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Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas


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       Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas       


El departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas se ubica en el Tercer Piso, al cual, los ascensores ministeriales se negaban a bajar, alegando "constantes problemas con su integridad y limpieza", acudiendo siempre de mala gana y expulsando con prisas a los visitantes de dicha planta antes de partir hacia "zonas más seguras". 

Al abandonar los ascensores, se observa un amplio hall, desde el cual, además de algunos bancos y plantas, se observan dos elementos. El primero, una puerta a la izquierda algo destartalada color rojo con letras doradas y la inscripción "Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas" y justo frente a esta, un letrero con un contador que reza lo siguiente: "DÍAS SIN ACCIDENTES EN ACCIDENTES". La mayoría del tiempo el contador permanece a 0, y pocas personas aseguran que ese contador haya superado los 7 días, aunque ningún empleado del ministerio podría asegurar si es a causa de los accidentosos o del resto del ministerio, los cuales quizás quieran boicotearlos como intentan los ascensores. 

Babila, el secretario de Accidentes, siempre se encuentra en la recepción del departamento, junto a la puerta de acceso al mismo. Es un semigigante de mediana edad, alto y de sonrisa amplia, que no duda en comunicarse con cualquiera que quiera escuchar el afable ugandés. Es algo torpe a pesar de su tamaño y tiene dificultad para correr ya que siempre va descalzo -y no consiente usar calzado-, pero en general se muestra como un hombre bueno, noble y de buenas intenciones. 

En la entrada del Departamento reza lo siguiente:

"Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza de mantener la cordura..."


Si aun así todavía mantienes que tu permanencia frente a la puerta de Accidentes no es un error e ignoras el cartel para decidirte a cruzar el umbral, podrás acceder al lugar de trabajo de los "accidentosos". Si de nuevo, permaneces en silencio el tiempo suficiente en la entrada del departamento, podrás observar (y sobre todo, escuchar) a los trabajadores del departamento. 

La primera sala que puede encontrarse, siguiendo el pasillo a la derecha del mostrador de Babila, es la Sala de Reuniones, lugar donde los accidentosos debaten sus tareas diarias...y especialmente, toman donuts, siempre adquiridos de su tienda de confianza.

A su alrededor, seis puertas indican los diferentes departamentos: el Escuadrón de Reversión de Magia Accidental (Que sustituye a la antigua Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia), aquel donde el actual director dio sus primeros pasos como accidentoso, el Comité de Disculpas a los Muggles (que, tras la Guerra de los Pactos Rotos, sustituía a la Oficina de Excusas Muggles), que aún cuenta con los armarios llenos de disfraces para "pasar desapercibido" de sus antiguos trabajadores, y la Sede de Desmemorizadores, en cuyo interior, además de una pequeña sala donde guardan y protegen todos los recuerdos extraídos, también cuentan con un pensadero. Todos los departamentos son similares, con salas amplias y decoración sencilla. 

La última puerta, justo frente a la que da acceso a Accidentes, se encuentra custodiada por un curioso jarrón, la pierna de una estatua de piedra, conservada de una de las tantas aventuras del departamento, siempre con flores frescas que ambientan el lugar. La puerta del Director del Departamento de Accidentes ocupa un lugar privilegiado, ya que desde su posición puede controlar al resto de sus empleados, o ser fácilmente escuchado si es necesario. En su interior, el mobiliario es sencillo, con un sofá "perfecto para echar una siesta", un escritorio siempre lleno de formularios a medio rellenar o pedazos de pergamino llenos de garabatos y una cómoda silla de escritorio como mobiliario principal. Por último, la puerta está vigilada por Pipo el Picaporte, que mantendrá la puerta cerrada siempre que el director lo necesite.

          En el tercer nivel se encuentran:

Escuadrón de Reversión de Magia Accidental
Comité de Disculpas a los Muggles
Sede de los Desmemorizadores


          Conocimientos necesarios para trabajar aquí

Conocimiento de Maldiciones
Cuidado de Criaturas Mágicas
Primeros Auxilios
Estudios Muggles
Meteorología
Encantamientos
Pociones
 

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Babila, el secretario de Accidentes, solía ser el primero en llegar a la tercera planta. Le gustaba madrugar y tener todo listo para cuando llegaran los accidentosos. Lo malo era que se despistaba con una sencilla hormiga y era capaz de tirarse una hora en el suelo, viéndola avanzar y siguiéndola, para saber dónde estaba el hormiguero. Babila no quería la información para exterminarlas, como habría hecho cualquier otro ciudadano occidental. Él, que provenía de un poblado indígena de Uganda, sabía el valor de una vida. Las cuidaba y, si podía, les hacía un hormiguero más cómodo para ellas.

Sí, Babila era un buenazo, pero no era algo que les encantara a los empleados del ministerio. Nadie pudo demostrar que el nido de termitas de la séptima planta, aquel que acabó devorando toda una pared medianera y provocó el derrumbe de una de las salas encima del contenido delicado y reservado que custodiaban, hubiera sido obra suya. Todos creían que seguro que les tiró algún mejunje para hacerlas crecer, pero todo hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario y tiene derecho a un juicio justo. Nadie quiso ir más allá, sabiendo que dos miembros del Wizengamot estaban dispuestos a defenderlo aunque fuera con el uso de la varita, si fuera necesario. Nadie se atrevió a llamar mentirosa a Sagitas cuando confirmó que el negrito gigantón no podría haber sido, pues ella lo tenía vigilado y que ella le creía cuando decía que era inocente de todo lo que querían acusarle. Así las cosas, el suceso acabó con una visita de Plagas, otra visita de Accidentes para reparar lo sucedido y una búsqueda de nuevo material clasificado, así como una prohibición de que el negrito volviera a bajar a aquella planta si no estaba acompañado.

Aquella mañana, Babila no se distrajo con hormigas, termitas, tarántulas o peces piraña ni con ningún animal. ¡Menos mal! Aunque sí que es cierto que dedicó su atención a la planta que crecía sobre un trozo de pierna sobre un pedestal. Pocos saben el origen de tal curioso objeto decorativo; es mejor no preguntar en Accidentes, pues la inocencia es mejor que el conocimiento, os lo aseguro.

Así que ahí tenemos situados al secretario quien, en vez de estar ordenando los memorandums y haciendo las copias necesarias para llevar a todos los jefes de la sección, perdía el tiempo en regar bien regada las flores que había en aquel objeto, sin saber (o lo sabía, no sé) que eran de plástico (otra historia que merece ser contada en otro momento) y que el agua formaba charcos en el suelo. Y él canturreaba uno de esos cánticos de su pueblo, creo que en concreto uno para dar fertilidad a una pareja reciénrejuntada, sin darse cuenta de lo que estaba haciendo.

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Ya tenía un plan entre manos. Pero me faltaba la aprobación del jefe para aplicarlo. Como actual jefe del cuartel de desmemorizadores quería tener la potestad de recopilar información que pudiera ser útil para esclarecer los eventos del atrio a comienzos de septiembre. Así que solo quedaba una cosa, extraer las memorias de los que habían estado implicados. Admitir que era hábil en eso era decir poco, la mayor parte de mi éxito estaba dado por el hecho de que ese tipo de magia me venía como anillo al dedo. Decían que información es poder. Pero también dinero. Y obteniendo y borrando adecuadamente algunos sucesos se podían hacer maravillas. 

Así después de dejar el atrio tome el elevador recién reparado y en poco tiempo ya abría la puerta del departamento. La decoración seguía siendo la misma que días atrás solo que ahora el antiguo del buenazo de Babila estaba presente ordenando los papeles. Eso trajo mucho buenos recuerdos y me hizo sonreír mientras me acercaba.

-Al parecer no soy el único que regresa -dije mientras aplaudía al uganes. -Que placer verte por aquí Babila, todo bien, todavía existe Zanka??? esa lagartija?? o su ciclo de vida termino...ahh que tiempos aquellos. -Sin más le di un fuerte abrazo. Lo bueno de ser bastante grande es que no parecía un muñeco cuando abrazaba cordialmente al eterno secretario de la pelivioleta. Que clase gustos tenia...pero que se le podia hacer.- Y tu hija...como le ha ido en estos años locos. Por cierto ya llego @ Matt Blackner ? que tengo algo urgente que platicar con el. 

@ Sagitas E. Potter Blue

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Era extraño adentrarse en el Atrio para bajar hasta Accidentes. Después de los sucesos en el Atrio, un par de días atrás, las cosas parecían mantenerse en calma. Pero claro, uno ya no sabía cuándo podía relajarse. Aun asi, el hecho de ver cómo las puertas del ascensor se abrían, y la voz del ascensor protestaba al notar que debería bajar hasta la tercera planta, fue una pequeña punzada de nostalgia. Aquello era volver a la normalidad, oir como el ascensor protestaba continuamente mientras aceleraba todo lo qeu sus mecanismos recién reparados podían dar de si.

 

Con una sonrisa, leí el cartel sobre nuestra entrada. Al acceder, el fresco aroma a tierra, agua y plástico mojado me recibió. Babila estaba por ahí, canturreando tan feliz que ni siquiera se dio cuenta de que me adentraba por el pasillo

- Buenos días, directo Blackner - me detuve frente a la puerta de mi despacho, a punto de abrir la puerta. Pipo el Picaporte, atento como siempre. - he mantenido su puerta cerrada, segura y a salvo en su ausencia.

- Gracias Pipo. Mientras esté por aquí, sabes qeu mi puerta siempre está abierta a los accidentosos.

 

Asi, pasé al interior, cerrando la puerta. Me quité la chaqueta, remangándome la camisa blanca. Dejé el abrigo en el perchero, y salí al exterior.

- Babila! ( @ Sagitas E. Potter Blue ) - exclamé, mientras dejaba mi despacho - tienes ya la plantilla del departamento? - pregunté en voz alta, saliendo hacia la entrada - tenemos que em...

 

Me detuve, a punto de chocar con @ Sean -Ojo Loco- Linmer

- Llegué hace un par de minutos Sean. Qué necesitas? Trabajo? Tenemos puestos libres en Accidentes.

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