Baño de los Prefectos

[Adrian Wild]

 

En el quinto piso del castillo se encuentra uno de los espacios más codiciados de la escuela por los estudiantes: el baño de los Prefectos. Este baño es un sitio de descanso ideal lejos de miradas indiscretas al que solo tienen acceso aquellos a quienes se les ha facilitado la contraseña. Cada año y, cada vez que hay evidencias de que alguien no autorizado ha accedido a él, se le da una contraseña nueva a Prefectos, Premios Anuales y Capitanes de los equipos de Quidditch para que puedan hacer uso de él y sus lujos.

El atractivo principal de este baño es la gran bañera con forma de piscina que ocupa todo el centro del mismo, con acceso desde uno de los extremos y rodeada por lujosos grifos dorados de todas las formas posibles que vierten toda clase de agua con jabones de diferentes colores, a gusto de quien la use. En uno de los laterales, en el centro de la pared, se puede ver a la única mirada que es capaz de observar a todo aquel que se bañe en las aromáticas aguas —y la más discreta de todo el castillo—: la del cuadro de la sirena recostada.

Con múltiples columnas y detalles de oro, el baño también cuenta con varios inodoros separados en cubículos privados, toallas, albornoces y toda clase de ungüentos, sales de baño y velas aromatizadas.

Prefectos, Premios Anuales y Capitanes, bienvenidos y bienvenidas a vuestra zona exclusiva. Si no eres ninguno de ellos... ¿Cómo te atreves a estar aquí?

Editado 22 Agosto por Adrian Wild

[Astara Macnair]

Aunque esconderme en el baño no había sido mí plan, no tenía energías para pelear con Peeves. Ya otro prefecto se encargaría de ponerle los puntos sobre las íes. Además, terminar bañada en algún líquido de dudosa procedencia arruinaría el uniforme nuevo que mí madre me había enviado por correo aquella mañana con la escueta nota que decía:

"A tu padre y a mí nos complacería que regresaras a casa en el receso de Navidad. Con amor, mamá".

Nada más.

Ni un "te amamos" o algún "lo estás haciendo bien". Pues no, nada. Por eso tampoco les había contestado las últimas lechuzas antes del comienzo del año escolar. 

Me habían dejado muy en claro que les parecía horrendo que pasara tiempo con Rohana, para ellos, una abominación de la naturaleza. Roha era la viva imagen de Sybilla, podía saberlo por los álbumes de fotografías de la mansión. Presa de una maldición muy antigua, estaba atada a Sybilla y su pasado, aunque no quisiera. Para mis padres, la mitad de su familia no valía la pena. Yo era distinta. Todos ellos me habían sido negados la mayor parte de mí vida, ahora quería aprovecharlos y ser parte de ellos. 

La piscina en el centro del baño de prefectos estaba vacía. A su alrededor había algunos sofás sobre los cuales sentarse o dejar pertenencias, así que allí me puse. Tenía que repasar cuáles eran mis clases de la tarde antes de salir de allí. Un poco de paz era necesaria para aclarar la mente, aunque pronto llegarían otros prefectos y entonces mí momento de libertad terminaría.

A veces quería preguntarle al director por qué me había elegido a mí. Quizás creía que así haría menos travesuras.