenos de polvo. Había una colección entera de unos 30 tomos. Había libros gordos y delgados. Algunos que brillaban y hasta otro vibraba. Suponía que de ahora en más, iba a vivir en la sala de los menesteres averiguando todo lo que pudiera.

— Bueno, aquí estamos —intentando llamar su atención, si aún no lo había hecho. Miré al chico rubio, era la primera vez que notaba su belleza. Era un hermoso mago. ¿Por qué no lo había visto antes? Despejé aquellas imágenes de mi cabeza, no era el momento—. Tengo entendido que me buscabas para ayudarte a obtener Conocimiento en Maldiciones. ¿Estás seguro de ésto? —esperando que si, porque no me gustaba perder el tiempo—. Lamento decirte que hay momentos en los que nos aburriremos demasiado con teorías y charlas absurdas, pero todo lo referente a las maldiciones tienen un punto en común y es: ¿Qué estás dispuesto a sacrificar? Ya sea para crear maldiciones como para romperlas, se necesita algo a cambio. Es casi igual que cuando uno las utiliza, siempre hay un pago a cambio —miré al chico. ¿Qué sabía sobre las maldiciones? Se lo pregunté.

@ Jeremy Triviani

Editado hace 13 horas por Mael Blackfyre