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Terrenos e Invernaderos


Adrian Wild
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Acompañante de Animagia
post #3

Si de algo estaba orgulloso, es que podía separar un poco las cosas. Una pequeñísima parte de mi, me hacía tirar a un lado mi orgullo respecto al enfrentamiento que teníamos con aquella bruja, claramente sin que ella lo supiera, claro estaba. En caso contrario, no estaríamos hablando a oscuras, a la luz de Hogwarts, iluminando toda aquella zona, con una vista espectacular como lo era el Lago Negro y el Bosque Prohibido. No sabía de dónde había sacado aquella postura, había logrado separar mi trabajo del bando que del resto de mis cosas.

— El conocimiento es poder, señorita Dumbledore. No lo olvide nunca —exclamé aun manteniendo mi seriedad ante el asunto porque estábamos arreglando entre nosotros lo que ocurría y lo que iba a pasar hasta lograr obtener su habilidad. Pude ver si afirmación al respecto del trato. Un trato era un trato. Rápidamente escupí mi mano y con mi varita rocé la palma de mi mano, generando una pequeña cicatriz. Aquella magia lo había aprendido con un grupo nórdico, no llegaba a un juramento inquebrantable pero la chica se daría cuenta si no cumplía su parte del trato—. Está bien, Mael. Mi nombre es Mael. Puede tutearme.

Chocamos las manos cerrando el trato, notando que la bruja estaba muy dispuesta, ¿Quién en su sano juicio cerraba un trato pendiente con un mago completamente desconocido? Al parecer para Darla aquella habilidad era más importante y eso tenía que valorarlo. Sus últimas palabras hicieron que casi tosiera un par de veces, pero me pude contener. ¿Penetrar dónde? Tal vez hasta aquel momento, no había querido reparar más de dos segundos en cada uno de sus atributos y en la cabellera rojiza.

— Bueno, a ver… comencemos… —expliqué en voz alta, rebuscando dentro de mi túnica, intentando por todos los medios de disimular aquel cosquilleo en la parte inferior que se me había generado en la cabeza y que gracias a todos los dioses podía resguardarlos con mi habilidad oclumante. Mientras encontraba aquel frasco que buscaba, intenté darle algunas pautas para que la joven se tranquilizara un poco—. Mira, solo quiero asegurarte que nos enfocaremos en la habilidad que buscas. No tengo intenciones de andar hurgueteando más allá, no me corresponde. Solo si a ti te parece que tenemos que enfocarnos. Puedo comenzar dándote algunas ideas, puedo guiarte, pero todo depende de ti. ¿Entiendes eso?

Le tendí la mano, con apenas un poco de rastros de sangre seca, tras el cierre de trato para que lo tomara. Era una botellita pequeña, con un líquido dentro medio verdoso y si lo mirábamos de cerca, podríamos notar que tenia diminutas chispas plateadas.

— Es un brebaje que preparé, solo a modo de infusión que ayuda a relajarte. Induce a una mente un poco más despejada. Yo creo que podemos empezar a practicar algo acá mismo, que estamos solos y tranquilos. Pero con una idea de saber cómo, cuándo y dónde arrancar. ¿Te parece? Tal vez aparezcan imágenes que nos ayuden orientarnos mejor cómo empezar. ¡Cierto! Dijiste algo de que te convertías en animal involuntario. ¿Qué animal? ¿Qué estás pensando cuando ocurre eso? Vamos, vamos… veamos que ocurre.

Apuré a la muchacha que claramente había escuchado todas y cada una de las palabras que le había dicho. Ahora la cuestión era cuál de todas aquellas procesaba. Me apoyé en el borde de aquella especie de balcón donde nos encontrábamos, a un costado de uno de los patios, donde podíamos ver a unos cuántos metros el lago. A ésa hora los alumnos dormían, todos. Pero no estaba seguro de cuánta libertad tendríamos allí a vistas del director. Iríamos viéndolo con el tiempo. Me enfoqué en la pelirroja.

@ Darla G Dumbledore

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Nigromancia, con @ Jank Dayne

No dijo nada con respecto al comentario de su padre, se limitó a sonreírle y a negar con la cabeza, asegurándole que no le diría nada al bueno de Frode. ¿Le había puesto un filtro a su hijo para que no hablara con ella? ¡Qué curioso! La última vez que había hablado con el hombre, le había recordado la fragilidad de su dulce niño. Y ella le había dicho que no era ningún débil, a diferencia de él; el tiempo le daría la razón. De pronto, el reloj de la Torre de Astronomía marcó la hora y los dos viajaron en una bruma. Ella sabía lo que pasaría, así que cayó con más elegancia que el menor de los Dayne.

—Seguimos en la escuela, si eso te tranquiliza —no era un dato precisamente tranquilizador, pero sospechaba que para su hermano lo sería.

En medio del lago de Hogwarts había un pequeño islote, una diminuta fracción del bosque prohibido que había tenido la suerte de anteponerse al agua. Ahí habían llegado. La protección de los negros y delgados pinos les otorgaría la privacidad necesaria. Elementalmente, ella no había preparado nada de lo que allí había, no habría tenido tiempo. Pero en algún lugar, no muy lejos de donde habían aterrizado, estaba el chico al que había lanzado una maldición antes. Aún a su corta edad, mantener un Imperius durante tanto tiempo era prodigioso, por no hablar de que era preocupante. Pero una vez más, usó la inocencia de Jank para ocultar las formas que había utilizado para llegar a enseñarle lo que él esperaba.

Se hizo con el grimorio, el cual su hermano no había soltado pese a la abrupta caída, y se acercó al círculo que había dibujado. A veces daba la sensación de que la gente quería obviar de dónde venían, cómo habían surgido las brujas en primer lugar. A ella no le causaba ningún miedo, de modo que cuando señaló un lugar junto a ella, intentó transmitir a su hermano dicha tranquilidad. Era verdad que había una calavera y que estaban ocultos entre árboles en medio de la noche, pero había tranquilidad, cierta paz en el ambiente. A la luz de las velas, los ojos de Jank refulgían con tensión, así que tomó una de sus manos para hacer que se calmara.

—¿Qué entiendes por Nigromancia? —le preguntó, mientras depositaba el libro en el suelo—. Y no me refiero a uno de tus conceptos de la escuela. Quiero saber qué es lo que piensas tú que vas a conseguir con esto.

El chico era el único de su familia paterna con el que mantenía contacto y no era al azar. Siempre habían tenido una conexión extraña, ajena a lo normal. Así que le apretó los dedos con suavidad, buscando en su mirada al chico que sabía que estaba dentro de aquella fachada de bondad.

—¿A quién te gustaría ver? 

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Descubriendo la Habilidad de Animagia acompañada por @ Mael Blackfyre

Post # 4

Se sorprendió pero no lo quiso demostrar, no veía ese tipo de sello de un trato desde que lo había aprendido, hacia un milenio casi, con Lucas Dumbledore. Sonrió levemente, el recuerdo del mago la hacía sentir muy en el pasado y el mago a su lado no necesitaba llegar a las épocas en que ella apenas comenzaba a formarse en las artes oscuras, maldiciones y sus defensas. La expresión la voz de él le causó gracia y asintió con la cabeza.

—Se supone que el tuteo es mutuo y gracias... Mael —agregó con un gesto de reconocimiento hacia el mago.

Debía reconocer que solía actuar por instinto pero sobre todo por impulso, buscarlo a él, habiendo tantos otros magos o incluso habiendo podido acudir a la arcana. Un estremecimiento recorrió su columna vertebral, había algunos de aquellos magos y brujas que no habían logrado conseguir su confianza y por algún motivo le tenía tirria a la animagia y su arcana hasta que se había envuelto ella misma en aquel mundo. Recordó cuando Seba le había dicho practicar y probar, que estaba seguro que ellos tenían el gen. Quizás.

Ese breve momento había sido el que la hizo perderse por unos segundos el ahogo del mago, ¿sería que había bajado ella sus defensas y él había penetrado en algún recuerdo inapropiado? No se lo preguntaría, eso era seguro, ya que él había avanzado dispuesto a comenzar con ella y compartir su experiencia en el tema.

La explicación que siguió le produjo una cierta tranquilidad, o no, porque él aclaraba que no iba a hurgar más allá de lo que ella le dejara, por algún motivo el tutearse hizo que por una vez lo viera por quien era, más allá de un mago joven con poder. Agradeció el no poder sonrojarse mientras asentía a sus palabras.

—Entiendo bien que soy yo quien debe tomar el control y sacar de dentro de mí todo el potencial que podría estar escondido allí —dudó, microsegundos, antes de agregar —y confió en ti, que solo hurgarás hasta donde creas que corresponda mmm… sí —observó con curiosidad la botella que le tendía, había tenido que hacer un esfuerzo para ignorar el aroma de su sangre, era fresca, plena, llena de vitalidad y de algo más que no lograba identificar pero que le había hecho recordar sus escaramuzas en batallas. Nada más sabroso para el paladar.

—Un brebaje relajante ¿eh? No sabía que eras especialista en pociones también —tomó el frasco que le tendía y lo abrió, sintiendo aquella mezcla de fuerzas del pasado y sin embargo también algo de la calma que le recordaba aquel color de menta brillante, menta y caa —practicando nigromancia —murmuró quedamente mientras probaba un primer sorbo de la bebida, sus labios ardieron y un cosquilleo recorrió todo su pecho hasta el abdomen —pensaba en alguien, recordaba a alguien y fue como volar… —bebió otro sorbo y esta vez supo que no controló el sonrojo —no, no es como volar —bebió hasta el último sorbo de la botella —se que en ese momento… vuelo… pero no veo más que plumas oscuras… no me he visto a mí… aún…

Se apoyó junto a él, observando el paisaje que los rodeaba, era tan hermoso, le recordaba tanto al pasado, las visitas a los jardines, los paseos por el lago, pero no allí, no solo en Hogwards, eran los jardines Sumaes los que venían a su mente y sonrió, girándose hacia Mael, esperando qué más le podía decir él o qué más necesitaba que ella le mostrara.

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Acompañante de Animagia
post #4

No estaba seguro de como sentirme al respecto. Aquella muchacha tenia una chispa de confianza para conmigo que muy pocas personas habían logrado, a pesar de poner unas cuántas barreras de cordialidad y profesionalidad. Pero ella se había encargado de derribar todas. ¿Por qué me había metido en eso? ¿Por qué no me quedaba a salvo en un aula con los pequeños desgraciados de los alumnos? Me maldije a mí mismo.

La bruja aceptó sin dudar la botella que le ofrecía, aunque tampoco no dudaba en soltar todas las palabras que se le cruzaban por la cabeza. Cuando le había dicho que debía tener en cuenta la idea de bajar algunas barreras, tal vez podría haberle dicho que podía cerrar un poco la boca. Aún así, entendía que podían ser los nervios por enfrentarse a tal situación. Me quedé unos segundos, expectante a sus palabras, pensando en cuál era la mejor opción, o quizás la única que teníamos.

¿Volar? ¿Has dicho volar? —comenté, llevando una mano en mi mentón y rascándome en la barbilla. Si la mujer estaba tan predispuesta, entonces teníamos que aprovechar el momento. Apoyé una mano en su hombro, llevándola contra aquel muro de piedra, que a ambos nos llegaba hasta la cintura. Me puse derecho sacando mi varita, en tan solo un abrir y cerrar de ojos, la utilicé, pensando en una Proyección Mágica—. Sabrás disculparme, cuando llegue el momento.

Algo me decía que, en caso de usar los métodos correspondientes, íbamos a estar más de una hora, intentando razonar en todo lo que Darla tenía que hacer. Si estaba bloqueada, por las buenas lo había intentado y no había funcionado. Si había llegado ante mí, entonces aceptaría mis métodos. O eso esperaba. Estábamos parados en aquella especie de terraza, a un costado de unos de los patios. Desde dónde estábamos, seguramente eran unos 30 metros de altura, donde el terreno iba descendiendo hasta el césped, el cuál continuaba directamente al borde de las aguas del Lago Negro. 

Esperaba que aquel aventón al vacío le sirviera a Darla para que de alguna manera surgiera algo en ella, una alerta, su instinto animal. Si mis cálculos no fallaban, tal vez las alturas alteraran su espíritu guardián para que se transforme en algo. ¿Llevaba su varita? Porque también podía usar algún método para que la caída no sea tan mortífera, pero esperaba que al menos intentara algo. Miré para atrás, asegurándome que el director no estuviera viendo todo aquello, no estaba seguro si aceptaría aquel modo de trabajo. Y me apoyé, observando desde aquello como era la caída y cómo se desenvolvía. 

@ Darla G Dumbledore

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Descubriendo la Habilidad de Animagia acompañada por @ Mael Blackfyre

Post # 5

Sí se había relajado, observando aquel paisaje y recordando que había intentado utilizar metamorfomagia mientras hacía aquella cesión de nigromancia. Sabía que no se veía tan distinta a cuando se conocieron, que hubiera bastado un cambio de ropa. Pero también era consciente que la vampiro que había sido en aquel pasado, una fenixiana ingenua, sí, ingenua, ya no existía y por eso había intentado cambiar cuando “cambió”.

No supo muy bien por qué, el tono de voz de Mael la hizo volver como entre nubes de algodón. Que ridiculez, ella no era de nubes de algodón, era de sábanas de satén, pensó mientras se volvía, como en cámara lenta hacia la masculina figura a su lado. Tenía sed.

Lo siguiente que ocurrió fue más rápido, pero aún tenía la sensación de que todo iba en cámara lenta, alcanzó a ver cómo Mael sacaba su varita, vaya era más grande de lo que ella esperaba, el empujón sobre su cuerpo le indicó de inmediato que había utilizado algún hechizo sobre ella, las “supuestas” disculpas no le hicieron gracia igual.

Edelweiss se materializó en su diestra un segundo después, mientras caía de espaldas, en cámara no tan lenta para su gusto y viendo el rostro de su “profesor”. Lo primero que pasó por su mente fue un hechizo que dos segundos después verbalizó, insultándose a sí misma al darse cuenta de que era inútil para lo primero que pensó.

 —¡Kiorke! —había pronunciado intentando enlazar con el látigo de color zul neón el cuerpo de Mael, pero solo le produjo una herida no muy profunda en la mejilla, soltándolo inmediatamente, arrastrar con ella al mago no era una opción viable.

Aresto Momentum pensó aún con la varita en la mano, innecesaria para ello pero su respiración apenas estaba calmándose cuando comenzó a caer más suavemente y su mente comenzó a razonar.  Extendió sus brazos intentando concentrarse en lo que seguía.

«Sabrás disculparme, cuando llegue el momento.» Sus palabras sonaban en su mente una vez más, disculparlo, momento, prueba, debía intentarlo.

Lo primero que hizo fue pensar en el momento en que había intentado cambiar una vez más, notó sus cabellos cambiando de forma, su mirada fija entre el cielo y la pared del balcón, comenzó a planear y fue consciente de que no era por el aresto.

Estás al revés, algo le dijo, ¿Scarlet? ¿su instinto? Intentó girar mientras un dolor inmenso recorría su cuerpo, recordando que el cambio de la metamorfomagia tenía sus detalles pero no le había dolido como aquella primera vez.

De repente, en pleno “vuelo”, el aroma de la sangre de la mejilla de Mael invadió sus fosas nasales aún a la distancia, maldita sea. Se giró rápidamente, quedando de frente al piso, pensando en lo que hacía, o tratando de no pensar en él más bien. Mordió su labio para no dejar escapar un grito cuando vio aproximarse el suelo hacia ella, tranquila porque sabía que no podía morir una vez más, nerviosa porque notaba que movía sus brazos, pero de volar, volar, que digamos no estaba ni segura ni nada.

Blackfyre, pensó, la próxima vez te voy a tirar a ti a ver si te gusta, maldita sea.

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Animagia, con @ Leah Dayne

 

Alyssa se quedó allí parada viendo como se disipaba la estela de nieve que Leah había dejado tras su retirada, empapada, helada, y con una expresión incrédula en el rostro ante las instrucciones de su mentora. Tenía que existir otra forma de aprender Animagia que no implicara poner en riesgo su vida, pero como se trataba de la Dayne no le sorprendía que ésta prefiriese métodos más drásticos. Maldiciendo en todos los idiomas y colores que conocía comenzó a dar vueltas observando sus alrededores, tenía que encontrar algún tipo de refugio donde pudiera quitarse la ropa mojada y resguardarse de los elementos. 

- Una cueva al norte – masculló la Black. Una cueva que podría estar a dos horas o dos días de viaje, no que se hubiera molestado en darle más detalles. 

No era una desconocida al tipo de magia del que hablaba su amiga, todo mago o bruja era capaz de manifestar sus poderes sin depender de una varita, los niños por ejemplo podían experimentar explosiones de magia sin mucho control sobre ello. Antes de la invención de las varitas la magia era mucho más impredecible e inconsistente, aunque siempre pareció existir una afinidad con los elementos siendo la forma más común en la cual los magos y brujas de antaño solían manifestar sus poderes. 

La Triviani siempre había rechazado la idea de sentirse vulnerable, indefensa, o de depender de forma absoluta de algo o alguien, razón por la cual esta no sería la primera vez que practicaría magia sin su arma predilecta. La varita era el canalizador perfecto conectando con uno a un nivel tan profundo que ayudaba a que la magia fluyera sin mucho esfuerzo, sin este canalizador manifestar sus poderes se volvía infinitamente más complicado. Para empezar la magia en su estado más primitivo estaba directamente conectada con nuestras emociones, por ende para poder guiarla uno debía estar bien centrado, en conexión tanto mental como espiritual con uno mismo. 

Alejándose del lago comenzó a trotar hacia una elevación rocosa que se erguía entre la espesa capa de pinos, el movimiento al principio le fue doloroso en cada fibra de su cuerpo, pero al cabo de unos minutos sus músculos comenzaron a ganar calor. Al llegar a la base de aquella montaña alzó la vista buscando una posible apertura, pues sabía que allí es donde tendría más chances de encontrar un refugio. Comenzó a escalar y la actividad física contribuyó aun más a que su cuerpo tomase temperatura, aun así la ropa mojada y el aire helado batallaban constantemente para robarle el poco calor que había logrado ganar. 

Por fin llegó a una apertura en aquella pared rocosa, no era una gran cueva pero al menos se encontraba más resguardada de los elementos. Esparcido por el suelo, allí donde la nieve no había llegado, había agujas de pino secas y alguna que otra rama pequeña. Perfecto para empezar un fuego pero no para mantenerlo, si no encontraba leña más sustanciosa este no duraría más que unos minutos. Aun así era mejor que nada… Juntó todo lo que pudo encontrar en una pequeña pila en el centro de la cueva, se quitó la ropa mojada y la estiró a un costado, su piel desnuda se erizó en protesta ante el aire frío que le rodeaba.

Se sentó abrazando sus rodillas, compactándose lo más que pudo para conservar el poco calor que tenía. Cerró los ojos, comenzó a respirar profundo y despacio dejando que su cuerpo tenso y agarrotado se relajara lentamente, con gran esfuerzo logró vaciar su mente de todo pensamiento y alcanzar un estado de profunda meditación. Conectándose con sus emociones dejó que la ira y el enojo que sentía ante su situación le sirvieran como punto de inicio, eran después de todo los mejores sentimientos para vincularse con el elemento del fuego. Con cada inspiración dejó que aquel poder que residía en ella comenzara a fluir por sus venas, recorriendo su cuerpo y llevando consigo un calor más fuerte y más resistente que el que pudiera evocar con actividad física.

Mientras que sentía como el frio se disipaba lentamente de su organismo, estiró una mano hasta tocar con el dedo índice las agujas de pino secas que había juntado antes. Canalizando aquel poder en la punta de su dedo de inmediato sintió como el aire helado volvía a sus extremidades, ahora abandonadas de aquella energía que al circular por sus venas lograba mantener el frio a raya. Pero solo necesitó concentrar su magia por unos minutos hasta que en aquel punto de contacto una chispa nació para prenderse de la yesca, inmediatamente después Alyssa volvió al ejercicio de hacer circular aquella energía por su cuerpo para así devolverle su calor. Acercó su ropa mojada al pequeño fuego con la esperanza de que se secaran aunque fuera un poco, decidida a dedicar las próximas horas a mantener su estado de meditación hasta que su cuerpo haya recuperado su temperatura normal. Lo extraño era que desde el momento en que había puesto un pie allí se había sentido observada, el lugar no era muy amplio y contaba con suficiente luz como para visualizar toda la cueva, pero a pesar de no ver a nadie allí más que a sí misma no podía quitarse de la mente la incomoda sensación de que no estaba sola. Después de todo no sería imposible que Leah estuviera allí ocultandose con magia, pero tras considerarlo por unos segundos se dio cuenta que si era así tampoco es que le importaba, la Dayne se revelaría ante ella cuando considerase que fuera el momento indicado y a la Black no le molestaba esperar. 

 

#3

Editado por Alyssa Black Triviani

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Animagia, con @ Alyssa Black Triviani

Escuchó cómo Alyssa entraba en la cueva y abrió un ojo, viendo cómo estaba haciendo todo lo posible por mantenerse con vida. Soltó un gruñido de aprobación y volvió a hacer lo que había estado haciendo desde un principio: echarse una siesta. Era parte del plan, claramente, pues ella controlaba el escenario en el que se estaban moviendo, como le había dicho antes. Y si no la veía, era porque ella no quería. Era indispensable que aprendiera a moverse en la naturaleza si quería formar parte de ella, pues el hombre se había acostumbrado a sus comodidades y si encima le sumabas la magia, era simplemente un chiste.

Y ya que podía, se echaría un sueñito.

No fue consciente del tiempo que pasó hasta que su cuerpo decidió que había descansado lo suficiente. Estiró las extremidades y se desperezó antes de abrir los ojos y comprobar que la pelirroja seguía en el mismo sitio, meditando. Había hecho fuego, había secado su ropa y, lo más importante, seguía con vida. Detrás del velo que había alzado con magia, podía ver cómo respiraba despacio, como le había indicado, podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Lo tenía controlado, cosa que no le sorprendía en absoluto, pues nunca había dejado de confiar en ella y sus capacidades.

Fue entonces cuando decidió intervenir. La barrera mágica cayó en silencio y se aproximó a la posición de su amiga. La oiría llegar, estaba segura, pero aún así se aseguró de hacer ruido para no asustarla; alertar a alguien en modo supervivencia no era la mejor de las ideas, sobre todo con su aspecto en ese momento. A veces era complejo dimensionar el tamaño real de los animales hasta que se los tenía delante y probablemente Alyssa pensaría lo mismo en ese momento, cuando se plantó delante de ella un lince adulto. Un instante más tarde, volvía a ser ella misma.

—Sobreviviste —remarcó lo obvio con una sonrisa—. Nada ha sido al azar, lo que intento es que te obligues a pensar como lo haría un animal, puesto que así será más fácil entrar en fase. 

Le regresó la varita.

—No todos llegarían a esta cueva de la misma forma. Habrá gente que salte de rama en rama y otros que se hubieran arrastrado bajo tierra de haber podido. ¿Qué has hecho tú? No me des detalles vagos, quiero que te visualices a ti misma en el bosque e intentes conectar con ese algo que hay ahí dentro —le puso un dedo en el pecho—. Quieres esto, lo deseas con todo tu ser. Ahí dentro hay un animal que quiere salir. No intentes dilucidarlo aún, no es el momento. Pero conecta con él, porque la próxima tarea será compleja, pero no imposible: buscar comida. Tienes magia, pero no abuses de ella.

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Acompañante de Animagia
post #5

Como era de esperarlo, la bruja @ Darla G Dumbledore  tenia que reaccionar de alguna manera. Aunque su mente estuviera mucho más relajada, más predispuesta a sus recuerdos, no significa que iba a nublarle el juicio. Quien la subestimó fui yo, que no llegué a hacer nada contra lo que intentaba ella. Llevé mi mano a la mejilla para notar que estaba mojada. ¿Era sangre? Su látigo de neón azul solamente me rodeó unos segundos y provocó aquel corte. Sonreí ante el hecho de estar frente a una leona que mostraba sus garras.

Guardé mi varita y me aferré al borde de aquella especie de terraza, lanzándome al vacío por cuenta propia transformándome en el búho que era cuando utilizaba la animagia. No me gustaba mostrar aquella forma, porque era una manera de mostrar mi identidad cuando necesitaba estar oculto. Pero estaba seguro que si me dejaba llevar por mi intuición me llevaría más beneficios. Darla continuaba con sus bloqueos mentales, porque al fin de cuenta, la animagia no era poder, sino mente.

Aleteé varias veces después de dar dos o tres vueltas alrededor de la chica, que se encontraba amortiguando su caída. Cuando aterricé con mis patitas en el suelo, me volví a transformar en mi forma humana.

— Que desperdicio de poder, mujer… ¿Cómo que es reaccionas más rápido a un posible ataque antes que transformarte en tu animal? ¿A qué le temes? ¿Estás segura que quieres hacer esto? Espero que no sea una pérdida de tiempo, Dumbledore.

Le dije a la pelirroja a pesar de que su pedido era sentirse más cómoda. No iba a darle el privilegio de tomar confianza ni sentirse bien. Claramente no era lo que necesitaba en ése momento.

Saqué mi varita.

— ¿Qué es lo que quieres al buscar esta habilidad? No eres una bruja débil. ¿Entonces a qué le temes? Déjame adivinar… ¿una persona? Si... creo que es lo único que puede retrasarte en esto —le dije. La bruja era un bloque entero de pavimento. Aunque haya bebido su brebaje, aunque estaba más dispuesta a abrirse mentalmente, seguía siendo oclumántica y no podría ver nada más que lo que adivinaba. Pero algo me decía que podía ir por ese camino. ¿Por qué razón no se convertía en el maldito animal? Trabajaba reviviendo con los muertos, pero no podía transformarse en un animal. Algo no me cerraba.

Editado por Mael Blackfyre

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HABILIDAD: OCLUMANCIA 

Lisandro Luxure

Con perdida de memoria

Lisandro Luxure (falsa identidad) con @ Hecate Engosvezhof

 

Ante cada palabra de la bruja el estudiante no sabía que decir, ella le daba tanta información que su mente no la podía procesar toda por completo, quizás los años juveniles le jugaban en contra de lo que se suponía debería adentrarse a la plenitud. Quizás era un error introducirse en ese don de ocultar o bloquear los recuerdos, pensamientos y aún así la idea de hacerlo le dio cierta curiosidad. Sin embargo, en todo momento su mirada era algo entre temerosa, timidez y curiosidad.

 

-No sé…-

 

Fueron las palabras que pronuncio en voz baja, casi en murmullo y su mirada permanecía baja, este se encontraba apenado ante tanta calidez, preocupación ante ese ser que le acompañaba, a penas le conocía, quizás algunos rumores de pasillo y nada le aseguraba que su vida corriera peligro. Este vampiro dudaba si debería continuar o dar marchar atrás, esto le parecía la pagina de un cuento de hadas, donde todo pudiera ocurrir, en donde esos castillos de arena estaban apunto desaparecer.

 

-A penas se lanzar algunos hechizos. - Aseveró. -Otros son solo parte de lo que dicen los libros y no lo he probado en la realidad. – Y le clava la mirada. -tampoco soy bueno en pociones, a penas logro memorizar algunas pociones básicas, y esa que se esta elaborando es muy compleja, no creo que la pueda repetir, así como tampoco la totalidad de los ingredientes. - Lagrimas comienzan a caer de su rostro, esa impotencia de sentirse inútil.

 

El vampiro se encontraba un estado de indecisión. -Le pido disculpa por no serle de utilidad. - Su voz se quebrantaba. -Además mis recuerdos están borrosos, he perdido la memoria, y dudo incluso de mi propio nombre, apenas estoy forjando recuerdos.- Le confeso con plena sinceridad, quizás muchas puertas en su memoria se encontraban cerradas, incluso destruidas por maldiciones, encantamientos o brebajes que había ingerido. -Incluso los sanadores no pudieron romper eso que no me permite recordar.-

 

Y su mirada observo lo que se encontraba cocinando o bien estaría ya listo, ese brebaje le daba cierto miedo de recordar aquello que su mente había olvidado, esas memorias que fueron suprimidas por alguien o algo.

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Animagia, con @ Leah Dayne

 

Supo el momento exacto en que Leah dejó caer el hechizo que la ocultaba, sus sentidos registraron su presencia de inmediato, aunque no permitió que esto interrumpiese su meditación. Al abrir los ojos se encontró con un lince adulto que le miraba a los ojos con la misma expresión de su amiga, momentos después contempló como el animal mutaba de forma hasta volver a adoptar la imagen de la Dayne. Alyssa no pudo disimular la admiración que sentía por su mentora, dentro de su amistad a veces le era fácil olvidarse de lo poderosa que era aquella bruja, pero esto no quitaba del hecho que Leah siempre había sido un ejemplo a seguir para ella. 

- Sobreviví – respondió la Black, ahora más serena y en control gracias a la meditación – No fue fácil al principio, pero en cuanto dejé que mi mente se enfocara en lo inmediato todo fue mucho mas fácil, confiar en mi instinto y simplemente actuar para sobrevivir. 

Tomó su varita con entusiasmo sintiendo el calor que la madera le transmitía a su mano, como un grato reconocimiento por parte de ambas al reunirse nuevamente. A pesar de que le gustaba saber que no dependía de su arma para sobrevivir, siempre era un placer sentir su reconfortante presencia. Con un rápido movimiento agitó su varita haciendo que la ropa que había puesto a secar cubriese su figura desnuda, no que tuviera pudor de mostrarse así frente a la Dayne sino más bien que aun necesitaba resguardar su cuerpo del frio infernal que hacía allí. Reforzó su vestimenta con un buen abrigo, botas para la nieve y prendas más apropiadas para estas extremas temperaturas. 

Las últimas palabras de su mentora le hicieron pensar en sus acciones ¿qué había hecho? Había analizado su situación, considerado sus opciones y optado por el camino más eficiente que le conduciría hasta el refugio más cercano. Sus pensamientos habían sido calculadores y desprovistos de emociones, pensando solo en lo inmediato para poder sobrevivir. 

- Creo que un animal tomaría en cuenta solo las circunstancias que se le presentan en ese momento – comentó la Triviani – Los animales viven en el ahora, en lo inmediato, actuando siempre en función a sus necesidades más urgentes. No hay emociones, ni dudas, ni contemplaciones abstractas cuando se trata de un animal, ellos analizan su situación con practicidad y actúan según lo que sea más eficiente a la hora de lograr su cometido. 

Al escuchar las palabras de la Dayne sobre cual sería el próximo desafío, Alyssa no tuvo que pensarlo mucho para saber exactamente lo que haría. Utilizó su varita una vez más pero solo para invocar un hermoso arco de madera y un carcaj lleno de flechas, luego guardó su arma mágica en el interior de su abrigo y colocó el carcaj a su espalda donde podría acceder a las flechas con facilidad. Tomó el arco en su mano derecha y lo tensionó con facilidad, arquería era una de las pocas disciplinas muggles que la Black practicaba puesto que le parecía una habilidad muy útil de tener.   

- Estoy lista – anunció la mortífaga con una expresión decidida en su rostro. 

 

#4

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